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José Antonio Pagola

CREER EN EL RESUCITADO.
ESPERAR EN NUESTRA
RESURRECCION

J\QIJI ~H()I~\
SAl) TEIUV-\~

-12-

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2

Indice

La Parte: Creer en el Resucitado............................................. 3


1. Encuentro personal con el Resucitado 4
2. Encuentro de gracia............................................... 7
3. La experiencia pacificadora del perdón 8
4. Acontecimiento transformador 10
5. La experiencia de «resurreccióm> 12
6. La lucha por la vida 15
7. Una experiencia que genera esperanza 17
8. Llamada a la evangelización...................... 18

2. a Parte: Esperar en nuestra resurrección 21


1. Cristo es nuestro cielo 22
2. La comunión con Dios 23
3. Nuestra plena realización 25
4. El cielo son los otros 26
5. «Nuevos cielos y nueva tierra» 27
6. Mirar al cielo 29
6.1. Cercanía del cielo 29
6.2. Presentir el cielo 29
7. El cielo comienza en la tierra 31
3

l.a Parte:
Creer
en el Resucitado

que vive. Estuve muerto, pero ahora es-


surrección de Jesús se reduce a toy vivo por los siglos de los siglos» (Ap
Para bastantes
un hecho cristianos,
del pasado. la que
Algo Re- 1, 17-18).
le sucedió al Jesús muerto hace apro- Naturalmente, la Resurrección de
ximadamente dos mil años. Un acon- Jesús, como acontecimiento escatoló-
tecimiento lejano e innaccesible, de im- gico que alcanza su plenitud más allá
portancia decisiva para la fe en J esu- de la muerte, nos trasciende y desborda
cristo, pero que no sabemos a los que nos movemos todavía en la
reactualizar
. y.. vivir hoy desde nuestra historia, tanto a nosotros como a los
propia expenenCla. primeros discípulos. La Resurrección
Configurados por una cultura que de Cristo no se controla ni verifica, sino
valora de manera predominante los que se acoge gozosamente en la fe.
«fenómenos observables», nos resulta Sin embargo, los primeros creyentes
díficil sintonizar con aquello que no po- han vivido unas determinadas expe-
demos reducir a dato controlable. En- riencias que los han conducido a la «fe
tonces hablamos de la Resurreción de pascual». De alguna manera «se han
Jesús como desde fuera. Tratamos de encontrado» con Jesús lleno de vida.
iluminarla desde el exterior. Estudia- El Resucitado se les ha dejado ver, se
mos el sepulcro vacío, las apariciones ha hecho presente en sus vidas. ¿Es
del Resucitado, el testimonio de los dis- repetible esa experiencia hoy para no-
cípulos, pero no acertamos a vivir no- sotros? ¿Con qué experiencias pode-
sotros mismos «la experiencia pas- mos contar actualmente para agregar-
cual». No sabemos encontrarnos con el nos a la fe pascual de los primeros dis-
Resucitado que nos dice: «Va soy el cípulos?
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Sin duda, hay algo singular e irre- la fuerza y la vida que brotan de la
petible en la experiencia de aquellos Resurrección de Jesús?
primeros hombres y mujeres que se en- Sin duda, son múltiples las expe-
contraron con el Resucitado. La suya riencias que, complementándose y sos-
es la primera experiencia pascual; ex- teniéndose mutuamente, nos pueden
periencia fundante de la que arranca encaminar hacia una fe viva en el Re-
propiamente la Iglesia de Jesucristo. sucitado. Nosotros nos limitaremos
Nuestra experiencia, por el contrario, aquí a recordar algunos rasgos de la
se sitúa siempre en el interior de esa primera experiencia pascual en los dis-
Iglesia nacida de la Pascua y se apoya cípulos para sugerir algunos caminos
en el testimonio y la tradición apos- que nos permitan también a nosotros
tólica. Por otra parte, los discípulos re- vivir hoy nuestra propia experiencia
conocen en su experiencia pascual a pascual.
aquel Jesús al que previamente han co-
nocido en Galilea. En nosotros, por el
contrario, sólo se puede despertar la 1. Encuentro personal
adhesión al Cristo que hemos conocido con el Resucitado
a través del testimonio de los apóstoles.
Pero, una vez dicho esto, hemos de
afirmar que la experiencia de los pri- versas maneras la experiencia
meros discípulos no difiere esencial- LOSquediscípulos
han vividodescriben
y acudendea di-
di-
mente de la nuestra, puesto que todos ferentes procedimientos literarios para
hemos de movemos en el interior de la sugerir lo que les ha acontecido. Pero
fe. El punto de partida es distinto, y el el núcleo siempre es el mismo: el en-
contexto diferente. Pero el acceso a cuentro personal con Jesús lleno de
Cristo resucitado es, en ambos casos, vida. La fórmula técnica que emplean
un proceso de fe. De ahí que E. Sehil- con más frecuencia indica que Jesús «se
lebeeekx pueda decir que «no existe tan- deja ver». Ese Jesús que había quedado
ta diferencia entre el modo en que nos- oculto tras el misterio de la muerte en
otros podemos alcanzar, tras la muerte las manos insondables de Dios se vuel-
de Jesús, la fe en el Crucificado resu- ve a encontrar con los suyos. El ausente
citado y el modo en que los discípulos se les hace presente y se les impone
de Jesús llegaron a la misma fe». lleno de vida.
Por eso es legítimo tratar de respon- Ésta es la experiencia fundamental:
der a preguntas como éstas: ¿cuál pue- Jesús vive y está de nuevo con ellos.
de ser hoy nuestra experiencia pas- Todo lo demás pasa a segundo térmi-
cual?; ¿dónde y cómo vivir el encuentro no. Lo importante es que recuperan de
con el Resucitado?; ¿cómo y cuándo nuevo a Jesús como Alguien que vive
puede hacerse presente para nosotros y viene a su encuentro.
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Este encuentro suscita recuerdos y del Antiguo Testamento, han convi-


experiencias pasadas. Los discípulos se vido con Jesús durante su vida terres-
encuentran de nuevo con aquel que les tre, han sido testigos de su muerte en
había llamado, los había sostenido en la cruz, han escuchado el anuncio pas-
su seguimiento, les había confortado cual de su resurrección de boca de las
con la Buena Noticia de Dios, y al que, mujeres. Todo resulta ineficaz. Les fal-
después de todo, habían abandonado. ta todavía la experiencia de su encuen-
Las mujeres descubren de nuevo al que tro personal con el Resucitado. Sólo
las había aceptado en su compañía y entonces arderá su corazóny se abrirán
les había ofrecido su amistad y perdón. a la fe.
Los familiares se encuentran con el que Lo decisivo también para nosotros
los había escandalizado con su ruptura es dejarnos alcanzar por la persona de
y novedad mesiánica. Cristo. Encontrarnos, no con algo, sino
Todos vuelven a encontrarse con Él con Alguien. Lo importante es la aper-
como «una nueva posibilidad de vida» tura, la disponibilidad, la acogida de
(E. Sehillebeeekx). El Resucitado les Alguien que vive en el interior mismo
ofrece la posibilidad de iniciar un nue- de nuestra vida. Una acogida incon-
vo modo de existencia. De hecho, ex- dicional, sin reservas.
perimentan el encuentro con el Resu-
citado como un acontecimiento que les
ofrece salvación, liberación y renova-
ción.
Es claro que esta experiencia pas- los primeros creyentes no están
cual no se da por vía doctrinal, es decir, Cuando
hablandohablan
de undelpersonaje
Resucitado,
del
a través del conocimiento de un men- pasado, sino de alguien vivo que ani-
saje o una doctrina que se ha de acep- ma, vivifica y llena con su espíritu a la
tar con la razón. No acontece tampoco comunidad creyente: «Sabed que yo
por vía moral, es decir, a través del estoy con vosotros todos los días hasta
cumplimiento fiel de un sistema ético. el fin del mundo» (Mt 28,20). Esta fe
Lo decisivo es la experiencia de en- en el Resucitado, vivo en medio de los
cuentro con la persona de Cristo. El creyentes, tiene consecuencias que es
«ser alcanzados por Cristo Jesús», importante recordar.
como afirma San Pablo al hablamos
Impulsados por la Resurrección de
de su experiencia pascual (Flp 3,12). Jesús, los primeros creyentes empiezan
Es significativo el relato de los dis- ahora a recordar de nuevo sus pala-
cípulos de Emaús (Lc 24,13-35). Apa- bras, pero no como si éstas fueran sim-
rentemente, aquellos hombres cuentan plemente el testamento de su Maestro,
con todo lo necesario para acceder a la muerto ya para siempre, sino como pa-
fe en Jesucristo: conocen las escrituras labras del que está Vivo y sigue ha-
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blando en sus discípulos con la fuerza tórico o psicológico de Jesús. Lo que


de su Espíritu. Nace así un género li- les interesa es desvelar la presencia del
terario desconocido hasta entonces: el Espíritu vivificador de Dios en su his-
Evangelio. toria terrestre: Jesús nace por la fuerza
Las palabras se experimentan como del Espíritu Santo (Lc 1,30). Los án-
Vida y Buena Noticia de salvación, y geles lo anuncian en Belén como «el
se ponen en boca de Jesús con toda Salvador que es el Cristo Señor» (Lc
libertad, aunque no coincidan literal- 2,11) Y cantan para los hombres esa
mente con las pronunciadas por él mis- paz que los discípulos han experimen-
mo en Galilea. Son palabras del que tado en el encuentro pascual. En los
está vivo en la comunidad cristiana. milagros comunica ya la Fuerza, la Sa-
Palabras que los creyentes acogen lud y la Vida que se han manifestado
como «Espíritu y Vida» (In 6,63). «Pa- en el Resucitado. Ofrece a los peca-
labras de Vida eterna» (In 6,68) que dores el perdón y la paz que los dis-
transmiten la alegría y la paz del Re- cípulos han gustado en Pascua.
sucitado: «Os he dicho estas cosas para La Resurrección da a la vida histó-
que mi gozo esté en vosotros» (In rica de Jesús una actualidad perma-
15,11); «os he dicho estas cosas para nente. La actividad salvífica de Jesús
que tengáis paz en mí» (In 16,33). no ha terminado con su muerte. Aquel
Hemos de aprender a escuchar el que perdonaba a los pecadores, hoy si-
Evangelio como «Palabra del Resuci- gue perdonando. Aquel que llamaba al
tado». No son palabras que pronunció seguimiento, hoy nos sigue llamando.
un líder ya difunto y que encierran un Aquel que se acercaba a los pobres,
mensaje que tal vez merece la pena es- hoy está en los pequeños y necesitados.
cuchar todavía. Son palabras que bro- Jesús no es algo acabado. Su historia
tan hoy del Resucitado y nos comu- se sigue hoy escribiendo en nosotros y
nican su Espíritu y su vida. Lo impor- con nosotros.
tante no es escuchar a los que nos Una de nuestras tareas es, sin duda,
hablan del mensaje cristiano, sino es- ir pasando, de un Jesús concebido
cucharle a Él, que nos habla al cora- como un personaje del pasado, a un
zón: «Mira que estoy a la puerta y lla- Cristo vivo y actual, presente en nues-
mo; si alguno oye mi voz y me abre la tras vidas. Lo más importante no es
puerta, entraré en su casa» (Ap 3,20). creer que Jesús, hace aproximadamen-
Pero los discípulos no recuerdan sólo te dos mil años, curó ciegos, limpió le-
las palabras de Jesús. A partir de la prosos, hizo caminar a los cojos, re-
experiencia pascual, recogen también sucitó muertos, sino experimentar que
sus hechos y su vida. No lo hacen para hoy puede curar nuestra visión de la
elaborar la biografia de un personaje vida, limpiar nuestra existencia, ha-
ya muerto ni para trazar el retrato his- cernos más humanos, resucitar lo que

