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A continuación el fallo completo del TIP:

FALLO Nº 13/18 -P.A.- SALA "A": En la ciudad de Santa Rosa, capital de la Provincia de La
Pampa, a los cuatro días del mes de mayo del año dos mil dieciocho, se reúne la Sala "A" del
Tribunal de Impugnación Penal, integrada por los Jueces Pablo Tomas Balaguer y Carlos
Antonio Flores, asistidos por la secretaria María Elena Grégoire, a los efectos de resolver los
recurso de impugnación interpuestos por la defensa de Fernando Martín Safenreider, el
Ministerio Publico Fiscal y los Querellantes Particulares contra la sentencia dictada por los
Jueces de Audiencia de la Primera Circunscripción Judicial con fecha 5 de diciembre del año
2.017 en legajo nº 57948, registrado en este Tribunal como legajo nº 57948/1, caratulado:
"SAFENREIDER, FERNANDO MARTÍN S/ Recurso de Impugnación", del que:

RESULTA:

I.-) Que la Audiencia de Juicio de la Primera Circunscripción Judicial en su función colegiada -


integrada por los Jueces Daniel Saez Zamora como presidente, Carlos Matías Chapalcaz y
Alejandra Flavia Ongaro- mediante sentencia nº trescientos cuarenta y tres del año dos mil
diecisiete condenaron a Fernando Martín Safenreider como autor material y penalmente
responsable de los delitos de homicidio simple, agravado con el uso de arma de fuego, en
concurso ideal con el delito de lesiones leves (artículos 79, 41 bis, 54, 89 y 45 del Código Penal
a la pena de doce años de prisión más accesorias del artículo 12 del Código Penal (artículos 40
y 41 del Código Penal), con costas (artículos 355, 474 y 477 del Código de Procedimiento
Penal).-

II.-) Que contra esa resolución, todas las partes intervinientes en el presente legajo -Defensa y
Acusadores- interpusieron recurso de impugnación fundándose cada una de ellas en la
normativa procesal que los habilita para el tratamiento de la presente instancia revisora a
saber: a) A modo de síntesis el defensor del condenado Safenreider -Abogado José Mario
Aguerrido- fundamenta su crítica al fallo en que el mismo resulta arbitrario al omitir cuestiones
concretas y dirimentes, efectuando un análisis parcial de la prueba, llegándose a la resolución
no como consecuencia de la sana crítica, sino en orden a la íntima convicción de los jueces
sentenciantes. Que, además, no existe una completa fijación de los hechos y con ello una
afectación del beneficio de la duda como derecho del imputado. Y por último -como enunciado
general-, sostiene que se arriba a una sentencia arbitraria debido a que los jueces no trataron
planteos de la defensa por lo que en modo alguno puede considerarse un acto válido de la
jurisdicción.

b) Que el Ministerio Público Fiscal luego de haber descripto de cómo fueron los hechos fijados
en la sentencia, interpretó que no se valoró debidamente aquello que prevé el inciso 1º del
artículo 41 del Código penal, en tanto relacionado con el artículo 40 del mismo cuerpo legal,
debiendo los tribunales establecer -conforme lo expresa la fiscal- la obligación de fijar penas
temporales teniendo en cuenta en consideración la naturaleza de la acción y los medios
empleados para ejecutarla. En definitiva y luego de varias consideraciones al respecto,
pretende como solución de esta Alzada que se considere como arbitraria la valoración de la
pena impuesta y se meritúen las aspectos no relevados en la sentencia conforme al delito por
el que fuera condenado como autor, y se le imponga 16 años de prisión.
c) De su lado, el Querellante -Enrique Andrés Casabone- por medio de su letrado patrocinante
el Abogado Omar Eduardo Gebruers expreso sus quejas en el marco del inciso 1º del artículo
400 del C.de P.P. reiterando los alegatos de apertura y de la prueba producida en el debate y
entiende que al acusado Fernando Martín Safenreider se lo debe condenar como autor
responsable del delito de homicidio doblemente agravado por ser cometido por un miembro
de la fuerza de seguridad en abuso de su funciones y por ser cometido con arma de fuego en
concurso real con el delito de lesiones graves agravadas por ser cometidas por un miembro de
las fuerzas policiales abusando de su funciones (artículos 79, 80 incisos 9º, 55, 90, 92 y 41 bis
del Código Penal). Tras describir los informes del resultado lesivo de la víctima que patrocina y
ante la falta de certeza de los mismos -Dr. Barrionuevo y el Médico Forense Sanson- de
ninguna manera desacreditan que el disparo del arma de fuego recibida por su represado le
haya impedido al mismo la realización de las tareas laborales por más de un mes, continuando
con dolores e imposibilitado de cumplir con su oficio de albañil. Por último, se agravia de lo
resuelto por los jueces de audiencia en el punto quinto del resolutivo de la sentencia referido a
no hacer lugar al pedido de vista al Ministerio Público Fiscal respecto al presunto falso
testimonio del Señor Norberto Daniel García al declarar en el debate.

d) Finalmente al apoderado de los Querellantes Santiago Luis Garialdi y Samanta Cecilia


Garialdi Avance -Abogado Ariel Eduardo García- de conformidad a lo dispuesto en el inciso 1º
del artículo 400 del C.de P.P., pretende que se eleve la pena impuesta a Fernando Martín
Safenreider a 20 años de prisión utilizando similares argumentos que los expuesto por el
Ministerio Fiscal en su recurso en el trámite de esta incidencia; y que, al igual que el otro
acusador privado, se agravia de no haberle hecho lugar al pedido de vista al Ministerio Publico
Fiscal referida al presunto falso testimonio en el que habría incurrido el señor Norberto Daniel
García.

