every! jb etHumanidades Barbara Frale
Los templarios
E] libro de bolsillo
Historia
Alianza Editorial
A Salvatore Maracino,
«a su gran y libre corazon de boos.
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tele tdci: Marc Aco Garr, 2008
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280 Trejo de Ada (i)
Frit Spintorio jerosolimitano recogieron sin demora todos
los vestigios del paso de Cristo por la Tierra y se
dedicaron a recordar de una forma ordenada los
acontecimientos de su predicacion y de la Pasién
cen relatos que levaban el titulo augural que el p
pio Jestis habla indicado: anuncio de alegria, esto
8, evangeli,
La comunidad cristiana de ferusalén senalé con
precision los lugares en los que habian tenido lu-
gar las ensefianzasy el sacrificio de Jess, en par-
ticular los relacionados con su muerte, de manera
{que con el paso del tiempo pudieran ser reconoci-
ddos con certeza y venerados; una tradicién indica
ba que la propia madre del Maestro ~después de
haberse cumplido los acontecimientos prodigiosos
(que se anunciaban en las Fscrituras~ habia recorri=
do todos fos lugares de Ia Pasion en Jerusalén para
celebrar, con ese recuerdo doloroso, una suerte de
peregrinacién simbélica a fos acontecimientos car
inales dela nueva fe.
Ta persecucidn de que fueron objeto los crisianos
de Jerusalén obligé a muchos a huir azonas limitro-
fes e hizo aconsejabe el traslado de las principales
reliquias a un lugar més seguro; se consideraba que
estas religuias eran signos de una herencia tangible
legada en un acto de misericordia al pueblo cons-
ternado para que su fe nunca se debilitara,
Por su parte, el Imperio de Roma, convertido a
la religi6n cristiana bajo el mandato de Constant
1, miraba con gran nostalgia los lugares de Tierra
1, Jerusalén, el Santo Sepulero y el
‘Temple
ELA y la Omega
Yeshua ben Mariam habla muerto en Jerusalén el 7
4e abril del ano 790 de la fundacién de Roma, de-
cimonoveno del reinado del emperador Tiberios
sus dstipulos -que, procedentes de todas las regio-
nes circundantes, se habian reunido para seguirlo—
sesintieron conturbados por la pérdida de su gui,
‘pero muy pronto, una vez comprobada la resurtec-
cidn de su Maestro, como se habia predicho, ea
rnudaron la actividad religiosa con gran energia.
‘Asi las cosas, mientras el ciudadano romano
Saulo de Tarso difundia el mensaje de la nueva
se agregaron progresivemente
otras disposiciones que regulaban las diversas acti-
vidades de la orden, desde la prictca litirgica al
servicio militar: estos estatutos se conocian come
rétrais, término del francés antiguo que podriamostaducie orientativamente como ‘extractos: El pr
‘mer anadido a la regla fue aprobado en el Concilio.
de Pisa y consistia en una serie de festividades reli-
giosas que los templarios debian celebrar de mane-
1a solerne y ayunos particulares; luego vinieron
fos llamados «estatutos jerarquicos», es decir, el
corpus de las normas que regulaban el ordena-
tmiento de lajerarquia templaria y que constituyen
hoy tun precioso instrumento para estudiar el fun-
cionamienta interno de la orden.