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está muerto en nosotros. La experien- No saben sino anunciarlo como algo


cia pascual se actualiza para nosotros bueno, una Buena Noticia (<<euagge-
cuando descubrimos que Cristo sigue lion») .
siendo «Espíritu vivificador» (1 Cor Es significativo constatar que, mu-
15,45); cuando, de alguna manera, po- cho antes de ser redactados los relatos
demos repetir la experiencia de San Pa- pascuales de los evangelios, encontra-
blo: «Va no vivo yo, sino que es Cristo mos en la comunidad cristiana himnos
quien vive en mí» (Cal 2,20). litúrgicos y fragmentos de cánticos
donde se proclama a Jesús como Señor
glorificado por Dios (1 Tm 3,16; Ef 4,
2. Encuentro de gracia 7-10; Rm 10,5-8; Flp 2,6-11). Son him-
nos y cánticos nacidos del entusiasmo
primero de los cristianos, en un clima
de acción de gracias y alabanza a Dios
La gratuito. Algo que se ofrece a
losexperiencia
discípulos pascual es regalo
de forma
mente inmerecida. San Pablo llama
total- por el don de la Resurrección.
Vivimos hoy configurados por una
«gracia» (jarys) a su encuentro con el cultura que cree, sobre todo, en el es-
Resucitado (1 Cor 15,10). fuerzo, el rendimiento y la producti-
Cuando, después de treinta o cua- vidad. Casi sin damos cuenta, corre-
renta años de la experiencia pascual, mos el riesgo de estructurar nuestra ex-
se estructuran los diversos relatos que periencia cristiana y nuestro trabajo
la evocan, siempre se insiste en que la pastoral desde esos mismos criterios de
iniciativa del encuentro la toma Jesús eficacia y organización, sin dar cabida
y no los discípulos. Estos no hacen a lo gratuito e inesperado, lo que no es
nada para salir de su postración. Es producto de nuestro trabajo. Se nos ol-
Jesús mismo quien se les impone lleno vida que los hombres no podemos ha-
de vida, obligándonos a salir de su des- cernos gracia a nosotros mismos. No
concierto e incredulidad. Los discípu- podemos darnos gracia, ni tampoco
los «son sorprendidos» por Jesús (L. exigir a Dios que nos la conceda.
Boff). Para vivir la experiencia pascual de
La experiencia pascual es siempre encuentro con el Resucitado, hemos de
regalo y no un logro debido a sus es- dejar más espacio a la gracia y a lo
fuerzos o a sus méritos. Es «autodo- gratuito. La experiencia pascual es po-
nación» del Resucitado, que se les ma- sible cuando nos experimentamos a no-
nifiesta y regala por encima de sus ex- sotros mismos y nos aceptamos como
pectativas y creencias. Los discípulos gracia de Dios. En esa experiencia de
no encuentran un lenguaje adecuado gratuidad se abre para nosotros la po-
para evocar debidamente este aconte- sibilidad de encontramos con el Re-
cimiento inesperado y desconcertante. sucitado que sostiene nuestras vidas.
8

Todos podemos despertar más nues- ofrece su salvación día a día, genera
tra sensibilidad para captar esa pre- ese estilo de vida conformado por la
sencia de gracia en nuestra vida con- acción de gracias y al que con tanta
creta: cuando experimentamos que frecuencia invita San Pablo: «En todo
nuestra fe no brota de pruebas cientÍ- dad gracias, pues esto es lo que Dios
ficas ni se sostiene únicamente en ra- en Cristo Jesús quiere de vosotros»
zones y argumentos, sino en Alguien (1 Tes 5,18). «Cantad y salmodiad en
que nos trabaja interiormente. Cuan- vuestro corazón al Señor, dando gra-
do, ante una desgracia desconcertante, cias continuamente y por todo a Dios
un fracaso grave o la muerte de un ser Padre, en nombre de nuestro Señor Je-
querido, seguimos creyendo sin saber sucristo» (Ef 5, 20).
exactamente por qué, o mejor, sabien-
do que, más que creer nosotros en algo,
hay Alguien que cree en nosotros; y
más que llevar nosotros una fe en el 3. La experiencia pacificadora
corazón, es la fe la que nos lleva a nos- del perdón
otros. Cuando experimento que mi se-

A
guimiento de Jesucristo se alimenta en
algo que no es simplemente mi convic- experiencia pascual ha sido
ción, mis razones o mi voluntad. Cuan- veces solemos olvidar
fundamentalmente una que la
expe-
do experimento que amo a Cristo no riencia de perdón.
por lo que sé acerca de Él, ni por las Los discípulos son conscientes de su
ideas que me han transmitido sobre Él, pecado. Han negado al Maestro y lo
sino que mi amor está siendo sostenido han abandonado. Pedro ha llorado
por algo más que mi misma libertad. amargamente su traición ya antes de
Las experiencias personales de cada que Jesús sea crucificado. La tristeza
uno pueden ser múltiples, pero uno de de estos hombres no es sólo la de quien
los lugares privilegiados de la expe- ha perdido al maestro admirado o al
riencia pascual para todos ha de ser la amigo querido. Es la tristeza del cul-
Eucaristía. En la celebración eucarÍs- pable. Ya no son «discípulos» ni «se-
tica no celebramos nuestros esfuerzos, guidores». El evangelista Marcos sub-
trabajos y luchas, sino la salvación que raya con fuerza particular la negación,
se nos ofrece en el Crucificado devuelto el abandono y la dispersión general
a la Vida. Es en el interior de esa ala- como signos de que se ha producido
banza eucarÍstica y de nuestros cantos «la ruptura del seguimiento» de Jesús.
de acción de gracias donde hemos de Por eso la experiencia pascual, para
encontrar el espacio más apropiado estos hombres, es la experiencia de sen-
para nuestra experiencia pascual. tirse perdonados por Cristo, verse
La fe en Cristo resucitado, que nos readmitidos a la comunión y la amistad

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del Maestro, experimentar en Jesús el en la experiencia pascua!. E. Schille-


amor que permanece, la ternura que beeckx llega a decir que «el perdón de
perdona siempre, la fidelidad propia de su cobardía y poca fe es la experiencia
Dios. que, iluminada por el recuerdo de la
Los relatos insisten en el carácter pa- vida terrena de Jesús, viene a ser la
cificador y reconciliador del encuentro matriz donde nace la fe en Jesús en
cuanto resucitado».
pascua!. Ninguna alusión al abandono
de los suyos. Ningún reproche por la La sociedad contemporánea no pa-
cobarde traición. Ningún gesto de exi- rece valorar debidamente el perdón, ni
gencia para reparar la injuria. Una y para darlo ni para recibirlo. Por una
otra vez, el mismo saludo: «La paz con parte, se nos quiere convencer de que
vosotros» (Lc 24,36; Jn 20,19.21). Lo perdonar es «la virtud de los débiles»
primero que se les regala en la expe- que se resignan y se doblegan ante las
riencia pascual es la paz, el perdón y injusticias, porque no saben luchar y
la amistad renovada con el Resucitado.
arriesgarse. Por otra, se diría que ya
Por otra parte, es significativo ob- no necesitamos sentirnos perdonados
servar la estrecha vinculación que en por nadie. Se nos ha hablado tanto del
las diversas tradiciones se establece en- riesgo de vivir con una conciencia mor-
tre «resurrección» y «perdón de los pe- bosa de pecado, que ya no nos atre-
cados». Experimentado el perdón pas- vemos a insistir en nuestra propia cul-
cual, ésta es la primera experiencia que pabilidad, para no generar en nosotros
los discípulos han de ofrecer a los de- sentimientos de angustia o frustración.
más. Así les encomienda el Resucitado:
Preferimos vivir de manera irrespon-
«A quienes les perdonéis los pecados,
les quedan perdonados» Un 20,23). «Así
sable, atribuyendo todos nuestros ma-
les a las deficiencias de una sociedad
estaba escrito que el Cristo padeciera
y resucitara de entre los muertos al ter- mal organizada, culpabilizando siem-
cer día y se predicara en su nombre la pre a los demás, quitando importancia
conversión para perdón de los pecados a a nuestros propios errores o injusticias.
todas las naciones, empezando desde Sin embargo, ¿no es ésta la mejor
Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas co- manera de vivir engañados, separados
sas» (Lc 24,46-48). El mismo Pablo, de nuestra propia verdad, sumergidos
que ha experimentado el perdón del en una secreta tristeza de la que sólo
Resucitado en su propia conversión, logramos escapar huyendo hacia la in-
predica convencido: «Si Cristo no ha consciencia o el cinismo? ¿No necesi-
resucitado ... seguís en vuestros pecados>: tamos, en lo más hondo de nuestro ser,
(1 Cor 15,17). confesar nuestro pecado, perdonarnos
Este restablecimiento de la comu- unos a otros, sentimos acogidos por Al-
nión y la amistad con Cristo es nuclear guien, sabernos aceptados con nues-
10

