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Ignacio Camilo Soto Navarro

¿Cuáles son las causalidades y procesos que explican y permiten la


acumulación originaria en el Capitalismo de los siglos XV,XVI y XVII?
Son múltiples factores los que explican y permiten la acumulación originaria en el
capitalismo de los siglos XV al XVII, pero para conocer estos factores primero es
necesario aclarar a qué nos referimos con capitalismo y cuáles son las
características que nos permiten identificarlo en estos siglos, luego mencionar
algunos procesos que fomentan su aparición, y finalmente analizar algunos
elementos ideológicos que ayudan a su establecimiento, haciendo algunos aportes
y precisiones sobre la influencia del ascetismo religioso.
Según M.Weber estamos hablando de capitalismo donde hay satisfacción de
necesidades humanas cotidianas por medio de empresas y de forma lucrativa; se
trata de una explotación racional en donde se controla la rentabilidad y se llevan
balances sobre inversión, gastos, deudas, ganancias, etc (contabilidad racional del
capital). El ambiente propicio para que este crezca, es en donde hay libertad
mercantil, libre apropiación de los bienes materiales de producción, una técnica
racional y mecánica de producción e intercambio, personas en busca de trabajo que
se vean en la obligación de entrar en el mercado, un derecho racional (un Estado
racional) que asegure una administración regulada y predecible con una burocracia
especializada. Este último elemento es muy importante, y único en occidente, ya
que en oriente, por ejemplo en China la visión mágica y supersticiosa lo hizo
imposible. Este Estado racional con una burocracial profesional es, en cuanto a su
forma un legado del Estado municipal de Roma, con un derecho sistematizado por
Justiniano, también toma influencia germánica, francesa, y del derecho canónico
(aportando un elemento racional importante para diferenciarlo del procedimiento
pagano), las universidades mantienen el derecho romano racionalizando el
proceso. Es importante y necesario un derecho racional, formal, calculable, sobre
procedimientos estables que dan regularidad y predictibilidad a los actos que
desenvuelven el mercado y la vida entera, para hacer propicio el desarrollo del
capitalismo, he aquí la importancia de los juristas y su asociación al Estado
moderno. Finalmente fue la sistematización racional de la vida la que puso el
fundamento para la acumulación capitalista. En este sentido el surgimiento de las
ciudades ayudó a tener una política económica sistematizada. También se puede
observar una economía racional y sistematizada en los monasterios, pero en sentido
restringido, y que luego de la acumulación desmedida se corrompe su sentido ético.
Luego la economía racional se va dando por medio del proteccionismo arancelario,
prohibiciones mercantiles. Pero sobre todo se muestra una política racional con el
mercantilismo. En el mercantilismo el afan de lucro se lleva a la política, se forma
un Estado empresarial capitalista que compite con otros Estados, intenta comprar
barato y vender caro, para llegar a tener una riqueza ventajosa con respecto al
adversario y por tanto mayor poder, robusteciendo el erario público. En la etapa
mercantilista, la competencia por acumular riquezas nacionales se explica por la
creencia de que las riquezas son limitadas, aún no hay noción de la posibilidad de
crear riqueza.
Ahora, cómo éstas condiciones se fueron desarrollando en el proceso histórico de
los siglos XV al XVII, partiendo de hechos que pusieron las bases para su encauce,
estos hechos históricos son, a rasgos generales según Marx: el descubrimiento del
nuevo mundo y su explotación a causa de yacimientos de oro y plata; el comercio
de esclavos africanos; la explotación en las indias orientales; la guerra comercial de
europa, pasando por etapas cronológicas en España, Portugal, Holanda, Francia e
Inglaterra, en este último se desarrolla de manera más notoria un Estado que
concentra el poder y la fuerza para avanzar desde la etapa feudal de producción
hacia etapas capitalistas de producción a fines del siglo XVII. Holanda en el siglo
XVII roba hombres; Inglaterra tuvo poder politico y monopolios comerciales en la
India por medio de la Compañía de las Indias Orientales, en donde los funcionarios
fijaban precios y generaban enormes riquezas con facilidad explotando a los
habitantes de India, imponiendo precios y a la vez sembrando miseria para ellos.
