Sei sulla pagina 1di 31

B.

Las búsquedas del fundamento de la identidad personal


Introducción
En la segunda parte de la asignatura hablaremos de las relaciones personales.
Lo que vamos a ver son problemas que se plantean con la soledad o el miedo a
quedarse solo: huimos de la inseguridad y de la soledad.

[Poema - Herman Hesse]


Habla de la soledad, de que ningún hombre conoce realmente a otro hombre,
de la niebla, etc. Muy pesimista.
[Poema: ¿Quién eres? - Vladimir Holan]
Es un poema de amor a una mujer, alabándola y sintiéndose afortunado. A
pesar de todo, al final, resalta su soledad: “… en tu compañía siempre me faltaste
tú.”

Sentir la soledad o la distancia provoca un recelo: no confiamos


completamente. Este recelo hace que aumente nuestra soledad. También la soledad
puede hacer que queramos estar acompañados a cualquier precio. Estas dos
reacciones psicológicas, muy frecuentes, traen consigo muchos problemas.
A la hora de establecer relaciones, debido a lo anterior, surgen bastantes
problemas. ¿Cómo aprendemos a relacionarnos? ¿Cuáles son los errores más
característicos? Al hablar de error es importante distinguir dos tipos de errores muy
distintos:
• Equivocación. Uno es inconsciente. “Si hubiera sabido…”. El error se
refiere entonces a la persona (cualidades, modo de ser, personalidad,
etc.).
• Autoengaño. Es más o menos consciente. Uno se da cuenta, sospecha,
etc. Pero, precisamente porque huye de la soledad o busca compañía a
cualquier precio, se autoengaña al no querer indagar más, no querer
despejar dudas, etc. El error se refiere entonces a la actitud ante las
otras personas (se utiliza a la otra persona como un “salvavidas”).
Lo que estudiaremos en este cuatrimestre serán las personas. Esto conlleva
sus relaciones personales que, dentro de ellas mismas, traen consigo unos valores.
Todo esto constituye las verdades personales. Una persona no se puede entender sin
sus relaciones personales. ¿Podríamos conocernos si los demás no nos conociesen?
Si para conocernos necesitamos esas relaciones personales, y cada relación es
distinta y única, entrando en juego los valores, todo esto quiere decir y plantea que
somos seres dependientes. Esto provoca una serie de rechazos, nos da miedo
depender de otros, nos da inseguridad. Ese ser dependiente tiene otra contrapartida:
tenemos el deseo de conocer, cuidar y querer a otros, es decir, que otros dependan
de nosotros.

1
A veces hay, y es algo muy característico y común, miedo al contacto o al
establecer una relación con otra persona.

[“No sé de qué te puedo salvar” - Kings of convenience]


Relata, a modo de canción, una historia que le sucedió. Llamada a
medianoche, de una persona con la que no hablaba desde hace años, la invita a su
casa: “¿De qué te puedo salvar?”. Refleja el miedo al contacto
[Texto de Paul Valéry]
“Sólo las preguntas estúpidas pueden enseñarnos algo; y todo lo que parece
evidente oculta algo que no lo es en absoluto”.
[Texto de Michael Stipe]
“Las cosas más auténticas nos parecen a menudo muy ingenuas, incluso
risibles; pero es esta sencillez lo que te permite sentir y expresar -de verdad- pasión
y emociones”.
[Cortometraje: Diana - Rodrigo García]
Nos presenta un encuentro entre dos personas que se amaban después de 15
años. Parece que se intentan decir algo pero no quieren, no saben. La forma de
despedirse del hombre es curiosa, y entran en juego muchos recuerdos, emociones,
etc. La mujer le echa en cara que él nunca se había sincerado con ella.

2
2. La fundamentación afectiva de la identidad. ¿Cómo se configura nuestro mundo afectivo?
¿Qué papel tienen los afectos en nuestra vida? ¿Qué es un afecto? Es una
expresión que usamos constantemente para decir que le hemos cogido cariño a las
cosas.
El primer descubrimiento de la adolescencia fue el descubrimiento del mundo
interior. Poniendo el ejemplo de venir a estudiar aquí, llegamos por primera vez a un
entorno (no nos dice nada, no tenemos afecto). Así, lo primero que hacemos es
buscar a qué le vamos a cogiendo cariño para establecer los lazos afectivos. Estos
lazos van formando nuestro mundo, nuestra habitación.
¿Qué sucede cuando no se consigue adaptar o establecer lazos afectivos? Hay
una experiencia de desarraigo (fenómeno psicológico). Este desarraigo se nota en
que nada motiva a las personas ni las mueve. Lo contrario a esto es el arraigo. Lo que
buscamos es estar a gusto y enlazado con lo que nos rodea (establecernos). Esto se
resume en la búsqueda de la estabilidad afectiva.
Para entender lo que es un afecto se debe realizar una distinción. Hay una
serie de afectos que responden a unas necesidades (por ejemplo, el niño pequeño
necesita del afecto de los demás), donde existe una determinación. Debido a esta
determinación, estos afectos presionan, pesan, aprietan (afecto opresivo), etc., que
incluso puede llegar a ser un afecto obsesivo. La otra forma de sentir afecto es el
aprecio. El afecto de necesidad responde a la actitud de consumo, mientras que el
otro responde a la actitud de aprecio por el valor que tiene en sí mismo. De esta
forma, no existe una determinación, es decir, es libre, espontáneo, desinteresado,
etc.
¿Qué efectos psicológicos o efectos tiene cuando el afecto es de necesidad?
Pasa que uno se siente, en el fondo, avergonzado por utilizar a la otra persona. Del
otro modo, uno se siente siempre agradecido.
¿Qué pasaría si en los afectos solo hay aprecio desinteresado? Esta pretensión
siempre resulta sospechosa. Por ejemplo, el deseo de una relación romántica
platónica (sin compromisos). ¿Están realmente enamorados? No buscan algo estable.
Siempre buscan huir de las necesidades, que llevan consigo siempre unas cargas
(hacerse cargo), y esto resulta cansino. Esta sensación de carga se refleja en el
afecto de necesidad. Por esto, la ausencia de esta carga se da en la situación del
afecto donde solo hay aprecio y nada de interés (carácter evasivo). Este afecto
resulta irreal.
Cuando una persona no es capaz de asumir las cargas de los afectos, es una
persona inmadura afectivamente.
Por otro lado, ¿qué pasa si el afecto se queda solo en el nivel de la necesidad?
Otro caso es el de que una persona solo ve a la otra persona como alguien que está
ahí para resolver problemas, como puede suceder si el niño no aprende a apreciar a
su madre (cuesta más apreciarla cuanto menos le ha ayudado cuando él la
necesitaba). Esto lleva consigo que la necesidad y el aprecio están integrados.
Durante la adolescencia se puede caer en la trampa de necesitar una compañía sí o
sí. Esto genera en la otra persona una presión, uno está siempre reclamando. Así, se

3
da una situación de necesidad posesiva, no amor posesivo. Los efectos que esto tiene
es de tormenta psicológica.
Esta situación es bipolar. Es decir, cuando uno le da al otro lo que necesita
todo irá bien. Pero luego volverá a exigir, a presionar (desconcierto en la relación).
Esta necesidad de controlar responde a una dependencia obsesiva, lo que provoca en
la otra persona una gran responsabilidad y presión, se ve con poca libertad. La
persona con este rasgo de inmadurez afectiva puede parecer una persona con fuerte
carácter o fuerte personalidad, pero en realidad no es así, en realidad se siente
inseguro sin la otra persona. De esta forma, la inmadurez afectiva es parte del
sentimiento de inseguridad.

[Cortometraje: Samantha - Rodrigo García]


Parece que Samantha está atrapada. Su padre claramente tiene una necesidad
por su enfermedad degenerativa, y es totalmente dependiente. Su madre siempre
dice que está cansada, su marido la agota y esto genera en ella otra necesidad. Estas
necesidades caen sobre Samantha, ejerciendo una presión (la llaman
constantemente). Aunque le dicen que vaya a estudiar, el verdadero mensaje es que
la necesitan (está atrapada). La escena final, al abrir la puerta para su madre,
representa que no puede vivir su vida, se da cuenta que no puede irse.
La presión se presenta a modo de dramatismo, recurrido por su madre (el
dramatismo es lo más cargante). El padre, aunque parece tener más sentido del
humor, también en el fondo recurre al dramatismo.
Samantha, que tiene una gran madurez afectiva, lo que hace para superar la
situación es desdramatizar con su actitud, aparentemente maleducada. Samantha no
necesita a sus padres, los quiere, por eso le quita dramatismo a la situación.

El cariño y el aprecio no se presentan dramáticamente, son espontáneos y


libres, por lo que no pesan, sino intentan aliviar y aligerar. Para manifestar esa
ligereza se recurre al humor, desdramatizar, ironía, etc.
¿Dónde comienza nuestro mundo afectivo? Es en el entorno familiar. La
familia está edificada sobre un conjunto de necesidades satisfechas (uno come,
duerme, está acompañado, etc.) y es el lugar donde aprendemos a apreciar y somos
apreciados de una forma original (me quieren porque sí, desde siempre). Por esto, el
ámbito de la familia y el afecto familiar nos dan seguridad y aumentan nuestra
autoestima. El tono en el que se desarrolla el entorno familiar es lo que se llama
familiaridad.
La familiaridad tiene características como la normalidad (lo de todos los días ,
lo cotidiano, etc.), se mueve siempre en un tono medio (sin momentos de gran
emoción o sentimientos espectaculares) y es la forma más profunda de confianza
(por eso nos tomamos el pelo entre unos y otros en la vida familiar).
Esta familiaridad es lo que le permite a una persona ir madurando
afectivamente (pude vivir luego su vida con una afectividad equilibrada). En caso de
que no sea así, la persona buscará satisfacer las necesidades, buscar compañía, etc.,
produciendo una carga y presión sobre los demás.

