a la participación
Estudios de psicología social en México
SOMEPSO
SOMEPSO
III
J&9k UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA
tmmmnm UNIDAD 2TAPALAPA División de Ciencias Sociales y Humanidades
C o m i t é Editorial
Salvador Arciga Berna!
A n g é l i c a Bautista López
Claudett Dudet Lions
Marco A . González Pérez
Ma. de la Luz Javiedes
Juana Juárez Romero
Jorge Mendoza García
Eleazar Ramos Lara
Salvador Iván R o d r í g u e z
Javier Álvarez B e r m ú d e z
Gustavo Alonso M a r t í n e z Luna
I S B N 968-5868-03-4
Impreso en M é x i c o
Printed in México
índice
13 Presentación
Juana Juárez Romero
I
Los trazos de lo emergente
juvenil urbano
Alfredo Materas*
1. Los TERRITORIOS
249
psicosocial?, es decir, a la disciplina de la psicosociología (más psicológi-. •
que social) o a la disciplina de la sociopsicología (más social que psicológica I
Una respuesta tentativa es que nos situamos más allá de la disciplina di
origen, es decir, hablamos desde lo transdisciplinar debido a la complejidad
de la realidad social, su vertiginoso devenir y la cualidad de nuestros sujetos
objetos de estudio, máxime de que nos desplazamos en los territorios de la:
disciplinas humanas y las ciencias sociales. 1
250
mientos han contribuido a la construcción de una serie de prejuicios, estereoti-
pos y estigmas en nombre de la ciencia social y humana que, a su vez, son los que
alimentan y le dan contenido a la constitución de las representaciones sociales y
3
2 . L O S LUGARES CONCEPTUALES
251
la adolescencia producida por sus contextos. En este sentido, oodríamos carac
terizar a la juventud como una categoría (ai igual que el género) imprescindible
en los estudios sociales cuando se trabaja las culturas urbanas e identidades
juveniles, lo que conlleva una complejidad teórica y metodológica para los
académicos e investigadores. Dicha complejidad aluce a que nuestro objete y
sujeto de estudio (ia juventud) es cambiante y varía a lo largo del tiempo.- ya
que se modifican las condiciones históricas, sociales, económicas y culturan
de su producción en el tiempo y el espacio sociai.
Vale asentar un aspecto importante: existe una diferencia entre lo que po-
dríamos denominar, por una parte, la juventud; y por la otra, ios jóvenes, y qut
consiste en 10 siguiente: la juventud, decíamos, es una categoría de anáíisi;
de lo social y ios jóvenes son las formas y las maneras distintas y particulares de
apropiarse de esa categoría en la condición juvenil. Si esto es así, entonces, ios
jóvenes son un agrupamiento social con características, prácticas políticas y
culturales heterogéneas; en otras palabras, hay distintas formas de ser joven. Al
mismo tiempo, estamos ante un agrupamiento con cualidades propias y dife-
rentes a otros grupos o colectivos sociales; por lo tanto, devienen en importan-
tes actores y sujetos sociales desde su condición de ciudadanos con derechos y
responsabilidades ante sí y los otros, es decir, frente a los demás.
En este sentido interesa resaltar que, antes de ser joven, se es ciudadano, es
decir, el joven como sujero es considerado protagonista y activista social con
derechos individuales y responsabilidades colectivas. Por ello son importantes
las acciones y prácticas que refieren precisamente a la idea de participación,
elemento clave para hablar y referirse a la construcción de ciudadanías, o en
otras palabras, a las ciudadanías democráticas.
En el territorio de las ciudadanías hay un actor social (joven) que emerge a
partir de su condición de sujeto con derechos, los cuales pareciera ser que lo
están constiruyendo de inicio y como ruta de entrada desde los derechos polí-
ticos (votar por ejemplo), situación que propicia un olvido, distracción y de-
bilitamiento ante el ejercicio como ciudadano de los demás derechos: los
civiles, los sociales e incluso los culturales (aspecto central para las juventu-
des urbanas).
