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EL FESTEJO

EL FESTEJO

El festejo es la danza representativa del


negro criollo en la costa peruana. Los
instrumentos musicales para esta danza
debieron ser originalmente tambores de
cuero, el que luego se reemplazaron con
el cajón y la maraca por la quijada de burro,
agregándole guitarra acústica y canto.

Historia

El festejo fue creado por habitantes africanos


que fueron traídos al Perú
(Congo, Angola y Mozambique) durante el siglo XVII por los conquistadores
españoles para realizar trabajos agrícolas, aunque el objetivo real era el
trabajo en las minas debido al robusto físico que portaban.

Sin embargo, el clima frío de la sierra era adverso para ellos, relegándolos al
trabajo de campo y doméstico. Por ello, su letra narra las costumbres,
alegrías, penas y sufrimientos de la raza negra de aquel entonces.

El Festejo, Alcatraz y otros géneros afroperuanos

Nicomedes Santa Cruz, poeta decimista e investigador de la


cultura afroperuana o negra, contaba que el festejo era un género musical
que se cantaba, pero que no se bailaba hasta que, a finales de la década de
los años 1940, don Porfirio Vásquez, decimista, bailarín y compositor,

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dando clases en una academia de


danzas folclóricas, fusionó pasos
del "Son de los diablos" con los de
Resbalosa. Creó así un baile que
ahora tiene gran importancia en la
cultura musical peruana.

Entre los primeros Festejos


populares grabados estuvieron
"Don Antonio Mina" y "Trai-Lai-Lai", por el conjunto Los Chalanes del Perú
en 1946. Posteriormente ya hacia la década de los años 1960, se
popularizaron festejos del compositor Pepe Villalobos Cavero, como por
ejemplo, sus obras: "El Negrito chinchiví", "El galpón", "Mueve tu cucu", "La
morena Trinidad", "El pobre Miguel", "La comadre Cocoliche", "Cintura
quiebra", "Milagros Grande" (con letra de Catalina Recavarren, dedicado
a San Martín de Porres). Otros festejos antiguos son "Congorito", de
Filomeno Ormeño y el "Son de los diablos" de Fernando Soria, en el que
describe la danza de carnaval del mismo nombre en la que se recordaba a
don Francisco Andrade, a quien llamaban "Ño Bisté", el último caporal de la
danza que saliera en Lima hasta 1949.

A mediados de la década de los años 1950, se desarrolla un trabajo dirigido


por José Durand Flórez, quien impulsó el espectáculo basado en las
estampas de Pancho Fierro y que luego continuaron otras agrupaciones. La
cultura popular criolla y afroperuana reconoce en núcleos familiares
importantes la posibilidad de su continuidad. Entre estos tiene gran
importancia la familia Vásquez: don Porfirio (proveniente
de Aucallama, norte de Lima) y sus hijos, Abelardo y Vicente, quienes
trabajan diversos aspectos de la cultura musical y coreográfica: la guitarra,
el cajón, la composición, el canto, las décimas, el zapateo, la marinera, el
festejo, los pregones, etc. La reivindicación de la presencia africana en la
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cultura peruana, emprendida


por Victoria y Nicomedes
Santa Cruz, a través de los
grupos de teatro y danza, así
como a través de la
creación literaria, coreográfica
y musical, tuvo su mayor
desarrollo hacia la década de
los años 1970. Con el trabajo
del Conjunto Nacional de
Folclore, que dirigía Victoria Santa Cruz, quien enfatizó el trabajo de las
danzas afroperuanas.

