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ESPIRITUALIADA DE LA INFANCIA MISIONERA

El fundador Carlos Augusto Forbin, no tuvo el


tiempo necesario para elaborar un contenido
teológico para su Obra. La llamó Santa
Infancia porque deseaba que el camino
misionero de los niños siguiera las huellas de
Jesús, hecho niño.
La Obra de la Infancia Misionera esta puesta bajo la protección del
niño Jesús.

La Santísima Virgen es la primera protectora,


junto con los ángeles custodios, San José, Sana
Francisco Javier y san Vicente de Paúl.
• Todos los niños bautizados
pueden ser miembros de
esta gran Obra.
• Los niños son admitidos
desde su más temprana edad
hasta su Primera Comunión.
• La Obra se organiza en
grupos de doce miembros
para honrar los doce años de
la Infancia de Jesús y se
distinguen por la edad.
El fundador al crear los
grupos tenía una intención y
era tener en cuenta los años
de la Infancia de Jesús y su
niñez. Imitar su simplicidad,
su silencio, su alegría, la
disponibilidad, la confianza
en María su Madre, la
docilidad al Padre adoptivo y
sobre todos el deseo de
ocuparse en las cosas del
Padre Dios.
El fundador estaba
convencido de que la
debilidad de la Infancia,
tiempo de silencio y de
soledad, ha sido
divinizada por Jesús y se
ha convertido en fuente
de gracia para la
humanidad, sobre todo
para los niños y para los
que se hacen como ellos.
Según el carisma de la Infancia Misionera,
el camino formativo debe dar a los niños
una conciencia nueva.

Los pequeños son


depositarios de la
Gracia Bautismal, en la
cual se encuentra la
plenitud del Espíritu.
• El bautismo es un don gratuito que pertenece
a la persona bautizada, pero la abundancia
de la gracia que se deriva del él, pertenece a
la universalidad de los hermanos, a los que
nos une la misma paternidad de Dios.
No podemos permitir que millones de niños queden
fuera de la fuente verdadera de la vida.

Por eso el compromiso misionero nace del


bautismo, y no se refiere solo a los adultos.
Los niños mientras son niños son misioneros
con la oración y el sacrificio; con el deseo de
llegar a serlo con el don de la propia vida
cuando sean adultos.
• Hoy nos podemos
preguntar: de Dónde
toma el fundador la
Espiritualidad de la
Infancia Misionera?
• El fundador como
muchos de sus
colaboradores habían
pasado por el seminario
donde se les infundía la
devoción a la Infancia de
Jesús.
El Cardenal Pierre de
la Berlle, en la primera
mitad del siglo XVI,
había puesto la
Infancia de Jesús en el
centro de su
enseñanza,
subrayando la
dependencia, el
silencio, y la humildad
de su sabiduría.
Imitando a María ante el
pequeño Hijo de Dios,
cada niño recibe la gracia
de la inocencia , de la
pobreza interior, de la
obediencia, de la humildad
y la docilidad, de la pureza
y del silencio. Por ello los
niños se sienten animados
a rezar y a adorar a Jesús,
consagrándose a El y
aprendiendo a depender
de El.
Con la Obra de Infancia Misionera El Obispo Carlos
Augusto Forbin devuelve a los niños un lugar
privilegiado de santificación: La Infancia del Hijo
de Dios.
La Misión les hace
conscientes y su crecimiento
espiritual se desarrolla a
partir del Sacramento del
Bautismo y de la Eucaristía.
En el primero sacan el agua
de la fuente de la gracia y la
comparten con los
hermanos. En el segundo se
alimentan del don
eucarístico y se convierten
en pan partido para sus
compañeros.
A nosotros nos
corresponde la
tarea de hacernos
compañeros de
camino de los
niños de manera
que la fe de ellos
llegue a ser misión
en la cotidianidad.
La Misión de la Infancia
Misionera se realiza con
pequeños gestos, con
pensamientos de paz, por
medio de actitudes
fraternas, en el juego, en
el trabajo, en la oración,
en la contemplación del
rostro de Jesús que
refleja el rostro de los
hermanos lejanos.
Los niños ayudan a los niños y, juntos caminan con Jesús
hacía el Padre.

Esta Obra es un servicio de las Iglesias particulares


que trata de ayudar a los animadores de Infancia
Misionera a despertar progresivamente en las
niñas y los niños una conciencia misionera
Universal y a moverlos a compartir la fe y los
medios materiales con los niños de las regiones y
de las iglesias más desprovistas. Desde su origen la
Obra de la Infancia Misionera ha contribuido al
despertar de vocaciones misioneras.
( de los Estatutos, Cap. II, No. 17)
LA ANIMACIÓN MISIONERA

• El sentido de la misión para


los niños está vinculado,
evidentemente con el
encuentro personal con
Cristo.
Jesús como compañero de
viaje ocupa un puesto
privilegiado en el corazón
de los niños y ellos quieren
compartir con otros la
alegría de este encuentro.
• Hablar de Jesús significa
hablar de una experiencia
que no puede ser callada
porque le pertenece como
don a cada uno, pero como
gratuidad a toda la
humanidad.

