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J. Cortés José y E. Peñalver Gómez Cuatro siglos de historia de la cartografía en la Biblioteca…
d) Fondos de las bibliotecas de los centros jesuíticos –sobre todo del Colegio de
San Hermenegildo y de la Casa Profesa--, como consecuencia de la expulsión de
la Compañía de Jesús en 1776, bajo el reinado de Carlos III.
Esta muy diversa procedencia, más diversa aún si se tiene en cuenta que las bibliotecas
conventuales a menudo habían recibido como legado bibliotecas de particulares, explica
que aunque como cabría imaginar la mayor parte de las obras pertenecen al ámbito
religioso y jurídico, estén representadas muchas más áreas del conocimiento humano:
obras históricas y literarias, relaciones de sucesos, libros de medicina, técnica,
arquitectura, arte y ciencia militares, historia natural, matemáticas y, por supuesto,
Geografía.
En segundo lugar, la enorme cantidad de libros de geografía de los que hay constancia
que provienen de los diferentes centros jesuíticos sevillanos, da la medida del interés de
la Compañía de Jesús en los conocimientos geográficos, derivado de su enérgica
actividad misionera en el Nuevo Mundo.
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J. Cortés José y E. Peñalver Gómez Cuatro siglos de historia de la cartografía en la Biblioteca…
El siglo XV
En la segunda mitad del siglo XV1 se produce una importante innovación en la ciencia
cartográfica y fundamentalmente en las técnicas de posicionamiento. Estos avances se
producen sobre todo por la navegación oceánica que demandaba mayor precisión en el
cálculo de las coordenadas de la posición del barco. Así, los instrumentos de
astronomía, como el astrolabio o el cuadrante, utilizados para medir la altura de los
astros en el cálculo de la latitud, se simplifican creándose el astrolabio náutico (ideado
por los árabes) o el cuadrante náutico; y, a mediados del siglo XVI, se comienza a
utilizar la ballestilla (la vara o bastón de Jacob) para la misma función. La plancheta,
con una regla de observación sobre la superficie del dibujo, que permitía que el mapa
fuese hecho al mismo tiempo que se trazaban los ángulos, fue dada a conocer por el
astrónomo Leonard Digges (1545-1595) en 1571 en su obra “Pantometría”. Humphrey
Cole construye uno de los primeros en 1574.
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Las siguientes líneas se han extraído de la obra “Andalucía. La imagen cartográfica hasta fines del siglo
XIX”, del artículo “La construcción de la imagen cartográfica de Andalucía del siglo XVI al XIX.
Evolución de las técnicas de posicionamiento geográfico”, de J. Cortés José y el de C.Líter Mayayo
“Andalucía en la Cartografía Española Siglos XVI al XIX”.
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en la BUS, pero será dos años más tarde, en 1477, cuando Domenico de Lapis produzca
en Bolonia la primera edición con mapas xilográficos, 27 en total, atribuidos a Tadeo
Crivell, entre ellos el primer mapa impreso de la Península Ibérica. En 1482 se publica
en Florencia, impresa por Nicola Todescho, la traducción al italiano versificada de la
Geographia de Ptolomeo, realizada por Francesco Berlinghieri, tomada de la versión
latina de d’Angelo. El mismo año de 1482 se publica en Ulm una edición impresa por
Leonardo Holle, que destaca por su belleza y por la utilización de xilografías para su
estampación. Ambas ediciones tienen “mapas modernos” de la Península Ibérica.
Todavía en el siglo XV, merece la pena reseñar la presencia del Isolario de Bartolomeo
Zamberti (Venecia, Guglielmo Anima mia de Tridino, ca. 1486), con unos cincuenta
mapas de islas. Nuestro ejemplar, que procede del Monasterio de la Cartuja, muy
probablemente de la biblioteca de Jerónimo Chaves, cuenta con la traducción
manuscrita de los versos con que el autor describía las islas, y que le valieron el nombre
de Bartolomeo da li Sonetti.
Dos obras más, del siglo XVI, pero que incluimos aquí por la fuerte impronta
ptolemaica de sus mapas xilográficos, son C. Iulii Solini Polyhistor : rerum toto orbe
memorabilium thesaurus locupletissimus (Basilea, 1543), de Cayo Julio Solino, en
ejemplar procedente de la Casa Profesa, y la Geographia de Estrabón (Basilea, 1571),
con marca de propiedad del Duque de Osuna.
