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“Y TODOS HUYERON” (MC 14,50): LA INCOMPRENSIÓN DE LOS DISCÍPULOS

EN EL EVANGELIO DE MARCOS

PBRO. DR. HUGO ORLANDO MARTÍNEZ ALDANA

E-mail: humaral2@yahoo.es

El autor, ya licenciado en Exégesis Bíblica (Pontificio Instituto Bíblico, Roma) y en Filosofía Pura
(Universidad Santo Tomás de Aquino, Colombia), ofrece aquí una síntesis de la tesis publicada
el 17 de mayor de 2001, con la cual obtuvo el título de Doctor en Teología Bíblica en la
Pontificia Universidad "Santo Tomás de Aquino" (Angelicum), de Roma. Se encuentra
actualmente en el Seminario Mayor de Tunja (Boyacá, COLOMBIA)

1. INTRODUCCION

Con las palabras “Y todos huyeron” el Evangelista san Marcos relata el abandono del
seguimiento de Jesús por parte de los discípulos después del arresto (14,40). Esta
expresión está en fuerte contraste con aquella de la llamada, donde se dice que los
discípulos, después de haber dejado cosas y personas, siguen a Jesús (cf. 1,18.20); y
también con aquella de la constitución del grupo de los doce, donde ellos dejan otras
personas para ir donde Jesús (cf. 3,13). Después de un intenso proceso de formación y de
comunión con el Maestro, como nos lo narra el evangelio, los discípulos, ante el arresto
de Jesús, huyen sin que el evangelista nos dé una explicación satisfactoria acerca de la
causa de sus acciones, como si lo hace en otras ocasiones con los mismos discípulos y
con otros personajes del evangelio (cf. 6,50.52; 9,6; 11,18; 12,12; 14,40; 16,8).

La importancia de nuestro estudio está en el hecho de encontrar una respuesta


convincente, que nos lleve a entender mejor, por qué los discípulos dejan a Jesús en una
situación tan particular de su ministerio.

Las motivaciones por las cuales hemos escogido este tema son varias:
1. El interés del mismo evangelista por los discípulos, dado que junto al tema
principal del evangelio se les concede a ellos un grande espacio en la obra.
2. La presentación, por así decirlo casi negativa que Marcos hace de ellos, porque
encontramos una serie de palabras, a veces peyorativas, que hacen referencia a la
falta de comprensión y a las dificultades que ellos tienen para acoger las
enseñanzas de Jesús.
3. Las actitudes de Jesús con ellos, que con una serie de reprensiones acentúa su
obtusidad (8,14-21; 10,38).
4. Los comentarios del evangelista que los hace ver como inconscientes de las
situaciones en las cuales ellos participan (6,52; 9,6.32; 14,40).
5. Las mismas actitudes de los discípulos en situaciones en las cuales a pesar de que
no aparezca un lenguaje de incomprensión, ellos mismos lo demuestran (1,35-38;
4,41; 5,31; 8,33; 9,38s; 10,13.26.28.37-38.41; 11,21; 14,19.26-30.50).
6. Por último, la constante presencia de los discípulos en el capitulo 14 y las
actitudes particulares con las cuales cada uno viene presentado.

En base a estos elementos pensamos que la actitud final de los discípulos en el capítulo
14, tiene una causa precisa, está relacionada con un hecho de incomprensión, y que es
justamente allí donde ésta alcanza la cima más alta. Por tanto nuestro objetivo es
establecer la causa del comportamiento final de los discípulos al momento del arresto de
Jesús. Además, estudiando el fenómeno, tratamos de identificar aquello que los discípulos
no comprendieron durante el período que estuvieron con Jesús, la manera como el
evangelista lo pone en evidencia y su incidencia en el momento final.

Nuestro estudio tiene como fuente principal el texto del evangelio de Marcos, como
aparece en la redacción final; también nos ayudan algunos comentarios y otros estudios
que han sido realizados sobre el tema. Estos estudios nos ayudan en el desarrollo del
trabajo, e incluso ponen en evidencia la novedad metodológica que acompaña a nuestra
tesis.
Entre los diversos métodos exegéticos, preferimos el método sincrónico. Analizamos
los relatos particulares y el texto en su conjunto, para encontrar respuestas convincentes a
las preguntas que se pueden hacer. De igual manera hacemos una confrontación con los
textos paralelos donde existen, no tanto para estudiarlos, como para ver la particularidad
y la originalidad del relato marciano.

