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A veces hay, y es algo muy característico y común, miedo al contacto o al
establecer una relación con otra persona.
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2. La fundamentación afectiva de la identidad. ¿Cómo se configura nuestro mundo afectivo?
¿Qué papel tienen los afectos en nuestra vida? ¿Qué es un afecto? Es una
expresión que usamos constantemente para decir que le hemos cogido cariño a las
cosas.
El primer descubrimiento de la adolescencia fue el descubrimiento del mundo
interior. Poniendo el ejemplo de venir a estudiar aquí, llegamos por primera vez a un
entorno (no nos dice nada, no tenemos afecto). Así, lo primero que hacemos es
buscar a qué le vamos a cogiendo cariño para establecer los lazos afectivos. Estos
lazos van formando nuestro mundo, nuestra habitación.
¿Qué sucede cuando no se consigue adaptar o establecer lazos afectivos? Hay
una experiencia de desarraigo (fenómeno psicológico). Este desarraigo se nota en
que nada motiva a las personas ni las mueve. Lo contrario a esto es el arraigo. Lo que
buscamos es estar a gusto y enlazado con lo que nos rodea (establecernos). Esto se
resume en la búsqueda de la estabilidad afectiva.
Para entender lo que es un afecto se debe realizar una distinción. Hay una
serie de afectos que responden a unas necesidades (por ejemplo, el niño pequeño
necesita del afecto de los demás), donde existe una determinación. Debido a esta
determinación, estos afectos presionan, pesan, aprietan (afecto opresivo), etc., que
incluso puede llegar a ser un afecto obsesivo. La otra forma de sentir afecto es el
aprecio. El afecto de necesidad responde a la actitud de consumo, mientras que el
otro responde a la actitud de aprecio por el valor que tiene en sí mismo. De esta
forma, no existe una determinación, es decir, es libre, espontáneo, desinteresado,
etc.
¿Qué efectos psicológicos o efectos tiene cuando el afecto es de necesidad?
Pasa que uno se siente, en el fondo, avergonzado por utilizar a la otra persona. Del
otro modo, uno se siente siempre agradecido.
¿Qué pasaría si en los afectos solo hay aprecio desinteresado? Esta pretensión
siempre resulta sospechosa. Por ejemplo, el deseo de una relación romántica
platónica (sin compromisos). ¿Están realmente enamorados? No buscan algo estable.
Siempre buscan huir de las necesidades, que llevan consigo siempre unas cargas
(hacerse cargo), y esto resulta cansino. Esta sensación de carga se refleja en el
afecto de necesidad. Por esto, la ausencia de esta carga se da en la situación del
afecto donde solo hay aprecio y nada de interés (carácter evasivo). Este afecto
resulta irreal.
Cuando una persona no es capaz de asumir las cargas de los afectos, es una
persona inmadura afectivamente.
Por otro lado, ¿qué pasa si el afecto se queda solo en el nivel de la necesidad?
Otro caso es el de que una persona solo ve a la otra persona como alguien que está
ahí para resolver problemas, como puede suceder si el niño no aprende a apreciar a
su madre (cuesta más apreciarla cuanto menos le ha ayudado cuando él la
necesitaba). Esto lleva consigo que la necesidad y el aprecio están integrados.
Durante la adolescencia se puede caer en la trampa de necesitar una compañía sí o
sí. Esto genera en la otra persona una presión, uno está siempre reclamando. Así, se
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da una situación de necesidad posesiva, no amor posesivo. Los efectos que esto tiene
es de tormenta psicológica.
Esta situación es bipolar. Es decir, cuando uno le da al otro lo que necesita
todo irá bien. Pero luego volverá a exigir, a presionar (desconcierto en la relación).
Esta necesidad de controlar responde a una dependencia obsesiva, lo que provoca en
la otra persona una gran responsabilidad y presión, se ve con poca libertad. La
persona con este rasgo de inmadurez afectiva puede parecer una persona con fuerte
carácter o fuerte personalidad, pero en realidad no es así, en realidad se siente
inseguro sin la otra persona. De esta forma, la inmadurez afectiva es parte del
sentimiento de inseguridad.
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Esa madurez afectiva es fundamental para tener relacionas sanas y
equilibradas, aunque es normal que al principio exista la necesidad de tener a
alguien, pero lo importante es integrar la necesidad en el aprecio.
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3. La amistad como paradigma de relación personal
¿Por qué la amistad es un paradigma? La amistad se ha convertido en un
paradigma. Incluso en la relación de pareja, la amistad es algo fundamental. La
amistad es ahora un referente.
Dentro de la amistad entra en juego el conocimiento de las personas. ¿Cómo
sé que conozco a los demás y no me equivoco? El conocimiento está relacionado
estrechamente con la comunicación (dos realidades que se necesitan la una a la
otra).
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¿Cuándo conocemos a una persona obtenemos datos. ¿Qué papel juegan en el
conocimiento? Aportan información, pero necesitan de una interpretación. Esto
plantea que cada interpretación tiene detrás una perspectiva y un enfoque.