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J. Cortés José y E. Peñalver Gómez Cuatro siglos de historia de la cartografía en la Biblioteca…
Siglo XVI
Dos isolarios más presentes en la BUS son el Isolario de Benedetto Bordone (Venecia,
1534), en ejemplar con sello de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús, y la bellísima
obra L’Isole piu famose del mundo (Venecia, 1575), de la que existen tres ejemplares,
uno de ellos procedente de la Biblioteca Pública de San Acacio.
Sin ningún género de dudas, una de las figuras más relevantes de la historia de la
cartografía es la de Abraham Ortelio, nombrado por Felipe II Cosmógrafo Real y
responsable del considerado primer atlas moderno, el Theatrum Orbis Terrarum,
publicado en 1570. Ortelio recopiló para su obra los mejores mapas disponibles de los
cartógrafos más importantes de su tiempo, de forma que abarcara el mundo entero. El
Theatrum tuvo un gran éxito inmediato, siendo editado en varios idiomas; en español se
hicieron tres ediciones, en 1588, 1602 y 1612.
A partir de 1584 aparecen los mapas de otras regiones españolas; entre ellos
encontramos un bello grabado en el que figuran las imágenes de Carpetania, Guipúzcoa
y Cádiz, esta última situada en la parte inferior de la hoja, enmarcada por un semicírculo
con una cuidada decoración. Este plano de Cádiz está realizado por Joris Hoefnagel,
artista reconocido que viajó por España entre 1563 y 1567 haciendo dibujos de paisajes
y ciudades que, grabados por F. Hogenberg, fueron publicados en 1572 por George
Braun en su gran obra Civitates Orbis Terrarum, considerado el primer atlas urbano.
Después de la muerte de Ortelio, las planchas pasaron a Juan Bautista Vrients quien,
hacia 1603, publica una nueva edición del atlas que incluye dos nuevos mapas
peninsulares, el del Reino de Galicia de Fernando de Ojea y el del Principado de
Cataluña, que carece de autor pero incluye una gran cantidad de información geográfica
y toponímica.
Del Convento de San Pablo y de la Casa Profesa provienen dos ediciones latinas del
Theatrum Orbis Terrarum (Amberes, 1570 y 1584 respectivamente). No está clara
todavía la procedencia de los dos ejemplares conservados en la BUS de la edición
española (Amberes, 1588) del Teatro de la Tierra Universal. En cuanto a otras obras de
geografía de Ortelio, en la BUS hay dos ejemplares de la Synonymia geographica
(Amberes, 1578), procedentes del Monasterio de la Cartuja y del Colegio de San
Hermenegildo. Del Thesaurus geographicus (Amberes, 1596), el ejemplar muestra
exlibris manuscrito del Colegio de la Concepción de la Compañía de Jesús.
En cuanto al Civitates Orbis Terrarum, los depósitos de la BUS custodian una serie
completa de seis volúmenes, más dos ejemplares del libro tercero y uno del cuarto. De
estos ejemplares, hay constancia de la procedencia de la serie completa, en la que
figuran como propietarios los nombres de Martín Cortés y Juan Pedro Cortes, siendo
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J. Cortés José y E. Peñalver Gómez Cuatro siglos de historia de la cartografía en la Biblioteca…
más que probable que el primero se trate del cosmógrafo de origen aragonés Martín
Cortés de Albacar. Un ejemplar del volumen tercero lleva ex libris manuscrito del
Colegio de la Inmaculada Concepción, perteneciente a la Compañía de Jesús.
Del Atlas sive cosmographicae meditationes de fabrica mundi… hay una edición
(Amsterdam, 1606), revisada y completada por Hondius, con ejemplar procedente del
Monasterio de San Isidoro del Campo. De la edición de Amsterdam, 1634, del Atlas
minor, también revisado por Hondius, el ejemplar procede de la Casa Profesa.