En el conjunto de la narración del evangelio, Jesús no es comprendido ni por sus


familiares (3,21.31.35); ni por sus paisanos (6,1-6); ni por las autoridades (3,6; 11,18;
12,12;14,1); ni por la multitud (15,6-14); y al parecer tampoco por sus discípulos.

Pero a pesar, de que Jesús haya sido incomprendido por otros personajes del evangelio
(3,6.21.31-35; 6,1-6; 11,18; 14,1), y no obstante los discípulos gocen de muchos aspectos
positivos, nos limitamos al estudio de ellos, teniendo en cuenta sobre todo, los elementos
negativos que nos pueden ayudar mejor en el desarrollo de nuestro trabajo.

2. ESTUDIOS REALIZADOS SOBRE EL TEMA

Nuestro estudio consta de dos partes principales. La primera contiene dos capítulos que
constituyen el fundamento metodológico de la investigación. En el primer capítulo
consideramos los diversos estudios ya realizados sobre el tema y la manera como éstos se
pueden agrupar con base en la clasificación hecha por C. Clifton Black. De hecho, para él
existen tres tendencias: conservadora, media y liberal[1].

Bajo la tendencia conservadora se agrupan aquellos que propagan la noción de que la


teología de Marcos incorpora una visión favorable y positiva de los discípulos. Ernest
Best es el prototipo de la posición media, la cual recoge las opiniones de que la teología
de Marcos es en parte favorable y en parte no favorable para los discípulos[2]. Como
representante de la posición liberal, Theodore J. Weeden opina que la teología de Marcos
puede ser trazada a lo largo del evangelio como una "denigración programada de los
discípulos"[3].
Para Werner H. Kelber, el tema es escatológico y sostiene que los discípulos en Marcos
son la representación de un cristianismo fallido en la comunidad de Jerusalén[4]. Una
Iglesia “consciente de su impecable tradición y contexto”, todavía herética en su
matrimonio con una “Theología gloriae” inalterada y un éxtasis apocalíptico, se refleja en
la doble presentación de los discípulos en Marcos. La "apocalíptica incitó a los cristianos
judíos" de Jerusalén para construir su propio futuro en la conducta de los discípulos
durante la misión de Jesús en Galilea[5]. Sintetiza el destino de los discípulos así: "The
insiders have became oponents and outsiders"[6].

Las posiciones de Robert Paul Meye y Ernest Best en la cuestión del trato que Marcos
da a los discípulos han sido designadas por C. Clifton Black como posiciones
"conservadora" y "media" respectivamente[7]. Es conveniente también incluir aquí el
punto de vista de R. Tannehill bajo la clasificación "media" de Black[8]. En muchos
aspectos estos estudiosos convergen en la visión del discipulado en Marcos. Por ejemplo
Meye sostiene que este aspecto adverso en contra de los discípulos obedece a una causa
histórica, debido a la fragilidad humana y sirve para evidenciar la grandeza de la figura
de Cristo[9]. Esta idea encuentra un poco de simpatía en Best. El cree que el propósito de
Marcos es formar a sus lectores como cristianos y mostrar lo que es el verdadero
discipulado[10]. El objetivo teológico y pastoral del autor puede ser visto paso a paso en el
evangelio[11]. Best intenta separar la tradición de la redacción y en esto es más sutil que
Meye, pero al final están sobre la misma línea[12].

También Susan Garret hace la distinción entre el nivel de la narración del evangelio y
el nivel histórico, valiéndose de las palabras proféticas de Jesús acerca de las
persecuciones que vendrían en el futuro[13]. Los discípulos se presentan en el evangelio
como ciegos, por su iniquidad o por el mal, durante el tiempo del ministerio terreno de
Jesús. A causa de esta ceguedad, ellos se niegan a seguir a Jesús en el momento en que lo
arrestan. Pero después de la resurrección, como una prueba de la sorprendente gracia de
Dios, “los discípulos que una vez se habían perdido, ahora se reencuentran; una vez eran
ciegos, ahora pueden ver claramente” [14].
Como representante de la posición liberal, Teodoro J. Weeden retiene que la teología
de Marcos puede ser delineada a través del evangelio como una “denigración programada
de los discípulos”[15]. En la línea de la investigación marcana después de la segunda
guerra, existe por una parte el reconocimiento de una polémica contra los discípulos, y
por otra, la identificación de dos cristologías opuestas dentro del segundo evangelio (la
helenística “theios aner”, contra una “theología crucis”); Weeden ha encontrado una
relación intrínseca entre estos dos motivos, y examinó todos los puntos para reconocer
una herejía que habría estado presente en la comunidad de Marcos y que habría
justificado la creación de un evangelio.

Weeden resume los dos polos de su posición así: "Marcos recoge sus historias de
manifestación (epifanía), en las cuales Jesús es presentado como uno que hace milagros y
los narra en la primera parte de su evangelio, antes de la confesión de Pedro. Uno podría
pensar que … el autor quiere que el lector identifique a Jesús como el Cristo 'theios anêr'.
No es así, porque la posición del ‘theios anêr’ está puesta solamente para ser
desacreditada por Jesús una vez que los discípulos confiesan tal posición".

Y continúa: "Los discípulos son corregidos. Ellos tienen obstinadamente una


cristología que el mismo Jesús retiene como herética. Rechazando a Jesús ellos mismos
son rechazados (8,38). Ellos no son más que heréticos. En el esquema de Marcos, los
discípulos permanecen heréticos aún hasta sus últimos días. Después de la resurrección
la posibilidad de que ellos hubieran sido perdonados y restituidos en su lugar en la
comunidad, según Marcos, nunca se hizo realidad. Ellos nunca recibieron el mensaje de
la resurrección (16,6-8). Ellos nunca fueron rehabilitados. El mensaje obvio de Marcos a
su comunidad es este: aquel que persiste en el theios anêr, en la posición del mesianismo
como lo conciben los discípulos, persiste en una visión de ceguedad, de discípulos
obstinados que conduce a la propia excomunión de la verdadera fe. Este es un cáncer
teológico que tiene que ser destruido, antes de que se vicie y despierte un auténtico
compromiso para la existencia cristiana"[16].

Las opiniones con respecto al qei,oj avnh,r no perduraron por mucho tiempo, pero
en cambio el debate con relación a la forma como Marcos presenta a los discípulos se
desarrolló rápidamente[17]. De hecho, Werner H. Kelber subraya: "The misunderstanding,
misconception, and failure of the disciples is perhaps the most striking motif we have
discovered in the past twenty years of Markan studies"[18].

El estudio de Tannehill conduce a la conclusión de que los discípulos fallan de una


manera desastrosa y que por lo tanto el lector está llamado a distanciarse de ellos y de su
comportamiento[19]. Aquí como Meye y Best, sus predecesores, y en realidad también
como Tyson, Hawkin y Weeden, Tannehill cree que los discípulos son presentados en
Marcos como para pedir a sus lectores que modifiquen su conducta[20].

En conclusión, los estudios que hasta ahora se han hecho buscan ofrecer una respuesta
al problema del discipulado en Marcos, sobre todo teniendo en cuenta la problemática
que acompañaba su comunidad. Según ellos, el evangelista pensando en sus lectores,
quiso hacer una presentación negativa de los discípulos para obtener el efecto contrario.

En los siguientes capítulos veremos que no toda la presentación marcana de los


discípulos es negativa, sino que el autor es capaz de combinar hábilmente los dos
aspectos. Una serie de textos demuestran la importancia y el rol ampliamente positivo de
los discípulos al interno del evangelio (1,16-20; 2,14; 3,13-19, 6,7), y cómo el mismo
evangelista se encarga de hacerlos notar en momentos de grande importancia (4:34; 6,1;
8,32.33; 10.41; 11,15.19.20. 27; 12,43; 13,1.3; 14,12.17.32). Sin embargo no podemos
desconocer la dificultad que los discípulos han tenido para reconocer la verdadera
identidad de Jesús, y cómo esta incomprensión hace parte del rompimiento de la secuela
del Maestro.

3. EL CAPITULO 14 Y SU TEMÁTICA

En el segundo Capítulo, hacemos un análisis de las perícopas que forman el capítulo


14, en el cual la incomprensión de los discípulos alcanza su cumbre. El evangelista
desafortunadamente no nos ofrece detalles suficientes sobre la causa de tal
comportamiento final, sin embargo, allí se evidencian una serie de fuertes contrastes
como los siguientes:

- El paso de la incapacidad de las autoridades para capturar a Jesús, al logro de sus


objetivos, gracias a la colaboración de uno de los discípulos; y por tanto, se
presenta a Judas que se aparta del grupo de los doce para hacer un pacto con el
grupo de los adversarios del Maestro.

- El paso de una obediencia de los discípulos a las órdenes que da Jesús,


especialmente para la preparación de la última cena, a la desobediencia de sus
órdenes en Getsemaní.

- El paso de una comunión estrecha entre Jesús y sus discípulos en la última cena,
a la ruptura total después de su arresto.

- El paso del coraje de los discípulos al intenso miedo de Jesús en Getsemaní.

- El paso del valor adquirido por Jesús después de la oración en Getsemaní, a la


huída de los discípulos después del arresto.

- El paso de una decisión absoluta del seguimiento de Jesús, incluso hasta la


muerte, por parte de Pedro y de sus compañeros a la fuga después del arresto y a
la triple negación por parte de Simón Pedro.

- El contraste entre el comportamiento de la mujer y el de Judas.

En síntesis, el paso de una aparente comprensión de la persona de Jesús y de su


enseñanza, a la incomprensión total en el momento en el cual se desarrolla todo aquello
que había sido predicho por el mismo Jesús (14,27). Esta serie de contrastes que
encontramos en el capítulo 14 nos lleva a constatar que el miedo intenso y real de Jesús
en Getsemaní (kai. h;rxato evkqambei/sqai kai. avdhmonei/n 14,33), está en
fuerte contraste con el coraje demostrado por parte de los discípulos poco tiempo antes
(eva.n de,h| me sunapoqanei/n soi( ouv mh, se avparnh,somaiÅ
w`sau,twj de. kai. pa,ntej e;legon 14,29.31). Pero mientras que Jesús, con la
oración, vence el miedo (14,41), los discípulos vienen presentados como sin fuerzas,
incapaces de velar y de orar con Jesús (14,37-40). No es raro que esta actitud se
manifestara más adelante en un fuerte miedo al momento de la captura de Jesús (14,50).
Este comportamiento viene subrayado por el tímido seguimiento de Pedro, que lo
conduce finalmente a negar cualquier clase de vínculo con su Maestro (14,54.66-72). En
otras palabras, el coraje de los discípulos, se convierte en un comportamiento falso por
las escenas que siguen, mientras que el miedo intenso de Jesús, gracias al contacto con el
Padre, se convierte en fuerza para afrontar la muerte. En definitiva, el miedo que no se
supera es el de los discípulos.

4. LOS DISCÍPULOS A LO LARGO DEL EVANGELIO

La segunda parte de nuestro trabajo desarrolla la investigación propiamente dicha y


consta de los tres capítulos sucesivos. En el tercer capítulo hacemos un análisis de los
elementos de incomprensión del entero grupo de los discípulos (doce), para confrontar
con los resultados del análisis hecho en el capítulo segundo.

Al inicio del evangelio no se menciona explícitamente el tema de la incomprensión de


los discípulos; por el contrario, aparece una fuerte comunión y diálogo entre ellos (cf.
Cap. 1-3). Esta comunión no se hace notar solamente por la participación en un banquete,
sino por manera con que Jesús actúa en favor de ellos (2,15-17.28). Pero ya desde este
momento comienzan a aparecer dos elementos que amenazan con la comunión de vida
entre ellos: Por una parte los continuos ataques de las autoridades contra el
comportamiento de vida; y por otra, la misma frase de Jesús que anuncia que este vínculo
no durará por mucho tiempo, pues un día se romperá: “Días vendrán en que les será
arrebatado el novio y entonces ayunarán” (2,20; cf. 14,7).
Con la parábola de la semilla se da inicio al tema de la incomprensión de los doce.
Paradójicamente Jesús los interpela para poner en evidencia su incomprensión (ouvk
oi;date 4,13; cf. 7,18), como si la pregunta hecha anteriormente revelara solamente este
aspecto (4,10.13)[21]. Además, se sorprende porque entonces cómo podrán entender todas
las parábolas (4,13)[22]. Es decir, por una parte Dios les ha dado la posibilidad de conocer
sus misterios (cf. el pasivo divino de,dotai en 4,11)[23], pero por otra, ellos son
humanamente incapaces de comprenderlos mediante las enseñanzas de Jesús[24].

En el ámbito de la narración de Marcos, la barca se convierte en el escenario de la


incomprensión de los discípulos. En los dos primeros relatos (4,35-41; 6,45-52), aparece
un elemento ligado al tema de la incomprensión. Se trata del miedo que invade a los
discípulos por los peligros del mar (kai. evfobh,qhsan fo,bon me,gan 4,41). El
miedo aparece como causa que hace imposible el conocimiento de Jesús, y como
consecuencia, para creer en él (ti, deiloi, evsteÈ ou;pw e;cete pi,stinÈ 4,40). El
miedo hace que “los discípulos” reconozcan a Jesús, solamente a nivel humano y más
aún al mismo nivel de ellos: “Maestro no te importa que perezcamos?” (4,38; cf. 6,1s;
9,5-6). La actitud de los discípulos (4,35-41), como incapacidad de llegar a la fe, se
presenta en contraste con las actitudes de la hemorroísa (h` pi,stij sou se,swke,n se
5,34), y de Jairo, el jefe de la Sinagoga (mh. fobou/( mo,non pi,steue 5,36). Ellos
son capaces de vencer el miedo y están en grado de tener una experiencia del poder
salvador de Jesús.

En el tercer relato no ocurre un milagro (8,14-21), sino un diálogo entre Jesús y sus
discípulos en el cual se subraya la incomprensión de éstos. El tema es el pan que ellos
olvidan llevar en la barca, pues sólo tienen uno. Jesús los previene metafóricamente de la
levadura de los fariseos y de Herodes, por su última experiencia antes de partir en la
barca (8,11s). Los discípulos piensan que el comentario de Jesús es inadecuado ya que
ellos no tienen panes. Pero Jesús dándose cuenta los regaña fuertemente: "Por qué estáis
hablando de que no tenéis panes? Aún no comprendéis ni entendéis? Es que tenéis la
mente embotada? Teniendo ojos no veis y teniendo oídos no oís?" (8,17-18). Luego les
recuerda el suceso en las multiplicaciones de los panes con los restos que sobraron y les
confirma que aún no entienden (ou;pw suni,eteÈ 8,19-21).
El reproche de Jesús subraya la incomprensión de los discípulos y estas palabras nos
recuerdan el reproche del primer relato sobre la barca (4,40), pero la situación actual es
más grave. No solamente ellos no confían en Jesús, como en 4,40, sino que no
comprenden ni siquiera qué cosa está sucediendo. El estupor que ellos probaron en 4,41
preguntándose “quién es éste?”, aquí se convierte en incomprensión total[25]. Los
discípulos ahora tienen el corazón endurecido y nosotros sabemos que con una tal actitud
ellos están llegando a ser como los fariseos (3,5). Más aún, si no están alerta a la levadura
de los fariseos y herodianos, dentro de poco ellos pensarán y actuarán como ellos (en
términos de muerte); es por esto que Jesús se apresura a ponerlos en guardia contra este
peligro[26].

Por otra parte, con estas palabras tan fuertes dirigidas a los discípulos, Jesús expresa
por una parte una cierta desilusión, pero por otra parte, da a entender claramente que el
problema no es la falta de pan, sino la falta de conocimiento e inteligencia de parte de
ellos para acoger sus palabras y sus obras. La misión de Jesús será abrirles los ojos de la
inteligencia para que puedan comprender poco a poco; tal acción será enseguida
simbolizada en el relato de la curación por etapas de un ciego en Betsaida (8,22-26)[27].

El miedo de los discípulos se menciona en el relato de la transfiguración, donde Pedro


habla sin saber aquello que dice (ouv ga.r h;|dei ti, avpokriqh/|( e;kfoboi ga.r
evge,nonto 9,6). Aquí de nuevo Jesús es considerado a nivel solamente humano, igual
a Moisés y a Elías; de tal manera que la voz que viene del cielo corrige esta actitud
equivocada, indicando a Jesús como el Hijo de Dios, al cuál deben desde este momento
escuchar y acoger, no con tres tiendas, sino en sus corazones con la obediencia de su
palabra.

El miedo invade de nuevo a los discípulos el segundo anuncio de la pasión (oi` de.
hvgno,oun to. r`h/ma( kai. evfobou/nto auvto.n evperwth/sai 9,32). En
esta circunstancia el miedo se convierte en impedimento para comprender el destino de
Jesús (cf. 8,31): los discípulos prefieren no preguntar nada al respecto, mientras se ponen
a discutir sobre quién de ellos será el más grande (9,33ss). Esta misma actitud de
grandeza se repite más tarde, después del tercer anuncio de la pasión: los hijos del
Zebedeo muestran interés por los mejores puestos en la gloria, entrando en conflicto con
los otros diez discípulos (10,35.41).

No solamente los discípulos, sino también las autoridades, tienen una actitud de miedo.
En un primer momento, sienten miedo de Jesús (evfobou/nto ga.r auvto,n 11,18), y
luego de la multitud (kai. evfobh,qhsan to.n o;clon 12,12), que los obliga a
trasladar el arresto de Jesús y a buscar la manera de hacerlo perecer mediante el engaño.
Así, en aquella ocasión dejan a Jesús y se van (12,12). Pero aquí la expresión utilizada
por el evangelista: “y dejándolo se fueron” (cf. kai. avfe,ntej auvto.n avph/lqon
12,12), es muy similar a aquélla con la cual describe la fuga de los discípulos después del
arresto (cf. Kai. avfe,ntej auvto.n e;fugon pa,ntej 14,50). Y existe además una
cierta relación con la actitud de las mujeres después de la resurrección (cf. kai.
ouvdeni. ouvde.n ei=pan\ evfobou/nto ga,r 16,8). Podemos decir, entonces,
que el elemento común es el miedo que produce una reacción de alejamiento y abandono
de una persona o de un lugar.

Como hemos visto en el análisis del capítulo 14 del evangelio, el miedo de los
discípulos no se menciona expresamente, en cambio el miedo de Jesús es real e intenso.
Pero Marcos no usa el mismo verbo para describir el miedo de Jesús y el de los
discípulos. Para Jesús aparece el verbo “evkqambe,omai”, en endíadis con
avdhmonei/n, que expresa un miedo ante una situación concreta y natural, que se
puede vencer, pero que es superior a los de otros personajes del evangelio (cf. 9,15;
14,33; 16,6)[28]; mientras que para los discípulos se utiliza el verbo fobe,omai que
expresa un miedo invencible ante una realidad bastante negativa (6,20; 11,18;12,12; 16,8)
[29]
.

El evangelista no hace una combinación de miedos, se limita a demostrar que el miedo


de Jesús fue vencido totalmente por medio de la oración que dirigió al Padre en el
Getsemaní (14,33.42); mientras que el miedo que había caracterizado a los discípulos a
través del evangelio todavía persiste, y más aún cuando se pasa de un plano teórico al
plano práctico de la pasión (8,31; 9,31; 10,32-34; cf. 13,9-10; 14,50). El evangelista
utiliza la ironía para subrayar este hecho; pone en contraste el valor y el coraje de Pedro,
y de sus compañeros, frente al anuncio del escándalo (14,26-31), y del verdadero miedo
de Jesús (14,33). Ellos se muestran incapaces de orar y por esta razón no pueden vencer
el miedo como lo hace Jesús; por el contrario, ellos ahora temen perder la vida frente a
una situación de peligro, y más aún, cuando se dan cuenta que el Mesías en el cual habían
puesto sus esperanzas no realiza ningún prodigio capaz de demostrar su poder divino (cf.
11,21).

Después de este análisis no podemos decir otra cosa, sino que los discípulos han
dejado a Jesús por miedo, y este miedo es la causa principal de la interrupción del
seguimiento: el evangelista nos lo había hecho notar antes en los momentos en los cuales
los discípulos se encontraban solos con Jesús (4,41; 6,50; 9,6.32).

5. LA INCOMPRENSIÓN DE PEDRO

Ahora nos resta ver si los comportamientos de los personajes, explícitamente


mencionados en el capítulo 14, es decir, Pedro y Judas, corresponden o no a los del grupo
de los doce discípulos.

Pedro es una figura muy importante en el relato marciano; es el primero de los


llamados y en continuación toma la iniciativa para hablar con Jesús (1,16.36; 3,19; 9,5;
14,29). Es a él a quien Marcos concede más espacio para sus intervenciones,
especialmente en el capítulo 14; y es también a él a quien Jesús toma consigo para que
presencie los eventos más importantes de su ministerio (5,37; 9,2s; 13,3; 14,33). Es por
esto que se necesitaba un estudio particular para este discípulo, al cual le hemos dedicado
el capítulo cuarto de la tesis.

