4,* sknwe, x.” 2.
BIBLIOTECA POPULAR:
CLERO Y NOBLEZA
POR
MONSENOR SE3A2UR.
PRECIO: 70 cénr.® pe NEAL.
BARCELONA:
Tirocnaria caTé.ica, calle del Pino, 3, bajos.
672.
vs
ofAL LECTOR.
Grande es él clamor que por todas las naciones:le~
vantan las socledades sccretas contra todo lo santo,
grande y digno; siendo el clero y la nobleza Jos que lle-
van la mayor parte de Jos ataques injustos y no pro-
bados de los modernos novadores. Este hecho hacia
de grande utilidad, si no necesaria, la publicacion de
un optsculo destinado 4 patentizar clara y breve~
mente la falsedad de Jas injurias inferidas contra el
clero y la nobleza catdlicos.
Muchas obras se han publicado para combatir las
falsas imputaciones de los impios; pero son aquellas
muy costosas y no las mas Jefdas por los hijos del
pueblo, que descan mas bien una relacion sencilla
de los hechos apoyados en una argumentacion, séli-
da si, pero fici) de comprender: e} puehlo no puede
perder mucho tiempo estudiando, y por esto los
optsculos son los que en mayor escala estén desti-
nados a la propaganda entre Jos obreros.
Por este motivo, pues, acabo de ofrecer a la Biblio-
teca popular la traduccion de la obrita Clero y nobleza
de Mons. de Segur, seguro de que con su lectura pue-
den las clases proletarias instruirse en algunas ver-
dades, que mucho han trabajado las sociedades se-cretas para dejarlas completamente ofuscadas 4 la
poco cultivada inteligencia del pueblo.
No dudo que la obrita citada puede aplicarse per-
fectamente 4 Espaiia, aun cuando su autor Ja haya
escrito expresamente para los franceses; por la razon
de que, habiendo sido las scctas Jas que han fulni-
nado el odio contra el clero y Ja nobleza, en todos los
paises se han valido de idénticos argumentos.
- Reciban, pues, los lectores este optsculo, y léanlo
con atencion ; crean que todo lo que en él se dice del
clero, de la nobleza y de los demagogos franceses,
puede decirse, sin temor de faltar 4 Ja verdad, del
clero, de la nobleza y de los agitadores y revolucio-~
narios espafioles. :
Ex Taapucron.en TITER reid
GBSSSSSSSSECSHOESSHSSHSSSSOSSSES
CLERO Y NOBLEZA.
Durante la terrible guerra que acaba de tener
lugar, y en la cual odo e] mundo reconoce un gran
castigo enviado por Dios, el clero y los que todavia
se apellidan «nobles» han dado a la Francia i incom-
parables pruebas de patriotismo.
Nuestros curas, nuestros seminaristas, nuestros
Hermanos sc encontrahan por todas partes. Sobre
el campo de batalla, en el cual mas de uno perdié
la vida;-en las ambulancias, en el cautiverio, in-
(répidos en medio de los peligros, firmes é inque-
brantables en las mas crueles privaciones.
Las mas ilustres familias, los nombres mas in-
signes de la Francia han tenido 4 alta honra el de-
fender el suelo patrio 4 costa de su sangre; y aque-
Ilos & quienes hasta cntonces se les acusaba de
ociosidad y de molicie, les hemos visto alistarse en
a CLENO Y NOBLEZA.—6—
el] ejército como simples soldados, hacer prodigios
de valor, sufriendo sin quejarse al lado de los hijos
del pueblo. Muchisimos han sucumbido en cl cam-
po de batalla, 6 4 lo menos han recibido glorio-
sas heridas.
Despues de tanta abnegacion no era de esperar
que se suscilase, precisamente contra los nobles y
los curas, esta guerra encarnizada ,. odiosa, que
Voltaire y las sociedades secretas habian inau-
gurado en los witimos y peores dias del pasado si-
glo. El suelo francés esta todavia empapado con la
sangre de aquellos, bafiado en sus sudores, y ya
las sectas, enemigas implacables de la Iglesia, re-
erudccen sus ataques furiosos y desleales.
La mentira amenaza sériamente corromper 4 las
clases obreras, especialmente en las campifias, y
por eso creo necesario contestar breve y contun-
dentemente 4 Ja caluninia. No es otro mi proposito
en estas hreves paginas, dicladas unicamente. por
la fe, por e} buen sentido y por cl amor 4 los po~
bres ohreros, casi siempre buenos y honrados, pero
a quienes es muy facil seducir,
Ruego 4 todos los honibres de bien que difundan
lo mas posible este opusculo esencialmente pcpu-
Jar, si le juzgan a propésilo para realizar cl jin
principal que me he propuesto. Que Lios se digne
hendecir 4 los lectores y que su lectura produzca
buenos frutos.~—~T—
1
Lo que predican los curas eva bueno en otros tiempos,
pero en la actualidad es ya otra cosa. No debemos
creerles ya.
A lo menos asi se cree, sin embargo esto va mal.
Si lo, que predican jos curas es la verdad, gpor
qué no debe creérseles hoy lo mismo que en otro
tiempo? Ademéas, los curas son entre los hombres
los enviados de Dios; los depositarios de estas gran-
des verdades que asi salvan 4 los pucblos como 4
los individuos; 4 ellos es 4 quienes dijo Jesucristo
en'la persona de sus Apdstoles: «Como mi Padre
ime envid, asi os envio Yo tambien A” vosotros. 14,
pues, enseiiad 4 todos los pucblos; que aprendan 4
observar mis leyes. Predicadles la nueva de salud
para todos; cl que crea sera salvo; el que no, sera
condenado. Aquel que os escucha me escucha;
aquel que os desprecia me desprecia. Yo estaré con
yosotros hasta la consumacion de los siglos. »
Ilé aqui con qué titwos, hé aqui con qué auto-
ridad divina el cura catélico se presenta 4 los hom-
bres. Su enseiianza es la ensefianza del mismo Je-
sucristo; Ja enscianza saludable de Dios; Ja Verdad.
iDesgraciado, pues, cl que no cscuche al cura!
Segun la palabra misma del Hijo de Dios, «él ser’
condenado.»
iDesgraciado el pueblo, desgraciado el pais que—~§—
no escucha al cura! é] se pierde, no pucde dejar
de perderse.
Los que os dicen que no debeis creer las pala~
bras del cura son, 4 sabiendas 6 sin quererlo, vues-
tros mas pérfidos enemigos; y los periddicos y re-
volucionarios que en todos los tonos repiten esta
blasfemia son unos malhechores publicos, cien ve-
ces mas culpables que los miserables que puchlan
nuestras circeles,
ePor qué, pues, les escuchais?
Hoy como siempre, y hoy mas todavia qué cn
otro tiempo, abramos nuestros corazones 4 Ja ver-
dad; porque ella unicamente puede darnos la paz
y el bicnestar. En todos tiempos hay necesidad de
seguir la verdad; pero al cabo de un siglo de erro-
res y de revolucion, debe tenerse aquella mas pre-
sente que nunca. ~
La Francia esta al horde del abismo; solo la Re-
ligion puede salvarla, y Ja Religion aqué es sino lo
que enseiia, lo que explica el cura y que ha recibi-
do de Dios?
Il.
Los curas no deben ocuparse de elecciones, esto es, de
politica.
Error (grave, pues como 4 ciudadano el cura
puede y debe, lo mismo que los demds, ocuparse
de politica, y en consecuencia, de Jas elecciones.—g—
gles rehusariais acaso el titulo y los derechos de
ciudadano?
Y ademas como 4 ‘cura tiene e! derecho, si no
el dcher, de ocuparse de politica y de elecciones,
Que ét no debe trabajar 4 la manera de los agentes
electorales, os lo concedo de buen grado; esto se-
ria exponerse 4 comprometer su ministerio. Mas
bajo el punto de vista religioso, la cosa cambia de
aspecto.
En efecto; la politica se roza con los intereses
religiosos bajo mil aspectos. Asi es que, bajo el
punto de vista religioso, {qué mas importante para
una didcesis que el nombramiento de un buen pre-
fecto, de un prefecto honrado y cristiano? Para una
parroquia, y por consiguiente para un cura, aqué
mas importante, siempre hajo el criterio religioso,
que la eleccion de un buen maire, de un Consejo
municipal compuesto de personas cristianas? Con
Ja benevolencia de las autoridades sera faci] hacer
el bien; todas las obras catélicas, entre otras la
institucion de los Hermanos y las Hermanas seran
fayorecidas, y la buena armonia reinara en la par-
roquia y en la didcesis.
Asi un obispo, un cura, no solamente pueden,
sino que dehen, en conciencia, ocuparse de tales
nombramientos. En apariencia usa de la politica ;
en realidad Itena su ministerio espiritual, el cual
consiste en procurar la salud de las almas.
Esta cuestion asi cxaminada es tan grave, que cl
cura no pucde ni debe permanecer indiferente 4
las elecciones,— 16 —
El cura ante todo no debe perder de vista los in-
tereses de la Religion. Todo aquello que de léjos 6
de cerca interese 4 la Religion, todo lo que contri-
buya 4 perder 6 4 salvar 4 las almas, es de su in-
cumbencia, y tiene obligacion de ocuparse de ello.
Querer separar la Religion de la politica y distin-
guir el cura del ciudadano, es querer separar lo que
Dios ha unido, y matar de un golpe 4 la Iglesia y a
la sociedad. La Religion es como el alma de Ja so-
ciedad civil, la cual debe conformarse siempre en
sus leyes, en sus instituciones y en sus actos con la
voluntad de Dios; y esta voluntad la Iglesia y el
cura, por encargo del mismo Dios, deben darla 4
conocer 4 los hombres.
Yotar bien 6 votar mal es cvidentemente un car-
go de conciencia, y desde este momento entra en
el dominio del cura.