¿Cómo los interpretamos? ¿Cuál es la perspectiva? Los mismos datos pueden
ser interpretados de muchísimas maneras según la persona que lo haga y si lo conoce
o no. Estas personas tienen su propio enfoque, y las que conocen a la persona saben
distinguir su unidad orgánica. Es decir, los datos en sí mismos no son suficientes para
conocer a una persona.
Supongamos que en un momento aparece un dato preocupante. Si ante ese
nuevo dato rompiésemos el enfoque y la unidad orgánica, nos planteamos si
realmente conocíamos a esa persona. Pero lo real es que siempre surgen dudas y
sospechas. Cuando surge esta duda o sospecha, ¿la tentación cuál puede ser?
Hemos visto que la persona es singular. Los lenguajes empleados son poco
controlables, y tenemos un enfoque personal de esa persona. Además, esa persona es
libre y está abierta a los cambios (esto es lo que da más inseguridad). Todo este
cúmulo de falta de comprobación genera la duda y la sospecha. La tentación
consiguiente es acudir a los datos que tienes de la persona y analizarlos. De este
análisis llegamos a ciertas conclusiones.
El trato tiene un elemento esencial: la confianza (me fío de…). LA sospecha o
duda es perder esta confianza. Pero, si no nos fiamos y nos dedicamos a analizar los
datos, rompemos totalmente la confianza. Este es uno de los grandes problemas en
las relaciones, es decir, acudir al análisis de los datos sin dirigirse al trato.
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vaya por delante, para medir hasta donde llega una persona. Para que haya
conocimiento, tenemos que dar la oportunidad.
[Belle&Sebastian - El modelo]
Una persona le dice a otra realmente lo que le pasa y es, pero esta “le da la
espalda”. Se trata el tema de las apariencias.
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deja el aparentar. Así, uno se siente descubierto y sorprendido. Por eso, el
conocimiento del “yo ideal” es sorprendente, tanto por una parte como por la otra.
Cuando tratamos a otra persona, estamos constantemente aclarándonos si lo
que vemos es conocimiento o es una idealización. Es, probablemente, la actividad
del conocimiento humano más compleja.
Hay una cuestión a tener en cuenta. El “yo ideal” de cada persona resulta
siempre confuso. Esto se debe a que ese “yo ideal” funciona como una fuente (la
realización personal se va desarrollando y desplegando desde dentro). El hecho de
ser una fuente hace que el “yo ideal” sea borroso y, por esto, necesitamos que
alguien desde fuera nos ayude a conocernos y creernos a nosotros mismos.
Ahora delimitaremos esta delgada frontera entre conocimiento o idealización.
Como se trata de descubrir un “yo ideal”, es algo muy difícil (vemos su “yo actual”
pero no el “yo ideal”).
El que conoce el “yo ideal” de otra persona, tiene un presentimiento sobre
ella (“sé qué te pasa”, ”sé lo que buscas”, etc.). Este presentimiento va más allá de
los datos (se les da un contexto y significado). Es decir, cuando se produce el
conocimiento del “yo ideal” se ve un carácter unitario, lo que supone una confianza.
El que se siente conocido de esta forma, se siente subrayado, reconocido
(“ese soy yo”), a pesar de que este reconocimiento resulta exigen, supone una
exigencia. Esto es un poderoso estímulo).
El que idealiza, lo que está haciendo es buscar unas ilusiones, ideales o
expectativas sobre la nueva persona conocida. Inconscientemente se proyectan,
sobre la nueva persona, esas ilusiones y expectativas. Ahora bien, se trata de una
proyección personal: lo que veo en esa persona lo estoy poniendo yo. Sucede que, sin
darnos cuenta, buscamos satisfacer estas ilusiones, ideales y expectativas.
Esto puede dar lugar a un intento de controlar al otro para que siga
cumpliendo las expectativas (se da una constante vigilancia y reclamación para que
no se salga de la idealización). Esta exigencia no se ve como algo justo: no me
recuerda quién soy, sino que produce una presión alienante.
Tenemos un primer síntoma diferencial: el conocimiento conoce y enfoca de
verdad a la persona. El que idealiza, no. Por tanto el que es conocido, su “yo ideal”,
se siente cómodo a pesar de la exigencia, al contrario del idealizado.
Cuando uno se siente exigido por una persona que le conoce, además de
ponerse delante los defectos, también se siente que esa persona nos quiere por
encima de los defectos. Esto produce un sentimiento de liberalización, no se siente
indigno ni rechazado, al contrario. En cambio, la vigilancia, rechazo y presión de la
idealización genera desconfianza a través de los celos, por ejemplo.
En el reconocimiento del “yo ideal”, algunas veces nos sentimos sorprendidos
(“¿de verdad soy así?”, “¿tanto te gusto?”). Estas sorpresas son más positivas que
negativas, ofreciendo un empujón a la autoestima. Pero, si se da una idealización,
parece que uno “no pasa el examen”, suponiendo un bajón en la autoestima al no
dar la talla.
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[Mi pie izquierdo]
La película plantea esto precisamente. Está basado en un libro autobiográfico
real. Nos muestra, al final, el “yo ideal” ya cumplido. A pesar de las dificultades, el
protagonista consigue llegar a ser un gran pintor y escritor (persona de éxito).
