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TRABAJO PARA EL CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA BÍBLICA

La Teología Bíblica y la Teología Sistemática


La teología es la respuesta del hombre a la revelación especial de la divinidad en el texto
sagrado. Esta definición se desprende de la lectura del texto sagrado, “donde el pueblo hebreo
tenía ‘un hablar de Dios’ en respuesta a la revelación de la divinidad en la ley, las promesas y
los profetas”1. Este “hablar de Dios” se aproxima a lo que llamaremos teología. Por lo tanto, la
teología surge de la interacción con el texto sagrado. Considerando que esto es posible gracias
a la guía de la divinidad frente a los efectos del pecado en el hombre.
Dependiendo del método de la interacción con el texto sagrado podemos obtener diferentes
formas de formular el “hablar de Dios”, esta interacción puede ser variada. Las dos variantes a
considerar en este escrito son dos: la teología bíblica y la teología sistemática. Ambas variantes
tienen relación entre sí, debido a que parten de la misma fuente: el texto sagrado. La teología
bíblica interactúa con el texto sagrado considerando la unidad de la revelación progresiva de la
divinidad, para ello se sirve de análisis histórico y literario del texto buscando “el hablar de
Dios original”. La teología sistemática interactúa, ordenando lógicamente la diversidad
temática de la revelación de la divinidad buscando “un hablar de Dios actual”.
Debido a la naturaleza de las interacciones de ambas teologías se puede establecer una relación
de instrumentación (de uso) entre las mismas. La teología sistemática al ordenar la diversidad
temática de la revelación divina buscando “un hablar de Dios actual” usa como plataforma o
base para su estudio el desarrollo progresivo de la revelación divina como un todo obtenido de
un análisis histórico y literario del texto sagrado de parte de la teología bíblica, de “el hablar
de Dios original”. De esta forma podemos dar una definición diferenciada y relación entre
ambas teologías.
La clave de la interpretativa de la Biblia
Encontrar el verdadero significado de un texto es encontrar quién es el que controla el
significado del texto, dos opciones: el autor o el lector. Actualmente existen diversas posturas
filosóficas que rechazan que el autor tenga autoridad alguna sobre el significado de un texto y
le atribuyen está a la cultura o al lector, incluso señalan que el lenguaje no es suficientemente
objetivo para un texto tenga un solo significado. Los cristianos creemos que el significado del
texto sagrado está bajo la autoridad de su autor divino, y como acertadamente señalan J. Scott
Duvall y J. Daniel Hays:
Creemos que firmemente que la Biblia es la revelación de Dios para nosotros. El
propósito de Dios es comunicarse con nosotros para darse a conocer a sí mismo y
revelarnos su voluntad para nuestra vida. Podemos decidir ignorar su mensaje e
interpretar los textos bíblicos de acuerdo a nuestros sentimientos y deseos, pero si lo
hacemos, sufriremos las consecuencias de la desobediencia… También nos perderemos
el privilegio de conocer a Dios del modo que Él quiere. Por todo ello, es esencial que
cuando se trata de interpretar la Biblia sigamos el acercamiento de la intención del autor.
En la interpretación de los textos bíblicos, no es el lector quien controla el significado,
sino el autor. Esta conclusión nos lleva a uno de los principios más esenciales de nuestro

1
Gálvez, Rigoberto M. Para Entender La Teología: Una introducción a la Teología Cristiana (Viladecavalls,
Barcelona: Editorial Clie, 2015), 24.
acercamiento interpretativo, a saber, que no somos nosotros quienes creamos el
significado del texto. Nuestra tarea consiste en descubrir el significado que el autor le
ha dado.2
Entonces, para encontrar el verdadero significado del texto debemos de responder, ¿qué es lo
que Dios nos revela en la Biblia? Si bien es cierto, como cristianos creemos que la Biblia da
testimonio del Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo, la manera como este Dios ha escogido
revelarse a sí mismo en la Biblia ha sido a través de la persona, mensaje y obra de Cristo Jesús.
Desde el principio hasta el fin de toda la Biblia, el gran y único mensaje es acerca de la persona,
obra y mensaje de Cristo Jesús. Él es nuestra base y principio clave para interpretar la Biblia.
Cristo Jesús es la revelación de Dios mismo, esto es de suma importancia porque nuestra
interpretación de la Biblia está intrínsecamente relacionada a nuestro entendimiento de la
misma.
La predicación y la Teología Bíblica
Partimos del hecho de que la verdadera predicación debe ser fiel a toda la Biblia y no solo
algunos pasajes bíblicos. Pero, ¿es posible realizar una predicación que abarque toda la Biblia?
