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A cristiana,
esta nueva forma
uno puede tropezar
Cuando se examinan
litúrgica, incluso de parte de los mis-
las razones para esta ac-
que se ha formado en
La refexión teológica de los últimos años, impulsada también por nuevas for-
mas de celebración litúrgica, como son las celebraciones sagradas de la Palabra de
Dios y el "Culto dominical" (cfr. CSL, N9 35, 4), llegó a re-descubrir valores que,
desde tiempo atrás, no se habían apreciado debidamente en la Iglesia. Sacar a luz
estos valores con relación a las celebraciones dominicales es el fin de este trabajo.
o El siguiente artículo forma parte de un estudio más amplio hecho en alemán con el título "Die Wie-
derentdeckung des Wortgottesdienstes als Form der Sonntagsfeier ohne Pries!er" (El redescubrimiento de
la Celebración de la Palabra de Dios como forma de la Celebración Dominical en ausencia del sacer-
dote) .
APUNTES PARA UNA TEOLOGIA DE CELEBRACIONES DOMINICALES SIN SACERDOTE 285
(;) Cfr. A. MARTlMORT. Palabra de Dios y liturgia. (Congreso de Estrasburgo del C. P. L. París, 195B)
Salamanca, Ed. Sígueme, 1966 (Colee. Nueva Alianza, 6).
(2) Cfr. AAS 39 (1947) 528.
(3) Cfr. J. A. JUNGMANN, Neuenldeckles Gotteswort, en lebendige Seelsorge. 20 (1969), 49-52.
(4) Cfr. para lo siguiente. A. M. ROGUET, la Présence active du Chrisl dans la Parole de Dieu. lMD
N'! 82 (1965) 10 s. Cfr. CSL NQ 33; 35; 56.
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esta presencia suya depende de una condición: que su Palabra se proclame "in
Ecclesia" en la Asamblea. La lectura privada de la Biblia tiene gran valor pero no
el mismo valor "sacramental" que la proclamación de la Palabra de Dios en medio
de una comunidad cristiana reunida. J. A. Jungmann hace resaltar el valor de la
Palabra de Dios comparándola con una bendición sacramental. Dice: "Es Dios quien
nos habla, quien por su palabra nos muestra los caminos por esta vida terrenal.
Una celebración de la Palabra de Dios bien hecha y también un círculo bíblico
celebrado en un ambiente religioso que desemboca en meditación y oración, bien
puede equipararse, en su valor espiritual, a una Bendición sacramental tradicio-
nal" (5).
Esta convicción de la presencia de Cristo primero en la palabra proclamada
y -en segundo grado- en la Palabra escrita, es decir, en el libro de la Sagrada
Escritura, siempre se ha mantenido viva en la Liturgia de la Iglesia al celebrar cier-
tos ritos, especialmente en la proclamación del Evangelio, palabra de Cristo por ex-
celencia (6). Es notable la analogía de estos ritos con los que rodean la misma Eu·
caristía. Según la tradición, los ministros del Evangelio son el diácono, el presbítero
y el obispo, no porque otra persona, sin órdenes mayores, no pueda proclamar dig-
namente el Evangelio, sino para hacer resaltar por el rango del ministro la imoor-
tancia de esta lectura bíblica. Los ministros se preparan para la proclamación con
una oración personal y el diácono pide la bendición del celebrante. A la proclama-
ción precede un pequeño diálogo entre el ministro y la asamblea. El pueblo saluda
a Cristo con aclamaciones: "Aleluya", "Gloria a ti, Señor", "Te alabamos, Señor".
Los fieles se ponen de pie para expresar su respeto y su prontitud (la postura "de
rodillas" como expresión de la reverencia ante la Eucaristía es de origen tardío);
por la señal de la Cruz antes de comenzar la lectura auieren apropiarse y hacer
eficiente para la propia persona la gracia y bendición que viene de la Palabra
de Dios. Terminada la lectura se besa el libro como signo de cariño y veneración.
El ministro dice durante esta acción: "Por las palabra del Evangelio, Dios nos per-
done nuestros pecados". En esta pequeña frase se ha mantenido viva -casi desaper-
cibida- hasta nuestros días la convicción de la antigüedad cristiana sobre la fuerza
"sacramental" de la Palabra de Dios. Una mayor solemnidad rodea o rodeaba a la
proclamación del Evangelio en la celebración festiva de la Eucaristía. El uso de
incienso, los acólitos con cirios que acompañan el libro de las Lecturas bíblicas, la
pequeña procesión al lugar de la Palabra, son una expresión del profundo respeto
a Cristo, que se hace presente en la Palabra de Dios. Ritos anólogos existen también
en las otras familias litúrgicas (7). Hay que llamar la atención también sobre la cos-
tumbre antigua de entronizar solemnemente la Biblia al comienzo de cada sesión
de un Concilio ecuménico.