4
Esa madurez afectiva es fundamental para tener relacionas sanas y
equilibradas, aunque es normal que al principio exista la necesidad de tener a
alguien, pero lo importante es integrar la necesidad en el aprecio.

5
3. La amistad como paradigma de relación personal
¿Por qué la amistad es un paradigma? La amistad se ha convertido en un
paradigma. Incluso en la relación de pareja, la amistad es algo fundamental. La
amistad es ahora un referente.
Dentro de la amistad entra en juego el conocimiento de las personas. ¿Cómo
sé que conozco a los demás y no me equivoco? El conocimiento está relacionado
estrechamente con la comunicación (dos realidades que se necesitan la una a la
otra).

3.1. El conocimiento de las personas


¿Qué es lo que caracteriza el conocimiento de otra persona? Empezamos
diciendo que este conocimiento no puede ser genérico, sino singular. El psicólogo,
por ejemplo, cataloga a las personas y las trata según ese catálogo. Pero, ¿quién
conoce mejor a esa persona? Su madre, pareja o mejor amigo aunque no sean
psicólogos y no lo sepan explicar (no lo catalogan). Esto refleja que cada persona
tiene un carácter singular y único. Esta singularidad se denomina el “genio”, lo que
la distingue del resto. Esto es lo que queremos conocer de las personas.
¿Cómo llegamos a ello? Se debe de producir un contacto directo, como si la
hubiese tocado. Cuando se conoce a una persona a través de este contacto se
produce una intuición inmediata (no lo conozco por lo que dicen los demás, sino por
mí mismo).
Esto, además de ser singular (no genérico), es dinámico (no es estático). Es
decir, esa persona se está moviendo (no es lo que es ahora, sino también a dónde
quiere llegar, su “yo ideal”).
¿Cómo conocemos a una persona? Analizaremos una experiencia muy común:
el trato. A través del trato conocemos a las personas. ¿Y qué es ese trato? Tratar a
una persona, por un lado es compartir. ¿Compartir qué? Hay muchas personas que se
conforman con compartir cosas, y creen que con eso ya hay trato o conocimiento,
pero no. Lo que se comparte es uno mismo, la intimidad, aunque esto sea muy
comprometido. Algunas personas tienen dificultad al compartir esta intimidad. Tratar
también es conversar, de lo que sea, porque en el fondo conversar es un diálogo sin
finalidad (por eso se pasa el tiempo tan rápidamente). La única finalidad de esta
conversación es conocerse. Este compartir y conversar se traduce en convivir, es
decir, compartir las distintas vivencias y experiencias.
Por tanto, el trato lo que busca es una comprensión mutua. Compartir,
conversar y convivir son tres lenguajes que no controlamos pero nos resultan fiables,
transparentes y eficaces.
Pero el trato, que se dirige a una comprensión mutua, tiene como carácter
que es ingenuo y espontáneo. Esto quiere decir que no hay un método para tratar
adecuadamente a las personas. Lo que hay que hacer es quitar obstáculos: los
artificios (voy a hacer esto para…).
Al ir con artificios arruinamos el trato. Para que el trato funcione, se debe ir
con ingenuidad, no ser conscientes.

6
¿Cuándo conocemos a una persona obtenemos datos. ¿Qué papel juegan en el
conocimiento? Aportan información, pero necesitan de una interpretación. Esto
plantea que cada interpretación tiene detrás una perspectiva y un enfoque.
¿Cómo los interpretamos? ¿Cuál es la perspectiva? Los mismos datos pueden
ser interpretados de muchísimas maneras según la persona que lo haga y si lo conoce
o no. Estas personas tienen su propio enfoque, y las que conocen a la persona saben
distinguir su unidad orgánica. Es decir, los datos en sí mismos no son suficientes para
conocer a una persona.
Supongamos que en un momento aparece un dato preocupante. Si ante ese
nuevo dato rompiésemos el enfoque y la unidad orgánica, nos planteamos si
realmente conocíamos a esa persona. Pero lo real es que siempre surgen dudas y
sospechas. Cuando surge esta duda o sospecha, ¿la tentación cuál puede ser?
Hemos visto que la persona es singular. Los lenguajes empleados son poco
controlables, y tenemos un enfoque personal de esa persona. Además, esa persona es
libre y está abierta a los cambios (esto es lo que da más inseguridad). Todo este
cúmulo de falta de comprobación genera la duda y la sospecha. La tentación
consiguiente es acudir a los datos que tienes de la persona y analizarlos. De este
análisis llegamos a ciertas conclusiones.
El trato tiene un elemento esencial: la confianza (me fío de…). LA sospecha o
duda es perder esta confianza. Pero, si no nos fiamos y nos dedicamos a analizar los
datos, rompemos totalmente la confianza. Este es uno de los grandes problemas en
las relaciones, es decir, acudir al análisis de los datos sin dirigirse al trato.

[Tom Tykwer - Ciego]


Lo que plante Tom Tykwer en este cortometraje es: ¿veo realmente a esa
persona o estoy ciego en la relación? Cuando lo llama su pareja, lo que hace es colgar
en vez de intentar hablar. Empieza a pensar y pasar todos los momentos de su
relación hasta ahora, los momentos de dudas. Ve que la relación se fue enfriando.
Vuelve a llamarlo para aclararlo todo, y el ciego comprueba quién es ella y que está
con él. Termina diciendo: “Te veo”.

La inseguridad nos lleva al deseo de comprobación y analizar los datos (que


nos hacen dudar más todavía). Pero la forma de comprobarlo es volviendo al trato,
mirándolo, hablándonos las cosas, etc. Si nos salimos del trato, rompemos la
confianza y, por tanto, el propio trato. El conocimiento de una persona es muy
complejo e inseguro. Para que haya trato, debe de haber confianza.
Dar confianza es algo absolutamente necesario para que haya trato. Sin este
dar, es muy difícil avanzar en la relación Hay que abrirse y confiar, para establecer
relación y conocer a la persona. ¿Hasta cuándo hay que dar confianza? Cada persona
se va ganando, o perdiendo, esa confianza. Tendremos que dar confianzas hasta
donde llegue esa relación (depende del nivel de amistad).
Pero si una persona, para dar confianza, tiene que ver algo o tener alguna
respuesta y seguridad, esa relación y amistad no se desarrollará. Tiene un problema
de desconfianza, es demasiado reservado y precavido. Es necesario que la confianza

7
vaya por delante, para medir hasta donde llega una persona. Para que haya
conocimiento, tenemos que dar la oportunidad.

3.2. Conocimiento e idealización


Hay muchas personas que afirman que cuando conocemos a una persona, la
estamos idealizando. Ciertamente, algo de eso hay. Cuando queremos a alguien,
tendemos a idealizar a esa persona porque nos favorece (nos sentimos a gusto,
ilusionados). Si ese idealizar es una proyección, tarde o temprano te desilusionarás.
¿El conocimiento de las personas es real o idealizado? ¿Cómo se distingue un
conocimiento real de una idealización? Entre conocer realmente a la persona e
idealizarla hay muchos puntos en común. Comenzaremos analizando una distinción.
Cuando distinguimos la realidad de las apariencias decimos: las apariencias engañan.
Esto es falso. No podemos conocer a algo o a alguien sin sus apariencias.
¿Qué es aparecer? Es una de las actividades más complejas e ingenuas, es
mostrarse tal como uno es. No podemos componer nuestra apariencia sin dejar de
parecer artificiales, por lo que debe de ser lo más natural posible. Las apariencias
indican que los seres humanos somos seres comunicativos (en el fondo queremos
comunicar nuestro interior, abrirnos).
En el fondo, uno de los grandes problemas es creer que tiene a una persona
muy vista. El ser humano siempre está cambiando, creciendo. Por eso, cuando
queremos mostrar que algo ha cambiado, adoptamos una nueva apariencia.
Pero es verdad que hay apariencias que no son comunicativas. El aparecer se
convierte en aparentar (falsas apariencias). Cuando uno aparenta, se deja de
comunicar con los demás, se siente incómodo y forzado.
Uno de los grandes problemas de hoy en día es que se piensa en términos de
espectáculo (seducir, conquistar, vender, etc.) y se adoptan estrategias. Esto hace
que uno deje de ser uno mismo.

[Belle&Sebastian - El modelo]
Una persona le dice a otra realmente lo que le pasa y es, pero esta “le da la
espalda”. Se trata el tema de las apariencias.