Realmente es posible realizar ello con la teología bíblica, además no solo es potencial el hecho
sino que es un imperativo al acto de la predicación, pues su objetivo es proclamar a Cristo Jesús
desde toda la Biblia. Como bien comenta Peter F. Jensen:
Hay ministros de culto y pastores responsables que ocupan el mismo puesto el tiempo
suficiente para poder predicar sobre todos y cada uno de los capítulos de la Biblia. Eso,
sin embargo, no es lo que se quiere decir cuando se habla de “predicar la Biblia en toda
su amplitud o en su totalidad”. La meta de una “predicación que abarque el total de la
Biblia” se alcanza cuando predicamos a Cristo de forma tal que cada una de las partes
que la integran aporte su riqueza especifica al conjunto del evangelio… El evangelio de
Cristo se compone de la Biblia en su diversidad; y esa diversidad se resume en el
evangelio de Cristo. Si optamos por mostramos selectivos en nuestra predicación,
Cristo sufre una merma; el objetivo, pues, habrá de ser proclamar a Cristo en su
totalidad en el contexto de la totalidad de la Biblia.3
Entonces, la meta de la predicación es proclamar a Cristo desde toda la Biblia. Para no predicar
los textos bíblicos de manera inconexa, y peor aún, caer en alegorías de tal manera que Cristo
no sea glorificado plenamente en la predicación; esta tarea debe ser llevada a cabo sobre la
base de la teología bíblica.
El principio de la creación (Texto bíblico: Génesis 1:1-5)
El texto bíblico pertenece al relato de la creación por parte de Dios. Este relato es parte del
primer toledot de cinco, que constituyen los once primeros capítulos del libro de Génesis
conocido como el prólogo primitivo o historia primigenia. El propósito de esta sección,
especificada por la palabra toledot, es explicar el comienzo del mundo creado por Dios en cual

2
J. Scott Duvall y J. Daniel Hays, Hermenéutica: Entendiendo la Palabra de Dios: Un acercamiento práctico a la
lectura, interpretación y aplicación de la Biblia, ed. Anabel Fernández Ortiz, trans. Pedro Luis Gómez Flores,
Colección Teológica Contemporánea (Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie, 2008), 242.
3
Peter Adam, John Woodhouse, Peter F. Jensen y Sinclair B. Ferguson, El Predicador y su relación con la Palabra,
Básicos Andamio: Cuando se escucha la voz de Dios (Barcelona: Editorial Andamio, 2009), 61.
se da cumplimiento a los propósitos divinos (Gn 1:1- 2:4a), se puede contemplar la obra de la
creación de Dios, su presencia en el principio y su voluntad expresada en el mandato de su
palabra como principio creador. El versículo 1 muestra como la creación tiene su principio en
la actividad divina, el escritor bíblico usa la frase “el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas”,
siendo ese lugar un caos y vacío. Es decir, el Espíritu de Dios (su presencia) actúa llenando el
vacío y ordenando el caos para dar a luz a la creación con el propósito que esta cumpla su
voluntad.
Esta misma figura de la actividad divina se presenta en la narración del diluvio y en el éxodo
de Israel. En ambos casos, esta figura precede a un nuevo comienzo de la actividad divina
(auto-revelación). En el caso del diluvio es al terminar el mismo cuando Noé suelta una paloma
la cual aletea (mover) sobre las aguas, y como un viento (soplo/espíritu) hace bajar el nivel del
agua para culminar el proceso de redención de la familia de Noé y los animales en el arca. En
el éxodo israelita, de igual manera, la figura de una soplo (espíritu) hace que se separen y
vuelven a juntar las aguas del mar rojo, para culminar el acto redentor de Dios con su pueblo.
Esta misma figura es usada por Marcos en su prólogo (comienzo/principio) de su Evangelio,
esta vez la figura del soplo y del agua están en el bautismo de Jesús, donde al salir de las aguas
del Jordán una paloma aleteando (soplando) desciende sobre la faz de su cabeza. De esta
menara, Marcos usa la misma figura para indicar que Jesús es la nueva creación, es la definitiva
incitativa divina de redención perfecta. El bautismo (subir de las aguas) y la señal de la paloma
(Espíritu Santo/presencia divina) muestran a Jesús como la nueva creación y el acto definitivo
de Dios para redimir a su pueblo (Mr 1:9-11).
El objetivo del escritor de Génesis 1:1-5 es comunicar a pueblo de Israel que el hecho de haber
sido salvados del aguas del mar Rojo por el soplo (Espíritu) de Dios es la misma iniciativa que
se mostró en el principio de la creación cuando el mundo estaba vacío y en caos. Ahora ellos
salían de Egipto, una tierra vacía y en caos; a una tierra prometida, donde fluye leche y miel,
llena y bendecida.
Para nosotros, este relato nos muerta que la iniciativa de Dios en la creación es la misma en
Jesús, y nosotros al estar unidos a él somos bendecidos por esta iniciativa divinidad y soberana
de salir del vacío y el caos, a la abundancia y bendicion plena de su presencia.