(8) Cfr. T. Cabestrero, Aspectos Misioneros de la liturgia de la Palabra. Misiones Extranjeras, 13 (1966),
439-448.
(c,) K. RAHNER, Palabra y Eucaristia. Escritos de Teologia, IV, Madrid, Ed. Taurus, 1962, 331.
Cfr. H. Schlier, Rasgos fundamentales de una teologia de la Palabra de Dios en el Nuevo Testamento.
"Concilium", N'.' 33 (1966), 369.
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1. 3. La "Comunión" en la Palabra
(10) "Palabra (de Dios) ", en: H. FRIES, Concepto. fund.menl.le. de l. Teología, 111 Madrid, Ed. Cris-
tiandad, 1966-67, 3235. (Colección "Teología y Siglo XX", 8).
(11) Cfr. J. A. JUNGMANN, Neuentdeekte•..•, 1. c. 51. Cfr. también arto 17 de la Consto S. 1. Divina Re-
velación (Verbum Dei).
(12) F. MAIER, Díe zweifaehe Kommunion mit Christu. naeh der Lehre der Kirchenvaeter. Geist und Leben.
25 (1952), 364-375.
(13) Cfr. lib. IV, cap. 11.
APUNTES PARA UNA TEOlOGIA DE CELEBRACIONES DOMINICALES SIN SACERD01E 289
l. 4. Conclusiones prácticas
(26) Cfr. "Geistliche Kommunion" und Neues Testament. Ge15t ul1d Leben 25 (1952) 407-411.
(27) Personliche und sakramentale Frommigkeit. Theologische Ueberlegungen Ober die "geistliche Kom-
munion" und Ahnliches. Geist und Leben 25 (1952) 424.
(28) Lexikon f. Theologie u. Kirche. Das 2. Vatikanische Kanzil. Konstitutiunen. Dekrete und Erklarungen.
11. Freiburgo, Ed. Herder, 1968, 572.
APUNTES PARA UNA TEOLOGIA DE CELEBRACIONES DOMINICALES SIN SACERDOTE 291
fisonomía y su valor propios. Por eso no se trata de incorporarle todos los elementos
posibles de la Liturgia eucarística en el sentido estricto, especialmente de la Oración
Eucarística, hasta llegar a una "misa de leías", como se ha celebrado en el pusado
en muchos lugares. Tal celebración violenta psicológicamente a los fieles. En el "ofer-
torio" debían imaginar cómo en el templo parroquial eran llevadas las ofrendas al
altar. En la "consagración" tenían que ofrecer un sacrificio que sacramentalmente
no estaba presente en medio de ellos; en la "comunión", desear una unión que sa-
cramentalmente no era posible. En sí todos estos actos espirituales son realizables
personal y particularmente y están atestiguados en la historia de la piedad cris-
tiana (29). Pero en este tipo de celebración se encuentran acumuladas en forma exa-
gerada, exigiendo demasiado de los fieles. Además se descuida una ley fundamental
de la Liturgia, su carácter "sacramental" (expresado por signos) que se basa en
la unidad cuerpo-alma del hombre. Finalmente, en esta forma pseudo-eucarística
del culto dominical el centro y el objeto de la celebración ya no está en medio de
la comunidad reunida: es el sacrificio eucarístico que se celebra en este momento
en la iglesia parroquial o catedral, o en cualquier otro lugar del mundo. Siguiendo
esta línea se llega a la pregunta -no pocas veces formulada-: ¿Por qué reunirse
para el culto dominical si podemos escuchar la Misa por radio? Por tanto, hay que
respetar el valor propio que tiene el culto dominical en la forma de una cele-
bración de la Palabra de Dios Icfr. CSL N9 35, 4) que posee la eficacia de unirnos
realmente con Cristo (= "Comunión espiritual") y de comunicarnos la salvación Es-
to es también el secreto de la vitalidad de tantas Iglesia no-católicas, que desarro-
llan una asombrosa vida de fe y caridad, a pesar de que en algunos casos no cele-
bran la Eucaristía en el sentido nuestro desde hace siglos.