Así, podríamos trazar las siguientes coordenadas entre ia construcción
de ciudadanías, las identidades juveniles y la participación democrática, en el
entendido de que las ciudadanías tendrían que alimentar y dar contenido de
sentido a la constitución de las identificaciones juveniles a través de la incorpo-
252
ración de los valores de ia democracia; a saber: la legalidad, la igualdad, la
tolerancia, el respeto a la diferencia, la pluralidad, ia justicia y la equidad que
favorezcan ios vínculos y las relaciones intersubjetivas entre los sujetos sociales.
Planteado así, considero que nos situamos más allá de la adscripción
identitaria o de las culturas juveniles, ya que la idea y la acción de la ciudadanía
es una condición necesaria para hablar de una característica de lo político cuando
se hace política y que se sustenta en la gestión, la negociación de las posturas,
las ideas y los pensamientos divergentes con los otros. 4
253
identificatorias se procede, entre otros mecanismos, por contraposición al otro
distinto y diferente a uno que en términos de G. H . Mead hablaríamos del
«Otro Generalizado»; quien remite a la unidad de sí. 6
Esta contraposición al mundo adulto atraviesa, las más de las veces, por los
circuitos generacionales, es decir, es una tensión intergeneracional conforma-
da, por una parte desde los adultos jóvenes (y no tanto) que ejercen la función
paterna al representar, escenificar o dramatizar ¿a figura de autoridad (inclu-
yendo a determinados maestros y sacerdotes) y, por la otra, está la generación
contemporánea deí ser joven urbano, hombres como mujeres que entran en la
disputa en ia creación de sentidos en su constitución identitaria juvenil.
Dicha tensión intergeneracionaí se construye desde ciertos imaginarios en
ios mundos adultos, en tanto al ser sujeros de más experiencia y vivencia se cree
entonces que tal vivencia se puede transmitir y heredar a los hijos con ia simple
mención mágica de la palabra y el discurso que se dirige a los niños, los púberes,
los adolescentes o los jóvenes, cuando se sabe, también por experiencia, que
esto no sucede así y lo que le queda a esa función paterna' es simplemente
acompañar los procesos sociales de sus hijos e hijas (jóvenes).
254
vo actor: los ciudadanos del mundo; el avance de los regímenes de derecha; la
violencia institucionalizada; el narcotráfico como el otro poder ligado princi-
palmente al económico y político; la emergencia de los movimientos sociales
alternos; el megaterrorismo de Estado o institucionalizado y el megaterrorismo
subversivo, la guerra del imperio por arbitrar al mundo y los fundamentalismos
9
políticos y religiosos.
Estos acontecimientos en el nivel global se articulan con los sucesos locales
que para el caso de nuestra sociedad mexicana resaltan los que a continuación
se nombran: desde la década de los ochenta las constantes crisis económicas e
institucionales (la familia, la religión, la política, la educación); el vaciamiento
o descentramiento de la política junto con el descrédito de sus instituciones y
sus políticos; el lenguaje de las ciudades del interior del país marcadas por la
10
violencia; el avance del crimen organizado incluyendo las mafias del narcotráfico;
la impunidad y la corrupción como cáncer de las instituciones, especialmente
las de procuración de justicia; la inseguridad pública; la pauperización de la
población en general y de los jóvenes en particular; la creciente desmovilización
colectiva; los déficit de ciudadanía política, social, civil y cultural; el desempleo
galopante; la economía informal; la persistencia de un Estado premoderno
política y culturalmente hablando; la velocidad y rapidez como condición de la
vida urbana; el triunfo del capital en la versión del neoliberalismo económico;
la frágil transición democrática; el conservadurismo de la sociedad y el avance
de los grupos sociales más intolerantes y peligrosos.
