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Nacionalismo
El romanticismo en Colombia se encargó de exaltar todo aquello que fuese nacional y
popular. Los personajes de las obras fueron creados teniendo en cuenta fragmentos del
folclor y las expresiones culturales colombianas.
Vida y muerte
Se trata un dilema existencial o dualidad entre la idea de vida y muerte. El hombre es un
individuo que sufre por un destino ajeno a su voluntad.
Los problemas sociales afectan a los seres humanos, pero más allá de estos se encuentra
la muerte, que todo lo puede cambiar (Paz, 2013).
Características
– Predomina el sentimiento sobre la razón.
Autores
Rafael Pombo (1833 – 1912)
Nacido en Bogotá, Pombo fue uno de los poetas más importantes del movimiento romántico
no solo en Colombia, sino también en el resto del continente. Escribió fábulas famosas
como La pobre viejecita y El renacuajo paseador.
Su producción romántica está inspirada en las obras de Víctor Hugo, Lord Byron, Leopardi,
Zorrilla y los autores grecolatinos clásicos. Hizo múltiples traducciones de autores ingleses y
franceses.
Fue además un poeta del romanticismo, reconocido por el trasfondo erótico y amoroso en
su obra. Autor también de poesía política. Se le reconoce en el ámbito literario como un
héroe del romanticismo.
Muere después de contagiarse de la fiebre amarilla durante un viaje que realizó a Estado
Unidos en el año 1850.
Fue un poeta y escritor que vivió en la generación posterior al grito de independencia de
Colombia. Perteneció a la primera etapa del romanticismo colombiano y fue uno de los
fundadores del Partido Conservador Colombiano.
Fundó varios periódicos en los que colaboró como redactor. Esencialmente fue un poeta
lírico del romanticismo, constantemente inquieto y rectificando su ideología.
Su estilo poético fue influenciado por los españoles, ingleses, franceses e italianos clásicos.
Fue innovador en el uso de la métrica, siendo un antecesor del posterior trabajo de Rubén
Darío.
Fue el hijo de un judío inglés de origen jamaiquino, casado con la hija de un oficial de la
Marina de España. Su padre era el dueño de la hacienda “El Paraíso”, espacio donde se
desarrolla La María.
La María ha sido una obra leída durante estos más de 150 años sin perder vigencia. Su
ubicación espaciotemporal se da en la época en la que finaliza la esclavitud en Colombia.
Se hace alusión a los esclavos mientras se habla de la historia de dos enamorados (María y
Efraín), siendo estos dos primos (Isaacs, 2016).
Historia
Primera corriente (1830 – 1860)
La primera corriente del romanticismo en Colombia tiene lugar al mismo tiempo que los
periodos de búsqueda de un gobierno más estable (anarquía) y la liberación de la nación.
Los autores de esta primera corriente provienen del movimiento neoclásico, y buscan
principalmente afirmar los valores cívicos y exaltar la patria.
Sin embargo, la producción literaria estaría sujeta a las variables relacionadas con el
contexto histórico y a las diferentes posturas que los individuos tomaran en relación a la
vida social (Heath, 1999).
Referencias
Giraldo, M. L. (2012). El concepto de romanticismo en la historiografía literaria colombiana
(The Concept of Romanticism in Colombian Literary Historiography). Estudios de literatura
colombiana.
Heath, D. (1999). Introducing Romanticism: A Graphic Guide. London: Icon Books.
Isaacs, J. (2016). María. México DF: Selector.
Lorena, M. (1 de May de 2012). Descubriendo la Literatura Colombiana.
Paz, J. R. (5 de June de 2013). LITERATURA UNIVERSAL SIGLO XVII AL XIX.
Entre los géneros literarios del romanticismo en Colombia se pueden encontrar la novela, el
teatro, la poesía, el artículo, la leyenda y el ensayo.
Mi tierra (fragmento)
Rosalía de Castro (1837-1885)
A un tiempo, cual sueño
que halaga y asombra,
de los robles las hojas caían,
del saúco brotaban las hojas.
Primavera y otoño sin tregua
turnan siempre templando la atmósfera,
sin dejar que no hiele el invierno,
ni agote el estío
las ramas frondosas.