En materia de elecciones, como en todas las de-
mas, el cura tiene cl derecho y el deber de decir 4
sls parroquianos: «No teneis permiso para volar 4
un enemigo de la Religion, 4 un revolucionario,
-antes muy al contrario, es vuestro deber, y deber
de conciencia, votar bien y nombrar personas idd-
neas y buenas.»
Convenimos en que cl cura dche obrar cn este
caso con tanta prudencia como firmeza; pero pre-
tender que no puede ni debe hacer nada en este
punto, es error insostenible. :
No lo dudeis: las sociedades secretas ponen en
‘eirculacion todas esas falsas ideas, para prepacar
insensiblemente el reinado de Tos comunistas. Hace~u—
treinta 6 cuarenta aiios que trabajan, sobre todo en
nucstras campiiias, porque estas se han conserva-
do hasta ahora mejores que las ciudades. Se pro-
cura desacreditar & los curas, levantar contra ellos
falsas suposiciones y minar ‘su saludable inlluen-
cia; dicen que deben permanecer en las sacris-
lias; que la Iglesia debe separarse del Estado, etc.,
todo lo cual no tiende 4 otra cosa que 4 explotar el
sufragio universal en provecho de los revolucio-
narios. :
Si durante las elecciones nuestra pobre Francia
escuchase un poco mas 4 sus obispos y 4 sus curas, y
un poco menos 4 Jos intrigantes y 4 los sectarios que
explotan su incredulidad, no iriamos de revolucion
en revolucion, como esta sucediendo de medio si-
glo aca, y en cambio tendriamos hombres de bien
al frente de los negocios piblicos.
lM. :
No escucheis & los curas, pues son enemigos del pueblo.
aEnemigos de! paeblo? ;Impudente mentira!
Los curas, léjos de ser enemigos del pueblo, son
sus Mejores amigos, sus Unicos verdaderos amigos.
£Los curas enemigos del pucblo? gEn qué? gQué
mal hacen ellos al pucblo?
Observémoslo de cerca. Trasladémonos 4 una
escuela de primera enseianza; de cien nifos, 4
Jo menos oghenta pertenccen a la clase obrera. Lic-— 12 —
ga el cura. ;Qué les ensefia? A ser buenos, sdbios,
obedientes, 4 respetar y amar 4 sus padres, 4 no
cometer ningun mal, 4 prepararse para ser un dia
hombres de hien y amigos de su deher. Sin el cu-
ra, muchos de Jos nifios del pueblo no recibirian
educacion alguna moral! Sus padres, absorbidos
por el trabajo, pueden solo ocuparse de la vida ma-
terial de la familia. En el catecismo, en el con-
fesonario, en la primera comunion, cl cura y solo
el cura se ocupa de la conciencia, de) corazon del
hijo del pueblo. gEs esta la causa por la cual ej
cura es enemigo del pueblo?
¥ cuando vuestros hijos y vuestras hijas llegan 4
la adolescencia, ,cudl es respecto de ellos la mision
del cura? ~No emplea todavia su influencia en el
confesonario, para mantener en ellos una vida in-
tachable, conservar la pureza de sus costumbres, y
una conducta, y por consiguiente una reputacion
honrada? Cuando los jovenes se convierten en vi-
ciosos, holgazanes y ligeros de cascos, sino al apar-
tarse de la Religion y dejar de escuchar a) cura?
Vuestra hija ha sido buena y cristiana mientras fué
hien dirigida; geudndo ha comenzado 4 afligir 4 su
madre y a deshonrar 4 su familia? Cuando dejo de
confesarse y de escuchar al cura.
Si habeis tenido la dicha de ver 4 vuestro hijo
64 vuestra hija bien dirigidos a los diez y ocho,
veinte, veinte y cinco afios, despucs de Dios, de-
beis agradecerlo al cura. ¥ el cura yseria vuestro
enemigo?
Esto, que es verdad en la juventud, lo es tam-— 13 —
bien respecto a las demas edades. ;Quiénes son los
obreros mas honrados, sobrios, laboriosos y cons-
tantemente dignos de aprecio? Diez y nueve con-
tra veinte, por no decir veinte contra veinte, lo
son los obreros cristianos que todavia escuthan al
cura y n0 han olvidado aun el camino de la ighe-
sia. El cura, entendedlo bien, es quien mantiene
la paz y la moralidad de costumbres en la mayor
parte de las familias obreras, de las cuales es el
angel bicnhechor.
éLe reprochais porque conoce en la confesion los
asuntlos de vuestra familia? Se entera de ellos,
es verdad, pero gen qué sentido? gNo es tiniea-
mente para recomendar 4 vuestra mujer, & vues-
tros hijos, y si vos acudis 4 él, 4 vos mismo, 4 ser
bueno, paciente, firme en el deber; a amar a Dios
y 4 amaros reciprocamente los unos 4 los otros?
La dicha labita en el hogar del obrero que cseu-
cha al cura.—jEs este, os pregunto, el enemigo
de} pucblo?
¥ cuando estais enfermo, 4 quién viene 4 con~
solaros, 4 ayudaros cn el suf imiento? ¢E] médico?
Si, sin duda, pero el médico viene solo para el
cuerpo, y despues, cualquiera que sea su amistad,
os hace pagar los honorarios de la visita. gYuestros
amigos, vuestros padres? Verdad que si, pero todo
se limita 4 esto. Y si no teneis ni padres ni ami-
gos, gquién se os acercara? gQuién subird hasta
vuestra pobre morada? ,Quién os traeré una dulce
palabra, una cordial sonrisa? Nadie mas que el cu-
ra, solo el cura, que lo desalia todo, Ja fatiga, el
3 CLENO ¥ NODLEZA,—h—
frio, el calor, el contagio, del cual es muchas ve-
ces victima, y la ingratitud , mil veces mas sensi-
ble que todo lo demas.
En la vida como cn Ja muerte, cl cura es cl pa~.
dre, el amigo, el paiio de lagrimas, el sosten del.
desgraciado, jy aun vienen 4 decirnos que es «el
enemigo del pueblo!» Indudablemente, los que tal
cosa dicen no Jo creen. ¥ vosotros ,comicteriais la
necedad de creerles?
¥ nego, {cdmo seria posible que Jos curas fue-
sen los enemigos del pueblo? La mayor parte de
nuesiros curas, nueve entre diez, no son acaso
humildes hijos del pueblo? Sus padres son obre-
ros 6 labradores; sus hermanos, sus hermanas y
sus amigos ganian el pan con el sudor de gu frente.
Todos sus recuerdos y su corazon estan alli. En
defecto de otro motivo, cl instinto mismo haria que
el cura amase al pucblo, porque al fin nadie es enc-
migo de si propio. .
Entre los hijos de! pueblo, los obreros, los po-
bres y las gentes sencillas el cura esté en su ver-
dadero centro. Entre los que sufren y trabajan su
ministerio es muy facil, Con una buena palabra,
un apreton de mano 6 una caricia 4 un nifio, gana
4 menudo una familia para Dios.
Yociférase contra Jos curas porque freenentan
«los palacios,» y extienden sus miradas 4 los ricos.
Pera es muy natural que se rocen con las personas
de elevada alcurnia y desecn alternar con todo ¢}
mundo. Los ricos, lo mismo que los demas, no
son por ventura sus feligreses? Si son huenos ¥— 1b —
caritativos, como sucede con frecuencia, el cura
halla en etlos los recursos que le faltan para sos-
tener sus buenas obras y sobre todo para socorrer
4 los pobres. Si aquellos no son precisamente como
deberian ser, entonces el cura no frecuenta su ca—
sa; y si alguna vez lo hace es solo para procurar
Nevarles al huen camino, mostrandose’afable con
ellos. {Qué mal puede haber en todo esto? Los que
lo critican son espiritus perversos y envidiosos, 6
bien imhéciles que se hacen eco de los impios.
Por mas que se diga, pues, en las buhardillas y
lalleres, el cura no es el enemigo del pueblo; al
contrario, cs su amigo, su verdadero amigo; toda
su vida se resume en una frase: «amor hacia el
pueblo.» ¥ tos que dicen lo contrario mienten.
IV.
Los republicanos y los francmasones son los verdaderos
cmigos del pueblo.
Si, aman al puchlo; le aman mucho, solo que le
aman demasiado; le aman como los lobos al corde-
ro. jPobre cordero! j¥ ui te dejas arrebatar!
En sus periédicos y en sus clubs los demécratas
repiten todos los dias que aman al pueblo. «Nos-
otros, y unicamente nosotros, grilan, amamos ver-
daderamente al puebio, nos ocupamos de sus inle-
reses, y queremos arrancarle de Ja esclavitud det
capital. Nosotros queremos fundar una sociedadnucva en donde el obrero libre no sera explotado
por cl patrono, y todos seran dichosos y completa-
mente libres.»
Hé ahi lo que dicen, y para llevar 4 cabosu pro-
grama excitan las pasiones populares, preparan
asonadas, y revoluciones cuando tes es posible ;
disciplinan 4 los obreros, 4 las mujeres y 4 los ni-
fios; los conducen @ Jas barricadas, les arman de
petréleo y de rewolvers, y prenden fuego al pais
por sus cuatro lados,
Entlonces sucede, 6 que e] movimiento ticne éxi-
to, 6 es sofocado: si lo primero, los promovedores,
apoyandose cn las espaldas del pueblo, lNegan a ia
dictadura que empuian con ambas manos, cobijan-
se dehajo del estandarte rojo, y en medio de las
aclamaciones Ilcnan sus bolsiflos y los de sus ami-
gos vaciando la caja publica, Si el motin es sofoca-
do (como sucede ordinariamente}, los principales
motores se escabullen listamente, dejando 4 los in-
felices scducidos en las harricadas y en las terribles
manos de la justicia ‘militar.
En uno y otro caso el pucblo solo recihe los gol-
pes; cl dinero, los buenos destinos, la gloria y la
impunidad pertenece a los jefes del motin.
Para estos hombres, la clase obrera, que tanto
afectan enaltecer y amar, es solo el populacho:
astutos y sagaces, halagan al pueblo porque po~-
seen el arte de explotarle. Uno de Jos que mas se
han distinguido entre los comuneros de Paris decia
lltimamente: «Es preciso desplumar la gallina sin
que lance ningun grito.» gLo cntendcis, candidos—1I—
lectores del Siecle 6 el National, que creeis lo que
se dice en los periddicos democraticos y votais 4
los rojos?
g€uando sera, buenos obreros, que comprendais
e] fin-que aquellos se proponen? Estos republica~
nog de profesion, estos demécratas austeros que
solo hablan de libertades, no son mas que misera-
bles egoistas que asi se servirian de la libertad co-
mo del Gran Turco; y qtie se complacen, cuando
alcanzan el poder, en pisotear todas las libertades
publicas; la libertad religiosa, la libertad de la
propiedad, la libertad de Ja prensa, la libertad de
la palabra, todas las libertades. En su boca tas
grandes palabras de tgualdad y fraternidad signifi~
can persecucion arbitraria contra los hombres de
bien, violencia, y con frecucncia despojo y pillaje.
Aqui esté Ja realidad ; ved ali vuestros republi-
canos y francmasones tales cuales son en el dia, y
seran en todos tiempos.
Se concibe que esos picaros se atrevan & Hamar-
se amigos del pueblo, pues este es cl tinico medio
que tienen de medrar; pero lo que parece inerei-
ble cs que al cabo de cien aiios sea el pueblo tan
imbécil que se deje embaucar por las palabras de
aquellos charlatanes.
La tepublica, sobre todo la reptiblica democrati-
ca ¥ social, es una madre de familias que ticne dos
clases de Isijos; sabios y tontos: los primeros, siem-
pre cn pequeiio nimero, son los capataces; los ton-
tos, en nimero crecidisimo , son todos estos po~— 18 —
bres diablos quienes con el fusil al hombro envian
al degiiello ct dia del motin.
Herido el comercio, se paraliza de pronto, y ya
no hay trabajo, ni crédito; ciérranse Jos almace-
nes, y el pobre obrero encuentra que tras sus mas
bellas esperanzas y sus brillantes equipos viene la
Mmiseria.
aQuién tiene la culpa? Sus patronos? {los ri-
cos? gel Gobierno? ylos curas? No, mil veces no;
Ja culpa pertenece por entero 4 los agitadores, 4
los «amigos del pueblo.»
iPobres corderos! No creais cn manera alguna
4 Jos lobos. Etlos gritan y ladran contra el pastor y
sus canes porque les privan de dafiaros. 1] pastor
en cl érden religioso es cl Papa, el obispo, el cura
catolico, y en el drden temporal es el Rey, el Rey
legitimo, 4 quienes detestan, porque les tienen
mucho miedo.
Permaneced junto al pastor; no os niovais del
redil, y el lobo no podra daiaros.
v.
Algunas curtosas historietas de estos ilustres «amigos
del pueblo.»
Aqui solo hay um obstaculo, y es e] de Ja clec-
cion.
- Desde luego, tal vez no se hallart uno que no: —~19 —
tenga una vida completamente inuoble; lo que
bueno sera dejar scntado, siquiera sea de - paso.
Ademis, son picaros en su inmensa mayoria, y es-
{an refidos desde mucho tiempo con todo lo que
conserva seulimientos de honor y probidad. En la
Ultima Commune de Paris habia un gran nimero
de encausados salidos recicntemente de la carcel y .
aun de las mazmorras. Uno de cllos, viendo que el
excelente abate Croz, cura de Ja Roquette, iba a
ser fusilado, corrid hacia su amigo y compadre, el
feroz Raoul Rigault, que se apellidaba prefecto de
policia. Borra este nombre de tu lista, le dijo.
élgnoras acaso que él nos ha‘prestado muchos ser-
vicios durante nucstra permanencia en la Roquet-
te?—jImposible! respondié Rigault. Es uo cura;
yesto hasta.—jAh! ges imposible? borrale al mo-
mento, 6 te levanto ih tapa de los sesos.—j Oh en-
tonces! si tanto te empeiias... y borré el nombre
del abate Croz.
Pero lo mas curioso es que gran nimero de jefes
de la demacracia coniemporanea son vicachos que
nadan en la opulencia.
{abréis oido hablar de Eugenio Sue, el gran de-
mécrata, cl amigo del pueblo, vel autor de los Afis-
terios de Paris, del Fudio ervante y de otras novelas
demasiado eélebres que han venido «ser, por de-
cirlo asi, cl evangelio de los obreros ?
jPues bien! este fiero reivindicador de los dere~
chos del pueblo contra los curas, los nobles y los
ricos, gsabeis como vivia? Tenia mas de. ochenta
mil libras de reata, de las cuales nada aleanzaba— 0 —
el pobre pueblo. Llevaba una vida de sibarita; era
golose como una carpa, elegante hasta llegar al ri-
diculo: por las maiianas en el campo se Ie veia con
guantes color manteca fresca, con pantalon ajustado
siempre & la ultima moda, con sas puitos de fino
encaje, vestido, en fin, como un verdadero prin-
cipe. En la ciudad todavia gastaba mayor lujo: su
dormitorio estaba tapizado de salen blanco, con un
lecho de marfil magnificamente esculpido. Todos
los refinamientos de la voluptuosidad existian, aten-
ded hien, en aquel modesto asilo de la democracia,
Para cuidar de sus blancas manos, Eugenio Sue
nunca escribia sobre «el lujo y cl orgullo de los ri-
«cos,» la «hipocresia del clero,» y «los sufrimieatos
del pueblo,» etc., etc., sino con sus guantes, y cuan-
do no era muy tersa su blancura, el scitor llama-
ba democraticamente; uno de sus tres criados pre-
sentabase empolvado de librea, llevando 4 su due-
fio un nuevo par de guantes en una fucnte de oro
cincelada. Hay quien vid gastar de este modo en
un dia 4 Eugenio Sue dicz 6 doce pares de guan-
tes. Hé aqui un camige del pueblo.»
El ilustre Mr. Havin, el profeta del Siecle, ha
dejado al morir algunos pequefios ahorros, que se
clevan 4 caforce miscrables milloncejos! j Pobre
hombre! Al leer su periédico no era posible dudar
que lo fuese. Los periddicos democraticos hacen,
segun parece, buenos negocios. Y 4 expensas de
qui¢n?
Victor Hugo, el grande, el austero Victor Mugo,
el magnifico poeta de la democracia y de la repi~—~ Yur
blica universal, cs igualmente un pobre hombre
afligido con mas de trescientas mil ibras de renta;
algunos dicen que son quinientas mil, Su infame
libro Los miserables le prodnjo de una sola vez
quinientos mil francos. Se han olvidado siempre de
citar Jas larguezas que su gran corazon humanita-
rio le obliga 4 ejercer para con sus queridos clien-
tes de las clases trabajadoras. Lo que dicen, si,
que es tan avaro y egoisia como vanidoso.
gMablarémos aqui de su amigo intimo el fanfar-
ron Garibaldi, que bajo el pretesto de llevar reeur-
sos a la bella repiblica de Gambetta, Cremicux y
compafia ha venido @ vivir 4 expensas nuestras
cou quince mil handidos sacrilegos, verdadera hez
de la sociedad? Con grandes infulas de austeridad
y de desinlerés, este héroc del contrahando, que
encuentra todos Jos dias medio de hacer Ja guerra
sin hatirse, y lo encuentra asimismo de vivir an-
cha y voluptuosamente 4 expensas de tos otros, en
Caprera tienc, como los demas, e] trato y costum~
bres de un bajé. Dios sabe los millones que nos ha
devorado en tres meses, sin contar los que los
hermanos y atnigos de Francia le han permitido
llevarse 4 su mansion de Caprera! A pesar de eso
hace proclamas patéticas sobre «la miseria del puc-,
blo y la opresion de los curas y de los reyes.»
aY el famoso Rochefort, el scfior conde de Ro-
chefort-Lucay? {Saheis cuanto gané en Bélgica ese
pobre desgraciado con su Lanterne? una decena de
miles de francos por mes, es decir; cerca de ciento
teinte mil francos al afio! Y tenia una habitacion de
4 . CLERO Y NOBLEZA,— 92 —
principe, con numerosos salones, con lacayos mag-
nificamente vestidos, ugieres en gran nimero,
secrelarios, etc. Duro como un judio para con sus
subordinados, Ies ponia & media racion, lo cual ha
liecho que uno de ellos, medio desesperado un dia,
revelase todos los secretos de este idol del pueblo.
Ultimamente, cuando fué cogido cn Mcaux y envia-
do & Versailles, se Je encontraron, segun los perid-
dicos, en los pliegues de su vestido mas de seis-
ventos mul francos cn hilletes de Banco, Segura-
mente que los destinaria & su pobre puchlo de
Paris. :
Ledru-Rollin es un gran ricacho; Cremieux es
rico como Creso; Glais-Bizoin cs ignalmeute un
gran propictario y uno de los mas ricos industria-
les de Ja Bretatia; Gambetta tomd & pechos durante
su dictadura el hacer circular fos millones de la
Francia con tanta facilidad como las proclamas,
Los jefes de la Commune sin excepcion iban de
orgia en orgia, bebiendo y robando como los pru-
sianos. .
El. 31 de octubre de 1870, el primer paso de
Félix Pyat, consagradd por completo 4 la cansa
del pueblo, fué enviar nn emisario al Ministerio de
Tacienda-para apoderarse de quince miffones, Pero
el tiempo le falté, y & esto se dche el que fuese
preso. Otro de ellos, Flourens, si no me equivoco,
llevé 4 cabo en el mismo dia una tentativa seme-
jaute. Mas tarde, despucs del reinado de la Com-
mune, cuando os jfranceses se apoderaron de Pa-
ris, 4 muchos jefes de Ja democracia arrestados en— 3%
su fuga, se les encontraron sumas que, por supucs-
to, habian robado.
Y¥ jved Jos otiserables que se atreven 4 gritar
contra los ricos; 4 acusar 4 los curas de ser los
encmigos del pueblo! Mientras que los curas dan
todo lo que tienen, ellos rohan , prenden, fusilan,
incendian. Y cuando pucden escapar 3 la venganza
de la justicia, se burlan sin pudor, se abandonan
al despilfarro, digno compaiiero de la impiedad y
de la rebelion.
éEstos son los amigos del pueblo? Al buen sen-
lido Je toca responder.
VL
Los curas son unos peresosos que engordan con el
sudor del pueblo.
Yosotros erecis que los curas son unos perezosos
porque no sc dedican 4 trabajos manuales como los
obreros. Si esto admitimos, nucstros magistrados,
nuestros notarios, nucstros legistas, nuestros jueces,
nuestros profesores, nuestros stbios, nuestros mé~
dicos, nuestros administradores , nuestros oficia-
les, ete., no serdn mas que unos holgazanes. ¢Quién
hard ercer scmejante patraia?
El trabajo de un cura es cl mas importante y el
mas ttil de todos, pues tiene por objeto la moraliza-
cion ptblica, cl servicio de Dios, la ensejanza de
Jo que mas importa saber a Jos hombres, la verda-— &—
dera educacion de la juventud, la asistencia de Jos
desgraciados , de los cnfermos y de les mori-
bandos.
gAcaso creeis que vuestro cura no hace nada
cuando rucga por su puchlo, y por consiguicnte por
yos? cuando ensciia el catecismo 4 vuestro hijo?
cuando pasa largas horas confesando, consolando y
dirigiendo 4 Jas almas? cuando prepara Iaboriosa~
mente la instruccion que debe dar a sus feligreses?
Veis que algunas veces va de pasco, 64 visitar 4
un amigo 64 un cofrade; pero gno haceis Jo mis~
mo vosotros, que gritais contra los curas? Y sois por
esto un vago? Como vosotros, ¥ aun menos que vos-
otros, vuestro cura recibe de licmpo en tiempo y
conyida 4 comer; zqué mal hay en cllo? yNo tiene
acaso el derecho de solazarse honestamente con sus
compafieros? ;Querriais que se encajonase en el
preshilerio como en una prision celular? Lo que
todo el mundo se guarda bien de decir es que en
cambio de estos pequeios extra, nuestros pobres
curas viven mas pobremente que las tres cuartas
partes de los obreros.
Ya sé que, asi como entre los obreros los hay
mas @ menos laboriosos, tambien hay curas que son
mas 6 menos aficionados 4 los trabajos de su mi-
nisterio. Pero ges csto suficiente para decir que
los curas son unos perezosos? Sobre todo en. las
grandes ciudades y en Jos paises de fe, hay gran
nitmero de aquellos que se matan trabajando, De
la mafiana 4 la noehe (cuando no de Ja noche a Ja
maiiana) su trabajo es incesanle, y un trabajo lal,—e—
que he conocido muchos que les ha causado la
muerte, siendo admirados y Horados por todos.
Si vuestro pais es tan miserable, tan indiferente
que vuestro cura descorazonado se ve en la impo-
tencia de hacer nada, ges suya Ja falta, decidme,
6 os vuestra? En donde no hay tierra vegetal, ,c6-
mo quereis que uno se dedique su labor? Vosotros
creais obstaculos al cura, impedis que vuestra mu-
jer 6 hijos recurran 4 su ministerio, les imposibili-
tan de hacer algo, ; y despues decis que no hacen
nada!
jAh! oidlo bien; e] cura es el gran obrero de Dios.
Su vida es Ja mas util de todas: sin él, habriamos
retrocedido en menos de medio siglo a] estado de
barbarie.
«El engorda con el sudor del pueblo,» afaden
en(aticamente nuestros ilustres demécratas. jPobres
curas que pasan el tiempo socorriendo & los des-
graciados, cargaudo muchas veces sobre si todos
los gastos!
«Pero {por qué ellos nos toman nuestro dinero?»
Si por ciertas funciones de su ministerio reci-
ben algo (que asi Jo dice el vulgo), es porque ellos,
como los demas, no pueden vivir del aire. ,No es,
pues, tres veces justo que los que renuncian 4 todo
para consagrars¢e al servicio de Dios y 4 la salud
de sus hermanos, no se vean reducidos 4 morir de
hambre? 2Se les acusa por esto de engordar con el
sudor del pueblo?
Compadezeo a los que son capaces de hablar de
este modo del cura, pues no tienen fe, ni corazon,— 6% —
ni buen sentido, y las mas de las veces son tahu-
res de profesion, holgazanes de primera calidad.
Gritan contra los curas porque tienen un resto de
fe y temen los juicios-de Dios. Ilé aqui todo.
Estos son los que engordan con el sudor del pue-
bo; porque no viven mas que de vicios y pa-
siones.
Vil.
Nuestros, curas nos hablan siempre del Papa, nos
piden dinero para el Papa. gPor qué el Papa no
cuida por si solo de sus negucios?,. . -
’ Nuestros curas gnos hablan continuamente del
Papa? Los revolucionarios hablan de é] todavia
mas; ellos son Jos que han comenzado.
Hace dicz 6 doce aiios que atacan y conliniian
atacando al Papa; y vosolros gquerriais que nucs—
tros curas no saliesen 4 defenderle? Ellos conspi-
ran para arrebatar al Papa, no solo su honor, sino
tambien su libertad; y vosotros gquerriais que per-
manecitsemos con los brazos cruzados?
Si de propésilo insultasen 4 vuestro padre, per-
maneceriais tranquilos? Si quisicran arrojarle de
Su casa; sise pretendiesc robarle la casa paterna,
que cs propiedad vuestra tanto como de él, gro
acudiriais cn su auxilio? ¥ si os dijegen que dejeis
que él solo cuide de sus negocios , ¢ qué respon-
deriais?—~ 7
EI Papa, Vicario de Jesucristo en la tierra y Jefe
espiritual de Jos cristianos, es el padre de nuestras
almas, y por esto nosotros Je amamos y le defen-
demos. Nuestros curas solo cumplen con su deber
exhortandonos sin cesar 4 que amemos a] Papa, 4
defender la causa del Papa, 4 permanecer fieles al
Papa.
Si nos piden dinero para el Papa, es porque
Jo necesita para defenderse contra la revolucion.
Si nos Jo piden en gran cantidad, es porque gran
cantidad de él necesita el Papa en esta lucha ter-
rible. : :
{Por qué, pues, Ja emprendeis contra el cura?
A los revolucionarios, 4 los enemigos de Ja Iglesia,
4 ellos solos es contra quien debeis dirigires.
Antes que ellos se atrevieran 4 despojar 4 la Santa
Sede, gquién pensaba en pedir para el Papa?
No hace mas que diez 6 doce afios que nuestros
curas nos piden dinero para el Papa, esto es, des-
pues de la guerra de Italia. Napoleon y Viclor Ma-
nuel, dos intrigantes de primer érden, se convir-
ticron en agentes de la revolucion contra el Papa ;
& fuerza de meutiras , de hipocresia y de impu-
dencia , se propusieron despojarle poco 4 poco de
este modesto poder teniporal que no daia 4 na-
die, y que es necesario para proteger la libertad
espiritual del Jefe de la Iglesia. El Papa necesita
de socorros, y nuestros curas, ‘dignos capitanes
del ejéreite catélico , nos Ilaman 4 defender @
nuestro Jefe, 4 nuestro Padre, ya orando, ya por
~ medio de dadivas. zMay nada mas sencillo?— 28 —
Ademas, atended bien, Ja causa del Papa cs
yuestra causa, ¢Qué es Jo que se pone aqui en tela
de juicio? ¢No es el derecho de propiedad? Las
posesiones que se disputan al Papa {no Je pertene-
cen de fa misma manera que 4 yosotros vuesira
casa, vuestro campo y vuestros muebles? Si de-
jais tranquilamente violar e] derecho del Papa, la
revolucion socialista no tardara en violar ¢] yuestro,
Por tanto, aun haciendo caso omiso de la fe vos-
otros estais, todos estamos direclamente intere-
sados en la causa de] Papa, en el triunfo del dere-
cho. Si para ello falta dinero, demos dinero. La
cosa bien vale Ja pena.
Como 4 catélicos, estais todavia mas interesados.
No es para ¢l, sino para vosotros, para nosotros to-
dos los catélicos, que el Papa disfruta del poder
temporal, por cuyo medio puede gobernar Ja Igle-
sia. Como todo gohicrno, el gobierno de Ia Iglesia
no puede funcionar sin cinero. Mientras que los
italianos no restituyan 4 la Santa Sede las pose-
siones gue le han’arrebatado, no podria adminis-
trarse como antes, si nuestros curas no nos inci-
tasen continuamente 4 dar a} Papa para el gobier-
no de la Iglesia. Esta es una dura necesidad, si
quereis; pero de Ja que son tinicamente respon-
sables los revolucionarios.
Ademas que nadie os obliga 4 dar. Los que dan
para el Papa dan porque tienen fe, corazon y buen
sentido. No son los que dan los que gritan, y los
que gritan no son Jos que dan. Libres sois de gri-
tar; pero nosotros preferimos dar.— 99 —
YUL
Los curas envian secretamente et dinero de vuestras
limosnas & Enrique ¥.
jEvidentemente! Sobre todo aquellos que no son
legitimistas.
Hé aqui una de esas grandes tonterias, una de
esas calumnias estupidas, imposibles, que las so-
ciedades secretas propalan entre el pueblo.
Existe, no lo dudeis, una inmeusa conspiracion
organizada contra el clero por Ja. francmasoneria,
‘desde hace mas de cincuenta aiios ; mentiras , ca-
lumnias, caricaturas, canciones y romances, perid-
dicos, insinuacioncs pérfidas, amenazas y violencias,
clubs, discursos que se dicen politicos, de todo se
ha echado mano para destruir, para deshonrar la
Iglesia. «No hasta, decia uno de los jefes de la sec-
ta, no hasta extermimar 4 la Igicsia; es preciso
hundirla en el todo.»
