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XVII JORNADAS NACIONALES DE FILOSOFÍA Y CIENCIA


POLÍTICA

LOS OCHENTA AÑOS DE LA


SEGUNDA VIDA DE GRAMSCI

HUGO CALELLO - SUSANA NEUHAUS - UBA


hugocaIeIIo@gmail.com susanamartaneuhaus@gmail.com

I.- LECTURAS GRAMSCIANAS


En este año 2017 se cumplió el 80 aniversario de la muerte de Gramsci.
No hay duda que es el filósofo político más citado del siglo XX, en
voz y escritura, en América Latina durante el último decenio. En
oportunidades es asumido como referente de ciertas gestas, movimientos,
acciones políticas, por escribidores, políticos de oficio y hasta gobernantes.
Pero debemos reconocer que, más que su nombre, son algunos de sus
conceptos fundamentales, los que usados son a veces maltratados,
distorsionados y reiventados en sus significados. Por ejemplo el concepto
Hegemonía” (de lejos el más desnaturalizado y sobreutilizado), “bloque
histórico”, “crisis catastrófica”, “revolución pasiva”, “intelectual orgánico”.
Otros tal vez por su mayor complejidad interpretativa, todavía no son
mercancía tan reiterada en este mercado de palabras: “sociedad política-
sociedad civil”, “nuevo príncipe”, “guerra de posición”, “filosofía de la
praxis”. Sobre todo este último concepto, complejo y totalizador, que
destruye el reduccionismo metodológico con cual Benedetto Croce quería
descalificar al marxismo como filosofía.
Nosotros también vamos a hablar de nuestra propia lectura. Se podría decir
de nuestras varias lecturas, que acompañaron el tránsito secular. La primera
de ellas se basó en los textos, traducidos al español, como referente de
nuestras investigaciones y publicaciones que, desde los inicios de los
sesenta, incluye los primeros años de nuestro largo exilio en Venezuela. La
segunda comienza en 1976, cuando viajando por Italia, nos tropezamos en
una librería romana con la entonces reciente publicación de los tres tomos
de Cuadernos de la cárcel, más el tomo denominado Aparato crítico, que
totalizan 3447 págs., y el tomo único de Cartas de la cárcel, que en esta
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edición llega a las 941 págs. (ambas de Giuglio Einaudi Editore, Torino
1975).
La tercera etapa es mucho más actual, y nos llevó a una recaptura
metodológica de la fuente citada. En el año 2010, convocados por el
entonces Director de la Editorial Monte Ávila, Carlos Noguera, asumimos
el compromiso de escribir una colección de varios pequeños tomos sobre el
pensamiento y la praxis del filósofo italiano, cuyo título define toda una
línea de publicación e investigación: “Gramsci una travesía al socialismo
en América Latina”. Esta decisión nos llevó casi al desarrollo de una
nueva investigación, no estrictamente lingüística, como se ha puesto de
moda ahora, sino filosófico - histórico - política, sobre un corpus textual,
que abarcaría, además, cuando fuese necesario, los “escritos pre-
carcelarios”, o sea, los anteriores a 1926, atribuidos por algunos de sus
compiladores a un “joven” Gramsci. Ésta nos parece una calificación
inadecuada. Lamentablemente nunca hubo un “viejo” Gramsci… porque
muere a los 46 años, en 1937.
El primer texto en el cual intentamos mostrar la vigencia y la utilidad de
Gramsci para pensar la problemática latinoamericana, fue escrito hace
bastante tiempo, en 1977, bajo el título: “Estado nacional y poder militar
en América Latina”, Edit. Rocinante, Caracas, siguieron otros “Los
verdugos de la Democracia”, edit. Alfadil, Barcelona, 1982, “La
investigación en Ciencias Humanas, Método y teoría crítica”, Tropikos,
Caracas, 1983, “Terrorismo de Estado y violencia psíquica”, Ed.
Tropikos, Caracas, 1987, “Gramsci, Memoria y Vigencia de una
pasión política” Edic. ULA-UCV, Mérida, 1992.
En esta etapa inicial en Venezuela, nuestro trabajo estaba en la línea de la
continuidad leninista de Gramsci, fundamentada, sobre todo por Cesare
Luporini. Esto se desarrollaba en un clima intelectual dominado por el
fuerte cuestionamiento al historicismo del post-estructuralismo
althusseriano. Precisamente Gramsci es indudable fuente de inspiración (no
reconocida) de un ensayo de Louis Althusser: "Los aparatos ideológicos del
Estado" (La Pensée ,10., 1968), casi un calco de la conceptualización
gramsciana en torno a las casamatas o trincheras que el Estado crea en la
sociedad civil para mantener e incrementar su hegemonía.
Bajo el paraguas teórico de Althusser, E. Laclau comenzará a escribir y
publicar el primer libro de una saga que tres décadas después culminará en
una compleja fundamentación teórica del populismo, desde una
argumentación deconstructivista - nihilista.
Si este era el clima de la batalla cultural que debían afrontar los
gramscianos en Venezuela y América Latina, complejo y nebulosamente
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dominado por el posestructuralismo y el naciente desconstructivismo, en