La prueba y la serpiente (Texto bíblico: Génesis 3:1-15)
Esa sección pertenece al primer toledot del libro de Génesis, dónde se narra el comienzo de la
creación. La creación desde el principio cumplía con los propósitos divinos, señala el escritor
bíblico varias veces “y vio Dios que era bueno”. En ese escenario positivo de la creación, en
sus inicios, le sigue el relato que explica el propósito de la creación del ser humano y su gran
privilegio de poder relacionarse de manera especial con Dios. Luego, continúa como el ser
humano creado a imagen y semejanza de Dios fracasa horriblemente para continuar con los
efectos de esta caída, los efectos mortales del pecado en la narración del primer asesinato.
El texto de Génesis 3:1-15 narran como el ser humano: Adán y Eva pecan contra Dios en
desobediencia deliberada y las consecuencias de la misma. Este relato muestra un fuerte
contraste de todos los privilegios que habían sido objetos el ser humano, creados a imagen y
semejanza de Dios, su plena comunión con Él y el rol de gobernar la creación de parte de la
divinidad.
Todo ellos se perdió de manera dramática, al desobedecer por causa de anhelar ser como Dios
perdieron la comunión plena con Él. Luego, al hacer abiertos sus ojos y el juicio divino
perdieron comunión entre ellos, y la creación se mostraría rebelde contra ellos. Dios en su
misericordia los vistió para tapar su vergüenza por causa de su pecado y les dio una promesa
en medio de las palabras de juicio. En Génesis 3:15 se encuentra una promesa al ser humano
caído en desgracia, en ella se señala que de la simiente de la mujer, es decir un ser humano,
vencería a la serpiente y daba esperanza de un obrar divino a favor de su desgracia. Ahora
poseían el pecado en su ser, la esperanza de un obrar divino y el mandato de someter a la
creación a pesar que esta sea rebelde ante ellos.
Esta misma figura de simiente y obrar futuro de Dios que revierte los efectos de la caída Pablo
los aplica a Jesús en Romanos 5:17-21, mostrando a Jesús como el verdadero Adán que logra
obedecer fielmente y reina venciendo el poder del pecado: la muerte. De esta forma, se puede
entender que Cristo es la simiente de la mujer que a su vez es la manifestación del actuar divino
en favor de la desgracia de la caída para poder ser de bendicion a la raza humana.
Por tanto, el escritor bíblico de Génesis 3 deseaba mostrar a Israel que ellos eran descendientes
de Eva, pues eran del linaje justo de Sem, Noé y Abram, por tanto ellos eran los llamados a
pisar la cabeza de la serpiente, vencer al pecado y la muerte porque Dios actuaría en favor de
ellos y serian su instrumento para las demás naciones puedan recibir la bendición de Dios.
Para nosotros, entendemos que Israel no logro cumplir ello, sino que también fracaso por causa
del pecado, pues era solo una sombra de que Jesús lograría en obediencia perfecta a Dios y su
muerte redentora para vencer al reino del pecado y la muerte, e inaugurar un nuevo reino de
plena bendición en la presencia de Dios. Por medio de la fe en la obra de Jesús podemos en
entrar en el jardín de la presencia de Dios y habitar para siempre.
La bendición divina a los pueblos (Texto bíblico: Génesis 12:1-4)
Con el último toledot de la historia primigenia de Génesis, el cauce ancho se hace más estrecho.
Desde los comienzos de la creación y las sucesivas generaciones, todas convergen en Taré.
Esta pequeña familia descendiente de la simiente justa en Sem, se vuelve el punto focal de la
narración, la historia de la familia de Taré. Después de la desastrosa narración de los de Babel,
empieza esta historia familiar con un éxodo de Ur hacia Harán. Esta transición narrativa
muestra que luego del juicio a los de Babel, al esparcirlos por querer tener un gran nombre y
estar en contra de Dios; sigue un nuevo comienzo en esta historia familiar.
Esta renuevo en el obrar divino se enfoca en la familia de Taré, de manera especial en su hijo
Abram. Este renuevo es la respuesta de gracia que continua con el plan de redención de toda la
creación. Abram es llamado a continuar otro éxodo de Harán hacia una tierra que Dios le
mostraría. Pero eso no era todo, no solo era un éxodo hacia la tierra bendita, sino que Abram
era portador del favor divino en él (un gran nombre) y su simiente portaría la bendicion para
todos los pueblos de la tierra, las que habían sido malditas por causa de la caída y Babel.
Nótese el contraste, Abram (hijo de Sem) era un hombre que no tenía ni tierra ni descendencia,
pero él sería el portador de una gran descendencia y la tierra bendita. Abram era un extranjero
que fue llamado a dejarlo todo para que fuera un instrumento de bendicion a todos los pueblos,
seria usado por pura gracia divina para revertir los efectos originados en la caída.
