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KAUTSKY K “La doctrina económica de Carlos Marx”

Capítulo I LA MERCANCÍA

1. Carácter de la producción de mercancías

En El Capital Marx se propuso investigar el sistema de producción capitalista, dominante en la


actualidad. No se ocupa en esta obre de las leyes naturales en que se basa el proceso de la
producción pues su investigación no incumbe a la Economía Política sino a la mecánica y a la
química. Tampoco quiso investigar sólo los modos de producción comunes a todos los pueblos, ya
que tal investigación conduciría en gran parte a lugares comunes, como ser por ejemplo, la de que
el hombre para producir útiles de trabajo necesita suelo y alimentos. Marx investigó más bien las
leyes de movimiento de un sistema de producción social dado, propio de determinada época (el
último siglo) y de determinadas naciones (las europeas y las de origen europeo; en los últimos
tiempos nuestro tipo de producción comienza a difundirse también en otras naciones por ejemplo
entre los japoneses y los hindúes). Este sistema de producción, el capitalista, dominante en la
actualidad y cuyas características veremos más de cerca, se diferencia netamente de otros
sistemas de producción, por ejemplo el feudal, que dominaba en Europa en la Edad Media, o del
comunismo primitivo, que encontramos en los albores de la civilización de todos los pueblos.

Observando la sociedad moderna, hallamos que su riqueza está formada por mercancías. Una
mercancía no es un producto para uso personal del productor o de sus familiares, sino que está
destinado al cambio por otros productos. Es decir, que no son naturales sino sociales las
características que convierten en mercancía un producto del trabajo. Por ejemplo, el hilo de lino
producido por una muchacha de una primitiva familia de campesino para tejer la tela se usará en la
misma familia es un objeto de uso personal, no una mercancía. Pero cuando un hilador hila lino
para cambiarlo por el trigo de un campesino vecino, o cuando un fabricante hace hilar día tras día
muchos quintales de lino para vender el producto, éste es una mercancía. Sin duda es también un
objeto de uso personal pero un objeto destinado a representar un papel social determinado: el
cambio. Por su aspecto exterior el hilado no demuestra si es o no una mercancía. Su aspecto
natural es el mismo así haya sido hilado personalmente por una joven campesina para su ajuar o al
contrario, en una fábrica por una obrera que jamás podrá darse el lujo de usarlo. Es por el papel
social, por la función social que ha de desempeñar el hilo de lino, que puede reconocerse si es o no
mercancía.

En la sociedad capitalista los productos del trabajo adquieren cada vez más la forma de
mercancías; si aún no son mercancías todos los productos del trabajo ello se debe a los vestigios de
sistemas antiguos de producción que aún sobreviven. Prescindiendo de los mismos, que por otra
parte son insignificantes, puede afirmarse que en la actualidad todos los productos del trabajo
adquieren la forma de mercancías. No podemos comprender el moderno sistema de producción
sin poder una noción clara del carácter de la mercancía. Por eso debemos iniciar nuestro estudio
con la mercancía.

Será ventajoso exponer las características de la producción de mercancías frente a otros modos de
producción, para llegar a comprender el punto de vista adoptado por Marx en su investigación de
la mercancía.
Por más lejos que miremos en la historia de la humanidad, siempre encontraremos que los hombre
han proveído al sustento de su vida reunidos en comunidades más o menos grandes, es decir que
la producción tuvo siempre un carácter social. Marx:

“En la producción los hombres no obran solamente sobre la naturaleza sino unos sobre los otros.
Producen colaborando en determinada forma y cambiando entre sí el producto de sus actividades.
Establecen relaciones y condiciones sociales determinadas y su relación con la naturaleza, es decir
su producción, se realiza solo dentro de estas relaciones y condiciones sociales. Estas relaciones y
condiciones sociales en que entran los productores y bajo las cuales realizan el cambio de sus
actividades y participan del acto común de la producción, son distintas según el carácter de los
medios de producción. La invención de un nuevo instrumento de guerra cambió necesariamente
toda la organización interna del ejército, transformándose también las condiciones dentro de las
cuales unos individuos forman un ejército y pueden actuar como ejército y también la relación
mutua entre varios ejércitos. Las relaciones sociales según las cuales los individuos producen, es
decir las relaciones sociales de producción, se modifican y se transforman de acuerdo con la
transformación y el desarrollo de los medios de producción, vale decir, según las fuerzas de
producción. Las condiciones y relaciones de producción constituyen, en su totalidad, lo que se
llama las condiciones sociales, la sociedad. Y precisamente una sociedad en determinado grado
histórico de evolución, una sociedad de carácter singular y distinto”. Carlos Marx Trabajo
Asalariado y Capital.

Tomemos un ejemplo conocido: el de la familia patriarcal campesina que satisface ella misma sus
necesidades; un sistema de producción que se halla en los comienzos de la evolución de todos los
pueblos civilizados. En estas familias no encontramos individuos aislados, sino una colaboración
social y una coordinación de distintos trabajos, distribuidos según la edad, el sexo y la estación del
año. Sus miembros aran, siembran, crían ganado, ordeñan, almacenan madera, hilan, tejen, cosen,
hacen carpintería: los trabajos más diversos se coordinan y se relacionan unos con otros. Los
distintos trabajadores no cambian entre sí los productos sino que son repartidos entre ellos según
las distintas necesidades.