No son pocas las calumnias que estas gentes han
inventado durante la guerra; decian que los curas
estaban vendidos 4 Ia Prusia, que enviaban secre-
tamente 4 los prusianos sumas enormes, que se
habian descubierto en Paris tres mil Jesuitas des-
tinados 4 los prusianos; que los curas éran causa
de ja gucrra; que ellos deseaban promover en
Francia wna guerra religiosa al objeto de alcanzar
de un solo golpe el triunfo de Pio 1X y de Enri-— 30 —
que Y; que ultimamente Pio IX y Enrique V habian
atravesado clandestinamente la Francia... en un
tonel, si, en un tonel, en un tonel tapizado de
seda blauca (alyunas Jo habian visto); ellos excita-
han a los pueblos 4 Ja gacrra civil, daban oro a los
zuavos pontificios , y se oyé & Pio IX decir por el.
agujero del tonel: « Amiguilos mios, tomad; hé
aqui ora, portaos bien.» En cierto pueblo, que
podria citar, los habitantes estaban tan indignados
de esta negra conspiracion del Papa y del Rey con-
tra la paz, que sin pérdida de tiempo ¢omenzaron
a levantar barricadas!!!
Las sociedades secretas difundian toda suer-
te de rumores increibles é imposibles contra los
curas. Ellos son la causa del granizo, las inun~
daciones, el célera, la viruela, la sequia, !a ca-
restia, el oidium, etc. Ellos son los que atracn s0-
bre el pueblo toda clase de castigos; los que intri- ,
gan para qne se doblen y tripliquen los impues-
tos; Jos enemigos de la Francia, y de la libertad ;
los que tratan de promover una matanza general ”
de republicanos, y olros absurdos de igual cali-
bre, Los agentes revolucionarios extienden ‘estas
infames calumnias por todas partes; es un sisicma
de demoficion contra la Religion y la sociedad ; es
la consigna satanica de la Jnlernacicnal. Cuanto
mas grosera, imposible y absurda cs Ja calumnia,
tanto mas circula. En e} calor de Jas eleccioncs,
nuestros pohres campesinos sobre todo, las beben
como el agua.
Que los hombres vendidos 4 las sectas secrelas— 31 —
digan todo esto, es natural; pues representan su
papel, el papel de mientirosos y malvados. Todo
to hacen por el dinero, es una explotacion en alta
escala de la credulidad popular. La Internacional
Gene una policia muy extensa , y como todas las
policias, la suya es secreta y asalariada, Ella tiene
sus agentes secretas en todos los oficios y manu-
facturas. Estos agentes, que reciben veinte, treinta
y hasta cineuenta francos por semana, se intro-
ducen en los taileres yestudian el personal de los
‘obreros ; toman datos acerca de las condiciones de
su caracter y de su familia, sobre las necesidades, los
defectos y las cualidades de cada uno en particular,
a fin de que la Internacional pueda cogerles por el
flanco débil. Dos veces por semana estos agentes re-
ciben {a consigna, que es una calumnia que deben
hacer circular. Por este sistema, cuando una ca-
lumnia ya ne produce efecto, aparece: inmediata-
mente otra. La Internacional jno deberia apellidar-
se a si misma la Infernal?
Ylo que hace eu Paris, lo verifica al mismo
tiempo en Lyon, en Marsella, en Tolosa, en Bur-
deos, en Rennes, en Lille, en todos los depar-
tamentos: lo hace-cn Roma, en Napoles, en Milan,
en toda la Italia, en Espaiia, en Beélgica, en Ingla-
terra, en Alemania, en Rusia, en Austria, en Am¢-
rica. De esta manera s¢ explica como al comenzar
la guerra en 1870 Jas ahsurdas calumnias inventa-
das contra el ¢lero y el Papa cireulaban lo mismo
en Alemania que en Francia; el clero aleman cra
acusado de entenderse con cl Papa para hacer ani-— 32 —
quilar 4 Prusia por medio de !a Francia; y el clero
franeés era acusado de estar en connivencia con
el Papa y con el Concilio para levantar la Alema~
nia contra la Francia, La misma consigna circalaba
por todas partes, como una chispa eléctrica salida
del infierno.
Y¥ gveis con cudnta perfidia han explotado y le-
vantado al pueblo trabajador? Quitandole la fe, Je
han hecho perder ef buen sentido; cuando no es
muy fiel, es crédulo, todo lo cree; esto es lamen-
table.
La necia acusacion de entregar a Enrique Vv
las limosnas de los fieles es una de estas mentiras
revolucionarias que, de tan estiipidas, seria ridicu-
lo el rebatirlas. Un dia diran que los curas de-
hen coger el sol para Hevario 4 Enrique V y para
dejar el mundo en las tinichlas (sin duda de la
edad media), y lo creerdn. Si, los lectores del
Siecle'y del National lo habran de creer por fuerza.
TX.
Los curas y tos nobles. estén convenidos para oprimir
ad pueblo.
Otro grito de alarma sale de las sociedades se-
cretas, absurdo, imaginario, sin sombra de una sola
prueba.
{En donde habeis visto, pregunto, el menor ves-
ligio de esta grande conspiracion que se supone— 33 —
existir entre cl clero y la nobleza contra los hom-
bres del pueblo? Aun cuando quisiese tramarse, se-
ria imposible, ahsolutamente imposible. ,Como,
decidme, podrian entenderse los sesenta mil curas
que existen en Francia, no solo entre si, sino ade-
mas con cincuenta mil grandes propieturios disemi-
nados por todos los departamentos ? Como se en-
tenderian con unos hombres entre los cuales un
gran nimero no son muy cristianos y pasan su vi-
da contrarestando ta saludable influencia del cura?
— Desde cl momento que se examinan estas obje-
ciones anticlericales se desvanecen por si mismas.
Antes el clero y la nobleza formaban en ef Estado
dos drdenes distintos del fercer estado, que represen-
ta al puchlo propiamente dicho; y estos dos érdencs
gozaban de ciertos privilegios, y teaian un poder
que podia hacer sombra al tereer estado y 4 los
obreros. Mas hoy dia estas distinciones no existen,
y nadie, creedlo bien , puede hacerlas revivir. El
clero es pobre, la nobleza despojada de todos sus
privilegios; lan despojada, que, de hecho, no existe
sino por la gloria de sus nombres y de sus tradicio-
nes. Hoy dia el rico y el pobre, el marqués y el
obrero, el principe y cl sihdito, el cura y el lico,
todos los franceses, en una palabra, son absoluta-
mente iguales en derechos civiles y politicos. No
no hay ya seijores, ni privilegios de nmgun géne-
ro; y los demécrftas que acnsan 4 los curas y 4 los
nobles de conspirar contra cl pueblo, saben bien
que solo cvocaa afiejas fantagmas mucho tiempo ha
desaparecidas.— 8h —
Y {por qué las evocan? No nos cansarémos de
repetirlo: para explotar en su provecho las mas ha-
jas pasiones de las gentcs sencillas; el orgullo y la
envidia. Tratan de remover el lodo con el objeto
de pescar en el agua turbia; ; cs tan ficil medrar
en tiempo de revolucion! .
Estos son los que conspiran, y conspiran sin ce-
sar contra Dios y contra Jos hombres. Para ocular
sus manejos y explotar Jas fuerzas populares, acu~
san «& los curas y 4 los nobles» de complots qui-
méricos. Estos son del numero de los ladrones que
gritan: «Al ladron!» para asi escapar de los gen-
darmes.
jOh gentes honradas!
xX,
Si Enrique V volvtera, restableceria los diesmos y
derechos feudales.
Cuando la cosecha est. en .sazon los labradores
colocan cn medio dc los campos espantajos forma~
dos con dos 6 tres caiias que sostienen pedazos de
yopa roja, blanca, amarilla, que flotan al viento. De
esta manera espantan 4 los gorriones, 6 impiden
conan el trigo.
Cuando se aproximan las clecciones, y en gene-
ral cn los momentos de conmocion, las sociedades
seerelas que cultivar los labradores y 4 los obre-
ros usan estratagemas de este género. Ellos tic-_ 33 —
nen wn 1 miedo terrible a Pio IX y 4 Enrique V, y
4 todo aquello que huela 4 derecho; y para im-
pedir que Jas gentes del campo voten como dehen,
jes envian por todos lados cmisarios encargados de
intimidarles , esparciendo contra la monarquia y
los legitimistas, contra «los curas y los nobles,» to-
do género de absurdos, 4 cual mas necio y ridiculo.
«Si votais por los clericales 6 por los partidarios
de Enrique Y, Jes dicen, caeréis de nuevo en Ja
esclavitud ; lo primero que haran sera restablecer
¢} diczmo y los derechos feudales: os obligaran a ir
todos los dias 4 misa; para obtener el menor em-
pleo tendréis que presentar Jos hilletes de con-
lesion. Esto seri la vuelta de la teocracia, y el go-
bierno de Jos curas.»
Las masas son crédulas, sobre todo en el campo,
y las mas de las veecs bastan estas ridiculas afir~
maciones de Jos agentes de ta revolucion para im-
pedir un volo favorable dla causa de] orden.
Todas Jas objeciones 4 Jas que contestamos en
estas piginas no son otra cosa que maniobras clec-
torales , y Jos atavios del famoso maniqui destina-
do 4 espantar 4 los gorriones. ; Pobres gorriones!
Si tuvieran valor, si supieran que ese grande es-
paslajo que parece agitar los brazos de una ma-~
nera terrible no es mas que una fantasma, jedmo
se burlarian de aquellas calias y de aquellos trapos,
Y comerian hasta saciarse del buen igo que la Pro-
videncia no Tes rehusa!
