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Fue este rey tan valeroso que extendió su reino hasta la pro
vincia de Guatemala, que hay de esta ciudad de distancia tres
cientas leguas, no contentándose, hasta los últimos términos de
la tierra que cae al mar del SULa1
EL OLTIMO MOTECUHZOMA
83 lbid., p. 417.
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Fig. 10. El encuel1tro (Códice Florel/lillo)
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rayo sin trueno. Contemplaron también un cometa; el agua del
lago que hervía; escucharon las voces de Cihuacóatl que por la
noche lloraba y gritaba.
Pero únicamente Motecuhzoma contempló en su "Casa de lo ne
gro", lugar donde se encerraba para orar y meditar, un cierto
pájaro ceniciento, que le llevaron quienes lo habían atrapado en
la laguna. En la mollera del pájaro había un espejo. Motecuh
zoma lo miró y descubrió allí el cielo estrellado. Lo contempló
por segunda vez y percibió en él grupos de seres humanos que
venían de prisa, dándose empellones; venían montados en una es
pecie de venados. Motecuhzoma consultó a los sabios y conocedo
res de las cosas ocultas. Examinaron éstos el espejo, pero no
vieron nada.
Antes de dos años tuvo noticias Motecuhzoma de la llegada de
unos forasteros blancos que habían descendido de barcas grandes
como montañas, aparecidas por las costas del Golfo. De nuevo
consultó Motecuhzoma a los sacerdotes y a los sabios. Hizo venir
a algunos de ellos desde tierras lejanas, como Mitla, en Oaxaca.
Motecuhzoma se preguntaba si Quetzalcóatl y los dioses habían
regresado.
Las crónicas indígenas de la Conquista refieren en detalle las
idas y venidas de los mensajeros que mandó Motecuhzoma al en
cuentro de los españoles. Relatan también su empeño, casi diría
mos obsesión, por impedir que se acercaran a México-Tenochtitlan.
Finalmente, esas mismas fuentes describen la actitud psicológica
del gran tlatoani mexícatl: