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Hay dos preguntas que tornan aparentemente sin resolución alrededor de la belleza. Es
objetiva o subjetiva, relativa o absoluta? Se la capta a través de las emociones o la
inteligencia?
En torno a la primera podemos generalizarla en una más amplia que abarca los diferentes
tipos de valores, porque la belleza es un valor. Y esta pregunta que se han hecho por
cierto muchos filósofos puede sintetizarse así ¿tienen valor las cosas porque las
deseamos o las deseamos porque tienen valor?.
Si sostenemos que la belleza (o cualquier otro valor) es objetiva, decimos que se
encuentra en la realidad exterior al sujeto que la capta. Esto puede querer decir que esta
en las cosas sensibles, en otro mundo distinto del que percibimos, en Dios o en otro lugar.
Si decimos que es subjetiva, implica que está dentro del sujeto que la aprecia.
Ambas posiciones abren preguntas. De la primera podemos cuestionarnos cuál es ese
conjunto de reglas que permite establecer si un objeto es bello o no lo es. Es la armonía,
por ejemplo? La proporción o equilibrio de los objetos que la componen?
Si es subjetiva, la belleza dependerá del gusto, pero del gusto de quién? De un grupo de
individuos? De cada individuo en particular. Del ser humano como tal? A estos se refiere
el refrán “sobre gustos no hay nada escrito” y entonces, desde esta postura, le cabe algún
lugar a la crítica en materia estética?