Los mapas de la Península Ibérica publicados en los siglos XVI y XVII son de autores
extranjeros, fundamentalmente de países como Italia, los Países Bajos o Francia. Entre
estos mapas destaca el realizado por el cartógrafo y matemático italiano Giacomo
Gastaldi, impreso en Venecia en 1544, titulado La Spanna, grabado en cuatro planchas
de cobre. Para su realización, Gastaldi contó con la ayuda y la información de Diego
Hurtado de Mendoza, embajador del rey Carlos V en la república de Venecia. El mapa
está graduado y realizado en proyección cilíndrica; presenta una densa red hidrográfica
y una exagerada representación de las montañas; muestra abundante toponimia,
destacando en el centro la ciudad de Toledo. Aunque presenta errores, es superior a los
mapas que se habían publicado hasta entonces, basados todavía en las representaciones
actualizadas que incluían las diversas ediciones de la Geographia de Ptolomeo, creadas
a mediados del siglo XV.
Pocos años después, la importancia de este gran mapa fue oscurecida por la aparición en
1551 del mapa mural realizado, también en Venecia, por Vincenzo Paletino de Curzola,
de un diseño más claro y con una mejor representación del relieve y situación de las
ciudades. Entre los extranjeros destaca el publicado por Hieronymus Cock en Amberes
en 1553, titulado Nova Descriptio Hispaniae. Es el primer mapa de España estampado
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J. Cortés José y E. Peñalver Gómez Cuatro siglos de historia de la cartografía en la Biblioteca…
Siglo XVII
A mediados del siglo XVII la aplicación del péndulo, cómo órgano regulador de la
marcha de los relojes fijos (Huygens 1656), y del espiral isócrono en los relojes
portátiles, mejoró de tal forma la precisión de la medida del tiempo que confirmó que el
método cronométrico para el cálculo de la longitud geográfica era factible.
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El cuadrante de Davis tenía una escala en la que se aplicaba el método llamado “de la escala diagonal”
para afinar la sensibilidad. No obstante con él no se podían observar alturas de estrellas por lo que
coexistió con el astrolabio y la ballestilla. La nueva escala ofrecía una gran sensibilidad que llegaba, por
lo general, a los 2’, auque estimaciones de la época dan a las observaciones con él realizadas una
precisión muy inferior a los 15’ (Selles, M.A. 2000, pag. 48).
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Basadas en las observaciones de Tycho Brahe (1546-1601).
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En 1615 planeó y llevó a cabo un nuevo método para medir el radio de la Tierra por medio de la
determinación de la longitud de un arco de meridiano calculado mediante triangulación, trabajo
considerado como la fundación de la geodesia; en su obra Eratosthenes Batavus, sive de terræ ambitus
vera quantitate, publicado en 1617, describe el método empleado y el resultado obtenido, calcula que un
minuto de arco de meridiano mide 107,395 Km., frente a los 111 Km. actuales.
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por Pierre Vernier (1580-1637) en 1631, a partir del dispositivo inventado en 1514 por
el lusitano Pedro Nunes (1492-1577)5. Leidniz formula el cálculo diferencial en1676 y
diez años después el cálculo integral, que permitirán formular y construir la proyección
inventada por Mercator en el siglo anterior.
Puede decirse que lo que Ortelio y Mercator fueron para la cartografía de la centuria
anterior, lo fue para la del XVII la familia Blaeu, propietaria de una de las más fecundas
firmas cartográficas de la historia, dedicada a la formación y venta de mapas y atlas. El
creador de la firma fue Willem Janszoon Blaeu (1571-1638), autor de un mapa de
España, publicado en 1605, Nova Regni Hispaniae Descriptio, que tiene el mérito de ser
el primer mapa de la Península en el que se incluyen, insertas alrededor de la imagen
cartográfica, vistas de ciudades: Toledo, Valladolid, Lisboa y Sevilla.
Sin embargo, lo que más renombre dio a Blaeu fueron sus atlas. En 1608 publica un
atlas marítimo titulado Het Licht der Zeevaert –«La luz de los navegantes»– y en 1630
edita el Atlantis Appendix, con sesenta mapas. Su obra más importante, el Novus Atlas
vio la luz en 1634 y un año después publicó una nueva edición en dos volúmenes, que
fue ampliándose rápidamente y en unos años se cumplió el objetivo que se había
propuesto: publicar la suma más completa de todos los conocimientos geográficos de la
época; pero Blaeu murió antes de ver la publicación completa del atlas.
