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Colegio de Educación Profesional

Técnica del Estado de Coahuila


Plantel Monclova

Módulo: Interpretación de hechos y fenómenos en estructuras


sociales

Ensayo: Realiza un análisis crítico-reflexivo a partir de la


interpretación de hechos y fenómenos en estructuras sociales del
desarrollo de la estructura socioeconómica de la sociedad
mexicana.

Maestra: Marcela Aurelia Adame Pardo.


Nombre: Ana Laura Cruz Vicente
Introducción
Al terminar 1976, México atravesaba por una grave crisis económica caracterizada por
una espiral inflacionaria, un estancamiento en el crecimiento del producto, una deuda
exterior voluminosa y creciente, una contracción de la inversión privada, un sector
financiero en condiciones críticas, una moneda devaluada y con tipo de cambio inestable
y una “pérdida de confianza” de amplios sectores de la población en la capacidad del
Estado para conducir al país por vías económicas y políticas seguras.
Seis años antes, en 1970, la situación era justamente inversa: la economía mexicana era
considerada como el ejemplo a imitar de una estrategia del sector externo, control de
precios y crecimiento económico.
El gran contraste entre la situación económica al inicio con la del fin del período del
presidente Echeverría dio pie a innumerables juicios superficiales que lejos de aclarar el
panorama, lo han oscurecido.
Últimamente se han producido varios estudios que tratan de conocer y precisar la
verdadera naturaleza de la política económica de ese sexenio. Sus visiones y posiciones
son diversas.