Lo mismo sucederia si entre cien electores hu~
biese noventa y cinco que supiesen la verdad sobre— 36 —
los hombres y las cosas. Enviarian 4 paseo 4 todos
los fautores de la anarquia, cuya, idea, desde medio
siglo 4 esta parte, no es otra que la de perder y
burlarse de la Francia. Se burlarian de sus dichos,
no menos que de sus periddicos y de sus cucntos,
y nuestro pobre pais, librandose por fin de la men-
tira, encontraria 4 su vez en el respeto de la Igle-
sia y de la monarquia legitima esta paz, csta
prosperidad profunda y verdadera que se ha per-
dido desde que se escucha 4 los charlatanes de la
revolucion. .
En cuanto 4 Jo que particularmente concierne a
los diezmos y derechos feudales, seria en verdad
injuriar al lector responder sériamente. Los diez-
mos cn los paiscs de fe uo eran antes otra cosa
que ciertos impuestos en éspecie que los poseedo-
res de dominios ectesiasticos satisfacian lodos los
alos 4 la Jglesia en reconocimiento de su derecho
de propiedad. Los derechos feudales consistian casi
siempre en impuestos del mismo género, muy poco
onerosos en si mismos, y cuyo principal objeto cra
reconocer los derechos de los senores del lugar. En
uno y otro caso eran un acto de sumision y depen-
dencia por parte del paisano. El orgullo democra-
tico, que rechaza toda idea de dependencia, se in-
digna por esta razon contra estos usos de otros
tiempos, y que los revolucionarios pintan con Jos
mas negros colores.
Para prodacir mas efecto, inventan y calumnian.
Entre otros presentan en primer término el famo-
so derecho scRorial, abuso infame, si es que jamas—37—
haya existido. Mace diez y ocho afios que un escri-
lor, tratando a fondo esta cuestion histérica, ha de-
mostrado que este pretendido derecho jamis ha
existido en Francia ni en ninguna parte.
Examina una 4 una todos los argumentos que se
han citado en apoyo de tal calumnia, puesta en bo-
ga por Voltaire y los impios del wltimo siglo, redu-
ciendo al silencio 4 todos los calumniadores. Todos
Jos argumentos, sin exceptuar uno solo, son reco-
nocidos por falsos, apdcrifos y de ningun valor.
Ultimamente nuestros periddicos rojos han sali-
do de nuevo con esta mentira, acusando asi 4 la
Francia cristiana de haber admitido en su derecho
publico una jnmoralidad tan repugnante como odio~
sa. Biersabon que mienten ; pero no cejan, sabiendo
que el obrero y sobre todo el campesino son erédu-
los, y que esta calumnia es muy 4 propésito para
exasperar al pueblo contra los palacios. :
Habia, si, en los tiempos de fe, «un derecho del Se-
for,» muy extendido, cuasi universal entre los cris-
lianos, pero enleramente opuesto al que suponen
los malos periédicos, y cra la consagracion tribu-
{ada libremente al Sejior de los seiiores, es decir,
4 Dios , de los tres primeros dias de matrimonio,
darante los cuales, por un sentimiento de piedad,
los nuevos esposos permanecian cn oracion y guar-
daban continencia, La Francia cristiana no conocid
otro «derecho sciiorial» que este. ; Pobre pueblo!
como te enganan!
&Quiere esto decir que durante los siglos pasa~
acs, en los tiempos de la monarquia legitima no— 38 —
hubo ningun abuso, y que por esto 6 por aquello
algnnos sefiores no abusaron de su posicion? Nadie
Jo pretende, pero querer de crimenes aislados, con-
denados por todas las leyes divinas y humanas,
constituir un derecho publico, un derechd recono-
cido por cl Estado, sancionado por la Iglesia, es
una extravagancia que solo explica el odio y Ja ra-
hia de la impicdad. Admiticndo esto, por el hecho
de haber existido un Tropmann, un Lemaire, un
Duniolard, todos los jovenes obreros, todos Jos me-
soneros serian de derecho asesinos, y ]a manera de
obrac de estos constituiria el derecho pablico de Ja
Francia en cl siglo XIX.
Hoy dia como entonces las pasiones abusan de
todo para quedar satisfechas. Antes e) ascendiente
era de los grandes propietarios y de la nebleza, hoy
el ascendiente es del dincro, de le posicion y del
temor. ; Cudntos matrimonios turbados en todas las
clases sociales! ;Cuantas polres mujercs scducidas
y deshonradas, no por los sejiores, sino por un ma-
yordomo, 6 un patron, 6 un director de fabrica, de
teatro 6 de almacen! Y sobre todo, jcudnlos virfno-
sos periodistas y corifeos de la demagogia que, no
creyendo cn Dios ni,en el diablo, pisotean todas las
leyes morales y pasan sin escrépulo por todos los
adulterios y por encima de todas Jas infamias!
Nuestros comunistas acaban de darnos de su mo-
ralidad algunas muestras que la Francia no olvi-
dara jamais. Es preciso sor Gambetta y gambetis-
ta para atreverse 4 hablar de las «virtedes repu~
blicanas. »—39—
Exageraciones ridicules 6 indignas calumnias,
hé aqui a qué se reducen los famosos derechos feu-
dales que Ja Revolucion echa sin cesar cn cara de
nuestra noble Francia, de la antigua Francia cris-
tiana y mondrquica.
Si nuestros campesinos no tuviesen que “tomer
otros daiios que el restablecimiento del diezmo y
de los derechos feudales, podrian dormir tranqui-
Jamente. Enrique V Jo mismo que la Iglesia, los
curas y los nobles, no sucia en el restablecimien-
lo de estas antigiiedades, abolidas para siempre, y
que supondrian un pais organizado de distinto mo-
do que lo esta al presente. No Lrata de volver 4 los
usos de laedad media, cualesquiera que sean: los
‘puchlos y los stados no pueden volver a Ja edad
media, asi como cl hombre no puede volver 4 los
transcurridos afios de su vida.
Nuestros francmasones Jo saben bien; pero sa~
hen tambien que escribié lace cien aiios su «her-
mano y amigo,» el francmason Voltaire: «Minta-
mos, mintamos de firme ; siempre de ello quedara
alguna cosa ({}.» ¥ asi micnten, mienten de firme
porque cfeclivamente desean que quede «alguna
088.9
ay En Espaiia dice e] refran: «Calumnia ,- que algo
queda, »— 4 —
XI.
En tiempo de la nonarquia el pueblo era eselavo; con
la repiblica es el ducio ; 4 cada uno su turno.
Bajo la monarquia, por espacio de mas de mil
afios , el pueblo permanccié’ sumiso y tranquilo.
Bajo la reptiblica el pucblo es rebelde 4 toda au-
toridad, asi a la civil como 4 la religiosa: se imagi-
na ser el duefio, porque los hombres culpables que
le guian le dicen y hacen relucir 4 sus ojos cier-
tos derechos politicos mas aparentes que reales,
Estos derechos, asi como las pomposas palabras de
soberania del pueblo, pueblo soberano, libertad, igual-
dad de los ciudadanos , sufragio universal, etc., con
que los atavian, no son en el fondo mas que es-
pejos para coger alondras: las pobres alondras, que
no son listas, atraidas por el espejo, no advierlen
que pueden cogerlas hasta que lo estan.
jBella realeza, en verdad, la de esta soherania
republicana del obrero! En la practica se reduce al
enojoso y ridiculo derecho de votar 4 toda costa
sobre las cuestiones politicas 6 sociales, acerca de
las cuales nada entiende; sobre e! nombramiento
de diputados y consejcros generales que no cono-
ce, ysobre Jos prépdsitos de los elegidos, acerca
de los cuales le hacen creer todo lo que quieren.
Estoy seguro que de cada mil electores no hay
cincuenla que volen con eonocimiento de causa.—ien
En la clase obrera y entre Jos campesinos, 4 sabeis
lo que es un elector? Es casi siempre un buen
hombre, que se imagina votar por el érden, el de-
recho y la justicia, y que vota, sin sospecharlo si~
quicra, por el desérden, por la anarquia y Ja ruina
publica. Es una alondra 4 quien coge Ja revolu-
cion: es una victima de las sociedades secretas,
¥ un incauto seducido por los malos periddicos.
ZY en qué, pues, joh Dios! el obrero 6 ef cam-
pesino es mas duefio que en otros tiempos? Si, en
ciertos momentos de crisis es por un inslante due-
fio de levantar barricadas, de robar y de hacerse
prender 6 matar; si, hajo la reptiblica es mas libre
para amenazar é insultar 4 los curas, 4 los ricos, 4
los propietarios; pero, fuera de estos excesos de
fuerza brnta, no veo en qué es soberano el pueblo,
ni de qué es duciio.
La repiblica en Francia es siempre mas 6 me~
nos anarquica, y la anarquia es el verdadero azote
de Jos puchlos, Por ella cesa el trabajo, se pa-
raliza el comercio y Ja industria: y en la practica
£qué es el trabajo” para el hijo del pueblo sino el
pan de cada dia, el pan de su mujer y de sus hijos?
«Repiblica, ruina publica,» decia en 1848 un hom-
bre de talento. Si et vivir sobre Ja ruina publica es
lo que os encanta, amigos mios, teneis un gusto
singular ; permitidnos que no participemos de él.~~ Q—
XII.
Todo aquel que es hombre de progreso esta por la re~
publica: solo quieren la monarquia los reacciona-
rios ¥ viejos achacosos.
No nos paguemos de palabras. Aquellos 4 quienes
la mala prensa apellida «reaccionarios, imbéciles,
viejos manidticos,» son los hombres honrados, los
espiritus esclarecidos y religiosos que no se dejan
engafiar por las bellas frases de la democracia. ¥
eslos 4 quienes la democracia lama «hombres del
progreso y de la luz» son la turba de los miopes,
ciegos y mentecatos que ha sabido seducir. ,
Hay dos especies. de progreso : cl uno que avan-
za, o} otro que retrocede. Nosotros los cristianos y
mondarquicos queremos cl progreso que avanza, el
progreso en el bien, en Ja verdad y en Jo que pue-
de procurar al pais un bicnestar sdlido. Si yolve-
mos la vista hacia atris, hacia el pasado, no es pa-
ra volver a 61, sino tinicamenle para conservar
gran numero de muy buenas cosas que nos han
hecho perder los traslornos de los revolucionarios.
