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“Si hacemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos”
Cicerón
En la clase anterior estudiamos cómo la ética también está presente en la esfera pública y
no sólo en el ámbito privado, pues se extiende a toda la vida del ser humano contribuyendo
de manera efectiva a la conformación de la cultura de la vida. Siguiendo esa misma línea, en
esta clase estudiaremos cómo la ética está relacionada con la economía y la empresa.
Recordemos ciertas acciones económicas que han sido muy controversiales y cuestionadas
en el último tiempo en Chile. Una de ellas es el caso de una empresa, que “repactaba las
deudas de los clientes, con el fin de mostrar una empresa solvente, así los inversores
comprarían más acciones. Sin embargo, los clientes nunca solicitaron la repactación y tal
solvencia no existía, por lo que hicieron creer a todo el sistema financiero era una mentira.
Pues bien, vemos en este caso que no fueron problemas técnicos los que fallaron, sino que
la avaricia humana y la falta de virtud terminó haciendo un profundo daño a los clientes y a
sus inversores.
Otro ejemplo bastante noticioso por el daño producido a las personas fue la colusión de
tres empresas productoras de pollos para elevar los precios de manera injusta. La operación
de las empresas consistía en que acordaban deliberadamente cierta cantidad de producción
con el fin de regular los precios, pues si hay más productos los precios necesariamente bajan
1
y, si hay menos disponibilidad de productos en el mercado, los precios suben. Esto aún
afectaba más, pues los mayores consumidores de este alimento eran las familias de más bajos
recursos.
Estos dos casos muestran acciones absolutamente contrarias al bien común y a la vida
buena, pero hay que aclarar que los responsables no son las empresas en sí mismas, sino
personas con nombre y apellido que deliberadamente ejecutaron esas acciones ilícitas. Cada
uno de nosotros puede contribuir a una sociedad más justa realizando de manera virtuosa el
trabajo que se nos ha encomendado, así también en todo nuestro actuar; por eso vemos
necesario profundizar en este aspecto importante de la vida social, desvelando su real valor
de la economía y su aporte a la sociedad.
2. Economía y ética.
1
Del griego oiko (casa) nomos (administración).
2
José Antonio Widow, El hombre, animal y político, Nueva Hispanidad, Buenos Aires, 2007, p. 173.
3
Cf. Aristóteles, Política, III, ix, en la traducción de Beker 1958, p. 117.
4
Cf. Miguel Martínez-Echevarría Ortega, Los inicios del pensamiento económico, Espasa, Madrid, 1983, p. 9
5
Cf. Amartya Sen, Sobre ética y economía, Alianza universidad, Madrid, 1997, p. 21.
2
“atravesada” por la moralidad. El sector económico no es éticamente neutro ni inhumano o
antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana,
debe ser articulada e institucionalizada éticamente6.
Es verdad que como consumidores también tenemos responsabilidades, pues sabemos que
muchos productos que vienen de otros países son producidos en inhumanas condiciones:
largas horas de trabajo, explotación infantil y con sueldos que no superan un dólar diario….
Esta realidad nos interpela como consumidores, si de verdad queremos contribuir a una
sociedad más justa. Algo de responsabilidad también tenemos al consumir productos que han
sido fabricados vulnerando la dignidad humana. Como ciudadanos, no sólo tenemos el
derecho de reclamar por precios justos y la buena calidad de un producto, sino el deber de no
contribuir a las injusticias sociales.
6
Cf. Benedicto XVI, en cíclica Caritas in Veritate, n. 36
7
Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2426
8
Conc. Ecum. Vat. II, Const. Past. Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, n. 63.
3
3. El trabajo y la empresa: un aporte al desarrollo del hombre.
El trabajo es una actividad humana que permite potenciar y desarrollar las capacidades y
talentos de la persona, además posibilita obtener bienes necesarios para vivir. En efecto, el
trabajo está inscrito en la misma naturaleza del hombre, pues es una de las formas que nos
permite ser personas de excelencia. Es en el trabajo donde desarrollamos muchas de las
virtudes que nos hacen mejor persona: la fortaleza, la paciencia, la laboriosidad o la justicia,
son virtudes que se potencian en el ámbito laboral. Por ello el trabajo no es un castigo ni una
“maldición”, sino un “bien” que permite el desarrollo y la plenitud de la persona humana.