III.-) Que integrada la Sala en su conformación y de acuerdo a los dispuesto en el artículo 410 y
s.s. del C.P.P. se celebró la audiencia, oportunidad en que las partes expusieron los informes
referidos a los recurso interpuestos y al mismo tiempo se celebró la audiencia "de visu" con el
condenado y habiendo quedado la presente incidencia en condiciones de ser resuelta,
estableciéndose el orden sucesivo de votación, correspondiéndole el primer voto al Juez Pablo
Tomás Balaguer y luego al Juez Carlos Antonio Flores.

CONSIDERANDO:

El Juez Balaguer dijo:

En principio cabe afirmar que los recursos de impugnación deducidos por los querellantes
particulares, la fiscalía, y el defensor resultan admisibles a tenor de lo establecido en los arts.
400, 402, 403, 404, y 405 de nuestro ordenamiento procesal.

Otro de los requisitos esenciales requeridos para la viabilidad de este recurso, o sea los
motivos en los que se fundamenta, se encuentran debidamente explicitados, brindando los
mismos, el marco de avocamiento y contralor que este Tribunal revisor debe efectuar, a los
efectos de garantizar a quién resultara condenado mediante sentencia aún no firme, el
derecho que tiene de que la imputación concreta en su contra, sea analizada una vez más en
forma integral, a los fines de legitimar plenamente el poder punitivo estatal, conforme lo
dispuesto por la Convención Americana de los Derechos Humanos ( Art.8:2) y el Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos (Art.14.5), incorporados a nuestra Carta Magna
como ordenamiento legal positivo con la reforma constitucional de 1994.

En tal sentido, la C.S.J.N. en el Fallo "CASAL, Matías y otro" (del 20/09/05), al referirse sobre los
alcances de esta segunda instancia o doble conforme, expresó que: "...debe entenderse en el
sentido de que habilita a una revisión amplia de la sentencia, toda lo extensa que sea posible al
máximo esfuerzo de revisión de los jueces de casación, conforme a las posibilidades y
constancias de cada caso particular y sin magnificar las cuestiones reservadas a la inmediación,
solo inevitables por la oralidad conforme a la naturaleza de las cosas".

Que en razón a que todas las partes presentaron recurso de impugnación y la diversidad de
agravios contenidos en cada uno de esos remedios, a los fines de dar repuesta a cada uno de
ellos, se trataran en un orden sistemático y de conformidad en la audiencia de informes.

a) Recurso de Impugnación Interpuesto por la Defensa:

La defensa de Safenreider comienza sus agravios bajo el título individualizado con la letra A)
Sobre La Duda. La aplicación de la duda. Omisión de la sentencia en la fijación de los hechos.
Concretamente la critica apunta a lo expresado por jueces decisores cuando destacan que en
virtud de existir en el subjudice dos versiones distintas y contrapuestas referidas a cómo
sucedieron los hechos partiendo siempre de los contenidos de las declaraciones testimoniales
que brindaron el o los testigos que acompañaban a las personas que se encontraban en el
lugar practicando la caza y, por otro lado, al personal policial actuante; que, al otorgarle a esos
relatos falta de objetividad conllevando un valor relativo a la hora de resolver, es que se acude
a la prueba documental-informativa. Y es aquí donde el recurrente plantea que si bien los
testigos no dan certeza de los sucedido tampoco lo dan en definitiva las pericias que fueran
efectuadas por la Dirección de Criminalística y Estudios Forenses de la Gendarmería Nacional,
siendo por eso que considera que se debe aplicar al momento de resolver los hechos
investigados y la consecuente responsabilidad de su defendido el principio de la duda previsto
en el código adjetivo en el artículo 6º "in dubio pro reo".

Respecto al abandono que los jueces de audiencia efectúan respecto a cualquier valoración de
los testimonios rendidos en el contradictorio por los motivos expuestos ut supra, como fuera
destacado -entre otros- en el precedente registrado por ante este Tribunal de Impugnación
con el nº 54924/1 caratulado "GARCIA, Luciano Andrés S/Recurso de Impugnación" me he
expresado en total coincidencia con las postura adoptada cuando el Juez de Grado en aquella
sentencia -Juez Olié- destacó "......en cuanto a la reedición histórica del suceso, que es
necesario poner de resalto la existencia, por un lado, de testigos vinculados a la víctima y otros
al acusado. de este modo estimo que resulta pertinente atender -especialmente- a la versión
de los testigos independientes del hecho y a la prueba científica rendida en el expediente"; a lo
que desde esta Alzada se agregó y resulta aplicable al caso puesto en análisis a partir de la
motivación de esta incidencia recursiva, lo siguiente: "...en coincidencia con lo antes expresado
resulta una realidad absolutamente probatoria en el subjudice que existen dos grupos de
testigos que declararon en el transcurso del debate, y cuyos relatos se encuentran cargados de
una subjetividad antagónica, resultando funcional al grupo de pertenencia al momento de los
hechos...", "...resulta evidente que estos contenidos testimoniales no pasan de ser un mero
relato que, en vez de esclarecer los sucesos, tan sólo brindan una disociación de la realidad
que surge del resto del material probatorio que evaluado de manera concordante, brinda una
tesis totalmente contradictoria que resulta no solo de los relatos de los testigos considerados
independientes, sino además, de la prueba científica producida en autos..." (Ver voto del
suscripto en el precedente mencionado).-

