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Universidad Nacional Abierta y a Distancia – UNAD Vicerrectoría Académica y de Investigación - VIACI

Escuela: Ciencias Sociales Artes y Humanidades


Curso: Ética y Ciudadanía (Pregrado) Código: 40002

Nombre del estudiante: Adriana Muñoz López


FICHA DE LECTURA No.1
Título del documento: “Debate en torno al multiculturalismo. Ciudadanía y pluralidad cultural”
Autor (es): Esteban Anchustegui Igartua.
Tipo de documento: artículo en AraucariA. Revista No de páginas: 22
Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, año 13,
nº 26.
Referencia del documento: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=28220704003
Palabras clave: Ciudadanía, multiculturalismo, globalización, libertad, comunidad, reconocimiento,
identidad, democracia, heterogéneas, pluralidad, feminismo, posicionamiento, reivindicación,
comunitarista, autonomía, consistente, ética.

Resumen del texto: (De 1 a 2 páginas)

El multiculturalismo –la convivencia en el mismo espacio social de distintos grupos provenientes


de diferentes culturas– cuando se aplica en las sociedades contemporáneas suele dar lugar a
una serie de dificultades, en ocasiones problemáticas.

El multiculturalismo colisiona con el concepto de ciudadanía en las sociedades contemporáneas,


a la vez que supone un intento por redefinirlo. En efecto, el modelo clásico del estado liberal
democrático se basa en un concepto de ciudadanía que abstrae, entre otros, las particularidades
culturales y establece la identidad política sobre la condición formal del ciudadano como un ser
sujeto a derechos y deberes iguales para todos; lo cual no se ajusta a la realidad de las
sociedades plurales y heterogéneas (multinacionales y multiétnicas), donde grupos minoritarios
realizan demandas para el reconocimiento de la especificidad cultural. Estos grupos exigen
derechos y medidas específicas con el objetivo de preservar la identidad de los individuos
ciudadanos y su Pleno autodesarrollo.

Esto puede ser entendido como una exigencia para ampliar el concepto de ciudadanía
(considerando a los ciudadanos no solo como individuos, sino también como miembros de
grupos), lo cual resulta difícil de armonizar con los presupuestos subyacentes al modelo liberal
democrático clásico de ciudadano.

Este artículo plantea este debate, analizando las diferentes alternativas que los diversos
modelos de ciudadanía proporcionan a la existencia y al desafío del multiculturalismo.

El hecho social del multiculturalismo, esto es, la convivencia dentro de un espacio social de
grupos de individuos de culturas diferentes, es uno de los desafíos de nuestro tiempo y de las
sociedades actuales. Y su actualidad aún es mayor en tanto que su existencia está en la base de
un conjunto de problemas y demandas potencialmente conflictivos, como las condiciones de
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marginación y pobreza de minorías étnicas, los derechos de los inmigrantes, las reclamaciones
de autonomía y autodeterminación de minorías nacionales o culturales, o los conflictos en torno
a derechos lingüísticos y símbolos nacionales. Se trataría, en definitiva, de conjugar, desde la
filosofía práctica, la construcción de la ciudadanía con la cuestión de la identidad y la pluralidad
cultural.

Con todo, es preciso subrayar que el multiculturalismo no es una condición singular de la cultura
moderna, sino que, exceptuando comunidades primitivas aisladas, ha sido una expresión normal
de casi todas las sociedades1. Es más que evidente que el mundo actual no está dividido en
culturas o etnias con fronteras nítidas y claras, y que en la propia historia de las sociedades e
incluso en las biografías de los individuos se entrecruzan rasgos y elementos culturales variados.
Pero esta realidad ni siquiera es actual, porque ya hace siglos hubo ciudades como Estambul,
Samarkanda, Venecia, Kiev o Toledo en las que se dio una amplia y rica multiculturalidad. Por
tanto, se puede decir con rotundidad que toda sociedad es en cierto sentido multicultural.

Aceptada la irrupción del multiculturalismo y su más que evidente realidad social, en este
artículo se analizará la cuestión del problema del multiculturalismo, esto es, que el hecho del
multiculturalismo se convierte en problema cuando no se acepta que la coexistencia de grupos
procedentes de marcos culturales diferentes se resuelva en la integración o en la asimilación (en
ambos casos, en la cultura de la sociedad de recepción o en la que detente una posición
culturalmente hegemónica), sino que, muy al contrario, se pretende conservar y aun reforzar la
diversidad de identidades culturales, reclamándose para ello políticas diferenciadas y derechos
colectivos específicos.