Nosotros como creyentes entendemos que Abram era un tipo de Cristo al ser llamado a dejarlo
todo para ir a la tierra prometida y ser de bendicion. Jesús no solo dejo toda su gloria en los
cielos, sino que se hizo uno de nosotros, un hijo de la mujer, tomo forma humana y vivió en
medio de la desgracia de la caída. Luego, de tener una vida perfecta se entregó así mismo en la
cruz para obtener la tierra bendita, el lugar de Dios y su muerte sirva como medio para que
todos los pueblos puedan entrar en ese reposo de Dios, uno mejor que el Edén, y de esa forma
revertir los efectos del pecado para siempre.
El escritor bíblico de Génesis 12:1-4 quería mostrar al pueblo de Israel que la tierra que estaban
a punto de tomar era parte de una promesa hecha antes a Abram, por tanto la posesión de la
tierra era parte del plan de Dios para revertir los efectos del pecado, y hacer de ellos sus pueblo
para bendecirlos con su presencia y usar para bendecir a otros pueblos.
Nosotros, como cristianos, comprendemos que el relato de Génesis 12:1-4 señala la obra de
Cristo en la cruz como el cumplimiento definitivo de las promesas hechas a Abram, es decir
que Jesús es la verdadera simiente de Abram que en él serán benditas todos los pueblos. Por
tanto, nosotros los cristianos descansamos en las promesas de Dios hechas a Abram por medio
de la obra de Cristo en la cruz, ahora podemos disfrutar de esa comunión plena y habitar delante
de la presencia de Dios en armonía.
La sangre que remueve el pecado (Texto bíblico: Levítico 16)
Luego del éxodo de Egipto, y de haber construido el tabernáculo (la presencia de Dios para
habitar con su pueblo redimido), Israel descansa en el Sinaí. Hasta ese momento, el pueblo de
Israel ha demostrado ser corrupto e impuro. Se presenta un problema, se requiere que Israel
conviva bajo la presencia de Dios para de esa forma se su pueblo y él su Dios, pero la santidad
de Dios no permite esta armonía, pues Israel es pecaminoso y rebelde. Es allí donde surge el
llamado de Dios a Moisés a entrar al tabernáculo, pero para ello se narra el libro de Levítico,
mostrando como Dios traza un camino para que personas corruptas y pecadoras puedan vivir
en su santa presencia.
Todo el libro de Levítico se encarga de mostrar la provisión divina para que el pueblo
pecaminoso de Israel pueda habitar en la santa presencia de Dios, de todos sus capítulos, se
puede apreciar que el capítulo central por ubicación y argumentación es el capítulo 16: el día
de la expiación. El argumento principal es que Dios es santo, apartado de todo pecado e
impureza, por tanto para que Israel pueda habitar bajo su tienda es necesario que sea cubierto
su pecado, sea santo y puro, pues la presencia de Dios está fuera del alcance de lo pecaminoso
e impuro.
Para que Israel pueda tener comunión con el Dios santo era necesario el ritual anual de la
expiación (Lv 16). Se encuentra que no todo pecado y rebelión israelita se puede mantener
cubierto por un sacrificio individual. Por eso, una vez cada año, el sacerdote llevaba dos cabras:
una para sacrificio como ofrenda y purificación del pecado de todo el pueblo, y la otra como
expiación, en esta última el sacerdote confesaría los pecados del pueblo y de manera simbólica
los imputaba a la cabra que luego sería echada al desierto. Esta es una imagen muy clara de la
intención de Dios de remover el pecado para siempre y de esa manera poder habitar con su
pueblo en plena comunión.
Para nosotros como cristianos, podemos entender que esta narración señala al sacrificio de
Cristo en la cruz, su sangre no redime del pecado para siempre. Él no solo es el mediador entre
Dios y su pueblo, sino que es ambas cabras ofrecidas, la que muere como sustituto y
purificación de su pueblo, y la cabra que se le imputa o carga con nuestros pecado y se hace
maldición en la cruz para poder redimirnos de nuestros pecados, todo esto con el fin de que su
pueblo sea redimido del pecado y pueda habitar en la presencia de dios, esto solo es posible a
través del sacrificio vicario de Cristo en la cruz y sangre es la señal de esta obra.
Ciertamente, el escritor bíblico de Levítico 16 quería comunicar al pueblo que para que ellos
puedan disfrutar de habitar en la presencia de Dios, no solo era necesario haber sido redimidos
de la esclavitud en Egipto sino que era necesario que fueran redimidos de sus pecados por
medio del día de la expiación, por medio del sacrifico y derramamiento de sangre (vida).