tros errores y miserias, ser restituidos perdona y en quien es perdonado. En


de nuevo a nuestro ser más auténtico? su aparente fragilidad, el perdón es
Ésa es precisamente la «experiencia más vigoroso y fuerte que toda la vio-
pascual» que estamos necesitando: es- lencia del mundo. El perdón es «re-
pacios en los que podamos confesar sucitadof».
nuestro pecado y «reconocer» a Cristo
como «amigo de pecadores», capaz de
pacificar nuestra existencia y poner re-
4. Acontecimiento transformador
conciliación en lo más íntimo de nues-
tro ser.
Es en el interior de esa experiencia
de perdón donde nosotros podemos ex- El tado es un acontecimiento que
encuentro con
transforma a losCristo resuci-
discípulos.
perimentar hoy a Cristo como Resu- Una experiencia de conversión y cam-
citado, como alguien que vive y da bio profundo en su existencia.
vida. Quien no conoce el gozo de ser Los relatos pascuales nos indican
perdonado corre el riesgo de vivir que el Resucitado se les ofrece como
muerto, sin «resucitar», sin dejarse re- «una nueva posibilidad de vida». La
crear por el Resucitado. ruptura con] esús no ha sido definitiva.
Por otra parte, quien no ha gustado El seguimiento no termina en fracaso.
ese perdón entrañable del Resucitado Volverán a caminar tras Él en Galilea
tenderá a vivir «sin entrañas», como el (Mc 16,7). Todo es posible de nuevo.
siervo de la parábola (Mt 18,23-35), La presencia del Resucitado los renue-
endureciendo cada vez más sus exigen- va y recrea. ] esús les ofrece de nuevo
cias y reinvidicaciones y negando a to- su amistad, y su vida entera queda
dos la ternura y el perdón. transformada.
Hemos creído que todo se podía lo- La experiencia pascual es una gracia
grar endureciendo las luchas, desper- de conversión a ] esús como Cristo y
tando la agresividad social y poten- Señor. Los que lo habían abandonado
ciando el resentimiento. Hemos expul- se confian de nuevo a Él como Señor
sado de entre nosotros el perdón como y Salvador Un 20,28). Los que se ha-
algo inútil e ineficaz. Caemos en mil bían dispersado se reúnen otra vez en
espirales de represalias, revanchas y su nombre (Lc 24,33). Los que se re-
venganzas. Pero olvidamos que la in- sistían a aceptar su mensaje comienzan
justicia del corazón humano y la con- ahora a proclamarlo con total convic-
flictividad de los hombres no tienen ción (Hch 2,14-36; 3,12-26, etc.). Los
verdadera solución si no se introduce que, paralizados por la cobardía, ha-
la dimensión del perdón. El perdón es bían sido incapaces de seguirle en el
siempre salvador. Es pascual. Despier- momento de la cruz, arriesgan ahora
ta esperanza y nueva vida en quien su vida por la causa del Crucificado.

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Es particularmente significativo el mada », una renovación de su primera


caso de Pablo de Tarso. El encuentro vocación. La escucha de «la segunda
con Cristo resucitado lo convertirá, de llamada» puede ser también para no-
perseguidor de las comunidades cris- sotros un lugar de experiencia pascua!.
tianas, en testigo y predicador de la Para un creyente es muy importante
Buena Noticia de Cristo (Cal 1,23; Flp la escucha de Dios en esa decisión ini-
3,5-14; 1 Cor 15,9-10). cial o dirección primera que da a su
No hay experiencia pascual sin con- existencia al elegir un determinado
versión. El encuentro con el Resuci- proyecto de vida. Pero Dios no se que-
tado acontece precisamente en ese da luego mudo al pasar los años, y su
abrimos a una nueva posibilidad de llamada -discreta, pero persistente-
vida. Cuando preferimos seguir vivien- nos puede interpelar cuando hemos ca-
do «sin interioridad», cerrados a toda minado ya un buen trecho de vida.
nueva llamada, sin despertar en nos- Esta «segunda llamada» puede ser, en
otros nuevas responsabilidades, indi- ocasiones, tan importante o más que
ferentes a todo lo que pueda interpelar la primera, pues viene a «resucitar»
nuestra vida, empeñados en asegurar nuestra vocación.
nuestra «pequeña felicidad» por los ca- Los roces de la vida y nuestra propia
minos egoístas de siempre, ahí no hay mediocridad nos van desgastando día
espacio para la experiencia pascua!. a día. Aquel ideal que veíamos con tan-
Esta conversión pascual que viven ta claridad puede haberse oscurecido.
los discípulos no consiste en corregir Tal vez seguimos caminando, pero la
un aspecto de su vida, una postura vida se nos hace cada vez más dura y
equivocada, un comportamiento des- pesada. Seguimos «cumpliendo nues-
viado. Es una reorientación de toda su tras obligaciones», pero en el fondo sa-
persona a Cristo resucitado. Una con- bemos que algo ha muerto en nosotros.
versión a Cristo como fuente única de La vocación primera parece apagarse.
vida y salvación. No se trata, por tanto, Es precisamente en ese momento
de esforzarnos, antes que nada, en ha- cuando hemos de vivir la experiencia
cerlo todo mejor en adelante, sino de pascual de «la segunda llamada», que
abrirnos a ese Dios que se nos revela puede devolver el sentido y el gozo a
en Cristo como nuestro Salvador y que nuestra vida. Dios comienza siempre
nos quiere mejores y más humanos. No de nuevo. Cristo nos puede «resuci-
se trata de «hacernos buenas perso- tan>.
nas», sino de volvernos a Aquel que es
bueno con nosotros. La escucha de esta «segunda lla-
mada» es ahora más humilde y realis-
La experiencia pascual es para los ta. Conocemos nuestras posibilidades
discípulos una especie de «segunda lla- y nuestras limitaciones. Sabemos lo
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que es el desaliento y la tentación de triste y desorientada. Le falta el Señor.


abandono y la huida. No podemos con- Juan la describe «llorando, fuera, junto
tar sólo con nuestras fuerzas. Hemos al sepulcro» Un 20,11). No ha pene-
de desasirnos de nosotros mismos para trado todavía en el misterio de la re-
confiar más en Dios. Es el momento de surrección. Está fuera, llorando.
repetir la experiencia de Pedro y re-
Pero María adopta una postura de
pertír con él: «Señor, tú lo sabes todo; búsqueda que la llevará al encuentro
tú sabes que te amo» Un 21,17).
pascual. Primeramente, se dirige a los
discípulos; luego, a los ángeles del se-
pulcro; por fin, al que ella cree que es
5. La experiencia eljardinero. A todos les dice lo mismo:
de «resurrección»
«Se han llevado al Señor y no sé dónde
lo han puesto».

La cípulos tiene un carácter de re-


conversiónElpascual
surrección. de los
encuentro condis-
el
El evangelista nos presenta gra-
dualmente todo el proceso. Los discí-
Resucitado es para aquellos hombres pulos no le responden nada. Tampoco
y mujeres una gracia que «resucita» su ellos saben dónde y cómo encontrar al
fe y reanima toda su vida. Señor (20,2). Los ángeles le dicen algo
Los relatos pascuales nos presentan muy importante. La obligan a aban-
con tonos muy oscuros la situación de donar una investigación puramente ex-
los discípulos sin el Resucitado. Juan terior y a entrar en sí misma: «Mujer,
los describe como un grupo humano ¿por qué lloras?» (20,13). «El jardinero»
replegado sobre sí mismo, sin horizon- le va a hacer la pregunta completa:
te, «con las puertas cerradas»; una co- «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién bus-
munidad sin objetivo ni misión alguna, cas?» (20,15). .
llena de miedo y a la defensiva Un El resucitado se hace presente a Ma-
20,19). Lucas habla de los discípulos ría con estas cuestiones fundamentales.
de Emáus como hombres que caminan Son las preguntas-clave para vivir la
desconcertados, «con aire entristecido» experiencia pascual de encuentro con
(Le 24,17), sin esperanza alguna. Cristo resucitado: ¿Por qué hay tanta
Es el encuentro con el Resucitado el insatisfacción y tristeza en mi vida?
que transforma a estos hombres, los ¿Qué ando buscando? ¿Qué estoy ha-
reanima, los llena de alegría y paz ver- ciendo con mi vida? ¿Qué es lo que
dadera, los libera del miedo y la co- justifica y da sentido a mi vivir diario?
bardía, les abre horizontes nuevos y los La experiencia pascual hemos de en-
impulsa a una misión evangelizadora. tenderla como una «resurrección». San
Es significativa la catequesis pascual Pablo entiende la vida cristiana como
de Juan 20,11-18. María es una mujer un «morir al pecado» que nos deshu-

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maniza y un «resucitar a una vida nueva»,


la vida de Cristo resucitado, que llena de ser para nosotros acoger el
de su energía vital a quienes a Él se Vivir Espíritu
la experiencia
vivificadorpascual ha
del Resu-
adhieren, «a fin de que, igual que Cris- citado, escuchar sus palabras, que son
to fue resucitado de entre los muertos «espíritu y vida» Un 6,63), y experi-
por medio de la gloria del Padre, así mentar en nosotros la fuerza que Cristo
también nosotros vivamos una vida nueva» posee de «resucitar lo muerto».
(Rm 6,4). Entramos en la dinámica de la re-
La muerte, en cuanto destrucción de surrección cuando, enraizados en Cris-
la vida, no es sólo el final biológico del to, vamos liberando en nosotros 'las
hombre. Antes de que llegue al término fuerzas de la vida, luchando contra
de nuestros días, la muerte puede in- todo lo que nos deshumaniza, nos blo-
vadir diversas zonas de nuestra exis- quea y nos mata como hombres y como
tencia. No es díficil constatar cómo, creyentes.
por diversos factores y circunstancias, Vivir la dinámica de la resurrección
el pecado va matando en nosotros la fe es vivir creciendo. Acrecentando nues-
en el valor mismo de la vida, la con-
fianza en las personas, la capacidad tra capacidad creativa, intensificando
nuestro amor, generando vida, esti-
para todo aquello que exija esfuerzo
mulando todas nuestras posibilidades,
generoso o valor para correr riesgos. abriéndonos con confianza al futuro,
Casi inconscientemente, el pecado orientando nuestra existencia por los
va acrecentando en nosotros pasivi- caminos de la entrega generosa, el
dad, inercia, inhibición. Sin damos amor fecundo, la solidaridad genera-
cuenta, podemos caer en el escepticis- dora de justicia.
mo, el desencanto, la pereza total. Tal
vez ya no esperamos gran cosa de la Se trata de entender y vivir la exis-
vida. No creemos apenas ni en nosotros tencia cristiana como un «proceso de
mismos ni en los demás. El pesimismo, resurrección», superando cobardías,
la amargura y el malhumor se adueñan perezas, desgastes y cansancios que
cada vez más fácilmente de nosotros. nos podrían encerrar en la muerte, ins-
talándonos en un egoísmo estéril y de-
Quizá descubrimos que, en el fondo
cadente, una utilización parasitaria de
de nosotros mismos, la vida se encoge
los otros o una indiferencia y apatía
y se va empequeñeciendo. El pecado total ante la vida.
se ha ido convirtiendo en costumbre.
Tal vez sabemos, aunque no lo que- La adhesión a Cristo resucitado in-
ramos confesar abiertamente, que troduce una dinámica de crecimiento
nuestra fe es convencional y vacía, cos- en la vida cristiana. Las cartas deute-
tumbre religiosa sin vida, inercia, for- ropaulinas insisten en este crecimiento
malismo externo, letra «muerta». dentro de la existencia cristiana. La
14