Allí donde se produce el tránsito desde una sociedad relativamente homogénea a otra
multicultural (sea por migraciones, por coexistencia de entidades culturales diversas o por
imposición) se crean grandes tensiones como consecuencia de la interacción entre individuos con
orígenes y prácticas culturales diferentes. Así, desde el instante en que sujetos socializados en
distintas culturas han de compartir lugares comunes, instituciones públicas etc., aflora el
problema práctico de conjugar la tolerancia y el respeto a la disparidad de valores y usos
sociales relativos a un colectivo con la exigencia de establecer reglas y derechos comunes que
deben ser compartidos y cumplidos por todos los miembros de las sociedades multiculturales.

Objetivo: En efecto, el modelo clásico del estado liberal democrático se basa en un concepto de
ciudadanía que abstrae, entre otros, las particularidades culturales y establece la identidad
política sobre la condición formal del ciudadano como un ser sujeto a derechos y deberes iguales
para todos; lo cual no se ajusta a la realidad de las sociedades plurales y heterogéneas
(multinacionales y multiétnicas), donde grupos minoritarios realizan demandas para el
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reconocimiento de la especificidad cultural. Estos grupos exigen derechos y medidas específicas
con el objetivo de preservar la identidad de los individuos ciudadanos y su pleno autodesarrollo.

El Estado fomenta inevitablemente determinadas identidades culturales y, por consiguiente,


perjudica a otras”12. Para los defensores del multiculturalismo, la identidad política conlleva
una identidad cultural implícita. Por consiguiente, el objetivo no puede ser constituir un Estado
neutral, sino más bien «acomodar las diversas identidades culturales dentro del Estado». La
cuestión, por tanto, no es si los Estados deben implicarse en la reproducción de grupos e
identidades culturales, sino cómo deben hacerlo, a fi n de garantizar la no discriminación.

Preguntas que le genera el texto (tres preguntas):

1. ¿De qué se trata la irrupción del multiculturalismo y su más que evidente realidad
social?

En este artículo se analizará la cuestión del problema del multiculturalismo, esto es, que el hecho
del multiculturalismo se convierte en problema cuando no se acepta que la coexistencia de
grupos procedentes de marcos culturales diferentes se resuelva en la integración o en la
asimilación (en ambos casos, en la cultura de la sociedad de recepción o en la que detente una
posición culturalmente hegemónica), sino que, muy al contrario, se pretende conservar y aun
reforzar la diversidad de identidades culturales, reclamándose para ello políticas diferenciadas y
derechos colectivos específicos.
Allí donde se produce el tránsito desde una sociedad relativamente homogénea a otra
multicultural bien sea por migraciones, por coexistencia de entidades culturales diversas o por
imposición, se crean grandes tensiones como consecuencia de la interacción entre individuos con
orígenes y prácticas culturales diferentes. Así, desde el instante en que sujetos socializados en
distintas culturas han de compartir lugares comunes, instituciones públicas etc.

2. ¿Cuál es la principal posición ante el problema del multiculturalismo?

El multiculturalismo, como opción política, plantea el problema y la necesidad de redefinición de


la ciudadanía moderna, que en las sociedades actuales está basada en el modelo político del
Estado democrático liberal clásico. Este modelo se fundamenta en una concepción de la
ciudadanía que hace abstracción de (entre otras) las particularidades etnoculturales y funda la
identidad política en la condición formal de ser sujeto de derechos u deberes iguales. Para los
defensores del multiculturalismo este patrón parece no ajustarse a la realidad actual de
sociedades plurales, no homogéneas (multinacionales y/o multiétnicas), donde se abrirían paso
con fuerza demandas de reconocimiento de la especificidad cultural de las minorías coexistentes,
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requerimientos éstos que persiguen el reconocimiento y la garantía de ciertos derechos y
medidas específicas para los grupos, como condición para la preservación de la propia identidad
de los individuos-ciudadanos y su pleno autodesarrollo.

3. ¿Qué es una sociedad multicultural y ciudadanía?

Un reto fundamental de las sociedades multiculturales es cómo construir la ciudadanía desde la


diversidad étnica y cultural. Pero, antes de responder a esta cuestión, el artículo se pregunta qué
modelos subyacen a nuestra manera de entender las sociedades multiculturales en la actualidad
y qué cambios está experimentando el concepto de ciudadanía para que responda a las
necesidades que en ellas se plantean.
Desde una concepción de ciudadanía intercultural, activa, responsable y crítica, se analizan los
elementos que configuran la construcción de un sentimiento de pertenencia a la comunidad,
basado en la inclusión y la equidad. La última parte del artículo se centra en la participación
ciudadana y el diálogo intercultural que necesitan espacios públicos de encuentro; la
construcción colectiva de un proyecto social; el desarrollo de la libertad y autonomía a través de
la participación en lo público junto a dinámicas que supongan el empoderamiento personal y
cívico de personas y grupos en riesgo de exclusión.