Nosotros, como cristianos, entendemos que el día de la expiación era una sombra de la
expiación perfecta, una vez y para siempre. Esta expiación perfecta se llevó a cabo en la cruz,
en la muerte de Cristo y su sangre derramada. Por medio de la fe en el sacrificio de Cristo
somos redimidos del pecado por su sangre derramada en la cruz, nuestro pecado es imputado
a Cristo en la cruz, y la justicia victoriosa del Cristo resucitado es imputada a nosotros, de esta
forma podemos entrar confiadamente a disfrutar en la presencia santa de Dios.
La provisión y la santificación divina (Texto bíblico: Números 20)
Luego de salir de Egipto hacia a la tierra prometida, Israel ya era un pueblo numeroso. Al pasar
el mar rojo y llegar al Sinaí, se le entrega la constitución de esta nación naciente y al construir
el tabernáculo puede habitar en la presencia de Dios; todo tal y como Dios había prometido.
Hasta ese entonces, ya se habían dado las normas regulatorias del libro de Levítico, de tal forma
que aseguren poder mantener una relación con Dios delante de su presencia santa. Nuevamente,
retoman la caminata en el desierto hacia la tierra bendita. En el libro de Números se narra esta
peregrinación del pueblo israelita acompañado de la presencia divina, desde el monte Sinaí,
pasando por el desierto de Parán hasta llegar a las tierras de Moab, para que finalmente puedan
entrar al otro lado del Jodan.
Durante el camino se muestra una vez más la horrible pecaminosidad del pueblo en su rebeldía
contra la presencia divina que los acompaña y sustenta durante el viaje. Una tras otra, se narra
cada situación en la que el pueblo israelita demuestra ser infiel a Dios, y en las mismas
narraciones se muestra la santidad de Dios en su justicia y su fidelidad en su misericordiosa
provisión para que siga el plan puesto en marcha desde el principio.
En el capítulo 20 de Números se narra uno de estos eventos de rebeldía del pueblo y de fidelidad
del santo Dios. En esta narración el pueblo ya se había mostrado rebelde a no querer seguir
hacia la tierra bendita, sino de regresar a Egipto. Dios en su santidad y justicia honra la decisión
del pueblo, no los mata inmediatamente por ello, sino declara que este pueblo no entrará en la
tierra bendita sino sus hijos. Luego de esta narración donde se muestra la fidelidad de Dios al
mantener su promesa de darle una tierra a este pueblo infiel, se narra la rebeldía de su líder
Moisés.
Se narra cómo Moisés de igual manera que Israel deshonra el nombre santo de Dios, al no
obedecerlo delante del pueblo. Dios demuestra que su nombre es santo y debe ser santificado
con la obediencia a su voluntad, para ello indica que Moisés tampoco entrará en la tierra
bendita; pero a pesar de ser una escena muy negativa frente a la hora de Dios y santidad, Él
demuestra su provision en medio de su juicio, provee agua a las infieles almas israelitas pero
sedientas y con mucho miedo de morir de sed en semejante desierto. A pesar que ese
sentimiento demuestra no fe en los actos poderosos de un Dios fiel a su pacto, Él demuestra su
fidelidad de manera muy misericordiosa en proveer agua a pesar de semejante deshonra a su
nombre de parte del líder escogido y levantado por Él.
Esta historia de la santidad de Dios y su misericordia fiel a su pueblo nos habla de cómo el
sacrificio de Cristo, el ungido de Dios, no solamente no falla sino que siempre en toda su vida
le dio más honra que ningún ser humano haya existido. Sino que él siendo bueno y perfecto se
vistió de pecado y desobediencia del pueblo infiel, para que tomando su lugar pueda santificar
el nombre santo de Dios delante de todas las naciones, y de esa manera él pueda no solo
santificar el nombre de Dios con su obediencia pasiva sino que con la activa también le de toda
la gloria a Dios, y de esa forma obtener de manera justa la entrada a la tierra bendita prometida
desde el comienzo y poder tomar del agua que da vida, y ahora no solo obtiene esa entrada sino
que la comparte con el pueblo despojado de sus pecados e infidelidades, porque él mismo ya
las llevo en sus hombros hasta morir en la cruz, una cruz que santifica el santo nombre de Dios
y a la vez es el mayo símbolo de fidelidad y amor divino por su pueblo.
El escritor divino, ciertamente, tenía el objetivo de mostrar la gran fidelidad de Dios a su pacto
a pesar de la gran infidelidad de Israel, y mostrar que en medio de esa fidelidad divina la
santidad de Dios permanece intacta, pues Dios es fiel en todo y por siempre.
Como creyentes, debemos ver en esta historia la providencia de Dios en la obra de Cristo en la
cruz, como él santifica el nombre de Dios y a la vez es nuestra provisión para poder tener la
esperanza de entrar en el reposo de Dios, la tierra bendita.