Sin perjuicio de coincidir con esta postura que adoptaron en la sentencia en referencia a la
consideración valorativa de atender a un medio probatorio por encima del otro con el
argumento que les resulta más eficaz desde el punto de vista de sus efectos y habida cuenta,
que sobre la existencia de sospechas de una falta de objetividad natural -por llamarla de
alguna manera- en los relatos testimoniales; considero que, aún tomando en cuenta como
valederas las consideraciones de la transcripción del voto que menciona el recurrente -legajo
nº 6945/1- no desmerece el razonamiento que fuera utilizado. Obviamente, en el
atendimiento del argumento legítimo que pretende la defensa en el remedio, pero de ninguna
manera habilita como lo expresa el recurrente el hecho de elegir un medio de prueba sobre
otro y la aplicación sobre la falta de certeza y el consecuente in dubio pro reo como forma
automática de juzgamiento. Va de suyo que si los juzgadores evaluaron la responsabilidad que
le cabe al acusado sobre los hechos que fueron descriptos y siempre a partir de la prueba
científica, resulta obvio y razonable que implícitamente están descartando la posibilidad sobre
la existencia de una duda más que razonable en su accionar.

Que a renglón seguido el recurrente en el presente título se refiere al apartado denominado


como A) en los considerandos de la sentencia cuando los jueces se refieren a sí el móvil policial
tenía al momento del paso de la camioneta de los cazadores, las luces y las balizas encendidas;
afirmando que, la pericia en este punto no aporta certeza absoluta y que, por medio del relato
testimonial de los peritos no se puede dictaminar, y sí aseguraron que la luz de la balizas de la
policía se distingue a 300 metros, caso contrario no habría sido posible la identificación por
partes de los cazadores salvo que estos los hayan alumbrado con anterioridad, circunstancias
que dos de los cazadores reconocen.

Respecto a ello, la defensa afirma en el presente que dicha afirmación resulta dirimente ya que
si el vehículo policial se encontraba como debía, no existiría razón para no detenerse, ello ante
el requerimiento del acusado para que lo hicieran realizando señales por delante del patrullero
con sus brazos. De esto se desprende según el recurrente que, al no estar detenida la policía
como debía aprovechándose de una supuesta falta de localización, para llevar adelante la
conducta contra los cazadores.

Lo cierto es que sin perjuicio de que se haya identificado el personal policial para que los
cazadores, por medios lumínicos con las balizas encendidas y/o las luces de posición; o, si se
quiere, con alguna otra señal, está visto y surge de mi propia experiencia de muchos años de
ejercer la función en la zona rural de la Tercera Circunscripción Judicial con asiento en la
ciudad de General Acha de esta Provincia, en la intervención de múltiples casos de
características similares, que los cazadores no tenían y no tienen -como un premisa empírica
que se repite en estos casos- la intención de detenerse ante la requisitoria policial.

Ahora bien, dicho esto con una argumentación legitima que pretenda efectuar la defensa a la
hora de conseguir desinculpar a su pupilo, lo cierto que es que por más advertidos que
estuvieran los cazadores sobre la presencia policial y que, al mismo tiempo, los uniformados
advirtieran que los cazadores no detendrían su marcha; no resultaría desde mi óptica como
una cuestión dirimente, es decir sobre la presencia policial y menos aún que el acusado haya
efectuado instantes después los disparos con una precisión inusual que supera su expresión
preventiva como rasgo de su intención en el accionar de su cometido, y ante las
particularidades de un escenario que presumiblemente era la intercepción de unas personas
que tan sólo estarían en curso de una contravención.

Luego el recurrente exterioriza una reflexión que resulta absolutamente contraria a lo que
propugna como fundamento en el apartado B) de los considerandos de la sentencia cuando
hacen referencia al impacto o mejor dicho, a la impronta compatible con el accionar de un
proyectil de arma de fuego hallada en el móvil policial.

A este respecto el recurrente sostiene que el acusado ni tampoco el testigo García -el otro
uniformado que acompañaba al acusado- hicieron mención sobre disparos contra el móvil
policial que ellos ocupaban, sino al hecho de haber escuchado disparos; y que, además, omiten
considerar la cantidad de vainas servidas (calibre 22) que fueron halladas en la caja de la
camioneta de los cazadores, resultándole ilógico que por el solo hecho que un disparo no dio
en el vehículo policial y que en tales condiciones desde la camioneta de los cazadores no haya
existido un solo disparo (al aire, o errado en su caso).

No hay que olvidarse que el a quo sostuvo y aclaró, antes que nada, que no iba tomar aquellas
contradicciones que surgían de los testimonios por la razones ya expuestas; o mejor dicho, que
se valoraría en la medida de lo posible, la reconstrucción histórica de los hechos y la
consiguiente responsabilidad de los intervinientes de aquellos resultados -fatal y lesivo- a
partir del valor científico que aportaron los peritos de la fuerza seguridad nacional, los que
fueron designados a tal efecto y como garantía de imparcialidad habida cuenta que había
personal de la policía provincial involucrado. Y en tal sentido, los peritos de Gendarmería
Nacional sostuvieron, luego de expedirse respecto al impacto que presentaba el móvil policial,
que no se puede haber producido en tanto y en cuanto la camioneta tuviera las puertas
abiertas, tal como lo dicen los uniformados, que la misma la tenía -por la camioneta-.
Sostuvieron de manera textual que "...de los tres disparos que dijo García haber escuchado
previo a que el imputado dispare no encontraron indicios..."