2. LA TEOLOGIA DE LA ASAMBLEA
(29) Cfr. B. BIERMANN, Der priesterlos Gemeindegottesdienst in der Mission. Neue Zeitschrift f. Mis-
sionswissen .chaf! 14 (1958) 59-61.
(30) Ver I~ literatura sobre la A>amblea en: C. Floristán, La Asamblea y sus implicaciones pastorales.
Concilium n. 12 (1966) 197-210.
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- convocación por Dios mismo o por sus representantes: rey, profeta, sacer-
dote. Es independiente de categorías humanas y sociológicas.
- la proclamación de la Palabra de Dios tiene una importancia central en la
asamblea (cfr. Deut. 31, 10-12).
- la explicación de la Palabra de Dios debe llevar a los reunidos a una
comprensión más profunda (cfr. 1 Re. 8; Neh. 8, 7-8).
- respuesta del pueblo en forma de una aclamación, profesión de fe, etc.
(cfr. Núm. 5, 7-13; Deut. 27, 11-26; 24, 1-11. El sacrificio es la expresión
más intensa de la obediencia del pueblo. (1 Re. 8, 62-66).
- la oración del que preside la asamblea en forma de una bendición o ac-
ción de gracias (cfr. 1 Re. 8, 22-60).
- la despedida y el envío que corresponde a quien ha convocado y dirigido
la asamblea. Ella permite distinguir entre "pueblo como acontecimiento"
(= asamblea) y "pueblo como institución".
Estas asambleas eran casi exclusivamente reuniones del Pueblo de Israel: Más
tarde los profetas anunciarán una asamblea futura que reunirá a todos los pueblos.
Los profetas más antiguos la ven más bien como una asambleo para el iuicio (cfr.
(31) Cfr. TH. MAERTENS, La Asamblea cristiana. De la Teología bíblica a la Pastoral del siglo XX. Ma-
drid, Ed. Marova, 1964 (Colección "Christus Pastor", 8), 17 ss.
(32) Cfr. 1. c. 23 ss.
APUNTES PARA UNA TEOlOGIA DE CELEBRACIONES DOMINICALES SIN SACERDOTE 293
Joel 4, 2; Is. 43, 91; los ulteriores, especialmente el Trito-Isaías, como un aconteci-
miento de salvación para todos los pueblos (cfr. Zae. 14, 16 s.; 20 s.; Is. 60, 3-9;
66, 18-21). Esta esperanza se cumple en Jesucristo. El ha venido para convocar la
gran "asamblea" de todos los hombres (cfr. Mt. 23, 34-391, derecho que atribuyen
los profetas sólo a Yahvé. Como el Templo judío está destinado a la destrucción
(cfr. Mt. 24), ocupará su lugar el Señor resucitado, como nuevo templo Icfr. Jn. 2,
19-22; Mt. 26, 61-651, al que se dirigirán todos los hombres para reunirse en él (331.
Cristo invita a todos los que quieran venir, especialmente a aquellos que en el A. T.
no tenían la posibilidad de entrar en el Reino de Dios: los pobres, los enfermos,
los ciegos. La parábola del banquete de bodas debe considerarse como ley funda-
mental de la asamblea de Cristo (cfr. Mt. 22, 1-14; Le. 14, 16-23; Me. 2, 16 s.).
También los pecadores pueden venir. El Señor puede invitar a todos, porque tiene
el poder de sanar a los enfermos y de perdonar los pecados. Buenos y malos vivirán
juntos (cfr. parábola de la cizaña entre el trigo; Mt. 13, 24-30; de la red: Mt. 13,
47-51). Sólo transcurrido el tiempo en que se ofrece la salvación, en la "cosecha",
se hará la separación (cfr. Mt. 13, 30. 49-50; 22, 12 s.l.
La asamblea de Cristo tiene como centro al Señor resucitado. Es asombroso
que casi todas las apariciones del resucitado acontecen cuando los discípulos están
reunidos (cfr. Le. 24, 33; Jn. 20, 19. 26; Hech. 1, 6, 2, 1). Sin duda el Señor quería
poner en claro ante sus discípulos la verdad de que él siempre iba a estar presente
aunque invisible en medio de ellos, cuando se reunieran en su nombre (cfr. Mt. 18,
20; 28, 20. Además llama la atención cómo ahora se destaca el "primer dio de la
semana", el domingo, como día de la "asamblea" (cfr. Jn. 20, 19. 26; Hech. 2, 1).