Italia y Europa las cosas estaban aún peor.
El asesinato de Aldo Moro en 1978, influye de manera determinante en el
fracaso el “compromiso histórico”, acosado por las poderosas
conspiraciones fascistas, con apoyo encubierto de la OTAN y los EEUU, y
la propia Democracia Cristiana. Sus atentados letales y sobre todo la
muerte prematura e inesperada del último gran conductor político, heredero
de Gramsci, secretario del PCI, Enrico Berlinguer, definían un panorama en
el que se empantanaba el avance de las fuerzas anti-capitalismo logrado en
el quinquenio anterior desde las victorias electorales del PCI y las alianzas
democráticas antifascistas. Estas referencias a la historia real son
ineludibles cuando uno trata de profundizar en la obra gramsciana y en su
sentido y significado en el presente.
La experiencia personal que tuvimos cuando reemplazamos las
traducciones de la edición temática -organizada por Palmiro Togliatti y
traducida por varias editoriales en español, como Lautaro, Nueva Visión,
J.P. Ediciones- por la citada versión italiana curada por Valentino
Gerratana, donde los Cuadernos fueron publicados tal como fueron
escritos, posiblemente no la hayamos registrado en lo inmediato. Pero sin
duda influyó profundamente en nuestros escritos posteriores al 76, en los
que tomamos al filósofo italiano como referente. Al mismo tiempo, en la
actualidad del último quinquenio, esta experiencia se ha profundizado en
una dimensión que es difícil de abarcar y trasmitir. Pero además han
ratificado algunas remotas intuiciones que tuvimos en nuestros diferentes
tiempos de residencia en Italia como profesores visitantes en las
universidades de Nápoles y Salerno, desde el 79 hasta el 83 y luego entre
el 2002 hasta el 2010.
Esto nos anima a una hipótesis: la de la probabilidad de que la muerte de
Berlinguer (1984) sea la “segunda muerte de Gramsci”. Y también el
comienzo de la puesta en escena de una disputa por vestir su fantasma
con distintos ropajes, para utilizarlo como referente en la batalla cultural
dentro de que la que Guy Debors llamó la “sociedad del espectáculo”.
Antes de abordar este tema, o sea el de la diversidad en teoría e
intencionalidad política de las lecturas gramscianas, debemos completar
esta hipótesis con otra reflexión tal vez menos controversial. Si Gramsci le
da vida al PCI en 1921 con Togliatiti, Bordiga, Terracini, y otros, el
“aliento mesiánico” (ver W. Benjamin) que mantuvo vivo al PC a través
del compromiso histórico y la vía italiana al socialismo, la muerte del
portador de estas ideas, Enrico Berlinguer, también se convierte en la
muerte del Partido, que llega a su desintegración definitiva en 1991. El PCI
italiano fue hasta 1984 un organismo activo, creativo, heredero de la
memoria combatiente “partiggiana” creciente en la conducción de la clase
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subalterna desde la guerra de posición política, rebelde activo contra la