Su obra fue continuada por sus hijos y nieto: Joan, Willem y Cornelis. En especial su
hijo Joan Blaeu, de una gran formación científica, llegó a ser una figura relevante en el
mundo de la edición cartográfica; continuó con la edición del atlas, aumentando su
prestigio y llegando a incrementar el número de mapas y la extensión de la obra hasta
doce volúmenes en 1663. El Atlas Maior o Geographia Blaviana fue traducido a varios
idiomas y su contenido sirvió de modelo a los autores holandeses, alemanes, franceses e
ingleses a lo largo del siglo XVIII. Los atlas de la familia Blaeu representan el punto
culminante de la cartografía holandesa.
El volumen dedicado a España contiene siete vistas de El Escorial seguidas por veintiún
mapas de la Península Ibérica y sus regiones, destacando los mapas dedicados a
Andalucía, que presentan una bella ornamentación en sus cartelas, con escudos y
diversas figuras. El grabado de las planchas es muy cuidadoso así como su iluminación.
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Un dispositivo de medida de longitudes que permitía, con la ayuda de un astrolabio, medir fracciones de
grado de ángulos muy pequeños no indicadas en la escala de los instrumentos astronómicos y
topográficos. El físico francés hace uno nonio más simple (el vernier) para salvar las dificultades que
presentaba la construcción del de Nunes, pero inspirado en su principio.
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J. Cortés José y E. Peñalver Gómez Cuatro siglos de historia de la cartografía en la Biblioteca…
(Amsterdam, 1613) con vistas y planos de más de un centenar de ciudades de los Países
Bajos. De los dos ejemplares de esta obra que hay en la BUS, uno procede del Colegio
de San Hermenegildo y el otro del Monasterio de la Cartuja de las Cuevas. No tiene
marca de procedencia el ejemplar de la edición en francés de la obra de Guicciardini,
Description de touts les Paysbas autrement appellez la Germanie Inferieure ou Basse
Allemagne, (Campen.Amsterdam, 1641). Del Convento de Santa María del Populo
provienen los ejemplares de dos ediciones de la Cosmographia de Paulus Merula, la
primera impresa en Amsterdam por Guillermo Blaeu en 1613 y la segunda también en
Amsterdam, por Henricus Hondius, en Leiden, por Isaac Elzevier, en 1621, aunque el
colofón reza: “Lvgdvni Batavorum : typis Isaaci Elzeviri, CIC. IC. CXX... svmptibus
Iudoci Hondii.
La fama obtenida por algunos editores como Hondius y Blaeu, unida a la gran demanda
de información geográfica, motivó que se abrieran nuevos talleres dedicados a la
edición de mapas y atlas. Éste es el caso de Jan Janssonius, yerno de Hondius, «el
Viejo», cuya casa editorial adquirió gran renombre con la venta de mapas; editó, a
mediados de siglo, un atlas en once volúmenes titulado Grand Atlas. Otra familia de
editores fueron los Visscher; su fundador Claes Janszoon Visscher era un magnífico
grabador, conocido y apreciado por sus grabados de paisajes holandeses o batallas, que
editó numerosos mapas. Desde 1660 los Visscher editaron atlas de diversa importancia.
Otro taller que funcionó durante tres generaciones fue el fundado por Frederik de Wit,
editor del Atlas sive descriptio Terrarum Orbis y del Atlas Mayor. Hacia 1630 trabaja
en Ámsterdam la familia del editor y grabador Cornelis Danckers, cuyos atlas ricamente
iluminados se editaron hasta 1710. Todos ellos incluyen en sus atlas diversos mapas de
España y de las regiones peninsulares.
Del taller de Johannes Janssonius van Waesberge, en la BUS pueden encontrarse, entre
otros títulos, P. Bertii Commentariorum rerum Germanicarum libri tres, de Petrus
Bertius (Amsterdam, 1616 y Amsterdam 1632).
Entre las dinastías de editores holandeses, destaca la familia Van Keulen. Establecidos
en Ámsterdam en la segunda mitad del siglo XVII y especializados en mapas y
publicaciones náuticas, subsistieron hasta 1885. Su fundador, Johannes Van Keulen,
publicó el Zee Fakkel, obra ambiciosa que, además de las cartas náuticas, incluye vistas
y mapas terrestres. Su hijo, hidrógrafo de la Compañía de las Indias Orientales, aumentó
el prestigio de la firma con sus ediciones corregidas y enriquecidas con nuevos mapas.