¿Cómo distinguir una apariencia real de otra falsa? Vimos en su momento el


“yo actual” y el “yo ideal” (cómo soy ahora mismo y aquellas cosas que uno busca
para llegar a ser alguien “diferente”). Conocer a una persona es mirar el “yo actual”
y ser capaces de atisbar el “yo ideal” de esa persona, es decir, intuir qué busca en el
fondo y qué puede llegar a ser.
El “yo actual” es lo que ven todos, pero hay muy pocas personas que han visto
mi “yo ideal”. ¿Por qué no todos ven lo mismo? A veces, uno es capaz de, no solo en
el aparecer, sino también en el aparentar, visualizar más allá de las rendijas que

8
deja el aparentar. Así, uno se siente descubierto y sorprendido. Por eso, el
conocimiento del “yo ideal” es sorprendente, tanto por una parte como por la otra.
Cuando tratamos a otra persona, estamos constantemente aclarándonos si lo
que vemos es conocimiento o es una idealización. Es, probablemente, la actividad
del conocimiento humano más compleja.
Hay una cuestión a tener en cuenta. El “yo ideal” de cada persona resulta
siempre confuso. Esto se debe a que ese “yo ideal” funciona como una fuente (la
realización personal se va desarrollando y desplegando desde dentro). El hecho de
ser una fuente hace que el “yo ideal” sea borroso y, por esto, necesitamos que
alguien desde fuera nos ayude a conocernos y creernos a nosotros mismos.
Ahora delimitaremos esta delgada frontera entre conocimiento o idealización.
Como se trata de descubrir un “yo ideal”, es algo muy difícil (vemos su “yo actual”
pero no el “yo ideal”).
El que conoce el “yo ideal” de otra persona, tiene un presentimiento sobre
ella (“sé qué te pasa”, ”sé lo que buscas”, etc.). Este presentimiento va más allá de
los datos (se les da un contexto y significado). Es decir, cuando se produce el
conocimiento del “yo ideal” se ve un carácter unitario, lo que supone una confianza.
El que se siente conocido de esta forma, se siente subrayado, reconocido
(“ese soy yo”), a pesar de que este reconocimiento resulta exigen, supone una
exigencia. Esto es un poderoso estímulo).
El que idealiza, lo que está haciendo es buscar unas ilusiones, ideales o
expectativas sobre la nueva persona conocida. Inconscientemente se proyectan,
sobre la nueva persona, esas ilusiones y expectativas. Ahora bien, se trata de una
proyección personal: lo que veo en esa persona lo estoy poniendo yo. Sucede que, sin
darnos cuenta, buscamos satisfacer estas ilusiones, ideales y expectativas.
Esto puede dar lugar a un intento de controlar al otro para que siga
cumpliendo las expectativas (se da una constante vigilancia y reclamación para que
no se salga de la idealización). Esta exigencia no se ve como algo justo: no me
recuerda quién soy, sino que produce una presión alienante.
Tenemos un primer síntoma diferencial: el conocimiento conoce y enfoca de
verdad a la persona. El que idealiza, no. Por tanto el que es conocido, su “yo ideal”,
se siente cómodo a pesar de la exigencia, al contrario del idealizado.
Cuando uno se siente exigido por una persona que le conoce, además de
ponerse delante los defectos, también se siente que esa persona nos quiere por
encima de los defectos. Esto produce un sentimiento de liberalización, no se siente
indigno ni rechazado, al contrario. En cambio, la vigilancia, rechazo y presión de la
idealización genera desconfianza a través de los celos, por ejemplo.
En el reconocimiento del “yo ideal”, algunas veces nos sentimos sorprendidos
(“¿de verdad soy así?”, “¿tanto te gusto?”). Estas sorpresas son más positivas que
negativas, ofreciendo un empujón a la autoestima. Pero, si se da una idealización,
parece que uno “no pasa el examen”, suponiendo un bajón en la autoestima al no
dar la talla.

9
[Mi pie izquierdo]
La película plantea esto precisamente. Está basado en un libro autobiográfico
real. Nos muestra, al final, el “yo ideal” ya cumplido. A pesar de las dificultades, el
protagonista consigue llegar a ser un gran pintor y escritor (persona de éxito).
El primer capítulo trata de su infancia, naciendo en un pobre hospital con una
parálisis cerebral terrible. No puede moverse, ni hablar. Esto hace que los demás
piensen que es tonto, menos su madre. Esta, con su intuición y conocimiento, está
segura que entiende las cosas aunque no puede expresarlas. La madre lo hace su
cómplice.
El hecho de ser reconocido por alguien, y que no simplemente tengan el dato
de que es paralítico, hace que él, con el pie izquierdo, demuestre saber leer y
escribir al escribir madre, con tiza, en el suelo. En este momento, todo el mundo
reacciona y se da cuenta de la realidad.
Vemos la escena de la decisión de la madre por construirle una habitación
propia. Al final, llega el padre con los hermanos, dispuestos también a ayudar. Cristi
se había hecho ilusiones con su profesora, pero se vio desilusionado cuando conoció
que se iba a casar con otra persona. Se da cuenta de que lo suyo era un amor
idealizado, pero no había ningún sentimiento de compromiso.
Un conocimiento verdadero es comprometido, cosa que no sucede en la
idealización. La profesora no está comprometida con él: amor idealizado. Por esto, la
persona que ha idealizado a la otra, cuando falla esa persona, el idealizador corta
con esa persona fácilmente y se siente muy defraudado (“es como si no te
conociera”). Esto refleja la falta de compromiso que ha habido siempre.
Su madre es quien demuestra conocerle de verdad y le ayuda a levantarse de
nuevo, ella no se da por vencida. Su decisión es construir una habitación para que
Cristi vuelva a pintar. Además, demuestra su compromiso con sus acciones y sus
palabras.
Cuando una persona conoce el “yo ideal” de la otra persona, uno no piensa
que ha sido gracias a uno mismo, sino que le otorga todo el mérito a esa persona que
alcanza el “yo ideal”. Esto aparece en la escena final cuando la madre no quiere
aparecer en la foto. Genera un sentimiento profundo de agradecimiento en Cristi.
La madre deja que Cristi se vaya con la chica y futura mujer (conocimiento).
En cambio, al idealizar, se siente propietario y celoso. Esto produce, en vez de
agradecimiento, un resentimiento y rechazo.

[Vladimir Holan - Poema]

10
El ser más profundo / consiste precisamente en la inconsciencia venida por el
amor… / Me bastaba sentir que te necesitaba / para que estuvieras de nuevo a mi
lado, me envolvieras, / irradiaras todo aquello que no puedo llegar a saber / acerca
de mí mismo.
Es un poema que puede definir el sentimiento de Cristi hacia su madre.

El reconocimiento de uno mismo es absolutamente necesario y, para esto, son


imprescindibles los demás. Estas personas pueden dividirse en aduladores (gente que
ríe mis gracias para que esté con ellos, pero no hay conocimiento, sino adulación) y
críticos (desprecian, todo lo hago mal, rajan de mí, etc.). Si esta decisión fuese real,
y aceptamos vivir, así, se puede decir que vivimos a ciegas. Nunca sabremos quiénes
somos. Necesitamos a alguien que nos diga la verdad y nos muestre el camino
aunque parezca molesta (ser reconocido).
Esta cuestión nos lleva a otra operación humana que puede parecer no tener
nada que ver con el conocimiento: la capacidad de perdonar.

3.3. El carácter generador del perdón


En toda relación existen, además de los defectos, los fallos y las traiciones.
Sin perdonar, nada puede avanzar, tanto a nivel psicológico, social, político, etc.
Hace falta perdonar para poder seguir adelante. Igual sucede en las historias
personales.

[Holly]
Vemos un personaje triste y desgraciado. El personaje llega a casa de su
hermana menor en tensión, y comienza a recordar cosas malas y buenas de su
infancia (recuerdos felices y amargos). Su padre le decepcionó profundamente, la
idealización de su padre fue destruida. Al no conseguir superar esa traición, su
historia no puede seguir, no es capaz de mantener una relación estable, etc. Por eso,
el no saber perdonar es, en el fondo, un suicidio (¿Me pego yo un tiro y que me veas?
¿Te lo pego a ti?). La clave en este cortometraje es la incapacidad de perdonar.

¿Qué pasa cuando alguien siente que otra persona está ilusionada con él? El
que se siente conocido en su ideal, cuando ve que alguien cree en el “yo ideal”,
todos los fallos se viven con especial frustración. El problema es que el ser humano
es falible, tenemos y cometemos errores. En el fallo, uno lo que percibe es la
distancia entre el “yo actual”, que ha fallado, y el “yo ideal”. Esta distancia se
convierte en frustración. Esta distancia la vemos en los ojos de la otra persona (le he
fallado). Todo esto explica un poco las reacciones de la persona que ha fallado.

[Escrito de George Eliot]

11
Describe gráficamente el fenómeno que estamos estudiando. La persona que
falla se siente realmente mal porque es mirada por una persona que la idealiza.

Algunas veces, para quitarnos el remordimiento, intentamos desengañar


(apartar la mirada) al otro, que se quede con el “yo actual” fallido (yo soy así). Cabe
otra reacción, y es apartar o rechazar a la otra persona como si ella tuviese la culpa
(rechazo del inocente).

¿Cuál es la solución o la respuesta? La única forma de devolverle la confianza


al que ha fallado, es necesario eliminar o acortar la distancia entre ese “yo actual”
fallido y el “yo ideal”. De esta forma no se perderá confianza en uno mismo ni la
autoestima. Esto se llama perdón.
El que perdona, responde “no, tú no eres así”. Quiere decir “tú no eres tus
fallos”. ¿Qué hay detrás de esa frase? El que perdona vuelve a mirar al “yo ideal” de
la otra persona. La primera reacción ante una traición o un fallo es mirar ese fallo.
Perdonar es conseguir que la mirada deje de prestar atención a ese fallo para
centrarla en el “yo ideal” (separar el fallo de la persona).
Cuando uno falla, se tiende a identificarse con ese fallo. El perdón es romper
esa identificación. Separar el fallo de la persona es el significado del perdón.
Para que esto suceda, ¿qué hace falta? Si tengo que separar el fallo de la
persona, no hay que quitarle importancia al fallo. La persona que perdona tiene que
valorar ese fallo, reconocerse en el error. Por eso, se exige siempre sinceridad. El
que perdona, si tiene que valorar el fallo, exige sinceridad para conocerlo. Sin la
sinceridad, no hay confianza, la continuidad de la relación se oculta en la ignorancia
y la mentira.
La mirada del otro pierde su capacidad de apoyarnos y sentirnos confiados, es
una mirada de una persona engañada. El que miente se siente incómodo.
El que perdona tampoco puede exigirle al otro una confesión si se sospecha
algo, sino darle confianza al otro. Uno tiene que esperarla confesión con paciencia
(predisposición del perdón).
¿Qué tiene que hacer el que perdona? La primera reacción siempre es de
rechazo. Si uno no sintiera ese rechazo, es posible que no le importe tanto esa
persona. La cuestión es que el perdón consiga integrar el fallo, reconocido y
valorado, en el conocimiento e idea que se tiene de esa persona. Es decir, el ideal de
esa persona tiene que ser capaz de integrar y soportar ese fallo (hacerle ver a la otra
persona esta cuestión). En resumen: conseguir una imagen más completa, profunda y
real.
Este proceso de integración y hacer compatible el fallo con la persona, es un
proceso costoso y lento que pasa por muchas fases: desde el rechazo y odio (lógico,
natural, sano) hasta ver a esa persona de nuevo en su ideal, pero teniendo ese fallo
(no ver la persona desde su fallo, sino ver el fallo desde esa persona). Esto es
perdonar.

