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de Pareja.
El matrimonio sigue siendo una institución universal, pero sus objetivos se han
modificado con el paso del tiempo. Tradicionalmente la sociedad, a través del
matrimonio, ha regulado el comportamiento sexual y la educación de los hijos, así
como ha establecido un sistema económico basado en la unidad familiar. Pero los
tiempos han cambiado. El comportamiento sexual de muchos jóvenes, no implica
necesariamente un compromiso matrimonial. Tampoco es infrecuente que algunas
personas opten por casarse, pero con la intención de no tener hijos. Por último, a
medida que se pasa de una economía agraria a una economía industrial, y que la
mujer se incorpora activamente al trabajo, la justificación económica del
matrimonio y de la familia ha perdido relevancia.
¿Por qué motivos se casa entonces actualmente la gente? En nuestra opinión, hay
tres razones fundamentales en la sociedad actual: a) el amor; b) la búsqueda de
compañía, y c) la satisfacción de expectativas previas. “Estar enamorados es la
explicación más socorrida para decidir casarse (Knos, 1985). Aunque la palabra
amor no tiene la misma significación para todas las personas, este concepto
abarca un conjunto de sentimientos positivos profundamente experimentados y
referidos directamente a la persona amada. Entre estos sentimientos se
encuentran el cariño, la comunicación, la protección, la intimidad, la activación, la
pasión y el sufrimiento (nos referimos a éste último punto más adelante. La gente
también se casa, sin embargo, buscando compañía. Tal como es definido por
Hatfield y Walster (1978), “el amor es el afecto que sentimos por aquellos con los
que nuestras vidas están profundamente entrelazadas (Pág. 9). Es un tipo de
amor basado en la convivencia y en la seguridad de que nuestra pareja estará ahí
siempre y nos aceptará en todas las circunstancias tal y como somos. Por último,
las parejas también se casan actualmente para satisfacer expectativas previas. Tal
como ha sido señalado por Sager (1976). Las personas esperan obtener ciertos
beneficios de la pareja y, en general los matrimonios. En la sociedad tecnológica e
igualitaria de hoy los componentes de la pareja llevan a la relación un conjunto
elevado de expectativas. Estas exigencias asumidas previamente, están basadas
en un sentido ingenuo de Satisfacción y felicidad y en una creencia no fácilmente
extinguible de que “el amor lo puede todo”. En resumen, las parejas de hoy
cuentan con que el matrimonio les va a satisfacer casi todas las necesidades
psicológicas. Han adquirido en muchos nociones completamente fantaseadas de
romanticismo histórico. Y son, justamente, estas expectativas no realistas e
idealizadas las que nutren el desencanto temprano de la pareja.
El ideal romántico
5. Sólo hay un amor verdadero (es decir, hay una persona especial para cada
uno, pero sólo una).
En resumen, la pareja que acaba por divorciarse permanece casada, por termino
medio, alrededor de 7 años. Tras el divorcio, el 80 por 100 de estas personas se
vuelven, antes o después, a casar de nuevo. La soltería adquirida tras el divorcio,
con nuevas tentativas y vaivenes, tiene una duración media de 3 años (Glick,
1980). Por desgracia, según los datos disponibles, los segundos matrimonios
tienden a ser más inestables que los primeros y acaban en divorcio alrededor del
60 por 100 de ellos (Glick, 1984). Sin embargo, las personas casadas en segunda
nupcias que permanecen estables en el nuevo matrimonio muestran un grado de
felicidad y satisfacción similar al que experimentan los matrimonios casados en
primeras nupcias (Glenn y Weingarten, 1980). La duración media del segundo
Matrimonio (entre los sujetos que acaban por divorciarse) es de sólo 5 años, y los
problemas experimentados pueden ser muy diferentes de los que se tuvieron en el
primer matrimonio.
7. “Los intereses, los objetivos y valores de cada uno serán siempre los
mismos.
Los valores y los objetivos de cada persona pueden también haber contribuido
al aumento de la tasa de divorcios. Muchas personas se casan, en concreto, con
un objetivo expreso de felicidad. Si la unión de la pareja se hace transitoriamente,
más débil o si la satisfacción matrimonial comienza a disminuir, la solución puede
estar en el divorcio. De hecho, tal como lo han señalado Prochaska y Prochaska
(1978), vivimos actualmente en la época de la realización personal. Quiere ello
decir que se estimula socialmente la ejecución de conductas que contribuyan al
bienestar individual de cada uno, incluso aunque ello suponga el abandono de la
pareja y de la familia.
