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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN LABORAL

Bogotá, D.C., diecisiete (17) de febrero de dos mil nueve (2009).


Radicación No. 31992
Acta No. 06
Magistrado Ponente: FRANCISCO JAVIER RICAURTE GÓMEZ

Procede la Corte a decidir el recurso extraordinario de casación interpuesto por GILDARDO


ABAD CIRO, a través de apoderado judicial, con el que recurre la sentencia proferida por el
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Judicial de Pereira, Sala Laboral, el 21 de febrero de
2007, dentro del proceso ordinario laboral que promovió en contra de COLMENA RIESGOS
PROFESIONALES, extendido a la JUNTA NACIONAL DE CALIFICACIÓN DE INVALIDEZ, en
carácter de litisconsorte.

ANTECEDENTES

El recurrente, a quien la Junta Regional de Invalidez de Risaralda, otorgara una calificación de


55.59% de pérdida de capacidad laboral, y al que, por impugnación de dictamen, ejercitada por
Colmena Riesgos Profesionales, la Junta Nacional de Invalidez posteriormente se la rebajara a
43.21%, al modificar los puntajes asignados a los rubros de deficiencia, discapacidad y
minusvalía, cuestiona la referida sentencia del señalado Tribunal, mediante la que revocó la
sentencia de primera instancia proferida el 15 de diciembre de 2006 por la señora Juez Primero
Laboral del Circuito de Pereira, que había concedido la pensión de invalidez deprecada.

Por accidente de trabajo, el actor, que fungía como tallador en un trapiche, perdió su miembro
superior derecho, dominante, al resbalar y ser afectado ese órgano por dicha máquina. Estaba
afiliado a Colmena Riesgos Profesionales para el cubrimiento de siniestros laborales.

La Junta Regional de Calificación de Invalidez de Risaralda le adjudicó un 55.59% de


incapacidad laboral, así: 31.74% por deficiencia; 7.60 por discapacidad y 16.25% por
minusvalía. (fl. 25 rev).

En el ítem correspondiente a deficiencia el porcentaje se discriminó así (fl. 25 rev):

AMPUTACIÓN MSD: 28.5%


Dominancia 20% 5.7%
Estrés Postraumático 10.0

Ante la antedicha apelación de Colmena, la Junta Nacional de Invalidez rebajó la incapacidad


laboral a 43.21%, así: El porcentaje de deficiencia lo redujo a 26.36%, el de discapacidad a
4.6% y el de minusvalía a 12.25%.

El de deficiencia lo discriminó así:

Amputación del MSD a nivel del tercio distal (miembro dominante) 23.73%

Menos 30% por prótesis funcional y estética.

Estrés postraumático clase I 10%

Para obtener el 26.36% aplicó la fórmula A + (B (50-A) también aplicada por la Regional.
100
Ante el porcentaje de incapacidad laboral señalado por la Junta Nacional de Invalidez, el señor
Abad promovió el proceso ordinario laboral en cuya demanda inicial deprecó la declaratoria de
ineficacia de la calificación de la pérdida de capacidad laboral dada por la prementada Junta
Nacional y, como corolario, se condenara a la demandada principal al reconocimiento y pago
de la pensión de invalidez desde el 16 de diciembre de 2000, más costas.

En la demanda inicial, el actor alegó que la actuación de la Junta Nacional de Calificación de


Invalidez se había tornado ineficaz porque se vulneró el procedimiento de la notificación al no
habérsela realizado y por no registrarse el número de dictamen ni la fecha de realización.
Además, arguyó que la JNCI había tenido errores de derecho (sic) en la calificación dada,
específicamente en el criterio DEFICIENCIAS, por reducirlo en un 30% al aducir que la prótesis
suministrada al accidentado era estética y funcional. Además, que tuvo error al calificar el
criterio MINUSVALÍA respecto del factor ocupacional, al darle 7.5 (cambio de ocupación), a
sabiendas que era un 10%, pues su ocupación corresponde a reducida, según el capítulo IV,
numeral 4.4. del mencionado Manual.

Dijo, finalmente: “Para el presente asunto es inocultable la posición de la ARP COLMENA en el


sentido de desvirtuar el verdadero estado de invalidez del señor Gildardo Abad Ciro, a toda
costa, pretendiendo demostrar que la prótesis colocada sobre el miembro superior (mano
derecha (sic) miembro dominante) es ESTÉTICA y FUNCIONAL, para obtener –como en efecto
lo obtuvo – calificara a mi mandante como no inválido y en consecuencia quedara exonerada la
entidad al (sic) pago de la pensión de invalidez”.

La demandada inicial se opuso a las pretensiones. Alegó que no había sido la autora del
cuestionado dictamen y, por tanto, no era reclamable por la vía judicial pretensión alguna sobre
el experticio; que no había conexidad entre la primera y segunda pretensión. Como
excepciones perentorias propuso las de falta de legitimación en la causa por pasiva, indebida
acumulación de pretensiones, petición antes de tiempo, ausencia de conflicto entre el
demandante y la demandada, ausencia de invalidez e inexistencia de la obligación.