Una historia de redención (Texto bíblico: Rut 4)
El libro de Rut está narrado en el tiempo difícil cuando gobernaban los jueces en Israel. En esta
narración se muestra como Dios obra en los pequeños detalles y trivialidades de la vida
cotidiana, y como este obrar aparentemente insignificante es parte de su soberanía para con sus
propósitos eternos.
En el tiempo difícil de los jueces, se presentaron diversas miserias en Israel, una de ellas era el
hambre. Esta misma fue la que motivo a la familia de Noemí salir de la casa del pan para buscar
un mejor futuro en la tierra enemiga de Moab. Para mostrar mayor miseria en la familia de
Noemí, no solo sus hijos se casan con extranjeras moabitas sino que finalmente se queda sin
hijos y esposo por causa de la miseria mayor, la muerte.
En medio de esta trágica familia, surge de manera inesperada la fidelidad de la moabita llamada
Rut, una de las esposas de sus hijos, le está siendo de soporte y consuelo en medio de tanta
desgracia para Noemí. Luego, de cambiarse el nombre en señal de luto, regresa junto con Rut
a Israel. Ya estando allí surge la necesidad de preguntar que han de comer y sobrevivir. Rut
sale al campo en tiempo de cosecha para recoger las sobras que dejaban los agricultores
israelitas. Pero obrar de la soberanía de Dios, el campo donde Rut fue a buscar comida le
pertenecía a un pariente de Noemí, su nombre era Booz.
Luego de enterar Noemí que Rut había ido a recoger alimento a los campos de Booz, surge
esperanza para la trágica familia de Noemí. Booz había mostrado favor con la viuda pobre y
extranjera, llamada Rut, mostrando de esa manera su fidelidad a la ley. Por tanto, entre ellas
acuerdan seguir el consejo de Noemí para Rut, es decir, que Rut se casará con Booz, para que
de esa forma Booz se convierta en el redentor de la familia, él que los sacaría de la miseria del
hambre y la muerte. Por soberanía de Dios este acuerdo cotidiano se llega a concretar. Booz al
enterarse de las intenciones de Rut de casar para ser beneficiada tanto ella como Noemí, él se
sorprender de la fidelidad de Rut para con Noemí y acepta ser el redentor de la familia. Booz
acepta casarse con una mujer virtuosa, llena de fidelidad con su familia.
En el capítulo 4 del libro de Rut, se narra que en el último minuto Booz descubre que hay un
miembro de la familia que está más cerca a Noemí para ser su redentor, y como la ley indicaba,
él sería la primera opción para ser el redentor de esta familia. Booz convoca a los ancianos del
pueblo para que este familiar más cercano pueda tomar su derecho de redimir a la familia que
haba caído en desgracia, y éste al enterarse que para hacer ello era necesario casarse con la
moabita Rut, decide abandonar ese derecho y habilita a Booz delante de la ley como el siguiente
más cercano.
Finalmente, se narra que Booz acepta redimir a la familia de Noemí que había caído en
desgracia y casarse con la moabita Rut, pues la consideraba una mujer virtuosa y fiel a su
familia. Esta historia termina con el restablecimiento de la familia, la redención tare
restablecimiento de la familia, Rut esta nuevamente casada y ahora concibe un hijo que en los
últimos versos se indica que este hijo es el abuelo de David. Y de esa manera esta historia
totalmente cotidiana se convierte parte de una historia mucho más grande, el plan de la
redención divina para con la humanidad.
Esta historia, como cristianos, no solo habla de cómo Dios es tan soberano en asuntos
cotidianos y eternos. Sino que en esta narración del capítulo 4, podemos ver que el obrar de
Dios en nuestras vidas y al mismo tiempo el obrar en la humanidad es por medio de la fidelidad
de Cristo al morir en la cruz. Y por medio de ello Dios nos da vida, restablece todas las cosas
que habían sido perdidas en la caída. En la historia se conecta directamente al hijo de Rut con
David, y este a la vez con Cristo, el verdadero rey para gobernar con justicia y fidelidad en toda
la creación.
El escritor bíblico de esta narración tenía el objetivo de mostrar que Dios es soberano tanto en
las vidas cotidianas como sus propósitos divinos, su fidelidad en es todo ámbito y siempre a
favor de su voluntad designada desde el principio. Y como este obrar se conecta directamente
con David, el rey de Israel, él que fue llamado ungido de Dios.
Para nosotros, como cristianos, encontramos este obrar trascendente y cotidiano de Dios en
favor de redimir a su pueblo en la obra de Cristo en la cruz, no solo es el verdadero rey
anunciado en este obrar divino, sino que es el fundamento de la fidelidad de Dios en favor de
su pueblo, de esta manera nosotros podemos descansar en los propósitos eternos de Dios como
también en nuestro diario vivir, pues es el mismo Dios que nos sostiene cada día hasta que
finamente podemos disfrutar plenamente de él en un nuevo y glorioso comienzo en su
presencia.