2. El divorcio crea “un nuevo tú”, que puede ser inicialmente incomodo y
amenazante.
Pero estos factores dan cuenta también de algunas de las razones por las que
la gente se casa. Es evidente que la mayoría de las personas esta deseosa de
establecer una relación de amor íntima y satisfactoria con otro ser humano. El
divorcio, en pocas palabras, es un recordatorio de que uno ya no va a alcanzar
este objetivo, al menos por ahora. El divorcio suscita, además, el problema de la
soledad, del cambio de hogar, de la nueva soltería…La persona recientemente
divorciada no está habituada al desempeño de estos roles, que no son,
además, fáciles de adoptar para muchas personas. Por último, a la mayoría de la
gente le gusta un cierto orden, así como una regularidad y consistencia en su vida
diaria. Cuando no existe un mínimo de regularidad, la vida puede convertirse en
un caos. Los cambios suscitados en la vida cotidiana por el divorcio (por ejemplo,
hacer la compra y preparar las comidas, llevar a los niños a la escuela, arreglar las
averías de la casa…) pueden provocar consecuencias muy negativas. Explicado
todo lo anterior, es verdaderamente sorprendente que al menos un 20 por 100 de
las personas divorciadas considere el proceso de separación “relativamente
inofensivos” (Albrecht, 1980).
Tasa de refuerzo/castigo
Reciprocidad
Jacobson y Margolin (1979) han puesto de relieve que “no hay ningún concepto
que sea más relevante que el tratamiento conductual de las parejas en
conflictos que el principio de la reciprocidad” (Pág. 40-41). En pocas palabras, la
reciprocidad se refiere a la tasa de refuerzo que uno recibe con respecto a la que
uno emite en la relación de pareja, tanto desde una perspectiva actual como
desde una perspectiva a largo plazo.
Son varios los factores de reciprocidad a los que hay que prestar una cierta
atención. En primer lugar, en el análisis de la secuencia contemporánea de
acontecimientos, la norma de reciprocidad predice que uno va a recibir lo que va a
dar. Y, en concreto, las parejas en conflicto reaccionan en forma más impulsiva a
los comentarios y conductas del otro cónyuge que las parejas bien avenidas. En
segundo lugar, esta reactividad inmediata surge con más frecuencia en el área de
las interacciones negativas (Gottman, Markman y Notarius, 1977). Jacobson,
Waldron y Moore, 1980), en donde recurren más a menudo que las parejas sin
conflictos graves a la institución del castigo reciproco como forma de control de la
conducta.
Habilidades de comunicación
El problema más frecuentemente citado por las parejas en conflicto es el fallo en
comunicarse. Este concepto – Los problemas de comunicación – ha sido
manejado con profusión durante muchos años en la bibliografía sobre los
problemas de pareja, pero sólo recientemente los investigadores han conseguido
delimitarlos con precisión. Aunque las dificultades de comunicación no son la
causa única de los conflictos de pareja, este problema enturbia las relaciones de
las parejas mal avenidas y complica el desarrollo de las dificultades que ya se han
experimentado.
Por último, Jacobson et., al. (1980) les hicieron rellenar a un grupo de parejas
bien avenida y otro de parejas en conflicto una lista extensa de conductas y unas
escalas y unas escalas de satisfacción marital global referidas a la convivencia
cotidiana. El resultado de esta investigación puso de relieve que en el caso de las
parejas en conflicto, las escalas de satisfacción diaria entraban en la categoría de
“interacción y comunicación negativas”; en el caso de las parejas bien avenidas,
por el contrario, en la categoría de “interacción y comunicación positiva”.En
resumen la conclusión de todos estos estudios es que la insatisfacción matrimonial
está asociada a los déficit de comunicación. Y, en concreto, estos déficits se
intensifican cuando las parejas interactúan en relación con asuntos de conflicto y
de desacuerdo.
