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LLUVIAS ARTIFICIALES

La mayor parte de vosotros sabéis que, durante varias décadas, la comunidad


científica ha investigado acerca de cómo generar lluvia por vías artificiales con
vistas a poder irrigar en ambientes áridos y semiáridos o sujetos a sequías
eventuales. Sin embargo, hasta la fecha, los frutos obtenidos no pueden
considerarse exitosos. No albergo la menor duda de que se trata de una línea de
investigación interesante a la hora de expandir las zonas de cultivo en donde el
déficit hídrico resulta, hoy por hoy, el principal factor limitante para la producción
agropecuaria. De hecho, podría ayudar paliar hambrunas en regiones del
planeta que sufren tal infortunio climático, desde el punto de vista humano. Sin
embargo, nada he leído del impacto ambiental que podría generarse si
finalmente los investigadores lograran producir tal ansiada lluvia artificial. La
noticia de hoy da cuenta de un nuevo procedimiento, aún en fase experimental.

Si no llueve, haremos que llueva:


China lanza el mayor proyecto para generar lluvia artificial

China está construyendo un sistema de lluvia artificial de tres veces el tamaño


de España. El objetivo es aprovechar las características de la meseta tibetana
para provocar lluvias que sofoquen las sequías, de las que depende el futuro del
país.

Las dimensiones del proyecto son descomunales. El Gobierno chino está


enfrascado en las pruebas de una tecnología que ha sido diseñada por una
agencia aeroespacial del Estado, la China Aerospace Science and Technology
Corporation.

Según publica South China Morning Post, el proyecto se hizo público a principios
de abril y deberá cubrir un área de 1,6 millones de kilómetros cuadrados, es
decir, tres veces el tamaño de España.

El plan es instalar decenas de miles de cámaras de combustión en las montañas


del Tíbet, al suroeste del país, en crestas empinadas de cara al sur. Las cámaras
quemarán combustible sólido que generará yoduro de plata, un compuesto
químico que, empujado por las corrientes de aire de los vientos monzones
provenientes del sur, ascenderá hasta las nubes y obrará el milagro.

"Ya se han instalado en las montañas del Tíbet y en Xinjiang más de 500
cámaras de combustión como parte de la fase experimental. Los datos que
hemos podido recabar son muy prometedores", explica al China Morning Post
uno de los investigadores del proyecto.
Si bien no es la primera vez que se utiliza yoduro de plata para 'sembrar'
nubes —sobre todo lanzándolo desde aviones, un método más caro-, sí lo es
que se haga a tal escala. La meseta del Tíbet es de vital importancia para que el
gigante asiático se abastezca de agua. De sus glaciares y embalses se nutren
también varios ríos importantes que pasan por China, la India y Nepal.

El proyecto no resulta relevante únicamente porque proveería de agua al país


para su consumo, sino también porque esa misma agua limpiaría el aire de la
contaminación y de la polución de las ciudades, una de las principales batallas a
las que se enfrenta el Gobierno desde hace años.

A pesar de lo relevante que resulta el proyecto, no es la primera vez que el


Gobierno pone algo semejante en marcha. En 2008, China lanzó más de 1.100
cohetes al cielo en Pekín cargados de yoduro de plata justo antes de la
ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos. El objetivo entonces fue
dispersar las nubes y que no lloviera durante el evento. Los planes de China para
controlar la meteorología forman parte de uno mayor con la vista puesta en 2020.

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