El primer capítulo trata de su infancia, naciendo en un pobre hospital con una
parálisis cerebral terrible. No puede moverse, ni hablar. Esto hace que los demás
piensen que es tonto, menos su madre. Esta, con su intuición y conocimiento, está
segura que entiende las cosas aunque no puede expresarlas. La madre lo hace su
cómplice.
El hecho de ser reconocido por alguien, y que no simplemente tengan el dato
de que es paralítico, hace que él, con el pie izquierdo, demuestre saber leer y
escribir al escribir madre, con tiza, en el suelo. En este momento, todo el mundo
reacciona y se da cuenta de la realidad.
Vemos la escena de la decisión de la madre por construirle una habitación
propia. Al final, llega el padre con los hermanos, dispuestos también a ayudar. Cristi
se había hecho ilusiones con su profesora, pero se vio desilusionado cuando conoció
que se iba a casar con otra persona. Se da cuenta de que lo suyo era un amor
idealizado, pero no había ningún sentimiento de compromiso.
Un conocimiento verdadero es comprometido, cosa que no sucede en la
idealización. La profesora no está comprometida con él: amor idealizado. Por esto, la
persona que ha idealizado a la otra, cuando falla esa persona, el idealizador corta
con esa persona fácilmente y se siente muy defraudado (“es como si no te
conociera”). Esto refleja la falta de compromiso que ha habido siempre.
Su madre es quien demuestra conocerle de verdad y le ayuda a levantarse de
nuevo, ella no se da por vencida. Su decisión es construir una habitación para que
Cristi vuelva a pintar. Además, demuestra su compromiso con sus acciones y sus
palabras.
Cuando una persona conoce el “yo ideal” de la otra persona, uno no piensa
que ha sido gracias a uno mismo, sino que le otorga todo el mérito a esa persona que
alcanza el “yo ideal”. Esto aparece en la escena final cuando la madre no quiere
aparecer en la foto. Genera un sentimiento profundo de agradecimiento en Cristi.
La madre deja que Cristi se vaya con la chica y futura mujer (conocimiento).
En cambio, al idealizar, se siente propietario y celoso. Esto produce, en vez de
agradecimiento, un resentimiento y rechazo.
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El ser más profundo / consiste precisamente en la inconsciencia venida por el
amor… / Me bastaba sentir que te necesitaba / para que estuvieras de nuevo a mi
lado, me envolvieras, / irradiaras todo aquello que no puedo llegar a saber / acerca
de mí mismo.
Es un poema que puede definir el sentimiento de Cristi hacia su madre.
[Holly]
Vemos un personaje triste y desgraciado. El personaje llega a casa de su
hermana menor en tensión, y comienza a recordar cosas malas y buenas de su
infancia (recuerdos felices y amargos). Su padre le decepcionó profundamente, la
idealización de su padre fue destruida. Al no conseguir superar esa traición, su
historia no puede seguir, no es capaz de mantener una relación estable, etc. Por eso,
el no saber perdonar es, en el fondo, un suicidio (¿Me pego yo un tiro y que me veas?
¿Te lo pego a ti?). La clave en este cortometraje es la incapacidad de perdonar.
¿Qué pasa cuando alguien siente que otra persona está ilusionada con él? El
que se siente conocido en su ideal, cuando ve que alguien cree en el “yo ideal”,
todos los fallos se viven con especial frustración. El problema es que el ser humano
es falible, tenemos y cometemos errores. En el fallo, uno lo que percibe es la
distancia entre el “yo actual”, que ha fallado, y el “yo ideal”. Esta distancia se
convierte en frustración. Esta distancia la vemos en los ojos de la otra persona (le he
fallado). Todo esto explica un poco las reacciones de la persona que ha fallado.
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Describe gráficamente el fenómeno que estamos estudiando. La persona que
falla se siente realmente mal porque es mirada por una persona que la idealiza.
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Perdonar más en el fondo, ante el daño, es “me importas más tú”. Esto le
devuelve su confianza y dignidad, a la otra persona.
Ponemos el ejemplo de la parábola del hijo pródigo que, tras despreciar a su
padre y malgastara el dinero, vuelve a casa y recibe el perdón de su padre en vez de
reprocharle. Le devuelve la dignidad, la confianza, la autoestima. En esto consiste el
perdón, mirar a la persona. Perdonar es la forma más profunda de conocer y amar.
Hay otro tipo de perdón, más cotidiano. Es el perdón de las cosas
inconscientes. Gran parte de lo que hacemos y somos se mueve en el plano de la
inconsciencia. Estos fallos inconscientes también requieren un tipo especial de
perdón y, por tanto, conocimiento del ideal. Suelen ser fallos que necesitan tiempo
y, aunque no se pide perdón por que es inconsciente, se perdona.
Al perdonar estos fallos, uno subraya la personalidad e ideal del otro., Ser
capaz de perdonar lo inconsciente forma parte de conocer al otro y ayudarlo a
alcanzar el ideal.
