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ANTROPOLOGÍA

Introducción:
Contextualización de la Antropología Teológica.
El hombre siempre busca respuestas ante las maravillas y enigmas que se le prese
ntan en el mundo, por el mismo motivo habla y estudia al mismo ser humano desde
diferentes puntos de vista (filosófico, psicológico, biológico, sociológico, etc.). Sin
embargo, en éste curso hablaremos desde un punto de vista que va más allá de los expue
stos anteriormente, algo que busca comprender al hombre en su totalidad, ésta es l
a visión antropológica1.
Antropología Teológica
La palabra antropología , nos remite de inmediato al Hombre. Éste término está compuesto d
dos conceptos que provienen del griego:
- antrophos, que significa hombre;
- y logos - que significa estudio, tratado o palabra.
Por tanto, el significado de éste término es el estudio del hombre , ello convierte al
ser humano en el objeto material de dicho tratado.
Pero presentamos ésta antropología junto a un adjetivo, teológica , el cual nos señala la
rientación que le queremos dar a este estudio.
La Antropología Teológica nos presenta la relación que tiene el Hombre con Dios uno y
trino, nos enseña lo que somos, a la luz de Jesucristo revelador de Dios2.
En cuanto a la revelación de Dios, sabemos que en su infinito amor a la criatura,
Dios se da a sí mismo para que los hombres le conozcan y obtengan la salvación etern
a. Primero se revela por medio de la creación, y luego por etapas en la historia d
el pueblo elegido, Israel (Revelación Natural). Sin embargo, en toda ésta historia d
e amor aparece la demostración máxima del Creador, la cúspide de su entrega. Dios se d
a a sí mismo en su Palabra hecha carne, la verdad revelada, su Hijo tan amado que
nos señala la importancia del amor (Revelación Sobrenatural); muestra que por medio
de Él somos hijos en el Hijo , revelándonos a Dios uno y trino: Dios Padre, Dios Hijos,
y Dios Espíritu Santo. Y nos demuestra que esta verdad es camino de Salvación.
El hombre es el destinatario de ésta revelación, verdad que nos muestra realmente qu
ién es el ser humano, y verdad a la cual la criatura tiene plena libertad de acept
ar por medio de la fe, o rechazar alejándose del Creador.
Es importante tener en cuenta que la reflexión cristiana sobre el hombre es enriqu
ecida con los datos que nos proporcionan la filosofía y las ciencias humanas. Pero
estos mismos son contemplados bajo una luz nueva y más profunda: la relación del ho
mbre con Dios.
¿Por qué y para qué la revelación?:
Dios:
- Quiere establecer una relación de amor y paternidad con los hombres por medio de
Jesucristo.
El hombre:
-está llamado a la comunión con Dios por la gracias, para la filiación divina (es la úni
ca criatura capaz de Dios, su vocación definitiva)
- tiene un origen y un destino, el cual es el mismo, Dios.
- Por lo tanto, el hombre es el objeto de dicha revelación, ya que su vida está orie
ntada al mismo Dios.
Características del hombre:
- Es criatura: creado hombre y mujer, a imagen del Creador. Está formado por un co
mpuesto humano que es alma y cuerpo, lo cual indica que es una unidad sustancial
, una sola y única naturaleza y no dos naturalezas unidas. El alma es la forma del
cuerpo humano (Dz 481), esto es, que gracias al alma espiritual, la materia que
integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente. Gaudium et Spes nº 14, lo reafi
rman diciendo que "el hombre es uno en cuerpo y alma".
Como criatura de Dios que ha de resucitar el último día, debe tener por bueno y honr
ar a su propio cuerpo. Aunque herido por el pecado y su inclinación al mal (concup
iscencia), experimenta la rebelión de éste, sin embargo la propia dignidad humana ex
ige su autocuidado (cf. GS).
El hombre es superior al resto de la creación en cuanto materia (cuerpo), pero princ
ipalmente por su interioridad (alma). Es por medio de ésta, en la que entra en dialo
go con su corazón, donde se comunica con Dios y donde forja su propio destino.

- Es racional: La razón es muy valorada por la tradición cristiana y la teología, junt


o al amor se les considera como la cumbre de las potencias humanas, ya que están e
n íntima relación con la imagen divina que el Creador ha impreso en ellas.
La razón es espiritual y muestra que el alma, siendo con el cuerpo una unidad sust
ancial, es distinta e irreductible a la pura materia (cf. Concilio Letrán IV; Vat.
I; Dz 1804).
El alma es individual, es propia de cada hombre, no existe un alma universal o c
omún a la criatura humana (cf. Letrán V, Dz 738).
La razón es exteriorizada por la inteligencia, la que va en búsqueda de la verdad. Ést
a naturaleza espiritual-intelectual debe perfeccionarse por medio de la sabiduría.

-Es libre: dotado de libre albedrío, esto es la capacidad de autodeterminación en or


den a su realización (fin último). Por el pecado ha quedado dañado, pero no en su tota
lidad, de modo que es siempre capaz de elegir entre el bien y el mal; elegir el
bien y evitar el mal, lo que requiere el auxilio de la gracia.
La orientación del hombre hacia el bien se logra con el uso de su libertad. La ver
dadera libertad es signo de la imagen divina en el hombre, Dios ha querido dejar
al hombre en manos de su propia decisión, para que así busque espontáneamente a su Cr
eador y adhiriéndose a Él encuentre su plenitud.
La conciencia o conciencia moral, es como su sagrario interior donde se le manif
iesta Dios, en ella se distingue el bien del mal, no obstante puede estar oscure
cida por el hábito del pecado. Esta conciencia es como una ley que resuena en el i
nterior cuando es necesario (en los oídos del corazón), advirtiendo que se debe evit
ar el mal, optando y predicando el bien.
La libertad humana requiere ser liberada de las ataduras del pecado, sola no pue
de alcanzar su fin trascendente.
-inmortal: Ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza y con un destino de e
ternidad (Gn. 2, 7). A causa del pecado, el hombre ha perdido el don de inmortal
idad con el cual ha sido creado. Sin embargo, en el Nuevo Testamento la fe crist
iana captó que el hombre era inmortal, pues su alma no podía morir, pese a la corrup
ción del cuerpo. El alma es inmortal (concilio de Letrán V el año 1513, Dz 738).
Con el acontecimiento de la pasión, muerte y resurrección de Jesús (nuevo Adán, hombre e
n plenitud), se espera la propia resurrección como signo de fe.

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