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Entre los cartógrafos franceses destaca, en primer lugar, Nicolas Sanson d’Abbeville,
que estableció las bases de la escuela cartográfica francesa que a lo largo de la segunda
mitad del siglo XVII y en el XVIII influyó profundamente en la cartografía europea y
mundial; Alexis Hubert Jaillot, que trabajó asociado con Sanson y publicó bellos atlas
como el Atlas Nouveau o el Atlas François; y Nicolas de Fer, uno de los cartógrafos
más prolíficos del siglo XVIII, nombrado en 1690 geógrafo del Grand Dauphiné y autor
del Atlas curieux. Ya en el siglo XVIII sobresalen de manera especial Guillaume Delisle
y Jean Baptiste Bouguignon D’Anville que publicaron mapas que son modelo de
claridad y precisión ya que poseen toda la información producto de los resultados de los
trabajos y mediciones de la Academia. Éstos y otros muchos cartógrafos contribuyeron
a dotar a la cartografía francesa de un alto prestigio, arrebatando el liderazgo a la
escuela holandesa en las últimas décadas del siglo XVII.
La cartografía francesa del XVII está presente en la BUS a través de obras como
L'Europe en plusieurs cartes et en divers traittés de geographie & d'histoire (París,
1683), de Nicolás Sanson d’Abbeville, que incluye con portada propia partes
correspondientes a los demás continentes. Del mismo autor es la edición romana (1690)
de Tauole della Geografia antica, moderna, ecclesiastica e ciuile, ouero diuisione del
globo terrestre., procedente del Colegio de San Hermenegildo. En cuanto a Nicolás de
Fer, hay que mencionar el ejemplar de Les forces de l'Europe, ou Description des
principales villes, avec leurs fortifications (París, 1690-1695).
Siglo XVIII
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Porque si bien se funda en recorrer el limbo sobre la alidada un ángulo de 45º el aparato está facultado
para medir ángulos de hasta 90º, de ahí la denominación de cuadrante.
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Mediante dos espejos, se superpone la imagen del horizonte (visión directa de la pínula) con la del astro
del que se mide la altura, el aparato dispone de una dial o radio móvil al que va solidario un gran espejo,
siendo el propio dial el que marca en grados la altura del astro cuando ambas imágenes coinciden en el
campo de visión (Moreno, R).
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La utilización de los instrumentos de reflexión se generalizan muy rápidamente durante la segunda
mitad del siglo XVIII. A finales de ese siglo se han conseguido muchas mejoras técnicas y constructivas
que harán posible que estos instrumentos lleguen a ser precisos y que perduren hasta nuestros días
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Jesse Ramsden (1735-1800)9 mejoró el teodolito (se considera el precursor del teodolito
moderno) al incorporarle la máquina de graduar, con la que se divide exactamente el
círculo de bronce, y el micrómetro que le permitía llegar a alcanzar un apreciación entre
5” y 10” y que posteriormente se mejoró en los teodolitos geodésicos alcanzaban
apreciaciones entre 2” y 1” fundamental para visuales entre vértices de 100 Km.
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Recibe la medalla Copley 1795, que es el mayor reconocimiento al trabajo científico, en cualquiera de
sus campos, otorgado por la Real Sociedad de Londres.
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Y en 1792 se encarga la tarea de hacer una nueva y más exacta medición del meridiano de París, desde
Dunkerque a Montjuic en Barcelona, a los astrónomos Pierre Merchaín (quien partió hacia Barcelona) y
Joseph Delambre (a Dunkerque) que se concluyo 1798.
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todo en los siglos XIX y XX, para la cartografía temática, datos estadísticos y distribución
espacial de los fenómenos geográficos.