Si bien es cierto que no tomaron en cuenta la cantidad de vainas servidas que habían en el
interior de la caja de la camioneta, va de suyo que tampoco podría resultar un indicio como lo
señala el recurrente, teniendo en cuenta que las personas que venían a bordo de esa
camioneta, habrían efectuado disparos con anterioridad cazando liebres, lo que resultaría casi
imposible determinar si alguna de esas vainas servidas corresponde al presunto disparo
efectuado contra el personal policial que los interceptaba.
En definitiva, para dar respuesta a la postura propugnada por el recurrente, basta con decir
que los peritos no encontraron indicios suficientes para presumir que haya existido la certeza o
la probabilidad que los cazadores hayan disparados contra el personal policial con anterioridad
al desenlace fatal y lesivo producto de los disparos efectuados por el acusado.

Finalmente, en lo que respecta a este apartado A) el recurrente se detiene en formular una


crítica referida a que no quedó certeramente demostrado que la cadena -con los miguelitos-
que se encontraba en la intersección de las dos calles de tierra donde sucedieron los hechos
fuera colocada por el personal policial; y, al mismo tiempo, cuestiona la maniobra que
efectuara el conductor de la camioneta -testigo Casabone- en que circulaban los cazadores,
dando alternativas que podría haber efectuado en la maniobra de esquive cuando se va
encima del personal policial, como por ejemplo, podría haber frenado y luego retirar la
cadena.

Con respecto a quién puso la cadena en el lugar de los hechos, de conformidad a los exámenes
periciales resulta evidente que, al menos no fueron los cazadores quienes pusieron la cadena
con los miguelitos en miras a detenerse a ellos mismos y en un acto de representación, en
aplicación del sentido común, resulta cierto que los que pretendían la detención de los
cazadores eran los uniformados; los que a su vez saben que en la práctica, aquellos -por los
cazadores- no se iban a detener ante cualquier señalización que les indique eso, tal como
sucedió. De manera tal que, si bien es cierto que los propios cazadores están acostumbrados a
la utilización de estos métodos de poner miguelitos y así evitar ser aprehendidos en las
persecuciones, y aún valiéndose de otros mecanismos al punto de poner en peligro la
seguridad de los perseguidores, no es el caso de autos; inclusive la razón del por qué Casabone
no efectuó otra maniobra al encontrarse con la cadena, la respuesta se encuentra en que no
tenía ninguna intención en detenerse como ya lo venía efectuado con anterioridad en su
persecución por parte del tercer uniformado -Marcos Sebastián Ochoa- a bordo del móvil
perteneciente a la localidad de La Gloria, sin que ello habilite el desenlace posterior, que fuera
explicado a partir del considerando individualizado con la letra E, en que se brinda los
fundamentos de razonabilidad en la valoración integral de la prueba aportada, pudiendo
arribar a la recreación de los hechos motivos de investigación y acusación.

El hecho que se haya colocado una cadena para el logro de la detención, que haya efectuado
señales indicadoras para que se detengan, y que el conductor de la camioneta de los cazadores
no haya optado efectuar otra maniobra ante la presencia de la cadena de miguelitos que
estaba puesta en la calle, son circunstancias que ya fueron demostradas y que en nada eximen
de la conducta intencional exteriorizada con posterioridad por parte del acusado y, tan solo se
pretende por parte del recurrente colocar a su pupilo en una situación favorable al punto de la
justificación, lo cual resulta legítimamente aceptable y comprensible desde el punto de vista
de los intereses de la defensa; pero lo cierto es que desde la posición que Safenreider efectuó
los disparos instantes después de todas aquellas circunstancias fácticas, dirigiéndolos hacia los
ocupantes de la camioneta que venía en persecución, tal como la describe la pericia efectuada
sobre la persona que recibe el impacto sobre su cabeza conforme a la descripción efectuada
en el considerando denominado E. de la sentencia.

Además de los informes que efectuaran el personal del equipo multidisciplinario de la


Gendarmería Nacional, el Médico Forense Dr. Juan Carlos Toulouse, describió que Garialdi
"falleció por becrosis y hemorragia cerebral por herida de proyectil de arma de fuego, y la
trayectoria fue de izquierda a derecha, de abajo hacia arriba y levemente de adelante hacia
atrás. Se buscó la posición del miembro superior derecho para cotejar el lugar donde estaba
con la trayectoria y finalmente se concluyó que el mismo estaba levantado a la altura de la
cabeza de manera que el proyectil al salir del cráneo rozó el antebrazo derecho....". Que en
igual sentido se expidió el Médico de Gendarmería Dr. Carlos Dante Barrionuevo, agregando
alguna consideraciones técnicas más en oportunidad de declarar en el debate (ver
considerando nº 13 de la sentencia).

Seguidamente, en el apartado B) con el título: El aspecto subjetivo del homicidio, la cuestión


de hecho y sus circunstancias. El miedo/temor: la prueba médica omitida y desinterpretada.
Resolución sobre el punto no controvertido. La sentencia refiere en la cuestión del aspecto
subjetivo del homicidio, que el imputado actuó con conocimiento y voluntad de producir el
daño muerte alcanzado, descartando la cuestión del temor de Safenreider en la ocasión, en la
medida, según la sentencia, que no encuentra causa objetiva y cierta para justificar tamaña
reacción.

Concretamente la defensa se queja que los sentenciantes descartan con pocos fundamentos la
aplicación de lo que había planteado esa parte referido a la imputabilidad del acusado
conforme a los incisos 1º y 2º del artículo 34 del Código Penal.