El Temple tenfa una estructura piramidal en cuyo
vértie estaba el maestre (hacia finales del siglo xi
se le lsmara gran maestee para distinguirlo de los
comandantes provinciales), jefe indiscutido de
hombres y de bienes templarios; con respecto a
utoridad, os estatutos expresan una posicién que
no deja lugar a dudas: «Todo precepto contempla-
do en ese reglamento esté sometide a la dscrecién
yelarbitrio del Maestre» (capitulo 73),
Escogido mediante una seleccién regulada por
‘un procedimienta largo y preciso, el maestre del
Temple debia poscer Ia experiencia necesaria pars
gobernar una estructura supranacional que era al
mismo tiempo un ejército, una organizacién fi-
nanciera al servicio de la cruzada y un eficiente
cuerpo diplomstico; sera posible, se debia elegir a
tun hombre experto en las cuestiones de Tierra
Santa y capaz de hablar por lo menos la lengua de
los paises donde la orden se habia radicado princi-
palmente. 1a autoridad del macstre era atenuada
particulates relaciones de amisted y confianza: la
rnormativa los denomina compagnons dou mestre,
‘compatieros del maestre, en el sentido especial
que el término «compaferos» tenia en el Medie-
vo, que correspondia a amigo, hermano de ar-
‘mas, consejero, Estaba también el grupo de los
aancianos, templarios veteranos a quienes los esta
tutos reconocian una enorme autoridad: al macs-
tre le correspondia hacer enmiendas 0 introducit
innovaciones en los estatutos de acuerdo con el
‘grupo de los ancianos, a quienes debia dirigirse
como guardianes de la memora histérica del
Temple cuando una situacién completamente
imprevista exigia la toma de decisiones graves
para las que el texto estatutario no offecta base
alguna,
El maeste, sus compatteros y los ancianos for-
‘aban el consejo restringido del Temple junto con
los miembros del Estado Mayor, es deci, aquellos
«8 uuienes se habian confiado los cargos jerdrquicos
principales, que se dividian en varios grupos seguin
las diversas esferas de competencia, En el campo
militar, a conduccién de las operaciones corres-
ppondia al mariscaly al seneseal el cargo de mayor
autoridad en el plano logistico y edministrativo
cra el de comandante de la Tierra de Jerusalén, se
guido del de comandante de la ciudad de Jerusa-
Ten, bajo la responsabilidad de los eusles recafan
‘muchas cuestiones relativas a los puntos estratégi-
«0s principales de Tierra Santa
por la de su Cowvent, una suerte de consejo al 4
la autoridad maxima de la orden debia consultar
sobre los asuntos més importantes y tomar debi-
damente en consideracién. La normativa emplea
este término en contextos muy distintos, dando
veces la impresion de que el Couvent es el conjunto
de los miembros de la orden, pero en ottos puntos
la propia normativa aclara que la palabra tiene el
significado genérico de consejo, de asamblea, cuya
extensién es mas 0 menos amplia segin la materia
adiseutir
‘Couvent es un derivado del latin conventum, que
significa simplemente ‘reunion’; hay una reunién
plenaria de la totalidad de los miembros cuando se
trata de salir a combatir o de asstra las solemni-
dades religiosas, pero hay también, naturalmente,
‘una reunién restringida en torno ala cumbre cuan=
do se trata de decidir sobre cuestiones de vital im-
portancia, El capitulo 98 subraya que todos los
hhermanos del Temple deben obedecer al maestre,
{uien a su vez debe ser obediente a su Couvent; esta
palabra tiene que indicar necesariamente, pues,
luna especie de consejo, de gabinete privado, y no
puede referirse al conjunto de los templarios, por-
{ue ningiin organismo, y menos que ningtin otro
un cuerpo militar, puede funcionar si las decisio-
nes del jefe han de someterse ala aprobacién de
rmatridas asambleas.
Las fuentes dan testimonio de que el maestre
seleccionaba algunas personas con las que ten
El ambit pateimonial se confiabe al tesorero, car
{go que en general era cubierto por un sargento,
puesto que a comienzos del siglo xi la educacién
redia de la clase caballeresca se centraba en la act-
vidad militar, mientras quelalectura yl escritura se
consideraban actividades apropiadas para cléigos y
rmercaderes; todavia a finales del siglo xt el cargo
era desempenado por un sargento, pero la progresi-
va adaptacion del Temple ala actividad bancaria hac
bia converte al tesorero en un puesto de gran au
toridad, con independencia del grado erirquico.