No perdonar esto, no pasarlo por alto, genera una lista de agravios (no querer
al otro con sus defectos, tal como es), lo que provoca una carga, difícil de sostener,
en una relación. Cuando uno nota que el otro sabe cómo soy, que no tiene una lista
de agravios, vive tranquilo y con confianza. Esa capacidad de perdonar los fallos
inconscientes forman parte de la madurez de la relación y subraya la personalidad
del otro.
Así, el ideal de la otra persona no es un balance de virtudes y defectos, sino
el carácter único e irrepetible de esa persona.
¿Hay que perdonar siempre? El perdón no se puede exigir. Uno estudia hasta
qué punto valora al otro y ve si puede perdonar o no.
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Por eso, cuando dos personas se conocen, lo que suelen decir es “nos
conocemos muy bien”, como si fuese un único acto de conocimiento.
¿Y los desequilibrios? Cuando se intentan juzgar las relaciones por el justo
equilibrio, se bloquean. O cuando no queremos recargar a la otra persona contándole
los problemas. Da miedo desequilibrar de esta forma la relación por si se pudiese
romper.
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podrá pagar o devolver ese favor). Por eso, el agradecimiento sincero es tan emotivo.
Pero es que, el que da más no espera nada a cambio.
El dar más es desinteresado, lo que provoca el agradecimiento sincero y la
sensación de que no se podrá devolver el favor por ese desinterés.
La relación más desequilibrada es la de padres e hijos. Les dan todo sin
esperar nada a cambio, lo hacen porque son sus hijos. Los hijos son conscientes de
que nunca podrán devolverle el favor por el desinterés con el que nos ayudaron. El
agradecimiento de los hijos es tan profundo que recibe el nombre de piedad. Para
equilibrar, más o menos, el hijo será padre y le dará a sus hijos todo lo que sus
padres le dieron a él.
El desequilibrio en las relaciones permite avanzar más la relación y, además,
en la vida social, permite que la sociedad progrese desde el punto de vista afectivo.
El dar desinteresadamente y el agradecer sinceramente permite estos dos aspectos.
Siempre nos sentimos en deuda y eso hace que hagamos las cosas también
desinteresadamente.
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Sentirse también siempre a merced de la situación resulta inquietante. Por
eso, las relaciones avanzan hacia la estabilidad y seguridad. Pasar de ser elegido a
ser debido se produce poco a poco. Cada vez existe mayor complicidad entre dos
personas. ¿Hacia dónde se dirige? Este traspaso de la frontera, como en la elección se
juzgan las cualidades, ahora se acepta a la persona tal como es, más allá del estado
actual de sus cualidades. En la fase electiva juzgábamos desde sus cualidades. Ahora
el centro de atención es la persona, no sus cualidades.
Esto es muy importante, porque las personas cambian. ¿Qué pasa si yo siento
que el estado actual de mis cualidades es decisivo para ser aceptado? Esta presión
resulta agotadora, uno se siente enjuiciado e inferior (no estoy aquí por ser yo, sino
por cómo soy ahora).
Lo natural es ir avanzando hacia la persona. Cuando veo que sus cualidades se
deterioran, en vez de dudar y enjuiciarla de nuevo, se le ayuda. Esto genera un
sentimiento de seguridad por ser aceptado por quién es (sensación parecida a la
familiar). Los reveses de la relación no cambiarán los juicios.
3.6. El respeto
¿Qué significa respetar e n una relación personal? Parece que la importancia
de respetar es porque el respeto abre un espacio para que esa persona se realice
(espacio de realización). ¿Qué elementos y factores juegan cuando uno respeta y el
otro se hace respetar? El respeto se enfrenta contra lo utilizable: respetar no es
utilizar. Utilizar es tratar algo pensando en el propio provecho.
Es muy fácil que en una relación se introduzca inconscientemente la
tendencia del provecho. Es difícil distinguir entre ese sentirse satisfecho y ver a la
otra persona como un objeto utilizable. El respeto defiende esto: lo indisponible de
cada persona.
En toda relación, sobre todo al principio, hay una cierta tendencia a idealizar,
hay fallos y perdones, etc. Pero también hay siempre una serie de exigencias, una
serie de pretensiones y de expectativas (exigimos, pretendemos y esperamos del
otro).
Por todo esto presiona al otro, una presión natural y necesaria (una relación
profunda es exigente). Esta presión forcejea con la personalidad del otro, su perfil
psicológico, su modo de ser, etc. Este perfil psicológico podemos decir que cada
persona tiene sus propias percepciones, convicciones, principios y creencias. Es
decir, en el modo de ser del otro entran en juego unas características con las que la
persona se identifica. ¿Cómo funciona entonces el forcejeo de la presión? Con este
forcejeo y presión es donde se madura la relación y se consigue enfocar mejor al otro
y a uno mismo.
¿Qué pasa cuando no funciona el respeto? ¿Qué busca una persona cuando se
olvida de respetar? Al chocar (el forcejeo de la presión), uno al ver que el otro se
defiende, uno puede pensar que el otro está anteponiendo sus cosas, sus formas de
ver las cosas, etc. Esto sucede de forma más intensa en las parejas. Lo que se quiere
es ser conocido, al margen de las circunstancias y condicionamientos, por el otro.
