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CENTRO DE ESTUDIOS PSICOANALÍTICOS

INTEGRACIÓN TEÓRICO-CLÍNICA - TRABAJO SEMESTRAL (RECUPERADO)

LIC. MARCO MÁXIMO BALZARINI - CÓRDOBA, SEPTIEMBRE, 2014

1) Freud (1895) aplica la hipnosis a las histéricas para que describan detalladamente en palabras
el recuerdo ocasionador adherido a su afecto concomitante. Hace retroceder al sujeto hacia el
acontecimiento traumático y permite su descarga emocional (catarsis), por medio de la liberación
del afecto inadecuadamente abreaccionado (quedó sofocado, sin re-accionar). Esta tramitación del
trauma psíquico por vía del lenguaje (a través del decir) produciría como efecto la supresión del
síntoma, pues posibilita suplantar el recuerdo patógeno por una sugestión terapéutica (Freud, 1895).
Pero tropieza con una gran dificultad: no todos los sujetos son hipnotizables. De esta forma se
separa de Breuer y deja la hipnosis, aunque conserva de este método el fundamento de hallar los
recuerdos patógenos en la conciencia ordinaria y el requisito de que el paciente permaneciera
acostado con el objetivo de ahorrar atenciones. Entonces le llama método catártico ya que busca
por vía de la purgación, cancelar la acción que el afecto tiene sobre el recuerdo (disociar afecto de
idea). Ordenaba a los pacientes acostarse, cerrar los ojos para concentrarse y les insistía que se
esfuercen a recuperar imágenes del recuerdo (“usted lo sabe: dígalo”). Aquí tropieza con otra
dificultad: los pacientes oponían claras resistencias a recordar consciente. Y se da cuenta que esa
misma fuerza es la que cooperó en la génesis del síntoma histérico que en aquel momento impidió
el devenir-consciente de la representación penosa que preferiría olvidar (aquí se refiere a la
represión secundaria). Por tanto, el no saber causal de los histéricos es en verdad un no querer
saber y la tarea del terapeuta consiste en superar esa resistencia de asociación mediante un trabajo
psíquico (Freud, 1895). Por esto no alcanza con suprimir el síntoma pues el paciente no comprende
los nexos que lo llevaron a la enfermedad. Si bien la idea sin fuerza brinda alivio momentáneo, esta
buscará asociarse con otra representación, tomando otra vía, y re apareciendo otro síntoma.
Entonces a la luz de la resistencia descubre que por vía asociativa desde la ocurrencia puede llegar
hacia el recuerdo (resistencia mediante), y vuelve a cambiar el método, le llama método
psicoanalítico cuyo objetivo es vencer resistencias (la hipnosis no las tenía en cuenta por tanto no
permitía penetrar en el juego de las fuerzas psíquicas), llenar las amnesias, y mudar lo inconsciente
a lo consciente. La abreacción es sustituida por el gasto de trabajo que el analizado debe hacer al
vencer sus resistencias. La resistencia ha arrancado el afecto y ha tornado débil a una
representación fuerte, tildándola de inesencial para esquivar la asociación. Con el fundamento de
esta lucha entre fuerzas diferentes (resistencia y asociación) propone un recurso más poderoso
para sortear resistencias y le llama regla fundamental. Esta se compone: 1) del lado del paciente,
por la asociación libre de ideas: hable SIN omisiones, críticas, reservas aunque le parezca
inadecuado, doloroso o que no es lo buscado, diciendo todo cuanto se le ocurra o vea en sus
pensamientos, mediante la aplicación de presión sobre la frente (luego prescindirá de este artificio).
Invita al paciente a tenderse cómodamente sobre un sofá, mientras el analista, sustraído de su vista,
toma asiento detrás. El ahorro de cualquier impresión sensorial (mira al techo) y de todo esfuerzo
muscular (está acostado) favorecen las asociaciones y la atención sobre su vida anímica.; 2) del
lado del analista, por la atención flotante, esto es, prestar a todo cuanto relata el paciente, la misma
atención, concentración e importancia, ya que de lo contrario estaríamos practicando una selección
a gusto personal. Es una comunicación de Icc (analista) a Icc (paciente), una escucha sin
intenciones. No importa si el relato está organizado ordenada y cronológicamente, no importa qué
está antes o después en el sentido común.

