Sei sulla pagina 1di 6
ACERCA DEL CONTEXTO HISTORICO Y SITUACION ACTUAL consideraciones clinicas hacia la nocioén | de victima Esta restitucién esti enlazada con cuales. busca confianza en el otro y en el lazo social Al respecto, parece oportuno revisar una carta publicada por una de las vietimas tras los sucesos de Par ensando en que también es victima el ‘mocionespulsionales, Pero sole rara vez, determinadas condiciones de excepcin, © cuenta, can toda regularidad, quien debe seguir viviendo y pade elo, como objeto, como ciendo las secuelas de eventos traumé- ‘como enenign, y por eso desde ticos. Un hombre escribe: l comienzo mismo de la psicologia indi camente psicolo- El viernes, ustedes me robaron la vi pero de un ser de excepcidn, el amor de mi vida, Ja madre de mi endcén mi escuchando do, porque no quiero que mi bi crezca en el odio, la vilencia 0 el resentimiento Si 1¢a Jos individuos en to. Con ello, convoca a prop. preguntas respecto de la época, para no quedar indiferente a los eventos que ponen a prueb: y la cultura (...) No tendrin lo que buscaban (Antoine Leltis,2015: sip). nuestro considerando su hisibrica vulneracién, “En el contexto actual, caracterizado por la globalizacién, el concepto victima se encuentra definido por tratados intern Este punto (...) tiene relevance psicoandlisis, fundamentalin efectos que dicha nominal cada individuo y su verificacién en la clinica”. Gso En el contexto actual, caract por la globalizacién, el c victima se encuentra definido por tratados internacionales. Este punto, de determinacién cultural y de indole generalizado, tiene relevancia para el psicoan’ ‘mente respecto a los efectos que dicha nominacidn tiene sobre cada indivi- duo y su verificacién en la de lo social, del ci en una primera rimenta violencia transgrede sus subje des. Es la sobredeterminacién de este ‘nos preguntamos: del discurso globalizado de asm 0 avictimas de todo»? Las consideraciones expuestas pare- cen necesarias como preémbulo a la presente reflexi6n, ya que es la préctica mar una posicién respecto al sufti- miento de individuos que se ven ituciones que preten- ny restitucién a los ads. Planteamos que todos, en lgin momento, nos hemos mas, ya sea del de un otro que atenta o transgrede, por Jo que exigimos compensaciones inimas @ nuestros derechos vulnei dos. Una pregunta a instalar To que determina estas que se escucha una dad perdica en la aoomia, tad una definicién que pretende abarcar y dar tuna cobertura del «para todos» y del «todos por igualy. La reparacién que el Estado dispone hacia las plerde de vista la singulari sufrimiento y de las demandas parti- calares que hay detrés de consignas sociales de reparacién, dejando fuera la posibilidad de que el sujeto sea ipe y ubicéndolo como un Para responder dicha pregunta, consideraremos algunas reflexiones ‘expuestas en el Tercer Congreso Euro- peo de Psicoar imal», para proyectarlas a to nacio- posibles inica y en aVicrima pe quit Dex esraruro pe Vicria Y LA cLINICA, La palabra vietima prov En su primera acepci6n, refiere a una persona o animal sacrificado 0 @) ‘mina al que se expone u ofrece aun Brave riesgo en obsequio de otro; por ‘iltimo, ¢s la persona que padece dafio por culpa ajena o por causa fortuita. Llama la atencién la acepcién del concepto victina asociada al sacrificio, en tanto este, histéricamente, tuvo el signo de estima y honor (la victima como el héroe o heroina que podia ‘ma, como lo que se offece a Otro, se constituye en el lugar del reconoci miento, en el lugar elegido, el Uno legido entre los pares (Puig, 2015). No obstante hoy, en la clinica, presenciamos cémo nifos y adoles- centes asisten a centros especializados ‘en atencién a victimas, precedidos por derivaciones y demandas emanadas del sistema judicial; identificaciones que nominan, ordenan y organizan su existencia en base ala ocurrencia de la violencia