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Hearts
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Radclyffe
CAPÍTULO UNO
más tiempo que cualquier otro del personal médico, y por ser el único cirujano
en la división formalmente capacitado. La mayor parte de los demás solo
tuvieron algunas semanas de aprendizaje o absolutamente ningún entrenamiento
médico. Habían aprendido los conocimientos básicos del trabajo en combate.
-Allí -Vance señaló un denso grupo de árboles en la cima de una colina,
directamente tras las filas de cañones pesados manejados por la 24ª de Ord. Por
su larga experiencia en escaramuzas y batallas, demasiado numerosas como para
contarlas, Vance sabía que dentro de poco el aire se inundaría de espesas nubes
de humo negro que abrasaba los pulmones, escupido con fuerza por el fuego de
artillería y de armas cortas. A los camilleros y a los heridos que pudieran
caminar les costaría mucho encontrar el puesto de socorro, a menos que
estuviesen próximos a la línea de batalla y claramente visibles- Establece las
tiendas de campaña delante de esa cerca de setos.
- Seremos un objetivo claro allá arriba, Doctora -comentó Milton Cox, el
sargento que hacía las funciones de supervisor principal del hospital. Vestido
con los pantalones azules del uniforme de la Unión y una camisa de algodón
amarilla, deshilachada y descolorida y que, probablemente, había robado del
tendedero de alguna ingenua ama de casa sureña, parecía más un vagabundo que
un veterano experimentado.
- Podría ser -Vance coincidió con él con un destello de humor en sus ojos
negros,- si los hombres de Lee son tan descorteses como para apuntar al hospital.
Pero creo que tendremos la sección más fuerte de la Unión enfrente de nosotros
y, simplemente, puede que el cuerpo de ambulancias tenga más fácil
encontrarnos una vez empiece el tiroteo.
El sargento sonrió abiertamente, mostrando una fila desigual de dientes
manchados en tabaco- Bueno, has acertado más veces de las que te has
equivocado.
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anestesia.
- Bien, si necesito que se haga cualquier amputación, quiero que seas tú quien
la haga -Milton giró su cabeza y escupió un chorro de jugo de tabaco de color
café oscuro- Ninguno de los otros es tan rápido y limpio como tú.
- Gracias, Milton -dijo Vance, hacía mucho tiempo que había perdido cuenta
de los cientos de extremidades que había seccionado- Asegúrate de mantener la
palangana de desinfectante preparada para hoy.
- Sip. No pienses que acabaremos con él rápidamente, tú eres el único que usa
eso.
Vance sabía que Milton, igual que sus cirujanos asociados, pensaba que la
costumbre de sumergir sus manos en el líquido desinfectante entre las cirugías
era, no sólo una pérdida de tiempo, sino también una superstición tonta. No
obstante, las teorías del Dr. Lister sobre la higiene tenían sentido para ella. Pensó
en cuántos soldados había perdido, no por sus heridas sino por la gangrena.
Muchos más que los que había salvado. Su cara, enflaquecida de sobrevivir a
base de poco más que galletas saladas y carne seca durante meses, se volvió más
sombría todavía- Ahí fuera es poco lo que podemos hacer por ellos. No veo que
pueda perjudicarles.
- De acuerdo -dijo Milton quedamente, como reconociendo el oscuro estado
de ánimo de Vance- Esta guerra no puede durar mucho más tiempo. No con las
fuerzas de Lee divididas y con nosotros entre ellos.
- Espero que estés en lo correcto. Ha habido demasiada muerte -con un
suspiro, Vance enderezó sus hombros y empezó a comprobar el progreso de los
soldados asignados al cuerpo de ambulancias que estaban levantando la tienda
de campaña del hospital y subiendo los vagones del suministro. Su mesa de
operaciones consistía en una puerta de madera, sacada de la casa de una
plantación grandiosa, apoyada en dos barriles de munición vacíos. El
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ellos, más allá de lo que habían hecho por ellos mismos. Los que necesitaban sus
servicios eran los soldados con heridas graves, lesiones principales en el tronco
o en las extremidades, y estos esperaban en el suelo formando un semicírculo
compacto y tan extenso como abarcaba su vista.
- Podremos aguantar con la que estamos usando, por ahora -dijo. Había
necesitado casi quince minutos para amputar la última pierna porque la hoja de
la sierra estaba tan roma que había tenido que forzarla a pasar a través del hueso
a base de fuerza la última media pulgada. Siempre se había mantenido activa,
evitando el transporte para caminar cada vez que podía, y trabajando en los
jardines que rodeaban la casa de su familia en el tiempo libre que le dejaban sus
estudios. Era lo suficientemente fuerte físicamente para hacer lo que debía hacer,
pero su corazón sufría.- El siguiente.
El chico no aparentaba más de catorce años, e incluso pudiera ser que no los
tuviera, dado que la guerra se había alargado tanto, cualquiera que pudiera
sujetar un rifle y afirmara que tenía dieciséis años era bienvenido en las tropas.
La bala de cañón le había golpeado justo por debajo de la rodilla, destrozando la
mayor parte del hueso inferior de su pierna y dejando sólo una masa deforme de
músculo conectada a su pie. Ella miró directamente a los ojos del chico.
- Voy a cortarte la pierna, hijo, y vas a vivir.
Vance asintió con la cabeza hacia Milton que estaba de pie a su izquierda con
una tela y frasco de cloroformo en su mano, y mientras él presionaba el paño con
el anestésico sobre la cara del chico ella apretó la correa de cuero alrededor de la
parte baja de su muslo con un tirón firme. De nuevo, tomó el cuchillo de
amputación en sus manos y rápidamente cortó hasta llegar al hueso, cuatro
pulgadas por debajo de su rodilla. Con una rotación circular de su muñeca,
completó la incisión a todo alrededor y dejó caer el cuchillo sobre la mesa
cogiendo la sierra en su lugar. Debería haber tardado menos de dos minutos para
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cortar transversalmente el hueso, pero necesitó dos veces más tiempo para pasar
los desgastados dientes a través de la joven pierna sana. Cuando la parte
destrozada cayó de golpe encima de la puerta que le servía como mesa, Milton la
recogió y la lanzó sobre un montón próximo de extremidades amputadas.
- Condenadas moscas, -murmuró Vance, apartando con las manos los
insectos, siempre presentes, que zumbaban alrededor de su cabeza y el cuerpo
inmóvil del chico obstaculizando su visión. Milton le pasó una aguja recta
enhebrada con seda negra, y rápidamente localizó y cosió cerrando los vasos
principales en el muñón. Entonces cubrió el extremo del hueso que quedaba a la
vista con un trozo de piel y músculo y velozmente lo suturó para rematar la
amputación.
A alguna parte detrás de ella podía oír a los hombres gritando, incluso por
encima de las andanadas de los cañones y la cacofonía general de la batalla.
- Llévalo al vagón de evacuación. Que pase el siguiente.
Cuando no apareció inmediatamente otro cuerpo ante ella, miró hacia arriba
inquisitivamente. El sudor y las salpicaduras de sangre le entraron en los ojos y
parpadeó, entonces de forma mecánica se secó la cara con su manga. Vio a
Milton gesticulando aparatosamente mientras un teniente a caballo se inclinaba
sobre él y le gritaba algo, Vance gritó- ¿Qué pasa?
- Lee ha roto las líneas de Sheridan -Milton gritó mientras corría- debemos
retroceder.
Vance miró a los heridos que cubrían casi cada pulgada del suelo a su
alrededor y negó con la cabeza- No podemos mover a todos estos soldados.
- Entonces se los dejaremos a los cirujanos de Lee -dijo Milton, recogiendo
apresuradamente los medicamentos y el instrumental.
- No. Los cirujanos de Lee se encargarán primero de los suyos, y estos
hombres necesitan atención ahora. Tú te vas. Me quedaré yo.
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Milton dejó lo que estaba haciendo y clavó los ojos en Vance.- Si te quedas, te
harán prisionero.
- Puede ser. Pero soy un cirujano y seré valioso para ellos. Adelante, Sargento.
Déjame suficiente medicina para estos hombres y vete.
- No creo que pueda hacer eso, Doc -Milton avanzó hasta colocarse a su lado.
- Hemos peleado juntos, hombro con hombro, durante estos tres años. No
sería correcto. Además, mi mama no me crió para dejar a una mujer resistiendo
sola cuando las cosas se ponen difíciles.
Vance se quedó mirando fijamente sus serenos ojos color café.- ¿Lo sabes?
-él asintió con la cabeza- ¿Lo saben los demás?
- No puedo decirte. Tú no serías la primera, y la mayoría elige no hacer ningún
comentario sobre ello, aun si lo saben. -se encogió de hombros- Yo mismo he
visto algunos buenos soldados condenadamente bonitas. Y nunca un cirujano
mejor que tú.
- Gracias, Milton. Pongamos al siguiente sobre la mesa.
Vance siguió trabajando, el rumor de la batalla se oía cada vez más cerca.
Mientras los combate se sucedían a su alrededor, el aire se volvió espeso con el
humo y el sufrimiento. El dolor en el pecho de Vance regresó, atravesándola con
cada aliento. Tosió y negó con la cabeza, lanzando el sudor de su espeso pelo
oscuro en un arco alrededor de ella. Contradictoriamente, el sol asomó por un
instante, y las gotitas transparentes bailaron en los rayos de sol antes de caer en
la sangre que se acumulaba alrededor de sus botas negras llenas de rozaduras.
- Ese es el último, Doc, -dijo Milton- Ahora tenemos que salir pitando.
- Creo que tienes razón, Sargento, -dijo Vance, lanzando la sierra en su
maletín y enjuagándose las manos una vez más. Mientras trataba de alcanzar su
abrigo, logró ver brevemente la mirada de horror en la cara de Milton a la vez
que sintió la tierra sacudirse. Entonces el mundo dio vueltas locamente, y al
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instante siguiente estaba tendida boca arriba con los ojos clavados en el cielo.
Todavía se veían algunos pocos retazos azul brillante entre la densa niebla de la
batalla. No podía oír nada a través del pitido constante en sus oídos. Giró su
cabeza. Milton estaba tendido en el suelo a diez pies de distancia, su cuello
estaba doblado en un ángulo antinatural, sus ojos estaban vacíos. El dolor le
sobrevino en indescriptibles oleadas de angustia. Extendiendo la mano a ciegas,
Vance sintió el borde de hierro del barril que soportaba la mesa de operaciones
y, agarrándose a la parte superior, se impulsó para ponerse de pie. El lado
izquierdo de su cuerpo estaba chorreando sangre. Su brazo izquierdo colgaba
inútilmente por su lado. Mareada, se apoyó contra la mesa esperando no perder
el equilibrio, esforzándose por inspeccionar su herida. La sangre rojo fuerte salía
a borbotones por alguna parte cerca de su codo llevando el compás de los latidos
de su corazón. De una cosa estaba segura... moriría desangrada en unos pocos
minutos. Apretando los dientes contra del dolor y los gritos que amenazaban con
salir de su garganta, encontró la correa de cuero que usaba como un torniquete y
lo ciñó alrededor de la parte superior de su brazo. El sangrado se ralentizó.
Una bola de metralla golpeó la mesa y levantó astillas en el aire. No mucho
tiempo más. Se deslizó al suelo, con su espalda contra el barril, con el brazo
herido en su regazo. Entonces cerró los ojos y esperó.
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CAPÍTULO DOS
Territorio de Montana
Mayo de 1866
privilegio. Esas jóvenes de la alta sociedad, Vance lo sabía bien, a menudo eran
extremadamente altivas y raras veces se aventuraban en círculos considerados
inferiores para ellas. No obstante, los ojos que examinaron a Vance eran francos,
en parte preocupados y en parte curiosos.- Discúlpeme por molestarla.
- Usted no me molestó,-dijo la joven, extendiendo una mano enguantada. -
Soy Rose Mason. Y ésta es mi madre, Mrs. Charles Mason.
Vance tomó los dedos de Rose suavemente entre los suyos e inclinó su cabeza
galantemente. - Señoras... yo soy Vance Phelps.
- ¿Es usted una…. jugadora? -preguntó Rose apenas controlando su
entusiasmo. Había oído hablar de esas mujeres, pero nunca se le había ocurrido
que se encontraría con una.
- Rose, -dijo su madre de repente- tus preguntas son impropias y tus modales
aun más. -dirigió su fría mirada hacia Vance.
- Por favor, disculpe la impertinencia de mi hija.
- De ningún modo -contestó Vance suavemente, comprendiendo la confusión
de Rose. Algunas mujeres más aventureras se ganaban la vida frecuentando los
salones de juego, a menudo vistiendo elegante indumentaria propia de los
hombres para poner de manifiesto su reputación y conseguir sus invitaciones
para las partidas de apuestas altas- Me temo que nunca he sido lo
suficientemente buena con las cartas como para hacer de ellas una profesión.
-vaciló un instante y entonces añadió- Soy médico.
- Oh, caray,-Rose respiró- Qué emocionante. -su mirada se posó brevemente
en la cara de Vance, deslizándose hacia abajo por su cuerpo y regresando
después.
Una vez más, para su frustración, no podría encontrar una forma adecuada a
las buenas costumbres para preguntar lo que en realidad quería saber.
- Imagino que es un trabajo muy... exigente.
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Jessie Forbes lanzó un saco de pienso encima del montón en la parte trasera de
su carreta mientras la diligencia se detenía con estrepito al otro lado de la calle
delante del hotel. Saludó con la mano al hombre barbudo y polvoriento que
sujetaba las riendas- Buenas tardes, Ezra.
- Hola, Jessie -contestó el conductor mientras bajaba de un salto y amarraba el
tiro de caballos. Mientras el propietario del hotel se apresuraba a salir para dar la
bienvenida a los recién llegados, Ezra trepó de nuevo hasta la parte superior de la
diligencia y comenzó a pasar el equipaje a un tercer hombre. Jessie le prestó
poca atención a la familiar escena, reparando distraídamente en que las Mason
habían regresado mientras Charles Mason, el presidente del único banco de New
Hope, detenía su calesa detrás de su carreta.
- Jessie - dijo él mientras pasaba rápidamente en su camino para saludar a su
esposa y su hija.
- Charles -contestó Jessie dándose por enterada, observándolo con los brazos
cruzados mientras él cruzaba la calle. Su mirada se volvió afilada cuando bajó
otro pasajero descuidadamente de la diligencia. Sin considerar sus razones o el
posible recibimiento, Jessie siguió la mirada del banquero hacia el desconocido
por el que ella sintió una rápida y extraña sensación de reconocimiento.
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Rápidamente entendió el por qué. El forastero era la primera mujer que Jessie
había visto vestida con ropa de hombre en público, aparte de sí misma. Las
mujeres que estaban en las praderas podían llevar puestos pantalones cuando lo
requería el trabajo o el clima, pero nunca en la ciudad. Jessie lo hacía porque era
todo lo que había llevado siempre, y porqué se sentía muy cómoda con ellos.
Había crecido en New Hope. Los ciudadanos la conocían y le quitaban
importancia al hecho de que montara a horcajadas, como cualquiera de sus
jornaleros, con la típica indumentaria vaquera…pantalones vaqueros, camisa de
algodón, chaleco de cuero, botas, y sombrero del oeste. A nadie le parecía
extraño que llevara un Colt 45 enfundado contra su muslo, ni que llevara un rifle
en su silla de montar. Nunca se había parado a pensar en su discordancia hasta
que se percató de que no era la única. Se detuvo frente a la mujer de cabello
oscuro. Era casi exactamente de su altura, si bien un poco más delgada, y le
tendió la mano- Soy Jessie Forbes.
Vance reparó en la figura alta, rubia y delgaducha, observando el bronceado
en su rostro que se extendía por el cuello hasta la abertura de su camisa de
algodón sin cuello, el cinturón ancho negro de cuero, la pistolera colgando de
sus esbeltas caderas y las botas llenas de rozaduras. Una exploración rápida le
dijo que esta era una mujer que trabajaba la tierra, pero fue la inteligencia de sus
ojos azules y el parpadeo de curiosidad lo que captó la atención de Vance.
También había algo distinto en su mirada, una mirada de comprensión
totalmente vacía de conmiseración. Fue fundamentalmente eso lo que hizo que
extendiera su mano en respuesta- Vance Phelps.
- ¿Te hospedarás en el hotel? -preguntó Jessie.
- Podría ser, -contestó Vance- pero debo ocuparme primero del trabajo. Tal
vez tú puedas decirme dónde encontrar la consulta del Dr. Melbourne.
Jessie dio media vuelta y señaló por la calle mayor abajo. Era una calle ancha
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por la que cabían dos carretas, con profundos surcos permanentes hechos por el
paso de incontables ruedas y cascos de caballos. Los edificios eran estructuras
de madera de dos plantas, a excepción del banco que era de construcción más
reciente que la mayor parte de los demás y estaba hecho de ladrillo. Aceras
anchas de tablones cubrían el espacio entre los portales y la calle, permitiendo a
las señoras mantener sus zapatos y sus vestidos secos cuando salían a caminar o
a hacer vida social con tiempo inclemente- Aproximadamente tres puertas más
abajo en de este lado de la calle.
- Entendido.
- ¿Eres médico?
- Sí.
- Bien, bienvenida a New Hope -Jessie observó la pesada bolsa de viaje que
Ezra dejó caer en el suelo junto a Vance, entonces miró con respeto su manga
izquierda vacía y cuidadosamente doblada y sujeta en la parte superior- Voy
para allá, si tienes más equipaje.
- Solamente esta -Vance la levantó con su mano derecha, manteniendo su
expresión cuidadosamente neutral mientras le ardían los músculos de su lado
izquierdo.
Diez horas, apretujada en la diligencia, habían apretado el tejido cicatricial
sobre sus costillas. Jessie Forbes era un poco más alta que ella y probablemente
cinco años más joven. En buen estado físico, fuerte y brillante. Todo lo que
Vance ya no era. Extrañamente, no se ofendió por la cuidadosa oferta de ayuda.
En un día en el que no estuviera tan cansada, con tanto dolor, y no deseando nada
más que un trago y una cama, ella podría haberse preguntado por qué no estaba
molesta. Sea como fuera, simplemente asintió con la cabeza y se dio vuelta en
dirección a donde Jessie había indicado- Gracias otra vez.
- No hay de qué.
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El salón estaba casi vacío a las cinco de la tarde. Cuatro hombres jugaban a las
cartas en una mesa en un rincón con una botella de whisky en el centro. Algunos
vaqueros estaban de pie, bebiendo en la barra del bar que había a todo lo largo
del estrecho cuarto. Un piano vertical estaba colocado contra la pared opuesta,
pero el pianista no estaba por ninguna parte. En la parte de atrás, una escalera
conducía a un estrecho balconcillo y daba paso a un largo un pasillo. Las chicas
que ocupaban las habitaciones del pasillo, no saldrían a escena hasta después de
las diez de la noche, cuando los vaqueros y los ciudadanos estarían de humor
para tener compañía. En el extremo más alejado de la barra había una mujer
charlando tranquilamente con el barman, y cuando vio a Jessie, sonrió e le hizo
gestos con la mano. Jessie inclinó su sombrero y fue hacia ella.
- Hola, Mae.
- Tú por aquí…, hola, Montana, -contestó Mae, usando el apodo que le había
puesto cuando Jessie, con apenas dieciocho años, había comenzado a entrar en el
salón con sus peones después de asumir el control del Rancho Rising Star
cuando murió su padre.
- ¿Cómo estás? -Jessie miró con auténtica fascinación a la rubia
elegantemente maquillada, enfundada en su característico vestido verde
esmeralda que dejaba sus hombros descubiertos y escotado en su parte delantera
hasta los límites del decoro. Aún así, ella conservó cuidadosamente su mirada
fija por encima del nivel de esa extensión de piel color crema, mirando
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recelado alguna vez de las intenciones de Kate, Mae tuvo que reconocerle el
valor por salir en defensa de lo que quería, y por permanecer fiel a Jessie- ¿Cómo
se encuentra Kate después de su primera semana en el rancho?
- Está bien, -dijo Jessie con alivio- Todavía se cansa un poco si se excede,
cosa que hace habitualmente, pero está casi totalmente repuesta.
- Creo que tuvimos suerte de que la gripe no fuera peor -dijo Mae con rabia-
La vida aquí es lo suficientemente dura con el clima, y los forajidos, y los
problemas entre el ejército y los indios. No necesitamos estar muriéndonos en
masa por la gripe y el cólera.
El tono de Mae era amargo, y Jessie se preguntó a quién habría perdido en su
vida. Habían sido amigas desde hacía mucho tiempo, pero era mucho más lo que
no sabía de Mae que lo poco que sabía.
- Detestaría tener que pasar por algo como eso otra vez -Jessie estuvo de
acuerdo.
- De todos modos parece que el doctor va a tener alguna ayuda.
- ¿Qué quieres decir?
- Hoy ha llegada un doctor nuevo. Al menos, supongo que ella va a estar
trabajando con el doctor. Ella se dirigía hacía allí.
- ¿Ella? -los ojos de Mae centellearon con curiosidad- Nunca hablar de una
mujer doctora.
- Vi algo acerca de eso en el periódico no hace mucho. En el Este hay escuelas
de medicina especialmente para mujeres.
- No me digas. Y ahora nosotros contamos con una -Mae golpeó ligeramente
con un dedo impaciente en el brazo de Jessie- Y bien… ¿Cómo es?
- No sé. Sólo hablé con ella un minuto -Jessie recordó su encuentro con Vance
Phelps. Ella había visto antes esa mirada de desesperación silenciosa en los ojos
de los hombres y había sentido una punzada de compasión- Tengo la sensación
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CAPÍTULO TRES
- En serio, Kate, -dijo Martha Beecher con expresión contrariada- Solo porque
Jessie se niegue a vestirse apropiadamente no es excusa para que tú te olvides de
tu educación.
Kate Beecher inspiró profundamente, era consciente de que provocaría esta
conversación cuando había venido a visitar a su madre llevando puesto sólo su
sencillo vestido de algodón de paseo, sin su miriñaque debajo. El armazón de
aros hacía que fuera más farragoso moverse con sus vestidos por el rancho o
sentarse cuidadosamente en la calesa. Nunca había comprendido por qué razón
las mujeres había aceptado semejante impedimento para realizar cualquier
actividad, por muy de moda que estuviera, y se propuso no volver a usar uno de
ellos nunca más. Sin embargo, olvidó por completo su propósito de mantener a
raya su temperamento cuando su madre criticó a Jessie. Sus padres,
especialmente su madre, todavía estaban intentando aceptar su nueva forma de
vida y, más especialmente, su relación personal con Jessie- Jessie ni siquiera
podría pensar en hacer el trabajo que hace vestida de otra manera, y… -añadió
con una ligera sonrisa de satisfacción- Está maravillosa tal y como es.
- Soy muy consciente de lo diferente que es… Jessie -dijo Martha
remilgadamente- pero no veo la razón por la cual tú deberías olvidarte de ti
misma y de las cosas que te han sido enseñadas.
Riéndose, Kate miró a su madre cariñosamente. Sabía el gran sacrificio que
había supuesto para su madre dejar la sociedad de Boston y viajar a una tierra
agreste y desconocida por el bien de los sueños de su marido. Y por los sueños
de Kate, también- Créeme, no me he olvidado de ninguna de las cosas
importantes que tú me hayas enseñado.
- Algunas veces me lo pregunto...
- ¡Oh! ¡Esa será Jessie! -Kate dejó a un lado su taza de té y se levantó
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vida, su antiguo yo y lo que podría haber sido. Esa desconexión de todo lo que
había conocido, de todo lo que había sido, eso al menos, era algo que quería.
De repente, fue consciente del Dr. Melbourne todavía esperando,
observándola con atención.
- Sí -dijo Vance, aguantando su mirada fija y dándole la respuesta él esperaba-
Quiero trabajar.
- Somos los únicos médicos -hizo una mueca- Los únicos médicos de verdad,
en doscientas millas a la redonda. Hay mucho viajante pretendiendo vender
remedios milagrosos que no saben más de medicina que un ama de casa normal.
Hay algunos, allí afuera, no cualificados aunque puede que sepan lo suficiente
como para ser útiles en los lugares donde no hay nadie más. Estoy agradecido
por tenerlos.
- He visto a algunas personas con talento para curar que nunca habían recibido
formación formal.
Caleb miró la manga del abrigo vacía y después volvió a mirarla.
- Supongo que lo has hecho. Fue valiente lo que hiciste.
- O estúpido -Vance pensó en Milton y lo añoró con el mismo nítido dolor
punzante de esos primeros momentos cuando supo que se había ido- No sé cómo
juzgarlo todavía.
- ¿Estuviste allí hasta el final?
Ella asintió con la cabeza.- Al menos hasta la última batalla oficialmente.
Como si sintiera su resistencia, y valorando el derecho de una persona para
mantener sus sentimientos privados, Caleb no preguntó nada más, aunque había
mucho por decir en sus ojos atormentados- Muchas de las personas a quienes
visitamos está lejos en las montañas. ¿Puedes montar?
- Sí. Y conducir una calesa. Y disparar.
- Bien, porque necesitarás hacer las tres cosas. Durante las primeras dos
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semanas te llevaré conmigo, hasta que te familiarices con la zona y las gentes.
- No me ha preguntado por mis habilidades.
- No pensé que tuviera que hacerlo. Si fuiste el cirujano del regimiento de
Grant, entiendo que sabes lo que haces -frotó ambas manos sobre su cara y se
puso de pie- Hay una tarea que voy a encomendarte de inmediato. Cuidar de las
chicas en el salón.
- ¿Las prostitutas?
Él asintió con la cabeza- Son un buen grupo en su mayoría, y en buena
condición también... físicamente y en otros aspectos. Hay una fiera de mujer allí
que cuida de ellas.
- ¿Es la madame?
- En realidad no, pero hace lo que puede para evitar que las chicas sean
maltratadas. Cuando estés instalada, pásate por allí y pregunta por Mae.
- ¿Tiene esta Mae un apellido?
Caleb la miró asombrado- Ahora que lo mencionas, no que yo haya oído.
Vance no dijo nada, pensando que probablemente en New Hope había más de
una persona con secretos que no querían compartir. Quizá éste sería el lugar
correcto para ella después de todo.
- No tendrás ningún problema para encontrarla -dijo Caleb con una pequeña
sonrisa- Ella es la cosa más exquisita al oeste del Mississippi.
- Estoy segura de que no tendré problemas -contestó Vance, aunque sospechó
que su valoración estaba influenciada por el hecho de que había muy pocas
mujeres en la frontera en comparación con el número de hombres- Tomaré una
habitación en el hotel por si me necesitara antes de la mañana.
- Descansa un poco. Diría que lo necesitas.
Vance se puso de pie y extendió su mano sobre del escritorio- Gracias.
- Puede que quieras esperar a darme las gracias hasta que hayas tenido la
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CAPÍTULO CUATRO
- ¿Médico? Fíjate -el hombre regordete con gafas que estaba detrás del
mostrador de recepción estudiaba atentamente a Vance con manifiesta
curiosidad- No puedo decir que haya visto a ninguna doctora antes -cuando
Vance no respondió él se aclaró la voz y continuó apresuradamente- ¿Necesita
una habitación, dice?
- Sí.
- Cobramos por semanas, pero si piensa que estará aquí más tiempo podría
intentarlo en la pensión situada al otro lado de la ciudad.
- Gracias -respondió Vance con cansancio, pensar en cualquier cosa más allá
del momento presente era más de lo que podía asumir. Era mucho más sencillo
no pensar en el futuro- Una habitación aquí estará bien por el momento.
- Mi nombre es Silas, por si necesita algo.
Vance empezó a moverse hacia las escaleras- No, no necesito nada.
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- Entonces, buenas noches -le dijo, estirando el cuello para seguirla con la
mirada mientras ella subía lentamente las escaleras de madera- ¿Puedes creerlo?
La habitación de Vance, en el segundo piso, era un lugar limpio pero sin
adornos con una pequeña alfombra de nudos junto a una cama individual. El
colchón delgado, relleno algodón estaba cubierto por una fina manta de lana azul
del tipo de las que ella había usado en el ejército. Recordó que siempre tenía frío
y a menudo se había preguntado si alguna vez se sentiría caliente otra vez. Una
solitaria cómoda estaba colocada contra la pared con un espejo redondo colgado
sobre ella. Un lavabo, una lámpara, y un jarro eran los únicos artículos que había
sobe la superficie llena de marcas. No encendió la lámpara.
Colocó su bolsa de viaje al pie de la cama, colgó su abrigo en el respaldo de la
única silla que había contra la pared opuesta y se acercó hacia la única ventana
de la habitación. El salón, sin ningún letrero, era visible al lado opuesto de la
calle. Si miraba hacia un lado podía ver la consulta de Caleb. Volvió a la cama,
se sentó para quitarse las botas y luego se echó encima de la colcha. La luz de la
luna se reflejaba en el techo, trazando patrones al azar mientras ellas observaba
como tomaban forma para luego desaparecer y volver a cambiar mientras
esperaba que llegara el sueño.
Era un ejercicio que había descubierto que le proporcionaba un respiro
temporal de sus recuerdos, incluso a veces el sueño.
El sueño se deslizó confiadamente a través de su conciencia, y ella se encontró
otra vez en los juzgados de Appomattox, sudando en la fría bruma matutina por
el miedo y el humo. La áspera mesa de madera estaba llena de sangre. No
importaba lo aprisa que ella trabajara, cada vez que levantaba la vista había más
heridos. Sus brazos estaban rojos hasta los codos, y todavía seguían llegando,
destrozados y heridos, gritando su nombre.
Milton estaba a su lado, repitiendo una y otra vez, no hay más tiempo, no hay
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más tiempo, no hay más tiempo. Ella ignoró el pánico en su voz, el terror en sus
ojos, y continuó cortando. Le dolía el pecho. Sus pulmones quemaban.
Ella trató de alcanzar el cuchillo de amputación. Solo uno más. Simplemente
uno más.
Solo uno más. El suelo se movió violentamente, el fuego brotó bajo sus pies, y
el dolor candente abrasó su carne. Miró hacia abajo y se vio retorciéndose en la
mesa, un hombre sin cara se inclinaba sobre ella con una sierra en su mano.
Vance se incorporó bruscamente gritando. Rápidamente, se sujetó las rodillas
con el brazo contra el pecho y presionó la cara contra la áspera lana de sus
pantalones. Reprimió sus sollozos mientras luchaba por respirar, su camisa
estaba mojada por el sudor de los terrores nocturnos. Cuando la presión de la
pesadilla comenzó a retirarse, giró su cara hacia la ventana y descansó su mejilla
contra la parte superior de su rodilla. No había sido tan malo desde hacía mucho
tiempo. Por un segundo, mientras su grito desgarrador inundó la habitación,
creyó oír el sonido del pífano y el tambor.
Cuando su corazón dejó de retumbar en sus oídos se dio cuenta de que era un
el sonido de un piano.
Se levantó, con sus piernas todavía un poco temblorosas, y caminó hacia la
ventana.