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Esto también se da, de alguna forma en la amistad. Esto, en realidad, está
relacionado con los celos (me está subordinando a sus costumbres, formas de pensar,
etc. Me está marginando).
Es decir, en el fondo lo que se espera y exige es justo desde su punto de vista
(¿no me querías más que a nadie? ¿No eras mi mejor amigo?). Esta intuición del
comienzo hace que la persona aumente la presión, incluso llegando a poner
condiciones a ese amor (si me quisieras, me harías caso).
¿Qué respuesta cabe ante esta presión? Hay dos opciones: seguir resistiendo,
defendiendo y forcejeando, o ceder. Pero cuando se cede, ¿qué sucede? De alguna
manera esa personalidad se empieza a desdibujar ante sí mismo (problemas de
autoestima), pero también desfigura y desvalúa su personalidad frente al otro (se
pierde aquello que yo quería).
[Sonia]
Lo que plante este fragmento es una pareja que se quiere, pero se ve que hay
algo raro (aspecto sutil del respeto). Se ve cuando entran en el ascensor (la mujer
tenía claustrofobia y cede). Se establece un forcejeo a lo largo del cortometraje. La
amiga tiene recelos sobre el chico. Ella, en el brindis, intenta brindar por la
continuidad aunque él no la entiende. Ella quiere seguir con la relación a toda costa,
continuidad por encima de todo, por eso se somete a las presiones de él (indicio de
inseguridad. La inseguridad desemboca en una dependencia). Entonces ella cuenta
una discusión en el coche antes de que él, queriendo demostrar que él es quien
manda, cuenta la historia de la decisión de tener o no un hijo. Cuando la mujer le
tira la copa, el hombre se queda tranquilo porque parece ser que volverá (baja
autoestima, dependencia).
¿Él la valora a ella? Claramente no. No se pone nervioso porque ella se
enfade. En el fondo hay un cierto desprecio por la forma de mirarla debido a que ella
se somete cada vez más (no se hace valorar). Es decir, aquí hay una excesiva presión
y una gran dependencia.
¿Qué sucede cuando hay respeto? Comenzaremos por el que se hace respetar y
es respetado. Hacerse respetar es algo muy importante en las relaciones. ¿Qué hay
detrás de esas personas? El que se hace respetar presenta una saludable autoestima,
cree en sí mismo. Él le ofrece a la otra persona lo que es. Entonces aquí, por tanto,
hay una gran seguridad y una sana independencia.
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Hacerse respetar y valorar, mantener un forcejeo, le permite al otro poder
conocer realmente, que vea nuestra personalidad y perfil psicológico: hacerle
entender que si yo cediera, perdería atractivo, lo que la otra persona ve en mí.
3.7. El diálogo
En toda relación se manifiesta completamente un dialogo personal. ¿En qué
consiste este tipo de diálogo? Se puede dar un diálogo retórico (interesado), pero
esto no es un diálogo personal; un diálogo teórico (información); etc. El objeto del
diálogo personal no son cosas, sino uno mismo.
¿En qué consiste ese diálogo? Lo primero es entender qué significa la
privacidad, lo privado. Es un valor incontestable, que no es público, no cualquiera
puede acceder. Privado significa que mi intimidad es algo que se puede entregar caso
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a caso, personalmente. Cuando una cosa se dice a todos, ya no es diálogo personal,
pero sí cuando esa persona me cuenta algo solamente a mí.
Es decir, en el diálogo lo que se cuenta, los datos, no es lo esencial, sino que
ha compartido conmigo su privacidad, su vida privada, su intimidad. El poseer los
datos no significa poseer su intimidad, por muy privado que sea el dato. La intimidad
o se entrega privadamente, o no es intimidad, sino datos. Por esto, algunas personas
inseguras intentan controlar a otras personas obteniendo datos creyendo que es
intimidad.
El diálogo es esencialmente íntimo y personal. Lo emotivo es que uno se abre
y expone su intimidad a través de este diálogo. Ya vimos que la intimidad no es
poseer datos. En el diálogo tampoco importan los datos propiamente, sino las
conexiones íntimas de esos datos (cómo se relación con su intimidad esas cosas que
me cuenta). Por todo esto, es muy importante el modo de contar las cosas.
Precisamente porque lo que importa no son los datos e informar sino el hecho
de compartirlo y cómo lo hace, algunas veces lo importante es que nos cuenta las
cosas (¿quién y cómo me lo está contando?). No importa que lo que nos contemos sea
repetitivo. El hecho de que sea repetido no le quita interés para que me lo vuelva a
contar, el hecho de que nos lo siga contando y el nuevo modo en el que nos lo
cuenta, es lo esencial del diálogo.
Los problemas de diálogo surgen cuando no interesan los que le sucede a la
otra persona hoy, aunque sea repetitivo. Se ha perdido el interés.