Es a partir de los cruces e intersticios de los contextos globales y locales que
podemos caracterizar una particular producción de la condición juvenil urba-
na contemporánea en nuestra sociedad mexicana con rasgos muy similares
para los países de América latina que se definiría en términos generales por ser
los hijos de todas las crisis posibles, las que ustedes deseen; una cancelación de
los horizontes de futuro, a mediano y largo plazo; el aquí y el ahora de la vida
en tanto su fugacidad; la victoria de la hiperindividualidad sobre lo colectivo y
lo grupal; la proliferación de las ciudadanías del mundo; la marca de la exclu-
sión social a partir de los consumos culturales; la internalización de las prácticas
sociales inscritas en los flujos y reflujos migratorios; signados por las tecnolo-
gías de comunicación; reconfiguración en la manera de participación política y
social en forma de redes horizontales; no se agrupan más por ideologías polí-
ticas sino por propósitos y acciones concretas y situacionales; los agrupamientos
son microidentidades representadas y dramatizadas en el espacio urbano; gran
255
importancia a la apropiación de los territorios, ios espacios y ios lugai
semipúblicos v públicos de las grandes urces del país; dramatización y pir-
en escena de las corporalidades; la influencia de las industrias culturales di¡
das a ios jóvenes que diseñan estéticas y rachas juveniles; criminalizaciói
prácticas y expresiones juveniles urbanas.
256
universidad), es de sobra conocido que es el ámbito o el espacio donde se
13
ejerce un control muy fuerte sobre el diseño de las sexualidades v las estéticas
corporales de los escolares, es decir, en las escuelas públicas como en ios cole-
gios privados se prohibe a los adolescentes y a ios jóvenes llevar arracadas,
portar tatuajes, usar ombligueras, traer ei pelo de colores. Ejemplos claros y
evidentes de que la decisión y los actos en v con el cuerpo pareciera ser que no
pertenecen a los adolescentes y los jóvenes. El argumento es que son menores
de edad y, supuestamente, no saben lo que hacen; en otras palabras, no son
considerados como interlocutores válidos, va que se infantilizan sus prácticas
sociales y sus expresiones culturales.
En esta disputa también se juega una parte del imaginario y de la posrura
judeocristiana, en el entendido de que el hombre, y por consiguiente el cuer-
po, es una creación de Dios (a su imagen y semejanza), por lo tanto, el cuerpo
no pertenece a él o a ella (en este caso a los jóvenes), sino al Señor, de ahí que
solamente se está facultado para la procreación, ya que está cancelado el goce y
el placer en el coito, así como los actos en y con el cuerpo; el aborto, la altera-
ción y decoración de los cuerpos (tatuajes) y el decidir por la propia muerte (la
eutanasia o el suicidio).
Un ejemplo bochornoso del contubernio entre el discurso del poder
institucional de la Iglesia católica, con el discurso del poder de las instituciones
de salud en cuanto al control de los cuerpos de las adolescentes y las jóvenes,
que atenta contra los derechos sexuales y reproductivos es el caso de Paulina
del Carmen Ramírez, niña de 13 años de Baja California, violada y obligada
14
257
ejemplo, censar las identidades de pínerc cerne un parar-nance, incorporar.
cuestión del poder, apoyarse en miradas disciplinares como ia antropología :
desplegar dispositivos metodológicos como í&s narrativas, ios sxupcs rocai;
y ia: lústorias de vicia en sus estudie: sociales."
E sgularmente cuando se habla de ióvenes se cree que rodos ellos son hom
bres por lo que una gran parte de académico: e investigadores han •:. -rraac d
:
259
estéticas, de apropiación de ia calle, preocupación por ser respetados, adquirir
reputación y como microgrupo mantener ia unidad como una forma de pro-
tección o autodefensa ante la amenaza real y simbólica de ios otros grupos.
Vamos a caracterizar a estos agrupamientos como bandas o pandillas cuJturaies
o desde sus ciudadanías culturales.
Por otra parte, están también ios que se agrupan por aspectos identitarios y
aunque sin dejar ce ejercer sus prácticas sociales se centran en acciones y acti-
vidades ilegales (asaltos, venta de drogas y trafico de armas) y ias más de las
veces es por prestig o social ante los otros, ejercicio del poder y beneficios eco-
:
261
mayoritariamente por jóvenes homores y mujeres que acaban de realizar (el 2
de mayo) la tercera marcha en ia Alameda Central dentro del marco del Día
Mundial por la Liberación de la Mariguana.
