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EL SISTEMA DE RESERVAS

Dentro del ordenamiento jurídico venezolano en el ámbito del Derecho


Internacional Público, se le denomina “Reserva” a la declaración hecha por un
Estado signatarios cuando el motivo es indicar que excluye una disposición
específica del tratado o que pretende su modificación, su alcance o atribuirle un
sentido determinado.

Según Guerra Iñiguez “Se entiende por reservas las salvedades que hace
un Estado a una varias cláusulas de un tratado multilateral, a las cuales
interpreta en un sentido restrictivo o bien las considera no existentes y, por lo
tanto, sin ningún efecto con respecto a dicho Estado”. Bien se entiende que la
reserva constituye la declaración unilateral de un Estado parte de un tratado, con
objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones con
respecto a dicho Estado.

La reserva forma parte integrante de la negociación diplomática, y


evidentemente pertenece a ese derecho soberano que informa al de negociar
tratados. Sin embargo, es importante aclarar que su uso por parte de los Estados
ha traído consigo un gran número de inconvenientes, pues su efecto jurídico
todavía no ha sido determinado con toda exactitud. Por ello, es preciso que la
negociación diplomática esté basada en el principio de la igualdad de los Estados
con respecto al tratado, de esta manera todos los Estados deben estar en
igualdad de condiciones con respecto al mismo.

Por esta razón se afirma que el Estado que formule una reserva tiene una
gran ventaja con respecto a aquel o aquellos que no lo hayan hecho, resaltando
de esta manera la constante inquietud de determinar cuál es el alcance de la
reserva.

En este orden de ideas, al señalar todo lo referente al régimen de las


reservas, sus bases fundamentales giran alrededor de dos vertientes:

a) Determinación del momento en que se producen las reservas

Aunque todas tengan un origen común, las reservas varían según el


momento de su presentación. Desde este punto de vista, cabe distinguir:
1. La reserva hecha en el momento de firmar el tratado: Por ser
conocida de todos los contratantes en el propio acto en que el tratado
se concluye, ofrece la ventaja de excluir toda sorpresa. Sin embargo,
este procedimiento se complica cuando se combina con el de la firma
diferida.
2. La reserva formulada en el momento de depositar la ratificación: este
procedimiento, frecuente en los Estados que, como los Estados
Unidos ofrece graves inconvenientes, pues se produce de modo
tardío: cuando se ha cerrado la fase de las negociaciones, y, por
tanto, los demás contratantes no tienen otra alternativa que la de
aceptar o rechazar en bloque el tratado.
3. La reserva en la adhesión: hecha cuando el tratado tiene ya carácter
definitivo entre los contratantes originarios, es la que presenta mayor
número de inconvenientes, especialmente en el caso de los
convenios abiertos.

b) Determinación del acto jurídico al que se aplican las reservas

En este punto, conviene distinguir los tratados plurilaterales de los bilaterales:

1. Cuando se trata de tratados plurilaterales es lícito formular reservas.


Por estar abiertos a la firma de todos los Estados y promulgar una
norma de carácter general, los tratados normativos se ofrecen a la
participación de todos los Estados, y como cada uno de éstos tiene
libertad para participar o no en el tratado, es lógico que pueda limitar
la amplitud de su participación.

2. Por el contrario, en los tratados bilaterales nos hallamos en presencia


de un verdadero convenio sinalagmático que establece obligaciones
precisas a cargo de las partes contratantes y en el que la prestación
de uno de los signatarios constituye la contrapartida natural de la
prestación del otro contratante. En consecuencia, una ratificación
acompañada de reservas es inconcebible, ya que, como demostró en
su día el autor suizo Rivier, sólo puede interpretarse como una
negativa a ratificar unida al ofrecimiento de nuevas negociaciones.
Por tanto, hay que entender que no tiene valor alguno mientras el otro
contratante no la acepta de manera expresa.
El mayor inconveniente de las reservas e que introducen en los
tratados normativos una diversidad de regímenes incompatible con la
función unificadora de esta clase de reglamentación convencional.
Para eliminar o atenuar este inconveniente se han propuesto, y a
veces aplicado diferentes medidas, que van desde la prohibición total
de las reservas hasta la simple limitación de las mismas y a la consulta
previa cerca de los Estados signatarios.

REGISTRO DE LOS TRATADOS

El párrafo 1 del artículo 102 de la Carta de la Organización de las


Naciones Unidas establece que todo tratado y todo acuerdo internacional
concretado por cualesquiera Miembros de las Naciones Unidas después de
entrar en vigor esta Carta, serán registrados en la Secretaría y publicados por
ésta a la mayor brevedad posible. Aun cuando la obligación que establece la
Carta se limita a los Estados Miembros de las Naciones Unidas, en la práctica
los Estados que no pertenecen a dicha Organización mundial suelen registrar
sus tratados pen su Secretaría.

El fin es asegurar la publicidad de los tratados, facilitando así la


intervención de la opinión pública en las negociaciones diplomáticas y
eliminando la práctica de los tratados secretos.

Respecto a la naturaleza y objeto de los actos sujetos a registro, el artículo


estaba concebido en términos muy generales y la práctica todavía acentuó esta
nota de generalidad. Según la interpretación extensiva que de hecho prevaleció,
todos los compromisos internacionales, fuera cual fuese su denominación tenían
que ser registrados.

REGLAS DE INTERPRETACIÓN DE LOS TRATADOS

Lo provechoso e inclusive la existencia de normas de Derecho


Internacional concernientes a la interpretación de los tratados son asuntos que
han dado lugar a controversias. En la investigación de Derecho Internacional
relativa a los tratados realizada por la Facultad de Derecho de la Universidad de
Harvard, se manifiesta lo siguiente al prescribir reglas de interpretación rigurosas
trae consigo un peligro que es mejor esquivar. Dichas reglas parecen muy
razonables y convincentes, sin embargo, la dificultad radica en que cuando se
interpretan separadas de su contexto primario, emiten cierta engañosa
apariencia de verdad irrefutable. El peligro es que el intérprete, inmiscuido en
esas reglas, dé comienzo a su tarea con ciertas ideas preconcebidas erradicadas
de dichas reglas, en lugar de tener en cuenta todas las pruebas que se le
presenten, por ende, hablamos de una idea equivocada de la labor de la
interpretación.

La interpretación bien entendida no puede ser concebida como mecánico


en el que se deducen los significados textuales y literales. En la mayoría de los
casos la interpretación supone dar un sentido a un texto, pero no se trata
simplemente de un sentido que sea literalmente atractivo para el intérprete, sino
que el sentido que se le dé al texto permita que el intérprete, razonar lo que es
el lógico, razonable y lo que más pueda convenir al objeto general que las partes
han querido que tenga el tratado.

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