Unión Soviética, por contraste con los Partidos Comunistas inertes,
dogmáticos, del resto de Europa, sobre todo el PC francés y el español.
Sobre la cuestión de la enconada disputa por la apropiación del
“fantasma” de Gramsci, creemos que es indispensable la lectura del
excelente libro de Guido Liguori publicado en el “Gramsci conteso,
interpretazione, dibattiti e polemiche. 1922-2012” Ed. Riuniti, 2012. En
más de 400 páginas, el autor nos proporciona con prosa lúcida y crítica
una visión completa de la temática de la que nos estamos ocupando, en su
actualidad e historicidad.
Precisamente citamos un texto de G. Liguori, en el cual se refiere a uno
de los intérpretes liberales de Gramsci, Franco Lo Piparo, que desde la
lingüística, hace el descubrimiento de un lenguaje “esópico” y dispara la
sospecha de cartas perdidas, cuadernos ocultos y desaparecidos, e intenta
una fuerte torsión ideológica del pensamiento de Gramsci. Todo esto en
un libro titulado “I due carcere di Gramsci” que, casualmente, obtuvo el
premio Viareggio en el año 2012. Dice Liguori:
“En años recientes Lo Piparo se ha ocupado de los influjos que Gramsci habría
ejercitado, con la mediación de Piero Sraffa, sobre el segundo Wittgenstein,
hipótesis fascinante sobre la cual se anuncia un trabajo más amplio. Sale por
el momento un pequeño volumen de Lo Piparo, titulado I due carceri di
Gramsci: La prigione fascista e il labirinto comunista, destinado a discutir
sobre un lado diverso: el de la hipótesis, que en algunos autores se ha
convertido en afirmación polémica (y a veces levemente propagandística),
según la cual la originalidad de su pensamiento habría llevado a Gramsci a
abandonar el PCI y la teoría y de la praxis marxista y comunista. Fue
Benedetto Croce el primero a tentar la operación de contraponer a Gramsci
con los comunistas, escribiendo en 1947, frente a las Cartas: “Como hombre de
pensamiento, él fue uno de los nuestros”, es decir un liberal. Pero muchos –
no solo Lo Piparo– olvidan agregar que el año siguiente, a la salida
de los “Cuadernos”, don Benedetto admitió de haberse equivocado,
escribiendo que Gramsci era –lamentablemente desde su punto de
vista– un verdadero comunista y marxista. Obviamente el corte de Lo
Piparo es aquel del exégeta que analiza los escritos. Sin embargo se deja llevar
por las “ansias ideológicas” que reprocha a los intérpretes que (como Croce,
valdría decir) están convencidos que el pensamiento gramsciano se sitúa,
también en modo original, en el ámbito del marxismo y el comunismo. Veamos
algunos ejemplos.
En esta ansia de devolvernos un Gramsci liberal democrático, Lo Piparo saca
incluso de los Cuadernos una definición de hegemonía cortando mal la
cita: “La hegemonía presupone… un régimen liberal-
democrático” afirmaría Gramsci, según Lo Piparo. Gramsci, en
efecto, lo escribió (p. 691 de la edición Gerratana), pero no es su
opinión, es la de Benedetto Croce, resumida y confrontada con la de
Gentile, como resulta evidente para cualquiera que lea la nota
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completa” Guido Liguori, “Los inventos de un teórico liberal”


http://www.gramscimania.info.ve/2012/07/

Nos preguntamos por qué Gramsci es el filósofo marxista protagonista de


semejante polémica, por qué es el referente obligado de los pensadores y
escribidores, que van desde las triquiñuelas falsificadoras de citas, como el
caso anterior, hasta insinuaciones de renuncia al marxismo más sutiles
como las de Giuseppe Vacca (Modernitá alternative. Il novecento de
Antonio Gramsci, Einaudi, 2017).
Nos parece que esta cuestión fundamental está ligada a la pobreza y a la
debilidad filosófico-política del núcleo mítico-ideológico del capitalismo
actual, para ejercer la hegemonía, acentuada por la necesidad de
profundizar la perversión enmascarada de su violencia en las zonas donde
su dominio genera más resistencias.
Gramsci es el filósofo que asoma en cada conflicto y es, precisamente, la
riqueza transdisciplinaria humanística, filosófica, filológica, y su
conmocionante impacto en la subjetividad, la que lo convierte en el
referente teórico activo más actual y poderoso para afrontar la batalla
cultural y alimentar las rebeldías emancipadoras, aún las más incipientes.
La riqueza y calidad conceptual que mantiene su pensamiento y su
potencial praxístico, sobre todo en las regiones especulares más castigadas
por el capitalismo, ha originado una estrategia que tiene tres puntas: 1)
liberalizarlo para transformarlo, distorsionando su anticomunismo
estalinista, en un “renegado del marxismo”, 2) convertirlo en un teórico de
las “interpelaciones populares no clasistas”, desde una concepción
populista de hegemonía, 3) convertirlo en un “teórico de la revolución
pasiva- Estado ampliado”, en la concepción de Vincenzo Cuoco (Saggio
storico sulla revoluzione napoletana) que Gramsci ya había definido como
alternativa corporativista para la perduración del capitalismo.
Esta estrategia para neutralizar la potencia ideológica gramsciana, está
facilitada por que, paradojalmente, la versión de los “Quaderni” y de las
“Lettere” es de una de una riqueza conceptual y teórica notable. Gramsci
los escribió, como los pensó, en reflexiones filosóficos político-literarias
transcriptas de modo que en ellas se reflejan muchas veces sus emociones,
sus estado de ánimo, que sirven para vislumbrar, también, el resplandor
creativo de sus dudas e incertidumbres..
Si se toma un concepto desde el “Aparato crítico” y recorremos sus
significados en los tres tomos de la obra, se encuentra que ellos lo van
enriqueciendo, ampliando y muchas veces modificando. Lo importante es
que para entender el uso que hace Gramsci de ciertas categorías, sobre
todo las que son fundamentales, hay que asociarlas, establecer una
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búsqueda, una especie de investigación permanente de cómo ellas se