Las consignas que se escuchaban son muy elocuentes dado su valor de enun-
ciación y su fuerza simbólica; desde ias dirigidas contra la represión policiaca y
ei control social: «¡PRESOS PACHECOS, LIBERTAD!», «PACHECO INFORMADO JAMÁS
SERÁ APAÑADO-:, «No ME LLAMES CRIMINAL, LA MOTA N O HACE MAL»; las que ha-
262
desgracia al Instituto Federal Electoral, en tanto la intervención vergonzosa del
PRI en la elección de los nuevos consejeros electorales.
Esto ha originado —no sólo en una parte de la población juvenil, sino en los
demás sectores de la sociedad— un alejamiento a las instituciones políticas, una
apatía y un desgano válido por no participar en cualquier actividad social,
comunitaria y ya no se diga pattidista: sean asambleas, foros, consultas o en los
procesos electorales. Además, queda claro que actualmente los contextos socia-
les, económicos e históricos en los que vive la mayoría de los jóvenes urbanos
de la nación complican de sobremanera la posible participación política y, por
consiguiente, la construcción de ciudadanías juveniles «democráticas», lo cual
remite posiblemente a problemas y dificultades en los procesos de socializa-
ción política de los niños y ios jóvenes respecto de ia acción y participación
social como a los valores de la democracia.
Hay realmente un déficit de ciudadanía en la mayoría de los mexicanos,
máxime viniendo de una sociedad tan autoritaria y conservadora, lo cual con-
lleva a una ausencia o fragilidad en la interiorización de los valores como los de
la solidaridad, el compromiso social y la participación política que se reduce a
su mínima expresión. De nueva cuenta, esta situación particularmente se hace
más visible en una gran parte de jóvenes, quienes están hastiados de la forma y
la manera en que se conducen los asuntos de la política de este país, lo cual ha
originado que pata ellos y ellas la política cobre un valor meramente funcional
y pragmático, es decir, proceden orientados por fines, o sentido de finali-
dad (tener la ctedencial de elector para entrar a las discotecas), aunque eso
implica que no hay principios políticos e ideológicos claros y definidos, en
tanto que tampoco están las condiciones para que esto no sea así.
Algunos ejemplos de lo endeble y frágil de los procesos de socialización
política en los jóvenes en el ámbito social, familiar y escolar quedan evidentes
en las siguientes cifras retomadas de algunas encuestas: los jóvenes son los
18
menos interesados en los asuntos electorales, los de 18 y 19 años son los que
menos están empadronados y entte más joven, es mayor el abstencionismo; es
decir, los jóvenes tienen el índice más alto en este renglón Además, hay serias
dificultades para la comprensión y la asimilación de ciertos valores democráti-
cos como el de la tolerancia, por lo que se muestran preocupantes rasgos de
discriminación (Peschard, 2003).
Asimismo y con base en resultados de la Consulta Juvenil 2002 «Expré-
sate 10/31»,]9 tenemos datos muy elocuentes respecto de la disposición a
263
-os valores democráticos {vid. supra.: notí 13). veamos: 41.3% nc tolera
vivir con la diferencia de ios otros: 63.8% está dist; ueste a violar regias antes
de negociarías cor. los maestros; 30% no muestra madurez política ni respeto
a la legalidad, la legitimidad y la pluralidad, ya que no reconocería al «otro»
como ganador político; 28.2% nc está en disposición de dialogar con ios
padres a fin de hacer cambios a acuerdos preestablecidos; 32.9% no cumpliría
con acuerdos y límites familiares pactados: cuando se trata de seguir divir-
tiéndose: ai 38.7 % se le dificulta la convivencia en ia escuela con sus compa-
ñeros ooi sufrir bromas y burlas; y a 25.2% se le complican ¡as diferentes
formas cíe :er v cíe oer-s-.rr de ios demás, es decir, sus compañeros de ciase y de
265
En este sentido, habría que pensar que ias políticas públicas de juventud
tendrían que dirigirse ai mundo adulto y sus instituciones, es decir, es urgen t-
sensibilizar y capacitar a todos ios que estén relacionados con el trabajo con
jóvenes: funcionarios, políticos, maestros, sacerdotes, cuerpos de seguridad del
Estado, comunicaáores, gestores culturales y personal de salud, a fin cié que
estén informados y sepan de los conocimientos y los saberes generados por la
academia para que comprendan ios sentidos de las prácticas sociales y ias ex
presiones culturales de ios jóvenes contemporáneos.
