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¿REALMENTE DISMINUYEN LA
DESIGUALDAD ECONÓMICA?
Melissa López Carrión
ECONOMÍA 9° SEMESTRE
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo busca analizar los rasgos que caracterizan a las estrategias
económicas para el desarrollo económico y social del país, asimismo pretende mostrar
qué tanto han diferido y sobre todo, cuáles han sido los resultados alcanzados con su
aplicación en materia de crecimiento económico, generación de empleos, inflación,
crecimiento poblacional, saldo comercial, tipo de cambio y sobre todo desigualdad
económica. Para cumplir con dicho propósito, en primer lugar se enumeran las distintas
características de cada estrategia y posteriormente sus resultados, a manera de
conclusión, compararlas con el fin de establecer sus diferencias y similitudes y realizar
una evaluación de los resultados alcanzados en la distribución del ingreso. En los últimos
sesenta años se han instrumentado tres estrategias económicas denominadas
“Desarrollo Estabilizador”, aplicada de mediados de los años cuarenta hasta finales de
los sesenta; “Desarrollo Compartido”, instrumentada de inicio de la década de los setenta
hasta inicio de los ochenta; y “Crecimiento Hacia Fuera” o “Neoliberal”, de 1983 a la
fecha. Para alcanzar los objetivos del estudio, nos enfocaremos solo en las dos primeras.
Cada una de ellas se formuló de manera gradual y no necesariamente se aplicó en su
inicio de forma articulada o integralmente planeada a efecto de dar respuesta a las
necesidades económicas y sociales de una población en continuo crecimiento.
DESARROLLO ESTABILIZADOR
Antecedentes
Reynolds, C. W. (1976) encuentra que después de la segunda Guerra Mundial el ingreso
per cápita de México se aproximaba a 150 dólares anuales, y casi el 60% de la población
vivía en el sector rural con ingresos muy por debajo de ese nivel. La guerra había
impulsado las manufacturas mexicanas, y los gobernantes decidieron continuar tal
impulso por medios artificiales que incluían la protección arancelaria, los contratos de
licencias que restringían las importaciones competitivas, las exenciones y los subsidios
fiscales, el establecimiento de empresas públicas en sectores estratégicos, así como la
provisión de energía eléctrica, caminos, sistemas de comunicación y combustible a
precios subsidiados. Los gastos del programa de industrialización del gobierno, y los
proyectos de infraestructura relacionados, se cubrieron en parte con financiamiento
deficitario. Dado que los bonos públicos de bajo rendimiento atraían poco a los
inversionistas nacionales o extranjeros, el resultado fue gravemente inflacionario.
Entre 1948 y 1954 aumentó el índice de precios al 8.4% anual. Mientras tanto, el nivel
de precios de los Estados Unidos crecía al 2.0% anual. En virtud de que las dos
economías estaban tan estrechamente ligadas por corrientes comerciales y financieras,
esta brecha creciente entre los precios en pesos y en dólares se reflejaba en presiones
sobre el tipo de cambio. En suma, el desequilibrio interno proveniente del déficit de la
política fiscal condujo al desequilibrio externo y a presiones sobre el tipo de cambio. El
peso se devaluó entre 1948 y 1954, de 4.85 a 12.50 por dólar y esta última paridad se
mantuvo hasta agosto de 1976. En ese momento había un debate importante acerca de
las políticas "inflacionarias" de los gobiernos mexicanos de la posguerra, y sobre todo
acerca de la industrialización forzada que algunos observadores más conservadores,
nacionales y extranjeros, consideraban inadecuada para la ventaja comparativa
fundamental del país en la producción de materias primas y productos primarios. Estos
observadores afirmaban que la inflación no reflejaba sólo el programa financiado con
déficit, sino también la incapacidad de México para crear una adecuada base de
producción industrial que pudiese competir eficazmente en el mercado internacional. Sin
embargo, muchas empresas extranjeras, sobre todo norteamericanas, invertían en
México para aprovechar la filosofía del crecimiento y la expansión de los mercados
internos que podrían abastecer tras las barreras comerciales protectoras.
El autor identifica que la actuación posterior de la economía pareció dar la razón a los
optimistas, quienes sostenían que una vez instalada la capacidad la nueva estructura
económica sería capaz de satisfacer la demanda durante años sin inflación importante.
En efecto, los años cincuenta y sesenta constituyeron un periodo de estabilidad
creciente, medida por las tasas de inflación y las presiones sobre el tipo de cambio.
