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TALLER DE LIDERAZGO SESION 2

TIPOS DE LIDERAZGO

Líder democrático: es aquel que, sin perder el control, da lugar a la comunidad


para que participe en cuestiones relacionadas a la política. Además, a la hora
de tomar decisiones, el líder tiene en cuenta las opiniones de la comunidad
liderada. Es por esto que lo que suele hacer es presentar varias opciones
frente a un determinado problema y promover el intercambio de idea entre los
diversos sectores y que aquí se decida cuál es la mejor salida. De esta manera,
el líder democrático transmite una imagen más permisiva, abierta al diálogo y
de un individuo que se preocupa por los problemáticas de terceros.

Líder liberal o laissez–faire: en este tipo de liderazgo, se delegan funciones a


la propia comunidad con el objetivo de que adquiera ciertas responsabilidades
y logre controlar las problemáticas que surjan. De esta manera, se promueve la
libertad y creatividad en grupo mientras que el propio líder ocupa un rol de
mayor pasividad, con menor control y poco compromiso.

Líder autocrático: a diferencia de los dos anteriores, este líder concentra en sí


mismo todo el poder, de forma ilimitada. Aquí no se prioriza ni la participación
de la comunidad en la toma de decisiones ni la delegación del poder. Es el
propio líder quien determina las acciones que se llevarán a cabo y el poder de
decisión se limita a su persona, o a un grupo reducido, mandando según su
propia voluntad.

4) Líder paternalista: esta clase de líderes se encarga de determinar cuáles


serán los objetivos del grupo, si bien promueve la participación de este, es el
propio líder quien tomará las decisiones finales. Por otro lado, pretende
promover la convivencia pasiva dentro de la comunidad a la que lidera y se
muestra tolerante frente a esta.

Primer descubrimiento: Yo ideal.

Se trata de establecer contacto con la persona que nos gustaría ser, tanto a
nivel personal como laboral o profesional. Es necesario detectar el potencial
que se oculta en nuestro Yo ideal.

Es importante no hx
confundir el Yo ideal con el Yo debería; éste último corresponde a las
expectativas que los demás tienen de nosotros. Cuando un maestro, jefe,
familiar o amigo nos dice cómo debemos ser; está dándonos su versión de
nuestro yo ideal. Es muy fácil confundir uno con otro y terminar alejándonos de
nuestros objetivos personales

Los valores desempeñan un papel muy importante en el descubrimiento del yo


ideal pero es necesario prestar atención a cuestiones más estables como
nuestra filosofía subyacente, la comprensión de la misma puede ayudarnos a
ver el modo en que el yo ideal refleja nuestro sistema de valores.
La imagen ideal que tenemos de nosotros mismos despierta nuestro
entusiasmo, nuestra emoción y nuestra motivación. Esta imagen es la
expresión más profunda de lo que esperamos en la vida y constituye la guía
más adecuada para tomar decisiones

Segundo descubrimiento: Yo real.

No basta con vislumbrar el yo ideal, también es necesario forjarse una imagen


clara de la realidad en la que estamos inmersos; debemos buscar nuestro Yo
real. Para lograr una valoración exacta del mismo tenemos que reconocer
nuestras fortalezas y nuestras debilidades.

Esta tarea no es tan fácil dado que existen algunos obstáculos que nos impiden
tomar conciencia de nuestro yo real. Uno de ellos es el llamado “síndrome de la
rana hervida”1 y hace referencia a la lenta e inadvertida inmersión en la
autocomplacencia. El otro obstáculo está compuesto por las “mentiras vitales”

que son los autoengaños; consoladoras verdades a medias que las personas
se cuentan a sí mismas para no aceptar realidades demasiado inquietantes.

La mejor forma de corregir los errores de apreciación consiste en solicitar el


feedback correctivo a las personas que nos rodean, ellos ven diferentes
aspectos de nuestra personalidad y pueden brindarnos un valioso aporte si se
lo pedimos.
1 Síndrome de la rana hervida: si tiramos una rana en un recipiente con agua hirviendo, ésta saltará instintivamente fuera de
aquel; pero si la introducimos en el recipiente con agua fría y vamos aumentando gradualmente la temperatura, la rana no se
dará cuenta de que se está quemando hasta que sea demasiado tarde.

Cuarto descubrimiento: Experimentar y practicar las nuevas conductas,


pensamientos y sentimientos hasta llegar a dominarlos.

