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Acabamos de ver cómo la Filosofía nació en Grecia como resultado de una nueva actitud ante el
universo, que consiste en ofrecer una explicación racional de los acontecimientos de la naturaleza
y de la conducta humana. Esta nueva explicación racional se contrapone a la explicación mítica, la
existente hasta entonces. Este cambio de actitud y mentalidad es denominado paso del mito al
logos. Justo en este momento es donde situamos el origen de la filosofía occidental (es decir, de
esa forma de entender la filosofía en la que el hombre utiliza la razón sin apoyos de otra índole
como pueden ser los trascendentes o religiosos que tienen las filosofías orientales, por ejemplo).
Como veíamos, ésta es la explicación por la que hemos definido la Historia de la Filosofía como
el esfuerzo de la humanidad por acercarse a la verdad utilizando la razón.
Esta aventura de la Filosofía nació en Grecia en el siglo VI a.C. porque allí y en esa época se
dieron unas circunstancias especiales como:
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Ya hemos visto el lugar, la fecha y las condiciones que facilitan la aparición de la Filosofía. Ahora
vamos a fijarnos en qué queremos decir con eso de la aparición de la Filosofía, es decir, vamos a
asomarnos a ver qué había antes de que apareciera, y qué trajo de nuevo ésta. Podemos decir que
la Filosofía nace cuando el mito es sustituido por el logos.
1. El mito es un relato, una narración, que se presenta como una historia que, en muchos
casos se considera historia sagrada. Este relato viene de tiempos atrás y es aceptado y transmitido
de generación en generación. Pero para quienes viven en el pensamiento mitológico nunca
entienden estos relatos como inventados o ficticios, sino como reales. Los mitos son la historia de
una tribu o de un pueblo aunque no constituyan argumentaciones racionales. Su fuerza se basa
en la autoridad de la tradición.
2. El relato mítico tiene un carácter ejemplar. Se trata siempre de acciones de excepcional
interés para la comunidad, porque explican aspectos importantes de la vida social mediante la
narración de cómo se produjeron por primera vez tales o cuáles hechos.
3. Los protagonistas de los episodios míticos son fuerzas naturales divinizadas, dioses o
figuras emparentadas con ellos, como los héroes de la mitología griega. Son más que humanos y
actúan en un marco de posibilidades superior al de la realidad natural. Ahí están los seres
primigenios, cuya acción da lugar al mundo, y los dioses que intervienen en el orden de las cosas,
en el curso de los acontecimientos y de la vida humana.
4. Como consecuencia de lo anterior, el acontecer universal se torna arbitrario, depende de
la voluntad caprichosa de los dioses. Igualmente, el comportamiento y destino de los hombres
depende de esta voluntad divina.
5. La narración mítica explica el porqué las cosas son así, y sitúa las causas de esos
procesos originales en un tiempo primordial. Hay unos temas esencialmente míticos, como los que
se refieren al comienzo de las cosas (se llama cosmogonía a esa parte de la mitología que se
ocupa del origen del mundo), o los que se refieren al origen de los dioses (se denominan como
teogonía), o los que se refieren al final de todo, al más allá de la muerte y del tiempo terrestre (se
conocen como escatología). Pero los mitos explican también la causa de muchos usos y
costumbres, de más o menos importancia, que son del interés colectivo, así, por ejemplo, el mito
de Prometeo explica la presencia del fuego.
Como hemos dicho, la Filosofía aparece cuando el mito es sustituido por el logos, es decir,
cuando la arbitrariedad (capricho) del mito es suplantada por la necesidad (las cosas suceden de
la forma en que tienen que suceder según ciertas leyes) del logos. Esto explica que junto a la
Filosofía comienza a aparecer también lo que después entenderemos como Ciencia. La Filosofía
criticará la arbitrariedad de las intervenciones divinas y los primeros filósofos intentarán explicar
los mismos problemas que el mito pero utilizando la razón; buscarán principios naturales y
racionales que puedan interpretar el orden del mundo y la posición del hombre.