El orgullo y la humildad (Texto bíblico: 1 Samuel 4)
Luego del desastroso fracaso de Israel en el periodo de los jueces, que se puede resumir en que
cada quien hacia lo que se le daba la gana, mostrando un gran orgullo a tanta misericordia de
parte de Dios revelada: en el éxodo, la ley, el tabernáculo y la posesión de la tierra. Se narra la
historia de cómo Israel convierte de un grupo desordenado de tribus (anarquía) en un reino
unificado (monarquía). Esta narración se encarga el libro de Samuel (1 y 2 de Samuel).
Esta narración exquisita de como Israel llega a ser un gran reino, empieza con una historia muy
particular: una estéril concibe un hijo. Desde el capítulo 1 el escritor muestra su intención de
toda la narración del libro de Samuel, se muestra como el obrar de Dios es de parte de los
humildes y en contra de los orgullosos. En la primera narración aparece el enfrentamiento de
dos mujeres que cada una representa bien el orgullo y la humildad. Ana es la que encarna a
humildad en confiar plenamente en Dios para poder concebir, y al ser bendecida con el milagro
de poder dar a luz una vida, dedica un hermoso cantico en el capítulo 2, donde nuevamente se
muestra e obrar de Dios en favor de los humildes y encontrar de los orgullos. En este cantico
también se muestra que la respuesta al orgullo insolente de las naciones Dios levantará su rey
ungido para someter a las mismas en humildad hacia Él.
Luego, en el capítulo 4 se narra que Israel en un acto de suprema soberbia y deshonra contra
Dios, usa el arca como un amuleto frente a una guerra contra los filisteos. Por tanto, Dios al
obrar en contra del orgullo de Israel permite que sean derrotados por sus enemigos, los filisteos.
Pero estos, al tomar el arca, la llevan a su templo idolatra y Dios nuevamente obra en contra
del orgullo de los filisteos que destruye sus ídolos y envía plagas, tanto que los filisteos deciden
devolver el arca. En esta breve narración encontramos como nuevamente Israel muestra su gran
orgullo, y como ello lo lleva a ser entregado a la derrota; de esa manera incumple su propósito
de haber sido concebido como pueblo de Dios, pues su objetivo era someter a las demás
naciones para que puedan glorificar a Dios, ser de bendicion a todas la naciones tal y como se
había anunciado a Abram.
Como cristianos, en esta historia encontramos que Israel se convierte en un siervo falso, un
siervo orgulloso que fracasa en los propósito divinos. Y en Cristo encontramos un siervo fiel,
un verdadero siervo, un siervo humilde que prospera en los propósitos divinos de redención.
Cristo demostró su obediencia y humildad en la muerte en la cruz, y de esa menara asegura la
victoria frente a todas las naciones para que por medio de ese sacrificio humilde todas puedan
someterse de manera voluntaria a soberanía de Dios.
El escritor bíblico quería enseñar a Israel como es la naturaleza del obrar de Dios, en favor de
los humildes y en contra de los orgullosos. Y que ellos como pueblo escogido, están llamados
a obedecer de manera humilde a su Dios, y el rey es el primero en mostrar dicha humildad. De
esta manera, el pueblo seria de bendicion a todas las naciones.
Como cristianos, en esta historia podemos ver seguridad en nuestra salvación, pues estamos
seguros en la obediencia humilde de Cristo en la cruz, y que nos comparte ahora esa labor de
seguir la voluntad divina de manera humilde y así poder habitar bajo su presencia de manera
confiada.
Esperanza en el obrar divino (Texto bíblico: Salmo 117)
El libro de los Salmos es una recopilación intencionada de hermosos poemas en la época del
exilio, el propósito de estos es ser un libro de oración y una respuesta a la crisis del exilio, es
decir, que enseñe al pueblo tener una vida de oración para ser fieles a la Ley mientras esperan
el obrar divino en la instauración del reino Mesiánico, refugiarse en él y ser bendecido por
Dios.
El libro de los Salmos tiene cinco grandes divisiones llamados “Libros”, mientas que se recorre
el arreglo de estos poemas se nota tensión entre lamentos y alabanzas, para finalmente terminar
en una gran alabanza hacia Dios. La sección llamada “Libro V” comienza con un grupo de
poemas que afirman que el reino Mesiánico será instaurado porque es voluntad divina. Para
continuar con otros que manifiestan gran esperanza en el futuro, ya que Dios ejecutará un acto
similar al éxodo para redimir a su pueblo.