Carta a los Efesios lo resume así: «Sien- seen y otros no. Felizmente, ellos están
do sinceros en el amor, crezcamos en en posesión de la verdadera religión.
todo hacia Aquel que es la Cabeza, Todo se reduce ahora a «conservar la
Cristo» (Ef 4,15). fe» sometiéndose a la autoridad de la
No se trata solamente del crecimien- Iglesia.
to individual del creyente, sino del cre- Pero, cuando la fe se entiende como
cimiento de toda la Iglesia, «el creci- «un depósito de verdades» que hay que
miento del Cuerpo para su edificación asegurar y conservar, es dificil vivir
en el amor» (Ef 4,16). Así lo afirma aquella dinámica de crecimiento que
también la Carta a los Colosenses: Jesús promete para el tiempo pascual:
«Unidos a la Cabeza, de la cual todo «Cuando venga Él, el Espíritu de la
el Cuerpo ... recibe nutrición y cohe- verdad, os guiará hasta la verdad com-
sión, para realizar su crecimiento en pleta» (Jn 16,13). Lo más sencillo es
Dios» (Col 2,19). instalarse interiormente. Entender la fe
como algo ya poseído de una vez para
Este crecimiento no consiste en un
siempre y sentirse dispensado de irse
incremento en número, extensión, po- abriendo día a día al misterio de Dios.
der, sabiduría, prestigio. Se trata de
«revestirse del Hombre Nuevo, creado De la misma manera, cuando la mo-
ral se reduce a «conservar las buenas
según Dios en la justicia y santidad de
la verdad» (Ef 4,24). «Revestirse del costumbres», cuando las comunidades
KyriosJesucristo» (Rm 13,14). Crecer cristianas poseen ya un estilo hecho e
en el Resucitado. inamovible, cuando las parroquias
funcionan «por cursos» y cada año se
Constantemente repetimos que el vuelve a repetir invariablemente lo del
«tener» va sustituyendo al «ser» en la curso anterior, sin enriquecer la ex-
experiencia cotidiana del hombre con- periencia cristiana al ritmo de cada
temporáneo, pero tal vez no adverti- 'día, cuando se entiende el ministerio
mos hasta que punto esta «neurosis de pastoral como una posesión o benefi-
posesión» está impidiendo hoy el cre- cio, entonces hemos de decir que nos
cimiento de las personas, el crecimien- falta esa dinámica de crecimiento que
to de la vida, del amor y la amistad, implica la vida pascual.
de la autenticidad, de la ternura y la La experiencia pascual que tal vez
solidaridad.
necesitamos consiste precisamente en
La «filosofia del tener» ha penetrado descubrir que la fe no es simplemente
tan profundamente en nosotros que algo que se posee, sino una vida que
está incluso deformando sustancial- crece en nosotros; que la moral cristia-
mente la vida de fe de bastantes cris- na no se reduce a cumplir unos pre-
tianos. Hay creyentes que entienden la ceptos, sino que es seguimiento fiel de
fe como algo que se tiene. Unos la po- Cristo y expansión de toda nuestra per-

~
::¡

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........,
15

sana habitada por el Espíritu del Se- pascual empieza a «entender» a Dios
ñor. Vivimos la experiencia pascual como un Padre apasionado por la vida
cuando pasamos, de «tener fe», a de- y comienza a amar la vida de una ma-
jarnos transformar por la presencia vi- nera diferente. Entrar en la dinámica
vificadora del Resucitado. de la Resurrección es entrar en una
dinámica de lucha por la vida y com-
bate contra la muerte.
6. La lucha por la vida Esta lucha por la vida hemos de ini-
ciarla en nuestro propio corazón, cam-
po de batalla donde dos fuerza se dis-
La una los discípulos que Dios no es
experiencia pascualsino
Dios de muertos, descubre
de vi-
putan la primacía: el amor a la vida y
el amor a la muerte. Reconocidos psi-
vos. Si Dios ha resucitado aJesús, sig- cólogos nos advierten de esa tendencia
nifica que Dios no quiere la muerte, patológica que parece extenderse hoy
sino la vida del hombre. Al resucitar a en algunos sectores de la sociedad: el
Jesús, Dios se revela como Alguien que amor a lo muerto; esa «necrofilia» que
no está de acuerdo con nuestra exis- E. Fromm no duda en considerar «grave
tencia actual, llena de sufrimientos e síndrome de decadencia».
injusticias y destinada fatalmente a Cuando la vida carece de sentido,
una muerte que rompe todos nuestros puede crecer la atracción por lo ina-
logros y proyectos. En Cristo resuci- nimado. Fascinan más las máquinas
tado, Dios se nos manifiesta como Al- que las personas. Lo mercánico puede
guien que no está conforme con un atraer más que los seres vivos. Se busca
mundo injusto en que los hombres son el ruido y la agitación, no tanto la crea-
capaces de crucificar al mejor hombre tividad y el crecimiento interior. La
que ha pisado nuestra tierra. alegría del vivir es sustituida por la
Los primeros discípulos experimen- frialdad del funcionamiento. Las pre-
tan la Resurrección de Jesús como la guntas que interesan son éstas: ¿Ya
reacción y protesta de Dios contra un funcionas? ¿Cómo va tu cuerpo? ¿Fun-
mundo de injusticia y violación de la ciona vuestro matrimonio? ..
dignidad humana. El Dios que resucita Vivir la dinámica pascual es amar
aJ esús es un Dios que pone vida donde la vida, vivirla hasta su última hondura
los hombres ponen muerte. De hecho, y verdad, construirla día a día en el
la primera predicación pascual se es- horizonte de esa Vida definitiva que se
tructura sobre este esquema: «Voso- nos desvela en el Resucitado. En el in-
tros lo matasteis, ...pero Dios lo resu- terior de esta dinámica pascual, y con-
citó» (Hch 2,23-24). Los hombres des- mo principio permanente de vida y re-
truyen la vida, pero Dios la resucita. surrección, está siempre el amor, que
Por eso, quien vive la experiencia es el signo más sólido de que vivimos
16

«resucitando». Así nos lo recuerda la tante a menudo, pero que los primeros
primera Carta de San Juan: «Sabemos que viven la experiencia pascual su-
que hemos pasado de la muerte a la brayan con fuerza: Dios ha resucitado
vida, porque amamos a los hermanos. precisamente al Crucificado. Dios no
Quien no ama permanece en la muer- ha resucitado a un fariseo, ni a un no-
te» (1 J n 3,14). La experiencia pascual ble saduceo, ni a un monje de Qumrán,
se vive orientando nuestra vida por los sino al Crucificado.
caminos de un amor creador, una en- Esto significa que la Resurrección de
trega generosa a los demás y una so- Jesús ha sido la reacción de Dios ante
lidaridad generadora de vida. la injusticia criminal de los que lo han
Más en concreto, la dinámica de la crucificado. El gesto de Dios resucitan-
Resurrección exige poner vida donde do a Jesús revela no sólo el triunfo de
otros ponen muerte. Esta «pasión por la omnipotencia de Dios, capaz de su-
la vida}}, propia de la existencia pas- perar el poder destructor de la muerte,
cual, impulsa al creyente a hacerse pre- sino también la victoria de su justicia
sente allí donde se produce la muerte, por encima de las injusticias de los
para luchar contra todo ataque a la hombres.
vida. «La Resurrección se hace presen- Por eso la Resurrección de Jesús es
te y se manifiesta allí donde se lucha esperanza, en primer lugar, para los
y hasta se muere para evitar la muerte crucificados. No le espera resurrección
en lo que está a nuestro alcance» a cualquier vida, sino a una existencia
U M. Castillo). crucificada, vivida con el espíritu del
Crucificado. Caminamos hacia la re-
surrección cuando nuestro vivir diario

E de la vida nace del Espíritu mis-


sta
mo postura inequívoca
del Resucitado y haende
favor
firme y coherente en todos los frentes.
ser
no es evasión de los sufrimientos aje-
nos, sino entrega crucificada; cuando
nuestra vida no es absentismo egoísta,
sino defensa de los que sufren.
El campo es amplísimo: muertes pro- Sólo desde esa participación humil-
vocadas violentamente, genocidio de de en la crucifixión de Jesús vivimos la
los pueblos del Tercer Mundo, des- experiencia pascual. Para decirlo grá-
trucción lenta por el hambre y la mi- ficamente con Jan Sobrino: «Sería un
seria, aborto, eutanasia activa, des- error grave pretender apuntarse a la
trucción de la naturaleza ... El creyente Resurrección de Jesús en su último es-
adopta siempre una postura firme con- tadio sin recorrer las mismas etapas
tra todo lo que degrada o destruye la históricas que recorrió Jesús}}. Ésta es
vida.
la experiencia de San Pablo: «Atribu-
Por otra parte, hemos de recordar lados en todo, mas no aplastados; per-
algo que los cristianos olvidamos bas- plejos, mas no desesperados; persegui-