12
Perdonar más en el fondo, ante el daño, es “me importas más tú”. Esto le
devuelve su confianza y dignidad, a la otra persona.
Ponemos el ejemplo de la parábola del hijo pródigo que, tras despreciar a su
padre y malgastara el dinero, vuelve a casa y recibe el perdón de su padre en vez de
reprocharle. Le devuelve la dignidad, la confianza, la autoestima. En esto consiste el
perdón, mirar a la persona. Perdonar es la forma más profunda de conocer y amar.
Hay otro tipo de perdón, más cotidiano. Es el perdón de las cosas
inconscientes. Gran parte de lo que hacemos y somos se mueve en el plano de la
inconsciencia. Estos fallos inconscientes también requieren un tipo especial de
perdón y, por tanto, conocimiento del ideal. Suelen ser fallos que necesitan tiempo
y, aunque no se pide perdón por que es inconsciente, se perdona.
Al perdonar estos fallos, uno subraya la personalidad e ideal del otro., Ser
capaz de perdonar lo inconsciente forma parte de conocer al otro y ayudarlo a
alcanzar el ideal.
No perdonar esto, no pasarlo por alto, genera una lista de agravios (no querer
al otro con sus defectos, tal como es), lo que provoca una carga, difícil de sostener,
en una relación. Cuando uno nota que el otro sabe cómo soy, que no tiene una lista
de agravios, vive tranquilo y con confianza. Esa capacidad de perdonar los fallos
inconscientes forman parte de la madurez de la relación y subraya la personalidad
del otro.
Así, el ideal de la otra persona no es un balance de virtudes y defectos, sino
el carácter único e irrepetible de esa persona.
¿Hay que perdonar siempre? El perdón no se puede exigir. Uno estudia hasta
qué punto valora al otro y ve si puede perdonar o no.

3.4. La reciprocidad y el desequilibrio


En una relación buscamos una reciprocidad, una correspondencia. Veremos
también qué papel juegan los desequilibrios. Cuando uno conoce, descubre, a una
persona, su ideal supone una nueva motivación e ilusión. El ideal está hecho de una
serie de valores que nos enriquecen.
La persona que conoce y perdona se siente reactivada por la otra persona,
aunque parezca una carga. Recibe energías de amar y perdonar precisamente del
otro. En clase ponemos el ejemplo y comparación entre Cristi y la madre. Se produce
la primera reciprocidad. Pero, el que mira y conoce al otro, a su vez se siente
conocido por el otro. Es decir, si digo que conozco a la otra persona, pero esa
persona no me conoce, no se conoce realmente a la otra persona, se la ha
idealizado. El conocimiento es mutuo, recíproco. Si esto se rompiese, habría un
engaño por parte de alguna de las dos partes.
De la misma manera que no existe un amor platónico hacia una persona que
nos desprecia (imaginación). Lo que sí es verdad es que uno de los dos necesita tomar
la delantera. Así, lo que hace es permitirle al otro ponerse a la misma altura. En este
hecho de ir adelantándose el uno al otro lo importante es que el que es adelantado
siga poniéndose a la altura.

13
Por eso, cuando dos personas se conocen, lo que suelen decir es “nos
conocemos muy bien”, como si fuese un único acto de conocimiento.
¿Y los desequilibrios? Cuando se intentan juzgar las relaciones por el justo
equilibrio, se bloquean. O cuando no queremos recargar a la otra persona contándole
los problemas. Da miedo desequilibrar de esta forma la relación por si se pudiese
romper.

[Quartier de la madelein - Vincenzo Natali]


El cortometraje plantea lo que toda historia de vampiros. Ella es una vampira,
chupa la vida para vivir. Es decir, es un personaje con autoestima baja. Él se
encuentra con ella, y ella se enamora a primera vista, igual que él. Lo que hace ella
al ver que alguien le importa por primera vez es dejarle e irse, no le chupa la sangre.
Él le ofrece su sangre, su vida. Ella vuelve a negarse, no quiere hacerle daño. El giro
es que él se cae, se está muriendo desangrado, y es ella la que le da su sangre para
que pueda seguir viviendo (él se hace vampiro).
El director plantea muy radicalmente el papel de los desequilibrios en
cualquier relación (parece que uno da más que el otro). A veces, se da una manera
de protegerse de estos desequilibrios por miedo a dar más o a pedir más (intento de
relación equilibrada, compensada).

Si las relaciones humanas funcionasen con el criterio del equilibrio, serían


relaciones planas, sin altibajos, no pasaría nada importante ni emocionante en la
relación. Esto se ha convertido en casi una obsesión en la sociedad occidental,
entiende las relaciones como un contrato, de forma equitativa (poder romper el
contrato si alguien da o pide más).
Parece que el desequilibrio es saludable para cualquier relación. Por eso,
algunas veces, las grandes amistades se dan entre relaciones incómodas, con malos
momentos y broncas. Los desequilibrios proporcionan avances en una relación,
aunque también puede romperla.
El proceso psicológico del desequilibrio: cuando uno está en disposición de dar
más, eso supone en la relación un paso adelante (uno se adelanta al otro). ¿Esto qué
produce en el otro? Cuando el otro ve que el uno ha dado más, eso despierta un
agradecimiento sincero y, con este agradecimiento, se pone a la altura del uno. Por
eso, toda relación seria cada vez pide más, da miedo.
Ese adelantarse y ponerse a la altura es la correspondencia (que la respuesta
esté a la altura de la pregunta o exigencia). Se vuelve a un cierto equilibrio
(reciprocidad). Pero no se trata de pagar o devolver el favor (uno siente que nunca

14
podrá pagar o devolver ese favor). Por eso, el agradecimiento sincero es tan emotivo.
Pero es que, el que da más no espera nada a cambio.
El dar más es desinteresado, lo que provoca el agradecimiento sincero y la
sensación de que no se podrá devolver el favor por ese desinterés.
La relación más desequilibrada es la de padres e hijos. Les dan todo sin
esperar nada a cambio, lo hacen porque son sus hijos. Los hijos son conscientes de
que nunca podrán devolverle el favor por el desinterés con el que nos ayudaron. El
agradecimiento de los hijos es tan profundo que recibe el nombre de piedad. Para
equilibrar, más o menos, el hijo será padre y le dará a sus hijos todo lo que sus
padres le dieron a él.
El desequilibrio en las relaciones permite avanzar más la relación y, además,
en la vida social, permite que la sociedad progrese desde el punto de vista afectivo.
El dar desinteresadamente y el agradecer sinceramente permite estos dos aspectos.
Siempre nos sentimos en deuda y eso hace que hagamos las cosas también
desinteresadamente.

3.5. El significado de las promesas


¿Hasta cuándo hay que aguantar el desequilibrio? Todo ser humano, al
comenzar una relación, promete algo (es una promesa mutua: compromiso). ¿Qué
significa prometer? ¿Por qué lo haces y lo pedimos?
Las relaciones personales se dividen en dos grupos: aquellas personas que
elegimos (elección) y las que no (deber). Psicológicamente, a las personas que
elegimos lo hacemos por un juicio de valor (las juzgamos, enjuiciamos sus valores).
Este juicio es el que motiva la elección libre. Por eso, entendemos a esas personas
como algo que reafirma nuestra propia personalidad, son más personales, por lo que
los defendemos de las críticas de la familia como quien defiende su propia
independencia. A las personas que no hemos elegido tienen una característica: son
originarias (están desde el principio). Por eso resulta más seguro, no hay que pasar
ningún juicio ni demostrar nada. Se entienden así, estas relaciones, de una forma
muy entrañable, por lo que se defiende a su familia de las críticas de sus compañeros
como si defendiese su intimidad.
Todas las relaciones elegidas, con los juicios de valor, cuando van madurando,
la tendencia psicológica es que se sientan como relaciones debidas (cada vez más
parecida al de una familia). En este paso, ¿qué valor entra en juego? La lealtad y el
compromiso. Una relación madura es en la que ambos no tienen que seguir
demostrando ni seguir pasando juicios. ¿Cómo se llega a esto?
Las relaciones humanas maduran en esa dirección. En esas relaciones
elegidas, en el comienzo, el sentirse juzgado es muy frecuente y se cuidan las
apariencias (quieren quedar bien, pasar el juicio). Lo que está en juego es una serie
de cualidades que me muevan y motiven a elegir a esa persona. Este proceso
psicológico de la elección, hace que durante la elección uno se sienta presionado
(tengo que dar la talla, lo que el otro espera de mí, etc.). Si esta fase se excediera
bastante en el tiempo, siempre uno se siente juzgado, hace que la relación sea
insegura e inestable.

