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Castro Muñoz, Bárbara

Universidad de Concepción
Asignatura: Temas de Historia Medieval y Moderna
Curso: 3º / Año Académico: 2017
Profesor: Sanyar Lagos Vigouroux

Walter ULLMANN: “Principios de gobierno y política en la Edad Media”, Alianza


Editorial S.A, Madrid, 1985. Pp. 121- 211

RESUMEN

El profesor Walter Ullmann, en su obra “Principios de gobierno y política en la Edad


Media”, desglosa varios términos e ideas de los orígenes de las políticas que se vivieron en
occidente: ideas como las que observamos en el capítulo II llamado “El rey” –el cual trabajaremos a
continuación–, y del cual se desprenden cuatro subcapítulos dedicados principalmente a como el
soberano debía enfrentar la pugna entre lo teocrático y lo feudal, entre el conflicto de las teorías
ascendentes y descendentes por obtener el origen de su Poder, y también va explicando con ello
como se fue desarrollando el dominio que ejerció el globo eclesiástico en la vida del rey –en
particular– a lo largo de los siglos de la sociedad medieval.
El autor en el primer capítulo, analiza lo que fue la realeza teocrática –del período
medieval– y el problema crucial que esta tenía: el origen de su Poder. No obstante, desde el
problema del origen del poder, da vista hacia como fue la creación del derecho y a la posición que
el rey se otorgaba como ser superior y de cómo la sociedad aceptaba tal acontecer. Todo esto, a
partir de las concepciones de carácter religioso y las tesis –ascendente y descendente– que fueron
siendo desplazadas la una de la otra.
En el segundo capítulo, se dedica a analizar las limitaciones que tenía la realeza teocrática,
entre ellas destaca como esta realeza a pesar de tener libertad de acción, y expresar su voluntad, se
veía entre la espada y la pared con respecto a la influencia de la Iglesia. Esto se debía, como expresa
el autor a que esta vinculación –supuestamente directa con dios– se vio fracturada de cierto modo,
por la simple razón de que al ser a través de entidades eclesiásticas –principalmente el Papa– que se
perdía esta conexión directa, ya que pasaban primero por las figuras eclesiásticas, la Rex Dei
Gratia; sin embargo, el rey se convertía en el vicario de Dios en la tierra y por lo tanto podía ejercer
su poder sobre toda la población que se le fue encomendada.
Ya en el tercer capítulo, Ullmann se enfoca directamente en la realeza feudal de Inglaterra,
en la que se centra en la expansión feudal que tiene el rey, pero que a la vez a través del derecho
common law, se efectúa una asociación entre el rey feudal y los barones. A partir, de esta alianza
ninguna de las dos partes puede pasar la una sobre la otra, lo que termina en que ambos
contribuyentes creen un pacto mutuo de cooperación.
Por último, el autor en su cuarto capítulo hace lo mismo que el anterior, pero esta vez
visualiza la situación de la realeza teocrática de Francia. Ullmann, analiza las características más
relevantes dentro de la teoría teocrática de estos reyes, ya que a diferencia de lo que ocurre en
Inglaterra, Francia se ve totalmente bajo el alero del derecho real, es decir, el rey tiene la potestad
de él ser quien otorgue el derecho sobre los súbditos, ya que no existe ningún tipo de relación
jurídico entre el rey y los barones, producto que estos no tienen la capacidad de presionar al
soberano como lo hacían los barones de Inglaterra. El autor igual destaca la naciente concepción de
“gobierno popular” y que sería la fuente de sustento del rey para llevar acabo su dominio total.

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IDEAS PRINCIPALES Y SECUNDARIAS

 Teoría descendiente: como en todo oficio público, la realeza medieval se veía bajo el
problema de la fuente del origen de su poder, que no obstante, en primera instancia este pertenecía
al poder público y por tanto al pueblo; sin embargo, “esta [dice Ullmann] concepción ascendente
de gobierno cedió su lugar”. (P. 121). Así, fue siendo desplazada por la nueva concepción
descendiente, en otras palabras, a través de la Rex Dei Gratia –el rey por la gracia de Dios– que se
fue emancipando del populus y en la que reconocía a Dios como la fuente de todo el poder real;
ahora era esta nueva tesis descendiente o teocrática la que estaba ocupando el lugar que le
correspondía al poder popular y que fue la que prevaleció a lo largo de toda la Edad Media.