Es en esta sección en donde está ubicado de manera intencional el Salmo 117, allí encontramos
una exhortación a las naciones para que alaben a Jehová por su gran misericordia, porque su
fidelidad es para siempre. Este Salmo, muestra como Dios sigue siendo fiel en el futuro al
instaurar el reino Mesiánico para redimir para siempre a Israel y puedan habitar confiadamente
en su reposo.
Como cristianos este Salmo apunta a la obra de Cristo en la cruz como el acto fiel de Dios para
instaurar su reino perfecto en favor de su pueblo, la perfecta redención y restablecimiento plena
de la comunión entre Dios y su pueblo. Es Cristo el acto divino de redención perfecta final y
una vez y para siempre, y por esta buena nueva, todas las naciones se alegran y buscan a Dios.
El escritor bíblico buscaba animar al pueblo que lamentaba por el exilio a tener fe y esperanza
en el obrar futuro de un Dios fiel a su promesa, y de esa manera que el pueblo pueda tener una
actitud de agradecimiento y alegría hacia la soberanía de Dios.
Como cristianos, vemos en este Salmo que la obra de Cristo en la cruz es el acto fiel de Dios
en favor de su pueblo para redimirlos para siempre y de esa manera instaurar su reino para
habitar en plena comunión. Al tener fe en la obra de Cristo, obtenemos la bendicion de
restablecer la comunión con Dios y ser bendecidos con su presencia; y también la esperanza de
que algún día esta obra será plena para poder habitar en su presencia de manera perfecta y para
siempre.
La simiente santa (Texto bíblico: Isaías 6)
En la primera mitad del libro de Isaías constantemente Israel es exhortado a abandonar su
rebelión e idolatría, ya que serían juzgados por Dios con la destrucción de Jerusalén y el templo;
también con la opresión y la pobreza. En la segunda, muestra un mensaje de esperanza a pesar
de la eminencia del exilio, Isaías anuncia que Dios será fiel y cumplirá su promesa hecha en el
pacto, enviaría un rey del linaje de David para restablecer el reino de Israel y dirigir al pueblo
hacia la obediencia de las leyes del pacto, para que de esa manera puedan ser de bendicion y
salvación de todos los pueblos.
El capítulo 6 tiene un mensaje de juicio y esperanza para los habitantes de Jerusalén. En la
visión del tempo, Isaías ve a Dios sentado en su trono en el templo rodeado de criaturas
celestiales que gritan: santo, santo, santo. Inmediatamente Isaías se da cuenta de lo pecador que
es él y el pueblo de Israel; por tanto tiene la certeza de que será destruido por la santidad de
Dios, pero no es así. La santidad de Dios en forma de carbón encendido viene y lo quema, pero
no lo destruye; sino que lo purifica de su pecado, mientras Isaías medita en esta extraña
experiencia, Dios le encarga una difícil misión: él debía continuar anunciando el juicio
venidero; a pesar de que Israel responda con rebeldía en lugar de arrepentimiento, debido a que
sus corazones serian endurecidos por causa de su idolatría y rebeldía. Isaías debía confiar en el
plan de Dios, pues él le dice que Israel sería cortado como un árbol y dejado como un tronco
en un campo para ser pisoteado y quemando, para finalmente, sobrevivir en el futuro porque
es la simiente santa de Israel.
Este texto donde Isaías tiene la visión de la santidad de Dios y su llamado a anunciar el juicio
venidero para Jerusalén, es una sombre de la obra de Cristo en la cruz. Cristo es el verdadero
siervo llamado a anunciar la santidad de Dios y su juicio contra el pueblo rebelde, y no solo
eso, sino que él es la verdadera simiente santa que sobreviviría para vencer al mal y el pecado.
Cristo en la cruz se vuelve el portador de un mensaje de juicio de parte de un Dios santo contra
un pueblo rebelde, y a la vez el mensaje de esperanza para que el pueblo arrepentido que desea
sobrevivir a este juicio para habitar con su Dios en plena comunión.
El escritor bíblico desea comunicar un mensaje de advertencia contra la rebeldía a la Ley y la
idolatría en sus corazones, mientras esperaban el acto divino de la restauración del reino de
Israel con la venida de un rey del linaje de David. El pueblo debían mantenerse fiel y obedientes
a la Ley del pacto anhelando la venida de ese rey prometido en el futuro.
Como cristianos, esta narración es la confirmación de que Cristo era ese mensajero fiel a Dios
contra el pueblo rebelde, y a la vez él es la simiente santa que sobrevivirá al juicio venidero.
Nosotros al creer en el sacrifico de Cristo en la cruz tenemos la seguridad de perdón y
purificación de nuestros pecado y sobrevivencia al juicio venidero a fin de que podamos estar
delante de la presencia santa de Dios y no ser consumidos sino poder disfrutar de su presencia
eternamente.
S.D.G.

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