En ia medida en que los mundos adultos y sus instituciones otorguen
lugar de ciudadanos a los sujetos jóvenes con derechos, por ejemplo a ia infor-
mación sexual, entonces se estaría en la posibilidad de realmente vivir y convi-
vir con las diferencias independientemente de que se este o no de acuerdo cor
las decisiones de sí de los jóvenes urbanos.
Notas
1 Al respecto hay una interesante discusión entablada por el psicólogo social español Tomás
Ibáñez, cfr.»Introducción 'La Tensión Esencial' de la Psicología Social», en Páez et ai., 1992.
2 Los textos clásicos que sustentan tal paradigma son ios de Eik H . Erikson: Identidad, Juventud
y Crisis (1968) y Sociedad y Adolescencia (1989).
3 La alusión a la representación social no es desde su constructo teórico, sino como una categoría
o concepto descriptivo, a como lo sugieren algunos psicólogos sociales como Maritza Montero y
Tomás Ibáñez. Cfr. Maritza Montero: «Indefinición y contradicciones de algunos conceptos
básicos en psicología social», en: Montero, 1994; Tomás Ibáñez: «Representaciones Sociales.
Teoría y Método», en Ibáñez, 1988.
4 Para un debate amplio e interesante de la formación ciudadana en América Latina, de la
consolidación de la cultura democrática desde los organismos públicos, civiles y el abordaje con
población infantil, de jóvenes y mujeres, el lector interesado puede consultar IEDF, 2003.
5 Quizás uno de los textos imprescindibles para entender cómo se ha construido a lo largo de la
historia el concepto de ideología y el de cultura es ei de John B. Thompson (1998), cuyo título
original en inglés (1990) es: Ideology and Modern Culture. Critica! Social Theory in The Era of
Mass Communicalion.
6 Cfr. Mead, 1990.
Hacemos una diferencia entre lo que Freud hablaba de lafiguramaterna y paterna que remite
a la condición biológica y lo que la escuela lacaniana en psicoanálisis menciona como la función
que no remite a lo biológico, sino a la representación simbólica y puesta en escena de 10 materno
que lo puede ejercer incluso el padre o lo paterno que también lo podría ejercer ia madre, o
cualquier otra figura (abuelos, tíos, hermanos, amigos), es decir, lo que interesa es ia función
(cfr. Lacan, 1971; Laplanche y Pontalis, 1982).
8 En la película alemana Adiós Lenin del director Woll Gang Becker (2003) se relata.•:.través do
la historia de una íamilia de la República Democrática Alemana, el colapso del socialismo real,
la caída del muro de Berlín y ia entrada a la economía capitalista.
266
9 Hay un texto muv recomendable de uno de los teóricos de la psiquiatría española que mas ha
trabajado el asunto del terrorismo, y es el Francisco Alonso-Fernandez (2002).
10 Ejemplos recientes son los videoescándalos de miembros prominentes del Partido de la
Revolución Democrática (Rene Bejarano y Carlos Imaz) en actos de reprobable ética al recibir
dinero por el ahora denominado Señor de ios Sobornos, Carlos Ahumada. Y dadas ias evidencias
que se tienen todo indica la existencia real de una conjura y complot desde prominentes miembros
de! Partido Acción Nacional (Diego Fernández de Cevallos y el mismo presidente de la república,
Vicente Fox), la Procuraduría General de la República, la Secretaría de Gobernación, la Secretaría
de Relaciones Exteriores para acabar políticamente con el jefe del Gobierno del Distrito Federal,
Manuel López Obrador. Situación realmente delicada y grave, ya que vuelve a erosionar la de
por sí endeble democracia a la mexicana y a poner en riesgo las relaciones diplomáticas con el
gobierno cubano.