Al otro lado de la calle, el salón y algunos de los cuartos en los pisos altos
estaban iluminados. Cada pocos segundos una figura entraba o salí por las
puertas de vaivén. En una ventana de segundo piso vio a un hombre y una mujer
estaban encerrados en un abrazo, su vestido estaba levantado hasta sus caderas
mientras las manos de él vagaban por debajo. Vance no apartó la mirada
inmediatamente, atrapada en el sentido imperativo de la vida que rodeaba a la
pareja. Pensó en lo que Caleb había dicho sobre las chicas que vivían allí, se
preguntó si la mujer que cedía bajo el peso de la pasión del vaquero le daba la
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-Si quieres que todo el mundo en la ciudad sepa quién eres, me lo puedes decir
ahora y estará hecho -Frank se encogió de hombros- Si no lo haces, podría llevar
un poco más de tiempo, pero tarde o temprano ocurrirá lo mismo.
- Si me quedo aquí más de una semana, se correrá la voz de todas maneras.
Vance se bebió el whisky de un trago y se sirvió otro- Y si no lo hago,
entonces no tendrá importancia -extendió su mano- Vance Phelps. Una vez
cirujano y, ahora, la nueva asistente del Dr. Melbourne.
- De vuelta del Este -dijo él más como una afirmación que como una pregunta.
- Más o menos -Vance sintió a alguien aproximarse por su lado y echó una
mirada de lado. A su lado estaba una mujer de profundos ojos verdes, de pelo
dorado, y con la piel más pura que jamás hubiera visto. Llevaba un vestido color
azul profundo muy escotado y el corpiño tan apretado que acunaba sus pechos
como las manos de un amante. Relucientes piedras azules engarzadas en oro
pendían de los lóbulos de sus orejas, rozando su cuello como una caricia
hipnótica. A pesar del whisky acababa de beber, Vance sintió la garganta seca y
su mente vacía de cualquier cosa excepto el aroma tentador del perfume y la
pálida perfección del rostro de la mujer. Frank, los otros hombres en el salón,
aun los restos de su sueño, dejaron de existir.
- ¿Frank ya ha colmado tu paciencia? - preguntó Mae con voz grave y cálida.
- Todavía no -consiguió decir Vance. Apuró su whisky nerviosamente- Tú
debes ser Mae.
- ¿Por qué crees eso? -Mae asintió con la cabeza cuando Frank sostuvo en alto
una botella de brandy como preguntando. Ella cogió el vaso que la ofrecía pero
no bebió mientras observaba a Vance. Tenía profundas sombras oscuras bajo sus
ojos, y más profundas en su interior. La había visto entrar, una extraña con un
traje de buen corte a la que no parecía preocuparle que una mujer, incluso una
cuyo vestuario y porte indicaban que no le importaba lo más mínimo las
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Pero algo era cierto, todos ellos tenían una historia- Creo que ya habrás oído
suficientes a esta hora.
- Espero que la tuya sea diferente.
- ¿Por qué? -Vance terminó su whisky, contempló la botella, y apartó a un
lado su vaso. Aunque la tentación de dejarse llevar por la bebida era fuerte, la
presencia de Mae era más fuerte.
- Tú no eres un hombre -Mae observó un amago de amarga sonrisa cruzar la
cara de Vance. Aun con ropa de hombre, en un lugar al que ninguna mujer
decente entraría, bebiendo whisky en mitad de una noche solitaria, nunca nadie
la tomaría por un hombre. Su rostro era fuerte, con una mandíbula decidida que
sugería que no se rendiría fácilmente cuando tomara una decisión. Pero había
una finura en su piel, como si fuese seda, y una belleza delicada en la curva
elegante de su frente y la longitud de sus oscuras pestañas. Era fácil ver a la
mujer que había dentro de ella, lo que hacía que la ira apenas disimulada y el
dolor que estaba apenas bajo la superficie resultara aún más convincente.
- Puede que no lo sea, pero mi historia podría ser la misma.
- Oh -dijo Mae, tomando un sorbo de su brandy y apoyando sus dedos sobre la
parte superior de la mano de Vance que descansaba sobre la barra- ¿Vas a
decirme que alguien te robó y sacó provecho de tu concesión cuando ibas de
camino a la ciudad para registrarla?
La boca de Vance se tensó bruscamente- Nunca he sufrido la fiebre de oro.
- ¿Algún donnadie te hizo trampas en las cartas y ganó tu caballo, tu silla de
montar y tu último dólar?
Vance negó con la cabeza- Sé cuándo estoy muy cansada, y sé cuándo
retirarme.
- Lo dudo -musitó Mae, distraídamente trazó la longitud de los dedos de
Vance, uno tras otro, con una uña color de rubí- Estaba dispuesta a apostar que
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Mae.
- Buenas noches, Vance.
Frank se apoyó en la barra mientras Mae observaba a Vance yéndose-
Realmente no recuerdo haber visto a nadie parecido a ella -dijo, no sin respeto.
- No -dijo Mae suavemente- Yo tampoco.
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CAPÍTULO CINCO
Algo en el tono con el que Kate pronunció su nombre hizo que Jessie se
detuviera mientras metía un brazo por la manga de su camisa. La tierna mirada
en la cara de Kate hizo que desapareciera la tensión acumulada en su estómago.
Suavemente, contestó- ¿Qué?
- ¿Tú me amas?
- Válgame Dios…, sí -Jessie se acabó de poner la camisa y empezó a
acercarse hacia Kate, pero se detuvo cuando ella levantó su mano. Con el
corazón desbocado, Jessie preguntó con desesperación- Kate, ¿cómo puedes
preguntarme eso?
- ¿Entonces, qué soy para ti?
- Qué...Yo...-Jessie presionó su mano contra su corazón- Tú eres mi vida.
- Y tú eres la mía. -negando con la cabeza, Kate la rodeó con sus brazos- Ésta
es mi casa. No la dejaré por ninguna razón.
Jessie la abrazó con fuerza- Entonces supongo que vamos a necesitar algo más
de lecciones de tiro si vas a quedarte aquí mientras estoy ausente.
- Esa es una idea mucho mejor -Kate descansó su mejilla en contra del
hombro de Jessie- Y necesito aprender a montar a horcajadas.
- Veo que tienes algunas ideas que no habías comentado.
Kate rió, pensando en que habían sobrevivido a su primera pelea sin daño
alguno- Solo algunas.
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CAPÍTULO SEIS
- ¿Puedo hablar contigo, Jessie? -preguntó Jed Harper mientras Jessie estaba a
punto de sacar del corral a uno de los caballos que pretendía ensillar por primera
vez.
- Si claro -Jessie apoyó un brazo sobre el portón y observó a su capataz. Era
una cabeza más bajo que ella, curtido y rudo como el buen cuero. Podría adivinar
su edad, pero no por su aspecto. Tenía un rostro intemporal, curtido por la
intemperie, el de un hombre que se había pasado la vida al aire libre haciendo
trabajo duro. Le conocía desde que podía recordar. Él era uno de los amigos de
su padre y tras la muerte de Tom Forbes, él había sido el aliado más fuerte de
Jessie. Estaba segura de que una buena parte de los hombres se habían quedado
bajo su mando, a pesar de que era una mujer de tan solo dieciocho años, porque
Jed los había hecho entrar en razón. Su fe en ella la había ayudado a superar una
etapa de su vida en la que había perdido todo lo que le importaba excepto su
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La boca de Jessie se tensó con una expresión de disgusto. Eran muchas las
causas por la que se podía perder parte de los animales. Algunas veces morían
por alguna caída, o eran atacados por los animales salvajes, o robados para
comer por los indios que habían sido desplazados de sus cotos de caza, o los
cuatreros se los llevaban al sur para vendérselos al ejército o colocarlos en los
ranchos durante el camino- ¿Charlie dijo cómo?
- Al principio pensó que podría ser un oso -contestó Jed- Buscó algún rastro
por los alrededores pero no encontró nada. Tampoco han visto ningún animal
muerto en descomposición.
- Podrían haber sido arrastrados al interior de una cueva en alguna parte.
Jed asintió con la cabeza- Sin embargo es bastante extraño no haber
encontrado ningún resto.
- ¿Cuántos?
- Charlie no lo tiene claro. Dijo que al principio simplemente pensó que eran
unos pocos que se habían perdido, tal vez se habrían unido a otra manada. Pero
entonces comenzó a llevar la cuenta todos los días. Dice que son unos pocos
cada dos días.
-Es es un buen número de caballos -Jessie sabía que solo podan hacer una
cosa- Supongo que vamos a tener que ir a echar un vistazo. Comunícaselo
inmediatamente al resto de los hombres que están fuera.
- Eso llevará más de cuatro días. Tal vez más tiempo -Jed miró hacia la casa-
No es necesario que vengas.
- Si no se tratara de Charlie, -dijo Jessie- o si no fueran más que un caballo o
dos, no lo haría. Pero Charlie es un buen hombre. Si él dice que hay un
problema, entonces es que lo hay.
Jessie se quitó el sombrero y lo sacudió rítmicamente contra su muslo- Si algo
va mal en mis tierras tengo que encargarme de ello.
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- Kate no lleva aquí más que una semana. No creo que se haya acostumbrado
todavía -Jed la miró incómodo- Probablemente no debería estar aquí justo en
este momento.
Jessie sonrió - No creo que te gustara decirle eso.
-No se me ocurriría. -Jed esbozó una sonrisa durante un segundo- La vi
enfadada aquella vez en la ciudad cuando te dispararon en el hombro. Si hubiera
podido poner sus manos sobre los que lo hicieron los habría cortado en
pedacitos.
- Hablaré con ella. No sabe lo sola que puede llegar a sentirse aquí y volver
sola a la ciudad tampoco es una buena idea -Jessie lanzó un bufido- No hasta que
pueda disparar un poco mejor que lo hace ahora.
- Hay un par de hombres en los que se puede confiar para vigilarla si se queda.
- Eso estaría bien -Jessie se colocó su sombrero calándolo hasta las cejas- Pero
todavía no.
Jed permaneció mirando más allá de Jessie, con la mirada clavada en las
colinas de las montañas situadas en el límite más remoto del Rising Star. Las
montañas, eternas e indestructibles, proporcionaban una especie de bienestar
alzándose majestuosas, un faro en el vasto y salvaje paisaje que les rodeaba.
Había cabalgado por ellas durante semanas sin encontrarse jamás ninguna otra
alma. Nunca se había sentido solo. Se había olvidado de que, aunque Jessie
podía hacer cualquier cosa tan bien como lo haría un hombre, ella no era uno de
ellos- Nunca lo dijiste.
- ¿Qué es lo que nunca dije? -preguntó Jessie intrigada.
- Que te sentías sola.
Jessie notó un dejo de rencor en su voz y sonrió- Es una de esas cosas que
pasan, no lo sabes hasta que dejas de estarlo -ella miró hacia la casa y vio a Kate
saliendo por la puerta de la cocina.
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quedaré aquí esta noche y me iré a la ciudad mañana antes de que anochezca. Así
estaré para la reunión el día siguiente y me quedaré por la noche también. Estaré
en casa el mismo día que tú regreses.
Jessie supo por el tono de voz de Kate que ningún argumento haría que
cambiara de idea. Y, cuando lo consideró, le pareció justo. No era exactamente
lo que ella quería, que era mantener a Kate siempre protegida, si no por ella, por
sus padres. Pero siempre había sabido que Kate era la mujer adecuada para ella.
La amaba por su pasión y su inquebrantable independencia. No quería que ahora
fuera distinta.
- Quiero que uno de los hombres te acompañe en la calesa.
Kate quiso protestar. Con el tiempo necesitaría ir y venir sola. No quería ser
una prisionera en el rancho, y aun más importante, quería ser una compañera de
verdad para Jessie. Pero había tiempo para eso, y no podría agravar la
preocupación que empañaba los ojos de Jessie. Acarició la mejilla de Jessie y
asintió con la cabeza- Hasta que te demuestre lo buena tiradora que puedo llegar
a ser. Ahora déjame que te ayude a prepararte para el viaje.
- Gracias -susurró Jessie.
Kate sonrió- Nunca tienes que darme las gracias por amarte.
- Puedes poner eso en el tocador por allí, Billy -le dijo Mae al chico que, con
los ojos muy abiertos, llevaba una bandeja de comida cubierta con un paño. Él se
ruborizó intensamente e intentó desesperadamente no mirar hacia su dormitorio
que se podía ver desde su sala de estar. Mae sofocó una sonrisa y se preguntó
cuánto tiempo pasaría hasta que una noche se metiera a hurtadillas por la puerta
trasera- Gracias.
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CAPÍTULO SIETE
todas las habitaciones son como esta, quizá debería quedarme aquí en vez de en
el hotel.
Mae se rió- Correrías el riesgo de encontrarte con una visita no deseada en la
mitad de la noche, y los ciudadanos pondrían un requerimiento en tu contra si se
enteraran de que el nuevo médico compartía habitación con las chicas del salón
-le señaló el sofá- Siéntate. Serviré la cena en un minuto.
-Tengo la sensación -dijo Vance mientras se acomodaba en el lujoso sofá,
estirando las piernas y cruzando sus tobillos- de que los ciudadanos no necesitan
mucho para tener una excusa para poner un requerimiento.
-¿Ya has conocido a alguno de ellos? -Mae le sirvió otro whisky y se sentó al
lado de Vance.
- Mmm-hmm. Hice algunas visitas con Caleb hoy durante su ronda. No te
puedo decir cuántas personas se escandalizaron.
- Imagino que estás acostumbrado a eso. ¿No sería muy distinto de cómo era
en tu tierra?
- Filadelfia -dijo Vance contestando a la pregunta implícita- Y no, no lo fue,
aunque el agravio suele a ser expresado con más sutileza en aquel entorno social.
- No hay nada como el rechazo educado -dijo Mae con un deje de amargura.
Vance dejó su vaso en el suelo- Parece que tú lo has experimentado en tus
propias carnes.
- Mi madre fue una sirvienta de Baltimore. Me crié junto a los privilegiados
-agitó su mano como si estuviera apartando una mosca- Podía jugar con sus
hijos, incluso asistir a clase con ellos, hasta que tuvimos cierta edad -su sonrisa
era forzada- Cuando los muchachos ... los hijos de los ricos ... comenzaron a
interesarse por mí, de repente ya no era bienvenida en los mismos círculos.
- Lo siento.
- No tienes por qué. Déjame servirte algo de cena -Mae se levantó
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- Nunca entenderé como alguien pudo confundirla con un hombre alguna vez
-dijo Annie suspirando- Tiene unos ojos hermosos, tan cálidos…
- Métela en un uniforme con un par de calzoncillos largos debajo, -dijo Sissy
dijo- mánchale la cara de tierra para ocultar esa piel blanca como la azucena y
nadie diría que no es lo que dice ser.
Mae escuchaba la charla sin sentido sin prestar atención. Estaba apoyada en la
barandilla de metal del segundo piso con algunas chicas, mirando hacia abajo, a
través de una nube de humo del cigarro. El salón estaba repleto de hombres
cuyas voces confluían formando un sonido único que prácticamente ahogaba por
completo cualquier otra conversación.
- Las personas ven lo que quieren ver -murmuró Mae.
- Ella es una visión mucho más agradable de contemplar que Doc Melbourne
-reconoció Sissy- Preferiría tener sus manos sobre mí antes que las de él.
- El Doctor Melbourne siempre sido todo un caballero -contestó Annie
recatadamente.
- Eso lo dices porque tienes debilidad por él -refunfuñó.
- ¿Y qué si la tengo? Te vi lanzándole a Vance una sonrisa o dos.
Mae sintió una punzada de disgusto por el comadreo al que normalmente no le
prestaría ninguna atención. Pero oír a las otras mujeres hablar de Vance tan a la
ligera la hizo sentirse irracionalmente molesta, aunque comprendía su interés.
Vance no era simplemente una recién llegada, eso siempre suscitaba curiosidad
durante unos días, ella era una mujer haciendo algo que estas jovencitas nunca
habrían imaginado posible. Además de eso, era desconcertante... su
independencia y su originalidad la hacían única. Por supuesto que iban a hablar
de ella. Incluso coquetearían un poco con ella. La seducción era su recurso
principal para sobrevivir, y era tan natural en ellas como lo era para Mae. Sin
embargo, Vance, había parecido inmune incluso a los flirteos más evidentes. No
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obstante, la manera en la que Sissy había hecho alarde de sus juveniles atributos
la había irritado.
A la petición de Vance, Mae la había acompañado mientras ella hacía sus
reconocimientos iniciales a todas las chicas, preguntándoles amablemente sobre
embarazos pasados o problemas propios de las mujeres que pudieran haber
tenido, preguntando si sabían cómo cuidarse y prevenir la enfermedad y la
concepción. Vance había sido minuciosa, cortés y amable. Ni las había juzgado
ni había tratado de cambiar lo que eran. Simplemente había dedicado su atención
y su afecto. Lo asombroso sería que no se enamoraran todas de ella,
independientemente de que estuvieran dispuestas a acostarse con una mujer o
no.
- Y que pasa si le eché una miradita o dos -la voz de Sissy interrumpió las
divagaciones de Mae- ¿Crees que los hombres son los únicos que disfrutan de
nuestra compañía? Hay cosas peores que hacer que el médico de la ciudad te
coja cariño. Eso podría mantener a los vaqueros alejados de ti durante un tiempo.
Annie alarmada, miró a Mae- ¿Quieres decir que a veces las mujeres pueden
venir a un lugar como este?
- No es insólito -contestó Mae bruscamente dirigiéndole a Sissy una mirada
despectiva- Pero aunque una mujer lleve pantalones eso no quiere decir que a
ella le guste dormir con una. No vayas sacando conclusiones precipitadas.
- No voy a abalanzarme sobre ella -dijo Sissy desafiante y sonriendo
satisfecha- Pero tampoco voy a salir corriendo si ella manifiesta algún deseo de
subir a bordo.
- Yo no contaría con eso -dijo Mae. Vance no había dado indicios de que
estuviera interesada en acostarse con nadie, hombre o mujer, pero Mae tenía la
sensación de que podría ser porque esa parte de ella estaba enterrada bajo el
dolor y el tormento que ella había sufrido. Viendo el brillo hambriento en los
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Vance estaba junto a un grupo de hombres en el extremo más alejado del bar,
bebiendo poco a poco un whisky que realmente no quería. Era la única compañía
a la que estaba acostumbrada, sin embargo, y después de dejar a Mae, no había
querido volver a su habitación del hotel. La pequeña parte de su pasado que
había compartido con Mae durante cena había abierto una pequeña grieta en el
muro que había construido para mantener el dolor a raya, pero extrañamente no
había sido en dolor lo que había salido a través de la brecha. Deseo. Una
turbadora sensación de anhelo por algo que no podía identificar. Lo que fuera
que fuese creció en su vientre y se avanzó hasta su corazón y no deseó otra cosa
que yacer en la cama con ella en la oscuridad.
Le echó un trago al whisky y vio Mae bajar las escaleras con algunos de las
chicas. Aunque Mae tenía apenas seis o siete años más que la mayor de ellas,
parecía toda una mujer y no una jovencita. Vance observó a Mae moverse entre
la chusma, brindando una sonrisa o un ligero roce a algún otro hombre
afortunado. Observarla le produjo una combinación extraña de placer y dolor, y
Vance no podía dar explicación a ninguna de los dos. Se volvió de espaldas a la
sala, se terminó de un trago su whisky y después hizo señas para que le sirvieran
otro.
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CAPÍTULO OCHO
Mae se puso perfume detrás de las orejas y tapó el pequeño frasco verde
pálido. Apenas lo había dejado sobre el tocador sonó un golpe en la puerta. A las
cuatro por la tarde supuso que sería una de las chicas. Frank sabía perfectamente
que no debía dejar subir a nadie antes de que oscureciera. Había algunos
caballeros ricos con los que tenía acuerdos para disfrutar de su compañía en
privado y ya no necesitaba acostarse con ningún vagabundo errante para
asegurarse la siguiente comida. No esperaba a ninguno de sus clientes
especiales, eran demasiado cautos como para aventurarse en su habitación a la
luz del día. Aún estaba vestida solamente con una negligé debajo de su salto de
cama... una túnica, azul y roja, de seda de China que había sido un regalo de uno
de sus admiradores que había viajado a San Francisco... abrió su puerta
esperando encontrar a Annie o una de las otras chicas más jóvenes. A menudo le
hacían una visita antes de que comenzaran las actividades nocturnas, para
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compartir algún chisme que habían oído casualmente en el salón o para quejarse
de una de las otras chicas. O para compartir sus fantasías sobre un futuro que
tenían pocas probabilidades de hacerse realidad. Ella no las desengañaba,
bastante poco tenían en la vida como para despojarlas también de sus
esperanzas.
- ¡Kate! -Mae cogió del brazo a Kate y tiró de ella hacia el interior- Eres la
última persona que esperaba -recorrió con la mirada el vestíbulo de arriba abajo,
no vio nadie más, y cerró la puerta firmemente- ¿Dónde está Jess?
- Está fuera, en las montañas con Jed por unos días. Estoy de visita en casa de
mis padres.
- Por Dios. ¿Nunca vas a entender que no deben verte por aquí?
Kate se rió, dejando caer su chal y quitándoselo y colocando una cesta sobre
una mesa próxima- ¿Y tú nunca vas a darte cuenta de que tengo la intención de
visitar a mis amigos sin importarme dónde vivan? -se dio vuelta con la intención
de darle a Mae un abrazo cariñoso, se detuvo cuando vio que Mae no estaba
vestida todavía- Oh, lo siento. No esperabas visitas y aquí estoy yo, de sopetón y
sin haber sido anunciada.
- No seas tonta. Seguramente eres la única visita que no me importa recibir a
esta hora del día -Mae le dio a Kate un apretujón rápido, dio un paso atrás y dejó
sus manos sobre los antebrazos de Kate cuando se puso tensa. Ladeó la cabeza y
observó las mejillas levemente sonrojadas Kate-. ¿Pasa algo?
- Oh no, claro que no -contestó Kate demasiado rápido. Mae estaba apenas
vestida, y lo poco llevaba puesto no podía esconder su figura bien
proporcionada.
- ¿Qué?, Kate Beecher -Mae se rió al percibir la incomodidad en la expresión
de Kate- No me digas que una mujer como yo puede impresionarte cuando
tienes a alguien como Jessie Forbes en tu cama por la noche.
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- Claro que no -dijo Kate cohibida- Me considero tan casada como cualquier
mujer con un marido.
- Oh, ¿y supongo que piensas que eso quiere decir que nunca miran a un
hombre además de aquel con el que están casadas? -Mae sirvió el té de la
bandeja de tentempié que Billy acababa de traerle del hotel.
Kate tomó la taza que le ofreció y se acomodó en una esquina del sofá.
- No sé cómo sienten ellas. Pero nadie excepto Jessie ha hecho… que todo se
agitara en mi interior.
- Pero ahora miras a las mujeres de forma diferente, ¿verdad? -Mae se refugió
detrás de un biombo situado en un rincón de su dormitorio y cambió su túnica
por un vestido. Cuando se sentó junto a Kate, con la taza de té en su mano, dijo-
Por qué estar con Jessie ha despertado algo en ti.
- A veces lo hago… Admirarlas -Kate miró a Mae seriamente- ¿crees que eso
es…normal?
- Oh, querida, le estás preguntando a la persona equivocada- Mae se levantó y
cambió su té por un brandy. Miró hacia Kate- ¿Te sientes con ánimo para tomar
una copita?
- No, no debería -Kate sonrió pensando en la reacción de su madre - Mi madre
lleva lo mejor que puede el hecho de que me haya ido de casa y esté con Jessie,
pero si llego oliendo a licor, me temo que sería su destrucción.
Riéndose, Mae se sentó otra vez- Me preguntaste si era normal. Señor…,
cuando has visto las cosas que yo he visto, aprendes rápidamente que las
personas son muy complicadas. Sé, de hecho, que hay hombres y mujeres que
prefieren su propio género, dentro y fuera de la cama -dio un sorbo a su brandy y
miró a Kate- Sabes que ese es mi caso, pero puedo sentarme aquí y puedo pensar
que tienes los ojos más bonitos que una noche estrellada y no excitarme.
- Y yo pienso que eres...hermosa -confesó Kate- pero no siento... -se sonrojó
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otra vez- No creo que nadie pueda hacerme sentir de la forma que Jessie lo hace.
- Mmm. Te agradezco la parte de hermosa. Jessie es muy afortunada de tener
una mujer que solo tiene ojos para ella -palmeó la rodilla de Kate- y tú eres muy
afortunada de tenerla, porque sé a ciencia cierta que ella hace lo mismo.
Kate se sonrojó, se sentía un poco rara teniendo esta conversación sobre Jessie
con Mae, sobre todo cuando ella sabía que Mae había querido a Jessie. Pero no
conocía a nadie más en quien confiar. Ahora que ella y Jessie estaban juntas, se
sentía diferente por dentro. Era algo más que amar a Jessie y querer expresar ese
amor con su cuerpo. Sabía que no había sido casualidad que se hubiera
enamorado de ella. Ella se había enamorado de una mujer porque, en cierta
forma, estaba destinado a ser así.
Por eso nunca le habían interesado los pretendientes que la habían perseguido
en Boston, ni tampoco Ken Turner aquí en New Hope, un hombre perfectamente
correcto por el que no tuvo absolutamente ningún sentimiento- Sólo sé que no
soy igual que mis amigas, si bien no parecen pensar que soy tan diferente.
Mae tomó un sorbo de su brandy pensativamente- ¿Alguna te ha preguntado
sobre Jess?
- Quieres decir... ¿sobre acostarme con ella? -Kate se rió- Cielos, no. Incluso
cuando hablan de relaciones con los hombres, todo son susurros y secretos.
- Bueno, la mayoría de las personas simplemente miran a otro lado en vez de
enfrentar las cosas que no comprenden o que les molestan -se encogió de
hombros- No siempre es mala cosa, supongo.
- ¿Por qué piensas que nos gusta una persona y no otra... me refiero de ese
modo?
- No sé cómo ocurre -dijo Mae reflexionando- Siempre he admirado a las
mujeres como Jess.
- ¿Como Jessie? -Kate pensó en su amante y le pareció imposible definir todo
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lo que ella era. Era hermosa y fuerte, tierna y terca a la vez y… oh, tan
asombrosamente cariñosa. Seguramente no había otra mujer en el mundo como
ella.
- Resuelta, testaruda, que le gusta hacer lo que la mayoría de la gente
denominaría, un trabajo de hombres, porque es lo que le sale de forma natural.
Y…, - dijo con una amplia y descarada sonrisa- me encanta una mujer con
pantalones.
- Bueno, aquí no vas a tener muchas más oportunidades de ver eso -Kate
sonrió- A mí también me encanta como le sientan los pantalones y no puedo
imaginarla con cualquier otra cosa.
- No creo que pudieras convencerla para usar ninguna otra cosa.
- Además, usar pantalones tiene sentido. Intentar hacer nada en el rancho con
una falda sería prácticamente imposible -Kate se terminó su té y cogió una de las
galletas saladas de un platito junto a la cazuela- Voy a hacer algo respecto a mis
ropas así podría ir en la carreta con más comodidad y podría desenvolverme bien
sin tropezar cada dos por tres.
- Muchas mujeres llevan falda pantalón en los ranchos. O incluso pantalones.
Nadie le presta atención a eso -Mae golpeó el hombro de Kate juguetonamente-
Pero si empiezas a llevarlos puestos en la ciudad vas a dar que hablar.
- Oh, no pensaba hacer eso. No puedo ni imaginarme lo rápidamente que mi
madre se enteraría.
- Más rápido que el rayo -ya que estaba disfrutando de un extraño momento de
confianza entre mujeres, sintió que no tenía necesidad de esconder nada y Mae
añadió- El nuevo médico de la ciudad viste como Jess. Sin embargo, en muchos
otros aspectos ella es completamente opuesta. Como el día y la noche.
- ¿Ella? En Boston conocí a una mujer que estudiaba para médico... una
estudiante en una de las clases de mi papá. Nadie creyó que ella realmente lo
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una sonrisa ladina- Así que sigue hablándome de la doctora. ¿Cómo es?
- Mmm, ya te dije, es un poco como Jess. Alta, como ella, con el mismo tipo
de rostro fuerte y constitución estilizada. Pero ella es oscuridad, donde Jess es la
luz, y ha sido... herida -Mae cerró los ojos intentando mantener a raya una
repentina oleada de dolor que le encogió el corazón- Ella perdió su brazo en la
guerra, en el Este. Se alistó para asistir a los heridos y le dispararon justo al final
de la guerra.
- Oh, Dios mío. Qué valiente. Que gesto tan maravilloso.
- Loco gesto, querrás decir -dijo Mae amargamente- Ir a combatir a una guerra
a la que incluso los hombres más necios tuvieron el sentido común de no ir.
- No quieres decir eso -dijo Kate suavemente- Solo estás furiosa porque ella
resultó herida.
- Lo puedo ver, en sus ojos. Lo que la guerra le hizo -los ojos de Mae se
inundaron de lágrimas- Rompió algo en ella, y todavía está sangrando.
- Tal vez sólo necesita más tiempo para curarse.
- No se puede curar una herida cuando la bala todavía está dentro -Mae se
pasó las yemas de los dedos por sus parpados- Ni siquiera la conozco. No
entiendo por qué me afecta tanto.
- Puedo ver que ella significa algo para ti.
- No. No de esa manera -Mae negó con la cabeza impaciente- Algunas veces
simplemente me canso de ver el sufrimiento.
- Bueno, quizás ella encuentre algo en New Hope que la ayude a curarse.
Kate sonrió en su interior. O a alguien.
- Tal vez sea así.
- Te traje algo -Kate se levantó para ir a por su canasta y después se sentó otra
vez. Rebuscó dentro y sacó un delgado libro para Mae- Aquí está.
Mae sujetó el libro con delicadeza, pasando la mano suavemente por la
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superficie- Historia de Dos Ciudades, por Mr. Charles Dickens -miró a Kate con
un brillo en los ojos- Oh, gracias, Kate. Pero no deberías andar prestando tus
libros.
- Jessie me trajo algunos libros cuando estaba enferma. Los compró en uno de
sus viajes a Miles City a por suministros. Yo ya tenía este y ella me trajo otro
ejemplar, así que este te lo puedes quedar -Kate bajó la cabeza- Sé que Jessie te
presta libros, porque vi una nota de agradecimiento tuya en uno de ellos.
- Kate, ahora que tú y Jessie estáis juntas...
- Tú y Jessie sois amigas, y sé que a ella le importas -Kate mantuvo la mirada
de Mae firmemente- y sé que a ti te importa ella.
- Tú sabes mucho para alguien que hasta hace un año nunca había recibido un
beso -dijo Mae riendo suavemente.
- Me he resarcido con creces.
- ¿Sabes que Jess se moriría de vergüenza si supiera que hablábamos de estas
cosas?
- Por eso no está aquí -Kate le miró el reloj prendido con alfileres en su
vestido- Debo ir antes de que oscurezca demasiado. Espero que te guste el libro.
Mae lo apretó contra su pecho- Me gusta mucho. Gracias.
Kate se levantó y recogió sus cosas. Ya en la puerta le dio a Mae un largo
abrazo- Quiero conocer a esa doctora tuya en algún momento. Tal vez puedas
traerla por el rancho.
- No es lo que parece, Kate. Además, no creo que el médico de la ciudad vaya
a querer ser visto yendo en un carruaje conmigo.
