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EL MISTERIO ESCONDIDO
EN LA ECONOMÍA ETERNA DE DIOS
(1)
Hasta aquí, en estos mensajes de la conclusión del Nuevo Testamento, hemos
abarcado cuatro personas: Dios, Cristo, el Espíritu y los creyentes. En los
mensajes restantes abarcaremos tres personas corporativas: la iglesia, el reino y
la Nueva Jerusalén. La iglesia es una persona corporativa. El reino también es
una persona corporativa. Según el capítulo 2 de Daniel, Cristo, la piedra
celestial, finalmente llegará a ser un gran monte que llenará toda la tierra. Éste
es el reino como aumento de Cristo. La Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la
tierra nueva también será una persona corporativa. Consideraremos primero la
iglesia, después el reino y, finalmente, la Nueva Jerusalén.
I. EL MISTERIO ESCONDIDO
EN LA ECONOMÍA ETERNA DE DIOS
El primer asunto que hemos de considerar con respecto a la iglesia es que ella es
el misterio escondido en la economía eterna de Dios. En este universo hay un
misterio escondido, un misterio escondido en Dios. Este misterio escondido se
halla en la economía eterna de Dios. Aquí tenemos dos palabras cruciales —
misterio y economía— que están modificadas, respectivamente, por los
adjetivos escondido y eterna. Por tanto, en el Nuevo Testamento tenemos el
misterio escondido y la economía eterna.
Al revelar los asuntos divinos, Pablo, bajo la inspiración del Espíritu, usa la
palabra economía en sus escritos. La palabra economía es la forma que adquiere
en español la palabra griega oikonomía. Algunos diccionarios
definen oikonomía como una dispensación, un arreglo especial, un plan
concebido con un propósito. Estas definiciones son correctas. Sin embargo, si
esto es todo lo que sabemos acerca de oikonomía, no conoceremos en toda su
profundidad y de manera completa el significado que encierra esta palabra
griega.