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Huerta, H. y Chávez, M. (2003) coinciden al encontrar que esta estrategia tuvo como
objetivo fundamental el promover la industrialización del país, ello significaba generar los
empleos y la riqueza material requeridos para satisfacer la demanda de una población
que, en la época de su instrumentación, crecía anualmente a tasas promedio del 3%. La
industrialización del país era el paso necesario para abandonar la dependencia existente
en la venta de los productos primarios (agropecuarios, mineros, extracción de petróleo
crudo, piscícolas y frutícolas, etc.), indispensable en la obtención de divisas que el país
precisaba para su modernización, dado que el comportamiento de los precios, además
de erráticos, mostraban una clara tendencia a la baja en los términos de intercambio con
respecto a los bienes industriales (es decir, cada vez era necesario exportar mayor
volumen de bienes para obtener la misma cantidad de divisas o importaciones
industriales). Era una condición “sine qua non” para la urbanización del país y, a través
de ello, proporcionar mayores y mejores servicios asistenciales a la población (salud,
educación, electrificación, agua potable, entre otros). Sin duda el México rural
obstaculizaba el aprovechamiento de los recursos productivos, frenaba el desarrollo del
mercado interno y limitaba la capacidad de generación del ahorro interno y de los
recursos fiscales al encontrarse desligado de las corrientes comerciales, financieras y
tributarias del país.
Política fiscal
Huerta, H. y Chávez, M. (2003) toman en consideración que durante las primeras tres
décadas del siglo XX la economía mexicana había padecido fuertes procesos
inflacionarios, debido principalmente a los desequilibrios fiscales, se propuso como parte
fundamental de la estrategia estabilizadora disminuirlos drásticamente ya que alentaban
la inflación, el alza de las tasas de interés y castigaban consecuentemente las
inversiones productivas, en especial, las vinculadas con proyectos de inversión de largo
plazo. Es decir, el desequilibrio fiscal afectaba negativamente de manera directa la
formulación y ejecución de los proyectos de inversión industrial, dado que su
recuperación necesariamente involucraba más que el correspondiente a la producción
agropecuaria y de servicios.
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Por otro lado, Reynolds, C. W. (1976) identifica que efectivamente los gobiernos de
López Mateos y Díaz Ordaz (diciembre de 1958 a noviembre de 1964 y diciembre de
1964 a noviembre de 1970, respectivamente) fueron periodos de políticas económicas
relativamente conservadoras que favorecían al sector privado. Sin embargo hace
referencia a que la imagen global de los años sesenta muestra una actuación
aparentemente coherente y afortunada de la economía, si sólo se observan los
siguientes indicadores agregados. El producto interno bruto creció al 6 - 7% anual y los
precios se mantuvieron relativamente estables, creciendo sólo ligeramente entre los dos
periodos de 2 a 2.9% anual. Al mismo tiempo, el tipo de cambio permanecía fijo a 12.50
pesos por dólar, lo que ayudaba a conservar la estabilidad de precios al evitar un
aumento del costo en pesos de las importaciones. La agricultura dio muestras de
debilidad, pero todavía estaba produciendo la mayor parte de los productos básicos
requeridos por el mercado urbano y los vitales ingresos de divisas. La inversión
extranjera en México logra duplicar sus cifras:
Pero el autor también nos señala que por debajo de la superficie se estaban gestando
varios problemas:
D. Presiones en pro de aumentos salariales, que cada vez resultaban más difíciles
de afrontar por los medios tradicionales tales como la designación de los líderes
sindicales y el encarcelamiento de los disidentes.
Balanza Comercial
F. Base anémica de ingresos del sector público, dadas las demandas grandes y
crecientes de gastos corrientes y de capital del gobierno, provocadas por el rápido
crecimiento demográfico, la urbanización y el desarrollo. En suma, la capacidad
productiva instalada durante los años inflacionarios de los decenios de los
cuarenta y los cincuenta permitió la continuación del crecimiento en los años
sesenta con mayor estabilidad de precios, y el sector privado siguió respondiendo
a los incentivos de los beneficios; pero el patrón del crecimiento no se adecuaba
a las crecientes necesidades sociales del país, ni las políticas que lo promovían
eran capaces de asegurar el mantenimiento de las condiciones mismas de que
dependía su éxito. La política de desarrollo estabilizador no estaba resolviendo
los múltiples problemas básicos afrontados por México. Su solución eficaz habría
requerido grandes cambios de la política tributaria y de gastos públicos, y un
equilibrio a largo plazo del sector externo. Infortunadamente, la apariencia de
estabilidad hizo que los gobernantes pospusieran las necesarias reformas de la
política fiscal y del tipo de cambio, pues
sus beneficios parecían inciertos y los
gobernantes temían que toda alteración
del statu quo asustara al sector privado e
hiciera huir el capital nacional y
extranjero, lo que acabaría con el
"milagro".