Desde hace ya mucho tiempo los terapeutas conductuales han identificado las
estrategias negativas que, de forma ineficaz, vienen utilizándose con frecuencia
para suscitar cambios en las relaciones interpersonales. Un ejemplo de estrategia
ineficaz y, sin embargo, enormemente utilizada de forma universal, es el “proceso
de coacción” (Patterson y Reid, 1970). En los intercambios coactivos un miembro
de la pareja recurre a un estimulo punitivo para obtener un esfuerzo positivo del
otro componente de la pareja según una estrategia fundamentada
inequívocamente en el control aversivo. Veamos, por ejemplo, el caso de un
marido que le solicita a su mujer involucrarse en un juego erótico que él encuentra
particularmente excitante. Cada vez que el se acerca s su mujer, ella se las
ingenia para rehusar su invitación. Pero, al final, él, frustrado e irritado, comienza a
meterse verbalmente con su mujer y llega incluso a amenazarla con entenderse
con otras mujeres. Llegando a este punto de discusión, ella acaba por ceder y,
aunque con reticencia, se implica en la actividad erótica deseada por su marido.
¿Qué principios psicológicos han estado comprometidos en este suceso?
Factores cognitivos
4. La perfección sexual.
De entre las diversas teorías cognitivas que se han propuesto para explicar el
conflicto de pareja, los modelos atribucionales (Kelley, 1973) han recibido una
atención considerable. La hipótesis fundamental subyacente a estos modelos es
que las inferencias causales que los cónyuges establecen a partir de la
observación de la conducta de sus parejas influyen de forma muy poderosa en la
satisfacción propia experimentada en la relación. De forma mas concreta,
Jacobson et,al. (En prensa) han encontrado que las parejas en conflicto atribuyen
las conductas negativas y egoístas del otro cónyuge a factores internos, lo que
lleva consigo un impacto terriblemente negativo en el receptor de las mismas. Por
el contrario, las parejas bien avenidas tienden a atribuir a factores internos las
conductas positivas y reforzante de sus cónyuges. El resultado final en ambos
tipos de parejas es el mantenimiento con el tiempo de las tendencias de
satisfacción actuales. Las parejas en conflicto realzan las conductas negativas de
cada uno de sus componentes y restan importancia a las positivas; las parejas
bien avenidas, en cambio, realzan las conductas positivas y quitan valor a las
conductas negativas que puedan haber ocurrido.
Los datos disponibles hasta la fecha ponen de relieve que mas del 90 por 100 de
la población norteamericana se casa al menos una vez a lo largo de la vida. La
gente se casa, evidentemente, por una variedad de razones, entre las cuales
figuran: a) el amor, b) la búsqueda de una compañía estable, y c) la satisfacción
de unas expectativas previas. Independientemente de las razones por las que la
gente se casa, las estadísticas actuales señalan que alrededor del 50 por 100 de
todos los matrimonios acaba por divorciarse. Los factores que llevan a una pareja
a divorciarse pueden agruparse en categorías sociales, categorías personales y
categorías relacionales. Aunque las repercusiones del divorcio son, lógicamente,
distintas en cada persona y en cada situación, la ansiedad, el dolor, la depresión,
la humillación y los sentimientos de culpa son reacciones frecuentes consecutivas
al hecho de divorciarse. El modelo conductual- sistémico sobre el matrimonio y los
conflictos de pareja toma en consideración estos factores e intenta utilizarlos para
desarrollar un programa de intervención efectivo. Los principios conceptuales de
este modelo son los siguientes:
2. El conflicto de pareja surge cuando uno o los dos cónyuges reciben una
tasa baja de conductas placenteras y/o una tasa alta de conductas
aversivas procedentes del otro miembro de la pareja.
3. La reciprocidad de conductas tiende a ocurrir tanto en las parejas bien
avenidas como en las parejas en conflicto, por lo que el intercambio de
conductas negativas tiende a ser mucho más probable en las relaciones
conflictivas.
5. Las parejas en conflicto tienen una gran dificultad para resolver los
conflictos y para hacer frente con eficacia a las discusiones y a los
problemas planteados en el curso de la convivencia.
Una vez establecidos estos principios, el resto del libro esta enfocado a
desarrollar el modelo de tratamiento conductual-sistémico que derivan de estos
mismos principios.