Supongamos ahora que los medios de producción de una de esas comunidades agrarias que
hemos descrito, se perfeccionen tanto que el cultivo de los campos necesita ya menos trabajo. Se
desocupan fuerzas de trabajo que quizás, en caso de gozar de los medios técnicos necesario, sean
utilizadas para explotar un yacimiento o para fabricar herramientas. La productividad del trabajo
aumenta tanto que el número de útiles de trabajo producido es mucho mayor del que necesita la
comunidad. Una tribu de pastores nómades entra en contacto con esta comunidad. También en
este grupo la productividad del trabajo ha aumentado, llegándose a producir más ganado del que
necesita. Es comprensible que esta tribu desee cambiar el excedente de su ganado por los
utensilios sobrantes de la comunidad agraria. Por este cambio, el ganado y los instrumentos de
trabajo se convierten en mercancías.

El intercambio de mercancías es la consecuencia natural del desarrollo de las fuerzas productivas


más allá de las necesidades de la sociedad primitiva. Desde un determinado grado de la evolución
técnica, el sistema antiguo de distribución (comunismo primitivo) se transforma en un obstáculo
para el progreso de aquella. La forma de producción exige una ampliación del campo del trabajo
social; pero, como las distintas colectividades son extrañas e independientes entre sí, esta
ampliación no es posible por medio de una extensión del trabajo social comunista realizado
conforme a un plan; sino solamente por el cambio recíproco de los excedentes de trabajo de las
colectividades.

Este intercambio de mercancías tendrá a su vez gran influencia que sobre el sistema de producción
hasta que la producción de mercancías se convirtió en una producción de trabajadores privados,
independientes unos de otros, con derecho de propiedad personal sobre los medios de producción
y sobre los productos de su trabajo.

Queda demostrado que la producción de mercancías es una forma de producción social que no
puede concebirse fuera de las relaciones sociales y que representa una extensión de la producción
social más allá de los límites de la producción comunista que la precedió (en una tribu, una
comunidad o una familia patriarcal). Sin embargo, este carácter social no es aparente.

Consideremos un alfarero y un agricultor que son miembros de una colectividad agraria comunista
en un caso y en otro caso son productores de mercancías. En el primer caso ambos trabajan en las
mismas condiciones para la comunidad; uno le entrega utensilios y el otro los productos de la
tierra; el primero recibe la parte que le corresponde de los frutos del campo y el segundo lo que le
corresponde de utensilios. En el segundo caso, en cambio, cada u no ejercerse
independientemente su trabajo privado, pero no obstante eso, cada uno trabaja (y quizás en la
misma proporción que antes) no solamente para sí sino también para el otro. Luego cambian sus
productos y posiblemente el uno y el otro consigan así igual cantidad de frutos de la tierra y de
utensilios que la que recibieran antes. Paree que en realidad hada ha cambiado y sin embargo los
procesos son esencialmente diferentes.

En el primer caso se advierte que es la sociedad la que coordina los distintos trabajos, que hace
trabajar a uno para el otro y asigna directamente a cada uno la parte que le corresponde al
producto del otro. En el segundo caso, en apariencia cada uno trabaja para sí; y la forma en que
cada uno llega a poseer el trabajo del otro no parece debida al carácter social de su trabajo sino a
las propiedades del producto mismo. Pareciera que el alfarero y el agricultor no trabajan más el
uno para el otro, que la alfarería y la agricultura ya no son trabajos necesarios para la sociedad,
sino que los utensilios y productos agrícolas poseen más bien propiedades místicas innatas que
bajo determinadas circunstancias provocan su intercambio.

Bajo el dominio de la producción de mercancías las relaciones de las personas entre sí, tal como las
determina el carácter social del trabajo, adquieren la apariencia de relaciones entre objetos, mejor
dicho, relaciones de productos del trabajo entre sí. Mientras la producción se hallaba directamente
socializada estuvo sometida a la legislación y a la dirección de la sociedad y las relaciones de los
productores entre sí fueron evidentes. Pero en cuanto los trabajos se convirtieron en trabajos
privados, ejecutados independientemente unos de otros; en cuanto la producción se convirtió de
ese modo en una producción no planificada, las relaciones de los productores entre sí aparecieron
como relaciones de los productos. A partir de ese momento la determinación de las relaciones de
los productores entre sí no dependió más de ellos; estas relaciones se desarrollaron
independientemente de la voluntad de los hombres, los poderes sociales sobrepasaron sus
fuerzas, se presentaron a la ingenua mentalidad de los siglos pasados como poderes divinos y más
tarde, en los siglos “más ilustrados” como poderes de la naturaleza.

A las formas naturales de las mercancías se atribuyen ahora propiedades que parecen místicas,
mientras no se las explique considerándolas desde el punto de vistas de las relaciones recíprocas
de los productores. En la misma forma en que el fetichista atribuye a su fetiche propiedades que
no se fundamentan en su constitución natural, así la mercancía aparece como un objeto material
dotado de propiedades sobrenaturales. Marx llama a esto “el fetichismo adherido a los productos
del trabajo, desde que se los produce como mercancías, y que por eso es inseparable de la
producción de mercancías”. El Capital I 49.

Marx fue el primero en reconocer el carácter fetichista de la mercancía y también del capital.
Mientras no sea superado este fetichismo dificulta y hasta impide la comprensión de las
características de la mercancía; es imposible llegar a la comprensión cabal del valor de la
mercancía sin tener conciencia clara de su carácter fetichista.

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