DESARROLLO COMPARTIDO
Huerta, H. y Chávez, M. (2003) coinciden que el modelo de desarrollo compartido nace
cuando la economía nacional empieza a mostrar signos de debilitamiento en sus tasas
de crecimiento (1968-1972). El cual mantuvo sin modificaciones relevantes la política
comercial, salarial, agropecuaria y de fomento a la inversión extranjera y transformó de
manera radical la política fiscal y monetaria, con el propósito de que el eje de la inversión
nacional lo ejerciera el sector público. Ya que con los ingresos de la explotación y
producción de los yacimientos petroleros, descubiertos a inicios de la década de los
setenta, se buscó financiar la inversión en infraestructura productiva, la creación de
plantas productoras de bienes de capital, y la ampliación de la cobertura de seguridad
social a todo el país, todo bajo un esquema salarial que permitiera su crecimiento real.
De forma paralela se instrumentaron programas de fomento, estímulos fiscales,
subsidios, evasiones de impuestos, depreciación acelerada de los activos fijos, entre
otros, para promover la participación de la iniciativa privada en la industria nacional. El
gasto público fue el motor del crecimiento económico en dicho periodo, no obstante, los
mayores ingresos públicos provenientes del petróleo y de la recaudación generada por
el crecimiento económico del país fueron insuficientes para financiar su expansión, en
razón de ello se empleó una política monetaria expansiva y se contrataron importantes
montos de deuda pública externa, como forma de financiar los crecientes y elevados
niveles de déficit fiscal alcanzados a lo largo del periodo.
Política fiscal
Reynolds, C. W. (1976) indica que el nuevo gobierno, que inició sus actividades en
diciembre de 1970, se encontró en el dilema de continuar el ritmo del crecimiento
económico de los años anteriores, a riesgo de la continuación del endeudamiento
gubernamental y el desequilibrio externo, o frenar la economía restringiendo los gastos
públicos, con lo que se reduciría el desequilibrio externo a costa de un incremento de la
tasa de desempleo que ya se consideraba demasiado elevada para ser compatible con
la meta del desarrollo compartido. El gobierno optó por la segunda alternativa,
disminuyendo la tasa de crecimiento del PIB y de los precios al mayoreo, con lo que el
déficit de la balanza de pagos en cuenta corriente bajó a 726 millones de dólares. El
desempleo aumentó y muchas actividades económicas se vieron afectadas. Las
manufacturas crecieron sólo 2.1% y la construcción 1.1 por ciento. En 1972 se tomó la
decisión de aumentar los gastos públicos para expandir la producción, disminuir el
desempleo y mejorar la distribución del ingreso. Se pensó que entre mayor fuese la tasa
de crecimiento más tenderían las presiones de la demanda a aumentar los salarios y la
participación de la clase trabajadora. Había ocurrido lo contrario en periodos
inflacionarios anteriores, como el de los años cuarenta cuando la demanda hizo que los
precios aumentaran más de prisa que los salarios, pero esos eran tiempos de inmensas
reservas de mano de obra en el sector rural, que proveían una oferta abundante de
trabajadores a salarios de subsistencia.
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En relación con los ingresos del gobierno, el déficit había aumentado de 26 a 38%
entre ambos sexenios, y el financiamiento voluntario del déficit con fuentes internas
estaba disminuyendo. Del lado del ingreso, entre 1971 y 1975 siguieron aumentando las
percepciones federales; su participación en el PIB aumentó dos puntos de porcentaje
entre 1971 y 1975. Esto se debió al mejoramiento de la recaudación tributaria y a
moderadas reformas fiscales en 1973 y 1974. Pero los cambios eran pequeños y la
participación del gobierno seguía siendo baja de acuerdo con los patrones
internacionales. Otros factores contribuyeron a las ganancias fiscales observadas, dado
que la inflación de 1973, 1974 y 1975 alcanzó niveles de 12.5, 23.8 y 17%,
respectivamente. Estos aumentos generales de precios, seguidos por considerables
incrementos salariales, permitieron que el gobierno obtuviera mayores ingresos fiscales
por los más altos estratos del impuesto al ingreso nominal aplicables.
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RESULTADOS DE LA
DESIGUALDAD ECONÓMICA
Se observa que el único período donde se alcanza crecimiento, estabilidad y distribución,
es durante el desarrollo estabilizador. En el compartido, tenemos crecimiento económico
similar al del “desarrollo estabilizador”, pero ya no tenemos estabilidad.