Aportes que hace el texto como nuevo aprendizaje:

Creo que es precisamente el hecho de la multiculturalidad, junto con la mundialización, lo que


hace hoy más necesario que nunca encontrar estándares transculturales de entendimiento.
Como se ha dicho muchas veces, sólo desde una perspectiva universalista es posible reconocer
las diferencias y, a la vez, buscar la convergencia de los diferentes. Si se opta por un
multiculturalismo diferencialista, relativista, que considera que los valores, instituciones y
cultura de los grupos son inconmensurables, y que todos los valores históricamente afirmados en
la cultura occidental son meramente occidentales, llegaremos, en el mejor de los casos, a un
sistema de apartheid, de guetos que se ignoran mutuamente; y, más probablemente, el conflicto
se resolverá mediante la imposición o la limpieza étnica.
Sólo si se apela a valores universales compartidos más allá de los límites de cada cultura (como,
por ejemplo, el derecho de cualquiera a disponer de los medios de adquisición y uso de su lengua
materna) puede hacerse posible una convivencia multicultural dentro de una sociedad política,
porque se reconoce que las diferencias no son base suficiente para establecer una desigualdad
de derechos, ni base apta para fundar privilegios. Sólo así será posible reconocer la pluralidad
interna de las comunidades culturales, evidencia que el discurso multiculturalista tiende a pasar
por alto deliberadamente.
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Posición, observaciones personales e interpretación:

El multiculturalismo nos sitúa ante la tensión entre la identidad política común y la diferencia
dada por la particularidad cultural que, aun siendo pre política, tiene consecuencias políticas.
Parece necesario que una concepción democrática de la ciudadanía haga visible e incorpore la
pluralidad cultural, respetando la identidad de los distintos grupos culturales y favoreciendo su
desarrollo. Esto ha de traducirse en políticas que posibiliten la educación en la lengua y cultura
de origen, el reconocimiento de las costumbres y prácticas de los grupos dentro de los límites de
los derechos fundamentales, el conocimiento por parte de todos de la cultura y tradiciones del
resto de las culturas coexistentes, la promoción de asociaciones Culturales y del acceso a los
medios de comunicación, etc.

Cabe además pensar que aun compartiendo una cultura política común, las minorías nacionales
consideren que tienen una identidad cultural específica, en función de la cual constituyen «una
sociedad distinta», lo que fundamenta su derecho a un reconocimiento en el plano político
materializado en derechos de autogobierno. En definitiva, que ignorar la pluralidad cultural bajo
el manto de la ciudadanía común exacerba el problema.
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FICHA DE LECTURA No.2

Título del documento: ¿Por qué las reflexiones éticas actuales no responden a la realidad
colombiana?
Autor (es): Fidel Alejandro Llinás Zurita.
Tipo de documento: Articulo Amanuta Revista Amauta, No. No de páginas: 15
19, pp 145.159
Referencia del documento:
http://www.uniatlantico.edu.co/uatlantico/sites/default/files/publicaciones/Capitulo%2011.pdf
Palabras clave: Ética, Éticas aplicadas, Consenso, Violencia, Acuerdo, Diálogo, Moral cristiana.

Resumen del texto: (De 2 páginas)

Las reflexiones éticas en Colombia han tenido un papel más bien de moda, mas no una influencia
real; se discute, se debate en los diferentes escenarios académicos universitarios, pero la
aplicación en la realidad de nuestro país poco impacto ha transmitido por parte de filósofos,
quienes han realizado una reflexión etérea y con poco compromiso con la realidad compleja y
violenta en este escenario del conflicto. En este trabajo se hace un breve recorrido por las
diferentes éticas en la realidad colombiana, sus huellas y la propuesta de la ética comunicativa.

“La Ética goza de una envidiable salud. Si otras partes de la filosofía andan alicaídas, como la
metafísica, a las que los forenses han desahuciado con un rotundo “posmetafísica”, la ética
rebosa vitalidad. El derecho a entender es un derecho humano que la filosofía ha despreciado;
por eso, la ética ha salido a la calle, se ha puesto a trabajar codo a codo con los médicos,
economistas, políticos, periodistas, para encontrar soluciones concretas a problemas concretos.
Este aterrizaje va cristalizando con ese conjunto de «éticas aplicadas» que constituyen su parte
más prometedora: bioética, ética de la información, ética económica y de la empresa o ética de
los negocios, eco ética, ética de la ciencia, ética de las profesiones”.