En la misma época tuvo apoyo estatal el grupo Perú Negro, dirigido por el
cañetano Ronaldo Campos y contando con la presencia del poeta César
Calvo. Este conjunto desarrolló un repertorio importante de canciones y
danzas que fueron presentadas con singular suceso tanto en el Perú como
en el extranjero. Los conjuntos profesionales de bailarines y músicos son las
principales fuentes de recreación de las danzas afroperuanas que se cultivan
en la actualidad, en especial del festejo, baile que en el escenario se presenta
como danza de parejas interdependientes y que, sin embargo, a nivel
popular y espontáneo, es cultivada como baile de pareja libre, con gran
aceptación del público juvenil. Cantantes como Lucila Campos, Eva
Ayllón y Arturo "Zambo" Cavero han fortalecido el cultivo de estos géneros y
la ampliación del repertorio. Es singular el aporte de Carlos Soto de la Colina
"Caitro Soto", quien tomando antiguas tradiciones de San Luis de Cañete,
crea y recrea motivos y canciones clásicas del repertorio afroperuano. Tal es
el caso de "Toro mata", género musical que según las noticias que se tienen,
se diera en el siglo XIX y que cantantes como Cecilia Barraza, hicieran muy
popular.

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La familia Ballumbrosio:
Amador Ballumbrosio es
reconocido como “el padrino de
la música afroperuana”. De
joven rehusó convertirse en un
trabajador más y se dedicó a
crear música con sus manos y
pies. Amador se propuso
difundir el zapateo y propagar la cultura afrodescendiente a través de sus
hijos. Hoy en día la familia Ballumbrosio mantiene las tradiciones
afroperuanas por medio de festivales, eventos y talleres.

Música

La base de todo festejo es el ritmo, que se logra mediante una serie de


melodías sobre el cajón peruano y la quijada de burro, más cajita, congas y
bongó.

Es característico las repetidas pasadas tras periodos de cuatro u ocho


compases y al estribillo coral de la fuga. Es posible que originalmente haya
sido danza masculina de solista, improvisando pasos y contorsiones
acrobáticas con toda libertad de espíritu y sin regla coreográfica alguna.
Puede ser observada en su forma más tradicional en los pueblos de San Luis
de Cañete y Distrito de El Carmen (Chincha).

Coreografía

El festejo es un ritmo erótico-festivo típico representativo del mestizaje negro


peruano, que se mantiene vigente en Lima e Ica. Se baila durante fiestas
populares y en reuniones sociales, ejecutada por parejas generalmente de
jóvenes con un ritmo lleno de virilidad, juventud y vigor. La letra suele ser

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de asunto festivo y su ritmo y


su orquesta está compuesta
de guitarra, cajón, quijada de
burro y aplausos.

Los gestos, movimientos de


brazos, los contorneos de
cadera, movimientos de
polleras o faldas, son
elementos que distinguen rápidamente el festejo de otra danza,
complementándose desde luego con el proceso de enamoramiento en las que
las parejas se han propuesto.

Vestimenta

Algunos conjuntos utilizan la vestimenta propia de los negros esclavos en


las que se aprecia la fuerte influencia africana, mientras que otros emplean
trajes propios del siglo XIX, que consiste en camisa y pantalón con unas
blondas en el botapié y un pañuelo a la cintura, camisones de manga ancha
y chaleco.

Las mujeres emplean una pañoleta amarrada a la cabeza, vestido o falda de


colores y fustanes largos de color blanco.

Acompañamiento Musical

Se usa el cajón siguiendo el ritmo del canto. También se acompaña con la


guitarra, la quijada de burro, la cajita y las palmas de ¡os espectadores. En
algunos lugares de Cañete y Chincha se usa el violín en vez de la guitarra.

La música se desenvuelve siguiendo un compás de notas en cuatro por


cuatro. Y el ritmo es continuado, vertiginosamente y estéticamente sensual.
Cuando alguien canta, los versos discurren eróticos y festivos, volcándose
en una y otras fugas sucesivamente, acordes con la percusión del cajón.

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Significado

Es danza picaresca, erótico-festiva, vinculada al rito del amor como un acto


de virilidad y juventud, de vigor y de fecundidad.

No es sensualista, porque lo erótico se espiritualiza por la acción del arte


danzaril. Los movimientos pélvico-ventrales son rítmicos, plásticos que
expresan gracia y belleza del cuerpo humano, aún más cuando se trata de
danzarines jóvenes.

Es una manifestación folklórica sana y positiva de los grupos humanos


especialmente morenos, que incita proseguir por el camino de la vida con
aire travieso y festivo.

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