Esto también se puede observar en colonias autodenominadas cristianas, tal es el
caso de los puritanos de Nueva Inglaterra, con una crueldad mercantil despiadada,
fomentada por un sistema de explotación colonial que favorece ampliamente el
comercio de exportación, y acumulación a través del monopolio. La gran industria
conlleva a la supremacía comercial, todo esto se desarrolla junto con el sistema de
crédito público, aumento de los impuestos, el proteccionismo, la competencia
mercantil. Por ejemplo Inglaterra destacó en el comercio de esclavos negros, así
acumuló riquezas, junto con la industria algodonera en EE.UU. y su esclavitud
encubierta a sus propios trabajadores asalariados. Con los progresos capitalistas
de Europa, los países tendieron a prácticas más inhumanas con tal de acumular.
La burguesía juega un rol muy importante en la acumulación originaria del
capitalismo, como una clase que logra poder por medio de la riqueza, y ejerce
presión sobre el resto de la sociedad. El burgués es un ciudadano privilegiado (al
menos en parte) desde la edad media, por pertenecer a ciertos grupos estamentales
que alcanzaron ventajas en el comercio, esto solo ocurrió en occidente.
La presión burguesa es posible de ser observada en Inglaterra con el desarrollo de
la Compañía de Indias Orientales. En un proceso que comienza con sociedades
que buscaron el monopolio comercial en Indias, éstas se unieron en una sola
compañía, se crea el banco de Inglaterra, se establecen medidas proteccionistas, y
el parlamento reconoce a la compañía de las Indias Orientales, en un momento que
Marx denomina “era de los monopolios autorizados y declarados nacionales” por el
parlamento. La burguesía en Inglaterra pasa a establecer poco a poco una
plutocracia, compitiendo con la aristocacia feudal, por medio de sobornos directos
e indirectos hacia funcionarios políticos en el caso de la Compañía de Indias, que
se convirtió en potencia militar y territorial, y luego se volvió una cuestión ministerial.
Posteriormente, luego de enfrentamientos armados en las fronteras de India,
Inglaterra se instala con mayor fuerza en el territorio como Imperio Anglo-indio,
ensanchando sus fronteras desde 1849, absorbiendo a la India. Se exportaron
mercancías desde la India para enriquecer al Imperio, al modo mercantilista, como
también se importaron productos manufacturados para venderlos en todo el
continente pero no en el propio mercado inglés, por entrar en conflicto con
manufactureros británicos, el parlamento toma medidas para ello. Luego los
comerciantes británicos presionan de tal forma para romper el monopolio comercial
de la Compañía que logran abrir el comercio de exportación hacia la India, y de
importación desde las Indias, aunque en un principio estas medidas estaban
pensadas para un tiempo acotado y tenían varias restricciones, las presiones fueron
tan grandes que India inevitablemente se abrió a la libre competencia de
particulares, y en 1833 se prohibe a la compañía llevar comercio y expulsar a
británicos del territorio Indio, se dan constantes pugnas entre plutócratas,
industriales y oligarcas, ya que industriales buscan invertir capitales en India pero
se encuentran con trabas de estos grupos, por ello buscan que se destruya el
aparato administrativo Indio y se elimine a la compañía.
Al ser ampliados los mercados por el descubrimiento de América y el intercambio
con las colonias, las demandas también aumentan, y se revoluciona la industria, la
navegación, quedando atrás el sistema feudal y la manufactura, para dar paso a la
gran industria moderna liderada por la burguesía fundando un nuevo orden de
mercado mundial, ya no de mercados e industrias nacionales mercantilistas. Crecen
nuevas necesidades derivadas de un intercambio universal que dinamiza la
economía y la interdependencia de regiones que exportan e importan; esta ideología
burguesa y sus modos de explotación, producción y comercio también son
exportados a todos los rincones posibles, llevando por la fuerza la “luz” de la
civilización.