- A consecuencia de la gracia real, se encontraba como consecuencia o principio esencial que


“los súbditos [dice Ullmann] del rey no tenían derecho a ninguna de las acciones reales: el súbdito
podía recibir una confirmación de privilegios […], pero no podía exigirlo jurídicamente”. (P. 124),
así mismo, como consecuencia directa se encontraba el principio de concesión. Este principio de
concesión, era en donde el rey quien dotaba y/o concedía los derechos a sus súbditos, y por el
contrario podía excluir este derecho, por lo tanto, este gobierno teocrático al conceder desde el
gobernante a los súbditos estos derechos, estaba traspasando el poder que le era conferido por Dios
–desde arriba– excusando este derecho de conferirles los derechos, lo que provocaba entonces era
que el rey se convertirse en el vicario de dios en la tierra y el gobernante sobre sus súbditos –una
especie de elegido de Dios–.

 La Ley y el Derecho: a diferencia de la función feudal, la función teocrática, no excluía al


consejo, lo que si era destacable era el carácter obligatorio que tenían las leyes y el consentimiento
que provenía de la voluntas del rey; “así, el derecho [dice Ullmann] otorgado por el rey teocrático
era un concesión real” (P. 126). Pues, el rey podía escuchar sugerencias y advertencias, pero era el
quien decidía al respecto si aceptaba o no tales, ya que era la voluntas princips. A la vez, estaba la
diferencia entre el derecho popular y el derecho real: el primero, expresaba el consentimiento y la
voluntad del pueblo, las leyes reales, por su parte, eran capitularia, o sea, promulgaciones jurídicas
directamente del rey. Con el fortalecimiento del poder real, esto cambio, ya que disminuyo la
importancia de las normas jurídicas populares, ya que por voluntas del rey, este elaboraba el
derecho tanto para cambiarlo o abolirlo y que no requería del consentimiento del pueblo.

- La superioritas del rey teocrático, no solo de manifestaba con el otorgamiento especifico de


la ley, ya que también debía hacerlo en su función de rey protector del reino el cual le fue otorgado
a cuidar. “el rey [dice Ullmann] era tan autónomo, independiente y soberano como lo era en su
legislación” (P. 128), por lo cual, el rey de alguna forma podía ser aconsejado o amonestado, no
obstante, en principio y en derecho, nadie persona u organismo podía pedirle o exigirle al rey
jurídicamente su protección, sin embargo, el rey si podía acudir a ellos y protegerlos, aunque no
existía relación alguna entre ellos, estos no podían solicitar o insistir en ayudas y peticiones al
soberano. Además, igualmente dentro de la distribución de justica, caía la conservación de la paz
del gobernante teocrático, la cual esta categoría de la paz, tenía lugar a través de la protección; los
elementos que definían este actuar eran: “el [dice Ullmann] juicio personal y el propio criterio del
gobernante” (P. 129)

 Limitaciones de la realeza teocrática: tras la brecha que se dio entre el rey teocrático y la
sumisión al derecho divino –que era total incumbencia de los eclesiásticos– es que se va dando no
sólo esta sumisión divina, sino que también el rey se ve sometido a la jurisdicción papal o
eclesiástica, a lo que en la monarquía quería eludir verdaderamente. Tras esta idea de “el titulo [dice
Ullmann] «rey por gracia de Dios» constituyó [...] un excelente instrumento para negar cualquier
posible origen popular del poder real” (P.144). sin embargo, al constituirse este último paso, el rey

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asume plenamente el status teocrático y lo cual termina por la emancipación completa del pueblo,
no obstante, este se vio limitado en primera instancia por que la obtención divina solo debía ser
llevado a cabo por eclesiásticos: entonces se produce la interferencia entre Dios y el rey, lo cual
quedaría bajo la intercesión Dios, eclesiásticos calificados para hacer tal ceremonia y el rey, es
decir, “la gracia [dice Ullmann] que lo convertía en rey le era conferida por la mediación de los
celebrantes eclesiásticos y eran quienes le conferían al rey la gracia divina y el vínculo que se
creaba entre el la divinidad y el rey; otra limitación que se producía –partiendo por la unción– era
que el rey debía prometer fidelidad a la Iglesia “según la cual [dice Ullmann] el rey tenía que
prometer la observancia del privilegio canónico y del derecho y la justicia con respecto a las
iglesias” (P. 147). No obstante, el rey tenía que hacer estas promesas por razones de estabilidad
legislativa y social, y estar bajo una especie de “restricciones voluntarias” provenientes de él
mismo.