y a transgresin en sus cuer- os y en sus vinculos de confianza, definidos desde un lugar cargado de sigh nes y de sentido. Si embargo, escuchamos discursos, de algunos de nuestros pacientes, que dan cuenta de la necesidad de ser alojados como sujetos reconocidos en ignidad y de ser convocados més lé de la experiencia que los precede. Aunque la victimologia actual establece una dinémica relacional entre victima y victimario, nosotros ‘queremos enfocarnos en un punto de referencia que dé cuenta de cémo el sujeto hace con su ser victima, esto es, detenernos en conocer cémo un individuo se hace responsable de los «efectos ocasionados por una vivencia que intercepta su continuo vital, detenernos en las implicancias subjet vas que tiene tal nominacién- definicién para si y los efectos que trae consigo. ¥ nos volvemos a preguntar: victima de qué? Hemos escuchado, de algunos de los pacientes adolescentes que recibimos en nuestro centro de atencién a v mas, la oracién «no quiero hablar de eso», poniendo un limite inicial, una barrera que nos convoca a preguntar- rnos qué es aquello de lo que no se quiere hablar, Pensamos entonces sobre una constitucién subjetiva que busca alejarse de lo nominativo, resis- tiéndose ante al verdugo inquisidor que intenta intrusear en ellos, aquel que se inserta en el entramado institu- cional juridico sin un previo con miento, sin una previa presentacién, sin una palabra previa que medie, Al respecto, José Ramén Ubieto plantea: a es hoy un significante amo ‘que nombra el ser del sujeto, omnipre- sente en nuestras vidas y en el discurso corriente» (2015: sip} “(..) no es la verdad juridica la que importa, sino la verdad subjetiva. Algo que nos levara tiempo construir. En ese sentido, se puede elegir ide qué habla y como levantar una demanda propia y singular”, Go Esta negativa inivil a hablar repre- senta el limite, un freno al ritmo tucional apresurado, lo cual da cuenta de la importancia de valorar esa distancia y el intervaio necesario para instalar una dimensién distinta @ la pregunta por los hectos y las verdades juridicas. De este modo, es posible escuchar: «si me vas @ ayudar, no me digas tii de lo que tengo que hablar», general, una de las cosas que alivia a los pacientes en estos primeros encuentros, es la explicitacién del espacio terapéutico como una instan- po construir. ese sentido, se puede elegir de qué hablar y cémo levantar una demanda propia y singular. Velvemos a pensar en los tiempos institucionales, que no siempre calzan con los tiempos del inconsciente. La forma en que cada cual vive la experiencia de vulneracién o transgre- si6n, con sus particularidades histéri- ‘as ¢ incluso prehistéricas,instala un plus, una singularidad en cada sujeto que aporta a estos hechos y que lo vuelve nico, como lo sefala Eric Laurent: «el psicoandlisis no es una técnica, sino un discurso que an cada uno a producir su sing. su excepciény (2004: s/p). El dilema esti en cémo hacer que esta victima ogre subjetivarse y descubrir cémo hacer de ese evento, algo distinto, dando un lugar a la experiencia que no obture toda su existencia, Al respecto, Colette Soler (1998) se intertoga sobre la relacién de la neuro- sis con el trauma, Preguntarse si cada sujeto no estaré traumatizado desde el origen, la conduce a plantear una alternativa en torno al fantasma o el trauma, alternativa que, més allé de su importancia clinica, comporta. un evidente alcance ético, En sus palabras, «cuanto mis se subraye el elemento traumitico, mas se just se hace inocente y victima, al sujet. Por el contrario, cuanto més se subra- ya la participacién fantasmatica del sujeto, mas se indica que el sujeto, a pesar de su desgracia, no es totalmente inocenter (1998: 146). Es decir, el individuo no esti del todo ajeno, ni es del todo pasivo, en su padecimiento psiquico, La experiencia clinica con nuestros pacientes nos