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Ineficiencias en Estructuras de Mercado Monopólicas

Normalmente se ha considerado que la existencia de monopolios es poco beneficiosa


para una economía en la medida que estructuras monopólicas causan ineficiencias en la
asignación al disociar precios de costos. Este tipo de ineficiencia en el monopolio causa
los conocidos triángulos de pérdida de eficiencia social frecuentemente hallados en los
diversos textos de microeconomía (triángulos de Dupuit o de Harberger). En términos del
bienestar social el problema de este tipo de ineficiencia consiste en que el consumidor
marginal compra de tal manera que su valoración por el bien o servicio excede al costo
social de producirlo. En la literatura se han señalado otros tipos de ineficiencias causadas
por las estructuras de mercado monopólicas. Una de ellas son las llamadas “ineficiencias
X” de Leibenstein (1966) que surgen cuando las firmas (monopólicas) simplemente no
minimizan costos. Estas ineficiencias productivas han sido endogeneizadas por la
literatura e interpretadas como el resultado del poco esfuerzo en la reducción de costos
por parte de las firmas que enfrentan una limitada competencia (o ninguna).

Otro tipo de ineficiencia surge con la creación de un monopolio, explícitamente a través


de una ley o implícitamente a través de un instrumento de política como un arancel
prohibitivo. Los beneficios que son proporcionados por la eliminación de la competencia
pueden suponer un pago proporcional a la renta generada (gastos de lobby) que luego
puede ser destinado a inversiones no productivas.

En el caso de que existan economías a escala o de diversificación puede ser beneficioso


mantener un monopolio debido a que el costo medio de producción con una única firma
es menor que el costo medio de producción con dos o más firmas (cualquiera sea la
cantidad producida). En este contexto la introducción de competencia puede ser no
deseable socialmente ni rentable privadamente (por ejemplo con una “guerra” de precios).
Este es el argumento de monopolio natural que es utilizado como justificación para la
existencia de regulación a la entrada en varias industrias en las que las economías a escala
o diversificación son significativas.

La Disyuntiva Básica del Monopolio Natural: Ineficiencias Productivas versus


Ineficiencias en la Asignación

La definición de costos subaditivos es totalmente tecnológica por lo que la relevancia del


argumento de monopolio natural y la pertinencia de las políticas regulatorias cambia de
acuerdo a las innovaciones tecnológicas. Considérese, por ejemplo, los casos de las
telecomunicaciones y del agua. En el caso del agua los cambios tecnológicos convirtieron
a una industria básicamente de competencia en un monopolio natural. En los siglos
pasados el agua era provista por vendedores que competían entre sí para abastecer a las
poblaciones llevando agua hasta los mismos barrios en recipientes (este esquema no ha
cambiado en algunos lugares de países en vías de desarrollo). El cambio tecnológico
permitió el surgimiento de un sistema de venta del servicio a través de una red pública de
cañerías a un precio sustancialmente menor. La nueva tecnología presentaba economías
a escala considerables lo que motivó la formación de monopolios locales así como la
necesidad de regular la industria. El caso de las telecomunicaciones es opuesto al del
agua. En las últimas décadas los cambios tecnológicos en las telecomunicaciones han
disminuido los segmentos de monopolio natural convirtiendo gradualmente a la industria
en una en la que existe un mayor margen para la existencia de competencia. Por ejemplo,
los micro-ondas han eliminado la necesidad de una conexión física, permitiendo la
reducción del componente fijo de los costos (redes) y del propio tamaño óptimo de la
firma.