~-~""--------------------------------
1
17
\
dos, mas no abandonados; derribados, quedado «despojado» de su fuerza ab-
1 mas no aniquilados. Llevamos siempre soluta. Las injusticias y la muerte si-
en nuestros cuerpos por todas partes el guen ahí, pero el creyente se enfrenta
morir de Jesús, a fin de que también al mal desde una esperanza definitiva.
la vida de Jesús se manifieste en nues- A una existencia vivida con el Espíritu
tro cuerpo. Pues, aunque vivimos, nos de Jesús sólo le espera resurrección:
vemos continuamente entregados a la «En el mundo tendréis tribulación;
muerte por causa de Jesús, a fin de que pero, ánimo: yo he vencido al mundo»
también la vida de Jesús se manifies- Un 16,33). Los primeros cristianos vi-
te en nuestra carne mortal» (2 Cor ven su experiencia pascual como «el
4,8-11). paso a una esperanza viva». Así canta
Pero, más en concreto, creer en el un creyente: «Bendito sea Dios y Padre
Dios que ha resucitado al Crucificado de nuestro Señor Jesucristo, que por
es ponerse siempre de parte de los que su gran misericordia nos regeneró
sufren crucificados por la injusticia de para una esperanza viva por la resurrec-
los hombres. La experiencia pascual ción de Cristo de entre los muertos»
nos obliga a hacernos graves pregun- (l Pe 1,3).
tas: ¿Estamos del lado de los que cru-
Esta esperanza no es una postura in-
cifican o del de los que son crucifica-
genua e irreal. Al contrario, el que vive
dos? ¿Estamos junto a los que matan
la experiencia pascual percibe que la
la vida y destruyen al ser humano o, única manera realista de acercarse a la
más bien, entre los que «mueren» por
defender a los crucificados y servir a la vida es tomar en serio todas las posi-
vida? bilidades que en ella se encierran. Es
precisamente el que se aferra a la rea-
Una vida crucificada y entregada al lidad tal como hoyes quien adopta una
servicio y en defensa de los crucificados postura estrecha y poco realista, pues
es la mejor expresión de fe viva en el excluye el futuro último que se desvela
Resucitado. en Cristo resucitado. El creyente vive
la realidad como algo inacabado que
está camino de realizarse, algo que to-
7. Una experiencia davía es expectación. En toda expe-
que genera esperanza riencia pascual se escuchan de alguna
manera las" palabras del Resucitado:
«Vo he abiérto ante ti una puerta que
La discípulos a enfrentarse a la
experiencia
vida pascuallleva
con un horizonte a los
nuevo. Si
Cristo ha resucitado, entonces el sufri-
nadie puede cerrar» (Ap 3,8).
Esta esperanza que nace de la ex-
miento, la injusticia o la muerte no tie- periencia pascual no tranquiliza, sino
nen ya la última palabra. El mal ha que inquieta. El que de verdad cree,
18

espera y ama el futuro último de Dios de Pablo: «Estimo que los sufrimientos
para los hombres que se nos revela en del tiempo presente no son compara-
el Resucitado, no puede conformarse bles con la gloria que se ha de mani-
con el mundo tal como está. Precisa- festar en nosotros» (Rm 8,18).
mente porque cree en un mundo nue- Esta esperanza pascual no es una ex-
vo, no puede tolerar la situación actual, periencia que se viva de manera pri-
llena de odios, injusticia, opresión y vada en el fondo del corazón, sino algo
muerte. Su misma esperanza le obliga que se comparte gozosamente en el
a transformar el mundo. La esperanza seno de la comunidad cristiana. Todos
pascual, bien entendida, desinstala e los creyentes formamos «un solo Cuer-
impulsa a adoptar una actitud de in- po y un solo Espíritu, como una es la
conformismo, protesta, lucha y trans- esperanza a la que hemos sido llama-
formación. El conformismo ante el mal dos» (Ef 4,4). Por encima de conflictos,
instaurado en el mundo es uno de los divergencias y enfrentamientos, los
signos más claros de que no vivimos cristianos deberíamos exigimos unos a
una esperanza pascual. Quien no hace otros la esperanza, ese «esperar contra
nada por cambiar la tierra, es que no toda esperanza», en Cristo resucitado.
cree en el cielo, pues acepta el presente Si perdemos la esperanza, lo hemos
como algo definitivo. Recordemos la perdido todo.
exhortación de Pablo a quienes han de
vivir de la luz que apunta en el Re-
sucitado: «Vivid como hijos de la luz, 8. Llamada a la evangelización
t
pues el fruto de la luz consiste en toda

¡
bondad, justicia y verdad ... No parti-
cipéis en las obras infructuosas de las
tinieblas; antes bien, denunciadlas»
(Ef 5,8-11).
L· con el Resucitado como una lla-
omada
s discípulos viveneste
a anunciar su encuentro
Evangelio
de esperanza a todo el mundo. Su ex-
Esta esperanza pascual no es la ac- periencia pascual es una experiencia
titud eufórica propia de los momentos vocacional, una experiencia de misión.
fáciles. Al contrario, es una esperanza Los diferentes relatos del encuentro
que se purifica, crece y se desarrolla de Jesús resucitado con los Once ter-
precisamente ante el mal y contra el minan, inevitablemente, en una lla-
mal. El creyente conoce el mal, la prue- mada a la misión de evangelizar: «Id
ba y el sufrimiento como todos los de- y haced discípulos a todas las gentes»
más hombres. Lo que le diferencia y (Mt 28,19); «Vosotros sois testigos de
caracteriza es que, desde su fe en el estas cosas» (Lc 24,48); «Como el Pa-
Resucitado, sabe «relativizan> el mal, dre me envió, también yo os envío» Un
es decir, sabe «ponerlo en relación» con 20,21); «Id por todo el mundo y pro-
la realidad última. Ésa es la postura clamad la Buena Noticia a toda la

f
1
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19

Creación» (Mc 16,15). Por otra parte, puede poner una esperanza nueva en
Pablo entiende y vive su encuentro pas- la vida del hombre.
cual como una llamada a anunciar
El problema vocacional, del que tan-
a Jesucristo entre los gentiles (Gal 1, to se habla hoy, no consiste solamente
15-16). en la escasez de sacerdotes o religiosos
La experiencia pascual no se puede en las iglesias occidentales. Tal vez lo
guardar en silencio. Exige ser anuncia- más grave sea la ausencia de esa ex-
da a otros como Buena Noticia. Lo que periencia pascual de los creyentes, que
sucede en el encuentro con el Resuci- no se sienten llamados por el Resuci-
tado es algo que ha de ser comunicado. tado a evangelizar el mundo contem-
Los apóstoles se experimentan a sí mis- poráneo. La experiencia pascual hace
mos como enviados por el Resucitado surgir siempre vocaciones evangeliza-
a evangelizar. doras.
Pero no sólo los apóstoles. Todos Por otra parte, los que vivimos en-
cuantos se encuentran con el Resuci- tregados a la tarea pastoral hemos de
tado escuchan la llamada a ser testigos ahondar más, no sólo en el contenido
de su experiencia personal. Los dos de de nuestra vocación y sus exigencias,
Emaús cuentan «lo que les había pa- sino también en el origen de esa vo-
sado en el camino y cómo le habían cación: ese Cristo Vivo que nos llama
reconocido al partir el pan» (Lc 24,35). constantemente a anunciar su Buena
Es significativo el relato de María Noticia. No basta trabajar, organizar,
Magdalena en el capítulo 20 de Juan. hablar, enseñar. .. En todo eso y a tra-
El Resucitado cambia el proyecto de vés de eso, somos llamados por el Re-
María: no es el momento de reducir el sucitado a ser sus testigos.
encuentro pascual a la experiencia go- Para ello necesitamos vivir nuestra
zosa de «abrazar al Resucitado», sino vocación de manera más personal. Hay
de anunciar la Buena Noticia a los her- una llamada insustituible a la que na-
manos. Y, de hecho, «María Magda- die puede responder por nosotros. Ma-
lena fue y dijo a sus discípulos: He visto ría Magdalena reconoce al Resucitado
al Señor» Un 20, 17-18). en el momento en que se siente llamada
La experiencia pascual provoca, por su nombre. Tal vez, para vivir una
pues, la evangelización. Pero lo que experiencia pascual que desencadene
han de comunicar los discípulos no es una verdadera acción evangelizadora
una doctrina religiosa o un sistema mo- necesitamos escuchar, de alguna ma-
ral, sino, sobre todo, su propia expe- nera, nuestro propio nombre en labios
del Resucitado.
riencia, lo que «ellos han visto», «lo
que les ha pasado en el camino». La Cuando acontece ese encuentro hon-
experiencia gozosa de algo bueno que do con el Resucitado, algo se conmueve
20

interiormente en nosotros, se despierta Con su palabra y sus gestos, con su


la seducción, el seguimiento se hace acción y su pasión, va anunciando a
más fiel y nos sentimos impulsados a todos la esperanza del Resucitado: to-
proseguir hoy esa acción liberadora y dos aquellos que luchen por ser cada
salvadora que se inició con Jesús, día más hombres, un día lo serán; to-
muerto por los hombres, pero resuci- dos los que trabajen por construir un
tado por Dios. mundo más justo y humano, un día lo
conocerán; todos los que, de alguna
El que vive de Cristo resucitado se manera, hayan creído en Cristo y ha-
convierte entonces en «evangelio» para yan vivido de su Espíritu, un día sa-
todos los que encuentra en su camino. bran lo que es vivir.