A partir de la iniciativa de Ley de Convivencia Ciudadana y de algunas de las recomendaciones
11
de Giuliani al Gobierno del Distrito Federal para aplicar la denominada política de Tolerancia
Cero (o de las Ventanas Rotas) aplicadas en la ciudad de Nueva York para combatir a la
delincuencia, el 29 y el 30 de abril de 2004 se aprobó en comisiones por mayoría del PRD el
dictamen de la Le}' de Cultura Cívica para el Distrito Federal que sanciona penalmente, entre
otros personajes, a los franeleros, a las prostitutas, a los graffiteros y a los mayores de 11 años.
Situación realmente grave, denunciada por organizaciones a favor de los derechos humanos.
Además, se tiende peligrosamente a criminalizar determinadas prácticas sociales y expresiones
del arte callejero de determinados jóvenes urbanos, a penalizar la pobreza, castigar la exclusión y
prohibir el trabajo informal. Véase periódico La jornada en las fechas señaladas.
12 Situaciones emergentes igualmente importantes de la condición juvenil contemporánea serían
las vinculadas con los procesos migratorios, el uso y apropiación de los espacios semipúblicos y
públicos, las adscripciones ¡denotarías, las industrias culturales, los tiempos y espacios del
divertimento, las tecnologías de comunicación, las trayectorias familiares y los circuitos de la
educación, el empleo y el desempleo.
13 AI respecto hay algunos datos muy reveladores que arrojan los resultados de La Consulta
Juvenil 2002, «Exprésate 10/31» del Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) aplicada el 31
de octubre del 2002 a estudiantes de educación secundaria del D.F., en 314 planteles cuya
cobertura fue del 44% de la matrícula escolar del ciclo 2002-2003 con la participación de 183
541 alumnos, 69% del turno matutino, 30.1% del vespertino, 50.8% mujeres, 47% hombres
entre 13 y 15 años de edad. En el ítem número 9 (de 11) se les pregunta por lo que más les gusta
de la escuela: 41.9% contestó que los compañeros; enseguida aparecen los maestros con 23.7%.
En el ítem 11 tenemos: si los maestros favorecen una convivencia agradable en clase, la respuesta
fue que 33.9% dijo que mucho y 39.7 % refirió que algo. Cfr. Fernández y Rodríguez, 2003.
14 Cfr. G I R E , 2000.
15 Para un amplio debate respecto de la identidad femenina, se sugiere el siguiente trayecto
bibliográfico: Lamas, 1996; Lorber, 1997; Serret, 2001.
16 Los referidos autores del Center For Investigative Reporting (Centro de Periodismo de
Investigación), en Berkeley, realizaron un trabajo durante año y medio con pandillas mexicanas
en California y dan cuenta, a través de testimonios e historias de vida, de la estructura de la
violencia que ejercen estos agrupamientos en una confrontación abierta entre jóvenes norteños
nacidos en California (chicanos-mexicoamericanos) y los jóvenes sureños inmigrantes mexicanos
radicados allá. Es una batalla entre jóvenes inmigrantes latinos conformados en dos grandes
pandillas: Nuestra Familia -Nuestra Raza- que controlan desde la cárcel el trafico de armas y
drogas (inicialmente seguían los ideales de César Chávez y el radicalismo de las Panteras Negras)
y combaten a los sureños, campesinos inmigrantes de origen mexicano conformados en lo que
se conoce como la Mexican Mafia. Cfr. Sánchez y Reynolds, 2003-2004.
267
" Las intervenciones se dan en ios espacios y ios lugares del divertimento y ia fiesta de ios jóvene
(antros, discotecas, naves) ofreciendo información y educando en el buen uso dei uso de aro.;;
a cuienes lo soliciten y que ya convinieron con antelación usar drogas o ser usuarios.
18Encuesta Nacional de Cultura política y Prácticas Ciudadanas de ia SEGOB, 2002 y del IFI del
2000.
15Cfr. Fernández y Rodríguez. 2003.
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