Borda consiguió sus mediciones más precisas medite triangulación terrestre (3.713 m.)
y las mediciones a vela (3.715 m.), mientras los datos obtenidos con sus mediciones
barométricas tuvieron sobre todo utilidad para el prestigioso físico y matemático La
Place que intentaba ajustar los coeficientes de la fórmula que hoy lleva su nombre y que
trata de corregir los errores producidos por la temperatura, la humedad del aire y la
latitud del lugar. La Place utilizó los datos que Borda tomó en Tenerife para ajustar los
números de su fórmula. En el período comprendido entre mediados del siglo XVII y
finales del XVIII se produce una transformación sustancial en los estudios científicos,
que afecta a todas las ramas del saber. Es una época en la que se puede decir que nace la
ciencia en el sentido moderno de la palabra. La cartografía y las ciencias afines no
fueron ajenas a este movimiento que se estaba produciendo en Europa.
Citamos dos obras que llaman la atención por la relativa escasez de libros publicados en
el Reino Unido en el fondo antiguo de la BUS. En primer lugar, A Bengal Atlas
(Londres, 1780), de James Rennell, con 15 mapas de la región bengalí, en ejemplar con
exlibris de Antonio de Ulloa, y la Chorographia Britanniae, or a set of maps of all the
counties in England and Wales to which are prefix'd the ... general maps ... , de Thomas
Badeslade y William Henry Toms (Londres, 1742), con cuarenta y siete mapas de
condados ingleses y galeses.
Mucho mejor representada está la cartografía francesa del XVIII, en primer lugar con
dos obras de cartografía náutica como son Le Petit flambeau de la mer (Nantes, 1730),
de René Bougard (Nantes, 1730), con más de ochenta cartas de puertos de las fachadas
atlánticas de Europa y África hasta Cabo Verde, y el Petit Atlas maritime : recueil de
cartes et plans des quatre parties du Monde en cinq volumes (s.l., 1764), de Jacques
Nicolas Bellin
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Al mundo de los libros de viajes – traído aquí a colación por su carácter de obra
cartográfica-- pertenece la obra de Louis Charles Desnos, Nouuel itinéraire général :
comprenant toutes les grandes routes et chemins de communication des prouinces de
France, des isles Britanniques, de l'Espagne, du Portugal, de l'Italie, de la Suisse, de
tous les Pays-bas, de l'Allemagne, d'une partie de la Hongrie, de la Pologne, de la
Prusse et du Dannemarck, &, &, auec les distances en lieuës ou milles d'usage dans ces
différens pays ... (París, 1766)
En primer lugar, la edición en francés de las relaciones de los viajes del capitán James
Cook, Relation des voyages entrepris par ordre de sa Majesté Britannique,
actuellement regnante, pour faire des découvertes dans l'Hemisphère Méridional, et
successivemente exécutés par le Commodore Byron, le Capitaine Carteret, le Capitaine
Wallis & le Capitaine Cook ... (Laussane, 1774), y Troisième voyage de Cook, ou
Voyage à l'océan Pacifique, ordonné par le roi d'Angleterre, pour faire des découuertes
dans l'hémisphère nord, pour déterminer la position & l'étendue de la côte ouest de
l'Amérique septentrionale, sa distance de l'Asie, & résoudre la question du passage au
Nord, exécuté sous la direction des Capitaines Cook, Clerke et Gore sur les vaisseaux
la résolution et la découuerte en 1776, 1777, 1778, 1779 & 1780 (París, 1785).