15
Sentirse también siempre a merced de la situación resulta inquietante. Por
eso, las relaciones avanzan hacia la estabilidad y seguridad. Pasar de ser elegido a
ser debido se produce poco a poco. Cada vez existe mayor complicidad entre dos
personas. ¿Hacia dónde se dirige? Este traspaso de la frontera, como en la elección se
juzgan las cualidades, ahora se acepta a la persona tal como es, más allá del estado
actual de sus cualidades. En la fase electiva juzgábamos desde sus cualidades. Ahora
el centro de atención es la persona, no sus cualidades.
Esto es muy importante, porque las personas cambian. ¿Qué pasa si yo siento
que el estado actual de mis cualidades es decisivo para ser aceptado? Esta presión
resulta agotadora, uno se siente enjuiciado e inferior (no estoy aquí por ser yo, sino
por cómo soy ahora).
Lo natural es ir avanzando hacia la persona. Cuando veo que sus cualidades se
deterioran, en vez de dudar y enjuiciarla de nuevo, se le ayuda. Esto genera un
sentimiento de seguridad por ser aceptado por quién es (sensación parecida a la
familiar). Los reveses de la relación no cambiarán los juicios.

3.6. El respeto
¿Qué significa respetar e n una relación personal? Parece que la importancia
de respetar es porque el respeto abre un espacio para que esa persona se realice
(espacio de realización). ¿Qué elementos y factores juegan cuando uno respeta y el
otro se hace respetar? El respeto se enfrenta contra lo utilizable: respetar no es
utilizar. Utilizar es tratar algo pensando en el propio provecho.
Es muy fácil que en una relación se introduzca inconscientemente la
tendencia del provecho. Es difícil distinguir entre ese sentirse satisfecho y ver a la
otra persona como un objeto utilizable. El respeto defiende esto: lo indisponible de
cada persona.
En toda relación, sobre todo al principio, hay una cierta tendencia a idealizar,
hay fallos y perdones, etc. Pero también hay siempre una serie de exigencias, una
serie de pretensiones y de expectativas (exigimos, pretendemos y esperamos del
otro).
Por todo esto presiona al otro, una presión natural y necesaria (una relación
profunda es exigente). Esta presión forcejea con la personalidad del otro, su perfil
psicológico, su modo de ser, etc. Este perfil psicológico podemos decir que cada
persona tiene sus propias percepciones, convicciones, principios y creencias. Es
decir, en el modo de ser del otro entran en juego unas características con las que la
persona se identifica. ¿Cómo funciona entonces el forcejeo de la presión? Con este
forcejeo y presión es donde se madura la relación y se consigue enfocar mejor al otro
y a uno mismo.
¿Qué pasa cuando no funciona el respeto? ¿Qué busca una persona cuando se
olvida de respetar? Al chocar (el forcejeo de la presión), uno al ver que el otro se
defiende, uno puede pensar que el otro está anteponiendo sus cosas, sus formas de
ver las cosas, etc. Esto sucede de forma más intensa en las parejas. Lo que se quiere
es ser conocido, al margen de las circunstancias y condicionamientos, por el otro.

16
Esto también se da, de alguna forma en la amistad. Esto, en realidad, está
relacionado con los celos (me está subordinando a sus costumbres, formas de pensar,
etc. Me está marginando).
Es decir, en el fondo lo que se espera y exige es justo desde su punto de vista
(¿no me querías más que a nadie? ¿No eras mi mejor amigo?). Esta intuición del
comienzo hace que la persona aumente la presión, incluso llegando a poner
condiciones a ese amor (si me quisieras, me harías caso).
¿Qué respuesta cabe ante esta presión? Hay dos opciones: seguir resistiendo,
defendiendo y forcejeando, o ceder. Pero cuando se cede, ¿qué sucede? De alguna
manera esa personalidad se empieza a desdibujar ante sí mismo (problemas de
autoestima), pero también desfigura y desvalúa su personalidad frente al otro (se
pierde aquello que yo quería).

[Sonia]
Lo que plante este fragmento es una pareja que se quiere, pero se ve que hay
algo raro (aspecto sutil del respeto). Se ve cuando entran en el ascensor (la mujer
tenía claustrofobia y cede). Se establece un forcejeo a lo largo del cortometraje. La
amiga tiene recelos sobre el chico. Ella, en el brindis, intenta brindar por la
continuidad aunque él no la entiende. Ella quiere seguir con la relación a toda costa,
continuidad por encima de todo, por eso se somete a las presiones de él (indicio de
inseguridad. La inseguridad desemboca en una dependencia). Entonces ella cuenta
una discusión en el coche antes de que él, queriendo demostrar que él es quien
manda, cuenta la historia de la decisión de tener o no un hijo. Cuando la mujer le
tira la copa, el hombre se queda tranquilo porque parece ser que volverá (baja
autoestima, dependencia).
¿Él la valora a ella? Claramente no. No se pone nervioso porque ella se
enfade. En el fondo hay un cierto desprecio por la forma de mirarla debido a que ella
se somete cada vez más (no se hace valorar). Es decir, aquí hay una excesiva presión
y una gran dependencia.

¿Qué sucede cuando hay respeto? Comenzaremos por el que se hace respetar y
es respetado. Hacerse respetar es algo muy importante en las relaciones. ¿Qué hay
detrás de esas personas? El que se hace respetar presenta una saludable autoestima,
cree en sí mismo. Él le ofrece a la otra persona lo que es. Entonces aquí, por tanto,
hay una gran seguridad y una sana independencia.

17
Hacerse respetar y valorar, mantener un forcejeo, le permite al otro poder
conocer realmente, que vea nuestra personalidad y perfil psicológico: hacerle
entender que si yo cediera, perdería atractivo, lo que la otra persona ve en mí.

[Quais de Seine - Gurinder]


Lo que plantea en este cortometraje es la belleza de una persona que se hace
respetar, cree en sí misma, cree en su propia belleza. Esto se refleja en que el chico
se fija solamente en ella aunque parezca la más sosa, gris. En la medida en que se
valora en sí misma es lo que hace que el chico la valore y se fije en ella.

¿Qué hace el que respeta? Respetar no es no presionar, no forcejear, etc.


Respetar es lo contrario: ir con exigencias, pretensiones, etc., para ejercer una
presión. Pero el hacerse respetar del otro es lo que permite apreciar, valorar y
conocer totalmente a la otra persona. Pero si no hubiese sido por la presión,
constancia y forcejeo nunca se hubiera llegado a este conocimiento y valoración.
Además, también se conoce uno mejor (¿me importa más la otra persona o
simplemente lo que yo quiero?). Esas pretensiones se van calibrando, descubriendo lo
que uno realmente quiere. El forcejeo hace madurar y continuar la relación.
El respeto es lo que le hace entender al que respeta que lo que quiere no es
ser querido y tratado como él espera, sino como lo hace la otra persona. Lo que se
produce es un equilibro dinámico. Al forcejear hay un desequilibrio, pero la relación
funciona con esos desequilibrios equilibrándolos (equilibrio dinámico). Por otra
parte, el presionado sin ceder se reafirma, mientras que el que presiona conocerá
mejor al presionado e incluso a sí mismo.
¿Qué trae consigo el respeto? Se produce un clima de confianza (cuando hay
respeto, la percepción que se tiene del otro es que es inofensivo). Realmente el que
aprende a respetar, lo último que quiere es hacer daño. Ese no hacer daño es la
esencia del respeto (el que respeta lo quiere todo menos hacer daño). Al parecer
inofensivo, al mismo tiempo aparece indefenso, despertando en la otra persona un
afán de proteger.
Es decir, en el fondo la confianza que se da en el respeto es que uno no confía
en las capacidades de uno mismo, sino en el otro, en su modo de ser. Lo que gusta y
en lo que se confían es en el otro: que sea como es. De ahí que el clima generado sea
de absoluta confianza, y uno se siente muy a gusto en la relación (espacio de
realización donde uno puede ser uno mismo).

3.7. El diálogo
En toda relación se manifiesta completamente un dialogo personal. ¿En qué
consiste este tipo de diálogo? Se puede dar un diálogo retórico (interesado), pero
esto no es un diálogo personal; un diálogo teórico (información); etc. El objeto del
diálogo personal no son cosas, sino uno mismo.
¿En qué consiste ese diálogo? Lo primero es entender qué significa la
privacidad, lo privado. Es un valor incontestable, que no es público, no cualquiera
puede acceder. Privado significa que mi intimidad es algo que se puede entregar caso

18
a caso, personalmente. Cuando una cosa se dice a todos, ya no es diálogo personal,
pero sí cuando esa persona me cuenta algo solamente a mí.
Es decir, en el diálogo lo que se cuenta, los datos, no es lo esencial, sino que
ha compartido conmigo su privacidad, su vida privada, su intimidad. El poseer los
datos no significa poseer su intimidad, por muy privado que sea el dato. La intimidad
o se entrega privadamente, o no es intimidad, sino datos. Por esto, algunas personas
inseguras intentan controlar a otras personas obteniendo datos creyendo que es
intimidad.
El diálogo es esencialmente íntimo y personal. Lo emotivo es que uno se abre
y expone su intimidad a través de este diálogo. Ya vimos que la intimidad no es
poseer datos. En el diálogo tampoco importan los datos propiamente, sino las
conexiones íntimas de esos datos (cómo se relación con su intimidad esas cosas que
me cuenta). Por todo esto, es muy importante el modo de contar las cosas.
Precisamente porque lo que importa no son los datos e informar sino el hecho
de compartirlo y cómo lo hace, algunas veces lo importante es que nos cuenta las
cosas (¿quién y cómo me lo está contando?). No importa que lo que nos contemos sea
repetitivo. El hecho de que sea repetido no le quita interés para que me lo vuelva a
contar, el hecho de que nos lo siga contando y el nuevo modo en el que nos lo
cuenta, es lo esencial del diálogo.
Los problemas de diálogo surgen cuando no interesan los que le sucede a la
otra persona hoy, aunque sea repetitivo. Se ha perdido el interés.
Este hecho de compartir la intimidad hace que el diálogo pueda ser muy
comprometido y da miedo. Por eso, en el diálogo es donde uno se vuelve más
comunicativo (se exige una máxima comunicatividad y expresividad en esos diálogos
personales o íntimos). Pero también, si hablar es comprometido, escuchar también lo
es porque escuchar la intimidad de otra persona es hacerse cargo de ella.
¿Qué sucede cuando hay alguien a quien le quiero contar algo? ¿Me va a
escuchar? En ese momento, la forma de valorar y entender la vida cambia. Cuando
no tenemos nadie a quien contarle, decimos que el día ha ido bien, sin más. Pero, si
nos pregunta otra persona lo mismo, una que nos importa, explicamos muchas más
cosas del día (el día se valora más). Las cosas que nos pasan, pasan por completo y
las acciones toman toda su transcendencia cuando están referidas en el diálogo.
Por eso en la vida y en las películas el diálogo es tan importante. Si toda
acción no converge en un diálogo, es como si le faltase un marco esencial e íntimo.
Incluso nuestra libertad cambia con el diálogo. La decisión y su valor toman
una mayor o menor importancia si, gracias al diálogo, se conoce cómo influirá en la
otra persona.