La nueva comunidad recibe del Resucitado el poder de comunicar la salvación, pe.,
perdonando los pecados (cfr. Jn. 20, 23), de guiar a los hombres Icfr. Jn. 21,15-171,
de llevar a todo el mundo el mensa~e de salvación, es decir, la invitación al Reino
de Dios (cfr. Mc. 16, 15; Hech. 1, 81. Pero aquí se toca lo que J. Lecuyer llama:
(~3) Cfr. Y. CONGAR, El Misterio del Templo. Barcelona, Ed. Estela, 1964. (Colece. "Ecclesia". 6).
(34) Cfr. J. LECUYER, La Asamblea litúrgica. Concilium n. 12 (1866) 179 55. Cfr. TH. MAERTENS, O. e.
63-122.
(35) J. LECUYER. l. e. 180. Cfr. P. TENA BARRIGA, La palabra "ekklesia". Estudio histórico-teológico.
Barcelona, E Casulleras, 1964
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Gál. 3, 28s; Col. 3, 11') (361. Sólo donde existe uno comunidad cristiana puede haber
una asamblea, una reunión de esta comunidad, aunque sea en número muy redu-
cido (el Señor hablo de "dos o tres", cfr, MI, 18, 20 1, Esto asamblea puede ser
convocado sólo por uno persono autorizado paro ello, Normalmente es el obispo
o el párroco (cfr. CSL N9 34, 4). De esto manero, lo comunidad reunido permanece
unido con lo Iglesia universal y no se convierte en uno "secta", Además, en el coso
de uno asamblea, no se debe trotar sólo de lo reunión piadoso de alguno cofradia
o de algún movimiento u organización eclesiástico. En principio cualquier persono
que tiene fe y está bautizado debe tener acceso o lo asamblea. Por eso, con gusto
se deben acoger también los cristianos que vienen o lo asamblea litúrgico, aunque
no pertenezcan o la comunidad nuclear. Ellos san como un vinculo de unión con lo
Iglesia local (parroquia, diócesis) o universal. El derecho y lo obligación de asistir
o lo asamblea se fundo en el sacerdocio común de los fieles que recibimos en el
bautismo (cfr. Consto s. lo Iglesia, N9 10) e incluye lo obligación de participar acti-
vamente en lo acción litúrgico (cfr. CSL N9 14; 28; 301.
(36) Cfr. A. M. Roguel, Gottesd;esntiiche Vers.8mmlung und "tatige Teilnahme Lirurgisches .lahrbuch 3
(1953) 193.
(37) Cfr. Die Gemeinde als Versammlung. Lit. Jahrbuch 19 (1969) 74 s.
(38) "Sustitución/Presentación" en: H. Fries, Conceptos l. c IV, 292-303.
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paz (cfr. 1 Coro 14, 401. Este orden abarco el comenzar' y terminar o lo horo pre-
vista y fi¡ada, la asistencia a la Asamblea por parte de los cristianos con regula-
ridad y la realización de la celebración según el orden establecido por parte del
que lo preside de acuerdo con todos los participantes, excluyendo todo capricho.
Conviene recordar los elementos característicos de la asamblea en Israel. También
la Asamblea cristiana incluirá necesariamente lo Palabra de Dios en una lectura
bíblica. La comunidad de Jesús se reúne sobre todo en torno a su Palabra. No fal-
tará la oración. La Asamblea llega a su punto culminante en el sacramento, espe-
cialmente en la Celebración de la Eucaristía. Sin embargo, donde es posible, hay mu-
chas formas de asambleas litúrgicas. La Eucaristía es la forma más alta, pero no es
la única. También la celebración dominical sin sacerdote en la Misión y en lo Diás-
pora tiene su plena legitimidad y su valor propio.
(39) Cfr. TH. MAERTENS, La A.ambleo ... , 1. C. 105-108, 128-136. P. Jounel, le5 ministre. dan5 l'A5sem'
blée. lMD n. 60 (1959) 35-67.
APUNTES PARA UNA TEOLOGIA DE CELeBRACIONES DOMINICALES SIN SACERDOTE 297
(40) Cfr. E. J. Lengeling. Liturgie. Dalog zwischen Goll und Mensch. en: Th. Fjlthaut, Umkehr und Erne-
uerung. Kirche nach dem Konzil. Maguncia, Ed. Matthias Grünewald, 1966, 92-135.
(41) Cfr. R. Gantoy, Reflexiones doctrinales. La Asamblea en la economía de la Salvación, en: N. Clarisse,
Asambleas del Señor, L Introducción. Madrid, Ed. Marova, 1963, 75 s.