Advirtió en tal sentido que no solo valora incorrectamente la prueba producida, sino que
desinterpreta y hace un tratamiento apresurado e indebido de los planteos efectuados por esa
parte a punto tal, que refiere a la inimputabilidad de Safenreider, cuando ese no fue el punto
en discusión. De acuerdo a la prueba producida (informes de los profesionales que lo
examinaron) y lo declarado por el acusado, actuó en la ocasión invadido por el miedo, ante el
temor que le genero lo que él interpretó, escuchando disparos desde la misma y viendo como
se le venían encima. En este sentido -destaca el recurrente- el temor de Safenreider pasaba
por el hecho de que consideró que lo actuado desde la camioneta de los cazadores como una
atentado contra su vida, ese miedo, fue lo que generó su reacción.

Tras el análisis de los informes de los profesionales que actuaron en el legajo (Dr. Telleriarte y
las Licenciadas Cappello y Cabot), si bien destaca que esos informes en ningún momento
hablan de inimputabilidad del agente, sino concretamente a otras cuestiones que nos
permiten inferir con certeza la personalidad de Safenreider, surgiendo que no se trata de una
persona violenta, con control de su impulsividad, con mecanismo yoicos adecuados, no
violento y que en modo alguno pergeñó o planeó lo ocurrido de modo tal que el hecho ocurrió
como parte de una estrategia. Y agrega, que en el entendimiento de la defensa, que actuó en
un estado tal que no pudo dirigir sus acciones, estando esto relacionado con la falta de
aplicación del principio de la duda y con la insuficiencia que padece la recreación fáctica
realizada en la sentencia.

Le resulta claro a la defensa que el análisis hecho por los sentenciantes dista mucho de la
cuestión volitiva que refiere al aspecto subjetivo del tipo básico del homicidio, y que se haya
concluido tan livianamente, que Safenreider tuvo intención de matar.

Afirma el recurrente, que no cabe dudas que su pupilo ocasionó la muerte de Garialdi, y que sí
existen concretas dudas de si Safenreider actuó en condiciones que le permitieron discernir lo
que estaba realizando y que realmente el mismo haya tenido control del suceso o haya
actuado con dolo de ímpetu, tal como lo menciona la sentencia; advirtiendo, asimismo que se
debe analizar lo ocurrido al momento de los hechos y tal como lo exige el propio Código Penal
en el inciso 1º del artículo 34, no como si fuera un cuestión estrictamente médica o patológica,
pudiendo existir circunstancias de hecho que determinan la imposibilidad para su autor de
dirigir sus acciones y así eximirlo de pena; de ahí, la importancia del miedo en lo actuado por
Safenreider en la ocasión, debiendo analizar la cuestión tanto en lo que dispone el inciso 1º del
artículo 34 como también se refiere al inciso 2º de dicha norma.

Comenzado a contestar el presente agravio, cabe destacar que el planteo central referido al
aspecto subjetivo del homicidio y sin perjuicio de la respuesta que le dieran los jueces
decisores en cuanto a la inimputabilidad o no que pudiera padecer Safenreider, lo cierto es
que en el arribo de ese aspecto subjetivo e incluyendo la existencia del "miedo" que lo pudo
invadir y condicionar su conducta -tal como lo plantea el recurrente-, lo cierto y probado es
que los jueces de audiencia recrearon los hechos en base a las pruebas producidas y conforme
a sus explicaciones fundantes, eligieron unas pruebas sobre otras a partir de la aplicación del
principio de interpretación de la "sana crítica racional", entendido ello como "el juicio con
apoyatura en preposiciones lógicas correctas, fundadas en observaciones de la experiencia y
confirmadas por la realidad (conforme Couture), cuestión que fuera zanjada y respondida en el
desarrollo de los considerando al contestar la PRIMERA CUESTION en su último párrafo.

Es en función de esa plataforma fáctica que en el desarrollo de la SEGUNDA CUESTION los


jueces de audiencia abordan la cuestión subjetiva y su correspondiente aplicación de la ley de
fondo; obviamente, resulta aquí donde aparecen las criticas del recurrente al cuestionar la
reprochabilidad dolosa que le fuera endilgada a su pupilo conforme a los fundamentos en que
se afinca.

Ahora bien, reiterando algunos de los argumentos en que se fundó la sentencia a la hora de
evaluar el elemento subjetivo resulta coincidente que el análisis valorativo de esos elementos,
es a partir de las circunstancias fácticas que preceden al despliegue de la conducta
exteriorizada por el propio Safenreider y aún admitiendo que haya tenido miedo al momento
de efectuar los disparos, se advierte que en nada lo inhibe de hacer lo que hizo como acto
intencional y con el resultado por él querido, cuando el vehículo en que transitaban ya los
había sobrepasado y a pesar de ello, efectuó las dos secuencias de disparos, circunstancia que
quedó acreditada en la causa a partir de los resultados de la pericias científicas efectuadas.