Somos Jos primeros en reconocer que hay cosas
excelentes en nuestras leyes é instituciones mo~
dernas, y lo admitimos como todo lo bueno. No
queremos mas que cl bien, y no buscamos sino
Ja dicha de la Francia. .
Si en esto consiste ser reaccionario, lo somos de
todas veras,~ 3 —
Hay tambien un progreso de retroceso: el pro-
greso hacia la barbarie, la esclavitud, la inmorali-
dad y el vicio. La revolucion no admite otro; tes-
tigo de ello las ruinas de todo género que han
acumulado los hombres del 89 y sus herederos le-
gitimos Jos ménstruos del 93. In pocos afos con~
virtieron & nuestra bella y gloriosa Francia en un
monton de sangrientas ruimas.
Y no trateis de refugiaros en Ja distincion qui-
mérica de la republica en revolucionaria y mode-
rada, en roja y tricolor ; aun cuando puedan exis-
tir en teoria republicas bucnas y legitimas, en la
practica, para nuestra Francia al menos, que Dios
ha hecho monarquica, no hay mas que una espe-
cie de reptblica; la mala, La olra que parece
moderada sirye para empezar: es un término me-
dio escogido por los revolucionarios entre la mo-
Narquia cristiana, que es ¢l estado normal de la
Francia, y una Commune, que es como la hermana
de la anarquia y de la muerte. Jamas la Francia ha
pasado por ta republica honrada sin toreer 4 la iz-
quierda, al lado malo, sin la sangre y ta ruina.
Los republicanos tricolores podran ser de gencroso
corazon , pero son indudablemente hombres mio-
pes, ignorantes de las verdaderas aspiraciones de
un pais, al que pierden creyendo salvarle. Lo tri-
color couduce @ lo-rojo, y el rojo es la sangre de Ja
revolucion. :
Los revolucionarios y los republicanos {en la
practica es una misma cosa) son enemigos de la
Religion, y por consiguiente de los hombres y de—~ ee
las institticiones mas venerables con las cuales se
honra ja civilizacion. Son enemigos de nuestras
glorias nacionales mas puras y brillantes, y ene-
migos de las ciencias, de las letras y de las artes;
la mayor parte de ellos son notoriamente imbéci-
les 4 pesar de Ja audacia de su lengnaje; casi to-
dos son ignorantes y groseros, y en su inmensa
mayoria, por no decir todos, son dados a los vi-
cios y de una vida privada Ja mas vergonzosa.
Ellos mismos se han encargado de demostrarlo re-
cientemente en Paris hasta la evidencia. gQué era,
en efecto, qué es a horrible Commune sino la re-
publica social, la verdadera reptblica revoluciona~
tia diciendo lo que piensa y obrando jo que quiere?
j Hé aqui el bello progreso que los republicanos
se atreven 4 proclamar! Impiedad, embrutecimiento,
ferocidad , pillaje, incendio, audacia imereible , y
sobre todo incapacidad 6 increible ineptitud.
gCual vale mas, nuestro progreso 6 cl suyo? el
progreso blanco 6 el progreso rojo? el progreso ha-
cia el cielo 6 el progveso hacia el infierno? Medi-
tadlo en ello cuando vayais 4 votar,
NIL
Los nobles y los vicos no sirver para nada: puede
quildrseles justamente lo que tienen y reper tirlo en-
tre los obreros. |
Hé aqui cual es el rumor que corre: Ef amor del
hien... de tos demas, La revolucion es hondadosa.-o—
Los nobles y los ricos { decis que no sirven para
nada? ¥ vosotros que decis eso, {para qué servis? El
poco hien que haceis, ellos !o practican como vos-
otros y tal vez mejor que vosotros. 2 Yosotros traba-
jais? Tambien tienen ellos su trabajo: si no es co-
mo el yuestro un trabajo manual, no es por ello
menos trabajo, un trabajo util en el cua! vienen
siempre interesados un gran numero de obreros,
de artesanos y de trabajadores.
4No son acaso los ricos los que dan impulso al
comercio, trabajo al obrero, sea en la ciudad, sea
en el campo? Aun cuando no fueran buenos para
otra cosa, esto seria ya mucho.
«Pero, {por qué ellos son ricos, mientras yo me
veo obligado 4 Urabajar para gauarme la vida?» jAh!
esto es bien sencillo: porque los primeros trabaja-
ron con inteligencia y perseverancia, 6 bien por-
que sus padres 6 sus abuelos trabajaron y gamaron
mucho. gNo es justo que el que trabaja gane ; que el
que gane posea, y que el que posea disfrute de sus
hienes y los legue a sus hijos? y ,cémo se apellidan
los que quieren violar estas Jeyes elementales de
toda sociedad? Ladrones.
Con todo y sus bellas teorias igualitarias y'su
pretendido amor é la justicia , los socialistas y co-
munistas, Ilamados tambien rojos, no son en el fon-
do sino una secta de Jadroues. Sera tal vez des-
agradable oirlo, pero ello es asi. Predican el robo
y cl pillaje, y como la sociedad no cs todavia tan
estipida para dejarse robar, se ven obligados
aquellos a malar y 4 incendiar. Testigos los altos—
hechos de los comunistas de Paris, sin contar Ios
de Lyon, Marsella, etc.
En sus discursos no hablan mas que de nobles y
de ricos ; pero su pensamicnto va mas Iéjos , pues
se refieren 4 a toda propiedad sin distincion alguna.
éPor qué concretarse 4 los palacios? ¢ Por qué res-
petar la casa del menestral ? yPor qué no repartir,
no saquear el almacen del comerciante , la tienda
del vendedor? En fin, g por qué no apoderarse del
menaje del campesino 6 dal haber del obrero que
posea alguna cosa? ¢Por qué detenerse en este
camino? Si el principio de las particiones es verda~
aero, si es injusto que aquel posea, mientras este
no posee nada, { por qué, pues, contentarse con el
palacio del noble y la casa del rico?
La Inlernacional {que es una rama de la franc-
masoneria} dice, que «haré desaparecer,» es decir,
matar «4 todo duefio que emplee mas de quince
obreros.» 2Por qué quince? gPor qué no diez? zPor-
qué no cinco? Si hacer trabajar 4 muchos obreros
es para explotarlos, ;por qué la virtuosa Jnfer—-
nacional tolera este crimen cuando solo se aplica &
quince trabajadores? Para ser ldgica, debe suprimir
no solo al gran fabricante, sino tambien 4 los pe-
queiios , y deelarar que desde ahora no habra mas
que obreros y solo obreros. Pero entonces , ¢ quién
da ocupacion 4 los trabajadores ?
Veis, pucs, que no son tnicamente « Jos nobles
y los ricos» & quienes sc refieren, sino 4 todos
aquellos que poseen alguna cosa, sea cn la cindad,
sea ca chcampo, Estacs una guerra de salvajes,—~a—
una guerra social declarada por los que nada tie-
nen, por los que no tienen ni una cosa, la mas
pequeiia cosa. 1 Es esto tolerable?
Y como siempre habra gentes. que no posean
nada, esta guerra se eternizard en el mundo. La
revolucion, fa Commune es simplemente Ia vuelta
al estado salvaje. yEs esto lo que quereis todos, to-
dos vosotros, seais obreros, campesinos, arlesanos,
tenderos, comerciantes, criados, empleados, solda-
dos, etc., que votais por los republicanos? Yotar
por los republicanos es yotar por los rojes, volar
por los rojos es votar por todo aquello.
Pero no es esto todo. Aun cuando suponiendo un
imposible, manana legasemos 4 una particion igual
de todas las propiedades, acrecis que permancceria
mucho tiempo aquella igualdad? A los ocho dias
los perezosos y despilfarradores habrian malgasta-
do Ja mitad de sus haberes, y al cabo de un mes
no les restarta ni un sueldo. Por el contrario, los
hombres trabajadores , arreglados , razonables, en
menos de un mes habrian doblado su capital. ;Se-
ria preciso repetir la operacion todos los mescs,
todas las semanas? Ved cuan necias son las teo-
rias revolucionarias.
Sahedio, pues, de una vez para siempre: Jos re-
partidores de la repiblica, los comunistas , los re-
yolucionarios son todos unos miserables que nada
van 4 perder en las conmociones sociales, y si 4 ga-
nar. Su Unico objeto cs arrchaar todo el dincro
posible. ¥ aqué hacen de este dinero robado? Co-
men, beben, se harlan en los festines como seres— i —
inmundos ; y con la ira en el corazon, la blasfemia
en los labios, el fusil 6 la pica en Jas manos, los
piés en el lodo y los demonios en el alma, grilan:
«(Viva la libertad! ;Viva la republica! »
Ved ahi vuestros doctores; confesad que son
muy dignos!
XIV.
Dejad hacer, vercis como todo tra bien cuando los re-
publicanos sean los duehos y cuando no hubra ni rey,
ni nobles, ni curas, ni religion,
- Cuando sean « verdaderamente » los amos {sa-
beis Jo que ira 4 las mil maravillas? Lo que no
comenzé mal en el 93 bajo el cayado pasto-
ra] del dulce ciudadano Robespicrre y debajo la
direccion del amable ciudadano Marat. La Francia
estaba cubierta de guillotinas ; Jas guillotinas cu-
hicrtas de sangre ; los tesoros de la Francia roba-
dos; proclamada la bancarota ; los hombres hon~
rados en la carcel, y los handidos en el poder.