articulan en distintos momentos históricos y respecto a distintos hechos
políticos.
Gramsci va continuamente desde el “Risorgimento” a la Revolución
francesa y la Comuna de París, hacia la actualidad italiana que está
viviendo, bajo ese capitalismo que intenta la unificación de la República
bajo el autoritarismo del fascismo en los años 30. Su proyección hacia la
actualidad es un emergente que surge del lector-investigador si su búsqueda
es filosóficamente lúcida y políticamente inteligente. Por ejemplo tomemos
el famoso concepto de “hegemonía”. Cómo se manifiesta, cómo opera hoy
en América Latina, en los países de este “sub-bloque histórico”, que es
capitalista, pero que, al mismo tiempo es un espejo fragmentado que
refleja lo peor del capitalismo cuando intenta construir sociedades
explotadas que, en cierta forma, lo representan en imagen y semejanza. El
valor del pensamiento de Gramsci está en ese nivel, no para utilizarlo como
transcripción o trasvasamiento de sus categorías, ya que sería absurdo
hacerlo así.
Su valor está en su potencia para guía nuestra reflexión, desde la hipótesis
de que América Latina es una especial clase subalterna dentro del Bloque
Histórico capitalista. Pero su formidable densidad teórica no sido leída y
repensada con profundidad e inteligencia política. De ahí que sus conceptos
hayan sido colonizados. Eso ha sucedido con muchos pensadores y
emancipadores latinoamericanos revolucionarios como Bolívar, Moreno,
Belgrano, Martí y muchos otros. Han sido absorbidos como héroes de una
historia en la cual fueron asesinados, destruidos físicamente por su
verdadera condición revolucionaria. Serán incorporados al imaginario del
falso patrioterismo capitalista, continuidad de sumisión colonial imperial
una vez cesada la dominación política de España. Esta colonización se
intenta con Gramsci porque es el pensador cuya fuerza intelectual,
ideológica y política, llega a mantenerse vigente en Europa hasta la muerte
de Enrico Berlinguer.
De ahí toda esta ofensiva que intenta aniquilar la potencia transformadora
de la huella de su pensamiento. Los “soldados” escribidores activistas de
esta ofensiva pueden ser Laclau, Zizek, Gianni Vattimo, el nefasto Toni
Negri: nihilistas y desconstructivistas. Pero los grandes filósofos raigales
que han sido llamados por Adorno “filósofos de la muerte” son, en un
principio, Heidegger y Nietszche. Es el nihilismo inmovilizante, el
nihilismo que sirve a la masificación necesaria para la vigencia del
capitalismo. Deja a la sociedad y al hombre en situación práctico-inerte,
desubjetivado por la multiplicación práctico-tecnológica como dice Jean
Paul Sartre en su “Crítica a la razón dialéctica”.
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Pero el verdadero desafío nos llegó, indirectamente, del comandante Hugo


Chávez. El entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela,
quien reabrió la discusión sobre Gramsci, aunque en sentido abiertamente
opuesto a los militares reunidos en la “17a Conferencia de los ejércitos
americanos”, reunidos en Mar del Plata, Pcia. de Buenos Aires en 1987.
En las conclusiones publicadas se declaraba que, derrotada la guerrilla,
quedaban sin embargo dos peligrosos enemigos: la teología de la liberación
nacional, y el pensamiento de filósofo italiano Antonio Gramsci, por su
sutileza y capacidad de encubrir el marxismo e infiltrarse en la cultura
nacional y la educación de las mentes jóvenes para inculcarles un
pensamiento destructivo de la “civilización occidental y cristiana”. Veinte
años después, el 2 junio del 2007, ante una multitud de varios cientos de
miles de flamantes afiliados al recientemente fundado PSUV, Chávez,
inmediatamente después de su proclama sobre la necesidad de darle su
revolución bolivariana el objetivo de construir el “socialismo del XXI”, se
refiere a Antonio Gramsci como uno de los referentes de este proceso,
sobre todo por la lucidez de su pensamiento que nos ilumina sobre: 1) la
comprensión de que estamos en un punto crucial de una crisis histórica,
donde algo que comienza a nacer (el proyecto socialista de la V República)
debe destruir definitivamente a aquello que se niega a admitir que
comienza a morir (la IV República); 2) La necesidad de construir un
Bloque Histórico que venza las resistencias de la sociedad civil venezolana,
atada una tradición conservadora protegida por la manipulación mediática a
las transformaciones emancipadoras que propone la sociedad política a
través del Estado.
En realidad el discurso, si bien no se ajustaba mucho a las tesis
gramscianas sobre ese punto, tuvo un impacto político muy fuerte que
sirvió para colocar el filósofo italiano en un lugar privilegiado en el
imaginario popular revolucionario de ese momento. Poco tiempo
después, estando nosotros en Caracas dictando seminarios sobre un
Proyecto de formación de investigadores transdiciplinarios, diseñado con
la UBA y las dos más grandes y nuevas universidades bolivarianas:
Universidad Nacional de las Fuerzas Armadas y Universidad Bolivariana,
fue cuando nos convocó el ya citado entonces Director de la Editorial
Monte Ávila, Carlos Noguera, ex-colega y amigo, para conversar sobre la
mejor forma de publicar y difundir el pensamiento de Gramsci. Luego de
algunas reuniones de trabajo aprobamos el siguiente plan de investigación
y publicación:
Se decidió publicar dentro de un plazo no mayor de dos años cinco
pequeños volúmenes, cada uno referido a un núcleo fundamental de su
pensamiento, de 150 a 200 págs. Aproximadamente entre 50 y 60 págs.
serían traducción directa de la versión de V. Gerrattana de las dos obras ya
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citadas. En realidad, esta lectura era una investigación sobre los