(42) Cfr. P. Mas,i, II Segno dell'Assemblea. Rivist" Liturgica 52 (1965) 86-95: 1I Segno morale dell'
Assemblea.
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país. Ellos son esparcidos al mundo por el Señor como granos de semilla, para
que den fruto y crezca cada vez más el número de aquellos que se reúnan en
torno o Cristo en el Espíritu Santo, hasta el día en que el Señor volverá y reunirá
a los suyos en la asamblea escatológica y definitiva de su Reino eterno.
sólo un pequeño número de interesados en comparación con los que asisten a las Mi-
sas dominicales. Ademós, en muchos países la enseñanza de la religión en escuelas
públicas no está permitido o sólo en parte. Tomando en cuenta esta situación, el Con-
cilio Vaticano II realizó diferentes reformas para dar más eficacia a los elementos
didácticos y pastorales de la Liturgia. En los países de misión y en Latinoamérica la
formación religiosa de los adultos es rudimentaria y muchas veces descuidada. Aquí
se presenta el culto dominical sin sacerdote, en el cual los elementos didácticos y ca-
tequéticos están bien desarrollados, como instrumento pastoral excelente. Por esta ra-
zón no es insistir demasiado el encarecer a los pastores la preocupación por estas
celebraciones, a condición, naturalmente, de que especialmente la homilía o instruc-
ción religiosa contenga todos los elementos que el hombre de hoy necesita no sólo
para conservar la fe, sino para crecer y madurar en ella y convertirse a su vez en
apóstol.
(44) L. c. 12.
(45) Cfr. el librito muy interesante: Laien spenden Eucharistie im Wortgottesdiensl. Ein Erfahrungsbericht.
Bisch. Ordinariat Berlin, E. Morus, 1968, 24-28.
(46) Cfr. H. J. Graf, Priestless Sunday Service. Boletín eclesiástico de Filipinas 44 (1970) 696-698.
(47) Cfr. G. Duffrer, Argerlich einfach. Van der Schlichtheit der Stiftung Jesu. Gottesdienst 5 (1971)
75-77.
APUNTES PARA UNA TEOLOGIA DE CELEBRACIONES DOMINICALES SIN SACERDOTE 301
clamación y comida, para hacer de ello el marco, el "recipiente" que llena con la
presencia de su Muerte y de su Resurrección, con su Pascua. Dice textualmente Duf-
frer: " ...toda la asamblea, la Palabra proclamada y el banquete común ¡untos, for-
man el todo del signo para la Pascua. Asamblea, palabra y banquete, todo ¡unto, lie-
ga a ser el Misterio pascual". Si con estos datos analizamos el culto dominical con
celebración de la comunión eucarística, podemos comprobar que se encuentran los
elementos esenciales: la asamblea, la palabra de Dios y la Eucaristía (ésta, ciara,
no en su forma plena) para que en medio de la comunidad reunida esté presente el
misterio pascual. es decir, la salvación obrada por Cristo. Así los cristianos comprende-
rán, cada vez mejor, que el "sacrificio de su propia vida" y la caridad sólo se pueden
realizar en la fuerza de la entrega de vida de Jesús. Tomarán, además, conciencia
de que la forma plena y perfecta de la celebración cristiana del domingo consiste
en la liturgia de la palabra unida a la liturgia eucarística, en la cual no sólo anun-
ciamos el Misterio pascual del Señor, sino que él realiza sacramentalmente en medio
de la asamblea su "paso" salvador de la muerte a la resurrección (cfr. CSL N" 6)
Y por Cristo, en el Espíl'itu Santo damos gracias al Padre "porque es bueno y su
misericordia eterna" (Salmo 135, 1).
Según el Can. 1248 del C. 1.c., todo cristiano, cumplidos los 7 años de edad,
está obligado a asistir a una Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar.
Esta obligación es grave. Según los moralistas excusa de la asistencia el encontrarse
a una distancia mayor a una hora y cuarto del lugar donde se celebra la Euca-
ristía (48). Este caso se da mucho en las tierras de misiones y en Latinoamérica. Por
eso se modificó en algunos partes este precepto dominical. En las misiones del Africa
tenía la siguiente modalidad: el que vive hasta 7 km distante de la Estación misional
debe acudir todos los domingos a Misa; el que vive hasta 15 km cada 15 días y quien
vive hasta 30 km debe asistir una vez al mes (49). Otra solución encontramos en
nuestras parroquias rura les: el sacerdote visita a las comunidades campesinas y ce-
lebra la Eucaristía cada 15 días, cada mes, mes por medio o algunas veces er, el
año. Los demás domingos los feligreses están exentos de la asistencia a Misa En
todos estos casos la participación en la celebración eucarística durante todo el año
se reduce a un número muy pequeño, generalmente no suficiente para mantener la
fe y vida cristiana y crecer en ella. Por eso se buscó en las misiones del Africa otra
solución.