- Designaciones de los oficios reales: la designación del oficio real, solo se producía una vez
que este “elegido” hubiera sido ungido y coronado, pues desde aquí, los años de su reinado
comenzaban a contarse solo a partir de su coronación. Esta designación del oficio real “como [dice
Ullmann] una dignitas, honor, etc., se prestaba a subrayar el status sublime del rey individual dentro
de la Iglesia universal” (P. 150). Aunque, en cierto tiempo –especialmente de San Agustín– desde
las doctrinas patrísticas el oficio real era considerado como un oficio eclesiástico, en la cual la
Iglesia era “el cuerpo de todos los fieles” –incluía a clérigos como laicos– y este oficio del rey era
observado desde un aspecto teleológico.

 Funciones teocrática y feudal: en su calidad de gobernante, el rey medieval llevaba bajo su


espalda dos funciones totalmente irreconciliables; por un lado, la teocrática, por el otro, la feudal.
La función teocrática, era aquella “según [dice Ullmann] la cual su propia voluntas creaba el
derecho, ejercido bajo el arbitrio de sus propias consideraciones, independientemente y sin ninguna
clase de impedimentos” (P. 155). En contraste, la feudal era “según [dice Ullmann] la cual la
voluntas real no constituía por si sola la fuerza material de la ley, sin el consentimiento –explícito o
implícito– que daban a ellos los feudatarios directa del rey” (P. 155). Pues, el rey feudal a diferencia
del rey teocrático debía y tenía que actuar bajo la consulta y el acuerdo con los barones, quienes
eran la otra parte del contrato feudal, por lo que no había lugar en que el soberano pudiera efectuar
su voluntas. Por el contrario, el rey teocrático, a pesar de que debía enfrentarse a esta dualidad, este
buscaba la manera de desplazar las funciones feudales, pero a la vez intentaba de cualquier forma
resaltar su función teocrática.

- Para entender la realeza feudal en Inglaterra, hay que tener en cuenta que la realeza feudal
no “era igual [dice Ullmann] a la de la soberanía popular; según esta, el rey no poseía más status
que el que el pueblo, en su calidad de depositario del poder público, le había conferido” (P.158).
Por lo tanto, según esta teoría feudal, era una participación dual: tanto del rey como los barones, y
el derecho surgía entonces de este conjunto. Sin embargo, esta situación en Inglaterra, tuvo
numerosas circunstancias que se combinaron por parte de los barones para producir un estado tanto
de vigilancia como alerta, con el propósito de ser un obstáculo ante el rey teocrático y que al tener
tal efecto, casi logro desvanecer esta monarquía teocrática. Por ello, el rey feudal debía su función
estar predominantemente por sobre la teocrática; diferenciándolas, las funciones teocráticas tenían
dentro de estas que “el rey [dice Ullmann] actuaba sin restricciones, [...] que cada una de sus
acciones tenía « prerrogativas» (P. 159), aunque solo el derecho divino era la excepción de sus
límites. En cambio, las funciones feudales, sí existían restricciones y que estas “«prerrogativas»
[dice Ullmann] del rey estaban contenidas en los privilegios que se le aplicaban exclusivamente”
(P.159).

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 El sistema judicial Common Law y la Carta Magna: el common law inglés, junto al
derecho romano y al derecho canónico es el tercer mayor sistema jurídico de Europa. Este derecho
“no [dice Ullmann] se trataba de un derecho popular o teocrático, sino de un derecho sui generis”
(P. 168), ya que los barones como el rey elaboraban y cooperaban este derecho que se alojaba en un
gran grupo depositario, y que era producto del consentimiento por parte del rey como de los
barones, es decir, era común a ambos y por ende a la tierra. Con la elaboración de la Carta Magna y
sobre todo con el concepto de lex terrae, queda claramente identificado que este abstraía “todo
[dice Ullmann] el derecho feudal según el cual una parte no podía actuar sin el consentimiento de la
otra, […] incorporaba el consentimiento de ambas partes” (P. 169). La característica principal de la
Carta Magna era tal carácter de su pacto –celebrado– entre el soberano y los barones, y que a la vez
este se fortalecía por el juramento del rey, “se trataba [dice Ullmann] de un pacto que solo podía ser
concebido dentro del esquema feudal: […]. Sería bastante acertado considerar a la propia Carta
Magna como common law, ya que su contenido denota la característica de «común».” (P. 170).

