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II. La autorrealización del hombre puede ser entendida a plenitud en relación con el
concepto de trabajo. Trabajo y capital no son únicamente categorías económicas;
son asimismo categorías antropológicas. El capital es lo que se acumula, representa
al pasado; el trabajo es o debe ser cuando sea libre –de trabajo forzado, enajenado y
sin sentido a trabajo libre, emancipado, productivo, con sentido (como fruto del
hombre activo, que se experimenta a sí mismo, y productivo que capta y abarca el
mundo con sus propias facultades–, la expresión de la vida –proceso de
autocreación del hombre, concebido como actividad personal–. El trabajo es la
autoexpresión del hombre, una expresión de sus facultades físicas y mentales
individuales.
La historia es la historia de la autorrealización del hombre –la autocreación
del hombre a través del proceso de su trabajo y producción; el hombre, como hace
la historia, es su propio producto.
III. Los sentidos del hombre, en tanto que son sentidos animales, sólo tienen un sentido
limitado. Los sentidos que el hombre tiene, por así decir, naturalmente, tienen que
conformarse de acuerdo con los objetos exteriores. Cualquier objeto sólo puede
confirmar una de mis facultades. No son sólo los cinco sentidos [del cuerpo], sino
también los sentido espirituales –la sensibilidad humana y el carácter humano de los
sentidos– los que pueden surgir mediante la existencia de su objeto, mediante la
naturaleza humanizada.
Los objetos [para Marx] confirman y realizan la individualidad del hombre.
La manera en que estos objetos se convierten en suyos depende de la naturaleza del
objeto y la naturaleza de la facultad correspondiente. El carácter distintivo de cada
facultad es, precisamente, su esencia característica y así, también, el modo
característico de su objetivación, de su ser viviente, objetivamente real –de lo que es
en el tiempo en que existe-.
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©2017 Octavio Martínez López
Relacionándose con el mundo objetivo, a través de sus facultades, el mundo exterior
se vuelve real para el hombre.
II. Hegel acuñó el concepto de enajenación. La historia del hombre es, al mismo
tiempo, la historia de la enajenación del hombre. El espíritu busca la realización de
su idea; pero, al hacerlo, esconde ese fin a su propia visión y siente orgullo y
satisfacción en esta enajenación de su propia esencia. El concepto de enajenación
(como para Marx) se basa en la distinción entre existencia y esencia, en el hecho de
que la existencia del hombre está enajenada de su esencia; que, en realidad, no es
lo que potencialmente es, o, para decirlo de otra manera, que no es lo que debiera
ser y debe ser lo que podría ser.
IV. La concepción del proceso activo dentro del hombre se encuentra también en
Spinoza. [Para él], todos los afectos debían dividirse en afectos pasivos (pasiones), a
través de los cuales el hombre sufre y no tiene una idea adecuada de la realidad; y
afectos activos (acciones), en los que el hombre es libre y productivo.
V. De acuerdo con Kant, el hombre debe ser siempre un fin en sí mismo y nunca un
medio para realizar un fin.