Sobre la reforma del ascetismo
Dentro de los factores que posibilitan la acumulación originaria del capitalismo, Max
Weber, dentro de sus análisis, pone especial atención a la influencia de las
religiones en los procesos sociales y su repercusión en el desarrollo económico. Por
ejemplo desde la ética católico-romana, la riqueza no se considera una condición
deseable, es vista como un problema ético en sí misma, más bien promueve un
estilo de vida austero, abstinente, todo parece estar bajo maldición, y mientras
menos involucramiento en los asuntos terrenales (aquí es notoria la influencia de la
filosofía platónica) más méritos hay para conseguir la gracia salvífica; esta
cosmovisión tiene una repercusión clara sobre la economía: la aplicación del iustum
pretium, en la práctica un mercado coartado, sin posibilidades de surgimiento y
creación de riquezas. Sobre este punto es interesante notar lo que Weber denomina
capitalismo de parias en los judíos, tomando en cuenta que éstos eran ajenos a las
prohibiciones católicas de la usura, y el comercio con dinero armonizaba de buena
forma con sus creencias, además tenían una moral dualista con respecto al trato
hacia sus hermanos judíos y los extraños, con ellos podían mantener negocios
lucrativos e irracionales. Pero se les atribuye el mérito, luego legado al cristianismo,
de oponerse a la magia y prácticas suspersticiosas, lo que trae como consecuencia
una racionalización de la vida, especialmente económica.
La vida metódica vista en el ascetismo conlleva prácticas racionales para conseguir
un fin espiritual, esto se ve especialmente en comunidades monacales, pero en un
sentido reducido, ya que se plantea un nivel de virtuosidad superior que requiere
del aislamiento del mundo. Mientras que la reforma protestante plantea un
ascetismo diferente, aplicado a la cotidianidad mundanal, la virtud ya no está en la
soledad, sino en el involucramiento social, en el compartir con otros, en servir a
otros por medio de la vocación, en la honestidad y justicia de la vida común (aunque
evidentemente estos son aspectos minoritarios, solo tomados en cuenta por lo más
comprometidos), la vida entera se vuelve metódica, teniendo esto una repercusión
notoria en el trabajo y el desarrollo económico. En esta cosmovisión planteada por
la reforma no hay una distintición entre moral de grupo y moral exterior, sino que se
promueve una ética integral con todos, la honestidad y el profesionalismo fue un
camino estrechamente ligado a la riqueza. Weber atribuye a este ascetismo
reformado un rol importante en la legitimación de la acumulación de riquezas, da a
entender según su análisis que la ética protestante fomenta, incita, y hace deseable
la riqueza, incluso como medio de apropiación de la gracia salvífica. Planteando una
postura personal, creo necesario hacer ciertas acotaciones a esta interpretación. Si
bien es cierto que la ética protestante constituye un cambio de paradigma
importante con respecto a la vida terrenal, y esta forma de vida fue un impulso
notable para el desarrollo económico, no lo fue precisamente por motivo del deseo
de acumulación, o siquiera por considerar la riqueza como una virtud, o una
característica necesaria para alcanzar la gracia, o una señal de la elección y favor
divino. Es importante mencionar que Weber muestra algunos matices en su
interpretación de la ética protestante, y es que una cosa es la doctrina reformada en
sí, y otra es las posibles deformaciones que ésta puede sufrir a manos de
inescrupulosos que la utilizan como excusa para sus intereses egoístas, dando
origen a un fenómeno social, que podríamos atribuir a protestantes nominales, pero
no como una creencia inherente o una consecuencia natural derivada de sus
razonamientos teológicos. Y Weber hace la aclaración “no está en nuestro ánimo
afirmar que lo que denominamos espíritu capitalista haya despertado,
precisamente, merced a los iniciadores o representantes de estos credos {...} De
ahí que los efectos de la Reforma en el concierto de la civilización –aun cuando
queramos darles una importancia capital de acuerdo con nuestro planteamiento-
eran desenlaces inesperados {...} es decir, consecuencias desviadas y opuestas,
incluso, a su pensamiento y a sus propósitos.”1 De esta manera, no debe buscarse