"""'-~-""IIiiiiiii -
21

2.a Parte:
Esperar .,
en nuestra resurreCClon

remos el cielo a esa vida indiferenciada,


tentación natural de los hom- monótona y aburrida en la que pen-
Escribía
bres es elrepresentarse
P. Sertillanges laque «la
felici- saban los oyentes de San Agustín, es-
dad del cielo a imagen de aquello que pantados ante la idea de tener que pa-
los contenta aquí abajo» l. sarse toda la eternidad cantando
Sin embargo, los teólogos contem- «Amen» y «Aleluya»? ¿Deberemos, tal
poráneos se guardan hoy muy mucho vez, acallar nuestro corazón y perma-
necer mudos ante nuestro último des-
de describir el cielo con representacio-
nes ingenuas. El mismo San Pablo nos tino, como si fuera una realidad enig-
advierte que nadie puede conocer aho- mática y totalmente impenetrable?
ra esa «novedad» última que nos Las palabras de San Pablo no son
aguarda. Se trata de algo «que el ojo sólo una advertencia. Son también una
nunca vio ni el oído oyó ni hombre promesa y una orientación. Es cierto
alguno ha imaginado, algo que Dios ha que el cielo supera la totalidad de nues-
preparado a los que lo aman» (1 Cor tras experiencias terrestres; pero, al
2,9). mismo tiempo, es algo que «está pre-
¿Nos limitaremos, entonces, a ima- .parado» por Dios para el cumplimien-
ginar el cielo como la contemplación to pleno de nuestras aspiraciones.
de un Dios abstracto que apenas pa- El cielo no se puede describir, pero
rece tener algo que ver con nuestros se puede evocar. Por una parte, el cielo
gozos y penas de cada día? ¿Reduci- es novedad indescriptible, por encima y
más allá de cualquier experiencia te-
1. A. SERTILLANGES, Lesfins humaines, rrestre, y ahí reside su «poder de fas-
Ed. de I'Arbre, Montreal 1959, p. 99. cinación» para el creyente. Pero, por
22

otra parte, es cumplimiento y acaba- 1. Cristo es nuestro cielo


miento pleno de esta vida que hoy
alienta en nosotros.
que Cristo es nuestro cielo, pues él
y es esto precisamente lo que justi- Anteses el que nada,
único lugarhemos de decir
de encuentro
fica y permite articular un lenguaje entre el hombre y Dios. «En él habita
evocador y esperanzado a partir de toda la plenitud de la divinidad cor-
nuestras experiencias terrestres, nece- poralmente» (Col 2,9). Sólo en él po-
sitadas de salvación. Aun sabiendo que demos los hombres entrar en comunión
nuestras palabras serán siempre «tan- con el misterio insondable de Dios.
teos aproximativos en la dirección de Sólo «con-resucitando» con Cristo al-
un Novum oscuramente presentido, mas canzamos la vida de Dios. Sólo vién-
realmente posible» 2 por la oferta de sal- dolo a él podemos ver al Padre (d. J n
vación que Dios nos hace enJesucristo. 14,9).
Como dice L. Boros, «el cielo es una
realidad que supera totalmente nues- El cielo ha quedado abierto y cons- ~.
tituido con la Resurrección del Señor.
tras fuerzas, pero al mismo tiempo es El cielo no es un lugar, un mundo di-
una realidad que nos es imposible no ferente. Es precisamente este mundo
desear»3. Si hablamos de él, no es para que alcanza su consumación en Cristo
satisfacer nuestra curiosidad sobre resucitado.
nuestra vida eterna en Dios, sino para
descubrir mejor el sentido último de Con frecuencia, la teología había ol-
vidado que «Jesús hombre no sólo fue
nuestra existencia actual y para ali-
mentar nuestra esperanza pregustando por una vez de decisiva importancia
ya el cumplimiento en Dios de lo que para nuestra salvación ..., sino que es
todavía hoy no es sino posibilidad, as- ahora y por toda la eternidad ... la per-
manente apertura de nuestra finitud al
piración, deseo,
4 expectación, utopía y Dios vivo de la vida eterna e infinita ...
esperanza.
En la eternidad sólo se puede contem-
plar al Padre a través del Hijo»5.
2. j.L. RUIZ DE LA PEÑA, «El elemento
de proyección y la fe en el cielo»: Concilium
(1979), p. 376. NOCKE, Escatología, Ed. Herder, Barcel?na
3. L. BOROS, A nous l'avenir: Méditations 1984, pp. 174-184;]. L. RUIZ DE LA PENA,
sur l'espérance, Ed. Desclée, Tournai 1971, p. 13. La otra dimensión. Escatología cristiana, Ed. Sal T e-
4. jesús y el N. T. en general evocan la rrae, Santander 1975, pp. 241-243.
vida eterna en Dios a partir de las realidades 5. K. RAHNER, «Eterna significación de
humanas de cada día: un banquete, una boda, la humanidad de Jesús para nuestra relación
cosecha abundante, redes llenas, pastos verdes, con Dios», en Escritos de Teología (IU), Ed. Tau-
manantial de agua viva, pan de vida, un nom- rus, Madrid 1961, pp. 56-57. Ver el estudio de
bre nuevo, lágrimas enjugadas para siempre, J. ALFARO, «Cristo glorioso Revelador del Pa-
desaparición de gritos y fatigas, una ciudad dre», en Cristología y Antropología, Ed. Cristian-
nueva, nuevos cielos y nueva tierra ... Ver P. j. dad, Madrid 1973, pp. 141-182.

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-- ••• - ••.••• iloiii •••••••••• __ ••• •
23

Hoy hemos de recuperar de nuevo guido hoy por nosotros entre vacilacio-
esa fe de los primeros creyentes. Para nes y penas, quien nos arrastrará glo-
nosotros, la vida eterna consistirá en rioso al abrazo eterno con el Padre.
«ser con Cristo». Así entiende San Pablo
el cielo: «estaremos siempre con el Se-
ñor» (1 Ts 4,17); «preferimos salir de 2. La comunión con Dios
este cuerpo para vivir con el Señor»
(2 Cor 5,8); «deseo partir y estar con
Cristo~~ (Flp 1,23). Y ésta es también la
afirmación de los escritos joánicos: En por fin para nosotros la unión
Cristo resucitado
indestructible comenzará
y definitiva con
«Padre, quiero que donde yo esté, esten Dios. Lo real, lo único real, el Dios de
también conmigo los que me has dado» la vida, ya no será alguien inaccesible
Un 17,24); «cuando haya ido y os haya y oculto. Estará finalmente «allí» para
preparado un lugar, volveré y os tomaré nosotros, pura presencia.
conmigo, para que donde estéyo, estéis tam- Su intimidad quedará desvelada. Su
bién vosotros» Un 14,3). misterio manifestado. Ya no estará le-
Esta afirmación central de nuestra jos, «fuera» del mundo o en «lo se-
esperanza tiene consecuencias inme- creto» de nosotros. Dios se convertirá
diatas. La vida cristiana consiste en ad- en nuestro espacio vital. Será «todo en
herirnos a Cristo, en vivir animados todos» (1 Cor 15,28). El mundo inson-
por su Espíritu, en crecer con él. Ahora dable de Dios se abrirá a nosotros, in-
bien, quien cree en Cristo tiene ya la significantes y débiles criaturas. Co-
vida eterna Un 3,36; 5,24; 6,47.54, menzará para nosotros la verdadera
etc.). vida. Todo será gozo y adoración.
Por eso, ser cristiano es mucho más Los primeros creyentes hablan de la
que «hacer méritos» para entrar un día visión de Dios. «Ahora somos hijos de
en el cielo. Desde ahora somos porta- Dios y aún no se ha manifestado lo que
dores de vida eterna. En nosotros alien- seremos. Sabemos que, cuando se ma-
ta ya esa vida insondable del Resuci- nifieste, seremos semejantes a él, por-
tado que un día nos transformará. que le veremos tal cual es» (1 J n 3,2).
Nuestra vida, escondida hoy en Cristo, «Ahora vemos en un espejo, confusa-
un día se revelará. «Vuestra vida está mente. Entonces veremos cara a cara.
oculta con Cristo en Dios. Cuando apa- Ahora conozco de un modo imperfecto,
rezca Cristo, vida vuestra, entonces pero entonces conoceré como soy co-
también vosotros apareceréis gloriosos nocido» (l Cor 13,12).
con él». (Col 3,3.4). Dios se nos manifestará plenamente
Cuando emerja el Cristo total, todo en su propio ser, su verdad, su bondad
quedará transfigurado y consumado y belleza infinitas. Pero sería una equi-
por él. Y será ese Jesús, amado y se- vocación subrayar exclusivamente el
24

elemento cognoscitivo-intelectivo de En esta comunión insondable con la


esta visión, como lo ha hecho con fre- Trinidad encuentra el hombre la ple-
cuencia la teología occidental. nitud de su vida, la liberación y el des-
canso total, la consumación de toda fe-
Para el semita, ver al rry en su palacio licidad esperada, anhelada o apenas
no es una actividad intelectual, sino vislumbrada. La criatura «entra para
una experiencia privilegiada que sólo siempre en el gozo de su Señor».
es concedida a quienes gozan de su in-
timidad, se sientan a su mesa y pueden No sería adecuado presentar esta
compartir de cerca su vida. vida eterna como descanso estático, in-
movilismo, quietud inerte. Hemos de
Por eso habla San Pablo de un en- evocada más bien como dinamismo y
cuentro Íntimo e interpersonal, «cara crecimiento sin fin.
a cara», una mutua compenetración e No hemos de olvidar que la plenitud
intercambio vital en el que «conoceré infinita de Dios no puede ser agotada
como soy conocido». Y Juan, por su jamás por la criatura. Nuestro ser finito
parte, nos dice que se trata de una vi- no puede llegar a coincidir nunca ple-
sión que engendra semejanza con Dios namente con el ser infinito de Dios.
y nos hace partícipes de la vida divina Dios es siempre más grande que no-
(<<seremossemejantes a él, porque le ve- sotros, y su misterio permanece ina-
remos» ). gotable e inexhaurible ahora y en la
No hemos de hablar de la visión de eternidad.
Dios como si se tratara solamente de L. Boros trata de sugerir esta estruc-
una «posesión intelectiva» en la que el tura dinámica del cielo hablándonos de
hombre se apoderara de Dios como de una vida eterna en la que «cada ple-
un objeto. La visión ha de ser evocada, nitud será, al mismo tiempo, el nuevo
más bien, como encuentro de amor in- comienzo
6
de una plenitud
• , •
todavía ma-
sondable en el que Dios se entrega a yor», «una renovaClOn Incesante en
1
la criatura en lo que constituye su ser medio de una plenitud completa»\ una
f
más Íntimo, y la criatura se proyec- plenitud que «dilatará» constantemen-
i ta en Dios en una entrega total de sí te nuestra capacidad de acoger el ser
1 mIs-ma. de Dios.

i El cielo consiste esencialmente en


1 esta comunión amorosa en la que el
hombre disfruta de la misericordia in- 6. L. BOROS, «Le nouveau ciel et la nou-
finita del Padre, es engendrado a la velle terre», en Le Christ devant nous. Etudes sur
1'eschatologie chrétienne, Desclée, Tournai 1961,
vida eterna junto con el Hijo y gusta p. 25
para siempre el amor divino que es el 7. L. BOROS, Existenza redenta. Meditazioni
Espíritu Santo. teologiche, Ed. Queriniana, Brescia 1965, p. 131.

