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Adrián Bertorello
1. El problema de la aplicación
De lo dicho hasta ahora, podemos señalar un rasgo negativo fundamental del estatuto
epistemológico de la hermenéutica: su condición ametódica. La filosofía hermenéutica se
concibe a sí misma como la tarea de interpretación de las diversas tradiciones lingüísticas en la
que se configura la experiencia humana. Esta tarea, que tiene el sentido de la aplicación y del
preguntar, no puede ser guiada metodológicamente por ningún tipo de reglas. Sólo basta la
autoridad que surge de la familiaridad con la interpretación.
Pero Gadamer no se limita a señalar negativamente este rasgo de la hermenéutica. Se
preocupa por describir positivamente el estatuto racional de la mediación interpretativa. La
pregunta que se formula es la siguiente: ¿qué tipo de razón es la que ejerce el intérprete cuando
pasa de lo general a lo particular? Dicho de otra manera: ¿qué racionalidad se pone en juego
cuando la conciencia de la historia efectual formula una pregunta a las diversas tradiciones
lingüísticas?
Es para responder a este interrogante teórico que Gadamer recurre a la ética aristotélica: la
racionalidad hermenéutica tiene el estatuto de la razón práctica. Gadamer recurre a dos
conceptos aristotélicos que le permiten describir epistemológicamente la mediación
interpretativa. El primero de ellos es la phrónesis:
"La virtud aristotélica de la racionalidad, la phrónesis, resulta al final la virtud hermenéutica
fundamental".
Esta afirmación tiene sentido a partir del hecho de que el saber inherente a la phrónesis es un
saber que surge de la situación concreta. El problema moral para Aristóteles es el del hombre
concreto, que tiene que elegir el fin y los medios correctos de su obrar en una situación dada. El
tipo de racionalidad implicado en esta virtud moral pone en evidencia que el obrar humano no
se enfrenta con una serie de hechos objetivos, sino que está ante una situación que le pertenece y
sobre la cual tiene que decidirse. El conocimiento moral surge del acontecimiento mismo del ser
del hombre, entendido como un ser que obra.
El segundo concepto es la noción de filosofía práctica. Con él termina de perfilar los rasgos
epistemológicos de la hermenéutica. Que la hermenéutica se conciba a sí misma como filosofía
práctica significa dos cosas: en primer lugar que la hermenéutica no tiene por objetivo
determinar las reglas para resolver cualquier malentendido textual. La hermenéutica filosófica
es anterior a los problemas metodológicos. Ella reflexiona sobre la competencia que hace
posible el uso de cualquier tipo de reglas de interpretación (en esto, se diferencia de la gramática
y de la retórica). Ahora bien, ¿cuál es esa competencia hermenéutica? Ella es una reflexión
sobre la praxis humana, esto es, sobre la mediación lingüística de toda comprensión. La
condición filosófica de la hermenéutica, frente a todas aquellas concepciones que la entiendan
como el mero arte de superar el malentendido, se funda en la radicalidad que el lenguaje tiene
en la caracterización de la conciencia de la historia efectual y cuya expresión es: "El ser que
puede comprenderse es el lenguaje".
En segundo lugar, la anterioridad en la que la hermenéutica filosófica se mueve y el hecho de
que sea el saber inherente a la praxis es lo que le permite a Gadamer distinguirla de otros
conceptos como la téjne y la episteme. Con la téjne, la hermenéutica comparte la condición de
ser un saber previo que guía el obrar. Ello significa que el momento de la aplicación es un
momento esencial al saber. Pero, si bien existe esta correspondencia hay una serie de diferencias
fundamentales: el hombre no trabaja sobre sí mismo del mismo modo que el artesano trabaja
sobre el material. El saber moral es un saberse (ein Sich- Wissen). La téjne se puede aprender y
después olvidar. El saber moral, en la medida en que es el saber hacer del obrar humano,
acompaña siempre toda actuación. Por ello, el concepto de aplicación es, en el caso del saber
moral, problemático: el saber moral no se posee en forma tal que primero se tenga y después se
aplique a una situación concreta. Hay una profunda unidad entre el plano de la competencia
(saber) y el de su realización (aplicación). El saber técnico, por último, está orientado hacia
fines particulares y específicos, es un saber hacer esto o aquello. En cambio, el saber moral
carece de una finalidad determinada: "No existe una determinación, a priori, para la
orientación de la vida concreta como tal".
El mismo rasgo que hace que la hermenéutica se asemeje al saber práctico es lo que permite
distinguirla también del saber puro de la episteme. Ello se debe a que el saber puro,
paradigmático, de los griegos era la matemática, un saber demostrativo y permanente. La
hermenéutica filosófica, por el contrario, tiene como objeto la mediación lingüística que se
configura en el obrar humano. En este sentido, se puede decir que su objeto es "el hombre y lo
que este sabe de sí mismo". Por esta razón, el modelo del saber implicado en ella no es nunca la
episteme.
A modo de conclusión podemos afirmar que el problema epistemológico fundamental de la
hermenéutica se halla en el estatuto de la interpretación, esto es, de la aplicación de lo general a
lo particular. La fisonomía concreta que adquiere este problema en Gadamer es la conciencia de
la historia efectual. Ella es la que da sentido al problema de la interpretación. La conciencia de
la historia efectual pretende describir la condición lingüística en la que se configura el obrar
histórico humano. Esta configuración lleva consigo un determinado saber racional, que no es,
precisamente, ni la racionalidad demostrativa de la episteme ni la racionalidad técnica de las
ciencias, sino es el saber racional delineado por Aristóteles en su ética. La racionalidad
hermenéutica es un saber hacer (können) en el que competencia y aplicación se implican
recíprocamente. El rasgo fundamental de este saber hermenéutico es su carácter ametódico.
Bibliografía
-GADAMER, H. G., Wahrheit und Methode, J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), Tübingen, 1975,
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-GADAMER, H. G., Kleine Schriften I. Philosophie. Hermeneutik, J. C. B. Mohr (Paul
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-GADAMER, H. G., Le problème de la conscience historique, Publications universitaires de
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http://www.salvador.edu.ar/vrid/publicaciones/revista/bertorello.htm