Por otra parte, no basta con solo tener trabajo, su aporte será efectivo teniendo presente
cómo lo hacemos. No basta sólo con realizar técnicamente bien la acción, sino que es
importante cómo lo hacemos desde el punto de vista ético. Las virtudes serán el camino de
excelencia que nos permitirán ser verdaderos profesionales, íntegros como lo exige la
naturaleza humana. Es decir, como trabajadores tenemos el deber de trabajar bien y esto
requiere de las competencias técnicas y de la rectitud moral con la que trabajamos.
Y ¿cuál es el deber del Estado y de las empresas con los trabajadores? El centro del trabajo
es la misma persona y no la producción, por esa razón el trabajo tiene que cumplir con ciertos
mínimos estándares para resguardar la dignidad de la persona humana. Por ejemplo, “la ley
de la silla”, presente en nuestro Código del Trabajo desde el año 1914, fue un avance en esta
materia. Aunque ahora nos parezca extraño, en su momento fue necesario legalizar una
situación que parece de sentido común: el descanso de los trabajadores y contar con un
número suficiente de sillas a su disposición. Otro ejemplo en esta materia es el caso de las
normativas que rigen a las empresas para pagar las cotizaciones sociales y de salud.
4
Asimismo, la remuneración; en efecto, el trabajo exige una justa retribución en la
remuneración, probablemente hoy una de las materias más graves involucradas es el salario
mínimo. En definitiva, toda la regulación legal y las iniciativas particulares en una empresa
deben procurar resguardar la dignidad del trabajador.
La empresa es una comunidad de personas al servicio del bien común de la sociedad, cuyo
objetivo es obtener utilidades por medio del trabajo realizado; producir bienes y servicios de
manera eficiente y el desarrollo de la persona humana y de la sociedad. En esta producción
de bienes y servicios con una lógica de eficiencia y de satisfacción, la empresa crea riqueza
para toda la sociedad: no sólo para los propietarios, sino también para los demás sujetos
interesados en su actividad. En la empresa, por tanto, la dimensión económica es condición
para el logro de objetivos no sólo económicos, sino también sociales y morales, que deben
perseguirse conjuntamente9.
De lo anterior se deduce la responsabilidad que tienen las empresas con el medio ambiente,
pues no basta que una empresa solo se esfuerce por tener utilidades, sino que tiene que
ampliar su horizonte preguntándose si es que es un verdadero aporte para la comunidad. En
este sentido, han surgido instancias empresariales muy novedosas que responden a la idea de
aportar realmente a la sociedad, pues integran en su misión y visión tres aspectos
fundamentales: económico, cuidado del medio ambiente-bien común y solidaridad10. Lo
interesante es que estas empresas no dejan de obtener utilidades e incluso son más
sustentables en el tiempo. Integrar estos pilares a un modelo empresarial es un ejemplo de
que la ética de las virtudes no es sólo un añadido como la etiqueta de un producto, sino más
bien están en el carácter de los que dirigen y trabajan en la empresa. Valorar profundamente
el trabajo como una actividad humana nos permite desplegar lo mejor de nosotros logrando
así la excelencia y el verdadero progreso humano.
9
Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, n 338.
10
Uno de estos ejemplos de modelos de empresas son las denominadas “empresas B” que integran estos
distintos criterios que permiten tener una visión amplia de la actividad económica donde el centro de su
quehacer es la persona humana.
https://www.youtube.com/watch?v=b8_n96Qb5p8
5
Esta visión amplia de empresa responde a la misma naturaleza de la persona humana que
no sólo está para ejecutar laborales impecables desde el punto de vista técnico, sino para tener
espacios en la vida social y económica que le permitan lograr la plenitud humana y así ir
aportando al bien común y a una cultura de la vida.