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Taller de Derecho Laboral Nro.

Alumnos:

Zuccari, Juan Martin

Gomez, Dulio Alejandro

Zalazar, Diego

Derecho Individual del Trabajo.

La Relación Laboral

Contratos Precarios del Estado. Naturaleza de la relación laboral.

En esta exposición abordaremos una cuestión que se encuentra en el límite entre nuestra asignatura y
aquella que estudia los aspectos legales de la Administración Pública: El trabajo precario en el ámbito
del Estado.

Si bien las relaciones laborales en las que el Estado es parte se hayan reguladas por la Ley de Empleo
Público (Ley 25.164 a nivel nacional), y nuestra materia se centra en aquellas relaciones regidas por la
LCT, cuya aplicación resulta expresamente excluida respecto de los trabajadores del Estado en virtud de
su Art. 2, la relación que se constituye entre el Estado cómo empleador y el agente público, es de índole
laboral, y cómo tal protegida constitucionalmente por el Art. 14 bis, ya que está norma tutela al trabajo
“en todas sus formas”.

El empleo público.

El trabajo en la administración pública se da en tres modalidades, dos de ellas regulares y la tercera


excepcional:

Personal de planta permanente: Cuenta con una amplia gama de derechos laborales, enumerados en
forma no taxativa por el art. 16 de la ley 25.164, entre otros, retribución justa, igualdad de
oportunidades en la carrera, libre afiliación sindical, etc. Y además cuenta con la estabilidad plena del
empleo, es decir, no solo no puede ser despedido sino que mantiene el nivel alcanzado en la carrera, y
su cesantía solo puede ser conseguida por medio de la instrucción de un sumario por alguna de las
causales previstas en la ley, o por la desaparición del puesto de trabajo por reestructuración, y no sin
antes pasar por un período de disponibilidad.
Personal de planta transitoria: Ingresantes al empleo público que aún no cuentan con la estabilidad en
el cargo, sin embargo todos los demás derechos del art. 16 le corresponden. Es un estado que debería
tender a concluir en la adquisición de la permanencia, aunque suele extenderse demasiado en el
tiempo, más aún desde la reestructuración del Estado de los años 90.

Personal contratado: Son trabajadores que ingresan a cumplir tareas de forma estacional o transitoria,
que no son las normales y habituales de la administración, y que no puedan ser cubiertas por personal
de planta permanente. La modalidad de contratación no es por medio de un procedimiento de ingreso
como en los casos anteriores sino que suele ser directa, en virtud de una locación de servicio, o figuras
similares, facturando el trabajador de forma periódica, mediante su adhesión al régimen de
monotributo.

¿Fraude laboral por parte del Estado?

La figura del personal contratado, con cada vez mayor incidencia desde los 90, viene utilizándose de
forma desnaturalizada para incorporar personal precarizado a realizar tareas propias y habituales de la
administración. De este modo encontramos en muchos sectores de la Administración personas
cumpliendo la misma tarea estando unas amparadas por el régimen de estabilidad y teniendo otras
negada incluso la condición de trabajador.

Y aquí es donde la frontera entre el régimen de empleo público y la ley laboral comienza a desdibujarse.
El contratado para cumplir tareas propias de la administración, ¿es un empleado público precarizado?
¿Existe tal categoría?

La persona que ingresa a trabajar en estas condiciones, no ha pasado por el proceso de selección que
transitan los empleados de las plantas transitoria y permanente. Incluso puede tratarse de un favor
personal o político de algún funcionario a cargo de las contrataciones, situación que suele generar
rispideces entre los empleados regulares y los precarios, en especial entre estos últimos, respecto de
aquellos que cuentan de facto con algún tipo de jerarquía, cómo puede suceder con ciertas consultorías.

Tampoco es posible encuadrar su situación en la del contratado a tiempo determinado para trabajo
estacional o transitorio, puesto que las funciones que cumple al ser las normales y habituales, excluyen
la aplicación de dicho régimen. En cambio, hacen evidente que la realidad de la relación es que está
dada por tiempo indeterminado, más allá de que su extensión en el tiempo dependa de la renovación
del correspondiente contrato. A su vez también es frecuente que el personal contratado de esta forma,
cumpla horario y reciba directivas de personal jerárquico del mismo modo que el de planta permanente
o transitoria.

El fallo Martínez c/Universidad de Quilmes

Está claro entonces que se trata de una relación laboral encubierta, el problema es la naturaleza de
dicha relación.
Ésta incertidumbre se puso de manifiesto en el caso Martínez contra Universidad de Quilmes, en el cual
la mayor parte del proceso (1ra y 2da instancia) se realizó en la justicia laboral y bajo la caratula
“despido sin justa causa” por entender los magistrados intervinientes que la relación entre Martínez,
que cumplia tareas de maestranza, y la Universidad, oculta bajo el régimen del Contrato de Locación a
tiempo determinado, se trataba de una relación de dependencia regida por la LCT, y de ese modo se
sentenció y se sostuvo en la segunda instancia condenar a la demandada al pago de la indemnización del
art. 245 de dicha ley.

Sin embargo los argumentos para tal solución fueron considerados insuficientes por la Corte Suprema,
puesto que no se configuraba en el caso concreto, la sujeción “por acto expreso” al régimen de la LCT
exigida por el Art. 2 de dicha norma al final de su inc. a), siendo insuficiente a tal efecto el hecho de que
se percibieran los haberes a través de una cuenta sueldo, un horario de trabajo y la facultad de dirección
del trabajo del demandante por parte de la jerarquía de la casa de altos estudios.

Sin embargo, sí se da por configurado el fraude a la ley, en tanto que ordena se dicte sentencia
aplicando por analogía la indemnización del Art. 11 de la Ley Marco del Empleo Público, a saber, “un (1)
mes de sueldo por cada año de servicio o fracción mayor de tres meses, tomando como base la mejor
remuneración mensual, normal y habitual percibida durante el último año o durante el tiempo de
prestación de servicios si éste fuera menor” más lo que le hubiera correspondido por el período de
disponibilidad que establece dicha norma en su tercer párrafo, entre 6 y 12 meses, de acuerdo a su
antigüedad .

Resulta notorio, a pesar de la remisión al derecho administrativo, que la solución no termina aún de
cuadrar en éste régimen, en cuanto queda descartada la posibilidad de reincorporación. Por otro lado,
también quedan fuera de juego las multas que establece la legislación laboral sobre registración
defectuosa.

CONCLUSIÓN:

La situación del contratado de forma irregular por el Estado, es en efecto, un trabajo en relación de
dependencia oculto, y como tal un caso de fraude a la ley. Sin embargo, tanto la normativa del derecho
administrativo, cómo el régimen laboral vigente adolecen de un vacío legal acerca de las consecuencias
derivadas de la extinción de esta relación, en cuanto aquella no admite su existencia y éste la excluye
expresamente de su competencia.

Por lo tanto nos encontramos frente a una situación marginal y limítrofe de ambas categorías, cuyo
amparo se construye de forma pretoriana.

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