- El derecho del common law –derecho feudal–, se caracterizó por ser la verdadera antítesis
del derecho teocrático, el cual es muy diferente a este, es decir, el derecho teocrático se basaba en el
derecho romano.; no obstante, este derecho romano no pudo ser asentado en Inglaterra, ya que se
trataba de algo totalmente distinto de lo que era la lex terrae, por el simple hecho de que esta no fue
aprobada por los barones. Este “derecho romano [dice Ullmann] posibilitaba la evasión de las
funciones feudales y constituía una vía franca hacia el paraíso ultraterreno de la realeza. Su ausencia
en Inglaterra constituyo una victoria: era incompatible con la lex terrae” (P.171). Vemos como no
haber sido aceptada por los barones este derecho romano no se pudo asentar como lo habría querido
uno de sus soberanos – Juan–. Juan quiso imponer su voluntas sobre los barones, lo que hizo que
estos se impulsaran a actuar contra él y su voluntas, ya que había pretendido desplazar los
principios feudales.

 El rey y la corona: el concepto de oficio pasaba a tomar lugar a un segundo plano, ya que
actualmente aparecía como nuevo símbolo de unión jurídica la Corona. La corona paso a ser la
expresión simbólica del reino; “la corona [dice Ullmann] es la significación abstracta del vínculo
existente entre el rey y el reino, consiste en el derecho que une al rey (en su función feudal) con la
comunidad del reino” (P.176). A partir, de este lazo que se crea entre rey y corona, es que se crea el
vínculo jurídico entre el rey y la comunidad, pues se da en que también significa que el rey no
puede hacer nada sin la comunidad y viceversa, porque ambos constituyen la corona. No obstante,
como es el rey quien asume este simbolismo, es deber de él conservar los derechos de ella intactos –
sin disponer de ellos directamente–, y por el motivo de que al crearse este conjunto entre rey y la
comunidad, no puede por lo tanto adueñarse de ellos, ya que la corona es la portadora de los
derechos públicos.

- En tiempos de Ricardo II, “la función feudal [dice Ullmann] del rey había sido absorbida
por la concepción del rey «constitucional» o «limitado»” (P. 179). Sin embargo, ocurre el caso de
este soberano, que intento gobernar con su voluntas, intentando cambiar y promulgar nuevas leyes
bajo su voluntad, pero que difícilmente le sería posible. Así, pese a que aparece una nueva
concepción de rey constitucional/ limitado, seguían surgiendo reyes teocráticos –considerase así–
que no cambiaban su manera de actuar, sino que por el contrario, de forma desenfrenada buscaban
ir en contra de sus funciones monárquicas realizando provocaciones, pero que al fin y el cabo les
serian inútiles.

 Realeza teocrática en Francia: al igual que Inglaterra, el rey de Francia, mantenía unidas sus
funciones tanto teocrática como feudal, pero que sus factores eran completamente inversos; los
gobernantes medievales cada vez que podían reducir sus funciones feudales lo realizaban para así
poder otorgarle y reforzar su realeza monárquica, pero que a la vez dependían “grandemente [dice

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Ullmann] del modo de proceder del rey […] o no evitar el antagonismo de sus <<consejeros
naturales>>”.( P.197 ) Así, surgen los casos de Enrique II de Inglaterra, Felipe II y Luis IX (de
Francia). No obstante, la realeza teocrática francesa se ve fuertemente bajo esta concepción debido
a que allí los vínculos feudales que existían entre el rey y los dignatarios feudales eran totalmente
menos desarrollados de lo que eran en Inglaterra, no poseían la suficiente cohesión. Además,
contrastándolo con el caso anglosajón, en Francia no había existido ningún tipo de juramento
general a la fidelidad –fuera del dominio real del siglo X–, pero dentro de la línea de la concepción
teocrática de la realeza “la [dice Ullmann] conservación de la paz y del orden constituía el deber
principal del rey” (P. 198), aunque sin embargo, este concepto de paz era orientado por el propio
rey teocrático y sus exigencias, ya que era él quien sabia cuando dicha paz peligraba o había que
romperla sin tener el consentimiento de sus consejeros naturales.