[Joseph Conrad - Lord Jim]


De muy distinto modo mira uno sus actos cuando llega a comprender, cuando
le hacen comprender todos los días, que su existencia es necesaria… ¿Entiende
usted?..., absolutamente necesaria para otra persona.

19
Lo que conseguimos con el diálogo, lo que buscamos es una concordancia con
esa persona, una sintonía. La sintonía no es estar de acuerdo con la otra persona,
sino que puede haber mucha discrepancia. Estas discrepancias pueden ser positivas,
porque la sintonía es una sintonía de fondo (la concordancia está en el modo de
vernos, entendernos, etc.). Las discrepancias hacen que la sintonía de fondo sea más
coherente. Al final, estas discrepancias son tomadas como un juego, se toman bien.

20
4. El amor conyugal
Establecemos siempre una relación necesaria entre la relación de pareja y la
felicidad. La conclusión a la que se llega es que la relación de pareja y la felicidad
están íntimamente ligados. Pero, al mismo tiempo, tenemos la sospecha de que la
relación de pareja tiene mucho que ver con el fracaso, lo que lleva a una visión
escéptica de las relaciones para no sufrir.

[Dos átomos en una molécula - Noah and the Whale]


Es una canción profundamente escéptica, pero también humorística. El amor
se toma a la ligera pero es muy importante. Por un lado nos gustaría enamorarnos ,
pero por otro lado no, da miedo.

Una de las cuestiones por la que esto pasa es porque desde el Romanticismo
se ha ido formando una imagen agridulce de las relaciones de pareja. Es necesario
que se vean las cosas objetivamente, con cierta distancia. Hay veces que lo que
parece un acierto es un fallo y viceversa.

4.1. La alteridad entre hombre y mujer


La primera cuestión es analizar la alteridad, es decir, algo evidente y que le
da intensidad a la relación.
La alteridad no es algo funcional, como funciona la naturaleza hacia la
determinación y especialización. Cuando se llega a la sexualidad, se ve que el ser
humano no se comporta de manera funcional, sino que se vuelve una
indeterminación. Junto a esta indeterminación nos encontramos una diversificación
(la sexualidad en el ser humano se diversifica de manera amplísima).
Veamos cómo funciona esta curiosa forma de vivir la sexualidad del ser
humano. La indeterminación y diversificación hacen que los encuentros sean
amplísimos, que haya grandes registros. La cuestión es una especie de juego curioso
entre cercanía (complicidad entre los sexos) y extrañeza (el otro sexo parece muy
cercano y, al mismo tiempo, lo más extraño). De aquí la diferente y difícil
comprensión entre los sexos.
Esta mezcla da pie a la curiosidad, que trae consigo la fantasía e imaginación
que se dispara. Todo esto da pie también a la ilusión e idealización.
Todo esto puede venir, como punto de partida, de la distinción. Somos
distintos y, por tanto, distantes. ¿Pero cómo se interpreta esta distinción? Resulta
que esta distinción se siente como una unidad previa y primordial que pasa por una
separación y la extrañeza.
Parece que en el otro me encuentro entero. Necesito ver las cosas con los
ojos del otro. Es decir, se puede decir que varón y mujer son complementarios (se
necesitan el uno al otro: el atractivo).

21
Esta distinción es captada ya por el niño, le es evidente. En esta
complementariedad, cercanía y extrañeza, hay momentos en que creemos que el
otro sexo nos comprende del todo y viceversa. Por esta dinámica de reunión y
separación se provoca una polaridad, trayendo una alternancia y muchas alternativas
(pasan constantemente cosas, novedades).
Por eso las historias entre sexos para las películas dan mucho juego, hay
muchas alternativas y opciones. Esto se refleja en que las comedias románticas
nunca han pasado de moda. Hay dos subgéneros dentro de estas: de encuentro y de
reconciliación.

[Pere Lachaise - Wes Craven]


¿Dónde está la gracia, el humor, la levedad? Ella le reclama levedad y
ligereza, que se tome la vida con un poco más de humor. Las comedias románticas
reflejan esa levedad que hay en las relaciones de pareja.
La mujer tiene una especial sensibilidad para la comunicación y el diálogo, no
como el hombre. El hombre mira el estar juntos, hacer cosas juntos, etc. Ambos ven
extraño lo característico del otro.

Estas extrañezas llegan a los malentendidos. La incomprensión de dos formas


de pensar distintas. La mujer piensa las cosas con muchos más aspectos, por lo que
les cuesta tomar decisiones (tienen más matices, enredan). El hombre es más lineal
en su pensamiento, va a lo esencial y parece ir más decidido (tiene en cuenta menos
cosas). Por eso, para las cuestiones afectivas suelen tener más sensibilidad las
mujeres.
La forma de pensar femenina entiende mejor los afectos, por lo que algunas
veces ella le enseña a él sus propios afectos.
El atractivo se entiende desde la polaridad de cercanía y extrañeza que se da.
La distinción es un ingrediente de ese atractivo. Pero esta distinción se entiende
porque resultan complementarias (la cercanía y la extrañeza), es decir, están hechos
el uno para el otro.
¿Qué significa esta complementariedad? Varón y mujer son iguales en
humanidad de manera plena, es decir, comparten plenamente la misma humanidad.
¿En qué se distinguen? Intentar distinguirlos por cualidades o tareas es caer de nuevo
en el error. Podemos decir que son dos modalidades del ser humano (de ver, sentir,
vivir, etc., la misma humanidad). Por eso, cada uno necesita entender al otro modo
(para entenderme yo, tengo que entender al otro). Esto se da en todos los planos, no
solo en el de las parejas.
Este atractivo, por la parte de extrañeza, lleva consigo un descontrol
(controlas lo que las personas de tu mismo sexo piensan y viven, pero no el del sexo
contrario). Este aspecto tiene un poco de aventura. Por eso, la convivencia con el
otro sexo es difícil, desgasta.

4.2. La amistad entre los sexos y el problema del enamoramiento

22
¿Cómo debe ser el ideal de pareja? Entra en juego el enamoramiento y la
amistad. Es una composición de ambos. Surge en la segunda mitad del siglo XX,
donde las guerras tienen especial protagonismo al generar una nueva convivencia
entre el hombre y la mujer.
Para entender esta simbiosis de enamoramiento y la amistad, comenzaremos
analizando el enamoramiento. Ha habido un progreso en este enamoramiento
también. Poco a poco el romance se convirtió en un ideal y se fue generalizando (un
proceso lento y trabajoso).

[Antes del amanecer - Richard Linklater]


En este diálogo se plantean casi todas las cuestiones. Han vivido un
enamoramiento, la experiencia de una sintonía única (nunca encontraré alguien como
él/ella). El truncamiento de esta experiencia hizo que nada fuera lo mismo. Ella no
encuentra el amor y él no es capaz de darle más amor a su mujer (ya está casado). Él
se siente desgraciado (su matrimonio está vacío).

Estamos ante una experiencia que produce una transformación psicológica


que es muy importante de entender. Analizaremos la experiencia del truncamiento
del enamoramiento.
El enamoramiento es el punto de arranque de una relación. En este comienzo
se pueden ver las líneas de fuerza o las tendencias referidas a la historia que se
desarrollará después.
La primera cuestión es que el enamoramiento produce un cambio traumático.
¿Por qué traumático? Para ver esto analizaremos el cambio. El cambio consiste en
producir un despertar a una nueva experiencia y forma de entender la vida. Pero
este despertar, que parece benéfico, produce al mismo tiempo un trastorno en la
escala de valores e intereses en la persona (se le pide mucho más a la vida). Esto se
ve reflejado en el hombre del anterior corto, que despertó al conocer a la chica pero
las demás no le daban lo suficiente. La mujer lo refleja también al no haber
encontrado ningún hombre como él.

[Silvio Rodríguez - En estos días]


Esta canción está dedicada a ¿qué pasa cuando uno se enamora? Todas las
cosas parece que se centran en esa persona, todo se dirige a ella. Empiezan a salir
los aspectos traumáticos con no poco dolor. Le da la vuelta a lo que podría ser un
poema romántico (lo que pasa no es bonito, sino terrible). Nunca usa la palabra
“enamoramiento”.

Esto nos sirve para subrayar el carácter traumático del enamoramiento (es
terrible y peligroso, puedo salir destrozado).
El romanticismo facilón característico del mundo actual nos lleva a pensar el
enamoramiento como un dulce caramelo.