Este hecho de compartir la intimidad hace que el diálogo pueda ser muy
comprometido y da miedo. Por eso, en el diálogo es donde uno se vuelve más
comunicativo (se exige una máxima comunicatividad y expresividad en esos diálogos
personales o íntimos). Pero también, si hablar es comprometido, escuchar también lo
es porque escuchar la intimidad de otra persona es hacerse cargo de ella.
¿Qué sucede cuando hay alguien a quien le quiero contar algo? ¿Me va a
escuchar? En ese momento, la forma de valorar y entender la vida cambia. Cuando
no tenemos nadie a quien contarle, decimos que el día ha ido bien, sin más. Pero, si
nos pregunta otra persona lo mismo, una que nos importa, explicamos muchas más
cosas del día (el día se valora más). Las cosas que nos pasan, pasan por completo y
las acciones toman toda su transcendencia cuando están referidas en el diálogo.
Por eso en la vida y en las películas el diálogo es tan importante. Si toda
acción no converge en un diálogo, es como si le faltase un marco esencial e íntimo.
Incluso nuestra libertad cambia con el diálogo. La decisión y su valor toman
una mayor o menor importancia si, gracias al diálogo, se conoce cómo influirá en la
otra persona.
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Lo que conseguimos con el diálogo, lo que buscamos es una concordancia con
esa persona, una sintonía. La sintonía no es estar de acuerdo con la otra persona,
sino que puede haber mucha discrepancia. Estas discrepancias pueden ser positivas,
porque la sintonía es una sintonía de fondo (la concordancia está en el modo de
vernos, entendernos, etc.). Las discrepancias hacen que la sintonía de fondo sea más
coherente. Al final, estas discrepancias son tomadas como un juego, se toman bien.
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4. El amor conyugal
Establecemos siempre una relación necesaria entre la relación de pareja y la
felicidad. La conclusión a la que se llega es que la relación de pareja y la felicidad
están íntimamente ligados. Pero, al mismo tiempo, tenemos la sospecha de que la
relación de pareja tiene mucho que ver con el fracaso, lo que lleva a una visión
escéptica de las relaciones para no sufrir.
Una de las cuestiones por la que esto pasa es porque desde el Romanticismo
se ha ido formando una imagen agridulce de las relaciones de pareja. Es necesario
que se vean las cosas objetivamente, con cierta distancia. Hay veces que lo que
parece un acierto es un fallo y viceversa.
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Esta distinción es captada ya por el niño, le es evidente. En esta
complementariedad, cercanía y extrañeza, hay momentos en que creemos que el
otro sexo nos comprende del todo y viceversa. Por esta dinámica de reunión y
separación se provoca una polaridad, trayendo una alternancia y muchas alternativas
(pasan constantemente cosas, novedades).
Por eso las historias entre sexos para las películas dan mucho juego, hay
muchas alternativas y opciones. Esto se refleja en que las comedias románticas
nunca han pasado de moda. Hay dos subgéneros dentro de estas: de encuentro y de
reconciliación.
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¿Cómo debe ser el ideal de pareja? Entra en juego el enamoramiento y la
amistad. Es una composición de ambos. Surge en la segunda mitad del siglo XX,
donde las guerras tienen especial protagonismo al generar una nueva convivencia
entre el hombre y la mujer.
Para entender esta simbiosis de enamoramiento y la amistad, comenzaremos
analizando el enamoramiento. Ha habido un progreso en este enamoramiento
también. Poco a poco el romance se convirtió en un ideal y se fue generalizando (un
proceso lento y trabajoso).
Esto nos sirve para subrayar el carácter traumático del enamoramiento (es
terrible y peligroso, puedo salir destrozado).
El romanticismo facilón característico del mundo actual nos lleva a pensar el
enamoramiento como un dulce caramelo.
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¿En qué se nota este cambio traumático? Se da porque es como una doble
experiencia contradictoria. Sin embargo, las tenemos a la vez, lo que nos traumatiza
tanto. La primera experiencia es riqueza, y la segunda es pobreza. Parece que uno se
siente rico y afortunado con la experiencia del enamoramiento (se produce la
autoafirmación más radical que se siente), pero se vive con una profunda
dependencia del otro (contradicción ante la autoafirmación y la dependencia). La
una depende de la otra.
Esta doble experiencia tiene también otra forma: uno se siente lo más libre al
tiempo que no se puede dejar de hacerlo (me siento libre pero al mismo tiempo
esclavo). Se produce, una vez más, un “cortocircuito”.
Otra dimensión es que uno nunca es más consciente y dueño de sí mismo en el
enamoramiento, pero, al mismo tiempo, pertenece a otra persona (esa persona me
tiene). Lo uno lleva a lo otro.
Estas tres dimensiones son incomprensibles en el enamoramiento, resultan
contradictorias.
La segunda característica de la experiencia del enamoramiento, después del
cambio traumático, es que se produce una concentración del sentido (un sentido
pleno de mi vida y del mundo en el que vivo). Se produce, por esto, una
reinterpretación de todo. Todo el contexto de la vida se transforma por la nueva
realidad del enamoramiento. Por eso, hay una tendencia de divinizar a esa persona,
a convertirla en algo absoluto (se utilizan adjetivos de divinidad sobre la persona). Es
decir, el hecho de divinizar o absolutizar a esa persona, convertirla en el contexto de
mi vida, tiene un doble efecto psicológico: no se puede definir la experiencia como
posesión y control, sino algo que me posee, me ha elegido y cautivado, es una
realidad en la que se entra (entro en su vida, existencia, belleza, etc.).