Una vez definido el método Freud piensa cómo acceder al inconsciente y con esto cómo se
distribuye el material psíquico y sostiene que “se figura como un producto multidimensional de por
lo menos triple estratificación” (Freud, 1895: 293). Un primer nivel, el ordenamiento lineal
cronológico, o radial, donde se avanza de manera directa desde la superficie hacia el núcleo
patógeno, siendo el procedimiento más resistencial, que trae dificultades para el tratamiento: “es
totalmente infructuoso avanzar en forma directa hasta el núcleo de la organización patógena. Y
aunque uno fuera capaz de colegirla, el enfermo no sabría qué hacer con el esclarecimiento que se
le obsequia, ni sería alterado psíquicamente por este último” (Freud, 1895: 297), o sea no sirve
explicarle por qué sufre. Sino llevarlo por un camino que le permita descubrirlo por sí mismo. Un
segundo nivel, por temas concéntricos al núcleo patógeno, es decir se va rodeando, y a medida que
se avance más crece la resistencia. Los estratos más periféricos, más recientes se recuerdan con
más facilidad y siempre fueron conscientes, mientras que si se cala más hondo, nos encontramos
con mayores negaciones (Freud, 1895). Un tercer nivel, el ordenamiento según el contenido de
pensamiento, enlace por hilos lógicos, camino irregular en zigzag, puede ir hacia el núcleo y de
pronto retroceder hacia la periferia, siguiendo la marcha del encadenamiento lógico (no
cronológico). “Tiene puntos nodales en los que coinciden dos o más hilos” (Freud, 1895: 295) lo que
explica cómo el síntoma está multideterminado. La terapia entonces no consiste en extirpar
síntomas, tarea inacabable por sus múltiples raíces, sino en disolver la resistencia y así facilitar a la
circulación el camino por un ámbito antes bloqueado (Freud, 1895). Preguntar directivamente inhibe
las ocurrencias y dirige un camino sesgado por el interés del analista: “No tenemos más remedio
que mantenernos al comienzo en la periferia del producto psíquico patógeno. Uno empieza por
hacer que el enfermo cuente lo que sabe y recuerda, en lo cual uno ya dirige su atención y supera
resistencias leves […]” (Freud, 1895: 297). Así se va abriendo nuevo camino, por el cual el paciente
avanzará libre de nueva resistencia. Cuando ya se ha familiarizado con la técnica el paciente
colabora recordando más. Es que se ha superado un estrato. Si no se puede eliminar una resistencia
hemos llegado hasta un estrato aun impenetrable, por lo que debemos tomar otro hilo que
perseguirá hasta ahí mismo, para luego retomarlo y enhebrarlo. Por último, y luego de haber llevado
al paciente por el conocimiento de cada uno de sus estratos, y venciendo cada resistencia, se llega
tan lejos que ya se puede intervenir de forma regia, directa, hacia el núcleo patógeno.

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La regla fundamental requiere que el analista esté en abstinencia clínica, esto es, no dejarse
interferir emocionalmente por la transferencia o los dichos que el paciente le dirige, lo cual permitirá
que el paciente “encuentre el mínimo posible de satisfacciones substitutivas de sus síntomas”
(Laplanche y Pontalis, 2012: 3) y la dirección de la cura marche en el sentido del Icc del paciente.
Esto exige al analista su neutralidad (capacidad psíquica de renunciar al curso de su propio
inconsciente) “sin agregar ni introducir nada nuevo, sino restar, retirar, y con ese fin se preocupa
por la génesis de los síntomas patológicos y la trama psíquica de la idea patógena” (Freud, 1905:
250). La regla de abstinencia es no satisfacer la demanda que el neurótico nos dirige –no ofrecer
subrogados, no solucionarle-, ya que un análisis debe transcurrir en frustración, para que emerja su
posición inconsciente.

2) Según Freud (1913), la función del periodo de ensayo o prueba previo a la iniciación del análisis
es doble: 1) diagnóstico diferencial, 2) chequear si es apto para el análisis; requisitos para esto: a)
estado psíquico normal y estable permeable a la construcción simbólica -no psicóticos, depresivos
o melancólicos-, b) edad menor a 50 años –mientras más edad más difícil de que abandone
posiciones libidinales infantiles adquiridas- y ya superada la pubertad –represión ya constituida-, c)
disposición voluntaria para sostener el tratamiento, d) no poseer vínculos cosanguíneos o afectivos
con el paciente. Si el paciente es apto entonces las entrevistas preliminares sirven para tejer un
vínculo de confianza y preparar el terreno transferencial para someterlo a interpretaciones que
puedan generar cambios.