Respecto a las conclusiones a que arribaran los profesionales que examinaron en forma
conjunta -Lic. Capello, Dr. Telleriarte y la Lic. Cabot- al acusado luego de ser coincidentes en
cuanto algunos aspectos de su personalidad, por ejemplo cuando se refieren a su persona
"bastante rígida, muy ajustado al deber ser, lo que está bien y lo que está mal, un poco como
una antinomia" al decir de la Licenciada Capello; o como lo informaran el Dr. Telleriarte y la
Licenciada Cabot que en cuanto a los rasgos de personalidad "se destaca un pensamiento muy
rígido, dicotómico (blanco y negro), muy estructurado, con cargas de ansiedad y con baja
tolerancia a las frustraciones..."; pero todas las conclusiones relacionadas con los hechos y su
modo de proceder en el evento, los profesionales se basan en los relatos efectuados por el
entrevistado, lo cual deviene tan solo en un intento del mejoramiento estratégico que
pretende la defensa, al posicionarlo ante una posible agresión anterior que no se alcanzó a
demostrar lo que convirtió a su propia reacción al efectuar los disparos con el arma
reglamentaria como un proceder a toda luces innecesario.

Lo cierto es que todos los reclamos efectuados por el recurrente en cuanto a la aplicación de
los incisos 1º y 2º del artículo 34 del Código Penal, relacionados estos con el miedo que
padeció Safenreider al momento de su actuación, no se corresponde con los hechos
demostrados con anterioridad y sin que signifique eso la negación de una situación de peligro
que genere el miedo alegado por la defensa; pero, tampoco, alcanza para sostener con
veracidad que los disparos y sobre todo desde la posición en que fueron hechos, haya sido el
producto de una situación que lo determino a acudir a esa conducta. Ningún informe
psiquiátrico y/o psicológico que se haya efectuado sobre la persona del acusado puede
transcender como conclusión probatoria dirimente o no, como resultado valorativo en miras
de resolver cuestiones de hecho las que se esclarecen por medio probatorios específicos;
sirviendo tan solo esas informaciones periciales para el conocimiento de un perfil de las
características conforman la personalidad del sujeto sometido a proceso.

Y, como lo afirma correctamente el recurrente, Safenreider no padece ninguna de las


patologías psiquiátricos que se encontrarían descriptas en los caso de inimputabilidad a partir
de la aplicación del inciso 1º del artículo 34 del Código Penal; pero, asimismo, a partir de una
reconstrucción fáctica idónea y absolutamente despojada de toda subjetividad que tenga un
interés legitimo y determinado de un resultado favorecedor, tampoco se encuentra
demostrado que el accionar desplegado por el condenado fuera determinado por la existencia
de una fuerza física irresistible o alguna amenaza de sufrir un mal grave inminente tal como
está prescripto por el inciso 2º del artículo 34 del Código Penal.

Finalmente en el apartado C) con el titulo Legítima Defensa. Su eventual exceso. El contenido


de la sentencia. Auto contradicción. El recurrente acude a los mismos agravios desarrollados al
atacar los considerandos de la sentencia, la cuestión de no haberse aplicado por los jueces de
audiencia el principio de la duda, insistiendo que las contradicciones de las dos versiones de
los testigos que declararon en el contradictorio, obliga a los jueces decisores a aplicar el
principio de la duda en favor de su pupilo; reiterando una vez más que se debe estar a la
versión que refiere a la existencia de una agresión antijurídica por parte de la camioneta de los
cazadores, que determinó el actuar de Safenreider, según la defensa, y sin que éste tuviera
actuación en la generación del evento.

Al respecto señala que la actuación de Safenreider lo alcanza la legítima defensa, y en el peor


de los casos, legítima defensa putativa de conformidad al artículo 34 inciso 6º del Código
Penal.

Por lo demás me remito a los argumentos expresados en el escrito que motiva la intervención
de esta Alzada en la presente incidencia en honor a la economía procesal.

Considero que, tal como se viene afirmando en el presente, y a partir del agotamiento de la
capacidad revisora tal como lo exige la teoría del máximo rendimiento (conforme al Fallo
Casal); no se avizora, al igual que en los otros agravios, la arbitrariedad postulada por el
recurrente, habiéndose efectuado un razonamiento de conformidad a la prueba rendida; y,
precisamente, se explicó de manera fundada las razones que llevó a los jueces a valorar y
seleccionar determinadas pruebas sobre otras, no por el resultado de la mismas, sino que a
partir de criterios de equidad que permiten arribar a un fallo justo aplicando la sana critica
racional en el método de interpretación valorativo de la prueba producida Razón por la cual
resulta por demás valedera toda las contestación que se efectuara ut supra, y que sirve para
adoptar una postura confirmatoria del fallo por el cual se lo condenó a Fernando Martín
Safenreider, debiendo rechazar la posibilidad de la existencia de una legítima defensa en los
términos del artículos 34 inciso 6 y 35 del Código Penal, toda vez que resultaría una
imposibilidad de hecho -al igual que los planteos anteriores- cualquier ensayo de justificación
punitiva a partir de una versión que tan sólo tiene sustento en los dichos vertidos por el propio
inculpado.

b) Recurso interpuesto por el Ministerio Público Fiscal y por los Querellantes Particulares que
representan a la víctima Héctor Santiago Garialdi:

Tanto el acusador público -representando al Ministerio Público Fiscal por la Fiscal Cecilia
Martini- y el acusador privado -representado a los progenitores de la victima Garialdi por el
apoderado Abogado Ariel Eduardo García- interponen recurso de impugnación contra la
sentencia dictada en el presente legajo por los Jueces de Audiencia de la Primera
Circunscripción Judicial que condena Fernando Martín Safenreider, y que fuera leída el 6 de
diciembre del año próximo pasado, fundándose en los artículos 400 inciso 1º y 404 del C.de
P.P., considerando que existe un agravio en orden a la arbitraria valoración del material
probatorio producido al momento de merituarse la pena impuesta en el fallo recurrido,
pretendiendo la Fiscalía que se le debe imponer la pena de 16 años de prisión en vez de los 12
años por los que fuera condenado; y, solicitando los querellantes que se debe condenar con 20
años de prisión, sin agraviarse por el delito o los delitos que fuera condenado Safenreider.