significados que le daba Gramsci al concepto, en las páginas que indica el
Aparato Crítico en que este se trataba, en los tres tomos de los Cuadernos
de la Cárcel. El corpus textual se completó de acuerdo a la similitud
temática, con la misma búsqueda en las Cartas de la Cárcel, en la misma
edición, y cuando lo consideramos necesario, en los escritos pre-
carcelarios. El resto de alrededor de las dos terceras parte del volumen lo
dedicamos a analizar la potencialidad de las categorías gramscianas en
América Latina, sobre todo con respecto a Venezuela y Argentina, las
realidades más conocidas por nosotros, y también con referencia a otros
países de la región.
Veamos el contenido de cada uno de los tomos.
1. Gramsci: Filosofía de la praxis, teoría y método para la construcción
del socialismo.
2. Bloque histórico, categoría central del pensamiento gramsciano, su
historicidad y vigencia actual.
3. El concepto de hegemonía, de sociedad política, sociedad civil y
Estado, conceptos centrales para la ruptura o mantenimiento del orden
social y su alternativa de cambio.
4. La ideología, el sentido común y el buen sentido. La ideología como
idea-fuerza para la constitución de una subjetividad revolucionaria.
5. El Nuevo Príncipe: el partido, los intelectuales y la voluntad
colectiva como bases para la posibilidad de una sociedad emancipada.
Así como la Escuela de Frankfurt (T.W. Adorno, W. Benjamin, E. Fromm
y otros) utilizó un modelo marxista-freudiano para la comprensión de la
subjetividad social y los fenómenos políticos, veremos aquí cómo es
posible utilizar las categorías gramscianas y freudianas con el mismo
propósito.

II.- GRAMSCI Y FREUD


La utilización de un modelo gramsciano para leer a Freud es una de las
maneras en que releemos a Gramsci. Pesquisar que estos dos grandes
pensadores, hombre de ciencia el uno, filósofo y dirigente político el otro,
contemporáneos, que participaban de un enfoque cuya lectura los hermana
en más de un sentido, requiere de una lectura epistemológica y filosófico-
social.
Vidas simultáneas, actividades diversas, no hay trazos que indiquen que
uno conociera la obra del otro. Gramsci hace referencia sin embargo al
psicoanálisis, confesando al mismo tiempo que no conoce la obra, de lo que
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nace un prejuicio. Víctimas ambos, del fascismo italiano uno y del


nacionalsocialismo alemán el otro, con idénticas inquietudes sobre el tema
de la libertad del hombre, cadenas internas y cadenas externas. Aunque esta
diferenciación queda disuelta de antemano, al comprender que el
psicoanálisis, al plantear una historización de la constitución psíquica con
un otro que necesariamente es portador de la cultura, está sentando las
bases de una psicología social, en la que la comprensión de la actividad
psíquica como mayoritariamente no consciente, lleva implícita la
internalización de un modelo social específico en el cual se forma: lo
externo y lo interno en constante relación dialéctica constituyendo psique.
Las categorías mentales, en un caso ligadas irrestrictamente al sistema
fascista, al puritanismo mistificador en el otro, operaron como cárceles
concretas unas, conceptuales las otras para frenar y aislar la avalancha
liberadora y renovadora del pensamiento humano a la que no pudieron,
aislado uno y encarcelado el otro, sujetar. Ambos enfrentados también, con
el positivismo de la época. Los dos modificando una visión del mundo.
Para Gramsci, el marxismo no era sólo un método, sino una filosofía, una
idea sobre Ia realidad. Freud, acaso sin proponérselo, modificó la
concepción sobre el ser humano que se venía sosteniendo hasta ese
momento. Ambos construyeron su edificio conceptual desde la práctica y
teorizando críticamente en relación al pensamiento religioso, los prejuicios
y pensamiento mágico por un lado, y el cientificismo experimentalista de la
medicina y de Ias ciencias en general por otro, reflexionando mientras
construían una nueva filosofía, una nueva interpretación del mundo.
Gramsci combatía todo evolucionismo causaIista, tanto en su visión
optimista como fatalista, que le quitase al ser humano la posibilidad de
transformación de un mundo signado por un destino prefijado e
irreversible.
Lo objetivo y Io subjetivo comprendidos desde Gramsci como el “Bloque
histórico” en el que se desenvuelven los acontecimientos actuales, es el
concepto que expresa los límites dentro de los cuales juegan las
contradicciones gestadas entre “Ia superestructura y Ia estructura”, sin caer
en facilismos deterministas y causalismos irreversibles. Dentro de cada
espacio de un bloque histórico determinado, las relaciones entre sus niveles
expresan una actividad dinámica e interactuante, que surge de la
complejidad de un presente cuyo núcleo central está integrado por la fuerza
viva, en forma explícita o latente y las tendencias hacia el cambio, hacia la
transformación, hacia el futuro.
Lo “histórico” no es Ia masa de acontecimientos inertes acumulados
cronológicamente. Es aquello del pasado que se integra activamente en el
presente, lo afecta, pero sin determinarlo. Su existencia, junto con lo
significativo de la cotidianeidad, es Io que permite detectar Ias
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posibilidades de cambio. Ese tipo de historicidad le da sentido a la