- A mi me parece que una mujer lo suficientemente valiente como para luchar
por lo que ella cree, no le daría mucha importancia a las opiniones de gentes
ignorantes.
- Tienes un alto concepto de las personas, Kate. Eres muy joven todavía.
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le había contado lo que Jessie significaba para ella. Le dedicó una mirada
cariñosa y dejó la jarra.
- Lo cual no significa siempre. Pero cuando no lo hace, lo intenta.
- No se puede pedir mucho más.
- No. No podría pedir nada más.
- He visto a la nueva doctora. ¿Y tú?
Kate negó con la cabeza- No, todavía no. Tengo entendido que es... solitaria.
- He oído que frecuenta el salón por la noche.
- ¿De verdad? Desearía poder hacerlo. Sin duda la conversación sería más de
mi agrado.
- Bueno, creo que parece muy misteriosa, y no puedo esperar a conocerla en
persona.
- Sí, yo también estoy deseándolo -Kate pensó que últimamente no había
pasado ningún rato con su padre en la oficina del periódico, y hoy parecía tener
la oportunidad perfecta.
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CAPÍTULO NUEVE
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- Buenas tardes, Doc -dijo Frank y sirvió un trago de whisky sin que se lo
pidiera. Los deslizó por la barra hacia Vance- ¿Llega tarde o temprano?
- Acabo de volver a la ciudad. He estado a caballo todo el día -Vance sonrió
irónicamente.
Habían bastado unas pocas semanas para que el barman de la ciudad
conociera sus horarios. Probablemente debería tomar eso como una señal de que
el whisky todavía salía ganando. No obstante, se tomó la bebida de un trago y se
sirvió otro de la botella que Frank había dejado cerca- Las distancias son mucho
más grandes de lo que estoy acostumbrada.
Frank se rió- Imagino que es así, si estás acostumbrada a vivir en la ciudad.
- No desde hace algún tiempo, pero incluso las granjas del Este están en una
zona más poblada. Necesité la mayor parte del día para visitar a las tres familias
que Caleb quería que viera.
- ¿Estás acudiendo a esas visitas tú sola? -preguntó Frank con cautela.
Vance se puso rígida- Correcto.
- ¿Alguna vez has disparado a alguien con el revólver que llevas en el
cinturón? -Frank se apoyó sobre la barra hablando en voz baja.
- ¿Me preguntarías eso si fuera un hombre?
Frank e mostró impasible- Podría. Si pensara que eras un novato dispuesto a
hacerse matar.
- No soy ninguna de esas cosas -contestó Vance de igual forma- Y soy una
buena tiradora.
- Es bueno saberlo -Frank limpió la barra del bar con un paño que llevaba
enganchado en su cinturón- De alguna manera me he acostumbrado a tu
conversación.
Vance no tuvo más remedio que sonreír porque raras veces intercambiaban
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más que unas pocas palabras a lo largo de una tarde entera. Su preocupación la
asombró, no es que ella no hubiera esperado que los hombres dudaran de su
habilidad para protegerse. Pero Frank no había asumido automáticamente que
ella fuera incapaz. Él no había hecho suposiciones, no más que Milton. Su
sargento la había aceptado, primero, porque ella era la cirujana de su regimiento,
y después de un tiempo porque nadie podría hacer el trabajo mejor que ella.
Tampoco habían hablado mucho, entendiéndose el uno al otro casi sin esfuerzo
alguno, ya fuera jugando a las cartas o cuidando de los heridos en medio del
Armagedón. Durante casi tres años habían estado tan unidos como los amantes,
compartiendo el peligro, la adversidad y el triunfo. En aquel último día, no había
escuchado sus advertencias, no podía oír nada más que el tronar de la muerte a su
alrededor. Y él había pagado por su error. No ella. Él se había quedado por
lealtad, por el deber y la amistad, y ella le había fallado. Se agarró al borde de la
barra, tambaleándose cuando la habitación desapareció y el hedor de la batalla
colmó su conciencia.
- Que tal si invitas a una dama a una copa, Doc -dijo Mae mientras cogía
suavemente la botella whisky con una mano y enlazaba su brazo opuesto
alrededor del de Vance. Ella asintió con la cabeza mirando a Frank, que miraba
fijamente, alarmado, la cara cenicienta de Vance- Tráeme dos vasos, Frank.
- Enseguida -contestó rápidamente.
- Estoy bien -susurró Vance con voz ronca.
- No lo dudo. Ahora puedo tomarme unos minutos libres para tomarme un
trago y prefiero hacerlo en la mejor compañía -con soltura, Mae las guió a través
de la chusma a una mesa colocada bajo el balcón del segundo piso. La luz de la
hilera de lámparas colocadas en candelabros a lo largo de las paredes apenas
iluminaba el espacio- Parece que conseguí ambas.
Frank colocó los vasos en el centro de la mesa y desapareció en las sombras.
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de tu compañía.
Mae apartó la mirada, desarmada por la sinceridad en la voz de Vance y su
profundo anhelo de lo imposible. Imposible por muchas razones. Miró a Vance a
los ojos, porque no hacerlo sería rechazar el regalo que le había hecho. El precio
que Vance estaba dispuesta a pagar por sus convicciones era rigurosamente
evidente en su manga vacía y los fantasmas de culpabilidad y auto-recriminación
que emanaban de sus ojos. Mae pensó que nunca había conocido un alma más
valiente- Eres tú la que me honras. En otras circunstancias, no habría nada que
me gustara más que cenar contigo.
- No haría nada que pudiera ponerte en peligro, a ti o a cualquiera de las
chicas.
- Ha sido atento por tu parte proponerlo. Y entenderlo -Mae forzó una
frivolidad en su voz que no sentía- Deberías irte y cenar.
- No -Vance tomó la mano de Mae cuando comenzaba a retirarse- Aún no.
Preferiría estar sentada aquí contigo. ¿Cuánto tiempo tenemos?
- Un rato aún, antes de que bajen las chicas. Los hombres necesitan saber que
estoy aquí, observando. Que sé con quién se van las chicas.
- ¿Y qué hay de ti? ¿Vas a... irte con alguien?
Mae estudió la cara de Vance en la penumbra. Sus oscuros ojos brillaban,
penetrantes como el filo de un cuchillo. Mae no se atrevió a hacer la pregunta de
la que tan desesperadamente quería la respuesta. ¿Qué me hacen sus ojos? Ella
negó con la cabeza- A veces. Esta noche no. No espero a nadie.
- Entonces estaría encantada de disfrutar de tu compañía.
- ¿Me contarás algo?
- Si puedo -dijo Vance inmediatamente.
- ¿Qué sucedió esta noche? -preguntó Mae, con mirada penetrante e
imparable.
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CAPÍTULO DIEZ
- Volveré dentro de media hora -Martin parecía indeciso mientras Kate cogía
un montón de periódicos recién impresos de sus brazos y empezaba a caminar
hacia la puerta lateral del Golden Nugget. El sonido alegre del piano era tenue,
pero todavía audible... un recordatorio incómodo de las escandalosas actividades
que se desarrollaban en su interior.
- Iré directa al piso de arriba, así es que no tienes de qué preocuparte -contestó
Kate como si pudiera leer la mente de su padre- Uno de mis amigos llevará abajo
los periódicos y los dejará en el bar. Sólo haré una visita, y observaré la ventana
hasta que vuelva. Estaré bien.
- No estoy totalmente seguro...
- Cuando Jessie estaba aquí, recuperándose de sus heridas, venía todos los
días y casi cada tarde. Estuve absolutamente segura.
- Esas eran circunstancias extraordinarias. Tú ayudabas a cuidarla -Martin
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hace feliz -negó con la cabeza- Nunca pensé que vería las cosas que he visto
aquí... Hombres matando a otros hombres por una bolsa llena de polvo de oro,
mujeres trabajando para ellas mismas y sobreviviendo, la naturaleza reclamando
vidas como si fuera un sirviente despiadado de un Dios vengador. La felicidad
puede ser una cosa extraña. Si ella te da eso, y tú a ella, eso es un regalo.
- Ella lo hace -Kate besó su mejilla- Ahora, vete o llegaremos tan tarde que
seguramente Madre querrá saber dónde estábamos.
Con esa amenaza pendiente en el aire, Martin esperó a que Kate entrara en el
edificio y entonces se fue corriendo.
Kate subió por la escalera de servicio hasta el vestíbulo del segundo piso y fue
directamente a los aposentos de Mae. Conocía los hábitos de Mae de las semanas
que había pasado en esas mismas habitaciones cuidando de Jessie, así que se
sorprendió cuando nadie contestó s su golpe en la puerta. No obstante, ella sabía
dónde estaría Mae y se dirigió a encontrarla.
Ella saludó con una leve inclinación de la cabeza a algunas de las jóvenes que
tenían sus habitaciones a lo largo del pasillo y las dejó atrás mientras empezaba a
bajar las escaleras. Rápidamente, escudriñó la sala abarrotada. Cuando alcanzó
el primer piso y todavía no había encontrado a Mae, decidió dejarle los
periódicos a Frank y regresar por donde había venido. Casi había alcanzado el
final del bar al fondo de la habitación, donde había congregada una buena
cantidad de hombres, cuándo fue detenida por una mano en su brazo.
- ¿Puedo ayudarla en algo, señorita? -preguntó un hombre. Llevaba el pelo
negro brillante, engominado hacia atrás y su grueso bigote extravagantemente
rizado. Vestía un traje oscuro con una corbata negra de raso, un chaleco de
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terciopelo color café, y tenía un destello de valoración en sus ojos destello de luz
en sus ojos.
- Gracias, pero no -dijo Kate cortésmente, dejando escapar algo más que un
ligero tono de Boston en sus palabras- Simplemente voy a darle esto a Mr.
Williams y me iré.
- Entonces, déjeme acompañarla -dijo él suavemente acomodando su mano en
la curva de su brazo- Phineas Drake -dijo inclinándose con una ligera
reverencia- A su servicio.
Kate inclinó su cabeza- Encantada de conocerle, Mr. Drake. Agradezco su
ofrecimiento pero puedo asegurarle que no es necesario.
Cuando trató de sacar su mano, él la cubrió con sus dedos y tiró de ella con
más fuerza contra su costado. Aunque no había nada verdaderamente
inapropiado en sus acciones, se sintió incómoda con la presión de su cuerpo
contra el de ella. Aún cuando se había mantenido reacia a la compañía de Ken
Turner, él raras veces había hecho nada más que levantar su mano hacia sus
labios.
No estaba acostumbrada a que alguien que no fuera Jessie estuviera tan cerca
de ella. En vez de dejarle ver su incomodidad, decidió que lo mejor era
completar su misión tan rápido como le fuera posible.
- Déjeme dejar esto en la barra y habré terminado.
- Quizás entonces me haría el honor de sentarse conmigo un rato. Es, sin duda,
la compañía más exquisita que podría esperar.
Kate logró depositar los periódicos, deslizando su mano de su agarre, y
apartarse. Se encaró con él con expresión distante- Lo siento. En realidad debo
irme.
Su rostro se endureció y dio un paso hacia ella.
- ¿Qué hay, Kate? -dijo Mae con una sonrisa pasando su brazo alrededor de la
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cintura de Kate- Siento el retraso. Batió sus pestañas mirando a Phineas- ¿No me
digas que tu partida ha acabado tan pronto? Espero que no hayas perdido
Él observó a ambas mujeres con los ojos entornados y después le dedicó una
sonrisa conciliadora- No, de ningún modo. Simplemente me levanté a estirar las
piernas cuando tuve la fortuna de encontrarme con esta belleza -levantó la mano
de Kate y rozó sus labios sobre sus nudillos, sus ojos se posaron en sus pechos-
Quizás, mi dulce Mae, apoyarás mi humilde súplica para que esta hermosa dama
me honre con su compañía durante un rato.
- ¿Y dejarás que las cartas se enfríen? -sutilmente, Mae apartó a Kate- Tendrás
mucho tiempo para tener compañía cuando hayas aligerado de los bolsillos de
esos caballeros ansiosos una buena cantidad de monedas -en voz lo
suficientemente baja para que Drake la oyera, Mae dijo- Simplemente continúa
andando y finge que me estás contando una historia de lo más divertida.
Kate adoptó una sonrisa brillante mientras se iba rápidamente con Mae,
sintiendo los ojos del jugador grabados a fuego en su piel- Lo siento. Espero no
haberte creado ningún problema.
- Para nada -dijo Mae con aspereza, aunque su sonrisa no vaciló- Disfruté
desbaratando sus planes -tiró de Kate hasta debajo de las escaleras- ¿Qué
demonios estás haciendo aquí?
- Acabo de llegar...
Una voz profunda dijo serenamente- Estaría encantada de desengañar a ese
caballero sobre cualquier intención que tuviera respecto a ustedes, si las señoras
así lo requieren.
Kate se apartó de Mae y miró directamente a los ojos más intensos y más
oscuros que había visto nunca. Por un breve instante vio en ellos generosidad,
cálida comprensión y algo más que un poco de temperamento. Sonrió,
reconociendo un poquito de Jessie en la atractiva desconocida. Fue algo más que
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la manga discretamente doblada lo que le hizo pensar que esta era la mujer de la
que Mae le había hablado. Como Jessie, usaba su vestimenta poco habitual con
una soltura natural, como si cualquier otra cosa resultara extraña para ella.
- Nosotras… las damas -dijo Mae con picardía, aunque su tono era juguetón-
Somos realmente capaces de manejar a una serpiente de dos piernas si es
necesario.
- Parece realmente interesado en vosotras -desde su lugar en las sombras,
Vance había visto al hombre observando a Mae y Kate con evidente intención
mientras se alejaban apresuradamente. Su expresión era ávida y contrariada, y
ella reconocía a un hombre peligroso cuando lo veía- Ten cuidado con él.
Mae pasó sus dedos de arriba abajo por la solapa del gabán de Vance- Lo haré
-dejó que su mano se demorase un instante sobre el pecho de Vance mientras
señalaba a Kate- Ésta es mi amiga Kate Beecher. Kate, ella es nuestra nueva
doctora. Vance Phelps.
- Encantada de conocerla, Srta. Beecher -dijo Vance dicho, inclinando la
cabeza ligeramente.
- Oh, yo también. Siento si le hemos causado alguna preocupación -miró a
Mae- En realidad te estaba buscando para saludarte. Jessie está ausente de nuevo
y estaba ayudando a mi padre. Pensé podría dejar los periódicos y encontrarme
contigo arriba.
- Esta noche he bajado pronto -suspiró Mae contrariada- Ya veo que vamos a
tener que hacer algo contigo si sigues insistiendo en venir de visita.
Kate sonrió- Bueno, ya que eres una de mis mejores amigas, diría que eso es
bastante probable.
- Y como no pareces muy dispuesta a quedarte esperando arriba, tendremos
que asegurarnos de que no te moleste nadie -Mae frunció el ceño- ¿Saben tus
padres que estás aquí?
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amenaza para ella, no tendría tiempo suficiente para hacer ninguna otra cosa. Y
Mae no quería darle a Vance el papel de protector. Ella había tomado sus
decisiones, y soportaría las consecuencias que se derivaran de ellas. Podía ver la
preocupación en los ojos de Vance, aunque su expresión estaba tranquila. Más
que tranquila. Mae se imaginó que Vance se vería así antes de una batalla. Sin
miedo, decidida, quizá incluso preparada para morir. Ese pensamiento la asustó
más que cualquier riesgo que pudiera correr ella misma- Prométeme que no
intentarás darle una lección.
- Si lo hiciera, puedes estar segura de que no volvería a acercarse a ti.
- No -Mae negó con la cabeza vigorosamente y dijo la única cosa que sabía
que Vance aceptaría, aunque significara no preocuparse por su seguridad- No
puedes hacer eso. Porque si los hombres empiezan a pensar que nos opondremos
a lo que quieren y a lo que piensan que es su derecho, entonces ninguna de
nosotras estará a salvo.
Vance apartó la mirada y apretó la mandíbula. Después de un momento,
asintió con la cabeza- Entiendo.
Kate observó el cambio, y aunque no pudo oír el intercambio de palabras entre
ellas, podía sentir las oleadas de ira que manaban de la doctora. También pudo
ver el miedo, apenas disimulado, en la cara de Mae. Eso era algo que no había
visto antes. Aunque sabía que la vida de Mae era dura, peligrosa y quizás, de
alguna forma inimaginable, era algo que no dejaba que vieran los demás. El
hecho que ella no lo hiciera, o no pudiera, ocultarlo ahora, hizo que Kate tuviera
miedo por primera vez.
- Por favor, no pienses que me comporto como una tonta...
- Oh cariño -dijo Mae con una leve sonrisa- Tú no has hecho nada. El hecho
que una mujer entre en una habitación no debería hacer pensar a los hombres que
está para darle placer. Ni siquiera aquí.
Radclyffe Promising Hearts
- Lo que debería ser, no es siempre lo que cuenta -dijo Kate en voz baja.
- Pues debería serlo -dijo Vance en con voz grave. Tomó la mano de Mae- Si
estás segura de que estarás bien, acompañaré a Miss Beecher a su destino.
Tras un breve instante, Mae presionó la palma de su mano contra la mejilla de
Vance- Vete. Y no te olvides de comer algo.
- Oh -dijo Kate rápidamente- Estaría encantada de ofrecerle algo en mi casa.
Bueno, en casa de mis padres.
- No quiero molestar, no...
- Por favor, es lo menos que puedo hacer -Kate se rió- Aunque, debo
advertirle, que mi madre tiene muchas ganas de conocerla. Indudablemente, ella
le aburrirá con preguntas.
Vance consideró disculparse, porque lo último que quería era una reunión en
la que tendría que mostrarse educada y conversadora.
Había estado utilizando el trabajo como excusa para rechazar las frecuentes
invitaciones de pacientes y conocidos para tomar té o cenar desde su llegada en
la ciudad. Sin embargo, este ofrecimiento era tan sincero, y la mirada de Mae de
alivio era tan evidente que no pudo rechazarla- Es muy amable de su parte.
Gracias.
- Bien -dijo Mae enérgicamente- Ahora salid las dos de aquí -ella le sonrió a
Vance- Ten cuidado.
Vance mantuvo la mirada fija de Mae- Y tú también.
- No, Dra. Phelps. Parece que no lo soy -Kate ralentizó el pasó cuando
entraron en el camino hasta casa de sus padres- Si no hubiera venido a este lugar,
todavía podría ser de mente cerrada e implacable con las cosas que no
comprendiera.
-No sé porqué, pero lo dudo. Se necesita algo más que un cambio de ambiente
para cambiar la esencia de quién somos y en lo que creemos.
- Tiene razón -dijo Kate con aire pensativo- Es más algo más que simplemente
mi llegada aquí. Es que llegué aquí y me encontré a mi misma -sonrió a Vance-
Y encontré la única cosa que tiene importancia para mí.
- Desde luego. ¿Y qué es?
- El amor, Dra. Phelps. Encontré a mi amor -Kate se cogió del brazo de
Vance- Por favor, entre y le presentaré a mi madre.
- Será un placer.
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO ONCE
molestó en intentar suprimirla. Durante meses no había habido nada más que el
dolor, hasta el punto de que el dolor era lo único que sentía.
Ahora, era simplemente el telón de fondo sobre el cual se desarrollaban los
acontecimientos de su vida diaria.
-Encantada de conocerla, Mrs. Beecher -dijo Vance. Miró a las otras dos
mujeres y sonrió amablemente, como si estuviera de nuevo en el salón de la
mansión de la piedra, en el corazón de Filadelfia, donde había nacido y crecido-
Señora Mason,… Rose…. Es agradable volver a verlas.
- Sí, muy agradable -dijo Clarissa Mason serenamente.
- Oh, siéntese y tome un té -dijo Rose, pegándose más su madre en el sofá para
hacerle sitio.
Vance se quedó de pie, esperando que la dueña de la casa diera a conocer sus
deseos. Observando el intercambio de palabras, Martha Beecher estaba muy
confundida no sabiendo cómo reaccionar. No había ninguna duda de que la
mujer que estaba frente a ella había sido criada en el seno de la alta sociedad. Era
evidente en cada línea de su rostro y en cada inflexión educada de su voz. A
pesar del extraño vestuario, incluso chocante, se mantenía erguida como si
estuviera en la recepción de un evento ceremonioso, dando la bienvenida a la
elite de sociedad con apenas un leve indicio de complaciente superioridad. Oh,
Clarissa Mason claramente la había infravalorado, pero, ¿cómo podía esperarse
que Clarissa pudiera reconocer a alguien del estatus social de la doctora?
Clarissa podría ser la esposa del banquero, pero era la esposa de un banquero
de New Hope, Montana y estaba muy lejos de la alta de sociedad del Este.
Indudablemente, Clarissa se había fijado en la apariencia extravagante de la
recién llegada y no había visto más allá. Martha se puso de pie para saludar a su
invitada.
- Por favor, siéntese, Dra. Phelps. Estoy muy contenta de tener por fin la
Radclyffe Promising Hearts
Vance volvió caminando al hotel a través de las calles oscuras, aliviada por
haber dejado una reunión que parecía extraña para ella. No se había dado cuenta
de lo poco que encajaba en esas reuniones sociales hasta que las había
abandonado, primero pasando a un plano secundario cuando comenzó sus
estudios y, finalmente por completo cuando se había ido a la guerra. Nunca se
había sentido completamente a gusto con las convenciones y restricciones que
su sexo y su posición social habían impuesto para ella, de niña y como una joven
mujer. Mientras su madre vivió, ella había hecho todas las cosas normales que
una señorita bien educada debía hacer, incluyendo asistir a los acontecimientos
sociales exigidos con jóvenes de su clase. Entonces, sus momentos más felices
habían sido los veranos que pasaba en la hacienda de su familia. Su madre
prestaba mucha menos atención a sus idas y venidas entonces, y ella podía
montar a caballo, ir a cazar, y jugar a las cartas, en secreto, con su hermano y sus
Radclyffe Promising Hearts
La habitación era mucho más pequeña y más simple que la de Mae, aunque
estaba limpia y bien amueblada, con una cama, un tocador, una silla, e incluso
una pequeña estantería para libros colocada en una esquina. Lettie, tenía el
cabello oscuro, estaba pálida, y claramente asustada. Estaba acostada, debajo de
una delgada manta hecha con trozos de varios colores. Vance se quitó el gabán y
lo dobló sobre el respaldo de una silla cercana. Empujó hacia arriba el puño de la
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camisa, que nunca llevaba abotonaba y deslizó su brazo sobre el pecho mientras
se acercaba a la cama.
- Hola, Lettie, ¿me recuerdas?
La jovencita asintió con la cabeza- Usted estuvo antes aquí, con Mae. Es la
doctora.
- Eso es. ¿Tienes algún dolor?
Lettie negó con la cabeza.
- ¿Y antes? ¿Ha ocurrido cualquier cosa fuera de lo normal?
De nuevo negó con la cabeza.
- Está bien, ¿Y el sangrado? ¿Cuándo lo notaste?
Lettie lanzó una mirada insegura en dirección a Sissy- Sigue niña, cuéntaselo
-dijo Sissy con un poco de impaciencia.
- Hace más o menos tres días -dijo Lettie en voz baja.
Vance miró a Sissy- ¿Querrías llenar una palangana de agua, por favor?
-después sonrió cálidamente a Lettie- Bien, ahora, voy a echarte un vistazo y
después hablaremos. ¿De acuerdo?
- Sí - susurró Lettie.
Vance fue al aparador y usó una pastilla de jabón y el agua que Sissy le había
preparado para lavarse la mano. Era consciente de que Sissy la miraba con
curiosidad, y mientras alcanzaba la toalla y se secaba la mano, apoyándola
contra su pecho, miró a Sissy a los ojos- Debes decirles que no esperen cuando
tengan algún problema. Vendré siempre. No tienen nada que temer.
En silencio, Sissy cogió la toalla y terminó de secar la mano de Vance.
Cuando Vance intentó apartarse, ella negó con la cabeza- Yo lo haré más
rápidamente.
Mientras acariciaba cuidadosamente cada dedo, dijo- Las chicas que están
enfermas no pueden trabajar y suelen acabar de patitas en la calle.
Radclyffe Promising Hearts
Vance negó con la cabeza- Ningún pero. Es importante -se levantó y siguió a
Mae al pasillo. Habían pasado menos de dos horas desde que la había visto por
última vez, pero se dio cuenta de que la había echado de menos.
- Gracias por venir -dijo Mae.
- No tienes por qué agradecérmelo -Vance resistió el impulso de tomar entre
sus dedos un bucle dorado que se había escapado de la masa de rizos y ahora
estaba descansando tentadoramente sobre el pecho de Mae. Se movía con cada
respiración, como una invitación burlona, bailando sobre su piel de marfil.
Mae siguió la dirección de la mirada fija de Vance, preguntándose cuanto de
consciente era Vance de lo que transmitía su mirada. A pesar del agradable
revoloteo en el estómago que le provocó ese pensamiento, era algo que era mejor
dejarlo para otro día. Ahora había cosas más importantes de las que ocuparse-
¿Qué le ocurre?
- Posiblemente nada. Ha tenido un poco de sangrado, pero no es algo
infrecuente a estas alturas del embarazo -Vance observó a un hombre bien
vestido, con un traje, acompañar a la pelirroja Annie por el pasillo y desaparecer
en una habitación- Pero podría ser la primera señal de algo serio. Necesita
reposo absoluto en la cama, al menos durante los próximos días.
- Me encargaré de ello. -Mae trazó una línea con sus uñas de arriba abajo por
el antebrazo de Vance, que estaba desnudo por debajo del puño arremangado de
su camisa. Sonrió al ver que Vance se estremecía visiblemente- Tal vez puedas
pasar a examinarla mañana antes de la cena.
- Lo haré -dijo Vance con voz ronca, aturdida por la corriente de excitación
que corrió a través de ella.
- Bien -dijo Mae, sonriendo dulcemente- Ahora vete a casa -rozó la mejilla de
Vance fugazmente- Y que tengas dulces sueños.
Vance se apoyó contra la pared observando a Mae mientras se alejaba,
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO DOCE
que Jessie ya estuviera aquí a estas horas Dijo que vendría a la ciudad en cuanto
trasladara a los caballos desde las tierras altas
La expresión de Martha se ensombreció ligeramente- Tu padre y yo siempre
estamos encantados de tenerte aquí, así que puedes quedarte otra...
- No es por eso. Jessie siempre cumple lo que me promete -dijo Kate con los
ojos brillantes- Ella dijo que estaría aquí hoy. La única razón por la que no
estaría sería por qué ha pasado algo.
- Estoy segura de que te estás preocupando por nada -dijo Martha con desdén-
Ha estado fuera en esos… rodeos… con mucha frecuencia últimamente.
- Creo que no entiendes como es la vida realmente fuera de los límites de esta
pequeña ciudad -la ansiedad hizo que Kate olvidara su paciencia habitual, el
menosprecio que hacía su madre de su preocupación por Jessie ... y aún peor, su
constante desaprobación de su vida juntas... la hizo enfadarse- Podría estar
heri…
- Sé bastante de las cosas que pueden suceder ahí fuera -contestó Martha
bruscamente- Viajé durante semanas a través de este territorio infernal en esa
diligencia inmunda igual que tú y tu padre, solo que para mí no fue la gran
aventura de mi vida -recorrió la cocina con la mirada, era grande para los
estándares de New Hope pero humilde en comparación con lo que ella estaba
acostumbrada- Me esfuerzo por hacer de este lugar mi casa, sólo para encontrar
que mi hija me ha abandonado por una vida que...
- Por una vida que me hace feliz -dijo Kate suavemente. Se acercó a su madre
y tomó su mano, apretándola ligeramente- Y no te he abandonado. Estoy justo
aquí. Quiero que vengas al rancho y veas por ti misma cómo es mi casa. Es
hermosa.
Martha suspiró y asintió con la cabeza- Bien. Lo haré.
- Y quiero que te alegres por mí.
Radclyffe Promising Hearts
Kate dejó a un lado su taza de té y se giró en el sofá para quedar frente a Mae.
Radclyffe Promising Hearts
de este tamaño, imaginaba que habría bastantes nacimientos. Eso debe querer
decir que una gran cantidad de mujeres dan a luz sin ninguna asistencia
cualificada, estoy segura de que Caleb no puede atenderlas a todas.
- Nunca pensé en eso -murmuró Kate- En Boston, no se hablaba mucho de
estas cosas. Parecía que simplemente... ocurrían.
Vance se rió suavemente- Sí, la concepción y los aspectos prácticos del parto
tienden a permanecer como un misterio en la alta sociedad. Pero te puedo
asegurar que muy pocas mujeres intentarían dar a luz sin la presencia de una
comadrona.
- ¿Exactamente, que es lo que hace la comadrona?
Apoyando un hombro contra la pared, Vance dijo- Bueno, en las primeras
etapas, la comadrona supervisa la evolución del embarazo, averiguando sobre la
salud general de la madre y cosas así. Más cerca del parto, ella realiza los
exámenes de rutina para juzgar la posición del niño y determina si todo está a
tiempo. Después, por supuesto, durante el parto, auxilia a la madre hasta y
durante el momento del nacimiento.
- Parece muy importante.
- Oh, lo es. La mayoría de médicos no llegan al parto hasta el último minuto.
Las comadronas realizan un servicio inestimable- Vance se enderezó- Vamos a
ver a Lettie.
Una vez en la habitación, Kate observó con atención mientras Vance
preguntaba a la jovencita sobre su salud y examinaba cuidadosamente su
abdomen.
De vez en cuando, Kate hacía alguna pregunta y Vance contestaba con
precisión y sin prisa- Aquí -dijo Vance, alcanzando la mano de Kate. La puso en
la barriga de Lettie y cubrió los dedos de Kate con los suyos. Apretando
ligeramente los dedos de Kate, dijo- ¿Sientes eso? Es la cabeza -Kate contuvo su
Radclyffe Promising Hearts
aliento, intentando ver a través de las puntas de sus dedos mientras Vance movía
su mano lentamente sobre el embarazado abdomen de Lettie.
- Y aquí, eso es probablemente el trasero del bebé.
- Oh -Kate se quedó con la boca abierta, asombrada. Dio un respingo cuando
sintió un golpe bajo sus dedos. Miró fijamente a Vance con los ojos muy abiertos
- Ella se ha movido.
Vance sonrió ampliamente- Ella, o él, efectivamente lo ha hecho. En esta
etapa, más o menos sobre a los siete meses, el bebé está muy activo -Vance miró
a Lettie- ¿No es cierto?
Lettie asintió con la cabeza vigorosamente, no estaba acostumbrada a que
alguien le prestara tanta atención- Algunas veces me mantiene despierta toda la
noche.
- ¿Cómo puedes saber lo avanzado que está el embarazo? -Kate pensó que
nunca había sentido nada tan milagroso y, en ese momento, se dio cuenta de que
nunca había conocido a nadie, aparte de Jessie, tan apasionante como Vance
Phelps.
- Hay cantidad de cosas -dijo Vance poniéndose de pie- Si quieres te lo
contaré después de que hayamos terminado aquí.
- Sí -dijo Kate inmediatamente- Sí. Me gustaría mucho.
Con delicadeza, Vance cubrió a Lettie con la sábana- Lo estás haciendo bien.