El Vicario Apostólico de Kitega (Urundi/Burundi), Mons. Grauls, convencido
de que 10 indiferencia e ignorancia religiosa sólo se podía vencer por una asistencia
(48) Cfr. B. Haring. La ley de Cristo. Barcelona, Ed. Herder, 1965, 1, 860 ss.
(1,9) Cfr, J. Gehberger, Sunday Service for remo te christians (Conferencia de Mons. Grauls.), Mission
Bulletin 9 (1959) 443.
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más frecuente a los servicios religiosos del domingo, promulgó en 1943 una ley ecle-
siástica particular que obligó bajo pecado grave a todos los católicos a asistir todos
los domingos o a una celebración eucarística o al culto dominical. Después de Ull
examen crítico de las primeras experiencias, todos estaban sorprendidos por los
buenos resultados obtenidos. Esto determinó a Mons. Grauls a exponer sus experien-
cias ante la 3'7 asamblea plenaria de los obispos misioneros del Congo Belga y de
Ruanda-Urundi en 1945, en Leopoldville. La Congregación de la Propaganda de la
Fe -a pesar de una decisión negativa sobre el mismo punto dada en el siglo
XVIII (50)- aprobó el 12 de diciembre de 1946 el modo de proceder de Mons.
Grauls, pero dejó la decisión al juicio de cada Ordinario. Hoy en día, donde se
pone en tela de juicio el mismo precepto dominical, será difícil introducir un pre-
cepto formal que obligue "gravemente" a la participación en el culto dominical.
El Derecho Canónico, en cuya reforma se está trabajando actualmente, debería traer
una nueva redacción de este precepto que no lo restringe a la participación en la
Misa dominical, como forma suprema de cumplimiento, sino que permita también
otras formas de cumplirlo, una de las cuales y la principal podria ser el culto do-
minical. En esta dirección va una decisión del obispo de Limburgo, Alemania, quien,
para aliviar a su clero en tiempo de vacaciones, donde un sacerdote reempluza a
otro, declaró suficiente para el cumplimiento del precepto dominical el asistir a una
celebración de la palabra de Dios con distribución de la comunión. Esta norma sus-
citó una viva discusión sobre el tema (51).
Sea como fuere el resultado de la reforma del Derecho, el valor intrín~eco
de las celebraciones dominicales en ausencia del sacerdote y la necesidad de una
gran parte del pueblo de Dios de nuestro país, nos exigen un esfuerzo serio para im-
plantar esta nueva forma de celebración litúrgica.
(~O) Cfr. la respuesla de la S. C. de Prop. Fide del 4 de enero 1798; Collcclio P. 1-., 1, 392 (Ne 642).
(51) Cfr. Urlaubsverlrelung auch mil Hilfe nichl-prieslerlicher Gottc,diensle. Gottesdiensl 4 ( 1970) 169
Wortgottesdienst am Sonntag. Zu einer dringend anslehenden Meinunsbildung. GD 5 (1971) 9 s.
Erklarung des Ordinariales Limburg. GD 5 (1971) 16.
Juan Bautista Castaño, Pbro.
Profesor de la Facultad de Teología, U. C.
l. El Tribunal competente
El can. 1964 determina que "el juez competente para iuzgar las causas ma-
trimoniales -no exceptuadas- es el del lugar en donde se celebró el matrimonio o
donde la parte demandada tiene domicilio o cuasidomicilio".
pectiva a dar permiso para formar el tribunal con dos clérigos y un varón laico, tanto
en el tribunal de primera instancia corno en el de segunda instancia".
Esto constituye un cambio fundamental. Por primera vez en la historia de la
Iglesia se concede a los laicos el formar porte del tribunal eclesiástico en calidad
de iueces y por lo tanto con plena jurisdicción para decidir, por sentencia, una causa
matrimonial. Ni siquiera se encuentra esta facultad en las concesiones hechas a la
Conferencia Episcopal Norteamericana, si bien defendimos la posibilidad de esta
modificación 13'. En este mismo lugar habíamos propiciado, con cierta timidez, la
posibilidad de tribunales unipersonales. Con agrado vemos aue el Motu Proprio con-
cede también aue "cuando en el tribunal de primera instancia, ni siquiera por la
agregación de un juez laico, puede constituirse el colegio de tres jueces, se puede
pedir a la Conferencia Episcopal, en cada caso, la facultad de constituir el tribunal
con un clérigo, como juez único. Este !uez úllico puede acompañarse por un asesor
y un auditor, donde esto sea factible".
