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¿Cuánto hay de nuevo y cuánto hay de viejo en los argumentos respecto de qué
hacer con la lucha antitrust y de defensa de la competencia?. Repasemos, antes
de introducirnos en esta discusión, los antecedentes de la legislación antitrust en
Argentina.
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Discurso de John William Cooke en la discusión parlamentaria de la Ley 12.906 del 26 de septiembre de
1946. Cámara de Diputados de la Nación. Reunión 37ª.
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de monopolio o tendientes a él y punibles por la ley, los que sin importar un
progreso técnico ni un progreso económico aumenten arbitrariamente las
ganancias de quien o quienes los ejecuten, sin proporción con el capital
efectivamente empleado y los que dificulten o propongan dificultar a otras
personas vivientes o jurídicas la libre concurrencia en la producción y en el
comercio interno o en el comercio exterior”2.
La ley 11.210 no tuvo una aplicación muy difundida: sólo uno de los dieciséis
procesos iniciados concluyó con condena mientras que el resto prescribió.
En 1946 nace una nueva discusión parlamentaria de una ley que reemplace la ley
11.210 con sus defectos. Es así que en febrero de 1947 se promulga la Ley
12.906 con un carácter también de tipo penal. Ambas leyes tenían el inicio de las
actuaciones en las dependencias del Estado, aunque para la aplicación de
sanciones era necesaria la intervención de la justicia.
Muchas de las respuestas a estas y otras preguntas, fueron dadas hace más de
60 años. La reseña anterior quiso mostrar cómo evolucionó la legislación antitrust
en la Argentina, con el sólo objetivo de contextualizar un detalle que no debe
pasar inadvertido: el proyecto de ley de 1946 tiene la virtud que fue defendida por
uno de los pensadores más lúcidos del siglo XX que tan sólo con 26 años defendió
y presentó al parlamento la ley denominada “Represión a los monopolios y trust”
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Artículos 1º y 2º de la Ley 11.210
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que a la postre resultó ser la Ley 12.906. Se trata de John William Cooke que
fuera electo legislador durante el primer mandato peronista en 1946.
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parecen defender los intereses del otro lado del mostrador del Estado. John
William Cooke nos puede brindar una explicación de por qué las legislaciones se
pueden torcer a favor de los procesos de concentración:
Ahora bien, ¿cuáles son los argumentos de los defensores del “ablandamiento” de
la legislación en el sentido de ser permisivos con la existencia de estructuras
monopólicas?. Cooke destaca ya en 1946 la existencia de algunos argumentos:
“En cuanto al proceso tecnológico, otro de los viejos caballos de batalla de los
monopolios, el sostener que el monopolio implica un mejoramiento de los equipos
técnicos, facilitando la producción, es una falsedad que no resiste el menor
análisis. El monopolio no renueva nunca sus equipos técnicos, sino cuando ya no
le sirven para nada y no puede hacer ningún uso de ellos. ¿Para qué los habría de
renovar?.
Además, a nadie escapa que precisamente cuando hay monopolio, quien crea un
invento, quien concibe nuevas formas de producción, debe ir necesariamente a
ofrecerlo en venta al monopolio, que lo paga a vil precio y desgraciadamente lo
paga a veces para evitar su uso, sin ofrecer al público consumidor la ventaja que
el progreso técnico y económico podrían procurar con la rebaja de precios o
mejoramiento del producto”
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Lo que plantea Cooke en realidad, no es la negación de estos argumentos sino
que si dichas características se manifiestan, el sector privado no genera los
incentivos suficientes para que los beneficios sean absorbidos por la mayoría de la
sociedad.
“La conciencia pública de que debe existir una economía nacional, se va abriendo
camino; y cuando se nos hace el argumento de que alguna forma de producción o
la explotación de algunos servicios requiere el monopolio como medio de
prestarse en condiciones normales, entonces es la hora de contestar que esos
servicios deben ser nacionalizados”
La concentración y la macroeconomía
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afuera a los integrantes de la demanda no solvente, con lo cuál dejaría de ser un
interés “general” para transformarse en un interés “sectorial”.
A modo de epígrafe
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“La Politique économique a l’heure de l’euro. Politique de la concurrente et politique industrielle, un
rééquilibrage est-il possible?. Euro et Gouvernance économique. Cahiers Français Nº319. 2003.
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texto y nos obliga a fortalecer aún más al Estado en la intervención de las
decisiones privadas para preservar los intereses del conjunto de la sociedad. La
competencia, como dijo Cooke, ya no es libre ni tampoco es un juego.