¡Y así siempre! en la tierra risueña,
fecunda y hermosa,
surcada de arroyos,
henchida de aromas;
que es del mundo en el vasto horizonte
la hermosa, la buena, la dulce y la sola;
donde cuantos he amado nacieron,
donde han muerto mi dicha y mis glorias.
Este dizque era un hombre que se llamaba Peralta. Vivía en un pajarate muy grande y muy
viejo, en el propio camino real y afuerita de un pueblo donde vivía el Rey. No era casao y
vivía con una hermana soltera, algo viejona y muy aburrida. No había en el pueblo quién no
conociera a Peralta por sus muchas caridades: él lavaba los llaguientos; él asistía a los
enfermos; él enterraba a los muertos; se quitaba el pan de la boca y los trapitos del cuerpo
para dárselos a los pobres; y por eso era que estaba en la pura inopia; y a la hermana se la
llevaba el diablo con todos los limosneros y leprosos que Peralta mantenía en la casa.
"¿Qué te ganás, hombre de Dios -le decía la hermana-, con trabajar como un macho, si
todo lo que conseguís lo botás jartando y vistiendo a tanto perezoso y holgazán? Casáte,
hombre; casáte pa que tengás hijos a quién mantener".
"Cálle la boca, hermanita, y no diga disparates. Yo no necesito de hijos, ni de mujer ni de
nadie, porque tengo mi prójimo a quién servir. Mi familia son los prójimos". "¡Tus prójimos!
¡Será por tanto que te lo agradecen; será por tanto que ti han dao! ¡Ai te veo siempre más
hilachento y más infeliz que los limosneros que socorrés! Bien podías comprarte una muda
y comprármela a yo, que harto la necesitamos; o tan siquiera traer comida alguna vez pa
que llenáramos, ya que pasamos tantas hambres. Pero vos no te afanás por lo tuyo: tenés
sangre de gusano".
Tomás
Carrasquilla.
MARIA
CAPITULO IV
Dormí tranquilo, como cuando me adormecía en la niñez uno de los maravillosos cuentos
del esclavo Pedro.
Soñé que María entraba a renovar las flores de mi mesa, y que al salir había rozado las
cortinas de mi lecho con su falda de muselina vaporosa salpicada de florecillas azules.
Cuando desperté, las aves cantaban revoloteando en los follajes de los naranjos y
pomarrosos, y los azahares llenaron mi estancia con su aroma tan luego como entreabrí la
puerta.
La voz de María llegó entonces a mis oídos dulce y pura: era su voz de niña, pero más
grave y lista ya para prestarse a todas las modulaciones de la ternura y de la pasión. ¡Ay!
¡Cuántas veces, en mis sueños, un eco de ese mismo acento ha llegado después a mi
alma, y mis ojos han buscado en vano aquel huerto donde tan bella la vi en aquella mañana
de agosto!
La niña cuyas inocentes caricias habían sido todas para mí, no sería ya la compañera de
mis juegos; pero en las tardes doradas del verano estaría en los paseos a mi lado, en medio
del grupo de mis hermanas; le ayudaría yo a cultivar sus flores predilectas; en las veladas
oiría su voz, me mirarían sus ojos, nos separaría un solo paso.
Luego que me hube arreglado ligeramente los vestidos, abrí la ventana y divisé a María en
una de las calles del jardín, acompañada de Emma: llevaba un traje más oscuro que el de la
víspera, y el pañolón color de púrpura, enlazado a la cintura, le caía en forma de banda
sobre la falda; su larga cabellera, dividida en dos crenchas, ocultábale a medias parte de la
espalda y pecho: ella y mi hermana tenían descalzos los pies. Llevaba una vasija de
porcelana poco más blanca que los brazos que la sostenían, la que iba llenando de rosas
abiertas durante la noche, desechando por marchitas las menos húmedas y lozanas. Ella,
riendo con su compañera, hundía las mejillas, más frescas que las rosas, en el tazón
rebosante. Descubrióme Emma: María lo notó, y sin volverse hacia mí, cayó de rodillas para
ocultarme sus pies, desatóse del talle el pañolón, y cubriéndose con él los hombros, fingía
jugar con las flores. Las hijas núbiles de los patriarcas no fueron más hermosas en las
alboradas en que recogían flores para sus altares.