Internacionales
*Fuentes: Banco de México. INEGI: Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares.
En las siguientes gráficas se observa que la concentración bajó de 1950 a 1958, pero
que luego vuelve a aumentar en 1963 y 1968, llevando al agotamiento del modelo
estabilizador. Los populistas a pesar de todos los esfuerzos por incrementar los salarios
reales y mejorar la distribución del ingreso, en realidad, la empeoran.
ÍNDICES DE GINI
70.00%
61.77%
60.00% 57.73% 57.76%
56.00% 55.07%
54.30%
49.23% 50.06%
50.00%
40.00%
30.00%
20.00%
10.00%
0.00%
1950 1958 1963 1968 1970 1975 1977 1983
En los cálculos sobre la distribución personal del ingreso en México, (medida por el índice
de Gini), se muestra que el grado de desigualdad en la distribución del ingreso entre las
personas disminuyó ligeramente en el periodo 1963 - 1977 (a mayor índice de Gini, se
tiene una mayor desigualdad). Sin embargo, cuando esta etapa se divide en periodos,
se observa que, entre 1963 y 1968, la desigualdad ciertamente disminuyó, aunque luego
aumentó entre 1968 y 1975, para luego disminuir nuevamente entre 1975 y 1977.
Coincidimos con Gollás, M. (2003) al encontrar que México es un buen ejemplo de como
una política orientada sobre todo a aumentar el producto no resuelve el problema del
desempleo, ni tampoco el de la desigualdad. México vivió una época (1950-1968) de
optimismo generalizado en la que se pensaba que duplicando, o triplicando, la tasa de
crecimiento vía inversiones en maquinaria y equipo, el país se industrializaría y la
pobreza y el desempleo desaparecerían. El autor expresa:
De igual manera, el autor identifica que durante la década de los 50, y principios de
los 60 los economistas y planificadores no consideraban la distribución del ingreso como
meta explícita de la política de desarrollo. El punto de vista aceptado daba por hecho que
el rápido crecimiento económico llevaría a mejorar las condiciones de vida de todos.
Para mediados de la década de los 60, sin embargo, era evidente que los efectos del
desarrollo económico estaban beneficiando a sólo una minoría. Aún más, algunos de los
trabajos teóricos y empíricos de la época apoyaban, sin mucho cuestionamiento, la tesis
de que en el desarrollo económico la distribución del ingreso empeora antes de mejorar.
80%
60%
40%
20%
Mayor
0%
desigualdad
0 I II III IV V VI VII VIII IX X
*La Curva de Lorenz nos permite ver que tan grave es el deterioro en la distribución del ingreso. En
la gráfica podemos ver la distancia que existe entre las curvas de distribución del ingreso en México
contra la línea que reflejaría una distribución ideal, equitativa, del ingreso (un 10% por cada decil).
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80%
60%
40%
20% Mayor
0%
desigualdad
0 I II III IV V VI VII VIII IX X
CONCLUSIÓN
¿En qué periodo le fue mejor a México?
Por el lado del desarrollo compartido tenemos que los importantes montos de gasto
público canalizados hacia la infraestructura económica y social del país, hicieron posible
que la tasa promedio de crecimiento del PIB se situara en 6.3% anual, no obstante que
en 1982 se devaluó abruptamente el peso respecto del dólar (121.6%), y por
consecuencia la tasa de crecimiento del PIB en ese año fue negativa (0.5%). El
crecimiento del sector industrial (4.2% promedio anual), continuó siendo superior al del
sector agropecuario, aunque menor al de los servicios (7.2%). En particular fueron las
manufacturas las que mantuvieron su crecimiento a tasas más elevadas que el resto de
componentes del sector industrial (6.3%). A diferencia del periodo anterior el crecimiento
alcanzado se acompañó de una tasa de inflación a la alza, la cual pasó de 5% en 1971
a 98.8% en 1982, siendo la tasa promedio del periodo igual a 25.4%. El empleo aumentó
a una tasa promedio anual de 4.2%, menor a la registrada por la población
económicamente activa (5.1%). Los salarios mínimos reales, cayeron en 0.6% promedio
anual durante el periodo, y debido a ello su poder adquisitivo, en términos de la canasta
básica, se redujo a los niveles prevalecientes a mediados de la década de los años 60’s.
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REFERENCIAS
Huerta, H. y Chávez, M. (2003). Tres modelos de política económica en México
durante los últimos sesenta años. En Análisis Económico (Universidad Autónoma
Metropolitana). Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/413/41303703.pdf