Durante el siglo x, la nueva orden tuvo un desa-
rrollo enorme, al punto de que ya bajo los primeros
scesores de Payens se hizo necesario organizar ls
posesiones templarias en provincias,segin el pals
én el que se encontraran, para aseyurar una admi-
nistraciOn eficaz, El Temple se convirtio en un
complejo y poderoso organismo supranacional:
cada una de sus provincias principales se confiaba a
tun comandante (preceptor) y se dividiaen circus
cripciones menores (balivie, especie de alealdias),
{que reunfan a su vez la encomiendas de un terito
tio en una estructura en red que se extendia por
toda la cuenca del Mediterrineo y, mis ain, de
Portugal « Alemania y de Escocia a Terra Santa
“Todos los comandantes del Temple, desde los
responsables de tuna provincia hasta los alcaldes,
‘eran convocados por lo menos una vez por allo a
reunirse en el Estado Mayor para el Capitulo Ge-
neral con ocasion de la fiesta de los Santos Apésto-les a celebraci6n duraba varios dias y tenia el ca
ricter de una ceremonia solernne en la que se al-
ternaban las funciones litdrgicas y las reuniones
para discutir las cuestiones principales que afecta-
ban ala orden.
I Temple fue también objeto de especiales exen-
cones fscales, a condicion de que todos sus recursos
se invrteran en la financiacion dela defensa de Tie-
1a Santa; ese privilegio dio lugar aun segundo moti-
vo de roce con el resto de las drdenesrelgiosas no
exentasy con los obispos, que se velansuperados en
Prestigio y desplazads en el terreno de la autoridad
Bl ostrofinanciero del Temple
En el siglo x1 la economia occidental todavie se
fandaba predominantemente en la rentas risticas,
Por tanto los nobles europeos que no sélo que-
Han ayudar al Temple moralmente, sino también
raterialmente con sus limosnas, donaban ala or
den posesiones yedificios. Todo lo que se prod
cen estas haciendas, ademés de los tributos que pa-
sgaban los arrendatarios de bienes templarios, se
convertia en dinero y se enviaba a Tierra Santa,
donde se los emplearia para sostener las necesida-
des dela guerra contra ls sarracenos,
‘Alain Demurger ha estudiado los cartularios de
‘muchas encomiendas templarias de la regi fran-
esa, que regisran una notable expansign alo lar-
‘Tanto el espiritu originario de la orden, basado
en el valor penitencial dela pobreza, como la exi-
gencia de reservar todos los recursos para hacer
frente alos elevados costes dela guerra, inspiraron
la normativa de asignar castigos muy severos a la
apropiacion personal de dinero « objetos de la or-
den: el valor maximo que un templario podia po-
seer estaba fijado en la ierisoria cifra de cuatro de-
narios, por encima de la cual se incurria en culpe
de hurto, lo que provocaba la expulsién. Para el
Temple, este rigor disciplinario tuvo como conse-
‘cuencia una reputacion de férrea honestidad, que
ain se mantenia intacta en la épaca del proceso,
estimulando a las grandes fortunas privadas e in
cluso a los soberanos a depositar sus capitales en
las cajas dela orden; los templarios no sdlo custo-
diaban felmente lo que les era confiado, sino que,
sobre todo, lograban inerementarlo.