Cuando Pedro toma una iniciativa para hablar con Jesús, tal intervención ya comporta
un elemento de incomprensión y se hace acreedor de una reprensión por parte de Jesús o
del mismo evangelista (1,37; 9,6; 10,28; 14,29s.40). Su confesión acerca de la identidad
de Jesús al centro de la narración marciana parece adquirir la máxima comprensión del
discípulo con respecto a su Maestro, pero en el desarrollo del relato parece lo contrario
(cf. 8,31-33). En su confesión Pedro entiende que Jesús es el rey que según la esperanza
mesiánica es enviado de Dios en favor de su pueblo, como el último rey que conduce a la
salvación definitiva (cf. Mal 3,24)[30]. Identifica a Jesús con el Cristo entrando en
concordancia con el título del evangelio, pero Jesús en cambio de aceptar una afirmación
de este género, impone inmediatamente el silencio[31]. A Pedro se le impone silencio no
porque ya conocía totalmente a Jesús, sino por la falta de comprensión de aquello que el
título “Cristo” implicaba y significaba, y por otro lado también por la interpretación
equivocada que este título podía suscitar (cf. 15,32)[32].

En la transfiguración Pedro reconoce a Jesús al mismo nivel de Moisés y de Elías y, a


causa del miedo, propone la construcción de tres tiendas (9,5-6). Entonces, el miedo
suscita en Pedro una actitud equivocada, como sucederá luego en el momento de la
pasión (14,50.54.66-72).

Después de la teofanía de la transfiguración, Jesús impone silencio a los tres


discípulos para que no contaran lo ocurrido a nadie, sino después de que él hubiese
resucitado de entre los muertos (9,9). En otras palabras después de la resurrección de
Jesús y del reencuentro en Galilea, los discípulos podrán comprender mejor el fenómeno
y proclamar abiertamente lo que han visto sobre el monte (cf. 14,28; 16,8)[33].

Más adelante, Pedro recuerda a Jesús que los discípulos lo han dejado todo para
poderlo seguir, pero lo hace en espera de una posible recompensa. Jesús promete
recompensa, pero con persecuciones (10,28ss). Más tarde constata la actividad de Jesús
en Jerusalén y en particular la maldición de la higuera (11,12-14.20). Este poder de Jesús
le daba mucha seguridad para seguirlo, esperando que en cualquier momento actuaría de
la misma manera con sus enemigos. Es por esto que en el momento de la pasión promete
morir con Jesús en el caso de que fuera necesario (14,31). De esta manera el discípulo
adquiere una verdadera comprensión a nivel teórico del seguimiento de Jesús; de hecho,
esto era lo que Jesús pedía: “Quien pierda su propia vida por mi causa y por el evangelio,
la salvará” (8,35). Pedro, ahora se presenta dispuesto a morir junto con Jesús; pero el
evangelista gramaticalmente nos hace ver que se trata de una mera condición (Vea.n
de,h| 14,31), no de una realidad inminente como en el caso de Jesús (cf. dei/ 8,31). Es
decir, la decisión de Pedro permanece en el campo hipotético y está caracterizada por una
obstinación en su hablar (o` de. evkperissw/j evla,lei 14,31).

Esta seguridad de Pedro contrasta inmediatamente con la incapacidad de velar con


Jesús en Getsemaní: “Sus ojos estaban cargados de sueño, y no sabían qué cosa
responderle” (14,40). Aquí el evangelista utiliza la expresión ou;k oi=da que aparece
dos veces más en el capítulo 14 cuando el mismo discípulo niega al Maestro (14,68.72).
Esta misma expresión nos pone en contacto con la incomprensión de los discípulos en el
contexto del evangelio, donde se dice que ellos tienen dificultad para entender el lenguaje
parabólico (4,13.34); o cuando no entienden aquello que están pidiendo a Jesús (10,38); y
más aún con la misma incomprensión de Pedro en la transfiguración donde se decía que
ésta era fruto del miedo (9,6).

De esta manera, Marcos establece un vínculo entre miedo e incomprensión. Después


del arresto, Pedro huye movido por el miedo, cuando ve que Jesús no interviene como
había hecho en el templo, o con la higuera; por tanto no es el día final o el tiempo de la
gloria (cf. 9,9.10; 10,37). Seguir al Maestro desde lejos y luego negarlo, son situaciones
que reflejan una actitud de miedo, que lo conduce hasta el escándalo, es decir, a la
pérdida de la fe en Jesús, a la incomprensión y al abandono de su Maestro. Pero su llanto
final, lo diferencia totalmente de la actitud de Judas[34].