El enfoque político
Para Carlos Tello (La política económica en México, 1970-1976), el curso de las
principales variables económicas durante la administración del presidente Echeverría,
toma su pleno sentido a la luz del enfrentamiento sostenido entre el Estado y la iniciativa
privada. Por esta razón denominamos político al enfoque de Tello.
El Estado está plenamente consciente de la necesidad del cambio: el crecimiento
económico mexicano debe beneficiar a los estratos más numerosos y más pobres de la
población; sabe que esto implica modificar el rumbo de la política económica, pero no
tiene claridad sobre las medidas necesarias para lograrlo.
El escenario: en los años anteriores el Estado adoptó una estrategia de desarrollo
económico basada en la excesiva protección a la industria, tanto por la vía comercial
como fiscal; una estructura de precios que descapitalizó a la agricultura; un sistema
tributario sumamente débil, y una peligrosa dependencia gubernamental del crédito del
sistema financiero privado.
Los años de 1972 y 1973 presencian lo que sería la tónica del sexenio de Echeverría: el
sector privado recibe con alarma y rechazo las nuevas medidas del Estado, como las
tendientes a regular la inversión extranjera o las dirigidas a establecer una mayor
participación del Estado en la economía, y reduce fuertemente la inversión; el sector
público adopta una política de recurrente aceleración y freno del gasto público.
El resultado económico de esos dos años se resume en un mayor crecimiento, pero
también en mayores desequilibrios comerciales y financieros, y en una inflación cada vez
mayor. Ya en 1973 se advierte que el proceso iniciado está desencadenado de manera
creciente el efecto de las contradicciones heredadas del modelo anterior, especialmente
en balanza de pagos y situación fiscal.
Situación fiscal
El periodo que media entre enero de 1974 y agosto de 1976 establece los prolegómenos
del desenlace. Además de la necesidad de continuar con el ajuste estructural de la
economía, las condiciones coyunturales, caracterizadas en lo externo por una profunda
recesión económica y fuertes presiones inflacionarias, y en lo interno por una retracción
de la inversión privada.
El instrumento utilizado es nuevamente la expansión del gasto público en 1974 y 1975.
Sin embargo, a lo largo de todo este período, las contradicciones económicas se siguen
agudizando, y el sector privado arrecia sus críticas al Gobierno.
El enfoque estructural
En su libro Crisis y coyuntura de la de economía mexicana, Luis Angeles analiza las
condiciones estructurales sobre que se desenvuelve la política económica echeverrista.
El panorama hacia 1970 se caracteriza por un modelo de crecimiento económico agotado;
una industria ineficiente, incapaz de absorber mano de obra a ritmos aceptables, y de
incursionar con éxito en el mercado externo; una agricultura en declive que se encuentra
no sólo inhabilitada para apoyar el crecimiento económico.
Esta estructura, producto del largo período de la aplicación de la política de desarrollo
estabilizador, había alcanzado en 1970 uno de sus últimos momentos de viabilidad
económica.
A partir de ese momento la economía mexicana se encontraba atrapada en su propia
crisis: la distorsionada distribución del ingreso y la creciente incapacidad de la economía
para crear empleos, determinaban una demanda interna débil, que sólo podía tender al
estancamiento.
En tales condiciones el gobierno del presidente Echeverría realiza desde sus inicios un
ajuste de prioridades: se abandona la búsqueda del crecimiento industrial a toda costa y
se opta por el aumento del empleo, la distribución del ingreso y la reducción de la
dependencia externa.
La única salida era expandir el gasto público y orientarlo a romper estrangulamientos.
Esta opción, si bien representaba ventajas en relación al estancamiento, estaba
condenada a agudizar las contracciones de la economía mexicana.
En el período 1972-1976 el crecimiento económico logrado es en buena medida producto
de la actividad económica del Estado. Sin embargo, debido a la ausencia de
transformaciones estructurales, las contradicciones se agudizan.
Surge una crisis fiscal, derivada de la falta de adecuación entre las políticas de ingresos y
egresos del Estado; una crisis industrial, que acentúa el carácter anti exportador de la
industria y aumenta sus importaciones; una crisis agrícola, que hace deficitaria la balanza
alimenticia, y una crisis del sector externo, que finalmente desemboca en la devaluación.
Como se habrá visto, existen muchas coincidencias en los dos enfoques que hasta aquí
se han visto. Si bien ambos consideran importantes las condiciones políticas y
estructurales, Tello parece dar más importancia a las primeras y Angeles a las segundas.
Sin embargo, hay varios puntos de discrepancia entre ellos: la inflación se explica en
buena parte, para Angeles, como producto de la crisis de abastecimiento-producción de la
economía; para Tello, responde a la especulación de la iniciativa privada en su afán de
conservar elevadas tasas de ganancia.
Es interesante observar que tanto Tello como Angeles se muestran poco críticos de la
forma como el Estado aumentó su participación en la economía. Si bien ambos señalan la
existencia de una crisis fiscal, derivada del aumento de la brecha entre ingresos y egresos
del Estado, no analizan la forma de financiamiento del déficit ni sus implicaciones en la
economía y en el sistema financiero.
El enfoque monetario
Una de las ventajas de este enfoque es que establece la compatibilidad entre las metas
individuales de una política económica; su principal desventaja consiste en que con
frecuencia es incapaz de dar cuenta de la naturaleza o el mecanismo interno de los
fenómenos que consigna.
Conforme a la versión más simple de esta teoría, el nivel interno de precios de una
economía como la mexicana queda determinado exógenamente, con lo cual el ajuste en
el mercado monetario se realiza mediante movimientos en las reservas internacionales.
Gómez Oliver concluye entre otras cosas que: (a) el nivel de las importaciones depende
de los cambios en el ingreso real y en el exceso de oferta de dinero; (b) las exportaciones
dependen de los cambios en el producto real del resto del mundo y del cambio en los
precios relativos, y (c) los resultados en la cuenta corriente y en el nivel interno de precios
están estrechamente vinculados al cambio en la diferencia entre la tasa de adquisición
neta de activos internos por el sistema bancario y la tasa de crecimiento de la demanda
de dinero.
Del lado comercial, una expansión del crédito interno hubiera significado un aumento de
las importaciones y del nivel de precios. La inflación hubiera gravitado sobre los precios
relativos de las exportaciones, impidiendo su crecimiento.
El resultado hubiera sido un mayor deterioro del sector externo de la economía que
hubiera desencadenado mucho más rápidamente una devaluación.
El enfoque monetario permitiría también hacer una evaluación provisional de la política
económica en el período 1970-1976. Según ésta, el factor precipitante de la crisis sería el
aumento del gasto público, pues dada la brecha entre ingresos y egresos del Gobierno, la
crisis fiscal era inevitable.
Esta última lesionó gravemente al sistema financiero, al reducir la propensión a ahorrar y
al estimular la dolarización de la economía. De esta forma, la inversión se contrae y, con
ella, el crecimiento del producto interno bruto.
Los primeros, de hecho suponen que la utilización de la capacidad productiva de la
economía es muy baja, con lo cual los aumentos en la oferta monetaria, no tienen efectos
inflacionarios. Aunque este supuesto puede ser válido en un momento dado, es
exagerado afirmar que cuando el déficit público pasa de 2.5 a 7.4 por ciento del producto
interno bruto, financiándose parcialmente mediante la emisión monetaria, no habrá
aumento en precios.
Un nuevo enfoque
Los estudios analizados permiten desentrañar, por lo menos de una manera provisional,
la naturaleza de las transformaciones ocurridas a la economía mexicana en el período
1970-1976. Parece indudable que el crecimiento económico alcanzado hasta principios de
esta década se logró a base de retrasar cambios importantes en la política económica.
En estas condiciones de tensión era fácil perder el rumbo. La respuesta del presidente
Echeverría fue ampliar la participación del Estado en la economía. Es indudable que este
era un paso necesario, pues la continuidad del desarrollo requería romper los
estrangulamientos de la economía y hacer más equitativa la distribución del ingreso.
El punto más débil de esta estrategia estuvo determinado por la ausencia de una reforma
fiscal. Al aumentar la brecha entre ingresos y egresos del Estado, y dada la dependencia
del Gobierno del sector financiero privado para financiar su déficit, los demás
desequilibrios de la economía mexicana alcanzaron un punto crítico.
A lo largo de todo el período la inversión privada quedó bloqueada por el agotamiento de
la demanda interna, el temor a los cambios institucionales y la adversa coyuntura exterior.
Si bien la política fiscal tuvo graves deficiencias, los argumentos que condenan a la
política monetaria no son convincentes. Este último punto puede ubicarse en la polémica
que desde hace décadas mantienen los estudiosos de las economías latinoamericanas
afiliados a las teorías estructural y monetaria.
Hace poco más de dos años que concluyó el controvertido sexenio del presidente
Echeverría. Puede decirse que luego de las discusiones superficiales y cargadas de
emotividad que se sucedieron inmediatamente después de la conclusión de ese periodo,
se va configurando una bibliografía sería que por distintas vías trata de dar objetividad al
análisis de un fenómeno tan importante en la historia del México moderno.
Del estudio y la discusión de esos textos, y de las nuevas investigaciones sobre el tema,
habrá de derivarse un incalculable beneficio para la capacidad autocrítica del país y para
la definición de sus nuevas políticas.

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