Un par de días más, y si no hay más sangrado, podrás levantarte otra vez. Pero
sin hacer ningún esfuerzo. ¿De acuerdo?
- Sí. ¿Volverá otra vez? -preguntó Lettie.
- Sí, dentro de dos días. Se dio la vuelta y se sorprendió al ver a Kate
tendiendo su abrigo. Metió su brazo en la manga y esperó, tímidamente,
mientras Kate lo deslizaba hasta y lo acomodaba en su lugar- Gracias.
- Soy yo la que debería darte las gracias -dijo Kate mientras caminaban hacia
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO TRECE
Kate a Vance.
- Pensé que podríamos necesitar su ayuda -dijo Vance.
- Puede que tengas razón - contestó- Kate, no tendremos tiempo para el frasco
de sales.
Se adelantó dos pasos con firmeza- No me desmayaré. Solo dígame que tengo
que hacer.
- Trae algunos vendajes más de la caja que está allí -dijo haciendo un gesto
con la cabeza. Se dirigió a Vance, hablando por encima de su hombro- Tiene una
bala alojada en la espalda y ha perdido mucha sangre. Tenemos que sacarla y
tenemos que hacerlo rápido. Creo que eres la más adecuada para hacerlo..
Vance no se molestó en examinar a Jed pero le tomó la palabra a Caleb.
Se quitó el gabán y sacó su maletín quirúrgico del armario donde lo había
puesto cuando llegó a New Hope. Lo puso encima de una mesa cercana y lo
abrió rápidamente. No era el mismo juego que había usado esa mañana en
Appomattox, sino un juego de repuesto que había traído de casa después de
perder el suyo. Por un instante, el brillante instrumental le pareció
completamente extraño. Cogió una reluciente sonda de plata, y al sentir su tacto
todo regresó a su mente. Sintió temblar el suelo con el tronar de los cañones, olió
la pólvora y la sangre en el aire, se estremeció bajo el peso de los moribundos.
Mae cubrió a la mano de Vance con la de ella- Por qué no me dices cuáles vas
a necesitar, y yo los prepararé mientras examinas a Jed.
Vance se quedó mirando la mano de Mae, aturdida por como su calidez
penetraba a través del frío que se apoderaba de ella. La voz de Mae era suave, y
sin embargo traspasó la algarabía de sonidos que la acribillaba. Su voz sonó a
penas como un susurro- Gracias.
- No hay nada que agradecer- dijo Mae enérgicamente, aliviada al ver que
regresaba un poquito de color a la cara de Vance. Cuando había metido la mano
Radclyffe Promising Hearts
en el bolsón de cuero, se había puesto blanca como la cal y sus ojos se habían
vuelto vacíos, como si su cuerpo todavía estuviera allí pero su alma hubiera
desaparecido. Había sido lo más aterrador que Mae había visto nunca. Lo único
que se le ocurrió hacer fue tocarla, intentando traerla de vuelta, sin importar a
que infierno se había visto arrastrada- ¿Cuáles, Doc?
- Todas... las sondas. Y los fórceps... esas son las pinzas... Allí -Vance se
aclaró la garganta, su voz sonaba más firme- Si pudieras abrir ese frasco...Sí,
aquél... y el echar un poco de desinfectante sobre mi mano. Y mi manga... si
pudieras enrollarla, por favor.
Rápidamente, Mae se encargó de la camisa de Vance y después desenroscó el
tapón del pequeño frasco. Al sentir la primera vaharada se echó para atrás con
repugnancia- Dios mío. ¿Quieres que eche esto sobre tu piel?
- No me hará daño -dijo Vance, manteniendo su mano en alto, sobre una
palangana cercana. Sigue y viértelo.
- El whisky habría servido lo mismo -comentó Caleb.
Vance asintió con la cabeza- Puede que tenga razón -sacudió su mano y se
acercó a la mesa- Déjame ver.
Con mucho cuidado, Caleb apartó el apósito, y la sangre brotó
inmediatamente del orificio próximo al omoplato de Jed. Rápidamente volvió a
poner la compresa sobre la herida con gesto grave- El sangrado podría detenerse
si sujeto esto aquí el tiempo suficiente, pero la bala seguirá estando dentro.
Ambos sabían que dejar la bala en su interior podría provocarle una infección
e incluso la muerte. Desafortunadamente, al ritmo al que sangraba la herida, Jed
podía morir desangrado antes de que consiguieran sacarla.
- ¿Le has dado algo? -preguntó Vance.
- No tuve que hacerlo. No sabe nada de lo que está pasando.
Caleb retiró el vendaje empapado de sangre y tendió una mano ensangrentada
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hacia Kate- ¿Puedes darme otro, querida? Simplemente ten uno preparado en
todo momento.
- Aquí tiene -Kate le tendió el paño, poniendo mucho cuidado en no mirar la
cara de Jed. Se había dado cuenta de que si se concentraba en la herida y en lo
que tenía que hacer, podía mantener a raya el miedo y el horror que sentía. Si
pensaba que el hombre indefenso que estaba sobre la mesa era Jed, el hombre
bondadoso y amable que le había dado la bienvenida en el Rising Star como si
ella formara parte de la familia, creía que podría echarse a llorar en cualquier
momento. Ni siquiera podía plantearse la terrible pérdida que supondría para
Jessie que Jed muriera. No podría pensar en todo eso y servir de ayuda. Y ella
estaba dispuesta a ayudar a salvar a ese hombre que tanto le importaba y que
significaba tanto para su Jessie.
- Caleb, -dijo Vance, presionando cuidadosamente con los dedos los fuertes
músculos a lo largo de la columna vertebral de Jed- Si tú mantienes fija la sonda
una vez localice la bala, la seguiré con los fórceps y la extraeré.
- Solo tienes que indicarme el lugar correcto -gruñó Caleb- Kate, estate
preparada para limpiar la sangre porque no vamos a poder ver absolutamente
nada. Mae, tú nos darás el instrumental.
Ambas mujeres asintieron. Mae observó como Vance seleccionó una sonda
de plata de diez pulgadas de largo y más o menos como su dedo meñique de
gruesa. Se estrechaba en una punta redondeada en cada extremo. La mano de
Vance era firme, su rostro sereno pero decidido. A pesar de las terribles
circunstancias, Mae no podría dejar de pensar en lo hermosa que era. Sus ojos se
encontraron con los de Vance y se miraron fijamente- Simplemente dime lo que
necesites.
- Esta puede ser demasiado gruesa. Ten preparada la del siguiente tamaño.
- Sí -Mae lo buscó mientras Vance se inclinaba sobre Jed.
Radclyffe Promising Hearts
Pasó su brazo su brazo por debajo de Jed- Vosotras coged su brazo y le dais la
vuelta hacia vosotras cuando lo levante.
Una vez que Jed estuvo boca arriba, Mae cogió una manta del armario que
estaba contra la pared, y ella y Kate la extendieron sobre él.
- Jessie está en la otra habitación- dijo Kate- Está herida. ¿Podría verla ahora?
- Por supuesto. Ve por ella.
Cuando Kate regresó a la antecámara, Jessie se puso de pie de un salto, con la
cara blanca como la cal- ¿Kate?
Con una sonrisa en su cara, Kate se acercó rápidamente a ella- Está vivo. Le
han sacado la bala.
- Oh Dios,-dijo Jessie suspirando, cerrando los ojos. Habían cabalgado más de
veinticuatro horas sin parar por comida o agua. El estrés y el miedo hicieron
mella, y se tambaleó.
- Ven aquí -dijo Kate rápidamente, pasando su brazo alrededor de la cintura de
Jessie- Necesitas atención. Ven a la otra habitación y deja que el Dr. Melbourne
te examine.
- Los caballos. Tengo que atender a los caballos. Necesitan descansar y ser
alimentados.
- Y tú también -dijo Kate firmemente- Ahora no discutas. En cuanto me
asegure de que estás atendida te prometo que me encargaré de que tus caballos
estén atendidos.
- Charlie. Charlie Baker bajó con nosotros. Debe estar fuera en alguna parte.
Él puede hacerlo.
De repente Kate recordó haber pasado junto a un hombre, desmadejado en
una silla a lado de la puerta, en la oscuridad, en su frenética carrera hacia el
interior de la casa- Le encontraré. Ahora ven conmigo.
Demasiado cansada para pensar más, Jessie dejó que Kate la llevara de la
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mano a la habitación del fondo. Cuando vio a Jed, tumbado en la mesa, tan
quieto, con los ojos cerrados, con el pecho moviéndose apenas, se mordió el
labio para detener las lágrimas y apartó la mirada rápidamente.
- Es un hombre fuerte, como uno de esos caballos salvajes tuyos, Montana,
-dijo Mae- Él no vería con buenos ojos que dudaras de él -Jessie asintió con la
cabeza.
- Creo que ya no me necesitas aquí, ¿verdad Doc? -dijo Mae mientras Kate
comenzaba a desabotonarle la camisa de Jessie con suavidad. Había algo tan
privado en la forma en la que Jessie mantenía sus ojos fijos en la cara de Kate,
como si ella fuera toda la fuerza que necesitaba, que Mae tuvo que marcharse
dando media vuelta.
- No, estaremos bien -dijo Caleb distraído mientras rebuscaba en el armario
más suministros. Él no se dio cuenta de que Mae seguía el camino que Vance
había tomado algunos momentos antes y desaparecía por la puerta trasera.
Kate abrió la camisa de lana de Jessie, vio la mancha ensangrentada en la fina
camisa de algodón que llevaba puesta debajo, y gimió- Oh, Jessie.
- Estoy bien -dijo Jessie rápidamente, recobrando la compostura cuando se dio
cuenta de lo aterrador que eso debía ser para Kate- Apenas me rozó.
- Te rozó -murmuró Kate, ahuecando la barbilla de Jessie y acariciando su
mejilla con el pulgar- Eso es lo que importa.
- Pero no te preocupes -dijo Jessie, intentando no quejarse cuando Caleb
limpió la sangre seca de su costado con un paño húmedo.
- No seas tonta -Kate mantuvo una mano sobre el hombro de Jessie mientras
observaba al doctor trabajar. Sintió a Jessie temblar- Te amo. Tengo derecho a
preocuparme.
Si Caleb Melbourne lo escuchó, o le interesó, no dio muestra de ello. Por fin
se enderezó- Voy a tapar esto con un apósito. Debe cambiarse tres veces al día y
Radclyffe Promising Hearts
limpiar la zona -miró a Kate- Estoy seguro de que puedes encargarte de eso.
- Sí -dijo Kate firmemente.
- Nada de montar en un par de días.
- No lo hará -contestó Kate antes de que Jessie pudiera protestar.
Jessie hizo un gesto hacia Jed- ¿Cuánto tiempo necesitará quedarse aquí?
- No debería moverse en como mínimo una semana. Lo llevaremos al hotel o
donde Mae dentro de un día o dos.
- Necesito ir al rancho mañana para ver cómo van las cosas -dijo Jessie- Los
hombres estarán preocupados con todo esto.
Caleb frunció el ceño- Será mejor que no vayas a hacer ninguna locura. Puede
que tengamos aquí un buen cirujano pero eso no quiere decir que queramos tener
más pacientes -Jessie no dijo nada.
- Vamos a casa, Jessie -dijo Kate suavemente. Quería saber que había pasado
exactamente y lo que quería hacer Jessie al respecto. Pero de momento, lo único
que quería hacer era abrazarla.
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO CATORCE
hubieras hecho, por lo menos habría estado cerca del médico. ¿Dónde está tu
chal?
- Salí bastante aprisa de mi cuarto, si recuerdas -resultaba difícil para Mae ver
la cara de Vance ya que la luna estaba oculta por los nubarrones. Aún así, podía
ver lo suficiente como para saber que Vance había estado estando bajo la lluvia
durante mucho tiempo. Llevaba el pelo pegado a la frente y al cuello, y el abrigo
con el que Vance la había cubierto estaba empapado. Mae colocó su mano sobre
el pecho de Vance- Estás calada hasta los huesos.
- Igual que acabarás tú si sigues aquí mucho tiempo -Vance tomó a Mae por el
brazo y la guió por el callejón hacia la calle mayor- Deberías ir directamente a
casa y entrar en calor. Tomar un té y calentarte al fuego o…
- ¿Y mientras yo estoy calentándome y poniéndome cómoda, tú qué piensas
hacer exactamente? -Mae se paró y soltó su brazo bruscamente, y enfrentó a
Vance en la calle- ¿Caminar hasta encontrar la muerte?
-No creo. He vivido a la intemperie con climas peores que este durante más
tiempo...
- Estoy segura de que lo has hecho. Estoy segura de que has visto cosas que
nadie podría comprender aunque se lo explicaras -dijo Mae bruscamente- Pero
no tiene por qué ser así ahora -tomó la mano de Vance y agarró sus fríos dedos.
No necesitaba verla para saber que aquello que la había atormentado en la
consulta de Doc, todavía estaba afectándola. Su voz sonaba hueca, como si
tuviera que obligar a las palabras a salir de algún lugar profundo- Ven conmigo y
permíteme preparar un té para las dos.
Vance vaciló, todavía se sentía atrapada entre dos mundos, una parte de ella
estaba atrapada por las imágenes de la batalla, la otra se sentía atraída por la
fortaleza y la ternura del toque de Mae. Sintió a Mae temblar de frío, y tomó una
decisión- Si tienes whisky para acompañar el té, me vendría bien un poco.
Radclyffe Promising Hearts
estaba fría pero la sangre caliente palpitaba justo debajo de su suave piel. Ese
inconfundible latido de la vida hizo más patente el vacío en su interior, y se dio
cuenta de lo sencillo que sería alimentarse de la fuerza de la pasión de Mae,
tomándola, sin tener nada que ofrecer a cambio.
- Deberías subir y tomar un baño. Para entrar en calor…
- Creo que podría -dijo Mae, intentando descifrar la expresión melancólica en
el rostro de Vance. Sus cuerpos estaban casi tocándose, y el lento roce de los
dedos de Vance sobre su piel subió la temperatura de lugares que las caricias
más exigentes que ella había tenido que soportar de otros, no habían despertado.
Podía regresar al salón, de vuelta al ruido y la masa de cuerpos y tener sexo sin
sentido, o podía dejarse llevar y explorar cuidadosamente esto que flotaba entre
ellas un poco más- Ven conmigo.
Vance se quedó sin aliento, no por la invitación inesperada si no por la imagen
que apareció en su mente casi instantáneamente. La pálida piel de Mae brillando
tenuemente con gotitas de cristal a la luz de lámpara, sus párpados
lánguidamente cerrados por el calor. Dejó caer su mano pero no pudo alejarse
del peligro. Mae estaba tan cerca de ella que podía sentir el contorno del cuerpo
de Mae inclinándose sobre el suyo- Yo... no puedo.
Sintiéndose valiente por la tormenta que se desencadenaba alrededor de ellas
y por la terrible tensión que de lo que acababan de hacer por Jed, Mae rozó los
labios de Vance con su boca. Fue un beso fugaz, pero sin duda alguna fue un
beso- Entonces sube las escaleras y tómate esa bebida.
Cuando Mae se dio vuelta y empezó a subir las escaleras, un helor más frío
que la noche, envolvió a Vance con tal rapidez que se estremeció. Miró escaleras
arriba, y cuando Mae hizo una pausa sobre el rellano mirando hacia a ella, la
siguió.
Radclyffe Promising Hearts
- No quiero dejarlo aquí solo -dijo Jessie de pie en la puerta del consultorio del
doctor y quedándose con la mirada fija fuera en la lluvia. Doctor Melbourne les
había dicho que se marcharan que allí no tenían nada que hacer de momento.
Charlie había estado esperando y, después de conocer el estado de Jed, había
salido a tratar con los caballos- Te acompañaré a casa de tus padres y después
regresaré.
- No harás nada de eso -dijo Kate, echándose el chal sobre los hombros. Se dio
cuenta de que Jessie parecía indiferente a las inclemencias del tiempo, pero Kate
se temía que fuera más por el shock que por su fortaleza. La única vez que había
visto a Jessie tan conmocionada había sido cuando ella había estado enferma con
la gripe el invierno pasado, y sabía perfectamente que Jessie era capaz hundirse
por la preocupación. Kate tenía toda la intención de no dejar que eso sucediera
ahora- Caleb dijo que él no despertará hasta mañana como muy pronto, pero si
estás empeñada en quedarte, nos quedaremos las dos.
- No podemos hacer eso. Tus padres no saben dónde estás. Estarán fuera de sí
-Jessie se encogió de hombros y salió cerrando la puerta, que estaba entornada
para impedir la lluvia entrara en el cuarto. Su camisa se empapó inmediatamente
pero no le prestó atención. El frío cortante parecía poner en su sangre en
circulación. En medio de toda la preocupación, se había sentido entumecida.
Cuando su padre había muerto en una estampida, había pasado tan rápidamente
que el dolor había sido una cuchillada rápida en su corazón.
Ahora... observar como la vida de Jed se escapaba, la estaba matando poco a
poco. Lo único que había experimentado que fuera peor fue cuando Kate había
estado enferma, y eso aquello fue como sentirse morir. Pasó sus dedos sobre la
mejilla de Kate- Además, tú deberías descansar un poco.
Radclyffe Promising Hearts
este momento con Kate en sus brazos- Si tú no estuvieras aquí conmigo ahora
mismo, creo que no podría hacerlo hasta mañana.
Kate besó la base de su garganta, y después colocó su mejilla contra el pecho
de Jessie- Podrías. Pero no tienes que hacerlo. No tienes que hacerlo siempre.
Con un suspiro, Jessie colocó su brazo alrededor de los hombros de Kate-
Vayamos a alguna parte y salgamos de esta lluvia. Creo que me sentiré mucho
mejor si puedo abrazarte.
- Sé que yo lo haré -murmuró Kate.
- Señor -dijo Jessie entre dientes mientras dejaban el refugio del porche y
salían a la calle- Creo que será mejor que vuelvas dentro, y yo iré a ver si puedo
encontrar algo, no puedes ir andando a casa de tus padres con el tiempo así.
- ¿Por qué no miramos en el Nugget? Allí debe haber alguien que sepa quien
tiene un carruaje. Probablemente mi padre esté en la oficina del periódico, pero
supongo que vendría andando.
- Entonces te quedas e iré al salón.
- Tiene más sentido que te acompañe, por si encontramos a alguien que pueda
llevarnos -Jessie vaciló por un momento, no quería someter a Kate al
desagradable ambiente del salón, pero podría entender la sugerencia de Kate-
Bueno, vamos -se quitó su sombrero de vaquero y lo puso en la cabeza de Kate-
Podría ayudar un poco.
Riéndose, Kate levantó la mano y sujetó el ala del sombrero extraño para ella-
Ahora te mojarás tú en mi lugar.
- Yo estoy acostumbrada -Jessie puso un brazo alrededor de Kate e inclinó su
cabeza para evitar que el agua le entrara en los ojos. Mientras caminaban hacia el
salón intentó colocar su cuerpo de forma que el viento la golpeara primero a ella
y no a Kate. Alzando la voz para hacerse oír sobre el ruido tormenta, gritó-
Cuando lleguemos quédate cerca de mí.
Radclyffe Promising Hearts
Inconscientemente, Kate agarró su bolsa con más fuerza y sintió el peso del
reciente regalo de Mae. Pensó que sería mejor no mostrárselo a Jessie hasta más
tarde, cuándo pudiera explicarle como había llegado a sus manos.
No obstante, a le gustó la tener la certeza de que podría protegerlas a ambas si
fuera necesario- No te preocupes. Estaré bien.
Cuando llegaron a la acera de tablones al otro lado de la calle y se refugiaron
debajo de los tejadillos que protegían los portales, podían oírse la una a la otra
sin necesidad de gritar. Jessie se pasó la manga mojada por la cara- Si esto
continúa así, se inundarán los barrancos en las colinas -negó con la cabeza- Los
potros pueden quedar atrapados. Tendré que hacer que los hombres suban allá
arriba mañana.
- Los hombres, no tú -dijo Kate mientras corrían- Tú estás exhausta, y no
pienso dejar que regreses allí tan pronto.
Jessie apretó con fuerza sus mandíbulas, recordando el sonido de los disparos
viniendo desde atrás mientras ella y sus hombres cabalgaban hacia uno de los
campamentos de la montaña. Emboscada en su propia tierra. La bilis subió por
su garganta y la furia amenazó con revolverle las tripas. Desde luego que iba a
volver, y pronto. Ella era la ley en el Rising Star, y tenía la intención de enviar el
mensaje de que nadie podía amenazar a sus hombres o a su ganado. Pero pensó
que sería mejor sacar el tema por la mañana, cuándo sería más probable que Kate
entrara en razón.
- Creo que debería hospedarme en el hotel algunos días -dijo Jessie dijo- De
ese modo, puedo ir al rancho para ocuparme de las cosas y después regresar a la
ciudad en el caso de que…en el caso que el Doctor me necesite para cualquier
cosa.
Kate asió el brazo de Jessie y tiró de ella parándose justo fuera de El Golden
Nugget- Si quieres hospedarte en el hotel y no en casa de mi madre, lo entenderé.
Radclyffe Promising Hearts
Pero donde sea que vayas a dormir esta noche yo también lo haré.
- Kate -susurró Jessie, tirando de ella contra el edificio para que nadie pudiera
verlas. Tomó a Kate en sus brazos y la besó. El miedo y la frustración que le
revolvía el estómago hicieron que la abrazara con rudeza mientras se
abandonaba al calor de la boca de Kate. La abrazó con fuerza, la besó con
ferocidad, llenando su corazón de la intensa fuerza de Kate. La besó más
profundamente, bebió ávidamente de ella, hasta que oyó un débil gemido. Con
un suspiro, se separó bruscamente- Siento haber hecho esto aquí. Yo
simplemente...
- No, no lo hagas -dijo Kate susurrado, poniendo el máximo empeño en
recuperar el aliento que la fuerza de la necesidad de Jessie le había arrebatado-
Yo también te necesitaba.
Se apartó ligeramente pero mantuvo sus brazos alrededor de los hombros de
Jessie, donde los había colocado para mantener el equilibrio bajo la fuerza del
beso de Jessie- Quiero ir a casa y contarle a mi madre lo que ha ocurrido, pero
después creo que lo mejor sería que nos hospedáramos en el hotel. Voy a querer
que hagas eso otra vez.
- Bien -dijo Jessie gravemente, dio un paso atrás y soltó a Kate a
regañadientes- Porque pienso hacerlo.
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO QUINCE
repugnante interés por ella resultaba casi tan aterrador como un golpe.
- Por favor, no se preocupe por mí.
- Me temo que usted no es consciente de la gravedad de su situación...
- Le seguro señor...
Jessie apareció junto a ellos, sus ojos estaban tan oscuros como las nubes de la
tormenta que se cernía sobre sus cabezas- ¿Kate? ¿Pasa algo? -se tomó un
momento para comprobar que no había miedo en los ojos de Kate, porque si lo
hubiera habido, no habría dudado en hacer que hombre, cuya mano todavía
estaba sujetando el brazo de Kate, pagara por su atrevimiento. Así las cosas, se
echó hacia atrás el faldón de su abrigo para que no le molestara en el caso de que
tuviera que desenfundar su arma.
- No, no pasa nada -dijo Kate serenamente, después de haber visto el
movimiento de Jessie por el rabillo del ojo. En circunstancias normales, Jessie se
habría mantenido impasible, pero esta noche, después del estrés emocional y
físico de los últimos días, Kate no confiaba en que su novia pudiera contener su
temperamento- ¿Nos encontraste un carruaje?
Los ojos de Jessie estaban todavía fijos en Drake- Sus atenciones no son
bienvenidas.
Drake la miraba desafiante, y no hizo gesto alguno para soltar a Kate. Sus
turbios ojos color café escudriñaron lentamente el rostro de Jessie, bajando hasta
posarlos en su revólver y volviendo a subir. Él movió sus caderas para que su
arma también fuera visible- Me temo que no hemos sido presentados
correctamente. Ahora misma, la señorita y yo estamos teniendo una
conversación privada…
- No, ya hemos terminado -dijo Kate con firmeza soltándose de su agarre- Le
estoy agradecida por su preocupación, Mr. Drake, pero estoy realmente bien.
Se dio la vuelta, tanto como el abarrotado espacio lo permitiría y agarró la
Radclyffe Promising Hearts
mano izquierda de Jessie para llamar su atención. Tuvo que tirar con fuerza antes
de que Jessie apartara la vista de Drake y la mirara a los ojos- Vámonos ya.
- Está bien -dijo Jessie suavemente. No podía empezar una pelea con Kate tan
cerca, por mucho que quisiera golpear a Drake, o a cualquiera que amenazara lo
que era suyo, sabía que no podía. No esta noche- Tengo una calesa preparada en
la parte de atrás.
- Bien -Kate no se molestó en darle las buenas noches a Phineas Drake, pero
podía sentir su ira persiguiéndolas mientras Jessie y ella se abrían paso entre la
multitud. No sacó la mano de la bolsa hasta que estuvieron fuera. Hasta la lluvia
resultó ser agradable después del calor asfixiante y el ambiente opresivo del
interior.
En silencio, Jessie la sujetó por la cintura y la ayudó a subir al asiento de
madera. Después, Kate le cogió la mano mientras se colocaba a su lado. Cuando
Kate puso su mano en el muslo de Jessie, como hacía siempre cuando iban
juntos, sintió los sus músculos tensos bajo sus dedos- Está bien, cariño. No ha
pasado nada.
- Ese bastardo te ha puesto las manos encima. Quería matarlo.
- Me alegro mucho de que no lo hicieras, porque no merece la pena que el
sheriff te persiga y te meta en la cárcel por su culpa -la parte de atrás del salón
estaba muy oscura y Kate se acercó para besar la mejilla de Jessie- Nos estamos
mojando otra vez.
Jessie cambió de posición en el asiento para mirar de frente a Kate, sujetando
suavemente las riendas con su mano derecha- ¿Qué tienes, exactamente, dentro
de tu bolsa, Kate?
- Eres muy observadora, Jessie Forbes -dijo Kate con una risa culpable.
- Bueno, sé que no es oro, pero tiene que ser algo valioso por la forma en la
que la has estado agarrando desde que dejamos la consulta del Dr. Melbourne. Y
Radclyffe Promising Hearts
te vi meter la mano dentro mientras nos abríamos paso al salir del Nugget.
Por un segundo, Kate consideró intentar posponer la conversación, pero no
tenía ningún motivo para no contárselo, y sería injusto preocupar a Jessie más de
lo necesario. Abrió su bolsa y la sostuvo en alto frente a Jessie- Mae me la dio
esta tarde.
Jessie metió la mano y sacó la Derringer- ¿También te enseñó como
dispararla?
- Todavía no, pero dadas las circunstancias, pensé que estaba demasiado cerca
como para fallar.
- Dios, Kate -gimió Jessie- ¿No estarías pensando realmente en dispararle,
verdad?
- ¿No lo hiciste tú?
- Bueno, sí… pero… -Jessie se echó hacia atrás con una lenta inclinación de
su cabeza. Cuidadosamente volvió a meter el arma en la bolsa y se la devolvió a
Kate- Mañana a primera hora tendremos una clase.
Mae abrió su puerta y la mantuvo abierta para Vance- Entra. Sólo tardaré un
minuto mientras encuentro a alguien para que prepare el agua para el baño -le
dio a Vance la chaqueta de su traje- Cuelga esto en algún sitio para que se seque.
Una vez en la habitación, Vance sacudió el abrigo empapado de agua y lo
puso sobre el respaldo de una silla. Después, se arrodilló frente a la pequeña
chimenea y colocó varios troncos. Encontró unas cerillas en el bolsillo interior
de su chaleco que estaban milagrosamente secas y prendió el fuego. Se dio la
vuelta al oír abrirse la puerta. Rápidamente entró un chico llevando dos baldes
llenos de agua caliente. Llevaba unos pantalones varias pulgadas por encima de
Radclyffe Promising Hearts
los tobillos y una camisa que le quedaba demasiado grande que debía haber
pertenecido a su hermano mayor. No miró hacia ella y Vance sospechó que
pensaría que era uno de los clientes de Mae. La idea la hizo sonreír con amargura
mientras pensaba que en cierto modo era como las personas solitarias y
necesitadas que encontraban refugio en los brazos de una cálida mujer. Se volvió
dando la espalda a la habitación, y observó como parpadeaban las llamas y
finalmente prendían. No llegaría hasta a Mae sin nada más que ofrecer que un
alma atormentada. Bastaba con que dejara a Mae reconfortarla con sus palabras
y sus amables caricias. Esos que imaginaba que Mae le ofrecía a menudo de
forma voluntaria, porque ese era el tipo de mujer que ella fue. Por muy difícil
que hubiera sido su vida, el corazón de Mae seguía siendo amable y generoso.
- ¿En qué estás pensando tan seria? -Mae había estado observando a Vance,
estaba de pie, con su brazo apoyado contra su gabán, con la cabeza inclinada
hacia abajo con la mirada perdida en el fuego. La historia que se reflejaba en las
marcadas y sombrías facciones de Vance, era fácil de leer, aunque Mae no
pudiera interpretar todos los detalles. Aquí, la soledad era bastante común...
demonios, en cualquier lugar... pero la terrible tristeza que emanaba de Vance
era de la clase que hacía que a Mae le doliera el corazón.
- La verdad es que estaba pensando en ti -dijo Vance en voz baja. Se volvió
hacia Mae y recostó su hombro contra el lado de la chimenea.
- Tenía la esperanza de que pensar en mí te hiciera sentir un poco más feliz
-dijo Mae mientras se acercaba.
Vance se preparó para aguantar el contacto, porque el roce más leve de Mae
tendía a alterarla- Pensaba en lo extraordinaria que eres.
Sonrojándose, Mae se detuvo bruscamente a un brazo de distancia Vance-
Estoy acostumbrada a que las personas... los hombres... me digan que soy
hermosa, pero...
Radclyffe Promising Hearts
- Eres hermosa.
Mae agitó una mano impacientemente- Deja de hablar para que pueda
terminar la idea.
Vance sonrió abiertamente y recostó su espalda contra la pared, cruzando los
tobillos y con su mano metida en el bolsillo- Adelante.
No fueron las palabras de Vance las que apartaron cualquier pensamiento de
su mente, sino la visión de su larga y esbelta figura y su pelo negro todavía
mojado. A pesar de eso, su cara revelaba un punto de arrogancia que Mae
encontraba muy atractiva- El agua va a enfriarse.
Vance no dijo nada, pero de repente le costaba mucho respirar, mientras Mae
alcanzaba los cordones de su corpiño- Mae…
- No hables -susurró Mae mientras soltaba los lazos. El vestido se deslizó de
sus hombros para revelar la fina enagua de encaje que apenas cubría sus
pezones- Solo mira.
- No puedo… no sin morir -el vestido cayó al suelo. Llevaba puesta la enagua
de seda y poco más. Vance apartó la mirada- A lo más que he llegado en mi vida
ha sido a besar a una mujer. Y entonces, era joven y era... era como era antes.
El dolor en la voz de Vance fue tan crudo que Mae se estremeció. Jamás haría
nada, voluntariamente, para poner ese sonido allí, así que se refugió detrás del
biombo y rápidamente se quitó el resto de sus ropas.