entrega diversas pistas que muestran una posibilidad de abor- daje de aquello de lo que no se puede hablar, permitiendo el alivio y la opor- tunidad de comenzar a construir algo genuino de cada sujeto. En variados momentos escuchamos, entre lineas, la necesidad de incorporar lo amoroso asociado a quien es el autor de los hechos, el imputado, el padre, quien fo judicial de su un sentido amoro- ado a la relevancia vital que ‘ocupé dicho individuo para nuestros pacientes. ;Qué hacer, por tanto, con ese amor, cuando es el dinico lazo posible? gDerribamos el hechizo, rom- emos con eso construido? ;Cémo destruir al padre «agresor» si no puede ser del todo odiable? ;Cémo dar lugar a la experiencia sin hablar de la satis- faccién que provey6, sin hablar del afe convertirse en agresor pudo haber sido una figura de cuidado? Nos “La experiencia clinica con nuestros pacientes nos entrega diversas pistas que muestran una ibilidad de abordaje le aquello de lo que no se puede hablar, permitiendo el alivio y la oportunidad de comenzar a construir algo genuino de cada sujeto”. Go Estas nominaciones, desde lo ladas, forman una ‘ordena y que regula, pero qui limita y encierra. Podemos pensar que no es la tinica forma; podemos ser mas que dos, segin nos guia el discurso psicoanalitico, Bxiste aqui una ima y victimario pueden alte sus roles. Lo importante es dar cabida alos matices, a lo dicho y lo no dicho, Insistimos en que la definicis no obture la existens si misma. Ocurre, en aque la «identi- dad de 1a» leva asociada la atribucién de culpabilida hipotecado el sen busca de organizar y ubica control perdido. Escuchamos: «pude hhaber hecho algo». Una sensacién de culpa por haber provocado, por no indo haber previsto, por haber quedado paralizada, por no haber gritado, por haber callado: fragmentos del fantas- ma que se activin en la relacién violenta con el otto. Como no existe tuna Gnica forma de abordar estas vivencias, seré la singularidad de cada cual Jo que gufe el recorrido de la rvencién. En ozasiones habra que responder, ali izar para estructurar; mientras que, en otros nomentos, tendremos que am; i, desanudar. Nos parece que lante es escuchar un sujelo que busca hacerse parte, no quedar cosifi- ado, no alinearse a su propia expe- vveces, una parte importante jdad queda fuera de los espacios terapéuticos, aquellos aspectos 2n tomar sentido la pregunta jvictima de ‘qué? Y agregamos: como convocar al sujeto a traer eso que queda fuera’, je6mo alojar los aspects que censura por vergitenza, pudor o temor alc lls que se excluyen hacer para traer aquello de Jo que no se puede hablar. En otras palabras, que el consentimiento sea hacia sf mismo, que no quede solo ubicado en lo que se consintié en la relacin transgresora con el otro. INsTrTUcIONALIDaD ¥ LA POSIBILIDAD DEL Acro ANALITICO Nuestro pai internacionales, est a los tratados en los afios con la recu- toda una proyectos especializados que entregan tratamiento reparatorio, Elorganismo que d ciones de un proceso ci rio para victimas de agresiones sexua- les en poblacién infanto-juvenil es el Servicio Nacional de Menores intre los objetivosa cum- + los programas establecidos se encuentra la resignifica- cidn de la experiencia de vulneracién ‘en un plazo de tiempo predefinido por dicho organism. , €5 posible preguntarse: sujeto?, 0 ser més bien una respuesta a las demandas de las instituciones gubernamentales? Como las inst de tiempos y a Jos cumplimie ivos, volvemos a cuestio- las instituciones, El abordaje de toda victima, desde la a pensar si todo abuso re tratamiento reparato- todo abuso sexual es traumati- co, Estas inguietudes surgen frente a intervenciones que se han protocolari- zado_y tigidizado, pareciendo dar respuesta a un Servicio, no a un sujeto en su complejidad. Por tanto, nos preguntamos cémo hacer aparecer a ese sujeto con-texto, con su palabra, con su