La mayoría de los estudios sobre las éticas siempre buscan la reivindicación del ser humano, en
pro de una vida más justa, más digna y más preocupada por su entorno social; cabe destacar
que las reflexiones éticas en Colombia tales como la utilitarista, marxista, axiológica,
comunicativa, liberacionista; han quedado de espaldas a nuestras acciones irracionales
y violentas, las cuales han superado dichos discursos y los ha hecho inocuos. Los iniciadores o
adalides de la dignidad humana como fueron nuestros sacerdotes de diferentes comunidades
religiosas, además de algunos filósofos cristianos e incluso filósofos seculares que en los siglos
pasados (XVIII, XIX y XX) emergieron del seno humanista de la modernidad siempre postergada
en América Latina, la mayoría de ellos se quedaron en una reflexión teórica, sin resonancia ni
receptividad en una sociedad que ya entraba en crisis por la carencia De libertad, la
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irracionalidad en el abuso de poderes y de tierras, cuya causa es la normatividad leguleya en
favor de los poderosos.

Colombia es una sociedad de tradición profundamente religiosa, incluso una encuesta del 2008
demostró que el valor que más necesita el país, para ser buenos ciudadanos es la fe, a pesar de
existir otros valores modernos que nos brindarían las mismas posibilidades de vivir mejor.

El cristianismo en Colombia participó de la violencia institucionalizada en un inicio con la Corona,


luego siguiendo esa heredad con algún régimen represivo, desnaturalizado y además investido
de moral religiosa, que no pudieron compartir los nuevos planteamientos éticos modernos no
religiosos (ej. La ética utilitarista con el Benthamismo en Colombia, siglo XIX y otros) que
pretendieron resarcir la defensa de la vida de otra manera.

Si la moral cristiana a nivel teórico y práctico entró en crisis fue porque sus principios no fueron
eternos, porque muchos de esos valores tales como: el derecho divino (el total absoluto), la
voluntad divina (gracia/pecado) y la predestinación (permanencia de la heteronomía), todas
ellas iluminadas a partir de la palabra revelada comenzaron a carecer de sentido dentro de la
sociedad colombiana, que cada día se hacía más violenta e inhumana.

En tal crisis de la moral religiosa entran en escena los “filósofos teóricos de la sospecha”, según
la visión religiosa, que derrumbaron el edificio de los eternos valores cristianos. El primero fue
Freud, quien percibió que la moral tradicional religiosa era una proyección enfermiza del
hombre; el segundo Marx, quien desmitificó la ideología dominante religiosa dentro de la clase
social burguesa, por último tenemos a Nietzsche, quien criticó la moral religiosa occidental por
ser esta una justificación de la debilidad del ser humano.

Se hace indispensable para estudiar la Bioética que esté argumentada por una ética
fundamental y coherente con la vida humana. El sentido de la vida ha sido y será uno de los ejes
centrales en donde se ha desarrollado la conciencia ética de toda la humanidad. Muchos
criticarán que este escrito se ha dedicado a escribir sobre la violencia en Colombia y el pobre
papel que han tenido las éticas frente a esta problemática. Pero muchos no se imaginan que el
desplazamiento de los campesinos, indígenas, etc., ha enriquecido a algunos pocos, y ha
provocado que los campos abandonados no sean tratados como se merecen, es decir que los
verdaderos ecologistas a cuidar esos campos son los campesinos e indígenas, que son
marginados ya sea por poco dinero o a la brava, con amenazas para quitarles sus tierras; dando
como resultado que los grandes emporios terratenientes hacen mal uso de las tierras creando
desórdenes ecológicos.

Objetivo: En un párrafo y de manera resumida, redacte el principal objetivo de la lectura.


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Como nunca en este siglo estamos frente a la sensibilidad de colocar en la cúspide como criterio
y objetivo al ser humano; por ese motivo, el imperativo kantiano no podrá convertirse nunca en
medio como lo quiere hacer la ideología capitalista con la consigna de que todos los seres
humanos se pueden comprar, manipular a través de una sociedad tecnifi cada. Esta sensibilidad
de colocar al hombre como fin es el corazón de la ética. Culminaré este escrito con la siguiente
reflexión de Pitágoras de Samos a propósito del corazón del ser humano y la ética: “Tú verás que
los males de los hombres son fruto de su elección; y que la fuente del bien la buscan lejos,
cuando la llevan dentro de su corazón”.