Se puso encima su túnica azul, y cuando salió se encontró a Vance luchando
por ponerse el abrigo todavía mojado- Deja eso -dijo Mae mientras se acercaba a
Vance- Ahora estate quieta.
- No -dijo Vance bruscamente cuando Mae trató de alcanzar los botones en su
chaleco. Agarró la muñeca de Mae para detenerla- Por favor... No.
Mae miró hacia arriba a los ojos de Vance- No voy a hacerte daño. Voy a
meterte en la bañera, que es en lo que debía haber pensado en primer lugar. Tú
Radclyffe Promising Hearts
que digas algo que vaya a hacer que me enfade de verdad. Tal vez la gente del
Este sienta lástima por alguien como tú, alguien que pagó un alto precio por
hacer lo que pensaba que era correcto. Aquí, lo respetamos -movió su mano bajo
de la barbilla de Vance, acariciándole el cuello con sus dedos- Ahora voy a
quitarte camisa y voy a ver lo que te hicieron. Y si me hace llorar, no es porque te
compadezca. Es porque no puedo deshacer el daño que has sufrido.
- Ya lo has hecho -Vance sacudió con fuerza su cabeza, agarró a Mae por la
cintura, y tiró de ella contra su cuerpo. Y después tomó su boca con toda la furia
contenida en esos largos meses de dolor y soledad.
Anhelo, necesidad y deseo se enredaron en una maraña de labios, dientes y
lenguas. Podía sentir el cuerpo desnudo de Mae debajo de la túnica de seda,
podría sentir el calor... la vida... en ella, y se agarró desesperadamente como un
hombre que se ahoga intenta agarrarse a las rocas en un rio caudaloso- Oh,
Mae…-gimió- Mae...
Mae tuvo que luchar para coger suficiente aire para hablar. Sabía en su
corazón que, a pesar de que deseaba a Vance terriblemente, este no era el
momento. Lo era para ella, pero no para Vance. Si la llevaba a su cama ahora,
sería como dejar que un hombre que se había perdido en el desierto durante
semanas, bebiera hasta morir con primer sorbo de agua. Tendrían algunos
minutos, incluso algunas horas, de placer insoportable, una en los brazos de la
otra, y por la mañana Vance se marcharía dando media vuelta y nunca
regresaría. Nunca le había importado tanto que eso no ocurriera. Temblando,
con el corazón en llamas, Mae apoyó sus manos en los hombros de Vance y la
empujó suavemente- Te quiero en mi cama. ¿Me oyes?
Vance... respirando agitadamente, con los ojos vidriosos... asintió con la
cabeza en silencio.
- Te quiero, pero no cuando estamos ambas tan hambrientas que nos haremos
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO DIECISÉIS
- ¡Oh, Dios mío! -Martha Beecher estaba de pie en medio de la cocina con la
mano puesta sobre su corazón, mirando alternativamente a Kate y a Jessie- ¡No
me importa lo que haya pasado! Kate... mírate, estás empapada. Vas a volver a
ponerte enferma si sigues actuando así -dijo lanzando a Jessie una rápida mirada
de desaprobación.
- Estamos bien, Madre -dijo Kate con un leve tono de enfado en la voz.
Después de todo lo que había pasado esa tarde, tanto alboroto por un poquito de
lluvia le parecía ridículo- Sólo necesitamos ponernos algo de ropa seca y todo
estará bien.
- Vamos al salón y poneos junto al fuego -les ordenó Martha- Preparé un poco
de té.
Cuando Kate y Jessie empezaron a salir de la cocina, Martha gimió y agarró a
Jessie del brazo. Ansiosamente, preguntó- ¿Eso de la camisa es sangre? ¿Estás
Radclyffe Promising Hearts
herida?
- Solo es un rasguño. Estoy bien, gracias -contestó Jessie en voz baja.
- ¿Qué ha ocurrido? -esta vez, Martha habló serenamente, como si la gravedad
de la situación hubiera asentado sus nervios.
Jessie echó una mirada rápida a Kate que asintió con la cabeza- Unos
cuatreros nos dispararon, a mis hombres y a mí, ayer en la montaña. Mi amigo
Jed está en casa del doctor ahora mismo.
- ¿Es grave?
- Sí, señora -la voz de Jessie tembló y trató de alcanzar la mano de Kate.
Kate se puso rápidamente al lado de Jessie y pasó un brazo alrededor de su
cintura, abrazándola- El té estará bien, Madre, si puedes preparar un poco.
Ambas estamos congeladas.
Martha se percató de la forma en que Jessie se pegaba a Kate buscando su
apoyo, notó la fortaleza en la voz firme y calmada de su hija, y vio, por primera
vez vio realmente, la mujer en la que Kate se había convertido. Era imposible
negar la profundidad de los sentimientos entre las dos jóvenes, no importaba lo
mucho que ella hubiera deseado que fuera de otra manera. Se acordó de aquellas
terribles horas, cuando llegó a pensar que iba a perder a Kate por la enfermedad.
Recordó a Jessie, sin moverse del lado de la cama de Kate y prometiendo
cualquier sacrificio si Kate vivía. Y después, cuando apenas habían pasado unos
días de que Kate estuviera a las puertas de la muerte, su decisión de que nada le
impediría estar con Jessie, incluso si tenían que irse del territorio para poder
estar juntas. Era absurdo pensar que algo tan mezquino como la estrechez de
miras de la gente pudiera nunca mantenerlas alejadas la una de la otras.
- Lleva a Jessie arriba, a tu habitación y quitaros esas ropas mojadas. Buscaré
algo de ropa de tu padre que le pueda venir bien a Jessie de momento. Ambas
necesitáis secaros antes de que caigáis enfermas.
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parte superior de sus brazos, apartando su camisa. Cayó al suelo junto a la bañera
detrás de ellas. La pálida piel de Vance brillaba como la plata a la luz de la
lámpara. Sus pechos eran pequeños y tersos, su torso delgado y fuerte como el
resto de su cuerpo. Tenía una cicatriz, rugosa y áspera, que se extendía desde el
borde exterior de su pecho izquierdo por todo su costado. Con cuidado, Mae
acarició la superficie irregular- ¿Te duele?
- No -Vance habló con voz ronca, manteniendo sus ojos fijos en la cara de
Mae- No cuando haces eso. Algunas veces... algunas veces cuando estoy
cansada, o he cabalgado durante mucho tiempo, se irrita.
- ¿Te ayuda que lo toquen?
Vance se rió temblorosa- No lo sé. En este momento resulta bastante
agradable
Mae besó la punta de la barbilla de Vance- Podría ser que no estuvieras
pensando con claridad ahora mismo. Tendremos que comprobarlo más tarde.
- De acuerdo -Vance tenía dificultades para clasificar todos los sentimientos
contradictorios que pugnaban en su interior. Mae estaba tan cerca que el calor de
su cuerpo traspasaba la tela de los pantalones de Vance, calentando sus muslos y
su pelvis. El perfume de Mae, un perfume atrevido, endulzado con su propio
aroma característico, invadió sus sentidos, volviéndola loca de deseo. Sintió su
vientre tensarse por la necesidad, y quería tocar a Mae en todas partes. El breve y
maravilloso roce sobre el pecho de Mae era lo único en lo que podía pensar. Si
hubiera estado completa, si hubiera tenido los dos brazos, nunca hubiera
permanecido de pie, tan tranquila, esperando. Habría tocado a Mae de la forma
que deseaba ardientemente, habría dado rienda suelta al fuego que rápidamente
consumía su buen juicio. Recordó lo que Mae había dicho tan solo unos
momentos antes. Siento lo que tú sientes. Necesito lo que tú necesitas. Tenía que
creer en eso, o sus sentimientos de impotencia la harían enloquecer.
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- Todavía estás temblando. ¿Aún estás asustada? -preguntó Mae con ternura.
- No. Yo... ¡oh! -Vance retrocedió un paso cuando Mae movió su mano de su
hacia lo que quedaba de su brazo izquierdo.
- Dime si te hago daño -Mae habló lentamente, asegurándose de mantener su
voz firme. Había visto cosas mucho peores que el muñón en el que terminaba el
brazo de Vance, justo donde debería haber estado su codo. Había visto hombres
pisoteados por los caballos, mujeres desgarradas por partos que habían salido
mal, niños muertos por la viruela. El brazo de Vance terminaba en un nudo
redondeado de tejido cicatricial, mucho menos horrendo de lo que ella había
esperado.
Aún así, se preocupaba por esta mujer, y no importaba lo bien que parecía que
había sanado la herida, sabía que el daño se extendía mucho más allá de la carne,
y sufría por ese dolor. Hizo lo único que se le ocurrió hacer. Cerró los dedos
suavemente alrededor del brazo de Vance y besó tiernamente la cicatriz.
Vance se quedó sin aliento otra vez. Fue tan inesperado, tan diferente de
cualquier otra cosa que nadie había hecho nunca, que no podía asimilarlo. Sus
rodillas cedieron y lo siguiente que supo era que su mejilla estaba apoyada
contra el vientre desnudo de Mae mientras los sollozos sacudían su cuerpo. Poco
a poco, se dio cuenta de que Mae estaba acariciando su pelo, su cuello, sus
hombros. Mae estaba diciendo algo, susurrando dulcemente palabras que no
tenían significado pero que acariciaban y aliviaban los lugares descarnados de su
alma que estaban llorando- Lo siento…-dijo atragantándose- Lo siento.
Las lágrimas corrían por las mejillas de Mae. No había podido imaginar que
algo tan simple como un beso podría hacerle esto a alguien tan fuerte, tan
valiente. Con la voz rota, susurró- Todo está bien, cariño -aunque dudaba de la
veracidad de sus palabras. Algunas veces no había más remedio que vivir con el
dolor.
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CAPÍTULO DIECISIETE
marco de la ventana con los brazos cruzados- Ahora mismo podrías estar a salvo,
en casa en vez de estar en una incómoda cama en un hotel ruidoso.
- Jessie -dijo Kate suavemente- Estaría en cualquier lugar en medio de la
noche. Ha sido duro, he estado preocupada por ti durante días y te he echado
terriblemente de menos. No entiendo cómo puedes pensar que iba a dejarte
dormir sola -dio unas palmaditas en las cama a su lado- Sé que estás agotada y
asustada por Jed, y por eso te preguntas que hago aquí. Pero por ahora,
simplemente acepta que te necesito.
- ¿Tú me necesitas? -Jessie repitió las palabras como si hubieran sido
pronunciadas en un idioma extranjero- Algunas veces me da miedo lo mucho
que yo te necesito -como había hecho la primera tarde que Kate había pasado
con ella, Jessie cruzó la habitación en dirección a la cama, desabotonándose la
camisa mientras andaba. Como hizo ese día también, se desabrochó la pistolera
y la colgó en el poste de la cama.
- Te amo -dijo Kate mirando a Jessie desabrocharse los pantalones y librarse
de ellos, maravillándose, tal y como lo hizo hace hacía poco más de un año, de lo
hermosa y fuerte que parecía. Se movió para dejar espacio mientras Jessie se
desprendía de los calzoncillos largos y se acomodaba a su lado- Y te necesito
terriblemente. Está todo incluido en lo que compartimos.
Jessie tomó a Kate en sus brazos y enterró la cara en su pelo. Se quedó
tumbada, en silencio, mientras Kate acariciaba su espalda y sus hombros y su
pecho. Aspiró el perfume de Kate, escuchó el latido de su corazón, se concentró
en cada punto donde sus cuerpos se tocaban.
A medida que la esencia de Kate la llenaba por dentro, sintió como sus
moratones y sus heridas comenzaban a curarse. No fue consciente de sus
lágrimas hasta que los dedos de Kate acariciaron suavemente su mejilla.
- Cuéntamelo -susurró Kate.
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Cuándo Kate regresó a sus brazos, Jessie escondió su cara en el cuello de Kate-
Cuando me amas, no tengo miedo de nada.
Kate cogió el rostro de Jessie entre sus manos, acariciando suavemente sus
pómulos y su mandíbula antes de besarla tiernamente- Tú eres mi hogar -besó el
pecho de Jessie por encima de su corazón- Ésta es mi vida -sonrió y negó con la
cabeza- Supongo que ser obstinada es la otra cara de ser fuerte, y tú eres mucho
de ambas cosas.
Jessie sonrió abiertamente y levantó sus caderas, rodando sobre Kate. Pasó su
dedo por el centro del pecho de Kate- Diría que estamos bastante iguales en eso.
Tú eras la única que tenía un arma en su bolsa, dispuesta a acabar con esa
serpiente en el Nugget.
- Eso sólo demuestra que tengo sentido común -contestó Kate modestamente.
Aguantó la respiración entrecortada mientras los dedos de Jessie se deslizaban
hacia abajo, bailando entre sus muslos. Agarró firmemente el brazo de Jessie
mientras un estremecimiento de excitación la atravesó como un relámpago-
Echo de menos dormir contigo cuando estás en la montaña.
- Tengo cuidado, Kate -susurró Jessie, bajando lentamente por el cuerpo de
Kate. Descansó su mejilla sobre el estómago de Kate y miró hacia arriba,
contemplando la cara de Kate a la luz de la luna.
- Siempre tengo cuidado porque quiero volver a ti.
- Prométeme que siempre lo harás -dijo Kate casi sin aliento.
- Lo haré. Siempre -Jessie entró en su interior, con la alegría de un viajero
perdido que regresa a casa. Lentamente al principio, después, cuando la pasión
eclipsó al milagro, con movimientos más profundos, más exigentes, llevó a Kate
al clímax. Cuando cesaron los plácidos gemidos de satisfacción de Kate, Jessie
salió lentamente para abrazarla otra vez- Cuando me despierto por la mañana y
te veo durmiendo junto a mí, pienso que no puedo amarte más. Cuando miro a
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Vance no dijo nada, porque sabía que sería mucho más que eso para ella- Te
lo agradezco -Se puso de pie y escudriñó la habitación, tratando de recordar
donde había dejado sus pantalones- Debería ir hasta la consulta para averiguar
sobre Jed. No debería haber dejado solo a Caleb allí toda la noche.
- Solo han sido unas pocas horas -puntualizó Mae mientras se levantaba y se
ponía su túnica- Y tú necesitabas algo de descanso.
- Lamento haber perturbado el tuyo -Vance se puso encima su camisa y
comenzó a abrocharse los botones.
- No lo hiciste -Mae apartó a un lado la mano de Vance y abotonó su camisa-
Ahora he visto como son tus ataques. Despierta y dormida. ¿Son siempre así de
malos?
- No -Vance miró por detrás de Mae hacia la luz mortecina que entraba por la
ventana, sintiéndose igual en su interior. Exhausta y desolada- Algunas veces
son peores.
La sola idea de ser visitada por tales horrores hizo que las lágrimas afloraran a
los ojos de Mae, pero parpadeó rápidamente, con la seguridad de que sólo
lastimarían el espíritu ya herido de Vance- No parece tan terrible para mí.
Vance sonrió con desgana- Creo que nunca he conocido a nadie como tú.
Mae inclinó la cabeza hacia atrás y miró fijamente a Vance- Lo tomaré como
un cumplido ya que pareces un poco escasa de ellos ahora mismo.
- No sé por qué te preocupas por mí.
- Sé que tú no lo haces -Mae depósito un suave beso en la boca de Vance-
Probablemente lo hago por eso.
- Necesito ir a ver a Jed.
- Y yo necesito asegurarme de que aquí todo el mundo está bien.
Mae pasó sus manos sobre la pechera de Vance- Me gustó como me sentí
contigo en mi cama anoche. Quiero que vuelvas.
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- Eres una mujer hermosa -Vance jugueteó con sus dedos ligeramente sobre el
cuello de Mae y debajo del borde de su túnica rozando su clavícula- Una Mujer
amable y tierna.
- Vance...
- Shh… -Vance se apartó, dejando caer la mano sobre su costado- Me gustó
como me sentí en tu cama anoche. Me gustaba volver, algún día cuando no esté
vacía por dentro. Cuando haya algo que pueda ofrecerte.
- Tal vez ya lo hay -susurró Mae- Es solo que no puedes verlo.
Vance asintió con la cabeza seriamente mientras recogía su abrigo- Tal vez
tengas razón. Espero que la tengas.
- No te alejes solo porque no sabes cómo resultará -dijo Mae mientras Vance
caminaba hacia la puerta- Hay algunas cosas que solo se aprenden haciéndolas.
- Creo que no soy tan valiente como tú, Mae -Vance negó con la cabeza- De
hecho, tengo la seguridad de que no lo soy -miró por encima su hombro mientras
trataba de alcanzar el pomo de la puerta- Perdí algo más que mi brazo.
- No sé cuánto tiempo será necesario para que esos horrores desaparezcan, si
es que lo hacen -dijo Mae dijo, resistiendo el deseo de ir hacia ella e impedir que
se fuera- Pero sé que tú no perdiste lo mejor de ti. Deberías confiar en mí
respecto a eso por una vez.
Vance accionó el pomo pero no salió- Tú me haces desear cosas de las que he
aprendido a prescindir.
- Prescindir de ellas y no desearlas son cosas diferentes.
- Sí -Vance abrió la puerta y salió al pasillo- Buenas noches, Mae.
Mae se sentó en el borde de la cama mientras se cerraba la puerta. Apoyó su
cabeza contra el poste de la cama y cerró los ojos, recordando cómo era sentir a
Vance en sus brazos. ¿Y qué debo hacer yo con las cosas que tú me has hecho
querer?
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CAPÍTULO DIECIOCHO
Vance encontró a Caleb dormido en el despacho del consultorio, con los pies
apoyados sobre el escritorio. Cerró la puerta tras ella, despacio, y se dirigió al
dispensario en la parte de atrás.
- Todavía no ha recuperado el conocimiento -dijo Caleb sin abrir los ojos.
- Yo me quedaré con él ahora. Tú vete a casa.
Caleb bajó los pies del escritorio, su sillón chirrió al vencer su peso hacia
delante. Se frotó con desgana la incipiente barba en su barbilla- Debe ser hora de
levantarse.
- Son casi las seis -Vance señaló con su cabeza hacia la parte de atrás- Si
duermes unas horas, luego puedes relevarme aquí y yo puedo salir a atender las
consultas.
- Ayer pasaste la mayor parte del día a caballo, ¿verdad?
Vance vaciló un segundo. Los acontecimientos del día anterior parecían estar
muy lejanos en el tiempo- Sí. Pero no hay razón que no pueda volver a hacerlo.
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decía mucho de ella. Heridas como esas habrían acabado con la mayoría de los
hombres. Así que ella era fuerte y resistente. Jessie decidió que eso era todo lo
que necesitaba saber- ¿Qué más?
- Tiene a su favor -continuó Vance- que parece ser un luchador.
Jessie sonrió con ironía- No querría enfrentarme a él.
- Eso es bueno. Necesitará ser fuerte -Vance apoyó la cadera en el borde de la
mesa- Pasarán algunas semanas antes de que esté en condiciones de levantarse,
si las cosas van bien. Y un par más antes de que pueda casados antes de que
pueda montar a caballo.
- ¿Cuándo podremos trasladarlo al rancho?
- Sería mejor que se quedara en la ciudad. Sería más fácil para mí o para el Dr.
Melbourne visitarlo, y será necesario hacerle curas.
- Mae estaría dispuesta a cuidar de él aquí -dijo Jessie- Ella ya lo ha hecho
antes. Lo hizo conmigo. Aún así, estaría más tranquila si él estuviese en el
Rising Star.
- No sabía que Mae hacía ese tipo de cosas -dijo Vance en voz baja.
- No hay mucho que Mae no sepa hacer, y nada que no hiciera por un amigo.
Vance notó la admiración y el afecto en la voz de Jessie y sintió una punzada
de celos. Jessie Forbes parecía ser todo lo que Vance había sido una vez...
completamente segura de sí misma, fuerte y capaz, dueña de su propia vida.
También era una mujer atractiva, de ojos claros, y bien formada. Vance podía
ver a Mae coqueteando con ella, a Mae con sus brazos alrededor de esos fuertes
hombros, riéndose...
- ¿Puedo verle ahora? -preguntó Jessie.
- Sí -contestó Vance rápidamente, apartando las dolorosas imágenes de su
mente- Por supuesto.
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La cara de Rose se iluminó cuando las vio, pero Clarissa Mason las miró con un
evidente gesto de desaprobación.
- ¡Kate! -exclamó Rose, haciendo gestos con las manos- Ven a sentarte con
nosotras.
Kate vio a Clarissa inclinarse hacia su hija y susurrarle al oído, con cierta
urgencia, lo que Kate supuso era una advertencia de desaprobación. Reprimió
una sonrisa de satisfacción al pensar en el desasosiego de Clarissa Mason pero,
no obstante, Kate negó con la cabeza. No deseaba exponer a Mae a una situación
en la que se sentiría incómoda- Gracias, pero no querríamos molestar.
- Estábamos a punto de irnos -dijo Clarissa Mason ligeramente crispada.
- Oh, Mamá -objetó Rose- Sabes que Anna dijo que ella no estaría lista para
nuestra prueba por lo menos en una hora -Mientras Kate y Mae se dirigían a una
mesa próxima, Rose añadió- Nos estamos haciendo algunos vestidos con
algunas de las telas que trajimos de Denver. Serán a la última moda.
- Eso es maravilloso -Kate lo dijo con lo que, esperaba que fuese la cantidad
justa de entusiasmo dijese con lo que ella esperó fue un grado apropiado de
entusiasmo. Pensó en sus planes para ajustar su ropa para adaptarla a sus nuevas
actividades en el rancho y lo horrorizada que estaría Rose con el resultado.
Cuánto había cambiado su vida desde que llegara a New Hope y encontrara a
Jessie. Y se encontrara a sí misma. Aunque nunca había estado tan interesada en
la moda y las relaciones sociales como lo habían estado sus amigas, ahora
encontraba esas inquietudes frívolas en grado sumo.
- Ve por delante, Mama. Sé que quieres hablar con Mrs. Frankel en la tienda.
Tomaré el té con Kate y... -Rose se quedó mirando a Mae con interés.
- Disculpa por mis malos modales -dijo Kate, volviéndose un momento para
pedir té y galletas al niño que había salido de la cocina para preguntar. Sonrió a
Rose, que se apresuró a unirse a ellas a pesar del cacareo de desaprobación de su
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- Pues bien -dijo Rose dicho, levantándose- Debería irme antes de que mi
madre se disguste -ella le sonrió a Mae- Ha sido muy agradable conocerte.
A Mae le resultaba difícil no encontrar agradable su inocente cordialidad y
sonrió a pesar de la imagen persistente de Rose derramando sus considerables
encantos sobre Vance- Lo mismo digo.
Kate esperó un momento, hasta que Rose estuvo lo suficientemente lejos
como para no oírla, entonces dijo- Realmente no tienes que venir al rancho a
ayudar con Jed.
- No me importa -Mae sorbió el té que había sido servido mientras Rose había
estado intrigando para encontrar la manera de ver a Vance- Es un trabajo duro.
- No me da miedo.
- Lo sé, pero podría enseñarte algunas cosas.
Kate asintió con la cabeza- Te lo agradecería. Y sabes que siempre eres
bienvenida en el rancho, sin necesidad de un motivo -Kate trató de alcanzar una
galleta y sonrió abiertamente a Mae- Rose está muy intrigada con Vance.
-Ya lo he notado.
- Vance es impresionante.
- También he notado eso.
- Pensé que quizás lo habrías hecho -Kate se puso seria de repente- Creo que
es absolutamente admirable.
- Yo también -dijo Mae suavemente.
- Bien, entonces será bueno que vengas al rancho a ayudar con Jed.
- Me pregunto cuando le permitirá Vance a Jessie llevarlo a casa.
Kate miró hacia el otro lado de la habitación- ¿Por qué no le preguntamos a
ella?
Mae miró por encima de su hombro y vio a Vance y a Jessie acercándose. Era
la primera vez las veía juntas. Eran tan diferentes como la noche y el día, Jessie
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CAPÍTULO DIECINUEVE
- Hola -dijo Mae, reparando, a la luz del día, en las sombras de cansancio bajo
los ojos de Vance. Se preguntó si alguna vez llegaría el día en el que esas
sombras desaparecerían.
- Buenos días -Vance saludado con la cabeza a Kate cuando se percató de su
presencia junto a Mae. Observó con aire ausente la mirada de cariño manifiesto
que Kate le dedicó a Jessie, pero su atención estaba completamente centrada en
Mae.
Cuando se habían separado, unas horas antes, Mae tenía el pelo alborotado
por el sueño. Estaba hermosa, como lo estaban las mujeres cuando se mostraban
en su estado natural.
Ahora, iba vestida con un vestido azul noche que era considerablemente
menos revelador que los que llevaba puestos por las tardes, pero no estaba
menos espectacular. Su pelo estaba recogido en un moño alto y se sujetaba con
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peinetas delicadas. Mechones dorados caían libres aquí y allá. Sus manos se
veían sin adornos, excepto por un solo anillo de esmeraldas en su dedo anular.
Sus manos eran delicadas y pequeñas, y Vance fue inmediatamente asaltada por
el recuerdo de esos dedos rozando sus pechos.
Sin darse cuenta, cerró con fuerza su puño sobre la mesa, con el cuerpo
estremecido por la tensión.
- ¿Cómo está Jed? -preguntó Kate, pasando su mano por el brazo de Jessie
mientras su amante se sentaba a su lado.
- Haciéndolo tan bien como cabe esperar -Jessie inclinó su barbilla hacia
Vance- Gracias a la doctora, aquí presente -miró al niño flaco y huesudo que se
había acercado a la mesa con una mirada interrogante en su cara- Café. ¿Vance?
- Montones de él -contestó Vance- Y gracias, sobre todo, al hecho que Jed es
terco y fuerte.
- Ni lo uno ni lo otro le serviría de mucho -apuntó Mae amablemente- si no
hubieras sacado la bala tan rápidamente como lo hiciste.
- Tuvimos suerte -cuando Mae sonrió y acarició levemente el dorso de su
mano, a Vance se le formó un nudo en la boca del estómago. Quería abrir la
mano y entrelazar sus dedos con los de Mae, simplemente para sentir más piel.
Captó el aroma de las especias y de la tierra caliente, y deseó esconder su cara en
el cuello de Mae. Era peligroso estar cerca de ella, porque lo único que quería era
perderse en ella. Se enderezó y apartó su mano.
- Otras veinticuatro horas y podréis llevároslo de vuelta al rancho.
- Estamos acostumbrados a atender a nuestros heridos -dio Jessie con calma.
- Imagino que lo estás. Eso es bueno -Vance miró a Jessie a los ojos a través
de la mesa- Imagino que pasas mucho tiempo en la montaña. Jed va a necesitar
cuidados constantes durante la primera semana, poco más o menos. Si puedo, iré
un par de veces al día para ocuparme de sus vendajes.
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la hizo estremecerse con ira. Apartó la mirada intentando evitar que Mae viera su
rabia.
- ¿Crees que significa algo para mí? -preguntó Mae en voz baja.
Vance volvió rápidamente su cabeza hacia ella y se encontró con la mirada de
Mae llena de inquietud- ¿Crees que te estoy juzgando?
- No lo sé -Mae negó con la cabeza- No puedo cambiar lo qué...
- No me gusta ver como malgastas tu generosidad.
Mae sintió una sacudida de estupor. Estaba acostumbrada al desprecio o al
asco, pero no a la preocupación- ¿Crees que es eso lo que les doy? No. Les doy
una mentira, y todo el mundo la sabe. Pero algunas veces una mentira es mejor
que nada.
Vance bajó la mirada hacia la mesa en donde la mano de Mae descansaba
junto a la suya. Imaginó la suavidad y la calidez de su tacto, su ternura y su
afecto. Cubrió la mano de Mae con la suya y cuando Mae intentó retirarla, cerró
sus dedos alrededor de ellas- Vance, alguien podría ver...
- No quiero mentiras entre nosotras.
Mientras dejaba escapar un suspiro, Mae giró su mano hacia arriba y sintió los
dedos de Vance entrelazándose con los suyos. Ella los apretó suavemente- No
las habrá.
- Iré esta noche si puedo -dijo Vance- No estoy segura de poder darte algo. Por
lo menos no lo suficiente -levantó los ojos hacia Mae- Esa es la verdad.
- Entonces eso es suficiente.
- Buen disparo -dijo Jessie con orgullo. Estaba detrás de Kate, con ambas
manos apoyadas suavemente en sus caderas, mirando por encima del hombro de
Kate mientras ella disparaba el revólver de Jessie- Ahora, prueba con la piedra
de ese lado. La rojiza.
- Parece muy pequeña.
- Hazla más pequeña todavía. Apunta a un lugar no mayor que tu pulgar. Ese
es tu blanco -se acercó más, manteniendo firme a Kate contra su cuerpo-
Recuerda, sujétalo hasta el final del disparo.
Kate imaginó un círculo blanco en el centro de la piedra polvorienta y dejó
que su percepción de todo lo demás disminuyera gradualmente. Sintió el metal
curvo del gatillo contra su dedo, y cuando fueron como un todo, cerró su mano,
aumentando la presión hasta que el arma disparó. Se elevó una nube de polvo a
unas seis pulgadas de su objetivo- Maldita sea.
Jessie se rió- Eso podría funcionar si fueras capaz de acercarte un poco más.
Kate se apartó y le dio el revólver, agarrándolo por el cañón, a Jessie- Déjame
ver como lo haces.
- Kate… -protestó Jessie- Aprendí a disparar en cuanto aprendí a montar, y
aprendí a montar antes de saber andar.
- Jessie… -dijo Kate amenazadoramente.
- Está bien -contestó Jessie rápidamente en señal de rendición. Volvió a meter
su Colt 45 en la funda y retrocedió varios pies. Entonces, casi más rápidamente
de lo que Kate pudo seguir, desenfundó y disparó. La piedra salió despedida
hacia arriba y ella disparó otra vez, golpeándola en el aire y partiéndola en
pedazos.
- Quiero poder hacer eso- dijo Kate- Ha sido fantástico.
- Sería mejor que practicáramos con el rifle. Puedes llevarlo a tu lado en la
carreta, y el alcance es mayor.
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puedo montarlo.
- Yo le gusto.
- A él le gusta el azúcar y las manzanas que le das.
Kate sonrió abiertamente- Eso también -besó a Jessie otra vez- Algunas veces
el soborno surte efecto.
Jessie rodeó a Kate con ambos brazos y la atrajo hacia sí. Con su boca sobre la
de Kate, murmuró- Lo mismo ocurre con los besos.
para administrar un negocio con éxito, y dudaba que Frank trabajara para
alguien como él.
A pesar de todo, tenía el poder porque él representaba a quienquiera que los
dirigiera a todos en la sombra.
- Tengo lo que has venido a buscar en mi tocador -dijo Mae con calma-
Suéltame e iré a traértelo.
Él metió su mano debajo de su vestido y arrastró sus dedos hacia arriba por su
muslo, presionando entre sus piernas- ¿Cómo sabes para qué he venido?
Ella se quedó completamente inmóvil y mantuvo su mirada fija en él,
negándose a darle el placer de ver su angustia o su miedo. No podía alcanzar su
Derringer, que estaba atada justo por encima de su rodilla, pero aunque pudiera,
no le dispararía. Matarle sólo provocaría la furia de otros hombres. Hombres
que, con toda seguridad, eran más peligrosos- Supongo que tienes que
presentarte en alguna parte con ese dinero.