Cuando los costos en una industria satisfacen la propiedad de subaditividad es


conveniente que una sola firma opere en el mercado; dos o más firmas determinarían que
el costo medio de la industria sea mayor que el costo medio de producir la misma cantidad
con una única firma, lo que determinaría la existencia de ineficiencias productivas. Este
es el argumento para la existencia de regulación a la entrada, el cual es particularmente
importante cuando la tecnología de las firmas que operan en la industria tiene
significativos costos fijos como en los casos de la provisión de agua, electricidad o
servicios de telefonía. En este contexto la regulación a la entrada permitiría un proceso
de inversión ordenado que evite un ciclo de excesiva inversión (duplicación de costos
fijos) y competencia destructiva

Naturalmente la regulación a la entrada determina que una única firma opere en la


industria por lo que el surgimiento de ineficiencias en la asignación derivadas del poder
de mercado de la firma es bastante probable. La solución al problema de la ineficiencia
productiva crea el problema de la ineficiencia en la asignación. Por lo tanto se plantea
una disyuntiva básica en el caso del monopolio natural en torno a la regulación a la entrada
en la industria, esta regulación minimizaría las ineficiencias productivas generadas por la
duplicación de equipo y el desaprovechamiento de las economías a escala o
diversificación (entre otros), pero aumentaría la verosimilitud de ineficiencias en la
asignación.

El monopolio estatal

El auge de las nacionalizaciones de las telecomunicaciones en la región se dio en las


décadas de los años cincuenta y sesenta, aunque el proceso tuvo lugar antes en países
como México (años treinta) y Argentina (años cuarenta). A comienzos de los años setenta,
prácticamente todas las compañías de telecomunicaciones en el continente eran
monopolio estatal (Noll, 2000). Aunque la nacionalización y subsiguiente
monopolización del sector fue resultado de diversos factores, el elemento dominante fue
la visión sobre la naturaleza social y económica del sector, incluida la percepción de que
operaba en condiciones de monopolio natural, es decir, un mercado en el que la
minimización de costos permitía la operación de un solo oferente. Las
telecomunicaciones eran consideradas un servicio público con importantes beneficios
sociales y cuya provisión debía estar a cargo del Estado. Por ello, un objetivo fundamental
de la nacionalización fue expandir el servicio para aumentar los impactos positivos del
sector en el resto de la economía. Por su parte, la concepción de que el servicio de
telecomunicaciones era un monopolio natural no era exclusiva de América Latina; siendo
compartida en otros países en desarrollo (Wallsten 2001), así como en Europa (Gerardin
y Kerf 2003) y, en menor medida, Estados Unidos.

Las nacionalizaciones y el monopolio estatal tuvieron efectos significativos en los niveles


de penetración. En 1981, la penetración telefónica en América Latina promediaba 5,5
teléfonos por cada 100 habitantes, superior al 0,8 de África, aunque muy inferior al 83,7
de Estados Unidos e incluso al 33,1 de Europa donde la gran mayoría de los operadores
eran también propiedad del Estado (Saunders y otros, 1983).5 Pese a estos resultados, el
monopolio estatal presentó fuertes problemas.

 Ineficiente asignación de recursos pues los objetivos sociales frecuentemente


implicaban subsidios cruzados que distorsionaban el mercado.Por ejemplo, el uso
de precios promedio daba lugar a un subsidio de las zonas urbanas a las rurales,
donde el costo de provisión del servicio era más caro. Para aumentar la
penetración, el precio de acceso generalmente era menor al costo de provisión del
servicio, lo que se compensaba con precios más altos por llamada, generando así
un subsidio de los usuarios de alto volumen a los de bajo volumen.
 Ineficiencia productiva. La combinación de falta de presión competitiva y la
búsqueda de múltiples objetivos resultó frecuentemente en precios que tenían
poca relación con el costo de provisión del servicio y, por lo tanto, en pocos
incentivos para reducir costos o mantenerlos bajos.
 Costos de equipo dos o tres veces más elevados que en los países desarrollados.
Para desarrollar la producción local de bienes de capital, se fabricaban
componentes, bajo esquemas de protección comercial, que requerían de grandes
volúmenes de producción para alcanzar una escala mínima eficiente. Esto
resultaba en elevados costos de producción y altos precios para los operadores de
telecomunicaciones.
 Ineficiencia dinámica. Las decisiones referentes a la calidad del servicio o las
inversiones en nuevas tecnologías eran usualmente decididas por políticas
públicas, no por la demanda o esfuerzos de innovación para la competitividad. Un
problema adicional fue la falta de fondos para inversión que llevaba al inadecuado
reemplazo y a la no expansión de las instalaciones.
 Deficiente calidad del servicio. En varios países, el tiempo de espera para
restaurar una línea con servicio irregular podía tomar meses, en lugar de las horas
o días que se requeriría en países desarrollados. El tiempo de espera para obtener
una línea telefónica podía demandar años en Argentina (4,1), Chile (5,7), Jamaica
(9,0), México (4,9) o Venezuela (2,5) (Galal y Nauriyal, 1995). Más aun, la
probabilidad de recibir tono de marcado o completar una llamada exitosamente
después de recibir tono era inferior a 80%, siendo la situación peor en las llamadas
internacionales (Noll, 2000).