Lo que, ayer todavia, marchaba igualmente bien
en Paris, en donde 4 la sombra del estandarte rojo
se hacian requisiciones y pesquisas, es decir, se ro--
baban y saqueaban todas las casas; en donde se
devastaron las iglesias, se ascsinaron los rehenes de
Mazas y de la Roqueltte; en donde Tovia petréleo
inflamado sobre nuestros pobres soldados, y Jos
hombres honrados eran maltratados, y sc incen-— 9 —
diaron las Tullerias , la Casa de 1a ciudad, los mu-
seos y los monumentos puiblicos con ja esperanza
de volar 4 Paris. ; Ah, cudn hien iha todo?
Y gquién cometio tales horrores? 4 Fueron acaso
los reyes, los nobles y los curas?
No, sino los republicanos, los verdaderos, los
buenos, los republicanos puros. Repitamoslo 4 la
multitud de sordos voluntarios: en Prancia Ja re~
publica y la revolucion son una sola cosa; la tri~
color conduce fatalmente 4 la roja, todos los 89 se
convierten en 93. Los hechos, recientes y palpi-
tantes todavia, destruyen todas las bellas teorias
que ciertos idedlogos se obstinan en encarecer con
el nombre de «republica honrada y moderada.» Re-
publicano es lo mismo que revolucionario, siem-
pre mas 6 menos revolucionario, revolucionario mas
6 menos légico.
Electores, no lo olvideis jamas. La republica I6-
gica se Hama Commune, y la Commune es el ter-
Tor, la muerte, el pillaje, el incendio.
La Commune en Paris y cn Roma, esto es Jo que
guicren. La Commune en Paris, porque la Francia
es el brazo derecho de la sociedad cristiana. En
Roma, porque el Papa es la cabeza y el corazon de
esa sociedad que quieren destruir. «Acordaos, es-
eribia Wtimamente Mazzini, acordaos de la consig~
na que os he dado: Roma y Paris.»
Quieren incendiar primero 4 Roma y Paris, lue-
go las principales ciudades de la Francia, y despues
extender su accion salvaje por toda la Europa, las
dos Américas y todo el mundo civilizado. En un— 0 —
reciente programa dado en Francfort han dicho:
«Queremos la republica universal y una revolu-
cion social. No queremos mas religion ni propie-
dad, y para eso nos proponemos matar 4 los curas
éinccndiar Jas iglesias, matar los propietarios y
quemar los palacios y ciudades.»
i No es evidente, como decia un gran filésofo de
este siglo, que «la Francia-repubfica seria el fin de
Europa, y que la Europa-republica seria el fin del
mundo?»
La Providencia ha permitido que 4 nuestra vista
Ja revolucion Iegase 4 tales excesos 4 fin de que
abriésenios los ojos y retrocediésemos ante las doc-
trinas que constituyen la revolucion, ante los dis-
cursos que la predican, y aute los hombres ciegos
entregados 4 la misma.
Lo que Ja revolucion acaba de hacer por medio
de Ja repiblica en Paris, lo hara cn todas partes
donde domine, pues no sabe ui pucde hacer mas
que destruir; ni puede cambiar de naturaleza, como
el tigre y el oso no pueden trocar la suya. No se
amansan los tigres ni se ablandan los osos. De la
misma manera, hagase 6 digase lo que se quiera,
no se impedira nunca que la Revolucion deje de
ser lo que es en si; impia, estupida, feroz, destruc-
tora de Ja paz y del bicnestar publico.
Ella nos dice : «Dejadme hacer, y verdis.» j Ay!
hastante lo hemos visto, y por esto precisamiente
no Io querriamos ver mas. En el 93 y en el 71
no habia «ni rey, ni sacerdotes, ni religion,» y
nosotros hemos visto 4 donde nos dirigiamos; 4 la—M-~
carcel, al destierro, y 4 la guillotina. Esta’ era la
perfecta bienandanza de la reptblica.
La republica, mejor dicho, la revolucion, no
quiere Rey, y esto es la prueba evidente de que nos
falta Rey. No quiere nobles ni curas, y esto es
prueba evidente de «ue los nobles y los curas son
necesarios 4.!a sociedad. No quiere la Religion, y
esto es prueba evidente de que la Religion es nues-
tra salyacion. El Rey, el Rey legitimo es la auto-
ridad; los nobles son el sosten de la autoridad, y
los sacerdotes y la Religion son la sancion diyina,
la salvaguardia de la aulortdad. Los republicanos
no quieren la autoridad ni 4 los que la sostienen,
porque la autoridad les molesta y les impide robar
y saquear. La autoridad, pues, cs lo que nos falta,
la autoridad religiosa; «j Viva el Papa! jviva la
Iglesia!» la autoridad civil;.«; Viva el Rey! ;Vivan
sus partidarios!»
j Oh amigos, amigos mios! no nos dejemos en-
gaiar con las hermosas promesas de Ia revyolucion.
E] gato que presenta su pata de terciopelo no deja
de tener largas y terribles uias. ¥ si uno concibe
la imprudencia de un raton que se deja coger una
vez confiado en_el aire pacifico y fisonomia cam-
pechana de su enemigo, verdadcramente no pue-
de hacerse cargo como despues de haber sido
araiiado, despellejado y aplastado dejasc el pobre
animal cogerse por segunda vez.
Desde hace cien aiios hemos sido el juguete y el
escarmio de esta malvada bestia que se Hama.la re-
yolucion; nos ha dejado medio muertos no una— 63-—
sola, sino cinco 6 seis veces, y acaha de hacer de
las suyas en nuestro pobre Paris. Acabemos, pues,
con ella de una vez. Enviemos a paseo 4 esta re-
publica, y 4 estos republicanos, y 4 estos francma~
sones, y 4 estos clubs y su dinero y todas sus char-
latanerias. :
Secamos de nucvo un pueblo cristiano, una na~
cion razonable y monarquica. Llamcmos al Rey, al
solo Rey legitimo Enrique Y. Solo él puede librar-
nos de Ja revolucion y restituirnos la prosperidad
y lo que nos hemos dejado arrebatar; la autoridad
legitima y Jas libertades legitimas,
Un antiguo proverbio dice que «tanto va el cin-
faro“d la fuente que 4 la postre se rompe.» Si aun
queremos empezar de nuevo nuestros cnsayos de
reptblica, nos perderémos, si bien entonces no en-
contrarémos medio de levantarnos.
CONCLUSION.
Habra sin duda todavia otras apreciaciones po-
pulares que refutar; pero lo que nosotros hemos di-
cho, debe ser suticiente para disiparlas. Ordinaria-
mente son aqucllas tanto mas creidas cuanto mas
pomposas y sonoras; por ello es que circulan.
Sé que en el fondo de todos estos juicios revolu-
cionarios existe el espiritu de rebelion, esto es, cl
odio orgulloso 4 la autoridad. En el lenguaje re~
yolucionario, la famosa frase esacerdoles y no~— 3 —
hles» no significa otra cosa que ; Abajo la autoridad
religiosa ! jAbajo la autoridad civil!
Yolvamios, por fin, volyamos animosamente 4
las vias de la obediencia. Obedezcamos 4 los repre-
sentantes de Dios, obedezcamos 4 nuestros sacer-
dotes, & nuestros obispos; ohedezcamos 4 la anto-
ridad legitima’ y respetemos todo lo que se refiera
4 ella. Sin obediencia ningun gobierno: es posible,
¥ sin gobierno es imposible la sociedad. No obede-
cemos 4 un hombre, sino 4 Dios, porque nos some-
temos 4 una autoridad legitima. Sigamos, pues, 4
Dios; sigamos 4 Jesucristo; arrodillémonos y ore-
mos para aprender 4 obedecer. .
E] primer fruto de este retorno 4 la obediencia
sera la union de todas las fuerzas vivas del pais
contra él enemigo comun. En el interior el enemi-
go comun es la revolucion; y en el exterior... gse~
ra preciso nombrarle?
Pero para vencer al enemigo exterior ¢ es preciso
aterrar primero al enemigo interior, y nosotros no
podemos triunfar de ¢1 sino volviendo francamente
a Dios, y reconstituyéndonos en nacion catdlica y
monarquica. Basta de ilusiones, el remedio es este
y solo este.
Que cada uno ponga manos 4 la obra. | Viva la
Francia! la Francia catdlica! la verdadera Francia!
FIN,INDICE.
1. —Lo que predican los curas era bueno en olros
tiempos, pero en la actualidad es ya otra cosa. No
+ debemos creerles ya... . . . . Pie.
Tl. — Los curas no deben ocuporse de elecciones, esto
es, de politica, . 2. ene
I.—No escucheis 4 los curas, ; pues son enemigos
del pueblo. 2... oe
IV. — Los republicanos y ‘los francinasones son los ver-
daderos amigos det pueblo... .
V.—Algunas curiosas historictas ‘ao. estos ilustres
«amigos del pueblo.» . 2. ee ee ee
¥I.—Los curas son unos perezosos ave engordan con
el sudor del pueblo.
VIL — Nuestros curas nos hablan siempre del ‘Papa, :
nos piden dinero para el Papa. 4 Por qué el Papa no
cuida por sf sulo de sus negocios? =...
YViI.—Los curas envian secretamente el dinero ao
* nuestras liniosnas 4 Enrique VV. .
1X. — Laos -curas y los nobles eslén convenidos para
oprimir al pueblo... .
XK. —Si Enrique V volviera, restableceria ‘jos diezmos
y derechos feudales. . - :
XL—En tiempo de la monarquia al pueblo era eseln-
vo; con la republica esel duciio; 4 cada uno su
lurno. .
XII.—Todo aquel que cs 's hombre de "progreso est
por Ja republica: solo quicren la monarquia ios
reaccionarios y viejos achacosos.. . . .
XIIL—Les nobles y los ricos no sirven para nada:
puede quitirseles justamente to que tienen y re-
partirlo entre los obreros. .
XIV.—Dejad hacer, veréis como todo ira bien cuando
los republicanos sean los duciios y cuandono habra
ni rey, ni nobles, ni tenras, ni religion. ee ee
Conclusion... Be ee
a4
45
418
23
26
32
34
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