España se incorporó a este movimiento científico desde comienzos del siglo XVIII con la
subida al trono de Felipe V, nacido en una época de gran entusiasmo por los brillantes
resultados que estaba produciendo en Francia la protección a las ciencias. La recién
creada Academia de Ciencias francesa, con el fin de determinar la figura de la Tierra,
organizó dos expediciones, una a Perú y otra a Laponia, para medir dos arcos del
meridiano, uno en el ecuador y otro en el polo. La expedición a Perú, dirigida por La
Condamine, salió de Cádiz en 1735 y regresó en 1744. La Corona española, en cuyos
territorios ultramarinos se efectuaban los trabajos, asignó a esta expedición a dos
oficiales de la Marina, Jorge Juan y Antonio de Ulloa, que durante nueve años
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J. Cortés José y E. Peñalver Gómez Cuatro siglos de historia de la cartografía en la Biblioteca…
Junto a la edición de Amsterdam, 1745, del Extracto del diario de observaciones hechas
en el viage de la provincia de Quito al Para`, por el rio Amazonas, Y del Para` a
Cayana, Surinam y Amsterdam ..., de Charles Marie de la Condomine, la Biblioteca
posee, entre otras obras de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, Observaciones astronómicas
y phisicas hechas de orden de S. Mag. en los reynos del Perú (Madrid, 1748), Relacion
historica del viage a la America meridional (Madrid, 1748), en ejemplar de la donación
de Manuel Andérica Martínez, y la edición en francés de la misma obra, Voyage
historique de l'Amerique Meridionale : fait par ordre du Roi d'Espagne (Amsterdam y
Leipzig, 1752)
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Los primeros trabajos cartográficos que realiza desde su regreso en 1760 están
dedicados a mapas de España, de Madrid, y de los reinos y provincias de Andalucía,
Gibraltar, Valencia y Portugal, seguidos posteriormente por mapas del resto de la
Península. A partir del año 1770 se multiplican sus obras cartográficas, que ya no sólo
se refieren a las provincias y reinos de España sino también a los dominios españoles y
a mapas del extranjero. Desde 1780 comienza a trabajar con él su hijo Juan y
posteriormente Tomás Mauricio, y en las dos últimas décadas del siglo, prácticamente
hasta la muerte de López, su actividad cartográfica será enorme, y su fama traspasará las
fronteras, llegando incluso a utilizarse sus mapas como modelo a seguir en Europa.
Siguiendo las líneas de su maestro D’Anville, López utilizó para la confección de sus mapas
fuentes de segunda mano, que él sintetiza y selecciona metódicamente sin realizar ningún
trabajo de campo. Entre los materiales utilizados se encuentran los mejores mapas de los
siglos XVI y XVII, los realizados por europeos y los numerosos levantamientos cartográficos
hechos en España en el siglo XVIII por marinos, ingenieros militares y agrimensores. Con
este sistema de geógrafo de gabinete si bien no alcanzó el grado de exactitud de su
maestro, consiguió una obra estimable que le dio gran popularidad y la gloria de haber
hecho el primer Atlas completo y detallado de España.
Para completar todos estos materiales, Tomás López decide llevar a cabo un plan, que
inicia hacia 1766, con el fin de solicitar información de todas las regiones de España a
los obispos, párrocos y funcionarios civiles destacados en cada localidad. Actuando en
calidad de Geógrafo del Rey y, como menciona en las cartas que escribe, «Por estar
realizando un mapa y descripción de esa diócesis y deseando publicarle con el acierto
posible», envía un cuestionario que ruega le sea contestado cuidadosamente. Solicita
también que procuren «formar unas especies de mapas o planos de sus respectivos
territorios», ofreciendo siempre citar en los mapas el nombre de las personas que le
proporcionen información.
López realizó un enorme trabajo intentando reunir, unificar y sintetizar todos estos
materiales, mientras que paralelamente iba archivando todas las respuestas, con la idea
de publicar un diccionario geográfico de España. Obra muy necesaria que también había
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J. Cortés José y E. Peñalver Gómez Cuatro siglos de historia de la cartografía en la Biblioteca…
intentado llevar a cabo la Academia de la Historia, y que abandonó por las muchas
dificultades que entrañaba. López tampoco pudo publicar el diccionario que él había
pensado; hoy la mayor parte de este material se conserva en la Biblioteca Nacional de
España.
Sus dos hijos Juan y Tomás Mauricio, el primero en especial, sucedieron a su padre en
la profesión, formando una pequeña dinastía de cartógrafos. Tomás López se había
preocupado personalmente de su formación, haciendo que estudiasen en San Isidro el
Real humanidades, matemáticas y, muy especialmente, la geografía. Consiguió que el
conde de Floridablanca enviase a su hijo Juan a París y Londres para perfeccionar sus
conocimientos, de tal manera que no fue un simple continuador de su padre, sino un
activo geógrafo, miembro de varias Academias y Sociedades ilustradas.