Muy pronto los primeros filósofos se dieron cuenta de que en la naturaleza siempre hay algo que
cambia y algo que permanece (por ejemplo un río siempre es el mismo pero siempre está en
continuo movimiento); a lo que permanece y no cambia le llamaron esencia, que es lo que da
unidad, lo que se opone a la multiplicidad y a las apariencias. Pero muy pronto percibieron
también un problema ¿cómo conocer lo que permanece si lo que vemos siempre está cambiando,
es decir, cómo conocer la esencia? Para resolver esta incógnita se pusieron a analizar si lo que no
cambia se capta mejor con los sentidos o con la razón; su respuesta casi unánime consistió en
afirmar que por los sentidos no se capta la unidad sino lo múltiple, lo fraccionario, lo plural, lo
cambiante, lo que parece ser pero no es, lo individual, lo particular; mientras que por la razón se
capta la unidad, lo que permanece sin cambiar, lo que es (no lo que parece ser), la esencia, lo
universal. Es cierto que tanto los sentidos como la razón nos sirven para captar aspectos de la
realidad, pero es cierto también que para comprenderla mejor –pensaban en general- se necesita la
razón porque con ella se pueden clarificar los componentes del universo (plantas, animales, etc) y
buscar el origen o arjé de éste (ojo, porque cuando los griegos van a buscar el origen de donde
todo surge nunca tienen la idea de creación, esta idea surgió posteriormente con el cristianismo).
Teniendo esto en cuenta, los primeros filósofos griegos se van a fijar en physis o naturaleza, es
decir, en la esencia del universo y las cosas que contiene; y preguntarse por la physis es
preguntarse por lo que de permanente hay en el universo en su conjunto y también en los seres
concretos. La physis o naturaleza la entendía desde los siguientes rasgos:
1º) Está vinculada al concepto de necesidad, lo que quiere decir que entendían el universo
como un cosmos (orden) y no como un caos, en el que cada ser (la luna, las estrellas, los ríos…)
está en su lugar y con el comportamiento que le corresponde.
2º) Pero el orden de los seres y del mundo no es estático sino dinámico (todo está en
movimiento, los astros, las estaciones, etc.)
3º) El movimiento de la naturaleza (frente al de los artefactos o cosas fabricadas) es
intrínseco, brota de ella mismo (por ejemplo la semilla se convierte en árbol sin ninguna causa
externa).
4º) En definitiva, los griegos ven la physis o naturaleza como un organismo vivo (no como
una máquina como se la ve en la actualidad) que cambia y en el que están integrados todos sus
elementos porque todos forman parte de ella.
B. LOS PRESOCRÁTICOS.
Uno de los primeros es Tales de Mileto (siglo VI a.C.). Considerado uno de los siete sabios de
Grecia, se interesó por las matemáticas, la astronomía y la física y observó de tal forma la
naturaleza, que fue capaz de predecir un eclipse, explicar un terremoto o hacer una interpretación
de por qué los imanes se atraen o repelen. Lo que más nos interesa es que dice que existe una
realidad única, eterna, activa, cambiante, que es materia y vida de donde todo surge y adonde
todo retorna; esta realidad y por tanto el arjé de la physis es el agua, argumentando que la tierra
se sostiene sobre el agua, que el alimento es húmedo, que las semillas necesitan humedad para
brotar, que los cadáveres se reducen a agua, y que ésta se puede evaporar y convertirse en calor
de ahí surgir las nubes, o enfriarse y convertirse en tierra.
Anaxímenes (siglo VI a.C.) piensa -al igual que Tales- que el principio de todo debe ser una única
causa, aunque menos concreta que el agua. Llega a la conclusión de que el arjé es el aire porque
está en continuo movimiento, es imprescindible para la vida, es infinito, y porque lo penetra todo.
El aire es el que determina la transformación de las cosas y la vida y puede calentarse o enfriarse;
si se calienta se convierte en fuego y si se enfría pasa a ser viento, nube, agua, tierra y piedra por
este orden. Ve una semejanza entre el hombre y la naturaleza ya que dice que de la misma forma
que el aire nos gobierna porque nuestra alma es aire, también el aire gobierna al mundo. Habló de
ciclos universales en los que todo surge del aire y todo vuelve a él al finalizar el ciclo para volver
a comenzar otro después.
Heráclito de Éfeso (siglo V a.C.) se fija en lo que nos aparece por los sentidos, es decir, en lo
cambiante y múltiple, en lo que no es estable ni permanente, y por eso elabora la teoría del panta
rei que significa que todo fluye, todo cambia, todo está en continuo movimiento, nada permanece;
por eso afirma que “No es posible bañarse dos veces en el mismo rio, tocar dos veces una misma
sustancia mortal en el mismo estado, porque todo cambia y desaparece..” Por tanto la verdadera
realidad del flujo universal es el cambio, el movimiento; y es que la realidad cambia, choca, se
opone, hay tensión, lucha de contrarios….y de esta lucha de contrarios, que él llama dialéctica
surge la unidad; es decir que de los contrarios día-noche, guerra-paz, movimiento-reposo, etc. si
pueden formar unidades y coherencias porque la unidad es la oposición de contrarios (por
ejemplo, una jornada se forma de la oposición día-noche); da tanta importancia a la dialéctica o
lucha de contrarios que llega a afirmar que “la guerra es la madre de todas las cosas”. Y junto a
este nivel de realidad múltiple y cambiante, aparece el Uno o Logos que es la razón universal y
oculta que explica los cambios; es la clave de la interpretación del cambio. Lo que el hombre debe
hacer es adecuarse al logos y sentirse parte de él. Dice que el arjé es el fuego que se transformó
en mar, tierra, nube, etc, y que el cosmos en su conjunto tiene un fuego que nunca se extingue y
cuando se apaga en un lugar se enciende en otro; el alma también es fuego y está en continua
transformación (de ahí la tragedia del hombre para adaptarse a ello).