El otro efecto psicológico es ver a la otra persona como una totalidad, alguien
única, me gusta todo. Como se le ve a esa persona como un todo, la persona se
convierte en “todo”, en el todo de la vida.
Esta característica de la concentración del sentido hace que se sienta a esa
persona como insustituible.
El tercer aspecto psicológico del enamoramiento es la concreción de la
persona. Es necesario sentir a la persona concreta y singularmente. ¿Cómo tenemos
esta experiencia? Lo que nos hace sentirla son, paradójicamente, sus limitaciones e
imperfecciones. Cuando percibimos esto es cuando la otra persona se vuelve especial
y conmovedora
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Vemos a una mujer poco atractiva y romántica a la que todo lo que le va
pasando la va empeorando (pierde el dinero, el autobús, se despeina, le rompen las
gafas, etc.). Va a una prueba de música con su contrabajo, entra a un “tribunal” para
ser aceptada. A pesar de todo lo que le sucede, nos parece una chica interesante.
El enamoramiento no solo tiene que ver con las perfecciones, sino también
con las imperfecciones, fallos, etc. Así se conecta con la persona y se la distingue
más, la vemos concretamente, vemos su personalidad.
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porque no se depende de los amigos, pero carácter dependiente en el
enamoramiento porque sí se depende del otro).
¿Qué sucede? Lo que pasa es que hasta la primera mitad del siglo XX, el
encuentro entre hombre y mujer era necesariamente de enamoramiento y no de
amistad. Esto es porque vivían en dos mundos distintos (él a lo suyo con sus amigos y
tareas, igual que ella). El encuentro se daba en situaciones y lugares preparados para
esto (fiestas, bailes, etc.). Cada uno veía al otro de manera idealizada y desde la
distancia. De esta forma, el noviazgo que empezaba había que formalizarlo.
El problema afectivo que se plantea en el romanticismo se da en el intento de
liberalización. Cuando contraían matrimonio descubrían cómo eran realmente, dejan
de estar idealizados, provocando decepción. El matrimonio, entonces, se ve como
una condena, pero terminaban acostumbrándose el uno al otro gracias a la
institución matrimonial que le da continuidad a la relación.
En la segunda mitad del siglo XX empezaron a convivir en otros ámbitos,
teniendo intereses y gustos comunes, que compartían cosas juntos. Esto daba pie a
un malentendido (¿me estoy enamorando o es solo amistad?). Por eso, en toda
amistad hay siempre un momento turbulento de emociones. Esto tiene dos salidas:
que se enamoren o, simplemente, sean amigos.
La pregunta que nos formulamos es cómo y por qué se produce la simbiosis
entre estos dos sentimientos tan distintos. Esto fue algo espontáneo, pues el
enamoramiento, tal y como se vivió hasta ese momento, hacía que el conocimiento
real de la otra persona fuese complejo de alcanzar (necesidad de casarse para eso).
El encuentro de la amistad permitía que este conocimiento fuese más real.
¿Qué aporta o plantea esto? El clima en el que se encuentran participa de las
características de la amistad (hay intereses y gustos comunes), el clima es también
más sereno, sin cuestionarnos si estamos enamorándonos o no (podemos ser buenos
amigos). Es decir, el ver al otro como un amigo hace que veamos al otro con otra
perspectiva más profunda y serena. Esto le ha dado otra dimensión al enamorarse
(vemos alguien con quien compartir, hablar, intercambiar opiniones, etc.). El hecho
de introducir la amistad entre sexos ha transformado el enamoramiento.
En las relaciones ya no hay tato romanticismo escénico. Cada uno es más él
mismo. ¿Qué le pasa al enamoramiento cuando no tiene amistad? Como el
enamoramiento es una ilusión, uno alimenta fácilmente esa ilusión y quiere que la
otra persona siga haciendo que se mantenga esa ilusión (creando climas románticos
constantemente). Otra consecuencia es centrar todo en el atractivo físico y el deseo
que despierta (se puede convertir en algo obsesivo). Pero esto último resulta
engañoso, cosa que no pasa en la amistad.
La amistad le da a la relación otra dimensión totalmente diferente. La
simbiosis entre amistad y enamoramiento no tiene nombre. Hay una cualidad en esto
muy importante que es la confianza plena (conquista psicológica). El enamoramiento
a secas siempre tiene un fondo de desconfianza y temor, provocando los celos (a lo
mejor me engaña, se está fijando en otra persona, etc.). En cambio, cuando
introducimos la amistad hay mucha más confianza. Algunas veces puede parecer que
esto rompe el romanticismo (manera despreocupada).
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[Hal Hartley - Trust]
Lo que dice es clave. Ella, en su relación romántica con el anterior chico, ha
salido totalmente decepcionada e intenta abortar. Él dice que la gente que se
enamora comete locuras, pero no quiere sentir eso por ella, sino respeto y
admiración. Deciden casarse si el respeto, la confianza y la admiración son
consideradas de igual manera que el amor.