Las ciencias que experimentaron, en pocos años, una transformación mayor fueron las
relacionadas con la navegación, las matemáticas, la astronomía y algunos aspectos de la
física. Para poner al día los estudios náuticos, de gran interés en un país como España
que tenía un enorme imperio ultramarino, se funda en 1717 la Academia de Guardias
Marinas de Cádiz, donde se formarán las figuras más importantes que dirigirán las
expediciones científicas y los levantamientos hidrográficos del siglo XVIII. Pocos años
antes se había creado, en 1711, el Cuerpo de Ingenieros Militares cuyos estudios
incluían cosmografía, geografía y levantamiento de mapas y planos. En unos años se
consiguieron promociones de ingenieros que llevaron a cabo una brillante actividad
cartográfica desde mediados del siglo XVIII. En este sentido, entre los mapas regionales
tocantes a Andalucía es de gran interés el Mapa del Reyno de Sevilla levantado por el
ingeniero militar Francisco Llovet en 1748, que será utilizado por el cartógrafo Tomás
López para la realización del suyo de 1767, haciéndolo constar en el mismo mapa al
inscribir «hecho sobre el que Publico el Yngeniero en Gefe D. Francisco Llobet».
Con la llegada de los Borbones, la marina española, que había pasado por un período de
decadencia, comienza una gran revitalización, apoyada por los marinos científicos de la
ilustración, formados en la Academia de Guardias Marinas de Cádiz. Junto con la
ingente labor llevada a cabo en las grandes expediciones científicas no se descuidó el
proyecto de levantamientos cartográficos de la Península.
En 1783 Vicente Tofiño de San Miguel, director de la Academia de Guardias Marinas
de Cádiz, fue encargado del levantamiento de la carta esférica de las costas de España.
Para su trabajo contó con la colaboración de alumnos del curso de estudios
especializados de la Academia y con todo el apoyo oficial que requería una empresa de
tal envergadura.
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Para hacer los levantamientos se dividió la costa en ocho sectores. Durante los veranos
de 1783 a 1786 realizaron operaciones de medición que corresponden ya a técnicas del
siglo XIX e incluso del XX: determinaciones astronómicas, sondas, utilización de bases
de comprobación, etc. Los métodos utilizados para los levantamientos cartográficos
están descritos en la introducción del Derrotero de las costas de España en el
Mediterráneo, publicado en Madrid en 1787, donde explica su técnica que consistía en
«combinar en lo posible las operaciones terrestres con las marítimas… levantando
nuestras orillas con una serie de triángulos continuados desde el primero, cuya base se
midiese con exactitud… que es el mismo orden que los célebres Picard y La Hire
siguieron en Francia».
Las cartas, que se publicaron en dos tomos en 1787 y 1789 bajo el título Atlas Marítimo
de España, son de gran exactitud, belleza y perfección del grabado, y constituyen la
obra más importante de la cartografía española del siglo XVIII. Los trabajos realizados
para levantar la carta esférica de la costa de España permitieron deducir, por primera
vez, la medida exacta del territorio español, que resultó ser «de 10.891 leguas cuadradas
de 8.000 varas cuadradas cada una».
Tanto del Derrotero de las costas de España (Madrid, 1787), como del Atlas marítimo
de España (Madrid, 1789), posee la BUS un ejemplar, al que hay que añadir un tercero
correspondiente al Atlas hidrográfico de las costas de España en el océano Atlántico, la
costa de Portugal, parte de la de África y las Islas Canarias, Terceras y de Cabo Verde
(Madrid, 1789), con sello del Depósito de la Marina.
Conclusión
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primer mapa regional incluido en la edición de 1580 del Theatrum Orbis Terrarum de
Abrahan Ortelio.
Por motivos obvios, esta exposición ha tenido que centrarse en obras si no estrictamente
cartográficas, sí con un contenido cartográfico central, quedando por tanto fuera toda
esa cartografía dispersa en tantas obras históricas –por ejemplo la que ilustra la Histoire
romaine de Rolllin--, literarias – como la Carta geographica de los viajes de Don
Quixote, y sitios de sus aventuras, delineada por Pellicer y grabada por Antonio
Rodríguez para la edición del Quijote de Sancha, en los últimos años del siglo XVIII--,
histórico-religiosas – entre ellas la Geographia sacra (Amsterdam, 1703), de Charles
Vialart, enriquecida con once bellísimos mapas debidos a la mano de H. Eland, – y en
otras de difícil clasificación – cual es el caso del mapa de China incluido por Athanasius
Kircher en su China monumentis… (Amsterdam, 1667).
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