6. LAS ACCIONES DE JUDAS

En el quinto capítulo buscamos individuar las posibles motivaciones que llevaron a


Judas a incomprender a Jesús y a traicionarlo. Tanto Jesús como el evangelista subrayan
en continuación la pertenencia de Judas al grupo de los doce (3,14.16.19;
14,10.18.20.43); esto quiere decir que en los momentos en los cuales se evidencia la
incomprensión del grupo de discípulos (doce), tenemos que tener en cuenta que tal
incomprensión hace referencia también a Judas. En los momentos en los cuales el grupo
está lleno de miedo, también Judas deberá estar presente (4,40-41; 6,50; 9,32). De todos
modos como quiera que sea, su incomprensión es muy particular y talvez distinta de la de
los doce, debido a que su acción de traición no es seguida por ningún otro de sus
compañeros.

Judas, como miembro de los doce, tuvo una experiencia de los conflictos que existían
entre las autoridades y Jesús (3,6; 12,12; 14,1-2). El sabe que éstas lo quieren eliminar, es
muy probable, por consiguiente que él, movido por el miedo haya preferido poner a salvo
su vida, antes que morir con él o por él (cf. 8,34-35). Poco a poco se da cuenta que Jesús
no tiene intenciones de someter a sus enemigos (9,10), ni de hacer actos prodigiosos que
aseguren su defensa, sino que, por el contrario, Jesús había invitado a sus discípulos a
tener confianza y fe en Dios (11,22), a pesar de que su camino estaba ya decidido (8,31;
9,31; 10,32-34). Sin embargo, paradójicamente el miedo de Judas de una posible
intervención prodigiosa de Jesús lo lleva a realizar sus planes de arresto con mucha
precaución y con una preparación bastante minuciosa (14,43ss). De hecho, su
incomprensión con respecto a la persona de Jesús alcanza la cima más alta por la manera
como él desarrolla sus acciones, llenas de agresividad en el momento del arresto. Es un
hecho que no tiene ningún paralelo en el evangelio de Marcos.

Judas, manifiesta su hipocresía llamando a Jesús con el título de Rabbí y dándole un


beso como habían acordado previamente (14,45; cf. 7,6; 12,13-15). Con este hecho de
traición desaparece totalmente de la escena del evangelio y de esta manera Jesús cae en
las manos de los pecadores (cf. 14,41).

Por su parte Jesús enfatiza en la incomprensión de Judas cuando afirma que ha sido
tratado como un salteador (14,48), concepción que no viene superada por parte de sus
adversarios (cf. 15,27). Finalmente para Judas, según la trama del evangelio, pareciera
que no existiera redención, debido a las mismas palabras de Jesús: “¡Más le valdría a ese
hombre no haber nacido!” (14,21). Sin embargo, tanto en la profecía de Jesús, como al
final del evangelio, la invitación al encuentro con Jesús resucitado en Galilea, está
dirigido a todos los discípulos sin excepción (cf. 14,28; 16,8).

7. CONCLUSIÓN:
En la línea de la investigación contemporánea, nuestro trabajo ofrece una solución al
problema de la incomprensión de los discípulos en el segundo evangelio. Hemos tratado
de hacer un estudio lo más completo posible sobre el tema, pero obviamente sin
convertirlo en materia exhaustiva.

La incomprensión de los discípulos se hace más comprensible para nosotros que


leemos el evangelio, y sobre todo, cuando se ve en éste una lógica en la temática y en los
argumentos tratados. Los problemas resultan ser en práctica hermenéuticos por los
distintos horizontes que nos separan desde la época de la composición del evangelio hasta
nuestros días.

En síntesis, con nuestro trabajo hemos querido aplicar una metodología diversa para
tratar el problema partiendo del análisis del capítulo catorce del evangelio, donde
acontecen los hechos concretos del abandono de Jesús por parte de sus discípulos. Hemos
descubierto una serie de contrastes en este capítulo que nos condujeron, a partir del testo
y con base en un hilo conductor a través del evangelio, a evidenciar la causa del
problema.

Los estudios precedentes sobre los discípulos en el evangelio de Marcos, han querido
dar una explicación con base en el contexto y la problemática de la comunidad del
evangelista, resultando un trabajo bastante hipotético. Nosotros concluimos, a partir de un
estudio sincrónico, que tanto Judas, como Pedro y los demás discípulos han abandonado
al Maestro por miedo, y a la base de esta situación se encuentra la incomprensión del
mesianismo de Jesús.

Nuestra investigación abre así un horizonte más en la solución del problema y


constituye una base para una profundización ulterior del tema, o como punto de partida
para futuros trabajos sobre los discípulos en el evangelio de Marcos.

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