Por eso la Animación


Misionera desde la más
tierna edad es una expresión
madura de crecimiento en la
fe.
• El concilio lo dice: “también
los niños tienen su actitud
apostólica. Según su
capacidad, son testigos
vivientes de Cristo entre sus
compañeros”
El servicio eclesial que la Obra de la Infancia
Misionera lleva a cabo en la mayoría de los
continentes, resulta cada vez más valiosa y
providencial, pues contribuye a dar nuevo
impulso a la acción misionera de los niños a
favor de los otros niños, y sostienen el
derecho de los niños a crecer en su dignidad
de hombres y de creyentes, ayudándoles
sobre todos a realizar su deseo de
conocer , amar y servir a Dios
• La colaboración de los
jóvenes en la evangelización
es sumamente necesaria: La
Iglesia tiene puestas
grandes esperanzas en su
capacidad de cambiar el
mundo.
• La misión es un itinerario
que interesa toda la vida de
la persona y de la
comunidad eclesial.
El mandato de Jesús:
”Id por todo el mundo
y proclamad la Buena
Nueva a toda la
creación”, comienza
para cada cristiano el
día del bautismo
La educación misionera
consiste en una gradual
toma de conciencia del
empeño misionero que
Cristo ha confiado a su
iglesia y que la Iglesia
confía a cada miembro de
su comunidad, Todos
deben crecer en la
conciencia de que la fe
cristiana hay que
compartirla.
• Se requiere de una
sensibilización, Es el
primer paso de la
educación misionera.

• Unos conocimientos,
El niño tiene necesidad
de informaciones
correctas y amplias,
que lo llevan a
ubicarse en el entorno
y en el mundo.
Una educación, que lo lleve
a un empeño personal. Los
conocimientos deben
pasar de la mente al
corazón y cambiar el estilo
de vida de la persona, que
lo lleva a comprometer el
tiempo, la oración, la
actividad, la simpatía,
nuestras cosas y nuestra
vida en bien de la misión.
La solidaridad, que parte del
compromiso bautismal.
Lo comunitario. La misión no esta hecha por
navegantes solitarios. Nace de la comunidad
y ha sido confiada a la comunidad.
La universalidad. La misión que Cristo ha
confiado a su Iglesia es una misión Ad-
gentes, debe alcanzar los confines de la
tierra. No pertenece a un individuo, a una
jurisdicción determinada o a un continente,
sino a un mundo entero.
La educación misionera
debe conducir a una
gratuidad completa. Hay
que educar a nuestros
niños para el servicio a la
Iglesia Universal. La
universalidad es una
actitud interior que
requiere una
intervención educativa.
Respuestas de los niños:
Una correcta educación misionera logra en los
niños la superación del egocentrismo.
• La identidad de los niños se
estructura necesariamente
sobre los modelos. A ellos les
motiva las experiencias de
solidaridad, las fiestas, los
compromisos comunitarios,
los encuentros con los
misioneros, el conocimiento
de la realidad universal.
El niño de hoy crece con el débil
sentido de la responsabilidad, porque
ni la familia ni la sociedad le asignan
papeles definidos.

• Todo niño sueña con se


llamado a hacer cosas
grandes, advierte la
necesidad de sentirse útil
en el mundo.
• La educación misionera lo motiva a cumplir gestos
de solidaridad que le dan paz porque se siente
habitante del mundo y protagonista de la vida.
• Crece en el niño el sentido de responsabilidad.
• Crece en el los valores de justicia, paz, libertad y
vida.
El niño va construyendo un concepto de Dios,
donde el amor, la misericordia, la
contemplación, la amistad espiritual y la
confianza sustituyen la dimensión mágica de
la Infancia.
ESTATUTOS

• LA obra de la Infancia Misionera presta su


servicio a la Iglesia particulares con los
siguientes objetivos:
• Ayudar a los animadores a despertar y
desarrollar progresivamente en los niños una
conciencia misionera universal y conducirlos
hacia una comunión espiritual e intercambio de
material con los niños de otras iglesias,
especialmente con aquellos que tienen más
necesidades.
• El lema es “LOS NIÑOS
AYUDAN A LOS NIÑOS”
• Contribuir a la promoción
y florecimiento de nuevas
vocaciones misioneras.
• Prepara Animadores
misioneros que
acompañen a los niños en
su camino hacía una
conciencia misionera más
madura.
Los métodos de
formación misionera
de la Obra de la
Infancia Misionera,
debe adaptarse a la
edad, a su mentalidad,
a su ambiente y a su
capacidad.
La Obra de la Infancia Misionera organiza cada año un
a jornada Mundial, durante la cual atrae la atención
de los niños hacía las necesidades espirituales y
materiales de los más pequeños de todo el mundo.
Los niños son animados a ofrecer a los otros niños
del mundo su ayuda en forma de oración, de
sacrificio, de donativos, estimulándoles a descubrir
en ellos el rostro de Jesús.
Al llamar la atención sobre las necesidades
de los niños pobres de bienes materiales ,
no se debe dejar de poner de manifiesto la
riqueza de sus valores espirituales .
Los niños en los grupos
aprenden a conocerse y a
quererse como hermanos
y de este modo se
enriquecen mutuamente.
Los donativos de los niños de los
diversos continentes,
constituyen el fondo universal
de Solidaridad de la Infancia
Misionera para ayudar a las
instituciones y actividades a
favor de los niños.

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