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Laurence Knight
BBC
Lunes, 28 de julio de 2014
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A Washington, que había sido esclavo, lo conmovió el drama de los niños forzados a trabajar turnos de 10 horas bajo tierra en
las laderas del Monte Etna, con cargas pesadas en temperaturas insoportables.
Pero no era la primera vez que el elemento 16 de la tabla periódica se asociaba con Satanás y su morada: de eso hay una larga
tradición cultural.
La razón más obvia es su conexión con los volcanes y las aguas termales, donde los gases -ácido sulfhídrico y dióxido de
azufre- emergen de las ardientes entrañas de la Tierra y reaccionan entre sí para formar azufre y agua.
Huevos podridos
En el horizonte aparecen unas estructuras enormes y espeluznantemente amarillas, como unos raros muros escalonados. De más
cerca, resulta que no son edificios sino inmensos bloques de azufre puro... millones de toneladas. El más grande mide 260m x
340m y tiene unos 20 metros de altura, lo que significa que es aproximadamente del mismo volumen que el Burj Khalifa, el
rascacielos más alto del mundo.
¿¿¿???
¿Por qué tanto de este útil elemento está ahí desperdiciado en medio de la nada en Canadá?
Quedan pocos extrayendo azufre de las minas.
La respuesta es que estamos produciendo más de lo que podemos usar.
Ya nadie saca azufre de la tierra, aparte de algunos javaneses que todavía lo recogen en un volcán activo. Hoy en día es un
subproducto de la industria petroquímica.
El petróleo, gas y carbón "ácidos" contienen azufre. Son ácidos, pues cuando arden producen esos vapores acres de dióxido de
azufre, que eventualmente vuelven a caer en el suelo en la forma de lluvia ácida.
Para quienes son muy jóvenes para recordar, la lluvia ácida fue una de las primeras crisis del medio ambiente. En los años 70, se
hizo evidente que esas gotas sulfurosas estaban matando árboles, disolviendo estatuas y afectando los ecosistemas acuáticos.
Fue entonces que se aprobaron leyes que alentaban a las compañías energéticas para que redujeran sus emisiones, entre ellas, un
sistema de intercambio de permisos de contaminación en Estados Unidos que resultó muy efectivo.
Una parte de la solución fue dejar de usar las fuentes de combustible más ricas en azufre; otra, extraer el azufre antes de
quemarlo.
Los bloques de azufre en Alberta son residuos de las arenas bituminosas productoras de petróleo de la provincia canadiense. Se
han estado acumulando durante años, con el precio del azufre bajo desde el final de la década de los 90.
"No lo pueden transportar de una manera económica a los mercados desde Alberta", explica Richard Hands, editor de la revista
de la industria Azufre. "Entonces se quedan ahí, varios miles de toneladas, en esos masivos bloques".
De infernal a paradisíaco. Así como puede ser tremendamente corrosivo y absolutamente útil, nos da paisajes aterradores y otros,
como éste, encantadores.
No sólo el ácido sulfúrico ayuda a producir fertilizantes de fosfato, sino que el elemento azufre es, en sí mismo, un nutriente
para las plantas y los animales (0,25% de nuestro cuerpo está compuesto de azufre, y no es sólo pelo).
Las mismas restricciones ecológicas que crearon el exceso de azufre hacen que los agricultores ahora necesiten comprarlo.
"Irónicamente, una de las razones por las que ahora necesitamos añadir azufre a la tierra es que cuando se implementaron las
leyes sobre las emisiones, cayó menos azufre al suelo por medio de la lluvia ácida", explica a la BBC Mike Lumley, de Shell
Sulphur Solutions, un departamento del gigante petrolero angloholandés.
Hay que tener en cuenta que, aunque parezca mucho, el exceso de azufre con el que contamos hoy en día no va a durar para
siempre. Eventualmente, el petróleo y gas ácido se acabará o el mundo dejará de explotarlos, pues pasará a usar fuentes de
energía más limpias y potencialmente más baratas.
Entre tanto, con la población global en camino a alcanzar los 10.000 millones para mediados del siglo, la necesidad de aumentar
las cosechas se intensificará y eso implicará mucha demanda de azufre, tanto como fertilizador en sí mismo como para producir
otros.
Así que mi consejo es que vaya pronto a visitar esa maravilla amarilla que tienen los canadienses antes de que desaparezca.
El hombre que trajo el azufre
Joshua Ward era un curandero y estafador. Nació en Yorkshire, Inglaterra, y se mudó a Londres. Inventó una medicina que
llamó "La gota de Joshua Ward" que vendía prometiendo que curaba a la gente de cualquier enfermedad que tuviera.
Lo condenaron por fraude y escapó a Francia, donde vivió durante 15 años hasta que volvió a Inglaterra y el rey Jorge II lo
perdonó.
Instaló su "taller de espíritu de vitriolo (cómo se le llamaba en la antigüedad al ácido sulfúrico)" en Twickenham en 1736.
Producía el ácido encendiendo salitre en grandes cantidades para lograr una producción continua. Así, el precio se redujo
considerablemente.
Pero el olor era insoportable e impregnaba toda la vecindad. La gente se cansó y se quejó con el gobierno, que lo obligó a cerrar
el negocio.
Ward era toda una celebridad, tanto que el poeta Alexander Pope escribió sobre él. Lo enterraron en la Abadía de Westminster.
Le había encargado al escultor italiano Agostino Carlini una estatua de sí mismo para tal propósito, pero fue considerada
demasiado ostentosa para la abadía.
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