El utilitarismo mal interpretado en Colombia nos dio una enseñanza: “solo vale lo mío, lo otro no
cuenta”, esta actitud nos agobia de tal forma que los más violentos por pretender lograr la
felicidad hacen de las circunstancias algo beneficioso, como por ejemplo: las noticias de
periódicos cuando manifiestan lo más grotesco que vive la comunidad colombiana como robo de
los zapatos de marca a un joven, para el beneficio propio originado por la competencia del
mercado, el individuo que roba es capaz de matar a otro sin ningún escrúpulo; estas actitudes
micro son retroalimentadas en la sociedad por los padres de la Patria con sus componendas
políticas utilitaristas momentáneas, una vez conseguido el objetivo político toman distancia, así
mismo sucedió con los narcotraficantes en sus alianzas ad intra y ad extra con grupos al margen
de la ley, tal como se sabe.

Preguntas que le genera el texto (tres preguntas):

1. ¿por qué las reflexiones éticas actuales no responden a la realidad colombiana?

Las reflexiones éticas en Colombia han tenido un papel más bien de moda, mas no una influencia
real; se discute, se debate en los diferentes escenarios académicos universitarios, pero la
aplicación en la realidad de nuestro país poco impacto ha transmitido por parte de filósofos,
quienes han realizado una reflexión etérea y con poco compromiso con la realidad compleja y
violenta en este escenario del conflicto. En este trabajo se hace un breve recorrido por las
diferentes éticas en la realidad colombiana, sus huellas y la propuesta de la ética comunicativa.

2. ¿Qué se entiende por la doctrina del shock?

Se entiende por doctrina del shock aquella que llega a desestabilizar un país a través de la
guerra, la caída de su economía; y luego aquellos que suelen protestar son aniquilados por la
violencia, hasta llegar al temor imperante.

3. ¿qué significa educar en valores hoy en día?


Todos sabemos la importancia que tienen los valores en nuestra sociedad, ahora en la
actualidad es un tema muy de moda ya que dichos valores, que deben ser inculcados
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desde pequeños, se están perdiendo día a día o están cambiando, de forma que los
adolescentes carecen de ellos y esto se hace patente en el sistema educativo desde el
cual se deben seguir desarrollando la educación en valores que previamente se debió
iniciar desde el seno familiar.

Aportes que hace el texto como nuevo aprendizaje:

Es indispensable una ética que se integre con el pluralismo social, en las formas de vida, en las
opciones políticas, en los diferentes modelos de comportamiento, a partir de un mínimo de
valores, normas y actitudes comunes para que pueda darse la convivencia humana digna en las
sociedades magnas y pequeñas. Una ética pensada así podrá abrigar ideas beneficiosas para la
sociedad. Es imprescindible una ética que limite el poder que avasalla la libertad individual y
social, de tal forma que se despierte una conciencia que a la vez sea activa contra al
leviatanismo institucional imperante con sus impurezas y abusos de poder (absolutismo,
positivismo jurídico); solo así usando la crítica podremos progresar en la vida social.

El ser humano actual y supuestamente más civilizado y más humanizado no ha llegado a


comprender con una conciencia plena sobre el sentido de la vida; cada vez se nota un nivel de
inconsciencia hasta tal punto que la vida se ve como una diversión en donde los niños apegados
a la televisión, a los juegos electrónicos violentos, el desapego a la ecología, aprenden que el
sentido de la vida es un valor ambiguo.

Posición, observaciones personales e interpretación:

Se necesita una ética que apunte a la sociedad democrática y sea prenda de garantía para un
pluralismo donde podamos convivir con diversas visiones del mundo y para ello se requiera del
consenso general, pero no aquel consenso literal o estricto sino el consenso que se preocupe por
hacer cumplir, respetar, proteger, y fomentar las diferentes libertades de religión, prensa, y
derechos humanos. Se necesita una ética critica (no ideológica) y orientadora para todos los
seres humanos en su vida social (es decir, profesional, civil, política, y pública) que sea vital para
comprenderlos fines y significados del ser humano en contra de la razón instrumental.

Además que sea formativa para la autonomía, es decir una ética del sujeto y para el sujeto. La
mayoría de los estudios sobre las éticas siempre buscan la reivindicación del ser humano, en pro
de una vida más justa, más digna y más preocupada por su entorno social; cabe destacar que las
reflexiones éticas en Colombia tales como la utilitarista, marxista, axiológica, comunicativa,
liberacionista; han quedado de espaldas a nuestras acciones irracionales y violentas, las cuales
han superado dichos discursos y los ha hecho inocuos.

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