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¿Qué significa estar enamorado?

Muchos creen que les gustaría estar enamorados, pero se enfrentan a muchos
obstáculos para adoptar las acciones que permiten que el amor fluya libremente a
través de sus relaciones.

Por otra parte, sentimos que el concepto debe estar estrechamente conectado con el
sentido y plenitud de la vida, por lo que es importante para cada uno de nosotros para
definir el amor como un verbo, una acción o serie de acciones que podamos realizar
para acercarnos más a la gente que valoramos.

En un contexto romántico, algunas características esenciales que se ajustan a la


descripción de una relación amorosa incluyen:
Expresiones de afecto, tanto físicos como emocionales; deseo de ofrecer placer
y satisfacción a otro
Ternura, compasión y sensibilidad hacia las necesidades de otro
Deseo de compartir actividades; un nivel adecuado de reparto de las posesiones
de uno
Intercambio constante y honesta de los sentimientos personales
Preocupación por las aspiraciones y deseos del otro

De este modo, el amor incluye la sensación de que la preocupación por el otro va más
allá de cualquier egoísmo o interés, por lo que tiene un efecto positivo en la autoestima
y el sentido de bienestar de cada persona.

Pero, ¿realmente cumplimos con esto en nuestras relaciones amorosas? ¿Sentimos


que el otro está en consonancia con esto? ¿Actuamos pensando en que el otro se
sienta bien y para ayudarle a alcanzar sus objetivos?

Muchas veces nos enfrentamos al amor como algo pasivo que surge, como un estado
contra el que no podemos luchar, como algo en lo que caemos, algo que nos atrapa.
Con facilidad caemos en la rutina, en las relaciones consentidas, en las que uno tolera
la presencia del otro, en una convivencia que olvida lo más obvio, que es el respeto y la
valoración del otro.

En demasiadas ocasiones, vemos al otro como una parte de nosotros mismos, lo que
nos da una falsa sensación de seguridad, de no estar solos. Pero esto nos hace perder
nuestra individualidad, y hace que el otro pierda también su propia identidad. Y se crea
una ilusión de fusión, de ser uno solo, nutrida por la fantasía de estar enamorado, y no
por verdaderos afectos y sentimientos de atracción. Nos olvidamos del otro con tal,
puesto que forma parte ya de nosotros mismos. O eso creemos. Y dejamos que el otro
se olvide, porque formamos parte de él. O eso sentimos.

De esta manera, las relaciones tienden a decaer, porque dejamos de buscar lo que el
otro necesita, y empezamos a pensar en lo que necesitamos nosotros. Muchas de las
acciones que emprendemos van encaminadas a satisfacer nuestras necesidades, y no
las del otro.

El amor no debe ser nunca un acto de manipulación. No es una marca de propiedad


sobre el otro, sino todo lo contrario. El amor debe mostrar el verdadero aprecio hacia el
otro como un individuo separado. Cuando vemos a una persona de esta manera, nos
permitimos valorarlo plenamente por lo que es y por la felicidad que trae a nuestra
vida. Y nos impulsa a ser generosos con esa persona, a mostrar compasión y bondad
de una manera que todo el mundo consideraría válida.

Por supuesto, hay muchas barreras que ponemos y que nos impiden encontrar este
tipo de relación. Muchas de estas razones las encontramos en experiencias de nuestro
pasado o que hemos visto en otras personas. Sin embargo, al reflexionar sobre las
conductas vividas u observadas, aprendemos mucho, no sólo acerca de cómo
perjudicamos nuestros sentimientos hacia los demás, sino sobre las formas negativas
que sentimos acerca de nosotros mismos. Es difícil expresar el amor hacia otro cuando
no sentimos amor hacia nosotros mismos.

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