- El gobierno teocrático y el derecho romano: como máximo rey teocrático, este poseía el
derecho “incuestionable [dice Ullmann] y manifiesto de decidir en todo momento, y de manera
autónoma, cuáles eran los intereses del reino encomendado a su cuidado” (P. 201), por lo que al
gozar del derecho romano en toda Francia, facilito al rey muchísimo en poner en vitalidad estos
principios, en que la defensa o protección del reino constituían solo una parte del principio general
de utilitas publica, que cada vez más tomaba en Francia carácter monárquico a lo que en Inglaterra
era el common law. A su vez, Francia tenía todo un cuerpo de distinguidos jurisconsulti los cuales a
través de las escuelas de derecho eran y constituían como una reserva inagotable de personas que
estaban empleadas y capacitadas en el servicio del rey. Esta influencia que ejercía el derecho
romano “es la importancia que tuvieron el método, el pensamiento y la practica fundamentadas en
el” (P. 202), sin duda, a través de esta, la estructura feudal fue carcomida en el gobierno francés.

 La Coronación: para lograr el total fortalecimiento de la función teocrática del rey, este
debía pasar por la complicada ceremonia de coronación. Los ordines franceses, fueron –en efecto–
el mejor simbolismo de coronación, el mejor elaborado y elocuente para llevarse a cabo. Entre los
elementos que se encontraban estaba el óleo sagrado de Clovis, que era el principal elemento de
diferencia entre el rey francés y el resto de reyes de la Europa medieval; este óleo, toma un
significado como ningún otro, ya que este crisma –se supone–, fue bajado desde los cielos por una
paloma –para el bautismo de Clovis– y de la cual hace un enlace directo con el bautismo de cristo;
por lo tanto, el ungimiento del rey de Francia no resultaba extravagante y de forma particular, era el
papa quien llevaba a cabo esta ceremonia. El óleo del rey era diferente del de los obispos por sus
dones milagrosos como se observa en los reyes taumaturgos.

- A diferencia de lo que ocurría en Inglaterra, el rey de Francia, estaba [dice Ullmann] fuera
del alcance de los vasallos” (P. 205), por lo que las relaciones entre los barones y el rey era muy
débil para establecer algún tipo de esfuerzo en conjunto. Además, Francia ante esta debilidad de
vínculos feudales, se hacía presente constantemente ante la función teocrática los ataques
eclesiásticos, sin duda, fueron parte importante dentro del reinado del rey francés, producto de que
provenían directamente del Papa y debía mantener esta alianza con los eclesiásticos y su trasfondo
religioso, que dejaba abierta la posibilidad que intervinieran las autoridades eclesiásticas entorno a
sus decisiones. El caso más ejemplar de pugna que ocurrió entre un rey y un Papa fue el de Felipe II
con Bonifacio VIII que comprendió entre los periodos de fines del siglo XIII y comienzos del siglo
XIV.

 Los conceptos populistas: “la concepción populista [dice Ullmann] se había puesto de moda
como simple doctrina durante la segunda mitad del siglo XIII” (P.209). Sus principales
fundamentos fueron, por un lado, que el concepto de la sociedad la societas humana –de origen
aristotélico– era la conductora del poder original y por el otro lado, está la interpretación de la lex

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regia, en que el derecho romano era la cual se consideraba como la solución a esta preocupación
sobre el origen del emperador romano. Francia se vio florecido intelectualmente a comienzos del
siglo XIV, y por lo tanto, se convirtió en el lugar perfecto para el empleo de estas concepciones
populistas, a diferencia de lo que se vivía en el siglo XIII y la teocracia real que no ofrecía
probabilidad alguna para imaginar esta clase de vínculo entre el rey la comunidad.

- Felipe IV, fue el claro ejemplo de sagacidad, y maestría en cuanto a reyes franceses, el cual
“muestra [dice Ullmann] lo débil que podía ser la realeza teocrática al enfrentarse con determinado
Papa, y por otra, el extraordinario control que al mismo tiempo poseía el rey teocrático sobre sus
súbditos”.(P. 208) Ante tal escenario, es que Felipe IV buscaba la manera en que su política fuera
adherida de “un sector de la población” de manera lo suficientemente representativo y que pudiera
mantener bajo estrato las ideas populistas que estaban surgiendo popularmente y mantenerlas bajo
control: “no introdujo la idea [dice Ullmann] pero, maniobrando habilidosamente, dio a sus
asambleas carácter peculiar, pretendiendo simplemente ser el portavoz de los “representantes” del
pueblo francés” (P. 208) Visto de otra forma, Felipe IV lo que realmente quería era fortalecer
considerablemente su posición.