totalidad, la delimita en función de la especificidad del momento
coyuntural.
Es el contexto referencial en el que se constituye “el tiempo presente” de
cada bloque histórico, desde el cual se puede indagar sobre su extinción o
sobre su reconstitución. Esta comprensión es también unidad de acción.
Así, el intelectual orgánico debe “comprender las circunstancias de su
tiempo histórico” y asentarse en la fuerza social necesaria para intervenir
activamente en la producción de las “ideas-fuerza” movilizadoras de la
reforma intelectual y moral dirigida a Ia conquista del momento ético-
político. O sea, que más allá de Ia pasión individual que lo guíe, debe
convertirse en el agente humano activo de Ia transformación cualitativa de
la cultura de masas, superando el momento productivo que reclama
únicamente reivindicaciones económicas.
El intelectual se ha interiorizado y ha desarrollado la instancia ideológica
dentro del bloque histórico. En el “espacio ideológico” de la cultura de
masas dominante- dentro del aparente vacío anómico- se encuentran 1) la
ideología remanente del pasado, punto de apoyo del sentido común, 2) la
ideología racional, en la que se sostiene la hegemonía, o sea el
mantenimiento del equilibrio entre coerción y consenso necesarios a su
mantenimiento, y la dirección política y cultural de la sociedad, en
confrontación con 3) la ideología de Ia transformación que está en relación
directa con Ias fuerzas orgánicas de la base infraestructural del bloque
histórico. (1) CaIeIIo, H. y Neuhaus S., “Gramsci, una travesía hacia el
socialismo en América Latina”. VoI. I, Monte Ávila Edit., Caracas, 2010.
Estas fuerzas sintetizan, en su relación contradictoria, la situación por la
que atraviesa un determinado bloque histórico, su posibilidad de
perdurabilidad o la dirección tendencial hacia su destrucción o
reconstrucción.
Queda a la vista que el modelo de bloque histórico tiene una potente
capacidad diagnóstica y organizativa.
EI lugar que Gramsci le da a la “reflexión praxística” se asemeja al lugar de
la interpretación y la construcción en Freud: la re-elaboración crítica para
superar el “sentido común” adquirido por la coerción social (lo pensado por
otros y asumido como propio, acríticamente) y devenido inconsciente por
efecto de la represión. La no- omisión de Ios aspectos contradictorios de la
vida y de la propia subjetividad que permite visibilizar las pasivas
renuncias vividas como adaptación: salir de la condición de hombre masa.
EI señalamiento freudiano de la contradicción individuo-cultura no lleva,
como Gramsci pensó en un momento, a la teoría del “buen salvaje”, sino a
la denuncia de los efectos desviantes que la represión cultural impone a
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través de la introyección de mensajes que impactan el frágil Yo desde el


