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Sentimos que todos los músculos del cuerpo ceden a la vez a la gravedad de la Tierra.
Esta esfera de luz ilumina ambos hemisferios del cerebro, para intensificar, siente que gira
hacia la derecha iluminando el h.c derecho, y luego al izquierdo iluminando el otro lado.
Por medio de esto activamos la red hemisférica cerebral, en colaboración con la activación
de la Pineal.
De los rayos lumínicos que emanan de la esfera y que sobre salen por nuestra cabeza, nos
conectamos con nuestra presencia YO SOY.
Desde la glándula pineal activada y brillante, bajan dos rayos de colores hacia nuestro
corazón, EL RAYO ROSA Y EL RAYO AMARILLO, formando un gran sol bicolor.
Este se expande en armonía con nuestra respiración, sin forzar, alternando los colores rosa,
amarillo.
A través de este ejercicio activamos la red de sintonía con la energía madre amorosa.
Simultáneamente mientras estas dos activaciones funcionan, agregamos la tercera.
Sentimos como los rayos del arcoíris pasan por nuestros brazos, para salir por las yemas de
los dedos, en largos rayos de colores que también podemos expandir hasta donde
queramos.
Mediante este ejercicio activamos la red de energía creativa desde los campos de creación
superior, hacia nuestra expresión física.
Sentimos como una espiral violeta eléctrico nos envuelve desde los pies hasta fundirse en
las luces en nuestra cabeza, es nuestro sello energético.
Sintamos las 4 activaciones que nos sitúan en armonía y libertad, amor que somos.
Ante ese portal, nos conectamos con nuestra presencia yo soy, observamos dentro del
umbral, recordamos la actitud mental del niño interno descubriendo este universo, en paz,
solo fluyendo, sin intelecto ni análisis, sin comparaciones, solo sentir.
Estamos frente el portal, mas allá la luz, morfo generativos, la creación divina.
Estamos conectados en este triángulo de luz una red entre la pineal y el cuero pituitario.