I
1
~
- ••••••¡¡¡¡¡¡¡¡;¡¡¡¡¡¡¡¡;;¡¡;¡¡¡;¡¡--_ ••••• _---------------_ •••
25

Expresiones paradójicas de quienes, La fe cristiana excluye cualquier vi-


peregrinos todavía en esta tierra, tra- sión de la vida eterna que menosprecie
tamos de evocar la satisfacción plena el cuerpo como algo sin futuro. Noso-
de nuestro ser en Dios, sin caer por ello tros creemos en la resurrección de
en la saciedad, el tedio o el aburri- nuestra condición corporal. Como dice
miento existencial. R. Guardini, «el cristianismo es el único
que se atreve a situar un cuerpo de
hombre en pleno corazón de Dios))8.
3. Nuestra plena realización Es inútil tratar de representamos
cuál será la condición concreta de
nuestro cuerpo en el cielo. «No se nos

E en el cielo significa nuestra ple-


sta
na realización
unión inmediata
como criaturas.
con Dios
Liberados por fin de nosotros mismos
pide que creamos en la resurrección del
cuerpo según un modelo que pertenece
al reino de la muerte, sino creer que
tanto la muerte del cuerpo como la
y convertidos en pura entrega y do- muerte del espíritu han sido vencidas
nación a Dios, llegamos por fin a ser en Cristm)9.
«nosotros mismos)).
En esa comunión amorosa con Dios Nuestra esperanza es la misma de
Pablo: «Nosotros somos ciudadanos
encontramos la expansión plena de del cielo, de donde esperamos como
nuestro ser y la consumación de nues- Salvador al Señor Jesucristo, el cual
tra vocación más profunda como cria- transfigurará nuestro cuerpo de mise-
turas nacidas del amor y destinadas al ria en un cuerpo de gloria como el suyo,
amor.
con esa energía que le permite incluso
Sólo en esa unión con Dios encon- someter todas las cosas)) (Flp 3,20-21).
traremos nuestra verdadera identidad No se atreve Pablo a decimos nada
e integridad personal, sin mutilacio- más en concreto sobre nuestro cuerpo
nes, vacíos ni alienaciones. Esa pleni- resucitado, y se limita a expresarse en
tud de vida capaz de llenar todas las un lenguaje de contraste con nuestra
dimensiones del ser humano y que los actual situación: «Así pasa con la re-
hebreos resumían en el término «sha- surrección de los muertos: se siembra
10m)) (paz).
lo corruptible, resucita incorruptible; se
En contra de ciertas ideas bastante
extendidas en el «subconsciente cris-
tianm), no hemos de entender esta ple- 8. Citado por F. VARILLON, en Joi de
nitud de manera inmaterial y eterna. croire,joide vivre, Ed. Le Centurion, Paris 1981,
p. 186.
No es sólo el alma la que alcanza su 9. P. N. WAGGET, citado por A. M.
plena realización en Dios, sino el hom- RAMSEY en La resurrección de Cristo, Ed. Men-
bre entero, incluida su corporalidad. sajero, Bilbao 1975, pp. 155-156.
26

siembra lo miserable, resucita glorioso; se 4. El cielo son los otros


siembra lo débil, resucitajuerte» (1 Cor
15,42-44).
amorosa con Dios a imagen de
Nuestro cuerpo, resucitado por la Sería
una un error que
amistad concebir la unióny
se repliega
fuerza divina de Cristo y configurado encierra sobre sí misma. La comunión
con su «cuerpo glorioso», será expre- con Dios no excluye a los otros, sino
sión perfecta de nuestro ser consumado que se convierte precisamente en prin-
en Dios. Este cuerpo limitado y débil cipio y fuente de comunión con los
que recibimos de nuestros padres será demás.
reengendrado de manera siempre nue-
va e incesante por el Espíritu creador El amor, que tiene su origen y se
del Resucitado. alimenta en Dios, no puede sino irra-
diarse, difundirse y expanderse en la
Nuestro cuerpo glorificado no será «Sanctorum communio» de quienes for-
ya barrera frente a Dios, frente al mun- man el Cuerpo glorioso de Cristo. La
do y frente a los otros, sino «lugar» de comunión eterna con Dios no sólo des-
unión y amor a todos. Un cuerpo que truye, sino que fundamenta, vivifica y
nos permitirá una presencia luminosa, lleva a su plenitud nuestra relación
acogedora y transparente a los otros y amorosa con todos los que comparten
al universo entero.
«la nueva Jerusalén».
Nada habrá ya inalcanzable. Las ba- Transfigurados por el amor de Dios,
rreras del espacio y del tiempo caerán. todos y cada uno de nosotros nos con-
Nuestro cuerpo quedará liberado para vertiremos en «cielo» para aquellos
siempre de todo lo que sea muerte, su- que amamos. Unidos por un mismo
frimiento, miedo, impotencia o des- amor que brota de Dios, nuestro abra-
garro. zo mutuo se convertirá en fuente de
Se realizará por fin de manera plena felicidad eterna. L. Boros trata de su-
esa extraña petición que hacemos hoy gerir de alguna manera esta experien-
al Espíritu: «Accende lumen sensibus». La cia eterna indescriptible: «Sentiremos
luz y la vida misma de Dios encende- el calor, experimentaremos el esplen-
rán nuestros sentidos todos. Y enton-
ces, como intuyen los místicos, la vida
entera, el universo y Dios mismo po- ritatis pulchritudinem, agilitatis pron:p~i~ud!-
drán ser vistos, oídos,
lO
tocados y gus- nem, subtilitatis aptitudinem, impasslbilltatts
tados por nosotros . forti tudinem» (Generosísimo remunerador,
concédele a mi cuerpo la belleza de la claridad,
la disposición de la agilidad, la ca¡;a.c!dad de I.a
10. Es significativa una oración centrada sutileza y la fortaleza de la impasIbIlIdad). CI-
toda ella en el cuerpo y en la que Santo Tomás tado y comentado por L. BOROS, Sobre la ora-
de Aquino formuló su vivencia del cielo: «Da ción cristiana, Ed. SÍgueme, Salamanca 1980, pp.
etiam corpori meo, lar¡¡;isimeRemunerator, cla- 140-146.
27

dor, la vitalidad, la riqueza desbor- que no conocemos. Gozaremos enton-


dante de la persona que amamos, con ces la intimidad de toda la humanidad,
la que disfrutamos y por la que agra- y con cuánta intensidad se amarán en-
decemos a Dios. Todo su ser, la hon- tonces los que ya se amaban aquí entre
dura de su alma, la grandeza de su las contingencias del espacio y del
corazón, la creatividad, la amplitud, la tiempo y habían gozado ya de una in-
excitación de su reacción amorosa nos timidad» 13.
, rega 1a dos» 11 .
seran Pues nada nos impide pensar, con
Entonces nos conoceremos unos a Santo Tomás de Aquino, que el amor
otros por vez primera, pues, hoy, aun eterno del cielo nos ha de unir de ma-
aquellos que mejor conocen y aman nera singular con aquellas personas a
son siempre el uno para el otro un pro- las que el amor, la solidaridad o la ter-
fundo misteriol2• Sólo en el cielo nos nura nos han ligado de manera especial
comunicaremos de manera total, en en la tierra.
perfecta comunión e intimidad. Dios irá a buscar en el fondo de cada
Ya no existirá la tortura del tiempo uno de nosotros el lugar en el que po-
que pasa, del encuentro amoroso que demos ser más capaces de felicidad, y
termina o de la fiesta que se acaba. Ya este lugar es, sin duda, aquel en el que
no existirá la tortura del espacio que están grabados los nombres de nues-
nos separa ni la despedida que nos en- tras personas más queridas. Entonces,
tristece. como dice Cesar Vallejo, «serán dados
«Ahora no podemos estar nuncajun- los besos que no pudisteis dar».
tos todos los que nos queremos; para
estar con unos tenemos que estar au-
sentes de otros, y hay tantos otros a los 5. «Nuevos cielos y nueva tierra»
que ni siquiera conocemos y también
podríamos querer. .. Pero en el cielo es-
taremos todos juntos y gozaremos de
todas las compañías, de los que ahora
La el hombre desarrolla su vida ac-
tierraElnocosmos
tual. es sólo elpertenece
lugar dondea
nuestra propia constitución y está, de
conocemos y amamos confusamente y alguna manera, resumido en nosotros.
de todos aquellos que no amamos por-
Por eso la resurrección del cuerpo
«arrastra» consigo la del mundo en el
11. L. BOROS, Existen::,a redenta. Medita- que el hombre está inserto por su cor-
Ed. Queriniana, Brescia 1965,
::,ioni teologiche, poralidad. La consumación y transfi-
pp. 136-137. guración del ser humano exige la trans-
12. Para toda esta evocación sigo de cerca figuración y consumación del cosmos
las sugerentes páginas de E. CARDENAL, Vida
en el amor, Ed. Sígueme, Salamanca 1984, pp.
141-144. 13. E. CARDENAL, o. C., p. 143.
28

como lugar de expansión de su nueva vida eterna. Todo lo que aflora en


condición. nuestras experiencias terrestres, lo que
La 1." Carta de Pedro nos habla de desde lo más profundo de las cosas lu-
«cielos nuevos y nueva tierra en los que cha por salir a su plenitud, todo ello
alcanzará su consumación.
habitará la justicia» (3,13). El Apoca-
lipsis sugiere un mundo nuevo, estruc- Todo lo bueno, hermoso y justo que
turado desde Dios, iluminado por Cris- aquí deseamos y por lo que luchamos,
to resucitado: «La ciudad no tiene ne- lo que ha quedado a medias, lo que no
cesidad de sol ni de luna para que ha podido ser, todo alcanzará su rea-
alumbren en ella; porque la claridad lización plena. Entonces comprende-
de Dios la tiene iluminada, y su lum- remos que no se ha perdido nada de lo
brera es el Cordero» (21,23). que hemos vivido con amor o a lo que
hemos renunciado por amor.
La creación quedará inundada y pe-
netrada por la vida misma de Dios. El Las horas alegres y transidas de
cosmos alcanzará una transparencia gozo, las experiencias amargas, los du-
definitiva al ser elevado a un estado de ros combates por humanizar la tierra,
armonía y comunión plena con el Crea- las victorias y las derrotas, las «hue-
dor. «Dios será todo en todos» (1 Cor llas» que hemos dejado en las personas
15,28). y en las cosas, lo que penosamente he-
Ese mundo nuevo no será otro mun- mos construido, todo será transfigu-
rado en Cristo resucitado. .
do distinto que sustituya a éste, una
vez aniquilada la tierra. Este mundo El mundo nuevo quedará abierto a
la creatividad de los hombres nuevos.
en el que hoy habitamos no es una
«plataforma» que será arrinconada Todo será diferente. Dios «enjugará
después de haber servido para «pro- toda lágrima de sus ojos, y no habrá
ducir» seres puros para el otro mundo. ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni
No. Esta tierra transfigurada será pre- fatigas, porque el mundo viejo ha pa-
cisamente nuestro cielo. sado» (Ap 21,4).
En realidad, los cristianos no debe- Nuestra actividad no será ya trabajo
ríamos hablar del otro mundo y de la duro y costoso, sino poder creador,
otra vida, sino de este mundo y de esta arte, juego, danza. «Un obrar que es
vida nuestra que tanto amamos y que, descansar y un descansar que es
transfigurados en Cristo resucita- obrar» 14. Creatividad que no brotará
do, constituirán para siempre nuestro
cielo.
Todo este «mundo» que llevamos 1+. J. L. RUlZ DE LA PEÑA, La otra
con nosotros y nos constituye se con- dimensión. Escatología cristiana, Ed. Sal Terrae,
vertirá para nosotros en espacio de Santander 1975, p. 265.
29