Para lograr el cambio que estamos buscando, es necesario tomar conciencia


de nuestros hábitos inadecuados, ejercitar deliberada y conscientemente una
forma mejor de hacer las cosas y aprovechar todas las ocasiones posibles para
fortalecer esa nueva conducta.

La clave para el aprendizaje de un nuevo hábito consiste en ejercitarlo una y


otra vez hasta llegar a dominarlo.

Un buen aporte para el desarrollo exitoso de este proceso consiste en la


capacidad de visualizar con claridad nuestro yo ideal y mantener la atención en
esa imagen. La visualización funciona como un poderoso motivador.

Quinto descubrimiento: Desarrollar relaciones de apoyo y confianza que


posibiliten el cambio.

Este descubrimiento, si bien figura al final del listado, debe estar presente
durante todo el proceso, y es que las relaciones con los demás son muy
importantes pues nos ayudan a proseguir con nuestro aprendizaje
brindándonos contención, apoyo, confianza y aliento.

Es nuestro entorno más cercano el que nos permite vislumbrar qué imagen
tienen los demás de nosotros para así poder cotejarla con la nuestra. Por eso
es importante el feedback con las personas que nos rodean. Solo en
interacción con los demás podremos desarrollar nuestra capacidad de
liderazgo.

De esta manera, hemos visto las nociones básicas sobre el liderazgo y la


persona del líder, enriquecidos por el aporte de la inteligencia emocional.

Es importante destacar que la reflexión, la comunicación y la flexibilidad para


adaptarnos a las distintas circunstancias de la vida, son elementos
indispensables en este proceso de desarrollo que abarca no solo nuestras
condiciones como líderes sino, también, el establecimiento de nuestras metas
personales y la motivación para realizar los cambios necesarios.

BARRERAS DEL AUTOCONOCIMIENTO.

Conocernos a nosotros mismo no es igual que conocer a otros. El


autoconocimiento encuentra una serie de barreras que es recomendable tener
presente:

Primera barrera. Consiste en la tendencia que tenemos las personas por pudor,
modestia, soberbia o simplemente desconocimiento, a negar nuestros defectos
y nuestras virtudes. Este rasgo sobresale más si hablamos de jóvenes
adolescentes que están inmersos en un proceso de descubrimiento y cambio
en su situación laboral, académica, familiar, afectiva y física.

Segunda barrera. Reside en la propia naturaleza del autoconocimiento, ya que


no basta con descubrir una serie de datos o características de una manera fría,
descriptiva, aséptica. El conocimiento de uno mismo pasa por una toma de
conciencia que se relaciona mucho más con los sentimientos y que requiere de
tiempo, reestructuración de nuestros conceptos y confrontación con la propia
realidad.

Tercera barrera. Es una posible resistencia al autoconocimiento por parte de


jóvenes que pasan de la escuela al trabajo ya, que frecuentemente choca lo
que somos con lo que queremos ser. Mientras el joven ha estado estudiando
ha ido dibujando en su mente aquello que le gustaría hacer, pero cuando llega
la hora de incorporarse al mercado laboral es más importante lo que es capaz
de hacer y lo que es capaz de demostrar que puede hacer.

EJERCICIO N° 2.
Ejercicio para valorar la responsabilidad es puntuar del 1 (mínimo) al 10 (máximo) cuán
responsable eres en estos aspectos de tu vida:

Salud
Emociones
Elección de pareja
Elección de amigos
Economía
Trabajo
Relaciones
personales
Forma de tratar a los
demás
Desarrollo intelectual
Carácter
Felicidad
Autoestima
Una vez identificadas las áreas en las que eres menos responsable,
necesitarás saber cómo cambiarlo y puede que creas que no tienes la
respuesta. Sigue utilizando la técnica de completar oraciones y comprobarás
que en tu interior sabías como hacerlo. Si por ejemplo, consideras que eres
muy poco responsable en tu trabajo, completa la oración “Una de las formas en
la que puedo ser más responsable en mi trabajo es…” y escribe entre 5 y 10
finales para esa frase. Empieza a poner en práctica esos consejos que acabas
de escribir y verás cómo, poco a poco, empiezas a sentirte más responsable en
esa área y tu autoestima mejora. Por último, intenta traducir tus pensamientos
a conductas. No basta con decir “Voy a ser más amable con mi pareja”.
Convierte ese pensamiento en conductas concretas: saludarla todas las
mañanas con una sonrisa, quedarse hablando juntos media hora después de
comer, compartir una afición…

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