como influencia de la reforma (al menos de manera inherente) en la acumulación
capitalista, tomando como premisa un deseo de enriquecimiento, sino que su
marcada influencia está en la manera de concebir la vocación, la participación en
los asuntos humanos, y la administración de los recursos. En cuanto a la vocación
se plantea una forma de vida cotidiana que debe estar al servicio de los demás, de
manera justa y honesta, no por egoísmo, de esa forma se adora a Dios, no solo en
templos, también haciendo bien cualquier actividad por amor a los demás, y esto
lleva al involucramiento en todos los asuntos humanos, para contribuir con
excelencia disciplinada a mejorar la calidad de vida de todos, aprovechando los
recursos de la creación y explotando las facultades de la mente humana, por ello no
es casualidad que la teología protestante tenga una estrecha relación con la
educación y las ciencias, esto es más notorio en el calvinismo. Y esto resulta
paradójico, ya que el pensamiento reformado plantea que la salvación, el favor
divino, no se puede alcanzar con ningún mérito u obra, sino que es un regalo gratuito
por medio de la fe (sola fide, sola gratia), siempre inmerecido, quedando la persona

1
Max Weber. La ética protestante y el espíritu del capitalismo (España: Ediciones Brontes, 2012), 63.
liberada de la esclavitud moral que intenta ganar mérito, por el contrario, la gratitud
por el favor inmerecido lleva al comportamiento espontáneo y desinteresado de
servicio a los demás.
Juan Calvino, siendo el teórico sistematizador de las ideas protestantes, en su obra
Institución de la religión cristiana, conforma una suerte de manifiesto de la reforma,
por ello resulta bastante representativo de la ética protestante, y con respecto a la
acumulación plantea lo siguiente:
“Quiero decir con esto que quien se avergüenza de ir pobremente vestido, se
vanagloriará de verse ricamente ataviado; que quien no se contenta con una mesa
frugal, se atormentará con el deseo de otra más opípara y abundante; no se sabrá
contener ni usar sobriamente de alimentos más exquisitos, si alguna vez tiene que
asistir a un banquete; que quien con gran dificultad y desasosiego vive en una
condición humilde sin oficio ni cargo alguno público, éste, si llega a verse constituido
en dignidad y rodeado de honores, no podrá abstenerse de dejar ver su arrogancia
y orgullo.
Por tanto, todos aquellos que sin hipocresía y de veras desean servir a Dios,
aprendan, a ejemplo del Apóstol, a estar saciados como a tener hambre (Flp. 4, 12);
aprendan a conducirse en la necesidad y en la abundancia.”2
En este pasaje, persuade a los cristianos, no a ser pobres ni ricos, porque el
problema no reside en sí mismo en ninguna de aquellas condiciones materiales,
sino en el interior, por eso también agrega: “Admirable es el dicho de Catón, que
donde hay excesiva preocupación en el vestir hay gran descuido en la virtud” 3. Es
entonces, más importante la riqueza interior como verdadera virtud, luego la
administración sobria, agradecida, solidaria y justa de lo material sea abundante o
escaso. Es notable su mención a la posibilidad de ascenso social cuando ejemplifica
al humilde que llega a tener un cargo público, esto hace alusión al sistema
republicano democrático del que Calvino era partidario, y también la posibilidad de
llegar a tener honores, sea esto por vocación bien ejercida, integridad personal, etc.
De manera concluyente, la influencia sobre la acumulación capitalista desde un
enfoque inherentemente protestante, está no en el afan de enriquecimiento material
con trasfondo espiritual, sino en la valoración y promoción del esfuerzo (que no
implica necesariamente enriquecimiento material o éxito social), la honestidad, el
estudio, la creatividad, la filantropía, finalmente en la virtud del amor a Dios, a lo
creado, a los demás, a uno mismo, al cosmos entero que ha sido redimido y puesto
a disposición de todos.

2
Juan Calvino. Institución de la religión cristiana (España: Fundación editorial de literatura reformada, 1999),
555.
3
Juan Calvino. Institución de la religión cristiana (España: Fundación editorial de literatura reformada, 1999),
554.

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