Él parpadeo, y ella supo que estaba pensando en cuanto tiempo tenía antes de
necesitar marcharse a entregar lo que había venido a buscar. Cuando cubrió su
boca con la de él con rudeza y separó sus labios con su lengua, reaccionó
instintivamente. Le mordió y él se apartó maldiciendo. No tuvo tiempo para
levantar el brazo y bloquear el fuerte golpe de revés que impactó en su cara.
Cuando un intenso dolor estalló dentro de su cabeza, se desplomó sobre el suelo.
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CAPÍTULO VEINTE
- Hola Jed -dijo Jessie dijo apoyando una mano suavemente sobre el hombro
de su amigo- ¿Cómo te encuentras?
- No demasiado mal -contestó Jed con voz áspera y ronca. Le sonrió
débilmente a Kate, que permanecía de pie al lado de Jessie.
- El doctor dice que lo estás haciendo muy bien -dijo Kate, inclinándose para
besar su mejilla- Mañana vamos a llevarte a casa.
- Eso suena muy bien -tosió e hizo una mueca- Siento causar tantas molestias.
- Supongo que te diste un golpe en la cabeza cuando saliste disparado de ese
caballo -dijo Jessie con brusquedad- Porque no haces más que decir tonterías.
- No puedo expresar las ganas que tengo de ir a casa.
Vance entró justo a tiempo para oír el comentario de Jed- ¿Tienes alguna
queja sobre nuestra hospitalidad?
- No -dijo él, girando la cabeza lentamente mientras ella se acercaba- Pero
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- No empujes aún, Emily. Este bebé está casi fuera -Vance tomó la cabeza del
bebé en la palma de su mano e introdujo sus dedos suavemente en el canal del
parto por debajo de los hombros- Bien, ahora empuja suavemente y despacio.
Kate estaba justamente detrás del hombro de Vance, sosteniendo una manta
caliente y sin apenas respirar. Emily había estado casi lista para dar a luz cuando
habían llegado. Hirvieron agua rápidamente para limpiar el instrumental que
Vance había preparado y calentaron mantas y toallas en el horno. El marido de
Emily, Robert, se había ido hacia el granero, murmurando algo sobre vacas en
cuanto llegaron. Kate y Tommy habían colocado a los otros niños, de edades
comprendidas entre un niño que apenas comenzaba a andar a los seis o siete
años, en sus respectivas cunas y a los más mayores en la única cama grande que
había en el altillo encima de la habitación principal de la casa. El dormitorio de
Emily y Robert ocupaba parte del primer piso junto con la cocina y la sala de
estar común.
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- Una vez la cabeza esté fuera -murmuró Vance- todo lo que necesitamos es
un hombro, y el resto saldrá suavemente. Estoy orientando el hombro derecho
hacia afuera mientras inclino el izquierdo hacia atrás y el derecho hacia delante
con mi dedo índice y el pulgar -Vance miró a los ojos impacientes de Kate. En la
habitación hacía un calor sofocante porque habían encendido el fuego en la
chimenea, y el pelo de Vance brillaba por el sudor- Una vez este pequeño
empiece a salir no tardará ni un segundo. Tienes que estar preparada para
sujetarlo.
- Sí -susurró Kate- Entiendo.
- Aquí viene. Un empujón más, Emily -le dijo Vance a la parturienta. Un
instante después el hombro apareció ante su vista, después el brazo y luego,
entonces, con un chorro de liquido, el bebé se deslizó sobre el antebrazo de
Vance y lo puso contra su pecho, meciéndolo- Lo has hecho estupendamente,
mamá. Y tienes un ... una hija.
- Oh, por fin -Emily suspiró agotada- Adoro a los niños, pero me vendría bien
un poco de ayuda en la casa.
- Ahora te toca a ti, Kate,-dijo Vance, enderezándose y extendiendo el bebé
hacia Kate- Arrópala y ponla en la barriga de la madre. Después nos
encargaremos del cordón.
Vance tomó un trozo de hilo de bramante de algodón de entre los artículos que
ella y Kate habían colocado sobre una silla en un lado y se lo dio a Kate- Ata esto
a una pulgada por encima de su barriga, tan fuerte, y en después una segunda vez
varias pulgadas más allá.
Las manos de Kate temblaban mientras seguía las instrucciones de Vance- Ya
está.
- Bien. Ahora coge las tijeras y corta el cordón.
Por un instante, Kate miró a Vance a la cara buscando seguridad. Los ojos de
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casa de Kate, era casi medianoche. Había refrescado bastante y ellas habían
colocado una manta sobre sus piernas. El cielo estaba lleno de nubes y
completamente negro. Incluso la luna y las estrellas estaban ocultas. Una
lámpara resplandecía en la sala de estar, iluminando su camino. Vance siguió su
estela sobre el suelo, bajó de un salto y se apresuró yendo hacia el lado de Kate.
Levantó su mano para ayudarla cuando Kate puso su pie en el estribo- Te veré
mañana cuándo vengáis a por Jed.
- De acuerdo -dijo Kate tomando la mano de Vance y la apretó suavemente-
Gracias otra vez por lo de esta noche.
Asintiendo, Vance dio un paso hacia atrás- Ha sido un placer para mí. Ha
pasado mucho tiempo desde que tuve la oportunidad de enseñar. Si quieres
continuar...
- Oh, sí. Por favor -Kate se estremeció y ajustó su capa con más fuerza sobre
sus hombros- A cualquier hora. Por favor.
- Casi siempre es en medio de la noche -le advirtió Vance, riéndose
suavemente.
- No importa. ¿Quieres entrar a tomar algo caliente antes de que regresar a la
ciudad? Podrías pasar aquí la noche.
- No, gracias. Sólo esperaré a que entres -Vance subió al coche. Necesitaría
una hora o más para regresar a la ciudad, y a menos que tuviera otro aviso
esperándola en la oficina, todavía podría ir a ver a Mae- Entonces, ten cuidado.
- Sí -Vance asintió con la cabeza distraída- Buenas noches, Kate.
- Buenas noches -Kate aún no había llegado a la puerta principal cuando se
abrió y salió Jessie. Kate tomó su mano- ¿Has estado esperándome, cariño?
- No podía dormir -dijo Jessie mientras observaba el coche de Vance al otro
lado del patio- Podría haberse quedado aquí.
- Le pregunté- dijo Kate colocando su brazo alrededor de la cintura de Jessie-
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Ser respetada por la gente por lo que sabes y lo que puedes llegar a hacer.
- Jessie, -dijo Kate en voz baja, rodeando su cintura y descansando la mejilla
sobre el hombro de Jessie- Así es exactamente como la gente te ve a ti.
- ¿Qué? -Jessie se rió- ¿Por qué, Kate?, no hay nada especial en mí.
Simplemente soy una ranchera como la mitad de la gente por aquí.
- ¿Cuántas mujeres son propietarias de un rancho, crían a sus caballos y tienen
a tantos hombres a su cargo? -Kate apretó a Jessie con irritación fingida- Porque
la primera vez que te vi me di cuenta de que nunca había conocido a una mujer
como tú. No sólo por lo hermosa que eras -Kate volvió la cabeza de Jessie hacia
ella y la besó largamente- Si no por lo decidida y segura que eras.
- Aquí hay un montón de mujeres que intentan abrirse paso en la vida, solas.
Tuve suerte, supongo, de haber heredado el rancho. Podría no haberme quedado
nada después de que muriera mi padre.
- Puede ser, pero lo has mantenido en funcionamiento y lo has hecho crecer en
los últimos años. Eso es lo que respeta la gente -Kate apretó su abrazo y besó la
garganta de Jessie- Tú estás haciendo todo lo que siempre quisiste hacer.
Viviendo la vida tú has elegido. Siempre me ha gustado eso de ti.
Jessie acarició la espalda de Kate y acarició su pelo con la nariz- Tú podrías
ser médico como Vance. Eres igual de inteligente.
Kate se apartó y estudió la cara de Jessie- ¿Es eso lo que crees que quiero?
- Puedo ver lo feliz que te hace ayudar a los demás. Trabajando con Vance
-Jessie besó la frente de Kate- Deberías poder hacer cualquier cosa que quieras.
- ¿Y si te dijese que quiero volver al Este para ir a la universidad? -Kate habló
en voz baja con la mirada fija en Jessie.
Jessie inspiró profundamente y se esforzó por no temblar- Si es eso lo que
deseas…
- Me dan ganas de torturarte, porque algunas veces me sacas de mis casillas
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-dijo Kate molesta. Enganchó sus dedos en el cinturón de Jessie y se apretó con
fuerza contra su cuerpo- Jessie Forbes, te amo. No tengo intención de hacer nada
que me aleje de ti más que algunas horas cada vez. Y desde luego no voy a
volver al Este por ningún motivo en el mundo. ¿Qué mosca te ha picado?
Jessie abrazó fuertemente a Kate- Sólo veo lo emocionada que estás de
trabajar con Vance y cuanto la admiras.
- Te amo -Kate besó a Jessie profundamente, después empezó a abrir la
hebilla de su cinturón- Es hora de que te lo recuerde.
- Tal vez -Jessie se rió temblorosa mientras Kate sacaba su camisa de los
pantalones- Debería dedicarme a hacerte enfadar más a menudo.
- No creo que vayas a dejar de hacerlo en un futuro próximo -dijo Kate
mientras metía sus manos dentro de la camisa de Jessie- Y me alegro de eso.
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CAPÍTULO VEINTIUNO
Una vez Vance se había detenido en la oficina para asegurarse de que Caleb
no necesitaba que acudiera a ninguna nueva emergencia, había llevado su coche
al establo, y había hecho escala en su habitación para quitarse la ropa sucia era
pasada la una. Después de quitarse la ropa, se lavó con agua templada en el
lavabo de su tocador. Buscó en su maletín su camisa más limpia, ropa interior
nueva, y sus pantalones menos arrugados. Una vez que se había colocado su
pistolera, emprendió el camino hacia el otro lado de la calle, hacia el salón.
El salón estaba casi vacío. En un extremo de la barra había un vaquero
dormido con la cabeza apoyada sobre ella y su mano alrededor de una botella de
whisky. Un niño de, poco más o menos, doce años, medio dormido, barría el
polvo del suelo del salón, y el pianista hacía sonar notas sueltas con un dedo
mientras observaba su cerveza con la mirada perdida. Frank se había quitado su
delantal y le pasaba un trapo a la superficie de la barra con movimientos
regulares. Levantó la vista cuando Vance se acercó, sin mostrarle su sonrisa
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habitual- Buenas noches, Frank -dijo Vance, deslizando una moneda sobre la
barra- Whisky, por Favor.
Mientras él le servía la bebida, Vance recorrió la habitación con la mirada otra
vez y, luego miró hacia el balcón donde normalmente podía verse a algunas de
las chicas observando el movimiento o, a veces, buscando algún posible cliente.
Ahora no había nadie. Vance se tomó la bebida de un trago e hizo señales para
que le sirviera otro. Esta vez lo tomó poco a poco mientras observaba a Frank,
extrañándose de su silencio.
- ¿Una noche movida? -preguntó Vance finalmente.
- Como siempre -cuidadosamente Frank dobló el trapo y lo colocó sobre el
borde de la barra. Miró a Vance impasible- Mae me dijo que, si te veía, te dijera
que estaba ocupada esta noche.
Vance se sonrojó, en parte por la vergüenza de que Frank supiera porque
había venido esta noche y en parte por la decepción. No se avergonzaba de su
relación con Mae, pero no quería que Frank pensara que ella era simplemente
otra cliente. Que pensara que ella utilizaba a Mae de esa manera. Sobre todo le
dolía pensar que Mae no estaba disponible para ella porque alguien tenía
derecho a reclamar su tiempo, y su ternura, y su cuerpo. Le resultaba difícil
decidir que echaba más de menos, porque todos eran valiosos para ella.
Rápidamente terminó su bebida.
- Gracias. No hace falta que le digas que estuve aquí- Vance agitó su mano
cuando Frank fue a darle su cambio- Dáselo a alguna de las chicas.
Vance estaba casi en la puerta cuando Frank habló- No está ocupada.
Vance se volvió y estudió su cara. Lo que inicialmente había tomado por
indiferencia ahora lo reconoció como un esfuerzo practicado de controlar su
temperamento caliente. Sus ojos ardían de furia. Un temor enfermizo se formó
en la boca de su estómago mientras se dirigía corriendo hacia las escaleras-
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¿Dónde está?
- Supongo que en su habitación. ¡Toma! -gritó Frank.
Vance se dio vuelta y atrapó la botella de whisky que él le había lanzado,
fuertemente con su mano derecha. Después la metió debajo de su brazo
izquierdo para mantener la derecha libre por si fuera necesario usar su arma.
- Gracias.
puede ser.
- No me iré.
Mae sintió la determinación en la voz de Vance y supo que no ganaría esta
batalla. Con un suspiro, dio un paso atrás y abrió la puerta completamente. La
habitación estaba a oscuras. Solo había una vela encendida sobre el tocador.
Retrocediendo a medida que Vance se acercaba a ella, Mae tiró de su túnica
firmemente contra sus pechos- Siento lo de esta noche. Tienes todo el derecho a
estar enfadada, pero yo...
- Tranquila… Ahora todo está bien -dijo Vance suavemente mientras se
alejaba de Mae, obviamente no la quería demasiado cerca. Puso la botella de
whisky sobre la cómoda y buscó una cerilla en su bolsillo. Encontró una, levantó
globo de cristal de la lámpara de aceite y la encendió. Se volvió y se quedó
inmóvil al ver a Mae claramente por primera vez.
La confusión y la incertidumbre en su estómago fueron sustituidas por la
furia. Su rabia hizo que su voz fuera aún más suave- ¿Quién te ha hecho esto?
El lado derecho de la cara de Mae era un enorme moratón y su párpado
hinchado estaba prácticamente cerrado. La comisura de su boca estaba partida
por lo que, obviamente, había sido un golpe brutal. La sola idea de que alguien
pudiera ponerle las manos encima hizo que Vance casi enloqueciera. Recorrió la
habitación como si el causante todavía pudiera estar allí e inconscientemente
sacó su revólver- ¿Dónde está?
- Se ha ido -dijo Mae con cansancio. Para ella era más difícil que Vance la
viera así, como una víctima, que toda la ciudad la despreciara por ser una puta.
Al menos podía decir que eso lo había elegido por propia voluntad, pero se
avergonzaba de tener que reconocer que no podía protegerse a sí misma. Ella
apartó la mirada- Ahora vete a casa, Vance. He estado peor. Esto se curará.
- ¿Crees que te dejaría ahora? -su furia apenas contenida hizo a Vance
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- Por Dios, Vance -dijo Mae con un suspiro- No es la manera en la que quiero
que me veas, pero no soy quisquillosa con eso. Es sólo que no quiero que pierdas
tu tiem…
- Tengo toda la noche, y no hay nada que prefiriera estar haciendo que verte a
ti.
- Y tú me llamas terca a mí -protestó Mae aunque conmovida. Ayudó a Vance
a abrir su túnica- Me trató con rudeza pero nada más. Si no le hubiera mordido,
probablemente no me habría pegado.
- Deberías haberle disparado en las pelotas a ese hijo de perra -dijo Vance
enfurecida- Dejó las malditas marcas de sus dedos tus brazos.
- Si hubiera podido hacerlo sin traerles más problemas a las chicas lo habría
hecho -dijo Mae con firmeza.
- ¿Quién es ese hombre?
- Te dijo que no iba a darte el nombre, porque alguna noche cuando hayas
bebido algo más de la cuenta, eres capaz de ir a por él.
- Te prometí que no lo haría -Vance presionó suavemente el abdomen de Mae.
- ¿Te duele?
- No. Y te creo. Al menos que quieres cumplirlo -Mae cubrió con la suya la
mano de Vance- Pero algunas veces no mantenemos nuestras promesas por
razones bienintencionadas.
- ¿Es el dueño del Golden Nugget?
Mae suspiró otra vez- Señor, no te darás por vencida. Estoy segura de que no
lo es. Presionó sus dedos sobre la boca de Vance- Y antes de que lo preguntes,
no sé quién es.
- Debes tener alguna idea.
- Creo que en esta ciudad no hay más de tres o cuatro personas con dinero
suficiente o suficiente cerebro, como este tipo de negocio, pero quienquiera que
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intención…
- Tienes un tacto maravilloso -Mae sujetó la mano de Vance contra su pecho-
Me encanta tu mano ahí.
- Cierra los ojos -susurró Vance, acariciándola otra vez suavemente.
Ella descansó su mejilla en el pelo de Mae y aspiró su perfume. Continuó
abrazándola, acariciando sus hombros, sus brazos, sus pechos, hasta que estuvo
dormida. Estaba tumbada, despierta, escuchando la respiración tranquila de
Mae, absorbiendo el relajante ritmo de los latidos de su corazón contra su pecho.
La furia que la invadía era demasiado fuerte como para dejarla dormir, pero el
amor que sentía le permitiría descansar.
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CAPÍTULO VEINTIDOS
nunca antes había sentido ese tipo de excitación que se había despertado en ella
yaciendo al lado de Mae. La piel de Mae era tan suave, la curva de sus caderas y
sus pechos tan elegante, el calor de su carne tan tentador, que Vance tuvo que
luchar para no despertarla con la urgencia de su respuesta.
Quería más. No quería dejar de tocarla nunca.
- ¿Prestas algún tipo de servicio personal? -bromeó Mae, estirándose para
besar cuidadosamente la comisura de los labios de Vance.
- Sólo para ti -Vance se puso de lado y observó la cara de Mae a la débil luz de
la mañana. Las partes ilesas de su cara eran hermosas. La piel pálida y delicada
sobre sus finos huesos. Sin embargo, sus contusiones eran incluso más feas a la
luz del día, y su furia se mezcló con la ternura. Vance se estremeció y rozó
ligeramente la mandíbula de Mae con la punta de sus dedos- ¿Cómo te sientes?
- Si no tengo en cuenta las punzadas y los dolores, nunca me he sentido mejor
en mi vida.
Vance se rió- Creo que mi pregunta tiene que ver con esos dolores y punzadas.
Mae apartó el pelo de la frente de Vance y la besó suavemente- Nunca antes
me he despertado junto a alguien de quien estuviera enamorada. Eso es todo lo
que puedo sentir en este momento.
Vance inspiró profundamente y balbuceó- Mae...
- Oh sí, lo sé, se supone que las mujeres como yo no tienen sentimientos como
es…
- Ahora no -Vance calló las palabras de Mae con un beso, aún consciente de
sus lesiones, deslizando su lengua con ansia dentro de la húmeda cavidad de la
boca de Mae. El muro que inconscientemente había levantado para contener sus
anhelos y necesidades se desmoronaba, y se encontraba indefensa para contener
la oleada de deseo que la inundaba. Apartó su boca de la de Mae bruscamente,
jadeando- Te deseo -temblando, cerró los ojos- Tanto.
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- Para ser una mujer tan inteligente -dijo Mae, con las lágrimas asomando por
sus pestañas- Eres totalmente estúpida para algunas cosas.
Vance sonrió abiertamente- Eso es lo que he estado intentando decirte.
Mae abrió la camisa de Vance, dejando al descubierto sus pequeños pechos,
perfectamente formados- No puedo pensar en ti sin que me tiemblen las rodillas
-pasó su mano por el pecho de Vance, trazando la curva de su seno, el pezón y el
tejido de su cicatriz como si fueran piedras preciosas- Miro tu hermoso rostro y
me enciendo por dentro, necesito que me toques, quiero que me lleves a lugares
donde nadie más me ha llevado nunca -miró directamente a los ojos de Vance,
pasando una uña roja alrededor del pezón de Vance, y luego apretándolo hasta
que Vance se arqueó y gimió- Eres exactamente el tipo de mujer que me gusta.
- No puedo pensar porque deseo que sigas tocándome.
La voz de Vance era apremiante, crispada, casi tan tensa como su cuerpo que
temblaba por la excitación apenas contenida- Siento una terrible necesidad de
tenerte en algún lugar dentro de mí.
Mae gimió suavemente- Oh, lo sé. Lo sé porque yo lo siento, también. Apoyó
su mejilla entre los pechos de Vance- Abrázame.
Vance rodeó los hombros de Mae y la atrajo hacia ella, diciéndose que eso
sería suficiente por ahora. Esperando desesperadamente que su cuerpo no la
traicionaría. Tenía miedo de que simplemente el abrazo de Mae sería suficiente
para encender el polvorín de deseo que ardía a fuego lento, próximo a explotar.
Estaba tan cerca del límite que el mínimo roce de las yemas de los dedos de Mae
provocó violentas ondas de placer entre sus muslos. Gimió y apretó con fuerza
sus mandíbulas.
Con urgencia susurró- Para.., deja de tocarme ahora. Solo déjame recuperar la
razón.
- Oh no. Pienso tocarte hasta que pierdas la razón -Mae deslizó su mano
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- Eres muy perspicaz -dijo Mae bromeando- Espero que ese sea motivo
suficiente para conseguir que vuelvas.
Vance repentinamente seria, dijo- ¿No creerás que solo busco unos momentos
de placer, verdad?
Mae se quedo quieta- No me gusta pensar demasiado más allá del momento
presente. He aprendido que la esperanza conduce a menudo a la decepción.
- ¿Y qué es lo que esperas? -Vance acarició el centro de la espalda de Mae
hacia su cadera y luego sobre la curva de su cuerpo hacia su vientre. Abrió los
dedos como queriendo abarcarla a toda ella con la palma de su mano- ¿Más allá
de hoy?
Silenciosamente, Mae negó con la cabeza, temiendo que poner en palabras
sus sueños haría que se rompieran en pedazos.
- Hubo un tiempo -dijo Vance en voz baja- en el que conocía como iba a ser
mi futuro. Sabía dónde viviría, que haría. Quién sería. No sabía a quién o incluso
si amaría a alguien, pero sabía que las otras cosas harían que la soledad fuera
más tolerable -ella besó a Mae- Ahora no estoy segura de quién soy o de lo que
me deparará el futuro. Pero sé a quién amo. Y eso es más importante que todo lo
demás.
- Yo no soy la mujer a la que deberías amar -susurró Mae- Pero no soy nadie
para decirte que no lo hagas.
- ¿Cómo puedes juzgar a quién debó amar? ¿Puedes sentir como se alivia el
dolor de mi corazón cada vez que me tocas? ¿Puedes ver cómo desaparece mi
desesperación simplemente con que me sonrías? -Vance cerró sus ojos y frotó su
mejilla sobre el pelo de Mae- ¿Puedes imaginar cómo se desvanece mi soledad
simplemente con que estés cerca?
- Algo de eso si que sé -dijo Mae- Porque a mí también me pasa contigo.
- Sé que llego a ti siendo menos de lo que era -Vance levantó la cara de Mae
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no le importen más allá de cuanto pueden ganar en una noche. Alguien a quien
no le importe lo que les puedan hacer si el precio es el adecuado. No tendré eso
sobre mi conciencia.
- Entiendo.
- ¿Lo haces? No estoy segura de que realmente lo hagas -tomó aire y dijo en
voz baja- Si no estoy aquí haciéndome cargo de las cosas, alguien lo hará. Si no
estoy, Sissy y las demás seguirán haciendo lo que hacen aquí, luego vendrán
otras chicas a hacerlo. Es parte de la vida aquí, eso no va a cambiar.
Vance se puso de pie, sacudió sus pantalones, y se los puso. Se quitó la camisa
y fue hacia el aparador para lavarse también. Cuando se incorporó, con la toalla
en mano, su pelo todavía estaba goteando- Tú no quieres dejar de hacer lo que
haces.
- No me importaría si no volviera a tocarme un extraño nunca más -dijo Mae
con dureza- Pero tengo mi independencia, y no me muero de hambre, y esas
chicas podrían tener una oportunidad de tener algo más de lo que yo tuve.
- De acuerdo.
Mae frunció el ceño- ¿De acuerdo, qué?
- En San Louis hay burdeles dirigidos por mujeres que viven en casas
elegantes, que cabalgan por la ciudad, de día o de noche, en carruajes elegantes,
y que son bienvenidas en los mejores círculos.
- Eso es en San Louis. He oído hablar de esos lugares, pero las personas de
aquí no son tan tolerantes.
Vance se encogió de hombros- Las cosas cambian.
- No es algo con lo que deberías contar.
Vance se puso la camisa y abotonó sus pantalones- La única cosa con la que
cuento eres tú.
Con movimiento de cabeza, Mae cogió la pistolera de Vance y la puso
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CAPÍTULO VEINTITRES
alguna vez dando órdenes en ese sitio es a Franck, pero en realidad no creo que
él sea el propietario.
- Digamos que no lo es. ¿Quién podría serlo?
Jessie caminó más despacio conforme se acercaban al almacén de
suministros, se acomodó contra un poste mirando hacia la calle y colocó el tacón
su bota en el borde de la pasarela de tablones. Vance pasó su brazo alrededor del
tronco de atar los caballos, se apoyó sobre él, y cruzó sus tobillos. Cualquiera
que hubiera estado observando habría pensado que eran simplemente dos
amigas dando un tranquilo paseo.
- Se necesitaría algo de dinero -dijo Jessie pensativa- Thaddeus Schroeder... él
posee el periódico junto con el padre de Kate... podría tener suficiente. Él ha
estado aquí casi desde que la ciudad existe. Sin embargo, es padre de familia, y
parece decente. Realmente no puedo imaginarlo regentando el Nugget.
- Caleb también tendría los recursos suficientes -dijo Vance- pero también me
parece improbable.
- Está Wallace Fitzpatrick... es dueño del aserradero, y Mason, el del banco
-Jessie se encogió de hombros- Podría haber alguno más, pero serían puras
conjeturas.
- ¿Qué pasa con la oficina de títulos de propiedad? ¿Crees que podría haber
algún registro allí?
- Normalmente las escrituras se publican en el periódico, pero no sé hasta
dónde se remontan esos registros -Jessie estudió a Vance- Kate podría decírtelo,
pero si se avecinan problemas, no quiero que se involucre.
Vance apretó la mandíbula y no dijo nada. Había pasado mucho tiempo desde
que había confiado en alguien. Desde Milton... y Víctor. El silencio aumentó, y
sabía que Jessie no iba a preguntarle. Si no le daba ninguna explicación sobre la
causa de su preocupación, sentaría los límites de su incipiente amistad-
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Quienquiera que sea el propietario del Nugget tiene un hombre contratado para
supervisarlo -sus palabras brotaron con fuerza con una oleada de rabia- Él le
pegó a Mae ayer. Tiene contusiones en el lado izquierdo de su cara y en sus
brazos.
- Bastardo… -Jessie maldijo.
- Sí.
- ¿Y tú quieres ir a por él?
Vance se encontró con la dura mirada azul de Jessie- ¿No lo harías tú?
Jessie asintió en silencio.
- Mae me hizo prometer que no lo haría -dijo Vance irónicamente- Todavía no
estoy segura de cómo ocurrió.
-Apostaría a que te manipuló con eso de que le dolería más si ibas y te
mataban.
Vance se rió suavemente- Algo parecido.
- El problema es que tiene razón. Y si algo le ocurriese a Kate, yo no
sobreviviría.
- Tú y Kate…-dijo Vance cuidadosamente- ¿La gente de aquí no montan un
escándalo?
Jessie hizo una mueca- Bueno, los padres de Kate lo hicieron. Pero la mayoría
de las personas se ocupan de sus asuntos y dejan que los demás se ocupen de los
suyos.
- No le prometí a Mae que no iría a por el que está detrás del negocio. Él fue el
que le dio permiso a ese bastardo para que hiciera lo que le viniera en gana con
las mujeres del Nugget.
- Preguntaré por ahí.
- No quiero que corras ningún riesgo -dijo Vance- Cualquier información que
puedas...
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- Mae también significa algo para mí -contestó Jessie, con voz crispada- Veré
lo que puedo averiguar.
Vance asintió lacónicamente- Gracias.
- Volveré esta tarde para llevarte de regreso a la ciudad -dijo Vance tres días
más tarde cuando mientras giraba con la calesa hacia el sendero que conducía al
rancho de Kate y Jessie- Probablemente, cuando me haya ocupado de todos
estos avisos será cerca de la hora de cenar.
- No es necesario que me lleves a todas partes, ¿sabes? -dijo Mae- Dios sabe
que ya pasas suficiente tiempo vagando por los caminos. ¿Cuánto has estado en
la cama en los últimos días?
Vance entornó los ojos frente a la brillante luz del sol. Sentía sus ojos secos y
estaba cansada, pero tener a Mae a se lado en una hermosa mañana de verano
parecía infundirle una energía que no había sentido desde antes de la guerra- Ha
sido una de esas semanas en las que todo el mundo parece sentirse mal al mismo
tiempo. He tenido la oportunidad de hacer una siesta de una hora o dos.
- Sabes que no me importa si vienes a visitarme a altas horas de la noche -dijo
Mae.
- En ese caso, no estoy segura de que pudiera dormir mucho.
Mae se sonrojó a pesar del sombrero de ala ancha, con plumas, que protegía
su cara del sol. El verde profundo del sombrero, era un poco más oscuro que el
color de sus ojos y hacía juego con su vestido de seda- Eso simplemente podría
depender de lo cansada que estuvieras en realidad.
Sonriendo abiertamente, Vance bajó de un salto y rodeó la calesa hacia el lado
de Mae- Eso es algo que no parezco sentir cuándo estoy cerca de ti -rodeó la
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Mae tocó la mano de Vance en una caricia fugaz mientras Vance se alejaba-
Ten cuidado.
- Lo tendré. Te veré más tarde -se tocó el ala de su sombrero negro de fieltro-
Kate.
- La cena será a las seis y estoy haciendo pollo y panecillos -Kate tomó el
brazo de Mae mientras dirigía a Vance con una mirada severa- Y espero que
estés aquí para ayudarnos a comerlos
- Entonces sin duda lo haré -contestó Vance con una leve inclinación.
Mae observó a Vance caminar por el porche, subirse a la calesa y marcharse-
Parece tan cansada -murmuró con preocupación.
- Parece feliz -dio Kate suavemente- No creo haber visto su mirada así antes.
Es agradable.
- Supongo que si estuviera hecha de paja no habría conseguido superar todo lo
que le ha pasado -dijo Mae dijo con un suspiro- Soy tonta por preocuparme.
- Ven adentro y toma algo de beber. Jed está dormido, así que no necesitamos
darnos prisa -mientras guiaba a Mae hasta el fondo de la cocina, dijo en voz baja-
Y es natural preocuparse por alguien a quien amas.
- ¿Qué dices? Nunca dije...
Riéndose, Kate tendió su mano- Ven, dame tus cosas, luego siéntate y
tomaremos un té. Y tú no necesitas decirlo. Sólo tienes que mirarla y salta a la
vista.
- Tendré que tener más cuidado.
- ¿Por qué? -Kate se sentó en frente de Mae y la miró seriamente- ¿No puedes
pensar que a Vance le importe?
- Puede que a ella no, pero supongo que hay un montón de gente a la que sí le
importaría.
Kate tomó la mano de Mae- Sé que puedes hacer frente a cualquier cosa que
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puedan decir, y estoy segura de que Vance también puede. Y si la expresión del
rostro de Vance esta mañana quiere decir algo, ella necesita que tú sigas
mirándola justo de la forma en que lo haces.