Un episodio que se hizo famoso sirve como
«ejemplo para comprender ala ver la extraordinaria
rigidez de la dsciplina vigente en la orden y el sen-
tido de responsabilidad que los templarios cultiva-
ban respecto de sus acreedores. Durante la prime-
ra expedicién cruzada de Luis TX, a mediados del
siglo xu, el hermano del rey de Francia fue capt
rado por los sarracenos, que pedian un elevado
rescate por su lieracién. A falta de iquidee sufi-
ciente, el soberano se dirigié a los templarios pre-
sentes para solicitarles un préstamo; éstos tenian
anclada a corta distancia una de sus naves con cajas
0 de casi todo el siglo xu, con nummerosas vocacio-
res y donaciones, sefal evidente de que la socie~
dad reconocia una verdadera excelencia moral al
‘modelo de la miliciareligiosa. Las encomiendas de
provincia eran haciendas agricola y también cen
{eos de reclutamiento y de adiestramiento, donde
los recign reelutados recibfan formacién antes de
ser enviados al frente, en Tierra Santa
La transferencia de dinero a Oriente indujo a la
‘orden a desarollar con gran rapide técnicas banca:
ras financiras, tal vez aprovechando la experien-
cia de los mercaderes con quienes entré en contacto,
Y sus navesfrecuentaron os principales puertos del
Mediterranea, En 1179, la Iglesia habia condenado
oficialmente el prétamo, que a menudo se identili-
caba con la usura; pero la economia del momento
experimentaba cambios que le imprimian otra
corientacin, en la que s privilegiaba el comerco ya
Circulacién de captaes. Lo templaros, al igual que
otras érdenes religioas e incluso que Tos obispos,
prestaban dinero a una tata de interés en general
‘moderada, que muchas veces se disimulaba bajo la
forma de fanza. El valor material del objeto seriria
para compensar a la encomienda de a suma perdida
fn cato de falta de reembolso; los inventarios de las
‘encomiendas templarias que mand6 confeccionar
Felipe el Hermoso tras el secuestro de 1307 dan tes-
timonio dela presencia de vajllas de gran valor, ropa
femenina de seda y otros objetos costosos que se ha-
bian dejado en concepto de depésito.
de seguridad bajo lave. La solicitud del soberano
no tenia nada de excesivo, yya uno de sus predece
sores, Luis VIL, habia salido de apuros en el pasado
gracias aun préstamo de los templarios durante la
Segunda Cruzada; pero esta ver la situacién era
‘mucho més complicada,
Le normativa, que en materia de dinero era par-
ticularmente rigida, prohibia taxativamente pres-
tar dinero a personas ajenas al Temple sin un per-
miso especial de los superiores; en este caso, s6lo la
_maxima figura del Temple habria podido ayudar al
rey, porque estaba previsto que el macstre pudiera
erogar cualquier ley cuando una situacion de
emergencia lo hiciera necesario. En la época de
Luis Vit, el maestre habia ordenado de inmediato
al tesorero que satsficiera las necesidades del sobe-
rano, pero ahora la orden se hallaba en seria dili-
caultades debido a que el gran maestre Guillermo
dde Sonnac habia sido mortalmente heride durante
una batalla y no habia nadie con autoridad para
concede la suma solicitada,
El problema més grave era el dela responsabili-
dad legal, puesto que el dinero custodiado en la
nave pertenecia a propietarios privados que se lo
habian confiado al Temple, de modo que vaciar
las cajas de seguridad para entregarlo habria
equivalido 2 cometer un hurto: si los acreedores
Iegaban a reclamar el saldo que les pertenecia en
quel momento, los templarios habrian sido sor-
prendidos en estado de insolvencia, con graveperjuicio para la imagen moral y financiera de la
orden,
El procedimiento para legiral nuevo gran macs-
tre, la tnica persona con atribuciones para asumir
la responsabilidad de la operacién, llevaba sera:
ras, y era imposible esperar todo ese tiempo; la
necesidad de darse prisa, el temor por la suerte del
hermano del rey en manos del enemigo y la igno-
rancia del reglamento templario por parte del rey
de Francia San Luis IX, pero también el tempera
mento demasiado impetuoso de algunos caballe-
10s, hicieron estallar una crisis.
El hermano Etienne @Otricourt, que habia asu-
mido el papel de comandante para gobernar el
‘Temple hasta la eleccion del nuevo superior, ents6
en conflicto con el senor de Joinville, que habfa su
gerido al rey apoderarse del dinero de los templa-
ios para pagar el rescate, con total indiferencia
por las reglas y los deberes de la orden; entre am-
bos se produjo un enfrentamiento con intercam-
bio de insultos. Entonces, el mariscal templario
Raynaud de Vichers, hombre astuto y de notables
cualidades diplomaticas, urdi6 una estratagema
ue permitiera a San Luis tener el dinero sin vio-
lente las normas del Temple ni saltar por encima
de la negativa del comandante, que, aunque provi-
sionalmente, ea siempre su superior.