de la necesidad, sino de la plenitud, del 6.1. Cercanía del cielo


amor desbordante, del gozo de expre-
sar y comunicar la riqueza de la vida
eterna. mentar actualmente el cielo,
Nosotros
porque no podemos
todavía experi-
no «vivimos»
la realidad última de nuestro ser. No
vemos ni tocamos ni penetramos en lo
6. Mirar al cielo esencial. Pero no por ello es el cielo algo
que se pierde en la nebulosa de lo in-
finitamente lejano.

A sado muchas veces, y con ra-


los cristianos
zón, se nos ha aten-
de estar demasiado
tos al cielo futuro y poco comprome-
acu-
El cielo es algo cercano que ha que-
dado ya abierto por la resurrección de
Cristo en el interior mismo de nuestro
tidos con la tierra presente. De muchas ser. Lo sepamos o no, estamos ya sien-
maneras hemos escuchado la pregunta do trabajados por la fuerza del Resu-
de la Ascensión: «Galileos, ¿qué hacéis citado, que nos empuja hacia nuestro
ahí plantados mirando al cielo?» (Hech destino último de felicidad.
1,11) . Con la resurrección del Señor ha su-
Hoy son muchos los cristianos que cedido algo definitivo en lo más pro-
han dejado de mirar al cielo. Las con- fundo de la realidad. El mundo está
secuencias pueden ser graves. Olvidar dirigido interiormente hacia el cielo.
el cielo no conduce automáticamente a Nuestra vida va camino de una felici-
preocuparse con mayor responsabili- dad eterna. Tenemos ante nosotros
dad por la tierra. Ignorar al Dios que «una puerta abierta que nadie puede
nos espera y nos acompaña hacia la cerrar» (Ap 3,8). Nada nos puede se-
meta final no da mayor eficacia a nues- parar ya del amor que Dios nos tiene
tra acción social y política. No recordar en Cristo (Rm 8,35-39). Sólo nosotros
nunca la felicidad a la que estamos lla- podemos hacerlo negándonos a noso-
mados no acrecienta nuestra fuerza tros mismos, rechazando el amor mi-
para el compromiso diario. sericordioso del Padre y cerrando la
Al contrario, obsesionados sólo por puerta que ya está abierta.
el logro inmediato de bienestar, atraÍ-
dos por pequeñas y variadas esperan-
zas, podemos acortar y empobrecer el 6.2. Presentir el cielo
horizonte de nuestra vida, perdiendo
el anhelo de lo infinito. ¿No necesita-
remos que alguien nos grite: «Creyen- ya camino del cielo y nuestra fe-
tes, ¿qué hacéis en la tierra sin mirar Precisamente
licidad eternaporque marchamos
se está gestando
nunca al cielo?»? ahora mismo en nosotros, el cielo no

----- --=-==---------=-,--'- -.::_------ -


30

es para el creyente una conclusión abs- Por eso puede decir San Juan de la Cruz
tracta que deduce de las promesas de que «esta noticia oscura amorosa, que
Cristo, sino una convicción vital que es la fe, sirve en esta úda para la divina
puede presentir ya, de alguna mane- unión, como la lumbre de gloria sirve
ra, en el interior de su experiencia en la otra de medio para la clara visión
terrestre. de Dios» l5.
Con frecuencia, los cristianos «han Otra experiencia privilegiada es el
proyectado» el cielo a partir de sus Esos momentos en que
amor y la amistad.
frustraciones y resentimiento frente a sabemos salir realmente de la soledad
la vida terrestre, como una especie de que nos lleva a buscar en nosotros mis-
«revancha» frente a la felicidad que da mos las satisfacciones frias v estériles
el mundo actual. Sin embargo, son los del egoísmo, y somos capaces de \-ibrar
momentos de felicidad verdadera, de movidos por el amor generoso y la
alegría limpia, de amor transparente e amistad limpia.
intenso los que nos permiten presentir Entonces adivinamos que estamos
y escuchar mejor, en el fondo de nues- hechos para el amor v que no podemos
tro ser, el destino último al que estamos encontrar en nosotros mismos la ex-
llamados y hacia el que somos dirigidos pansión de nuestro ser. En el amor
<,

por Dios. más imperfecto, incluso en el amor cul-


La experiencia primera para el ver- pable, en la medida en que sigue siendo
dadero creyente es, sin duda, la oración, todavía amor, hay una confesión de
pues orar es siempre abrirse a esa as- nuestra impotencia para bastamos a
piración hacia Dios que alienta en el nosotros mismos, una primera toma de
fondo de nuestro corazón. Esos mo- conciencia de la imposibilidad de ser
mentos de gracia en que hemos podido felices y de poner en juego lo mejor de
«disfrutar» la presencia amistosa, cer- nosotros mismos si no es en comunión
l6
cana y silenciosa del Dios vivo actuan- con otro» .
do en nosotros. Cuando dos seres se compenetran,·
se «tocan» interiormente v se reciben
Momentos de comunión gozosa, de
claridad pacificadora, de entrega con- gozosamente el uno del otro como mu-
tuo regalo, descubren de alguna ma-
fiada y humilde que forman parte del
secreto más precioso de cada alma y nera el anhelo de plenitud eterna que
en los que hemos presentido que todos llevan dentro. Por eso dirá L. Boros que
los deseos de nuestro corazón se verían
un día cumplidos en Dios. 15. Subida del Monte Carmelo, libro Ir, ca-
pítulo 24,4.
En esa oración se nos regala, bajo el 16. Dom GEORGES LEFEBVRE, «Par
velo de la fe, la presencia amorosa de les chemins du ciel", en La Vie Spirituelle, 1962,
Dios que constituye el núcleo del cielo. p.635.
31

el «cielo es la dinámica interna de toda nos atrae hacia el cielo. Esa «despropor-
amistad, pues en toda amistad es per- ción» de la que habla Pascal y que con-
cibido ya el cielo, quizás en un débil siste en que, seres finitos como somos,
reflejo, aunque no por ello falso»17. estamos ya siendo trabajados por el
Infinito19.
Pero el amigo al que entregamos
nuestro ser no es la plenitud. Por eso
la amistad queda teñida tantas veces
de tristeza, decepción y melancolía. Es 7. El cielo comienza en la tierra
entonces cuando descubrimos que
nuestro corazón late hacia Otro. «Aho-
ra sabemos que Dios debe ser la au-
téntica plenitud de sentido, el único y birían en nuestra sociedad
a la vez definitivo: lo sentimos preci- Probablemente, bastantes
aquellas palabras suscri-
apasionadas
samente en ese desesperado esfuerzo de de F. Nietzsche: «Vo os conjuro, her-
la amistad, insaciable con lo terreno. manos míos, permaneced fieles a la tie-
Sabemos que Él existe precisamente en rra y no creáis en los que os hablan de
la amistad. En su limitación terrena, experiencias supraterrenas. Conscien-
en nuestras ilegitimidades, dispersión te o inconscientemente, son unos en-
e insatisfacción, experimentamos cómo venenadores ... La tierra está cansada
nuestro corazón descontento late hacia de ellos; ¡que se vayan de una vez!».
el totalmente otro» 18.
Pero ¿qué es ser fiel a esta tierra que
Imposible describir aquí otras ex- clama por una plenitud y reconcilia-
periencias que pueden despertar en no- ción total? ¿Qué es ser fiel al hombre
sotros el presentimiento del cielo: la in- y a toda la sed de felicidad que se en-
timidad del otro gozosamente compar- cierra en su ser?
tida y disfrutada, la armonía y la paz La esperanza cristiana consiste pre-
del corazón, la fiesta desbordante, la cisamente en buscar y esperar la rea-
solidaridad en el esfuerzo y la victoria, lización total de esta tierra. Buscar el
el disfrute de la belleza, la creación cielo es querer ser fiel a esta tierra hasta
artística ...
el final, sin defraudar ni desesperar de
En el interior de toda experiencia go- ningún anhelo o aspiración verdade-
zosa puede el hombre descubrir ese di- ramente humanos.
namismo silencioso que nos llama y Precisamente porque cree y espera
un mundo nuevo y definitivo, el cre-
17. L. BOROS, Encontrar a Dios en el hom-
bre,Ed. Sígueme, Salamanca 1971, p. 88. Veáse
su maravillosa meditación sobre la amistad, pp. 19. B. PASCAL, Pensamientos n. 199 (La-
81-95. fuma) Alianza Editorial, Madrid 1981, pp.
18. L. BOROS, o. c., p. 92. 76-81.

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yente no puede tolerar ni conformarse quiere «unos cielos nue\"os y una nueva
con este mundo tal como hoyes, lleno tierra donde habite la justicia» (1 Pe
de odios, lágrimas, injusticia, mentira 3,13). Quien no trabaja por liberar al
y violencia. hombre del sufrimiento no cree en un
Quien no hace nada por cambiar mundo nuevo y feliz. Quien no hace
este mundo no cree en otro mejor. nada por cambiar y transformar esta
tierra no cree en el cielo.
Quien no lucha contra la injusticia no

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