- Señor…, Kate. Los sentimientos, sin duda, lo complican todo.
- Lo hacen. Especialmente cuando son maravillosos -se echó hacia atrás y se
mordió el labio inferior unos segundos. Después dijo suavemente- Alguien que
no te conozca tan bien como yo no se habría fijado, pero puedo ver que alguien
te ha pegado. ¿Qué ha sucedido?
Mae se sonrojó por segunda vez en apenas unos minutos, esta vez por
vergüenza- Nada de lo que haya que preocuparse.
Los ojos oscuros de Kate centellearon- Nuestra amistad tiene mucha
importancia para mí. No permitiré que la subestimes pensando que no debería
preocuparme por lo que te pasa.
- Yo... -Mae respiró vacilante y sonrió débilmente- Casi había olvidado lo
terca que eres. Ni siquiera intentaré convencerte de que es algo que no necesitas
saber.
- Bien. Eso demuestra tu buen juicio -Kate le sonrió con cariño- Cuéntame.
Mae le contó lo acontecido a grandes rasgos, omitiendo la mayor parte del
horror- No volverá a cogerme desprevenida. Y la próxima vez, no me
preocuparé de quién más podría venir si le pasara algo. Sólo le haré unos
agujeros donde, no te quepa duda, podrá sentirlos.
- Bueno -la expresión de Kate era sombría- Creo que es terrible que tengas que
preocuparte de que alguien como él pueda haceros daño a ti o a tus chicas.
Mae la miró con curiosidad- ¿Pero tú no piensas que es terrible que seamos
putas?
Kate se sorprendió- ¿Terrible? Por supuesto que no.
- ¿Cómo es que una jovencita de Boston tiene una manera de ver las cosas tan
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CAPÍTULO VEINTICUATRO
Kate se acurrucó contra de Jessie, pasando un brazo y una pierna por encima
de su cuerpo, buscando su contacto más que el calor- Mmm, hueles a heno y a
sol.
Jessie se rió- Creo que acabas de decir que me parezco a un corral. ¿Quieres
que me lave antes de que nos vayamos a dormir?
- Hueles… -dijo Kate, besando a Jessie profundamente para enfatizar- sana y
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fuerte y me gusta.
- Afortunadamente para mí -murmuró Jessie colocando a Kate suavemente
sobre su cuerpo. Le besó la punta de la barbilla, luego su boca, deslizando ambas
manos en el largo y oscuro pelo de Kate. Suspiró mientras mordisqueaba el labio
inferior de Kate.
Kate la besó tanto tiempo como se atrevió, deleitándose en el calor del abrazo
de Jessie y las tiernas y persistentes demandas de sus manos y su boca. Apartó su
cara justo antes de llegar al punto en el que no podría detenerse, sonriendo ante
el gemido de protesta de Jessie. El rostro le ardía y su cuerpo centelleaba ante la
llamada del deseo de Jessie- ¿Os pusisteis de acuerdo Vance y tú en el precio de
un caballo?
- ¿Qué? -preguntó Jessie, con la voz y la expresión confundidas. Tomó la
cinta del cuello del camisón de Kate en sus dedos y tiró fuertemente soltándola.
Cuando iba a deslizar su mano debajo del algodón suave, hacia el pecho suave
de Kate, ella se rió y se escabulló.
- ¿Qué…?... ¿Qué?
- Acuérdate. Vance y tú… el paseo hasta el establo -Jessie estaba tan adorable
bajo el resplandor de la luz del fuego, nerviosa y confundida y excitada, que
Kate estaba perdiendo rápidamente su curiosidad por la conversación de Vance
y Jessie.
- Kate -Jessie parpadeó. Para entonces su vista estaba borrosa como lo hacía
cuándo le hacía el amor a Kate. Se incorporó a medias, atrayendo a Kate hacia
ella con un brazo firme alrededor de sus hombros mientras exploraba por debajo
de su camisón y elevó el pecho de Kate con la palma de su mano. Rozó el pezón
con su boca y rápidamente se puso erecto- No puedo pensar en nada ahora
mismo.
- Oh -Kate suspiró, pegándose a ella, cuerpo contra cuerpo, y volvió a besar a
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Vance detuvo el carruaje detrás del Golden Nugget, pero no hizo ningún
movimiento para bajarse. En lugar de eso, se dio la vuelta en el asiento y rodeó la
cintura de Mae con el brazo, atrayéndola hacia ella. Era bien entrada la noche, y
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entre las sombras, nadie las tomaría por otra cosa que no fuera un hombre y una
mujer robando algunos momentos de pasión. Besó a Mae. Fue una exploración
lenta y persistente que se convirtió en algo más profundo y se fue haciendo más
desesperada, hasta que Mae rodeó sus hombros y tiró de Vance hacia abajo, casi
encima de ella.
- Mae… -suspiró Vance, apartándose de ella a regañadientes cuando la
conciencia finalmente penetró a través del deseo que nublaba sus sentidos-
Tengo muy poco control sobre mí cuando te pones así. Deberías ayudarme a
mantener el dominio de mi misma.
Mae se rió, acariciando la cara de Vance con la punta de sus dedos- Y todo
este tiempo he estado tratando de que hicieras justo todo lo contrario.
- Desde la noche que dormimos juntas -dijo Vance, enderezándose pero sin
soltar a Mae- no puedo pensar en otra cosa.
- Creía que había superado, hace mucho tiempo, la esperanza de tener algo
más que algunos minutos de placer en la cama -murmuró Mae, deslizando su
mano dentro del abrigo de Vance apoyándola sobre su estómago- Pero dormir
contigo me ha hecho querer bastante más que eso.
Vance gimió suavemente y besó el cuello de Mae. La piel de Mae estaba fría
bajo sus labios ardientes, y su vientre se tensó con las suaves caricias de los
dedos de Mae- Nunca supe qué debía esperar. Ahora lo sé, y... algunas veces,
cuando estoy fuera cabalgando, y estoy tan cansada que tengo miedo no poder
llegar al siguiente lugar en mi lista, pienso en ti. Entonces me olvido de todo
excepto de cuánto te quiero, y eso me hace seguir adelante.
- Oh -Mae se quedó sin aliento- Ven conmigo arriba, ahora.
- No puedo. Supongo que habrá más avisos esperándome en la oficina. Estas
molestias de estómago tienen a la mitad de la ciudad en cama -dijo Vance con
frustración- Todavía tengo avisos pendientes de hoy. No creo que termine antes
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de que amanezca.
- Quiero que vengas a mí, sin importar la hora -insistió Mae.
- Sospecho que el sol estará bastante alto para entonces -Vance se rió- Y no
estaré más presentable que un gallo de corral en ese momento. Creo que será
mejor que espere a que abra la lavandería y pueda recoger mi ropa limpia.
Mae acarició los botones de la camisa de Vance- Necesitas ropa nueva, no
limpia. Es hora de sacarte de esta ropa prestada y hacerte una nueva a medida.
- Después de algunos meses en el ejercito, decidí que mis días de estar de pie
sobre la tarima de una modista habían terminado -dijo Vance con cautela- Nunca
me gustaron los vestidos, incluso antes de que necesitara pasar el día en la silla
de montar o en un carro.
- Oh, ¿no puedes estar pensando que estaba sugiriendo eso? -Mae pasó sus
dedos a través del pelo corto, grueso y rebelde de Vance- No. Mañana te llevaré
al sastre para que te haga camisas y pantalones a medida.
- Yo... ¿crees que hará eso? -preguntó Vance con incertidumbre.
- Por supuesto que lo hará. Con tal de que tengas la intención de pagarle.
- Pensaba que acabaría comprando algo en el almacén cuando tuviera tiempo.
- No tienen mucho en ropa confeccionada, y lo que tienen nunca te ajustaría
bien -Mae besó a Vance ligeramente- No, voy a disfrutar vistiéndote.
Un estremecimiento de expectación, totalmente inesperado, recorrió la
columna vertebral de Vance de arriba a abajo y gimió suavemente, provocando
más risas de Mae- Me complaces de formas que nunca imaginé.
- Debo entrar -dijo Mae con pesar- Se está haciendo tarde, y haré falta. Besó a
Vance otra vez, con ambas manos entrelazadas detrás del cuello de Vance.
Respirando con dificultad, rozó la oreja de Vance con sus labios- Y si me quedo
aquí, necesitaré tus manos sobre mí muy pronto.
- Por favor… ¿es que no tienes compasión?
Radclyffe Promising Hearts
- ¿De quién? ¿De ti? -Mae puso un pie sobre el estribo- Ninguna en absoluto.
Riéndose, Vance bajó de un salto para ayudarla, no porque Mae necesitara su
brazo, si no porque le gustaba ofrecérselo. Se quedo atónita y agradecida de que
Mae así lo entendiera. La acompañó hasta las escaleras, de repente se sentía
reacia a dejarla sola. Sabía lo que esperaba a Mae dentro y la imagen reciente de
los moratones en su rostro provocó que un sudor frío brotara de su frente- Si él
viene otra vez y no estoy aquí...
- Vance, no quiero que te preocupes...
- Si te toca otra vez, mátalo -Vance tembló mientras el tronar de los cañones y
de centenares de hombres marchando se cerró sobre ella- No esperes. Dispara
primero.
Mae observó a Vance al reflejo neblinoso de las luces amarillas que
parpadeaban en las ventanas que estaban por encima de ellas, viendo a los
fantasmas del pasado bailar sobre su cara sombría, como hipnotizada. La tomó
de la mano y tiró de ella contra el edificio, fuera de la vista de la calle, y enmarcó
su cara con ambas manos- Vance. No vayas al pasado.
- Está bien -dio Vance con la voz ronca, luchando contra la bruma de los
recuerdos- Estoy aquí -puso su mano en la cintura de Mae y descansó su frente
contra la de ella- No hay nada allí para mí y aquí tengo todo lo que quiero.
- Tendré cuidado. Prométeme que tú también lo tendrás -Mae presionó sus
dedos sobre la boca de Vance, después se apartó y empezó a subir las escaleras.
Cuando estuvo fuera de su alcance se dio vuelta- Te amo, así es que asegúrate de
estar aquí por la mañana.
Vance puso su mano sobre su corazón- Tienes mi palabra.
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO VEINTICINCO
- Por recordarme como se siente ser feliz -antes de que Mae pudiese contestar,
Vance colocó un dedo debajo de su barbilla, levantó la cabeza de Mae, y la besó-
Siempre estás preciosa, pero por la mañana, estás maravillosa.
- No me he puesto ni un poco de colorete en la cara, mi bata fue preciosa en
algún momento pero ya no es nueva, y no he tenido tiempo de recogerme el pelo.
Mae acarició la mejilla de Vance- Pero cuando tú me miras como lo haces, me
siento...
- Querida, eso espero -la interrumpió Vance. Giró su cabeza y besó la palma
de Mae- Porque es así.
- No creo que esté preparada para esta conversación antes de desayunar.
Vance se rió- Entonces te llevaré a desayunar y podemos continuar después.
- Tenemos cita con George Smith después de desayunar, así que cualquier
otra cosa que pudieras tener planeada tendrá que esperar.
- No tenía nada planeado, solo tenía la esperanza de…
- Ahora cállate -dijo Mae dijo suavemente. Todavía no sabía muy bien como
tomar las atenciones que Vance le prodigaba. Nunca había sido el objeto del
afecto sincero de nadie. Incluso su madre, que aunque había cuidado de ella tan
bien como le había sido posible, a menudo le daba la impresión que era más el
deber que el amor lo que la motivaba. Mae no la culpaba por eso. Enviudó joven
y sin dinero para tentar a otro marido ni las habilidades para mantenerse a sí
misma y a una niña, había entrado a servir y había logrado conseguir una casa
para las dos. No obstante, la monotonía y la decepción de su vida habían
endurecido su corazón sin ella darse cuenta- Debo vestirme, y mientras lo hago,
tú debes sentarte aquí en el sofá.
Vance levantó una ceja- ¿Entonces, no soy de fiar?
Mae sonrió- Tú puede que lo seas, pero con toda seguridad yo no lo soy. Soñé
contigo anoche y me desperté deseándote.
Radclyffe Promising Hearts
Dos horas empezaban a parecer una cadena perpetua. La única cosa que hacía
el proceso tolerable era ver como los ojos de Mae se movían sobre su cuerpo
cuando George Smith no estaba mirando. Vance estaba en el centro de la
pequeña y caótica habitación en camiseta, calzoncillos largos y sus botas
mientras el meticuloso sastre, impecablemente vestido, medía y renegaba y
volvía a medir. Se había sorprendido cuando Mae le había explicado por qué
estaban allí, después arqueó una ceja e hizo un gesto con el brazo hacia la
trastienda que había tras la cortina.
- Tres camisas, dos pantalones, y un abrigo de diario y otro para vestir -repitió
Mae- Las camisas de algodón y los abrigos y los pantalones de lana. Pero nada
de ese tejido que parece lana que se deforma después de usarla un tiempo.
Smith se sintió ofendido- Le aseguro que solo utilizo materiales de la mejor
calidad que llegan directamente desde San Louis.
- Bueno, pero no piense en cobrarnos el cargamento entero.
Vance sonrió abiertamente y no dijo nada. Tenía que admitir, que sería muy
agradable tener ropa hecha para ella a medida y se sentiría más cómoda.
También descubrió que tener a Mae dirigiendo al sastre concienzudamente sobre
como quería que fuera la ropa, inesperadamente, la estaba excitando. Cuando
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desnudarte yo misma.
- Tómate una eternidad si es necesario -susurró Mae- No hay ningún otro
lugar en el mundo donde prefiera estar que no sea aquí contigo.
Vance la deseó entonces, inmediatamente. Quería deleitarse con su sabor y su
voz. Quería perderse en la sensación de carne caliente contra carne caliente.
Sabía que si rompía las cadenas de su control, Mae le dejaría tener cualquier
cosa que deseara, le dejaría disfrutar hasta que estuviera saciada, tan
egoístamente como quisiera. Y eso era lo único que no deseaba. No tomaría
nada, aunque le fuera dado libremente.
Le mostraría a esta mujer, la única mujer a la que verdaderamente había
deseado, lo que era ser valorada.
- No creo que exista un mundo para mi sin ti -murmuró Vance, intentando
alcanzar la fina tira de botones en la espalda del vestido de Mae. Se rió
suavemente- ¿Escogiste este vestido en particular simplemente para ponerme a
prueba?
Mae rodeó con sus brazos la estrecha cintura de Vance y descansó su cabeza
contra su hombro. Ya estaba medio perdida por el tono hambriento de la voz de
Vance y todavía no había sentido sus delicados dedos sobre su piel. Se preguntó
si podría soportar la intensidad de ese momento sin derramar sus lágrimas- Me
lo he puesto porque nadie más me ha visto con él. Y nadie más me ha visto
quitármelo.
El pecho de Vance se llenó de una angustia terrible, de una necesidad tan
grande que temió ahogarse en ella. Enterró su cara en la curva del cuello de Mae,
su mano presionó con fuerza en espalda de Mae- Me honras.
- ¿Cómo es posible que tú no me veas como todos los demás lo hacen? -Mae
entrelazó sus dedos en el pelo oscuro y grueso que rozaba la nuca de Vance y le
levantó la cabeza para poder ver su rostro- ¿De verdad no te importa lo que soy?
Radclyffe Promising Hearts
- Lo que importa, mi querida Mae, es quién eres -dijo Vance, su voz era firme
y sus ojos tan cálidos como la primera brisa de la primavera- y con cuanta
ternura me has recibido en tu corazón, cuando tengo tanta necesidad de ti.
- No más necesidad que la que tengo yo de ti.
Vance sonrió y rozó sus labios sobre los de Mae- Creo que todavía no me
conoces a mí…o a mis necesidades. Con precisión ágil y delicada, abrió el
vestido de Mae. Se inclinó para besar su hombro desnudo, después pasó la palma
de su mano sobre su clavícula y por su brazo, apartando el vestido. Repitió el
mismo movimiento en el lado contrario, hasta que la prenda cayó a los pies de
Mae formando un exuberante tapiz de pliegues verdes. Vance pasó la punta del
dedo por el borde de encaje de las enaguas que asomaban por encima del corsé
de seda negro que sujetaba los pechos de Mae. Después besó el camino que su
dedo había trazado, entreteniéndose en el lugar donde el corazón de Mae
palpitaba frenéticamente.
- Tu boca es tan suave, tan caliente -susurró Mae maravillada, temblando ante
ese gesto absolutamente tierno. Colocó sus manos en los hombros de Vance, ya
que sus piernas estaban cada vez más débiles, pero estaba decidida a aguantar
todo el tiempo que Vance quisiera estar tocándola. Nunca había querido dar
tanto a una sola persona en toda su vida.
- Me encanta como hueles -murmuró Vance, cerrando los ojos mientras
frotaba su mejilla sobre la suave ondulación de los pechos de Mae, con sus dedos
ocupados con los enganches que cerraban el corsé. Cuando cayó, revelando la
abundante belleza de los pechos de Mae, se quedó sin aliento- Preciosa.
Incapaz de contener la punzada de placer que la inundó, Mae agarró la cabeza
de Vance y guió su boca hacia su pezón tenso- Por favor...
Vance la atrajo hacia sí, haciendo círculos con su lengua alrededor del
pequeño y duro pico, apretando con sus dedos convulsamente alrededor de la
Radclyffe Promising Hearts
Mae, las levantó por encima de sus pechos y se las quitó completamente- Lo
único que voy a sentir cuando estemos juntas es alegría -se agachó y apartó las
mantas de la cama, después hizo un gesto a Mae para que se acostara. Se inclinó
y le susurró- ¿Te quitarás tú el resto para mí ahora?
Con sus ojos clavados en Vance, Mae se quitó el resto de su ropa- Ahora tú.
Vance sintió la mirada fija de Mae calentar su piel mientras se desnudaba,
dejando al descubierto mucho más que su cuerpo. Se acercó a Mae con todas sus
emociones al descubierto, casi indefensa en su necesidad. Se dejó caer
suavemente sobre el cuerpo de Mae, apoyándose en su brazo derecho para no
dejar sobre ella todo su peso. Como no tenía otra mano para explorar el cuerpo
de Mae, ella usó su boca, lentamente, a fondo, besando la frente de Mae, sus
párpados, sus labios, antes de pasar a su garganta, el valle entre sus pechos, el
hueco de su ombligo, el arco del hueso de la cadera y la curva delicada de su
muslo. Fue un viaje de descubrimiento y adoración, y no se apresuró.
Las manos de Mae en su cara y sus hombros la guiaron, moviéndose
insistentemente cuando su boca encontraba un punto particularmente sensible,
acariciándola lánguidamente cuando el placer menguaba y fluía. Cuándo ella
alcanzó el centro de Mae, Vance se puso sobre sus rodillas, colocándose entre
los muslos de Mae y levantando su mirada fijamente en el rostro de Mae. Ella
apenas reconoció su voz cuando habló con voz ronca- Solo quiero complacerte.
Quiero estar dentro de ti, pero si tú no quieres yo...
- Tú eres a la única que siempre he deseado ahí -susurró Mae
entrecortadamente- Si así lo deseas.
Vance cubrió con suavidad el sexo de Mae y se estiró sobre ellas de nuevo,
con la mano entre sus cuerpos. La besó tiernamente mientras se deslizaba en su
interior, después cerró los ojos y se quedó completamente inmóvil. Con un débil
susurro, dijo- Siento el latido de tu corazón con todo mi ser. No he sentido nunca
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO VEINTISEIS
Las lágrimas que Mae había podido contener antes salieron ahora. Cerró sus
ojos y saboreó la comodidad y la seguridad del abrazo de Vance.
- ¿Te he molestado? -dijo Vance inquieta, sintiendo las lágrimas sobre su piel.
- No -susurró Mae- Tú me has hecho muy feliz, y parece ser que cuando
ocurre eso, lloro.
- Entonces parece que estamos en circunstancias similares -Vance suspiró.
A juzgar por la luz tamizada que se colaba por los resquicios de las
contraventanas en la ventana de Mae, casi había atardecido- Tengo que ir a
buscar a Caleb y asegurarme de que no me necesita.
Frunciendo el ceño, Mae se incorporó- Sé que no has estado en la cama más
de un día. No puedes estar pensando en trabajar esta noche.
- No lo haré a menos que sea necesario, pero, -añadió Vance rápidamente- si
tengo que hacerlo estaré bien. Créame, esta tipo de trabajo es nada comparado
con pasar semanas enteras a la intemperie, sin comida, y sin ninguna esperanza.
- ¿Por qué te quedaste? -preguntó Mae en voz baja.
- Pasado un tiempo, yo también me lo pregunté -admitió Vance- Pero había
prometido servir, y cuando fui capaz de pensar con claridad, sabía que la causa
era justa. No me fui porque me necesitaban. Y una parte de mí necesitaba estar
allí.
- Pase lo que pase con nosotras -dijo Mae muy seria- quiero que te quedes sólo
porque quieras estar aquí. No por lo que tú pienses que yo necesito...
Vance se incorporó, sus ojos brillaban intensamente- ¿Lo he hecho tan mal
que no has podido sentir cuanto te necesito?
Mae inspiró profundamente estremeciéndose- Nunca pensé que alguien
pudiera amarme como tú lo has hecho -presionó con su mano sobre el corazón de
Vance- Pero algunas veces los sentimientos cambian...
- Los míos no. No lo que siento por ti -Vance rodeó los hombros de Mae y tiró
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de ella contra de su pecho. La besó con fuerza, con una mezcla de frustración y
deseo, y no la soltó hasta que la dejó jadeando- Veo que todavía no confías en
mis sentimientos. Tendré que poner más empeño para convencerte.
- Si pones un poco más de empeño -susurró Mae, presionando los labios de
Vance con sus dedos temblorosos- no sé si podré sobrevivir.
- Intentaré que lo hagas -Vance sonrió y estaba a punto de besarla otra vez
cuando la interrumpió un golpe desesperado en la puerta de Mae. Apartó las
mantas y dio un salto fuera de la cama, tratando de alcanzar su pistolera, que
había dejado en el suelo junto con sus ropas. Por el rabillo del ojo vio a Mae
poniéndose la túnica y andando hacia la puerta- Espérame.
- ¿Quién es? -gritó Mae sin abrir la puerta.
- Soy yo. Sissy.
Mae miró atrás y vio que Vance llevaba puestos sus pantalones y estaba
poniéndose la camisa sobre hombros. Abrió la puerta unas pocas pulgadas- ¿Qué
pasa?
- Es Lettie. Dice que está llegando el bebé.
- Dios mío, es demasiado pronto.
- Sólo un par de semanas -dijo Vance mientras aparecía al lado de Mae-
Déjame ir a echarle un vistazo.
Sissy miró a Mae y a Vance alternativamente, pero no hizo ningún comentario
sobre el hecho de que, claramente, se habían acostado juntas- Te acompañaré.
Después de que Mae se pusiera el vestido precipitadamente, las siguió. Vance
estaba inclinada sobre Lettie, susurrándole con voz calmada mientras palpaba el
hinchado abdomen de la chica. El pálido rostro de Lettie estaba perlado de sudor
y sus ojos estaban fuera de control por el miedo. Mae se acercó a la cabeza de la
cama y acarició su pelo- No te preocupes, cariño. Todo va a ir bien.
- Me duele y estoy muy asustada.
Radclyffe Promising Hearts
Cuando Kate llegó casi tres horas más tarde, era bien entrada la noche y Mae,
Vance, y varias de las chicas estaban sentadas en sillas alrededor de la cama.
Mae sujetaba la mano de Lettie.
- Vine tan pronto como pude. Gracias por mandar aviso para que viniera -le
dijo a Vance mientras se quitaba el gorrito y su chal.
- Has llegado con tiempo de sobra -le contestó Vance- Está haciendo un
trabajo maravilloso, pero aún tenemos un largo camino que recorrer -se levantó
y condujo a Kate hacia la cama- Lettie, voy a mostrarle a Kate cómo saber lo que
está haciendo el bebé. No te dolerá.
Jadeando, Lettie asintió, su cara estaba tensa, pero sus ojos estaban tranquilos
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y confiados- Bueno.
Después de que ambas, Vance y Kate, se lavaron y se secaron las manos,
Vance levantó la sábana y le hizo un gesto a Mae para que la mantuviera en alto-
Gracias -tomó la mano de Kate y la colocó en el bajo vientre de Lettie justo por
encima de su hueso pélvico- Puedes sentir la cabeza aquí, a medida que
desciende hacia la pelvis y el canal del parto.
Con el corazón acelerado, Kate presionó suavemente. La curva suave, firme
de la cabeza del bebé era fácil de apreciar. Levantó sus ojos brillantes hacia
Vance- Sí.
- Ahora, voy a mostrarte cómo juzgar la progresión del parto según la
dilatación del cuello del útero -levantó la sábana para que no se viera lo que Kate
y ella estaban haciendo- Mae, ¿puedes sujetar esto, por favor?
- Lo tengo -dijo Mae, observando como Vance, suavemente, colocaba la
mano de Kate entre las piernas de Lettie y le daba instrucciones sobre lo que
tenía que sentir cuando explorara su interior. Mae había visto a Doc Melbourne
traer bebes al mundo antes, y conocía las cuestiones básicas. Siempre le había
parecido que él hacía un buen trabajo, pero había una sensibilidad en la forma en
la que Vance lo hacía todo que era sencillamente… especial.
Cuando Kate vaciló después de deslizar sus dedos en el canal del parto, Vance
murmuró- No le harás daño. Los están muy tensos por el descenso de la cabeza
del bebé, y no es muy sensible ahora mismo.
- Siento algo latiendo -dijo Kate ansiosamente.
- Esas son las arterias uterinas, son muy grandes en este momento porque
proveen de sangre al útero así como también al bebé.
Por primera vez, Kate se dio cuenta de que reconocía ese pulso acelerado que
latía contra sus dedos. Era el poderoso latido de la vida y ella lo había sentido
antes, en diferentes pero igual de milagrosas circunstancias. Respetuosamente,
Radclyffe Promising Hearts
con sus dientes pero no emitió ningún sonido, simplemente miró la cara de
Vance de forma interrogativa.
- Palpa su abdomen y dime si ha cambiado algo.
Con mano temblorosa, Kate sondeó con cuidado de la forma que le había
enseñado. Se movió rápidamente, pero cuidadosamente- La cabeza no está
donde estaba antes -dijo susurrando.
Vance repitió el examen y asintió con la cabeza, ahora su cara era inexpresiva.
Miró por encima de su hombro hacia Mae- Necesito mis instrumentos y la
palangana con ácido fénico cerca. ¿Los prepararás para mí como lo hiciste
cuando Jed estaba herido?
- Sí -dijo Mae- ¿Qué pasa?
- Te lo diré enseguida -Vance se sentó de nuevo en el borde de la cama y
cuidadosamente introdujo su mano en el canal de parto. Cerró los ojos para
concentrarse completamente en los detalles que podía detectar con sus dedos,
después retiró su mano y se levantó.
- El bebé ha cambiado de posición. Esta de nalgas. Puedo notar un brazo en la
parte superior del canal del parto.
La cara de Mae se puso pálida. Miró rápidamente hacia Lettie, que parecía no
haberla oído, y si lo había hecho, no entendió lo que estaba ocurriendo. Sin
embargo, Mae sí que lo hizo. Había visto a mujeres morir intentando dar a luz un
bebé que venía de pies o simplemente con un brazo o un hombro por delante de
la cabeza. Y nunca había visto a bebé nacer vivo- Oh,…Dios.
- El instrumental, Mae -dijo Vance suavemente.
En silencio, Mae se movió mientras Vance le hacía un gesto a Kate para que
se apartara de la cama- La cabeza del bebé ya no está en el canal de parto, y si no
podemos cambiar eso, el bebé o la madre morirán.
- ¿Qué podemos hacer? -preguntó Kate con un nudo en la garganta. El
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hasta que encontró el tórax encajado en el cuello del útero. Juntado sus dedos
como formando un embudo, los movió a lo largo del pequeño cuerpo hasta que
alcanzó las caderas. Ahora su mano estaba casi completamente dentro del útero.
Sintió una contracción y los músculos se cerraron con fuerza alrededor de su
muñeca. Se quedó quieta esperando que pasara. Bloqueó la visión de los gritos
de Lettie, con la seguridad de que la chica no moriría del dolor, y rogando a Dios
porque no lo recordase si sobrevivía al parto. Miró a Kate, que seguía cada
movimiento con intensa concentración, con los ojos abiertos de par en par, pero
claros.
- Voy a intentar mover al bebé noventa grados dentro del útero. Eso se llama
versión -tomó aire y sonrió ligeramente- Eso debería alinear la cabeza otra vez a
fin de que este bebé pueda salir.
Kate no necesitaba preguntar qué pasaría si Vance no lo conseguía. Sabía lo
pequeña que era la abertura y que la única manera de que el niño pudiera salir era
de cabeza. Realmente no sabía que podrían hacer si la maniobra fracasaba, así
que simplemente rezó para que no lo hiciera- Mae, agarra a Lettie con fuerza
-dio Vance suavemente.
- La tenemos -dijo Mae dijo en una voz firme- Tú sigue adelante y haz lo que
debas hacer.
Canalizando toda su atención a su mano y el pequeño cuerpo acunado en la
palma de su mano, empujó firmemente hacia dentro y hacia arriba, girando las
caderas fuera de la abertura cervical y colocando la cabeza hacia abajo. Al
principio, no pasó nada. A continuación fue como si el bebé se enroscara sobre sí
mismo y pataleó, como si nadara. Cuando Vance sintió el movimiento, sacó su
mano y guió la cabeza hacia abajo en la parte superior del canal del parto. Cerró
sus ojos por un breve instante y luego sonrió ampliamente- Ahora no debería
tardar mucho.
Radclyffe Promising Hearts
Al cabo de una hora, un llanto sano y vigoroso perforó el aire y se mezcló con
las exclamaciones de júbilo de las mujeres apiñadas alrededor de la cama.
- Cariño, es un niño. Un niño grande, fuerte y hermoso -exclamó Mae.
- Déjame verlo -dijo Lettie, sonriendo débilmente.
- Kate, continúa tú y recoge la placenta -dijo Vance mientras se alejaba de la
cama. Su pelo y su camisa estaban mojados por el sudor, y los nervios que no
había sentido antes serpenteaban ahora en la boca de su estómago, haciendo que
se sintiera mareada. Después de enjuagarse la mano y el brazo se apoyó contra el
marco de la ventana que daba a la calle y cerró los ojos.
- Toma -dijo Mae suavemente, dándole un vaso de whisky- Me parece que
esto podría venirte bien -Vance se dio vuelta y retrocedió contra la pared. Cogió
el vaso y lo apuró de un solo trago con ganas- Gracias.
- Nunca he visto a nadie hacer algo parecido -dijo Mae.
- No es una técnica común, y por lo general no funciona.
Vance miró hacia el otro lado del cuarto de Lettie que sujetaba a su hijo y
recobraba rápidamente sus fuerzas- Pero ella es joven y fuerte, y merecían una
oportunidad.
Mae puso su mano en el centro del pecho de Vance. Todo el mundo en la
habitación estaba centrado en la madre y el bebé. Dio un paso hacia adelante-
Parece que tienes el don de hacer eso con todo el mundo.