Esta facultad había sido ya concedida a la Conferencia Episcopal Norteame·
ricana, en el documento antes citado.
Los laicos, varones, pueden ser nombrados también como asesores, auditores
y notarios. Eéte último oficio puede ser desempeñado también por una mujer. Los
laicos a quienes se les confiere estos oficios deben ser católicos, de buenas costum-
bres y peritos en derecho canónico. Para el oficio de juez se prefiere al que ya tiene
experiencia del foro.
Esta participación posible de los laicos como auditores, instructores y notorios
ayudará en gran manera a descongestionar los tribunales eclesiásticos, atochados
no tanto por el número de causas cuando por escasez de personal.
Hacemos notar también algo que llama poderosamente la atención: el Motu
Proprio no habla de sacerdotes para el oficio de jueces. Habla de "clérigos", incluso
cuando trota del ¡uez único. Lo que indica un cambio muy especial. Quizá el Su-
mo Pontífice esté pensando ya en el diaconado permanente o en otros clérigos no
sacerdotes, dada la modalidad de hoy de permanecer en el diaconado o en órdenes
inferiores por tiempo indefinido, a voluntad de los ordenandos.
Sin embargo, el Motu Proprio no se muestm muy feminista, al excluir a las
mujeres del oficio de juez, auditor e instructor, aunque pueden desempeñarse como
notarios o actuarios del tribunal. Se ve que el ambiente no está maduro todavía para
el sexo débil.
3. las apelaciones
del defensor del vínculo apelar 01 tribunal superior cuando el tribunal de primera
instancia ha declarado la nulidad de un matrimonio.
El Motu Proprio mantiene la obligación del defensor del vínculo de apelar al
tribunal superior, pero el proceso de este tribunal se ha simplificado notablemente.
El defensor del vínculo del tribunal de segunda instancia debe hacer algunas
Observaciones sobre el mérito de la primera sentencia, indicando si tiene algún re-
paro en su contra. Si el tribunal lo cree oportuno, puede comunicar estas Observa-
ciones del defensor del vínculo a las partes litigantes y a sus patrocinadores, pidién-
doles sus propias Observaciones. Vista la sentencia, y examinadas las Observaciones
del defensor del vinculo y de las partes, el tribunal decide por decreto si confirma
la primera sentencia o admite la causa a un segundo examen. Si confirma la pri-
mera sentencia, los esposos, pasados diez días, pueden contraer nuevas nupcias si
lo desean. Si decide admitir la causa a un segundo examen, éste debe hacerse si-
guiendo las normas del derecho canónico.
Contra el decreto confirmatorio de la primera sentencia, tanto el defensor del
vínculo como la parte aue se crea perjudicada tiene derecho a recurrir a un tribunal
superior 139 instancia), dentro de los diez días, con tal que tenga a mano nuevos y
graves argumentos que deben ser presentados al tribunal de tercera instancia dentro
del mes de hecha la apelación.
En el tribunal de tercera instancia, el defensor del vínculo puede desistirse
del recurso, en cuyo caso el tribunal da por concluida la causa. Si el recurso ha sido
interpuesto por una de las partes litigantes, el tribunal, después de bien pensados
los argumentos aducidos, rechaza el recurso por decreto o admite la causa a un
nuevo examen en el tribunal de tercera instancia.
Tanto el tribunal de segunda como el de tercera instancia quedan bastante
aliviados, ya que no necesitan un nuevo examen de la causa, ni una nueva sentencia.
Con un simple decreto puede decidir la controversia, salvo que, a su [uicio, crea con-
veniente un nuevo examen judicial. Sin embargo, las modificaciones del Motu Proprio
son inferiores también en este punto a las concesiones hechas a la Conferencia epis-
copal Norteamericana, la cual, en ciertos casos, "en que según el parecer del Defen-
sor del vínculo y su Ordinario, la apelación contra la sentencia es claramente su-
perflua ..., puede dispensar al defensor del vinculo de apelar, de tal modo que la
sentencia pueda ser ejecutada inmediatamente" (41. Hubiéramos deseado que esta
modificación se encontl'Ose en el Motu Proprio.
Hay casos en los cuales pueden omitirse la mayor parte de las normas dadas
para el proceso matrimonial. El Código los llama "casos exceptuados", el Motu Pro-
prio los llama "casos especia les".