El mariscal confirmé al soberano que el coman-
dante habia enunciado los preceptos de la norma-
tiva templaria con toda precision y que no habia
ojos el desorden que los francos recién legados in-
toducian en Palestina y proyectaron legar a un
acuerdo con ellos para recuperar la regién que le
hhabian arrebatado los turcos; en Siriaseptentrional,
las dinastias érabes locales estaban igualmente sa-
tisfechas con el hundimiento de la potencia turca ¥
dispuestas a establecer negociaciones con los octi-
dentales, que, por su lado, tenian en alta estima el
apoyo de dos de las familias mas inluyentes, los
‘Mungiditi de Shaizar y los Banu Ammar de Tripoli.
La historia de Tierra Santa ineluye una large serie
de episodios que a un occidental poco habituado al
clima politico de la regién podrian parecer descon-
certantes; ls potentados islimicos locales sabian
por entonces mantener completamente separadas
|a politica y la religion, no hacian necesariamente
de la guerra una cucstién de fe como el imaginario
actual podria suponer, y se aliaban de buen grado
con los cristianos cuando valla la pena, cuando ser-
via para mantener su autonomfa. Alimentando las
discordias yfavoreciendo la amistad con el enemi-
{go de su enemigo, el reino cristiano lograria sobre-
vivir a pesar de a eazencia de tropas, que constituia
tun problema constante; los templarios se hallaban
fen el corazén mismo de las negociaciones, en las
‘que manifestaban una insOlita capacidad de didlo
{go:n0 sé los papas y los soberanos europeos, sino
también los emperadores bizantinos requerfan los
servicios de sus principales dignatarios para delice
das misiones diplomsticas.
ninguna posibilidad de que les templatos sats
fa completamente indiferente y que incluso su
mano derecha, el anciano y prestigioso abad Suger
ide Saint-Denis, que hacia las veces de consejero,
desalentaba vivermente al monarca llevar a cabo
dicha mis
‘No era mejor la situacién del emperador, pues
‘sus vasallosestaban comprometidos en una polti-
‘cade colonizacién hacia el este europeo, que con:
sideraban tan importante como una cruzada, en la
‘medida en que implicaba la conquista de tierras
ue habia que arrancar a los eslavos, todavia paga-
nos, y no toleraban que el emperador distrajese re
cursos en Oriente, que tan lejano y poco atractivo
les parecta; ademas, tenfa que cuidarse de sus pro-
pios parientes, que le cuestionaban el ascenso al
ton, de modo que una hipotética marcha a Ps
lestina daria sin duda motivos para una revuelta
Sélo a finales de marzo de 1146 Luis VII pudo
‘convocar una asamblea de sus barones en Vézelay,
donde la noticia de que San Bernardo iria a predi-
car la nueva expedicion a Tierra Santa congregé
lo misma que en Clermont mas de medio siglo
antes tal multitud que no cabia en la catedral y
que obligé al abad a subirse a una tribuna que se
zantino, donde se enconte6 con la inevitable host
lidad del emperador Manuel Comneno a causa de
los saqueos que los soldados cometian por donde
pasaban, Iras un primer y memorable choque que
tuvo lugar cerca de Antioquia, durante el cual los
franceses sufrieron grandes pérdidas, el frente cris
tiano tenia distintos criterias en torno a la estrate-
gia que era preciso adoptar. El 24 de junio de 1148,
el rey de Jerusalén y la reina Melisenda recibieron
8 todos los efes cruzados en una gran asamblea
fen Acre; el interés politico de los francos aconse
ba mantener la alianza con el emirato de Damasco,
‘menos temeroso de los cristianos que del ereci-
imiento del estado que un hijo del atabeg Zangi,
Nur ad-Din, habia construido a partir de las rut
nas del condado de Edesa, Con solo veintinueve
aos, Nur ad-Din era un astro naciente en el table-
+0 politico de Siria-Palestina, y el emir de Damas-
co, con indudable perspicacia politica, preferia
‘mantener su independencia bajo la tutela de la
alianza con los cristianos antes que ser absorbido
por el crecimiento del vecino senori iskimico. Sin
embargo, la reunién de Acre, cuyas discusiones es-
tuvieron dominadas por intereses particulares &
incluso sugerencias religiosas absolutamente ajenas
al céleulo estrategico, adopté la resolucién menos
conveniente: se decidié atacar Damasco porque la
riqueza de la espléndida ciudad, con su doble cin-
turn de huertos y jardines, catalizaba la codicia
del rey de Jerusalén y porque, en el imaginario de
crigié especialmente en campo abierto, La conmo.