23
¿En qué se nota este cambio traumático? Se da porque es como una doble
experiencia contradictoria. Sin embargo, las tenemos a la vez, lo que nos traumatiza
tanto. La primera experiencia es riqueza, y la segunda es pobreza. Parece que uno se
siente rico y afortunado con la experiencia del enamoramiento (se produce la
autoafirmación más radical que se siente), pero se vive con una profunda
dependencia del otro (contradicción ante la autoafirmación y la dependencia). La
una depende de la otra.
Esta doble experiencia tiene también otra forma: uno se siente lo más libre al
tiempo que no se puede dejar de hacerlo (me siento libre pero al mismo tiempo
esclavo). Se produce, una vez más, un “cortocircuito”.
Otra dimensión es que uno nunca es más consciente y dueño de sí mismo en el
enamoramiento, pero, al mismo tiempo, pertenece a otra persona (esa persona me
tiene). Lo uno lleva a lo otro.
Estas tres dimensiones son incomprensibles en el enamoramiento, resultan
contradictorias.
La segunda característica de la experiencia del enamoramiento, después del
cambio traumático, es que se produce una concentración del sentido (un sentido
pleno de mi vida y del mundo en el que vivo). Se produce, por esto, una
reinterpretación de todo. Todo el contexto de la vida se transforma por la nueva
realidad del enamoramiento. Por eso, hay una tendencia de divinizar a esa persona,
a convertirla en algo absoluto (se utilizan adjetivos de divinidad sobre la persona). Es
decir, el hecho de divinizar o absolutizar a esa persona, convertirla en el contexto de
mi vida, tiene un doble efecto psicológico: no se puede definir la experiencia como
posesión y control, sino algo que me posee, me ha elegido y cautivado, es una
realidad en la que se entra (entro en su vida, existencia, belleza, etc.).

[Poema de Vladimir Holan]


Habla de esta entrada. Describe de manera muy profunda esta experiencia. Es
un entrar, contemplar, se suspende todo.

El otro efecto psicológico es ver a la otra persona como una totalidad, alguien
única, me gusta todo. Como se le ve a esa persona como un todo, la persona se
convierte en “todo”, en el todo de la vida.
Esta característica de la concentración del sentido hace que se sienta a esa
persona como insustituible.
El tercer aspecto psicológico del enamoramiento es la concreción de la
persona. Es necesario sentir a la persona concreta y singularmente. ¿Cómo tenemos
esta experiencia? Lo que nos hace sentirla son, paradójicamente, sus limitaciones e
imperfecciones. Cuando percibimos esto es cuando la otra persona se vuelve especial
y conmovedora

[At my most Beautiful - R.E.M]

24
Vemos a una mujer poco atractiva y romántica a la que todo lo que le va
pasando la va empeorando (pierde el dinero, el autobús, se despeina, le rompen las
gafas, etc.). Va a una prueba de música con su contrabajo, entra a un “tribunal” para
ser aceptada. A pesar de todo lo que le sucede, nos parece una chica interesante.
El enamoramiento no solo tiene que ver con las perfecciones, sino también
con las imperfecciones, fallos, etc. Así se conecta con la persona y se la distingue
más, la vemos concretamente, vemos su personalidad.

El cuarto plano psicológico es la reorganización del tiempo. El tiempo, tal y


como lo entendemos, se rompe (ruptura de la lógica temporal) inconscientemente.
¿En qué sentido se da esta reorganización y ruptura? En varias. La primera cuestión es
que el primer encuentro se ve como un comienzo o punto de arranque (es un
momento original, que no se explica por una lógica temporal; al mismo tiempo
resulta originario, es decir, da una forma al futuro). Esta forma de entender el
tiempo (ahora empieza todo) parece que el pasado queda atrás. Pero no.
Curiosamente, el presente no solo explica el futuro, sino que también explica el
pasado (es algo que tenía que pasar). Es decir, el encuentro se convierte en un
elemento fundante.
El quinto plano psicológico es la transformación o reorientación espacial (el
sitio donde estoy). La experiencia del enamoramiento hace, de manera radical, que
descubramos dónde está nuestro sitio. El lugar donde está el otro se convierte en el
centro, en hogar. Esto nos ayudará a entender también cómo es el tiempo de la
pareja: cíclico, no lineal.
Por último, como sexto plano, el enamoramiento aporta una energía especial,
sobre todo en términos de sufrimiento.

[Henry James - Las bostonianas]


Ella no se hacía ilusiones sobre la vida con el hombre, sabía que sería difícil,
árida y triste, pero sabía que sería feliz con él.

Vemos la energía especial, bastante inexplicable, al aceptar cualquier cosa,


por difícil que sea, para estar con esa persona.
Veremos ahora las diferencias del enamoramiento con la amistad. Tenemos
que perfilar los dos sentimientos, que no se trata de una confusión, sino de una
simbiosis.
El interés está muy presente en el enamoramiento, no es desinteresado, sino
es interesarse de manera radical muy mutuamente en el que, para mí, está presente
(quiero a esa persona conmigo). En la amistad se da un interés común al principio
(trabajo, proyecto, afición, etc.). Hay que compartir. El punto de partida es el
interés común, y algunas veces lo sigue siendo a lo largo de la amistad. Por eso, las
conversaciones amistosas versan sobre el interés común, mientras que en el
enamoramiento versan sobre las personas mismas (carácter sereno en la amistad

25
porque no se depende de los amigos, pero carácter dependiente en el
enamoramiento porque sí se depende del otro).
¿Qué sucede? Lo que pasa es que hasta la primera mitad del siglo XX, el
encuentro entre hombre y mujer era necesariamente de enamoramiento y no de
amistad. Esto es porque vivían en dos mundos distintos (él a lo suyo con sus amigos y
tareas, igual que ella). El encuentro se daba en situaciones y lugares preparados para
esto (fiestas, bailes, etc.). Cada uno veía al otro de manera idealizada y desde la
distancia. De esta forma, el noviazgo que empezaba había que formalizarlo.
El problema afectivo que se plantea en el romanticismo se da en el intento de
liberalización. Cuando contraían matrimonio descubrían cómo eran realmente, dejan
de estar idealizados, provocando decepción. El matrimonio, entonces, se ve como
una condena, pero terminaban acostumbrándose el uno al otro gracias a la
institución matrimonial que le da continuidad a la relación.
En la segunda mitad del siglo XX empezaron a convivir en otros ámbitos,
teniendo intereses y gustos comunes, que compartían cosas juntos. Esto daba pie a
un malentendido (¿me estoy enamorando o es solo amistad?). Por eso, en toda
amistad hay siempre un momento turbulento de emociones. Esto tiene dos salidas:
que se enamoren o, simplemente, sean amigos.
La pregunta que nos formulamos es cómo y por qué se produce la simbiosis
entre estos dos sentimientos tan distintos. Esto fue algo espontáneo, pues el
enamoramiento, tal y como se vivió hasta ese momento, hacía que el conocimiento
real de la otra persona fuese complejo de alcanzar (necesidad de casarse para eso).
El encuentro de la amistad permitía que este conocimiento fuese más real.
¿Qué aporta o plantea esto? El clima en el que se encuentran participa de las
características de la amistad (hay intereses y gustos comunes), el clima es también
más sereno, sin cuestionarnos si estamos enamorándonos o no (podemos ser buenos
amigos). Es decir, el ver al otro como un amigo hace que veamos al otro con otra
perspectiva más profunda y serena. Esto le ha dado otra dimensión al enamorarse
(vemos alguien con quien compartir, hablar, intercambiar opiniones, etc.). El hecho
de introducir la amistad entre sexos ha transformado el enamoramiento.
En las relaciones ya no hay tato romanticismo escénico. Cada uno es más él
mismo. ¿Qué le pasa al enamoramiento cuando no tiene amistad? Como el
enamoramiento es una ilusión, uno alimenta fácilmente esa ilusión y quiere que la
otra persona siga haciendo que se mantenga esa ilusión (creando climas románticos
constantemente). Otra consecuencia es centrar todo en el atractivo físico y el deseo
que despierta (se puede convertir en algo obsesivo). Pero esto último resulta
engañoso, cosa que no pasa en la amistad.
La amistad le da a la relación otra dimensión totalmente diferente. La
simbiosis entre amistad y enamoramiento no tiene nombre. Hay una cualidad en esto
muy importante que es la confianza plena (conquista psicológica). El enamoramiento
a secas siempre tiene un fondo de desconfianza y temor, provocando los celos (a lo
mejor me engaña, se está fijando en otra persona, etc.). En cambio, cuando
introducimos la amistad hay mucha más confianza. Algunas veces puede parecer que
esto rompe el romanticismo (manera despreocupada).

26
[Hal Hartley - Trust]
Lo que dice es clave. Ella, en su relación romántica con el anterior chico, ha
salido totalmente decepcionada e intenta abortar. Él dice que la gente que se
enamora comete locuras, pero no quiere sentir eso por ella, sino respeto y
admiración. Deciden casarse si el respeto, la confianza y la admiración son
consideradas de igual manera que el amor.
Refleja que el enamoramiento es engañoso. Se están cuidando y se dejan
cuidar a lo largo de toda la escena. La amistad introduce en la relación una serie de
valores que hace que lo que de verdad importe sea la persona.

¿Qué aporta la amistad en la relación de pareja? Parece que aporta un


conocimiento más realista de la persona. También serenidad, mayor seguridad y
mayor confianza. Por último, aporta mucho más contenido (gustos, aficiones, etc.).
Es decir, la amistad le da más continuidad y estabilidad al amor.
¿Qué aporta el enamoramiento a la amistad? Mayor alcance e intensidad a la
relación de amistad (son más que novios, son también los mejores amigos).
Este tipo de relación hace que el sentimiento adquiera una dimensión muy
especial.