Estos casos son aquellos en que "por un documento cierto que no admite con-
tradicción ni excepción de ninguna clase consta de la existencia de algún impedi-
mento dirimente yola vez se sabe con igual certeza que no se ha concedido dis-
pensa de ese impedimento. En estos casos el Ordinario, dejadas las solemnidades de
derecho, pero citando a las partes, puede declarar la nulidad del matrimonio con
la sola intervención del defensor de vínculo".
El can. 1990 especifica qué clase de impedimentos cae bajo esta determina-
ción, a saber: impedimento de disparidad de culto, orden, voto solemne de castidad,
ligamen, consanguinidad. afinidad o parentesco espiritual. El Motu Proprio no enumera
impedimento alguno en particular, sino que extiende esta norma a todos los impedi-
mentos dirimentes y aplica la misma disposición a los casos en aue el matrimonio es
acusado por defecto de forma canónica o por defecto del mandato procuratorio.
Por lo tanto la norma del Motu Propio amplía los "casos exceptuados" del Có-
digo, aplicóndola también a los impedimentos de edad, impotencia, rapto, crimen,
pública honestidad, que no estaban comprendidos en la norma del can. 1990, y tam-
bién a los casos en que el matrimonio ha sido acusado por defecto de forma canó-
nica o defecto de mandoto procuratorio. El Papa ha querido dar una norma más
amplia, incluyendo en una sola disposición todos los impedimentos dirimentes y la
falta de forma canónica. El ¡uez eclesiástico tiene ahora un horizonte más amplio
para tratar ciertos casos matrimoniales.
5. Normas provisorios
El Motu Proprio nos da también algunas normas provisionales para los casos
oendientes en el tribunal de apelación al tiempo de empezar a aplicarse las disposi-
ciones nuevas.
1. Cuando estas normas -del Motu Proprio- entren en vigor, se suspenden
todas las causas pendientes en el tribunal de apelación.
2. El defensor del vinculo del tribunal de segunda instancia debe presentar
al tribunal sus propias Observaciones sobre todo lo hecho, yo sea sobre el mérito
de la primera sentencia, ya sobre los autos realizado:" en ese tribullal hasta lo fecha.
Si parece oportuno, el tribunal puede pedir a las pOl'tes y sus patrocinadores sus
propias Observaciones.
3. Bien pensadas las Observaciones del defensor del vínculo y de las partes,
si se pidieron, y vista también la sentencia del primer grado, el tribunal decide por
un simple decreto: a) la confirmación de la pr'imera sentencia, o b) Si debe prose-
guirse el proceso ordinario en segunda instancia. En el caso a;: si nadie recurre,
los esposos, pasados diez días, pueden contraer nuevas nupcias: en el caso b) la
causa se prosigue a tenor del derecho en el mismo tribunal de segunda instancia.
4. Fecha en que estas normas entran en vigor: estas r.uevas normas del Motu
Proprio entran en vigor el primero de octubre de 1971 y habrá que atenerse a ellas
solamente hasta la publicación del Nuevo Código de Derecho Canónico.
308 JUAN BAUTISTA CASTAÑO
CONCLUSION
Con estas disposiciones del Motu Proprio el Santo Padre abre un poco la ma-
no, dando lugar a que los laicos tengan alguna intervención en el tribunal eclesiástico
en el examen de causas matrimoniales. Por otm parte el sacerdocio de[ó de ser re-
quisito esencial para desempeñar el oficio de juez, pudiendo cualquier clérigo ser
nombrado para este oficio. Lo que no deia de ser sorprendente. El que sale peor
parado es el tribunal de primera instancia, el cual, fuera de pequeñas modificaciones,
queda tan proli:o y tan difuso como estaba.
Se echa de menos también en el Motu Proprio alguna simplificación del pro-
ceso exigido para la dispensa del matrimonio no consumado que actualmente tiene
que viajar cuatro veces a Roma, dos de ida y dos de vuelta. Deja también intacto
el proceso para nombrar los jueces del tribunal regional. El simple nombramiento
de un juez debe ir de los Obispos de la región al Nuncio, del Nuncio a Roma, de
Roma al Nuncio y del Nuncio a los Obispos, con los consiguientes retrasos e incon-
venientes. Las mu!eres tendrán que lamentar su exclusión del tribunal eclesiástico, ya
que sólo se les permite el oficio de notario o actuario. Ojalá que el nuevo Código les
abra un camino más amplio.