exterior en la propia psiquis. Los aportes psicoanalíticos en este sentido
permiten comprender los mecanismos a través de los cuales esto se hace
posible, y marca más que nunca la condición socio histórica de Ia
constitución psíquica (Metapsicología y EI Yo, el EIIo y el Súper Yo,
Obras Completas, Edit. Amorrortu, 1978).
En este mismo sentido, Psicología de Ias masas y análisis del Yo y Moisés
y la religión monoteísta (Op.Cit.) son obras centrales para la comprensión
crítica de los hilos conscientes y no conscientes que se entrelazan para
crear y sostener una mentalidad sujeta a un embrionario vínculo en el que
se depositan las propias capacidades de transformación: la relación líder-
masa y Ios mecanismos puestos en juego para su sostenimiento (léase
perduración de Ia hegemonía a través de la manipulación de las masas y
logro de un consenso rutinario en Gramsci).
EI hombre es concebido en ambos como una totalidad de sentimiento,
pensamiento y acción en un presente historizado que es pasible de
reconstrucción en la medida en que se hagan conscientes las
contradicciones que generan el síntoma: social y político en un caso,
psicosocial en el otro. Ambos con un mismo objetivo: desaIienar, devolver
al hombre su potencia de transformarse a sí mismo y a su medio. Un
pensamiento transformador como acto de Iibertad. Pero esto no sería
posible de no mediar Ia hipótesis de lo inconsciente, que opera a través de
mecanismos internos de censura deformando la realidad para su mejor
aceptación, hipótesis implícita en el marxismo en tanto se habla de
alienación y de hacer consciente la situación de explotación, concepto
extendido en Gramsci en cuanto a asumirse “cIase subalterna”, incluyendo
no sólo al proletariado sino a todos los sectores sociales que sin saberlo,
también lo son.
Dos instancias: una infraestructural: las fuerzas vivas en el Bloque
Histórico y la fuerza de Ias pulsiones del Ello (reprimidas o no) en pugna
con Ias otras instancias psíquicas en Freud. Otra supraestructuraI: la
ideología en el Bloque Histórico y Ias formaciones históricamente
constituidas del Yo y el Súper-Yo en el aparato psíquico, con sus
cualidades conscientes, preconscientes e inconscientes. Instancias
constituidas en conflicto, entre sí y con el mundo exterior. En permanente
dinámica. EI Yo como formación resultante de la historia de las relaciones
del infans con su medio ambiente y sus objetos primarios, relaciones de
tensión entre Ia satisfacción y la frustración de las pulsiones y de renuncia
progresiva al principio del placer por Ias exigencias de Ia realidad. Una
encrucijada fundante: el Complejo de Edipo, metáfora genialmente
planteada para sintetizar tanto la presencia historizada de Ias prohibiciones
sociales y los ideales culturales (ideología) como el destino de Ias
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identidades, tanto sexual como psíquica en relación con las identificaciones


y renuncias pulsionales.
EI psicoanalista, por otra parte, opera como el intelectual en Gramsci. Y
eso nos lleva a los usos del psicoanálisis. A la posibilidad de que el analista
opere en su práctica como un engranaje más del sistema de creencias al
cual el paciente y él mismo, deben acomodarse, o a un analista con
conciencia praxística que engarza su práctica con el resto de las prácticas
sociales en un sentido transformador. Para ello, según Gramsci, el
intelectual orgánico de Ia transformación se liga a la “masa”
comprendiendo y sintiendo su problemática y esta ligazón implica
disolverse como intelectual que se sitúa “por encima” de Ia masa, para
lograr también que Ia masa se disuelva como tal para pasar a ser voluntad
colectiva, pensamiento orgánico y transformador. Mientras la masa
conserve su condición de tal, sólo le está dado seguir a alguien que siempre
se sitúa más allá, por encima de él en la medida en que él mismo deposita
su capacidad de pensar y actuar en ese que opera por él, idealizándolo.
Cómo trasladar ese concepto a la práctica psicoanalítica, considerando que
el analista debe conservar la “distancia operativa” necesaria para llevar
adelante la cura. Pensamos que hay un concepto que puede ayudarnos a tal
equiparación, y es el de contratransferencia. Sabido es que los pacientes
tienden a proyectar, a hacer una transferencia de sus figuras idealizadas en
el terapeuta, tal como el hombre-masa en el líder. Consciente de esta
situación y totalizando a través de la interpretación y Ia reconstrucción
histórica de Ia problemática del paciente, el analista no sólo piensa, sino
que también “siente” a través del efecto que esta situación tiene sobre él.
Consciente también de sus propias contradicciones y problemáticas (de
acuerdo al precepto de que un profesional del psicoanálisis debe a su vez
analizarse por un tiempo considerable) el analista debe estar en condiciones
de devoIverIe al paciente una interpretación que permita a modo de
interrogante y de cuestionamiento de Ia creencia anterior, concientizar
aspectos no visibles que operan como freno de su potencial transformador.
Es así como se produce un bloque histórico entre analista y paciente, en el
que la dinámica entre las partes produce un movimiento hacia el cambio,
removiendo con la técnica y el “tempo” adecuados al método, sin intentar
“tomar el cielo por asalto” sino dando lugar a un cambio progresivo en el
que la inicial alienación o predominio del sentido común como ideología se
transforme en buen sentido, es decir en un apropiarse de la propia
condición de reflexionar praxísticamente sobre la existencia, en la cual
engarza su situación particular y lo ayuda a ser consciente de sus
posibilidades.
13