vedora elocuencia del santo y el impulso que sabia
‘ransmitir se propagaron a la muleitud; la cantidad
de panto que el soberano habia mandado preparar
para cortar las cruces que los futuros eruzados 3¢
Pondrian sobre la vestimenta al asumir solemne-
mente su voto de fidelidad cristiana, no fue sufi-
ciente, de modo que al caer el dia el abad y sus
ayudantes atin seguian cosiendo,
En el otofi del mismo afo, mientras en Francia
los preparativos para la pastida estaban en plena
ebullicidn, Bernardo fue a predicar a terrtorio ale-
‘man, donde los arzobispos de Colonia y Maguncia
le habian rogado que interviniese después de que
un fanitico cisterciense, aprovechando el entusias-
‘mo por la inminente cruzada, sublevara a las mul-
titudes para realizar una verdadera persecucién de
judtos. Tras una sabia e infatigable gira predicado-
rae abad estuvo en Priburgo, Basile, Schaffha-
sen y Constanzz-, terminé convenciendo al empe-
rador de que abrazara la cruz en un encuentro en
Spira en diciembre de 1146. Segtin una fuente, en
su sermén de Navided Bernardo se dirigio a Con-
rado TIT como si le hablase Cristo en persona y le
Feproché la frialdad de su fe tras los favores que el
Jutamente desvinculada ¢ independiente de cual-
Quiet otro poder: superiorem non recognascens
‘Tras los durisimos tonos iniciales, ligados a las
distintas concepciones de principio sobre Iss rela
ciones entre ambos poderes, la cuestién se fue
desplazando poco a poco hacia la bisqueda de so-
laciones para el caso concreto: una delegacion del
clero francés se diriio a Roma para quejarse ante
mente despues de Jesucristo, el papa era el patron
de la orden; el Hospital dio menos, pero el pontifi-
‘ce no se enfadé ni insistio demasiado. Y es que los
hospitalarios tenian como vocacién primaria la
asistencia a los peregrinos enfermos y s6lo més
tarde haban asumido el compromiso militar para
syudar a a defensa de Tierra Santa, de modo que
se sintieron més obligados a ofrecer una contibu-
«ida que a pagar los gastos; Bonifacio VII, sin ob
jetar nada, se limite a comentar que la suma habia
‘sido cubierta sobre todo por los templarios
Con esa accién, la Orden del Temple se haba
rmantenido fel a su propio c6digo de honor y de-
‘maostraba de manera concreta que, cuando la si
twacién internacional no le permitia ser stil como
lo fuera otvora en la plaza fuerte de Tierra Santa, al
‘menos tendrla una presencia importante en el émn-
bito dela cristiandad como baluarte del Papado en
crisis este papel habria podido servir para que la
‘orden tuviera un nuevo lugar en la sociedad occi-
dental proyectada a Ia Edad Moderna, pero los tu-
‘multuosos episodios que habrian de tener lugar
poco después truncarian dramaticamente su evo
lucion,
Juegos de guerra: el