Asimismo, los Querellantes Particulares solicitan que se disponga correr vista al Ministerio
Público Fiscal en turno para que promueva la acción penal contra el Sr. Norberto Daniel García
por el delito de falso testimonio.

El Ministerio Publico Fiscal luego de recrear los considerandos en que se fundaron los jueces
de Audiencia referidos a la autoría de los hechos por los que fuera acusado Safenreider,
sostuvieron que a partir de los sucesos, la fiscal recurrente interpreta que no se valoró
debidamente aquello que prevé el artículo 41 del Código Penal en su inciso 1º, en tanto
relacionado con el artículo 40 del mismo cuerpo legal, donde se le impone a los Tribunales la
obligación de fijar la pena teniendo en consideración la naturaleza de la acción y los medios
empleados para ejecutarla.

Sostuvo que no hubo merituación por parte de los sentenciantes y seguidamente transcribe
algunos de los párrafos que componen el considerando, que a su entender, no resultan
suficientes ya que las circunstancias que rodearon al suceso y la conducta desplegada por el
condenado, fueron sumamente graves y no solamente causaron la muerte de una persona y
lesiones en otra, sino que, además pusieron en peligro la integridad de otras personas allí
presente, disparando con su arma reglamentaría ocho disparos.

Calificó como una actitud desaprensiva y desproporcionada por parte del acusado hacía otras
personas, por parte de un individuo que fuera formado para brindar seguridad a los
ciudadanos, y no contrariamente, para que él mismo la genere.

Sostiene también, que no evaluaron los jueces al momento de elegir el monto punitivo el
hecho que el propio condenado luego de los acontecimientos se fuera del lugar, en resguardo
de su persona, y a mirar las noticias por internet.
Seguidamente, la fiscal expresa otras consideraciones y críticas de la pena impuesta por los
sentenciantes, acudiendo a la mención de doctrina que avala su postura, a lo cual me remito
en honor a la brevedad.

Dando respuesta al agravio de la fiscalía en la interposición del presente recurso de


impugnación, entiendo que de la lectura de los considerandos que efectúan los jueces de
audiencia referido a la pena, no se advierte que la valoración en que se funda para el arribo del
monto punitivo impuesto se haya omitido factores determinantes en el contexto de
discrecionalidad judicial que tiene el órgano juzgador a la hora de seleccionar el monto
punitivo, y que aún en discordancia con la pretensión punitiva solicitada por los acusadores,
público y privados; lo cierto es que en tanto en cuanto la pena se encuentre fundada y no
exprese una irracionalidad manifiesta con respecto al injusto endilgado, no merece
modificación alguna referida al monto tal como lo pretende la fiscalía.

En definitiva, las pautas elegidas por los jueces que imponen la pena pueden ser diferentes a
las que utilizan los integrantes del ministerio público, máxime considerando que el órgano
decisor puede valorar aquellas circunstancias o parámetros en el orden subjetivo que le llegan
de la inmediación propia del juicio oral, por lo cual el recurso de impugnación presentado por
el Ministerio Público Fiscal no pude prosperar en la elevación del monto punitorio resuelto.

Que contestando las pretensiones expresadas por los Querellantes Particulares -progenitores
del fallecido Garialdi- por medio de la interposición del recurso de impugnación referido,
solamente al agravio que les causa la pena de 12 años de prisión que resolvieron los jueces de
Audiencia en el fallo condenatorio y que, luego de exponer sus fundamentos, consideraron
que la pena que se debería imponer al acusado sería de 20 años de prisión, me remito a lo ya
expresado en el tratamiento que en igual sentido efectuara el Ministerio Público Fiscal en
oportunidad de darle respuesta en los párrafos que anteceden y que tampoco pueden
prosperar.

En cuanto al pedido que se corra vista al Ministerio Público Fiscal para que promueva la acción
penal contra el testigo Norberto García por el delito de falso testimonio, sin perjuicio que esta
Alzada no advierte la existencia de la comisión del delito por el que se pretende endilgar el
Querellante Particular, resulta más que evidente el silencio que mantuvo la Fiscal Actuante
como titular de la acción penal.

En este sentido, también quiero agregar, que no es necesario que el órgano jurisdiccional
tenga que habilitar para ese cometido; es decir que, sin perjuicio de la posibilidad oficiosa de
poder formalizar por delito que se le imputa al testigo, no obsta a que ello suceda a partir de la
denuncia que pueda radicar cualquier persona ante el órgano pertinente.

c) Recurso Interpuesto por el Querellante Particular que representa a la victima Enrique


Andrés Casabone:

En el presente recurso interpuesto por el letrado patrocinante del Querellante Particular


Enrique Andrés Casabone -Abogado Omar Eduardo Gebruers- quien resultó víctima del delito
de lesiones leves en los términos del artículo 89 del Código Penal, siendo condenado por ese
injusto el acusado Fernando Martín Safenreider, formula como queja que, a criterio de esa
querella se incurrió con la sentencia dictada en una inobservancia y/o errónea aplicación de la
ley sustantiva (artículo 400 inciso 1º del C.de P.P.) al resolver la segunda cuestión planteada
cuando califican los hechos acreditados en el debate.