Anexo

Las «Cartas» son escritas desde noviembre de 1926 hasta principios de


1937. Están dirigidas a su cuñada Tania, que lo acompaña en todo el
periplo carcelario en Italia; a su mujer, Julia, que permanece en Rusia
debido a su salud; a su madre; sus hermanos, amigos y más tarde a sus
pequeños hijos, Delio y Giuliano.
En la edición de Einaudi de 1975 8 las cartas son 428 y alcanzan 905
páginas. Su lectura es material indispensable para tener una visión
completa y profunda del pensamiento de Gramsci. En ellas, los grandes
temas de su filosofía aparecen tratados en un denso lenguaje coloquial
pleno de afectividad hacia los hijos y los amigos; la libertad, la pasión,
el amor, la educación. Los pequeños temas de la cotidianeidad en los que
se oponen el sentido común y el buen sentido, son analizados
profundamente por Gramsci, con un humor muchas veces irónico y
autocrítico. Las cartas son el «diario» escrito hacia sí mismo, desde el
«otro» afectivo, por un hombre que en la prisión parece habituarse
creativamente a la idea de su muerte próxima. La vida asaltada por
dolencias crueles y progresivas, sobre todo por la desatención médica del
régimen carcelario, es aprovechada por Gramsci más allá de sus límites
físicos. Lee todo lo que le permite llegar la censura, escribe, traduce,
porque esa es una actividad que lo «descansa de pensar»9 (7). Pero las
cartas son además un auxiliar precioso para seguir el itinerario de su obra.
En ellas, describe los puntos de partida de sus hipótesis filosóficas, las
dudas, los cambios y las rupturas en sus líneas de trabajo y sobre todo la
conmoción del avance de su obra, en confrontación con los
acontecimientos y los grandes pensadores de la época, con cuyos textos
toma contacto en la cárcel. Fueron publicadas en los primeros meses de
1947. Un texto que conmocionó a la Italia de posguerra, fue elogiado
públicamente por B. Croce y obtuvo el máximo premio literario otorgado
en 1948: el premio «Viareggio».

Los «Cuadernos» fueron escritos probablemente entre 1929 y 1934,


durante el período de Turín y Formia. Los veintinueve cuadernos son
milagrosamente rescatados por su cuñada a la muerte de Gramsci. Más
milagrosamente aún, sobreviven al «tiempo estalinista» y regresan a Italia
al fin de la Segunda Guerra Mundial. La primera edición italiana es
supervisada y ordenada por Palmiro Togliatti y se publica en varios tomos,
bajo los títulos Il materialismo stórico e la filosofía di Benedetto Croce,
14

Gli intelectuali e l´ organizzazione della cultura, Il Risorgimento, Note sul


Machiavelli, sulla politica e sullo Stato moderno, Letteratua e vita
nazionale, Pasato e presente, comenzando su publicación a partir de 1948.
Los primeros cuatro tomos son traducidos al español desde 1952 por la
Editorial Lautaro en Buenos Aires. En estas ediciones el material escrito
por Gramsci es ordenado de acuerdo al criterio de Togliatti y la
publicación se realiza en forma progresiva. Recién en 1975, la Editorial
Einaudi publica la edición absolutamente fiel a la escritura de los 29
cuadernos tanto desde el punto de vista cronológicos como el de su
secuencia temática.
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RESUMEN

XVII JORNADAS NACIONALES DE FIIOSOFÍA Y CIENCIA


POIÍTICA
LOS OCHENTA AÑOS DE LA SEGUNDA VIDA DE
GRAMSCI
HUGO CALELLO - SUSANA NEUHAUS- UBA-UNTREF
hugocaIeIIo@gmaiI.com susanamartaneuhaus@gmaiI.com
En este año 2017 se cumplió el 80 aniversario de la muerte de Gramsci.
No hay duda que es el filósofo político más del siglo XX, en voz y
escritura, en América Latina durante el último decenio. En muchas
oportunidades es asumido como referente de ciertas gestas, movimientos,
acciones políticas, por escribidores, políticos de oficio y hasta gobernantes.
Pero debemos reconocer que, más que su nombre, son algunos de sus
conceptos fundamentales, los que usados son a veces maltratados,
distorsionados y reiventados en sus significados.
La riqueza y calidad conceptual que mantiene su pensamiento y su
potencial praxístico, debe vincularse como lo ha hecho W. Adorno con la
dialéctica freudiana que trata de la subjetividad vaciada por el pensamiento
hegemónico. Su potencial praxístico, sobre todo para los movimientos
políticos de resistencia que se desencadenan en las regiones “especulares”
más castigadas por la hegemonía capitalista, lo ha convertido en un
referente ideológico muy potente, para la batalla cultural. Es por ello que
debe ser aniquilado a través de la neutralización y la distorsión. Esto ha
originado una estrategia que tiene tres puntas: 1) liberalizarlo para
transformarlo, distorsionando su anticomunismo estalinista en un
“renegado del marxismo”, 2) convertirlo en un teórico de las
“interpelaciones populares no clasistas”, desde una concepción populista de
hegemonía y 3) convertirlo en un “teórico de la revolución pasiva- Estado
ampliado”, en la concepción de Vincenzo Cuoco, que Gramsci ya había
definido como alternativa corporativista para la perduración del
capitalismo.

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