palabra viva, pensamos el acto analitico como la lad de generar movimiento en deseo-causa del analista, en estos contextos, con todo lo ido a victima, pareciera estar sostenido en el deseo de operar conve- sobre esta cristalizaci lugar de victima, pudien- in quedar atrapado por los ideales y demandas institucionales. fancién de podar el exceso de sentido de manera calculada, un saber operar (83 tespecto a algo, sostenido en transfe- REFLEXIONES FINALES Queremos retomar Ia cita i puesto que dichas palabras nos hact Pensar en la funcidn subjetivante del en tanto este se levanta como e y efecto de barrera ante el goce 0 para resistirse al terror y al horror de los hechos. Ante el dolor de la pérdida, algo queda por hacer, por restituit, al menos en si cual si puede de su vida. Esta i pasa de la vivencia padecida a una experiencia activa y decidida respecto de su existencia, para poder creer y confiar ‘que la vida contintia y apostan que lo haga de la mejor fo Proponer qué hacer de la victimizacién nos enfre posibilidad de ceder ‘mortificando al propio sujeto con lo vivido, o tratar de mo al lazo social tuye, pudiendo recompo- r algo de la confianza. Asi, planteamos que, detris de la goce y la transferencia como pi dad de otto tratamiento, pa en juego. La dtica del psicoai basa en la posi sobre esta cualidad de dad que no deba nada cio. saci Pareciera que el acto analitico, inclu- so en uni el pasaje de la tucién, debiera permitir ima culposa aun lidad de su goce y de la po: de hacer algo activo respecto a él ‘Cuando hay algo del significante que esté fuera de sentido, su retorno en el ima queda carga: smatizada, generan- do, da de sentido, es do goce, pero, aves, “CJ la invitacion de la orient trabajar con un semblante para la institucién y otro semblante para el sujeto, Esta divergencia alude al inten- to por maniobrar convenientemente insiste y mortifica in psicoanalitica pretende convocar al consentimiento hacia el propio deseo, con-sentir a implicarse en la experiencia, por dolorosa que esta haya sido, y ubicar la responsabilidad respecto de lo que se goza”. Gso La pérdida del goc: permite el paso al deseo y devuelve experiencia subj loa mantener la cosificacién y én de objeto. Es por esto que psicoa- ica pretende convocar al consen- to hacia el prepio deseo, co cia de ese goce destegulado del otro y nario que permita el icado en Nos parece transcendental recono- Jos significantes que han lo alos individuos que recibi apuntar a una satisfaccién dancia con un deseo del cual el sujeto pueda hacerse cargo. En una dares de dos, atin tenemos cartas con las que realizar una jugada que sea convenien- te para ese Uno que se nos presenta, on el nombre que sea, con el nombre dando lugar a la verdad de cada paciente e tador lotto, con el dolor provocado por eso otro, al suj propio goce. = Referencias bibliograficas i el principio de place, pscologia dels masas yandiss del yo y otras obras (1920-1922). Obras completa. Tomo XVII. Buenos Aires, Argentina: Amorrort. Laurent, E (2004). Principios rectores del acto psicoanalitco. Consultado el 20 de agosto de 2015 en el sitio web del ‘Nuevo Centro de Estudios de Psicoandlisis de Orientac ‘http://nucep.com/wp-content/uploads/2012/1O/eric_l istas al Bataclan, Francia 2015). Carta escrita por el espos Consultado el 1 de diciembre de 2015 er tips /wwew Ine.es/buzzeando/201: a-terroristas/1843400.html Puig, M. (2015). Hacia Pipol 7: iVi ado el 10 de agosto de 2015 en el sitio web de la Asaciacién Mundial de is: http://ampblog2006 blogspot el/2015/05/hacia-pipol-7-vietima-resenas-de-las html jo el 10 de septiembre de 2015 en ol Hoibliopsi.org/docs/materi lombardifsoler/trauma pat de noviembre de 2015 en el sitio web Psicoanalisis Entre y-psicoanalisis html Violenciay psicoanilisis. Consultado et Vista: http www psicoanalisisentrevstas.com/2015/10/vio

Potrebbero piacerti anche