Como primer agravio expresa que el encuadre efectuado por los Jueces de Audiencia, referido
al homicidio simple en los términos del artículo 79 del Código Penal por el que fuera
condenado el acusado, obedece a una errónea aplicación de la ley sustantiva, destacando que
tendría que haberlo condenado por el delito de homicidio agravado de conformidad a los
dispuesto en el artículo 80 inciso 9 del Código Penal, es decir "abusando de su función o cargo,
cuando fuere miembro integrante de las fuerzas de seguridad, policiales o del servicio
penitenciario".

Lo cierto es que este querellante particular no se encuentra legitimado como para expresarse
en consideraciones referidas a un injusto que ni si quiera fue ofendido penalmente, y por lo
tanto no puede manifestar agravio alguno con respecto al homicidio, habida cuenta que él, por
Casabone, no fue víctima del delito de homicidio, de manera que no tiene agravio alguno de
imposible reparación ulterior que pueda plantear ante el decisorio condenatorio.

Quienes se encuentran habilitados para efectuar los reclamos que consideren pertinentes de
conformidad a la ley procesal y tal como sucede en sub judice, son los herederos forzosos de
quien perdiera la vida en el evento, Héctor Santiago Garialdi; y que, en su recurso de
impugnación tan solo sostuvieron la critica a la pena seleccionada por el Tribunal de Audiencia
y nada dice respecto a la calificación resuelta.

Por lo expuesto, considero que este agravio no puede ser considerado en su tratamiento por
falta de legitimación para recurrir respecto a ese hecho.

El segundo de los agravios destacados en el recurso se refiere a que, contrariamente a lo


resuelto por los Jueces de Audiencia, el resultado lesivo sufrido por Enrique Andrés Casabone a
partir de los disparos efectuados por el condenado Safenreider fue de lesiones graves y no de
lesiones leves.

Como fundamento de ello sostiene el recurrente que el perito de gendarmería Dr.


Barrionuevo, en el fallo tan solo valora únicamente el dictamen que produjo el médico forense
-Dr. Sansón- desconociendo que habían transcurrido más treinta días y todavía las lesiones
estaban en vías de cicatrización, y encontrándose a la fecha de dicho examen aún
imposibilitado para realizar tareas laborales.

También argumentó la falta de certeza en relación de las posibles secuelas y que de ninguna
manera desacreditan que el disparo lo haya imposibilitado para realizar por más de un mes
tareas laborales.

Que el resultado lesivo que fuera constatado por los peritos designados en el legajo, y sin
perjuicio de aquellas alegaciones efectuadas por el recurrente, lo cierto y probado es que el
tiro recibido por Casabone constituye una lesión leve y sin que en ese sentido en la teoría del
caso ensayando por la querella lograra demostrar científicamente que esa lesión tuviera los
extremos de gravedad que ameriten un cambio de calificación.
Y, finalmente, lo atinente al pedido de vista al Ministerio Público por la presunta comisión de
falso testimonio de Norberto Daniel García, me remito a lo contestado en la idéntica petición
que formulara los restantes querellantes particulares.

Conforme el análisis realizado y los fundamentos anteriormente expuestos, corresponde


rechazar los planteos recursivos intentados por las distintas partes, y en consecuencia
confirmar la sentencia condenatoria dictada por la Audiencia de Juicio de la Primera
Circunscripción Judicial.

El Juez Carlos A. Flores dijo:

Mi colega preopinante ha realizado un análisis pormenorizado de cada uno de los agravios de


los recurrentes y concluyó con fundamentos sólidos, suficientes y abundantes que deben
desestimarse los recursos de impugnación interpuestos, de manera que compartiendo en un
todo su razonamiento, a fin de no reiterar conceptos y evitar repeticiones ociosas, me remito a
los argumentos y conclusiones allí expuestos, adhiero a los mismos, y voto en igual sentido
por considerar que debe mantenerse incólume la sentencia nº343/2017, confirmándose la
misma en todos sus términos.

En mérito al acuerdo que antecede, la Sala A del TRIBUNAL DE IMPUGNACIÓN PENAL:

FALLA:

PRIMERO: NO HACER LUGAR al recurso de impugnación interpuesto por el señor defensor, Ab.
José Mario Aguerrido, el día 21 de diciembre del año 2017.

SEGUNDO: NO HACER LUGAR al recurso de impugnación interpuesto por la señora fiscal, Ab.
María Cecilia Martini, el día 19 de diciembre del año 2017.

TERCERO: NO HACER LUGAR al recurso de impugnación interpuesto por el patrocinante del


Querellante Particular Sr. Enrique Andrés Casabone, Ab. Omar E. Gebruers, el día 22 de
diciembre del año 2017.

CUARTO: NO HACER LUGAR al recurso de impugnación interpuesto por el apoderado de los


Querellantes Particulares Sres. Santiago Luis Garialdi y Samanta Cecilia Garialdi, Ab. Ariel E.
García, el día 22 de diciembre del año 2017.

QUINTO: En consecuencia, CONFÍRMESE EN TODOS SUS TÉRMINOS la Sentencia dictada


mediante Fallo nº 343/2017, del 05 de diciembre de 2017, por la Audiencia de Juicio de la
Primera Circunscripción Judicial.

SEXTO: PROTOCOLÍCESE, NOTIFÍQUESE y oportunamente REMÍTASE el presente junto al legajo


nº 57948 en seis (6) cuerpos, a la Oficina Judicial de la Primera Circunscripción Judicial,
sirviendo la presente de atenta nota de envío.

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