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¿Sería lógico atribuir tal perfección de diseño y organización al ciego azar? Digamos
que usted se topa con un manual sumamente técnico de un millón de páginas escrito
en un código eficaz y elegante. ¿Concluiría que de algún modo se escribió a sí
mismo? ¿Y si fuera tan diminuto que necesitara un microscopio potente para leerlo?
¿Y si, además, contuviera instrucciones específicas para la fabricación de una
máquina inteligente que se reparara y se duplicara sola, compuesta de miles de
millones de piezas que encajaran unas con otras en el momento exacto y de forma
precisa? De seguro, jamás se le ocurriría pensar que dicho libro apareció de la nada.
Nacionalidad británico
Campo Biología
Astrónomos como sir William Herschel y Percival Lowell, del siglo XVIII y XIX,
respectivamente, afirmaron que el planeta rojo bullía de vida inteligente, y la teoría
darwiniana de la evolución pareció fomentar esa idea. No obstante, todas aquellas
especulaciones han quedado en nada. Las imágenes y datos que han aportado los
satélites muestran un terreno árido y una tenue atmósfera, compuesta en su mayor parte
de dióxido de carbono
Pero normalmente alude a la teoría de que la vida apareció al surgir de la materia inerte células con capacidad de reproducirse,
y de que estas poco a poco se transformaron en seres cada vez más complejos, siendo el hombre el más inteligente. En estos
artículos utilizamos la palabra evolución en este último sentido
MUCHOS investigadores que estudian biología, genética y materias relacionadas lo hacen desde la perspectiva de la teoría
de la evolución, pero esa visión a menudo los ha llevado a falsas conclusiones. Por ejemplo, los primeros darwinistas calificaron
de rudimentarios ciertos órganos, como el apéndice, la hipófisis y las amígdalas. Para ellos, eran vestigios del proceso evolutivo
porque les parecía que ya no cumplían ninguna función en el organismo. Sin embargo, con el tiempo se descubrió su
importante papel, y las antiguas ideas evolucionistas se fueron a la basura.
Algo parecido ha ocurrido recientemente en el campo de la genética. Según las primeras investigaciones, el 98% del ADN
del ser humano y otros organismos carecía de función específica, y muchas personas que estaban influidas por la teoría de la
evolución dieron por hecho que era “chatarra evolutiva”. Su opinión se convirtió en dogma.
Pero de nuevo resultó falsa una suposición basada en el darwinismo. La ciencia descubrió hace poco que ese ADN
“chatarra” es esencial en el organismo, pues produce variedades específicas de ARN (ácido ribonucleico