[C.S. Lewis - Una pena en observación]


Lo que vivió él es que hay tantas personas en su mujer… Manifiesta una
confianza muy variada (compartir todo). Este sentimiento descrito es algo con lo que
ya vivimos y entendemos como un ideal.

Vamos a ver cómo se desarrolla el punto de arranque de una relación en el


tiempo, cómo progresa y madura: continuidad. A lo largo de la historia, esta
continuidad ha ido cambiando mucho, y tiene que ver en cómo nos conocemos
nosotros mismos y nuestro sentimiento de ser independientes.

4.3. El tiempo y la compenetración; la pasión y la normalidad


El encuentro da pie a una historia, a una relación. Cuando se parte de
presupuestos más románticos, esto se lleva mal, porque uno no entiende el paso del
tiempo. Hay un prejuicio de que se piensa que lo que viene después, con el tiempo,
irá a peor.
Tenemos que ver en qué consiste esa historia, y para eso necesitamos el paso
del tiempo. ¿En qué consiste lo duradero de la historia? ¿Hacia dónde va? No tiene
que ser una historia de decadencia, sino que hay una meta.
¿Qué presupuestos hay que tener en cuenta para atender a una historia de la
relación? Dos cosas: tener en cuenta la dignidad de una persona (la persona puede

27
dar, siempre, más de sí) y que lo fundamental en una relación es el presente y la
presencia del otro. Cuando en una relación pesa más el pasado, esa relación está
anquilosada, decaída, muerta. Cuando tiene más peso el futuro (ya se lo diré, ya le
pediré perdón, etc.) es el mismo resultado que si se piensa en el pasado.
Lo mejor está siempre hoy, en el presente, es algo que no se puede perder,
hay que estar ahí. Cuando se tienen las cosas “sabidas”, esto no seda, no hay interés
por la otra persona.
Veremos ahora los tipos de unión que se han dado a lo largo de la historia. Son
tres.
La forma más clásica, y que más ha perdurado, es la unión como
amoldamiento. Con esto se buscaba mantener la convivencia (uno se amoldaba al
otro). Anteriormente, los matrimonios se daban por convención, conveniencia, como
ya hemos visto anteriormente. Si un matrimonio es así, la necesidad principal era
amoldarse para que la convivencia fuese viable. También se da esto en los amores
idealizados y lejanos en los que no hay conocimiento real del otro.
Esta forma de unión trae un problema. Se produce una subordinación del más
débil al más fuerte, algo que se ha dado a lo largo de la historia reflejado en la
sumisión de la mujer. Esa subordinación supone una despersonalización, es decir, es
una forma de unión que desdibuja la identidad de las personas. La gran reacción a
esto es todo el movimiento romántico que defendía el derecho de la persona a ser
feliz afectivamente, es decir, en la relación de pareja. Esto es otro tipo de unión.
El ideal de la unión romántica es la fusión, la pasión y el deseo. Fue un avance
con respecto a la anterior unión donde había una gran pérdida de interés mutuo. Sin
embargo, se empezaron a ver varios problemas. Un primer problema es el paso del
tiempo, con lo que se pierde la pasión y el interés, se desgasta la relación. Otro
problema que plantea es que, de nuevo, se produce una despersonalización
(dependes mucho del otro al buscar siempre una fusión, dejando de lado cuestiones
personales). Se recurre así a la pasión o al olvido para “superar” y “solucionar” los
problemas.
La tercera forma de unión es la compenetración. ¿Qué características tiene
esta nueva forma? Plantea la cuestión de que la unión no se puede dar al margen de
la personalidad, es decir, nos tiene que afirmar en nuestra propia personalidad y no
despersonalizarnos. En esta unión son dos individuos que se unen. Esta afirmación de
la personalidad hace que la unión sea más profunda y más plena. Pero detectar una
compenetración no es tan fácil como la pasión o el amoldamiento.

[Camille]
Tenemos dos personalidades muy distintas: una algo histérica y nerviosa, y
otra algo más tranquilo, pasota, que se ríe de todo. Es lógico que haya una
conflictividad constante: ella le reprocha cosas y él… Sin embargo, detrás de esa
conflictividad, vemos que hay algo que les une de una forma muy especial. Él,
cuando ella ya se ha dormido, le dice “siempre estaremos juntos”. En este
cortometraje se recoge de forma muy atinada cómo funciona la unión entendida
como compenetración.

28
Analizaremos, a continuación, las características de esta forma de unión. Lo
que tenemos son dos individualidades y las subrayamos. La personalidad es algo que
se debe ser, y es, tenida en cuenta. Uno va a la unión para realizarse en su
personalidad.
Lo que trae consigo es una nueva manera de entender el papel que juega la
conflictividad en la relación (del tipo especial). Esta conflictividad no resulta
negativa, sino que forma parte de la relación. Pondremos varias comparaciones o
metáforas para comprender esto.

La primera es el baile. El ideal de baile antes era, precisamente, un


amoldamiento (el vals, por ejemplo). Ahora, cada uno quiere bailar a su manera,
espontáneamente, pero entre los dos tienen que componer una figura (el uno sigue al
otro, cada uno a su manera, para formar una figura). Esto es más difícil, pero es más
eficaz si se consigue. Esto genera, necesariamente, tirantez (tanto en el baile como
en la relación de pareja). Esto se da porque cada uno está reafirmando su
personalidad con el otro (forma de ser, de ver las cosas, lo que tiene y le gusta,
etc.). La tirantez, en la compenetración, no es un problema (en el amoldamiento y
pasión sí), sino que es necesario y sano. Lo importante es que ambos no olviden que
el núcleo es la unión. En la tirantez se es más consciente de la individualidad
personal y la del otro.
Esas peleas generan un campo de batalla en las parejas, y uno es consciente
de ello (segunda metáfora). Pero lo en serio que se toman el uno al otro, a pesar de
que sea una pelea intensa, hace que sigan unidos. La intensidad, la virulencia y lo
que se diga en esa discusión está relacionado con lo en serio que se toman. Parece
que se están distanciando, pero el efecto psicológico real es el inverso, y el interés
está totalmente centrado en la pelea (no importan los demás).

[Texto literario - Yasmina Reza]


Esto que plantea, el descubrimiento, es una relación de pareja conflictiva.
Pero resalta que nunca, por suerte, han ni siquiera rozado el bienestar ni el
amoldamiento, nunca han perdido su personalidad.

Esta manera de entender la relación es muy interesante. Pero ¿qué hay


detrás? Estamos hablando de unos conflictos que resultan hirientes (incomprensión,
palabras, etc.), provocan heridas (tercera metáfora). ¿Por qué se hiere si cada uno
tira para su lado? Nunca se va a hacer daño, sino que se intenta romper la cómoda

29
individualidad del otro para entrar en ella. En eso consiste la herida. Ambos hacen lo
mismo al mismo tiempo.
Todas estas heridas, con el tiempo, cicatrizan juntas. Es decir, se produce un
injerto (cuarta metáfora). La compenetración tiene las características de un injerto.
Al cicatrizar juntos, hace que el sentido de la unión se haga especialmente intenso.
La compenetración como unión es, probablemente, la más intensa: cada
personalidad se entreteje con la otra pero sin desdibujarse.

[Tolstoi - Ana Karenina]


Explica su unión con su mujer. La otra persona forma parte de mí mismo, por
eso no me puedo defender ni realmente me está haciendo daño aunque lo parezca.

Esto de la compenetración plantea otra cuestión: la normalidad. La


normalidad, las costumbres y las rutinas, siempre han sido entendidas como algo
negativo y que desgastan o devalúan la relación. Eso no funciona así en la
compenetración, porque con toda la unión lo que uno busca es reconocer al otro en
las situaciones normales (en la pasión sí sería un problema). La otra persona es su día
a día. Las rutinas hacen que uno se meta en la vida del otro gracias a la normalidad.

[Antes del atardecer]


Él está hablando del paso del tiempo, que termina con todo. Ella le da la
vuelta, diciendo que, con el tiempo, cuando lo sepa todo sobre su pareja, entonces
sabrá que está enamorada de verdad.
[Texto literario - Unamuno]
Plantea un sentimiento y una realidad muy profunda y difícil de explicar, que
forma parte del propio ser humano.
[Texto literario - Carlos Cebrián]
Plantea que tiene el mismo valor y significado para una pareja compenetrada
el hacer el amor, recoger a los niños, desayunar juntos, etc. Es decir, todos los
momentos de la vida se viven con la misma intensidad.
[Texto literario - Unamuno]
Unamuno presenta ese acostumbramiento, rutina, como algo perfecto. “Ya
somos lo mismo”. Antes era lógico que hubiese más deseo porque eran distintos, al
comienzo de la relación, pero ahora que son lo mismo, no hay tanto.

Es decir, la normalidad, que se opone a la pasión aparentemente, no se


opone. Es la pasión la que da pie a la normalidad. Lo que se busca, en el fondo, en

30
una relación de compenetración es algo definitivo: no un simple enamoramiento, sino
también una amistad.
En Mud, en el fondo, hay una historia de amor entre los dos protagonistas.
Pero esa historia de amor imposible se ve desde el punto de vista del adolescente de
catorce años, que ve que casi todas las relaciones no se toman con importancia (su
“novia”, sus padres, etc.). Por eso, cuando ve el amor entre Mud y la chica, lo da
todo por esa relación.

[Mud]
La reacción que plantea el director a través del adolescente hace que nos
sintamos identificados con ella. Refleja el ideal de la compenetración (es algo que se
tiene, que no se pierde, el anhelo por todo ello).

31

Potrebbero piacerti anche