Desde Lacan (1987) el análisis no comienza en la primera entrevista, sino luego de que el
analista se ubique en posición de objeto causa de deseo del paciente, como agente transferencial
(significante cualquiera) que permita el despliegue de la neurosis de transferencia del paciente (sus
condiciones infantiles de amor) y con ella las asociaciones que van a garantizar la interpretación
psicoanalítica. El paciente viene con una demanda la cual tendremos que rectificar subjetivamente
para que descubra qué responsabilidad tiene en lo que le aqueja. No avalar –porque el deseo es
siempre deseo de otra cosa-. La rectificación es el pasaje de la posición de objeto en la que está el
paciente a producir su barradura subjetiva. Inaugura la posibilidad del sujeto como pregunta, como
vacío, como agujero. Bleichmar (2001) sostiene que la construcción de un sujeto de análisis, es ir
del motivo de consulta a la razón de análisis, algo que obliga a un constante trabajo de
metabolización y recomposición simbólica de lo real vivido.

Siguiendo a la misma autora, para comenzar a analizar es preciso cerciorarse que: a) exista
represión e inconsciente constituido –no confundir neuróticos inestables con trastornos severos-, b)
el síntoma sea producto de dos fuerzas psíquicas opuestas –conflicto defensivo-, c) la interpretación
sea recibida como palabra capaz de descubrir sentidos icc y no como algo que estalla el aparato
psíquico, d) el síntoma sea egodistónico e) estemos en posición de abstinencia analítica.

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3) La investidura libidinal parcialmente insatisfecha de todo paciente se vuelve hacia el analista; así
el paciente actuaría sobre la figura del analista una repetición: lo insertará en una de las series
psíquicas que se ha formado la cual permite una actualización de deseos inconscientes, imagos y
condiciones de amor infantil (Freud, 1914). Para que la pulsión transferida en el analista pueda tener
un tratamiento, aquel no debe satisfacerla ni reducirla sino hacerla emerger y señalarla (posición
del analista). Desde Freud (1914) sabemos que el dispositivo analítico crea una neurosis de
transferencia puesta en el artificio de la técnica para llegar a la neurosis infantil del enfermo. La
transferencia es un modo de resistencia porque impide que se persiga la regresión de la libido a
imagos infantiles, y así reemplaza el recuerdo verbalizado por la repetición actuada (agieren). El
paciente repite aquello que no puede recordar, representándolo nuevamente en la realidad objetiva
de la transferencia, lo que hace posible un tratamiento. Las mismas fuerzas, condiciones que
obraron para la represión son las que se repiten en la transferencia y por eso la resistencia. A mayor
resistencia mayor repetición actuada de lo reprimido y menor recordar. Sólo la interpretamos cuando
cesan o se traban las asociaciones del paciente, lo que puede ocurrir en los casos de transferencia
erótica u hostil. Es en la escena transferencial donde tiene permitido desplegar con libertad toda la
trama pulsional patógena escondida, y no en otro lado. La transferencia es el principal recurso para
domeñar la repetición del paciente y transformarla en un motivo para recordar, porque es dirigida
hacia la posición que el paciente le ha fantaseado al analista. Y no sólo se da en el análisis sino en
todos los ámbitos de la vida del sujeto, sólo que en el análisis la utilizamos para el tratamiento,
haciendo una lectura de la misma. Resistencia y transferencia: fenómenos clínicos, expresión de
represión primaria, garantías de un Icc puesto en juego, de asociaciones y de la aplicación del
método.

Bibliografía:

BLEICHMAR, S. (2001), Del motivo de consulta a la razón de análisis. Publicado en Revista


Actualidad Psicológica, nº 287, Bs. As.

FREUD, S. (1895), Obras Completas. T. 2. Artículo: “Sobre la psicoterapia de la histeria”. Amorrortu.


Bs As.

FREUD, S. (1905), Obras Completas. T. 7. Art.: “El método psicoanalítico de Freud” y “Sobre
psicoterapia”. Amorrortu. Bs As.

FREUD, S. (1912-14), Obras Completas. T. 12. Art: “Sobre la dinámica de la transferencia”,


“Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico”, “Sobre la iniciación del tratamiento”
y “Recordar, repetir, reelaborar”. Amorrortu. Bs As.

LACAN, J. (1987), Escritos 2. “La dirección de la cura y los principios de su poder”. Siglo 21.Bs. As.

LAPLANCHE Y PONTALIS, (2012), “Diccionario de Psicoanálisis”. Paidós. Bs As.

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