Refleja que el enamoramiento es engañoso. Se están cuidando y se dejan
cuidar a lo largo de toda la escena. La amistad introduce en la relación una serie de
valores que hace que lo que de verdad importe sea la persona.
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dar, siempre, más de sí) y que lo fundamental en una relación es el presente y la
presencia del otro. Cuando en una relación pesa más el pasado, esa relación está
anquilosada, decaída, muerta. Cuando tiene más peso el futuro (ya se lo diré, ya le
pediré perdón, etc.) es el mismo resultado que si se piensa en el pasado.
Lo mejor está siempre hoy, en el presente, es algo que no se puede perder,
hay que estar ahí. Cuando se tienen las cosas “sabidas”, esto no seda, no hay interés
por la otra persona.
Veremos ahora los tipos de unión que se han dado a lo largo de la historia. Son
tres.
La forma más clásica, y que más ha perdurado, es la unión como
amoldamiento. Con esto se buscaba mantener la convivencia (uno se amoldaba al
otro). Anteriormente, los matrimonios se daban por convención, conveniencia, como
ya hemos visto anteriormente. Si un matrimonio es así, la necesidad principal era
amoldarse para que la convivencia fuese viable. También se da esto en los amores
idealizados y lejanos en los que no hay conocimiento real del otro.
Esta forma de unión trae un problema. Se produce una subordinación del más
débil al más fuerte, algo que se ha dado a lo largo de la historia reflejado en la
sumisión de la mujer. Esa subordinación supone una despersonalización, es decir, es
una forma de unión que desdibuja la identidad de las personas. La gran reacción a
esto es todo el movimiento romántico que defendía el derecho de la persona a ser
feliz afectivamente, es decir, en la relación de pareja. Esto es otro tipo de unión.
El ideal de la unión romántica es la fusión, la pasión y el deseo. Fue un avance
con respecto a la anterior unión donde había una gran pérdida de interés mutuo. Sin
embargo, se empezaron a ver varios problemas. Un primer problema es el paso del
tiempo, con lo que se pierde la pasión y el interés, se desgasta la relación. Otro
problema que plantea es que, de nuevo, se produce una despersonalización
(dependes mucho del otro al buscar siempre una fusión, dejando de lado cuestiones
personales). Se recurre así a la pasión o al olvido para “superar” y “solucionar” los
problemas.
La tercera forma de unión es la compenetración. ¿Qué características tiene
esta nueva forma? Plantea la cuestión de que la unión no se puede dar al margen de
la personalidad, es decir, nos tiene que afirmar en nuestra propia personalidad y no
despersonalizarnos. En esta unión son dos individuos que se unen. Esta afirmación de
la personalidad hace que la unión sea más profunda y más plena. Pero detectar una
compenetración no es tan fácil como la pasión o el amoldamiento.
[Camille]
Tenemos dos personalidades muy distintas: una algo histérica y nerviosa, y
otra algo más tranquilo, pasota, que se ríe de todo. Es lógico que haya una
conflictividad constante: ella le reprocha cosas y él… Sin embargo, detrás de esa
conflictividad, vemos que hay algo que les une de una forma muy especial. Él,
cuando ella ya se ha dormido, le dice “siempre estaremos juntos”. En este
cortometraje se recoge de forma muy atinada cómo funciona la unión entendida
como compenetración.
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Analizaremos, a continuación, las características de esta forma de unión. Lo
que tenemos son dos individualidades y las subrayamos. La personalidad es algo que
se debe ser, y es, tenida en cuenta. Uno va a la unión para realizarse en su
personalidad.
Lo que trae consigo es una nueva manera de entender el papel que juega la
conflictividad en la relación (del tipo especial). Esta conflictividad no resulta
negativa, sino que forma parte de la relación. Pondremos varias comparaciones o
metáforas para comprender esto.
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individualidad del otro para entrar en ella. En eso consiste la herida. Ambos hacen lo
mismo al mismo tiempo.
Todas estas heridas, con el tiempo, cicatrizan juntas. Es decir, se produce un
injerto (cuarta metáfora). La compenetración tiene las características de un injerto.
Al cicatrizar juntos, hace que el sentido de la unión se haga especialmente intenso.
La compenetración como unión es, probablemente, la más intensa: cada
personalidad se entreteje con la otra pero sin desdibujarse.
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una relación de compenetración es algo definitivo: no un simple enamoramiento, sino
también una amistad.
En Mud, en el fondo, hay una historia de amor entre los dos protagonistas.
Pero esa historia de amor imposible se ve desde el punto de vista del adolescente de
catorce años, que ve que casi todas las relaciones no se toman con importancia (su
“novia”, sus padres, etc.). Por eso, cuando ve el amor entre Mud y la chica, lo da
todo por esa relación.
[Mud]
La reacción que plantea el director a través del adolescente hace que nos
sintamos identificados con ella. Refleja el ideal de la compenetración (es algo que se
tiene, que no se pierde, el anhelo por todo ello).
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