ANALISIS Y COMENTARIO CRÍTICO

Walter Ullmann fue profesor de Historia Medieval, en la Universidad de Cambridge (1972-


1978). Erudito austriaco- judío, dedico la mayor parte de su vida personal como académica a
publicar obras entorno a la historiografía de su especialidad: La Edad Media. Enfáticamente, se
preocupó en el pensamiento político medieval, y en la teoría jurídica particularmente; así
también de la historia del papado durante la Edad Media. Como su inclinación era definida por
la historia política, Ullmann igualmente se introduce en el análisis de la naturaleza del Derecho,
en las sociedades que estaban impregnados por la categoría de lo religioso, y por sobre todo en la
influencia que tenía la ley sobre estos y que entendemos como procesos históricos.
El autor, a través de este trabajo metódico y riguroso, nos instaura en el mundo del poder y
las influencias, así como en diferentes temáticas, que se encarga de analizar por capítulos,
dándole un orden a cada caso en particular. Los capítulos analizados nos introducen a conocer
las diferentes realidades tanto teocrática como feudal, sus principales características como sus
restricciones ejemplificando en los dos últimos capítulos con el caso de Inglaterra y Francia. No
obstante, al ser examinada esta obra, se deduce que Ullmann quería transmitir su estudio de
manera más compleja que la tradicional, ya que esta obra tomándola desde otro punto de vista es
más específica, detallista y con una mayor cantidad de aporte crítico y constructivo a diferencia
de muchos otros textos que se tornan en el pensamiento político y la teoría jurídica; Ullmann y
su obra por lo tanto, son un magnifico aporte historiográfico para el periodo de la edad media, ya
que al ser académico de este tiempo histórico, tiene tal dominio dentro de él, que sería
sumamente difícil rebatirle alguna idea sobre las que expone, pero ciertamente no imposible de
hacerlo. Por otra parte, este ejemplar, es un estudio bastante reciente en cuanto a
contemporaneidad, pero que igual toma cierta distancia con la época en la que nos encontramos,
pero aun así es de suma importancia por el contenido que traza en dentro de él; también puede
ser categorizado como novedoso y trascendental por la manera de plantear el objeto de estudio,
al igual que dentro de la historiografía medieval es una obra influyente. Expone y analiza las
ideas de forma un poco más compleja que obras tradicionales –utilizar dato y ser de escritura
rígida–, ya que el autor aquí, utiliza citas en latín –que no aparecen traducidas–, intenta añadir
varios ejemplos sean reyes, tipos de derecho –carta magna por ejemplo–, etc. Igualmente añade
varios conceptos, algunos conocidos, otros no tanto, pero que se encarga de explicar
explícitamente a lo largo del capítulo, sin embargo, tiene ocasiones en las que ambigua, se
devuelve a lo que ya había expuesto o daba la idea posteriormente a lo que ya había introducido.

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Sin duda, esta obra es un flujo de contundente fuentes bibliográficas por parte del autor y
que muestra un correcto empleo de estas referencias que utiliza en cuanto al desarrollo de las
ideas iniciales; precisamente , podemos destacar –en primera instancia– aquellas fuentes que son
de carácter jurídico- político, que son parte de lo que llamamos fuentes primarias, ya que
provienen de legislaciones y varios documentos que se emitieron por los reyes medievales, y por
lo tanto pasan a ser de primera categoría y de las que se obtienen, por ende, las primeras
concepciones del poder y las formas de gobernar. En el párrafo anterior, hicimos referencia a los
conceptos, pues Ullmann, se encarga de enriquecer su obra a lo largo de todo el escrito con
material totalmente medieval –sobre todo vocabulario jurídico– como Dei gratia, Status
teocrático, voluntas, etc. Aunque al momento de otorgarle su significado, este se va por deducir
su origen y se desvía un poco de la línea principal, pero que es necesaria para poder entender el
contexto sobre el cual se está tratando.
Por último, al analizar los diferentes capítulos, obtenemos que el autor se ocupa de
problematizar desde el primer capítulo, el origen del poder de estos reyes medievales, buscando
la persona o lugar en la que supuestamente podría residir la fuente de la “ley”, realizando síntesis
de los diferentes casos teóricos como la ascendente y descendente, que son el punto de partida
para obtener algo más contiguo y a la vez comprensivo de lo que era la realidad de la realeza
medieval. Sin más preámbulo, la obra de Ullmann definitivamente es un enorme aporte a la
historiografía medieval, pero que no está exenta de pequeñas críticas u errores, porque no se
puede ser del todo objetivo.

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