Parménides (de la misma época que Heráclito) quiere encontrar un principio que permanezca por
debajo de los cambios. Se opone frontalmente a Heráclito diciendo que los sentidos nos engañan y
nos muestran lo múltiple y cambiante, pero eso es pura apariencia porque lo cambiante no es real;
la realidad se capta con la razón, con el logos, que nos dice que no hay pluralidad ni cambio sino
unidad y permanencia. También se opone a todos los filósofos anteriores que afirman que el
universo se deriva de un elemento original, y lo hace con el siguiente argumento: lo que no existe
desde el principio no puede originarse, y lo que existe desde el principio no puede destruirse, (por
tanto si desde el principio sólo existe el agua o el aire sin nada que lo cambie, de ahí no pude
surgir ninguna transformación); y por eso afirma que “lo que es es, y lo que no es no es, y no
puede llegar a ser”. Ante esta crítica caben dos posibilidades, o decir que hay más de un elemento
al principio, o decir que ese único elemento del principio no cambia; Parménides optó por la
segunda diciendo que lo que siempre ha existido es el Ente algo que no tiene principio ni fin, que
es inmóvil, indestructible, uno, y similar a la masa de una esfera (señal de perfección) sin huecos ni
aristas (porque estarían llenos de no-ser). El problema del hombre es que anda errante y engañado
con los sentidos buscando la existencia de múltiples cosas y en movimiento.
Parménides tuvo seguidores, entre los que destaca Zenón de Elea quien a base de aporías
(juegos lógicos de pensamiento) como la de Aquiles y la tortuga, nos dice que por extraña que
parezca la teoría de su maestro, si lo pensamos bien, más extraño es defender lo contrario. Meliso
de Samos también le matizó a Parménides diciéndole que el Ente no puede ser finito como una
esfera (ya que entonces habría algo más allá de los límites), sino infinito, ni corpóreo (porque se
podría dividir dando lugar a varias parte y ya no habría solo una) sino incorpóreo.
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2- PLURALISTAS.
Empédocles (siglo V a.C.) médico y científico expulsado de los pitagóricos, explicaba la realidad
apelando a cuatro elementos que siempre habrían existido, tierra, agua, aire y fuego, y a dos
fuerzas cósmicas responsables de su mezcla y separación: el amor y el odio, respectivamente. El
cosmos repite eternamente el mismo ciclo. En el principio hay una esfera presidida por el amor, y
los cuatro elementos se mezclan componiendo una sustancia homogénea. Interviene entonces el
odio, separando los elementos, lo que origina la pluralidad de seres que conocemos. Finalmente el
odio triunfa y los elementos se separan del todo y se distribuyen en cuatro esferas concéntricas,
que del centro a la periferia van según su peso: tierra, agua, aire y fuego. El ciclo empieza de
nuevo, al intervenir el amor y mezclar los elementos. Como vemos se trata de una solución
pluralista en la que los elementos que constituyen la realidad existen desde siempre. Además,
mediante la lucha entre amor y discordia se explica el movimiento.
Demócrito (siglo V a.C.) comparte con su maestro Leucipo la autoría de la teoría atomista. Para
Demócrito, la realidad se compone de átomos y vacío. Los átomos son partículas diminutas,
indivisibles, infinitas en número, que componen las cosas materiales. Son sólidos, llenos, eternos,
incorruptibles y tienen distintas formas. Los átomos se mueven libremente en el vacío al azar y al
chocar unos con otros, enganchándose, forman los cuerpos. La separación de los átomos que
forman los cuerpos es la desaparición de éstos. El movimiento es una de las cualidades de la
materia y no necesita de explicación. Los átomos existen desde siempre en número infinito y son
indestructibles. También -frente a Parménides- introduce la nada en la realidad con la afirmación
de la existencia del vacío: si por real se entiende lo material, el vacío no es real, pero si por real se
entiende lo que existe, el vacío es real, posibilitando el movimiento de los átomos.
NOTA: Los presocráticos más importantes de cara a la filosofía posterior son Heráclito,
Parménides, Pitágoras, Anaxágoras con su concepción del Nous, y Demócrito con
la idea de los átomos moviéndose de forma caótica.
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