Vance cubrió a la mano de Mae con la de ella y la miró directamente a los
ojos- Nosotras seremos cada una la oportunidad de la otra.
- Sí -Mae la besó suavemente- Lo seremos.
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CAPÍTULO VEINTISIETE
A la puesta del sol, Jessie estaba de pie el porche delantero de la casa del
rancho con una taza de café, mirando con una sonrisa irónica mientras Vance se
bajaba del carruaje- Te perdiste la cena.
- ¿Kate está enfadada? -preguntó Vance mientras subía las escaleras.
- Normalmente lo habría estado, pero estos tres últimos días, no ha hecho otra
cosa que hablar del nacimiento del bebé de Lettie -Jessie sonrió- Así que creo
que probablemente tendrás otra semana de gracia antes de que se lance sobre ti
con el tema de no llegar a tiempo de cenar.
Vance sonrió abiertamente- ¿Y Mae?
- Ella probablemente se meterá contigo en medio de la regañina -Jessie miró
más allá de Vance, escogiendo sus palabras cuidadosamente- Se la ve bien.
Supongo que no ha habido más problemas
- Ninguno que me haya contado -Vance se desabotonó el cuello de la camisa y
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polvorientas y arrugadas que había llevado durante todo el día y deseó poder
darse un baño.
- Vosotras dos -dijo Mae- No tenéis que preocuparos por encajar, porque
estáis exactamente donde pertenecéis. Vance, ha quedado un poco de la cena, y
si no entras a comer algo pronto, es probable que Kate te persiga con un cuchillo.
- Solo necesito lavarme un poco -dijo Vance, deseando poder besarla, quería
estar más fresca antes de hacerlo.
Mae solucionó su dilema cruzando el porche colocó un brazo alrededor del
cuello de Vance, y la besó profundamente en la boca.
Jessie apartó rápidamente la mirada y se movió hacia la puerta- Yo…
solo…ah…voy a ayudar a Kate a… hacer algo.
- Jed ha estado quejándose porque quiere volver a trabajar -le gritó Mae a
Jessie, con sus brazos todavía alrededor del cuello de Vance- Solo hará caso si tú
le dices que se quede en la cama.
- ¿Cómo está? -Vance decidió que si a Mae no le importaba como olía, ella
también podía disfrutar un rato, así que se apoyó contra la barandilla y ciñó a
Mae contra la curva de su cuerpo.
- Hoy no pudimos conseguir meter ni el más mínimo trocito de tela en la
herida de la espalda -dijo Mae con satisfacción- Creo que está curado.
- Ambas habéis hecho un excelente trabajo con él -Vance suspiró con
satisfacción y descansó su barbilla ligeramente en el hombro de Mae- Siento
haber llegado tan tarde.
- Es realmente difícil para mí enfadarme contigo cuando estoy tan contenta de
verte -murmuró Mae. Besó el cuello de Vance- Y cuando te sientes tan bien.
- Con un poco de suerte, no habrá ningún aviso esperándome y puedo pasar la
noche contigo.
- No me importa si hay una docena de avisos, tú te vas a la cama esta noche-
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- No tienes por qué preocuparte -dijo Mae dijo, pasando su brazo alrededor del
de Vance- si alguien va a perseguirte, seré yo.
- Entonces me consideraré afortunada.
- Mary Willows me pidió que llevara mi cámara conmigo la próxima vez que
fuera de visita -dijo Kate. Se sentó a la mesa terminando su té, mientras Vance
tomaba la cena que había guardado para ella- Para fotografiar al bebé.
Vance sonrió- Tengo la sensación de que va a ser una petición muy frecuente.
- Vas a necesitar un coche más grande -bromeó Jessie.
- Me encantas las fotos de familia, pero hay tantas cosas hermosas de nuestra
vida aquí. Me preguntaba…, -dijo Kate tímidamente, observando a Vance con
cuidado- si tú posarías para mí.
- ¿Yo? -Vance se sonrojó y se puso a buscar alguna excusa- ¿Por qué? No creo
que haya nada sobre mí…
-Creo que es una excelente idea -dijo Mae firmemente- Me gustaría tener una
de ella, Kate.
- En realidad, -dijo Kate- he visto en los periódicos bocetos hechos a partir de
fotos. Me gustaría intentarlo en el periódico de mi padre. Eres un médico nuevo
en el territorio, y eres una mujer, y parece algo en lo que la gente podría estar
interesada en saber.
Vance gimió- No alcanzo a imaginar porqué, y aun si lo hicieran, yo...
- Tú…simplemente vas a estar de acuerdo, Vance -dijo Jessie- Porque vas a
hacerlo tarde o temprano -Kate echó a su amante una mirada severa, pero sus
ojos risueños traicionaron su diversión.
- Supongo que es lo menos que puedo hacer después de todas las noches que
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Jessie estudió el rostro de Vance, vio la firme seguridad en sus ojos- Entonces
está bien.
Kate se volvió hacia a Mae mientras Jessie y Vance salían rápidamente al
exterior.
- ¿No hay nada que podamos hacer?
- Si pudiera encontrar una razón convincente para que no fueran te diría que sí
-Mae frunció el ceño y colocó el rifle en la mesa- Pero están haciendo lo que es
necesario, y aunque odio admitirlo, ellas son las que deben hacerlo.
Por mucho que a Kate no le gustara la idea de quedarse atrás, sabía que Mae y
Jessie tenían razón. Solamente podía quedarse y confiar en que Jessie volvería a
casa ilesa.
Radclyffe Promising Hearts
CAPÍTULO VEINTIOCHO
posición.
Charlie asintió con la cabeza- Supongo que tiene sentido. Se lo diré.
Mientras él regresaba al grupo, Vance y Jessie avanzaron al trote. Poco antes
de que alcanzasen la cima del sendero, desde donde se podía observar el valle,
Jessie se frenó de nuevo- Puede que quieras pensar en quedarte atrás, también.
Seremos visibles en esa cima ahora que el sol está alto, y si es el mismo grupo de
antes, no dudaran en disparar contra nosotros.
- No he llegado tan lejos para perderme la acción -Vance se encogió de
hombros e hizo una mueca cuando el dolor atravesó como un relámpago su
pecho y el hombro izquierdo. La mañana era gris y con niebla, y su guardapolvo
de cuero la protegía de la humedad pero no impedía que el frío calara en los
tejidos dañados- ¿Tu plan es matar a esos hombres?
- Podría tener que hacerlo -Jessie la miró expectante- ¿Eso sería un problema
para ti?
Vance aguantó la mirada fija de Jessie- No lo sería si supiera que son los
hombres que os emboscaron a ti y a Jed. El intento de asesinato y el robo del
caballo son delitos que se castigan con la horca.
- Pero no lo sabemos con seguridad, -dijo Jessie, espoleando a Star sobre un
pequeño risco hacia un lado del sendero.
Vance guió a su caballo hacia arriba, al lado de ella, y juntas, examinaron el
valle a sus pies- No estoy sugiriendo mantener una charla amigable. Pero una
vez los encontremos, podríamos esperar un poco para ver si de verdad están
robando...
La aparición de la pequeña nube de humo entre un grupo de rocas a unos
doscientos pies de distancia, el sonido del disparo y el caballo de Jessie
encabritándose, pareció ocurrir todo al mismo tiempo. Entonces Jessie cayó al
suelo y Vance se lanzó tras ella, agarrando su alforja con una mano. Vance metió
Radclyffe Promising Hearts
de su bolsa. Dobló un extremo y lo aplicó sobre la herida- Mantén esto aquí para
que pueda liarlo alrededor y detener la hemorragia.
Un minuto más tarde, Jessie probó su pierna- No se siente mucho peor que
cuando uno de mis sementales me patea. Puedo apoyarme sobre ella.
- Mantén tu maldita cabeza abajo -dijo Vance, el alivio estaba dejando paso a
la rabia dirigida a quienquiera que les hubiera disparado. Se dio la vuelta al oír
un ruido detrás de ella y vio a Charlie y a otro hombre, probablemente Johnny,
con sus rostros sombríos y las armas desenfundadas, subiendo de lado por la
cuesta hacia ellas. Señaló hacia la colina- El tirador era probablemente un vigía,
esperando asustarnos. El resto probablemente están en el otro lado, esperando a
ver si seguimos avanzando -miró hacia Jessie, que asintió con la cabeza, después
hizo un gesto a Charlie y a Johnny hacia la derecha- Vosotros dos id a ver si
podéis llegar a ese saliente... allí, y Jessie y yo intentaremos rodear este.
Entonces deberíamos tenerlos atrapados en un fuego cruzado por debajo de
nosotros -los dos hombres miraron a Jessie.
- Es un buen plan, chicos. Hagámoslo.
Los pocos minutos que les llevó alcanzar la cima, a Vance le parecieron una
hora ya que se movieron con cautela de un saliente a otro, con rapidez, medio
esperando un disparo procedente de cualquier punto. Soltó un suspiro de alivio
cuando ella y Jessie alcanzaron la cima sin recibir más disparos. Desde donde
estaban agazapadas, tras un grupo de rocas del tamaño de un barril, sólo podrían
divisar a Charlie y Johnny en una posición similar, a medio camino, cerca de la
cresta que daba al valle estrecho que se abría a sus pies. Escudriñando la zona,
pudo distinguir partes de la manada pastando en la hierba baja que bordeaba un
río sinuoso. No le sorprendía que los ladrones de ganado hubieran escogido este
lugar. Cincuenta mustangs de la mejor clase pastaban abajo en el valle, yeguas
velando por sus potros, todavía inestables sobre sus patas, mientras
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deambulaban inocentemente bajo el cielo claro del amanecer. Vance había visto
antes escenas bucólicas como ésta en las que los disparos y la muerte irrumpían
en un abrir y cerrar de ojos. Mientras una parte pequeña de su mente se recreaba
en la belleza, el resto de sus sentidos se centraban en detectar cualquier señal de
los enemigos. Inspiró profundamente por la nariz detectando en el aire el
penetrante e inequívoco aroma y sonrió, avanzando lentamente acercándose a
Jessie- Un cigarrillo.
- ¿Dónde?
Vance entornó los ojos, mirando a la luz del sol y percibió una voluta de humo
blanco por el rabillo del ojo, desapareció tan rápidamente que podría haber sido
una ilusión, pero ella supo que no lo había sido- Allí. Medio agachado y justo a
la derecha de ese pino solitario.
Sin moverse, Jessie se quedó con la mirada fija y, después de unos segundos,
vio la voluta de humo delator- Eso es uno. ¿Cuántos más crees que hay?
- Charlie dijo que ayer habían visto a cuatro hombres, ¿no? -Jessie asintió-
Entonces probablemente todavía siguen todos aquí.
- Son unos condenados estúpidos si piensan que pueden entrar en nuestras
tierras y llevarse los caballos y sobrevivir a ello -Jessie negó con la cabeza,
después miró a Vance- No es fácil para mí matar a un hombre.
- Lo entiendo. Puede que no tengamos que llegar a eso.
- Creo que vamos a averiguarlo -dijo Jessie, entrecerrando los ojos mientras
miraba la rápida huida de un carnero que apareció de detrás de un matorral,
bajando ágilmente por la cuesta rocosa. Señalando dijo- Por allí.
Vance siguió su indicación a tiempo de ver la luz del sol reflejada en el cañón
de un fusil. Entonces el aire estalló con el sonido de las armas de fuego y se
encontró devolviendo los disparos entre la nube de suciedad y pequeños
fragmentos de roca levantados por la descarga cerrada de balas de Jessie y los
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CAPÍTULO VEINTINUEVE
Mae observó a Vance mientras dormía. Había puesto la luz de la lámpara tan
baja que la llama fluctuaba y amenazaba con apagarse. Había muy poca luna, y
aunque el sonido de la respiración sosegada de Vance era reconfortante, esta
noche temía la oscuridad. No podía recordar la última vez que había deseado
algo con tanta fuerza que la sola idea de perderlo la desgarrara por dentro.
Cuando vio a Vance desplomada contra de Jessie, su cara tan pálida, su camisa
blanca empapada de sangre, supo cómo era sentirse morir. Se acercó con
cuidado y apartó los mechones húmedos y oscuros de la frente de Vance,
empapados por el sudor.
Los párpados de Vance se movieron y murmuró con voz ronca- ¿Mae?
- Aquí estoy, cariño.
- ¿Puedes darme algo de agua? -Vance intentó incorporarse sin éxito,
encontró que sus extremidades estaban extrañamente laxas. Especialmente su
brazo izquierdo, era un lamentable amasijo de huesos y músculos. Miró por
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encima, descubriendo el lugar donde sabía que debería estar su mano, y gimió.
- Shh,…mi amor, -susurró Mae dulcemente- Todo va a ir bien.
Se acomodó suavemente sobre la cama junto a Vance y pasó su brazo por
detrás de ella, teniendo mucho cuidado de no apoyar su espalda sobre la zona del
hombro vendado- Tengo el agua aquí. Déjame levantarte la cabeza.
Vance bebió con ansia. El agua tibia sabía como ambrosía. La voz de Mae
sonaba como la música más bella- El brazo… no está.
- Sí, -dijo Mae, al borde de las lágrimas, su garganta se cerró alrededor de las
palabras- Recuerda.
Vance abrió los ojos y enfocó su atención en la cara preocupada de Mae-
Appomattox.
- No es justo, ¿verdad? -Mae dejó el vaso en la mesita de noche y acarició la
mejilla de Vance- Que te sucediera eso en la última batalla de la guerra.
- No sé -dijo Vance haciendo una mueca- ¿Justicia divina?
- No puedo concebir cómo un héroe podría ser recompensado de ese modo.
- No soy un héroe.
- Sí, lo eres -Mae la besó tiernamente- Y vas a ponerte bien. Caleb estuvo
aquí.
- ¿Qué dijo?
- Que tuviste suerte, cosa que ya sabíamos todos. Mae colocó su brazo libre
alrededor de la cintura de Vance, acariciándola suavemente, probándose a sí
misma que Vance realmente estaba despierta y con ella- La bala no tocó nada
importante. Dijo que te sentirías débil durante una temporada, pero que no había
más daños en tu brazo.
- La maldita herida duele como justo después de que me hirieran no, lo había
sentido así desde hace más de medio año.
Vance sonrió maliciosamente- Sin embargo, es mejor que si me hubieran
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Jessie se asomó con cuidado por la puerta abierta del dormitorio del piso de
arriba. Vance estaba dormida. Mae estaba sentada al lado de la cama, mirando a
Vance con una expresión tan tierna en su cara que Jessie se avergonzó por
entrometerse. Cuando comenzó a alejarse, una voz suave dijo- Está agotada. No
vas a despertarla.
Jessie se volvió y esperó mientras Mae se levantaba con cuidado y cruzaba la
habitación hacia ella. Con un susurro, preguntó- ¿Cómo se encuentra?
- Ella admite que le duele con lo cual imagino que el dolor es horroroso, pero
su mente está clara. Mae sonrió- y da muestras de su obstinación habitual, así es
que asumo que estará bien en poco tiempo.
- Lo lamento.
Mae salió al pasillo y alejó a Jessie de la puerta. La dejó entreabierta para
poder ver el interior de la habitación en caso que Vance se despertase. Con una
mano en el brazo de Jessie, la miró en silencio.
- Siento haberte culpado de la forma que lo hice antes. No es culpa tuya que
Vance resultara herida.
Jessie se encogió de hombros, recordando el terror en los ojos de Mae cuando
vio a Vance por primera vez. Cuándo Jessie se bajó de Star después de dejar a
Vance con cuidado en los brazos de varios de los hombres que estaban
esperando, Mae había saltado sobre ella acusándola de dejar que casi mataran a
Vance por algo tan insignificante como unos pocos caballos. Durante un instante
pensó que Mae iba a abofetearla.
Entonces Mae se derrumbó y se alejó dando media vuelta temblando. En ese
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momento, Jessie deseó que Mae la hubiera golpeado- Era mi lucha, no la de ella.
- Vance es tu amiga. Ella solo estaba haciendo por ti lo que tú habrías hecho
por ella -Mae suspiró- Cuando la vi al principio y toda esa sangre...Pensé que
podría perderla. Necesitaba un blanco para mi miedo. Fuiste hábil -dio una
palmadita sobre el pecho de Jessie- Y lo suficientemente fuerte como para
encajarlo. Siento haber olvidado ese tierno corazón que tienes.
Sonriendo Jessie cogió la mano de Mae y la apretó- Hoy salvó mi vida. Ella es
algo más que una amiga -besó la frente de Mae- Ambas lo sois.
- Montana, -dijo Mae suavemente- Te he amado creo que desde la primera vez
que te vi entrar en el Nugget, cubierta por el polvo del camino y de sol -se rió
cuando Jessie se sonrojó- En cierto modo siempre supe que no estaba destinado
a ser, y supe el porqué hasta que te vi con Kate.
Se volvió para mirar hacia la habitación de la pálida mujer, tan frágil, que
ahora dormía en la cama- Tu corazón era para Kate. Y el mío era para ella.
- Tú siempre tendrás un sitio en el mío -susurró Jessie.
- Y eso significa mucho para mí -Mae miró a Jessie fijamente- Quiero que
hagas algo por mí.
- Lo que quieras.
- Quiero que impidas que Vance intente cambiar mi situación en el Nugget.-
Incluso en la penumbra del pasillo, Mae pudo ver como se tensaba la mandíbula
de Jessie- Tú sabes cómo son las cosas. Eso no va a cambiar, y no tiene sentido
que ella se ponga en peligro intentándolo -tomó la mano de Jessie otra vez y la
apretó con fuerza- Me mataría perderla. Por favor.
- No puedo hacerte esa promesa, -dijo Jessie, añadiendo rápidamente- Pero
puedo prometerte que no estará sola. No dejaré que le ocurra nada. Lo juro.
- Si te implicas en esto y acaba pasándote algo, Kate nunca nos lo perdonará a
ti o a mí.
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Cuando Vance volvió a despertarse, Mae se había ido y Jessie estaba de pie al
pie de la cama- ¿Qué hora es?
- Está amaneciendo. Mae está durmiendo en la habitación de abajo. Kate
finalmente consiguió que se acostara.
- Bien -Vance apoyó su mano en el colchón pero descubrió que no podía
incorporarse sola. Haciendo una mueca, dijo,- ¿Me puedes ayudar?
- No estoy segura de que deba -contestó Jessie acercándose a un lado de la
cama y pasando un brazo por detrás de la espalda de Vance- Si haces cualquier
cosa para empezar a sangrar otra vez, Mae y Kate me arrancarán la piel a tiras.
- No te preocupes. No quiero a las dos encima de mí -Vance se apoyó contra el
cabecero con un suspiro- Gracias. ¿Cómo está la pierna?
- No es nada. Estará rígida un par de días, pero eso es todo.
- ¿Y Star?
Jessie sonrió- Está bien. Tiene un pequeño rasguño no más grande que el mío
-cambió de posición y suspiró- Tú llevaste la peor parte.
Vance sonrió abiertamente- No tan mal como los dos tipos que abatimos.
¿Ambos están muertos?
- Sip. Charlie regresó arriba con una carreta después de que te bajáramos. Los
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llevó a la ciudad.
-¿Qué se sabe de los otros dos?
- Deben estar lejos y no creo que regresen -Jessie apoyó un hombro contra el
poste de la cama, con aire pensativo- Al menos esos dos no lo harán. Pero creo
que no hemos terminado con los ladrones de ganado. Demasiada gente vino aquí
pensando que el oro corría por las calles, y la mayor parte de ellos se quedaron
sin nada. Los caballos y el ganado son dinero fácil.
- No importa dónde ni cuándo, parece que siempre se trata de luchar para
defender lo que es tuyo.
Jessie se encogió de hombros- Nunca pensé lo contrario -ella miró a Vance a
los ojos- Te debo una por lo que hiciste allí arriba.
- No me debes nada. Me ofendes al sugerirlo.
Jessie sonrió abiertamente- Vosotros los del Este os ofendéis con mucha
facilidad.
Las cejas de Vance se levantaron- Ahora añades el insulto a la ofensa.
- De cualquier forma, espero que me dejarás devolverte el favor si es
necesario.
- Si es necesario, lo haré -contestó Vance seriamente.
- Eso es suficiente.
Vance se movió inquieta- ¿Crees que podrías hacer que uno de tus hombres
me llevará a la ciudad más tarde? Nunca fui una buena paciente, y no quiero ser
ningún problema.
- ¿Podría ser que quisieras estar más cerca del Nugget?
- Podría ser.
- Te llevaré yo misma si prometes no intentar ir tras esos hombres hasta que
puedas mantenerte en pie sin problemas.
Vance suspiró- Veo que Mae te ha convencido.
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CAPÍTULO TREINTA
sabía que le estaba poniendo en un aprieto pero ya era hora de poner todas las
cartas sobre la mesa.
- He estado aquí sirviendo en la barra desde hace casi diez años. Antes que
Hanrahan, había otro tipo que hacía más o menos lo mismo que él, me contrató y
me explicó bien claro cómo funcionaban las cosas. Un día desapareció y Mike
hacía su trabajo -Frank soltó un suspiro- No pregunté.
- Entiendo. Probablemente yo tampoco lo hubiera hecho. ¿Tienes alguna idea
en concreto sobre cómo funciona el local ahora?
- Me gusta el que pueda hacer las cosas a mi manera y no tengo que responder
ante nadie. Recibo mi sueldo al final de la semana, dejo los recibos de cualquier
gasto que haga para reponer el licor o las sillas y mesas rotas si ha habido lio, me
ocupo de mis asuntos.
- Parece un trato bastante bueno.
- Para mí está bien.
Vance golpeó la barra ligeramente con la mano- Gracias por la información.
Creo que iré arriba.
- Mike Hanrahan es un maldito hijo de puta -dijo Frank en tono amable.
Vance sonrió ligeramente, con sus ojos brillando intensa y peligrosamente-
Yo también puedo serlo si me provocan -se marchó dando media vuelta oyendo
de fondo el sonido de la risa tranquila de Frank.
alguien que acabara de abandonar la cama de Mae, y no le haría bien a Mae que
ella desahogara sus celos con algún cliente. Cuando no oyó nada en el interior,
llamó suavemente.
- Mae, soy Vance.
La puerta se abrió casi inmediatamente. Mae sonriente, extendió su mano,
tomó la mano de Vance, y tiró de ella hacia el interior- ¿Cómo te encuentras?
- Bien, como nueva -Vance abrazó a Mae por la cintura y la besó
profundamente- Como si no te hubiera visto desde hace meses1.
Riéndose, Mae golpeó con su mano suavemente el pecho de Vance y la
mantuvo alejada- Puede que te sientas muy juguetona ahora mismo pero he visto
ese hombro esta tarde y todavía no estás preparada para jugar.
Vance ignoró la presión de su mano y atrajo a Mae contra ella de nuevo.
Acarició con la nariz el cuello de Mae- No tenemos que hacerlo. ¿Qué tal si solo
nos damos un “paseo”?
Mae echó la cabeza hacia atrás y ofreció su garganta a los besos de Vance.
La verdad era que extrañaba su tacto más de lo que había imaginado, a pesar
de que la había visto todos los días. Nunca habría creído que pudiera estar tan
hambrienta de algo que no había sabido que deseara hasta hacía unas pocas
semanas. Amar a Vance había abierto su corazón y su cuerpo a la posibilidad, no
simplemente del placer, sino también de la comunión. Ahora había importantes
lugares dentro de ella que sólo Vance podía llenar. Introdujo sus dedos en el pelo
de Vance y tiró de su cabeza hasta poder besar su boca. Después de hacerlo
profundamente susurró- Creo que un largo paseo sería perfecto.
Sonriendo Vance la soltó para poder quitarle la ropa- Date la vuelta.
- Me apiadé de ti -dijo Mae mientras le daba la espalda- Este vestido tiene
lazos.
1
“Like I haven't seen you in a month of Sundays” en el original.
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- Esperaba que mi sentido de la oportunidad fuera bueno -dio Vance con una
amplia sonrisa.
- ¿Cómo te encentras?
- Más feliz de lo que pensé que sería al volver al trabajo.
Vance escudriñó el patio- ¿Está Jessie por aquí?
- Creo que está abajo hablando con los hombres. Debería estar de vuelta en
cualquier momento, porque siempre sabe cuándo está listo el café -Kate condujo
a Vance a la cocina- Siéntate. Te prepararé un plato.
- Te lo agradezco -en vez de sentarse, Vance vaciló en el umbral de la puerta-
Tal vez sólo vaya a buscar a Jessie.
Kate frunció los labios- ¿Crees que necesitas otro caballo?
Vance abrió la boca y luego la cerró riendo- Mis disculpas. En algún momento
de los últimos años he aprendido algunos malos hábitos. Quería preguntarle a
Jessie si podía venir a la ciudad esta tarde.
- ¿Tienes la intención de hacer algo respecto de lo de Mae?
- Sí.
Kate asintió- Mis padres han estado queriendo que Jessie y yo vayamos a
cenar. Esta noche debería venir bien.
- No sé...
- Si vas a sugerir que me quede aquí y espere, deberías repensártelo -dijo Kate
suavemente mientras servía el café- Vosotras dos habéis tenido suficientes
aventuras últimamente.
- No quiero que Mae lo sepa.
- Puedo imaginarme porque no quieres -Kate sonrió- Incluso puedo entender
porqué. ¿Te das cuenta de que es injusto?
- Sí -Vance cruzó el cuarto y tomó la mano de Kate- Esto es algo que tengo
que hacer, porque la amo. No quiero que se preocupe por mi deficiencia.
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- No comprendo cómo puedes estar tan tranquila con esto -dijo Mae
paseándose furiosa frente al sofá de su sala de estar.
- Nunca he dicho que estuviera tranquila -Kate se sentó en un extremo y
esperó a que Mae se calmara lo suficiente como para escuchar.
- Actúas como si estuvieras tranquila. Estás tomando el té y comiendo galletas
como si esas dos malditas tontas no estuvieran ideando una manera de conseguir
que les disparen de otra vez.
- Ambas han prometido eso no ocurrirá.
Mae se paró en seco y plantó ambas manos en sus caderas. Fulminó a Kate
con la mirada- ¿Y tú te crees es?
- Confío en ellas.
- Me di cuenta de que no dejaste que Jessie viniera sola a la ciudad. Será por
eso mismo.
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Vance se recostó contra la barra del bar y observó a Mae abrirse paso por la
habitación, abarrotada de gente, en su dirección. A cada paso un vaquero o un
jugador con ropas de lujo la detenían con un brazo alrededor de su cintura y le
susurraban algo a su oído. Ella se reiría y hábilmente se soltaba de su agarre y
seguía adelante. Era experta en evitar caricias erráticas sin ofender. Era un
talento, como en esos espectáculos de prestidigitación. Su sonrisa era tan
brillante, su risa tan atrayente, que los hombres nunca se percataban de que
nunca la habían tocado realmente.
- Parece que estás pensando en algo muy serio -dijo Mae mientras se situaba
al lado de Vance. Había sido consciente de la mirada de Vance sobre ella desde
el momento en el que había salido al balcón y había empezado a bajar las
escaleras. También sabía que había visto cada mano posarse sobre ella durante
todo el camino- ¿Ocurre algo?
- Me pregunto si alguno de ellos sabe lo mucho que se pierden.
El corazón de Mae dio un pequeño salto de sorpresa y asombro- Ves el mundo
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allí arriba, él no tardaría en bajar. Vance le hizo una seña a Frank para que le
llenara el vaso. Lo cogió con pulso firme y se lo bebió de un solo trago,
disfrutando de la quemazón del licor en la boca de su estómago. Después colocó
el vaso en la barra y se fue.
Su tono de voz convenció a Vance que él debía sufrir. Ella se rió y lo apretó
con más fuerza cobre la piel de su cuello. El dolor lo obligó a avanzar un paso
tropezando hacia adelante y ella le empujó con la cadera golpeando su cara
contra la pared. Lo inmovilizó con el hombro izquierdo encajando el dolor que
atravesó su cerebro y le aclaró la mente. Después apartó el arma de la parte
posterior de su cabeza y la apretó entre sus piernas. Empujó el cañón del
revolver hacia arriba y hacia adelante hasta que encontró resistencia.
- ¿Te gusta más aquí?
Su voz era suave y fría, como una astilla de hielo clavándosele lentamente en
su corazón.
Él se estremeció y se quedó sin aliento, pero no se movió- ¿Qué quieres?
- Enseñarte algunos modales.
- Qué... -gruñó mientras el cañón del revolver se clavaba en sus partes
sensibles- No sé ... ay ...Jesús ...
Vance lo empujó con más fuerza contra la pared y le susurró al oído- No sabes
cómo tratar a una dama. Creo que esto... -sacudió con fuerza el cañón del arma
de nuevo y sonrió con satisfacción cuando él gimoteó-... Podría interferir en tus
habilidades sociales.
Vio el rostro de Mae, golpeado y magullado. Vio las marcas en sus brazos e
imaginó el peso del apestoso cuerpo de Hanrahan acorralándola. Inspiró
profundamente degustando el momento- Así que voy a liberarte de ello.
Hanrahan imploró- Oh Dios…, no.
- Esto es por Mae -susurró mientras apretaba el dedo en el gatillo.
Jessie se apartó del edificio donde había permanecido en la oscuridad durante
la última hora, esperando dar apoyo a Vance en caso de que hubiera problemas y
dijo suavemente- No creo que valga la pena desperdiciar una bala con él.
- Aquí todo está bien -dijo Vance sin mirar alrededor- Vete.
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con interés. Con una sonrisa pasó los papeles sobre el escritorio.
- Como puede ver, aunque lleva en la ciudad bastante tiempo, no he tenido la
oportunidad de transferir mis fondos del banco en Filadelfia. Me gustaría que
usted se encargara de eso.
- Estoy seguro de que podemos encargarnos de eso ...
La voz Mason se desvaneció mientras estudiaba el extracto de la cuenta. Él se
enderezó con una expresión que rozaba el servilismo- Me encargaré de esto
personalmente -jugueteando con su corbata miró una vez más la documentación
antes de volver a mirar a Vance- Estoy seguro de que nuestra comunidad se
beneficiará enormemente de su presencia, Dra. Phelps. Si hay algo que pueda
hacer para ayudarla a instalarse... cualquier cosa.
- Es usted muy amable -dijo Vance en tono neutro- Su mujer y su hija han sido
muy amables al organizar una pequeña recepción para mi mañana en su casa.
Realmente aprecio su amabilidad.
- Simplemente es un pequeño gesto, de vecino a vecino -dijo él.
Vance dudaba que él tuviera la más mínima idea de la velada que habían
preparado. Imaginaba que el calendario social de su esposa e hija no era algo a lo
que le prestara demasiada a tención, pero asintió con la cabeza en señal de
reconocimiento.
Entonces, como si se le ocurriera de repente dijo- En realidad hay otra cosa en
la que me puede ayudar.
- Desde luego.
- Me gustaría comprar una propiedad.
- Estaría más que feliz de actuar como su agente en ese asunto -añadió Mason
rápidamente- Si me proporciona los detalles puedo facilitar...
- Oh, de hecho creo que es algo que podemos resolver ahora mismo.
- ¿Disculpe?
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FIN
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