En resumen, aunque las nacionalizaciones fueron seguidas por aumentos de inversión


y mejoras en el servicio, éstas fueron de corta duración. El periodo de la
nacionalización se caracterizó por el deterioro del sector e ineficiencias. Los
beneficios del monopolio estatal fueron superados por sus deficiencias, situación que,
aunada a las crisis económicas de los años ochenta, obligó a reformar el sector.

Concepto de rent seeking


“El concepto de rent seeking es la idea de que las transferencias se convierten en costos
sociales cuando los individuos gastan recursos y esfuerzos reales para capturarlas”
(Tollison, 2012, p.73)
“Segundo, está el significado original que se refiere al uso de recursos escasos en
disputas donde los recursos son “malgastados” en el sentido de que esos mismos
recursos podrían haberse usado para crear un excedente social más grande o un
movimiento Pareto superior” (Congleton, 2012, p.1)

“El término rent seeking está diseñado para describir un comportamiento en entornos
institucionales donde los esfuerzos individuales para maximizar valor generan desgaste
social más que excedente social.” (Buchanan, 2008, p.56),
“La renta es aquella parte del pago al dueño de los recursos por encima de lo que esos
recursos podrían disponer en cualquier uso alternativo. La renta es el recibo en exceso
del costo de oportunidad. En cierto sentido, se trata de un pago innecesario que no se
requiere para atraer los recursos al empleo particular.”

Tullock (2005) esboza una reflexión sobre lo que puede considerarse rent seeking. Para
esto, bosqueja algunos ejemplos donde se cuestiona sobre si la competencia investigativa,
las patentes, el esfuerzo de ventas, la publicidad, entre otras fuentes de ganancias de
competencia monopolística están relacionadas con el comportamiento de rent seeking.
Tullock sugiere que el término rent seeking se utilice solamente para casos en que se
genere un impacto social negativo; en este sentido, la investigación debe involucrarse
solo en casos donde la institución creada es, en sí misma, indeseable (Tullock, 2005, pp.9-
10).
Con las precisiones anteriores, observamos que el problema está centrado en el
desaprovechamiento de recursos como pérdida social. Existe un costo de oportunidad de los
recursos y una asignación que es más eficiente para la sociedad. El problema es que los agentes
que invierten en rent seeking, gastan recursos en la obtención de un beneficio o privilegio en
lugar de invertir en actividades productivas. Los agentes pueden buscar una situación
monopólica que les generen ‘renta’ y para ello ponerse de acuerdo para formar carteles o
alianzas que les permitan imponer precios más altos. Esto indica que la rent seeking podría darse
entre privados pero, debido a las leyes reguladoras de carteles, es difícil obtener un monopolio
sin intervención del Gobierno (Tullock, 2005, pp.29-30).

Existe un costo de oportunidad de los recursos y una asignación que es más eficiente para
la sociedad. El problema es que los agentes que invierten en rent seeking, gastan recursos
en la obtención de un beneficio o privilegio en lugar de invertir en actividades
productivas.

Los agentes pueden buscar una situación monopólica que les generen ‘renta’ y para ello
ponerse de acuerdo para formar carteles o alianzas que les permitan imponer precios más
altos. Esto indica que la rent seeking podría darse entre privados pero, debido a las leyes
reguladoras de carteles, es difícil obtener un monopolio sin intervención del Gobierno
(Tullock, 2005, pp.29-30)

La rent seeking explica que no todo el rectángulo de transferencias (T) se refleja en


beneficios para el monopolista puesto que un porcentaje de recursos se requirió para
lograr la condición de monopolio. El monopolista gasta recursos para obtener la
protección del Gobierno y para mantenerla. La razón de esto es que varios agentes ven
atractivo apropiarse de la transferencia de rentas (T), así que entran en disputa y cada
participante gasta la cantidad de recursos que vea necesarios con el fin de obtener tales
rentas.

Según el supuesto más básico, la competencia por obtener el monopolio hace que se
tienda a gastar recursos por una cantidad igual a la cantidad que se espera obtener.
Algunos teóricos han tratado de determinar los verdaderos costos de la rent seeking,
variando los supuestos y la estructura, en experimentos analizados en forma de contiendas
de varios jugadores que participan en una lotería (Anderson y Freeborn, 2010;
Chowdhury y Sheremeta, 2011).

A nivel individual, los resultados de experimentos de contiendas de rent seeking


encuentran la posibilidad, no solo de que la renta se disipe, es decir, que los costos
abarquen parte de las transferencias, sino que se disipe completamente y también que se
sobre-disipe. Este último resultado, también llamado sobre-oferta (overbidding) no
parece encajar dentro de lo racional. Sin embargo, es factible si se toman en cuenta
dimensiones comportamentales como la utilidad de ganar, la maximización de pagos
relativos, la racionalidad acotada y los sesgos de juicio (Sheremeta, 2014)
A nivel agregado, la sociedad puede obtener un resultado de costos de rent seeking mayor
a las rentas ofrecidas al ganador de la contienda (Michaels, 1988; Amegashie, 1999). Esto
se observa si tenemos en cuenta los costos incurridos por los demás individuos que
participaron en la contienda. Cada uno asume los recursos gastados en rent seeking,
independientemente de si ganaron y no obtendrán una renta que compense sus pérdidas.
La disipación de la renta
La disipación de la renta también depende del tipo de actividades de rent seeking. Se
distinguen las actividades rent seeking que buscan asegurar legislación favorable para
crear renta (rent creation), y aquellas dedicadas a asegurar una porción de la renta, una
vez ha sido creada (rent allocation) (Flowers, 1987). Las protecciones que se buscan
obtener por parte del Gobierno para obtener la transferencia de renta pueden darse para
una sola empresa o, de manera más general, para todo un sector.
Cuando se trata de todo un sector, las empresas se unirán para obtener la protección pero
estarán sujetas a los problemas que explica la teoría de grupos como el free-riding por lo
que gastarán menos en una etapa inicial (rent creation). En etapas posteriores, es posible
que se gaste más al ver la oportunidad de apropiarse de una distribución mayor de renta
del sector (rent allocation).

Cuando la protección del Gobierno va dirigida a una sola empresa entre varias, está
gastará mayores recursos en una etapa inicial (rent creation), según las ganancias
esperadas a futuro. Este gasto dependerá de las condiciones que ofrezcan el Gobierno y
la duración del privilegio. Para que este no las cambie y siga la condición de privilegio,
la empresa que obtuvo la protección tendrá que seguir gastando recursos en las etapas
posteriores, para evitar la competencia de otras empresas.

El descubrimiento de Tullock permite, entonces, tener en cuenta unos costos sociales


muchos mayores a los considerados en la época, pues no solamente se mide la pérdida
del triángulo de Harberger, como efecto dañino de los monopolios, sino también los
gastos requeridos para obtener el monopolio

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