La juez a quo hizo extensiva la demanda a la Junta Nacional de Calificación de Invalidez,


organismo que no concurrió al proceso y solo limitó su actuar a solicitar suspensión de la
audiencia de conciliación por motivos de fuerza mayor (fl. 94).

Las instancias culminaron conforme a lo atrás reseñado. Es de señalar que, en la primera


instancia, la actividad probatoria se orientó a determinar si la prótesis adjudicada al actor era o
no funcional y estética, ya que por darle tal carácter la Junta Nacional de Calificación de
Invalidez había rebajado el porcentaje de deficiencia del actor en un 30%. Una perito médico
dictaminó que no tenía tal calidad, lo cual no fue objetado. No hubo actividad probatoria
respecto del ítem de minusvalía. La a quo, con base en tal peritaje, modificó el factor
deficiencia, con el simple procedimiento de sumar un 30% al porcentaje adjudicado por la Junta
en el rubro de amputación del MSD; respecto del factor minusvalía, estimó que no había
prueba que lo controvirtiera como criterio científico. No hubo inconformidad de las partes sobre
este último criterio.

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Al conocer del proceso por apelación de Colmena Riesgos Profesionales, el ad quem revocó la
decisión de la a quo.

El fallador dejó en claro que, aun cuando en la demanda inicial se había alegado que la
decisión de la Junta Nacional de invalidez no se había notificado al accionante, de lo que se
trataba en el proceso era de establecer el porcentaje real de pérdida de la capacidad laboral del
actor para, a renglón seguido, determinar si le asistía o no derecho a la pensión de invalidez.

Avaló el experticio médico obtenido en primera instancia respecto del carácter no estético ni
funcional de la prótesis suministrada al demandante y el consecuente aumento del factor
deficiencia en un 30%, pero discrepó de la sumatoria simple realizada por la a quo de ese
porcentaje al incrementarlo al valor que por amputación del miembro superior derecho
dominante había otorgado la Junta Nacional de Invalidez. En su lugar, recurrió a la fórmula
contemplada en el Manual Único de Calificación de Invalidez y obtuvo así un 31.74% como
total de deficiencia.

Advirtió que el resto de rubros a tomar en cuenta para la determinación de la incapacidad


laboral del accionante (discapacidad y minusvalía), no eran susceptibles de modificarse porque,
de un lado, el dictamen al que atrás se aludió era solo sobre el ítem de deficiencia y, además,
porque los otros dos mencionados no habían sido rebatidos en el proceso ni recurridos en la
alzada, amén de no contarse en el proceso con los elementos de juicio necesarios para su
variación.

Al obtener, entonces, una sumatoria total de 48.49% por concepto de incapacidad laboral del
demandante, procedió a revocar la sentencia de primera instancia.

Así argumentó el ad quem:

“Sea lo primero determinar que en el presente asunto, de lo que se trata es de establecer el


porcentaje real de pérdida de la capacidad laboral del señor Gildardo Abad para establecer a
renglón seguido si le asiste o no derecho a la pensión de invalidez.”
“La a quo estimó que sí, que con las pruebas allegadas al plenario y las practicadas dentro del
mismo eran suficientes para acceder a las pretensiones y en consecuencia condenar a la ARP
Colmena.”

“Son varios los motivos de inconformidad que se exponen en el recurso de alzada que se revisa:

“(…)”

“Corno se observa, el recurso va encaminado casi exclusivamente a desvirtuar no solo el


experticio en el que se amparó la juez de primera instancia para determinar el estado de
invalidez del señor Abad Ciro, sino además la operación que efectuó posteriormente la
falladora para determinar el porcentaje de pérdida de capacidad laboral del actor.”

“Ninguna duda o controversia se ha planteado respecto al origen de la pérdida de


capacidad laboral del actor, que ocurrió en razón del trabajo que desarrollaba como tallador en
la empresa Abaco Trade S.A., el 16 de diciembre del año 2000.”

“Para valorar tal pérdida aparece al folio 15 del expediente, un concepto rendido por el
médico fisiatra y ocupacional doctor José Femando López Herrera quien calificó la misma en
un porcentaje de 51.75% expresando que el mismo se rinde de acuerdo al Decreto 917 de
1999. Es de anotar, que aunque el demandante expresa que dicha valoración se realizó por
petición de la ARP demandada (hecho 3° de la demanda, fl. 5), esa entidad lo negó
enfáticamente, fl. 54.”

“Posteriormente, esta vez sí, a petición de la aseguradora en mención –fl. 22-, el paciente fue
valorado por la Junta de Calificación de Invalidez del Risaralda, quien diagnosticó una
pérdida de capacidad laboral del 55.59%, fls. 25 y 26.”
“En forma oportuna, Colmena Riesgos Profesionales presentó los recursos de reposición y
apelación en contra de tal decisión; el primero fue resuelto en forma negativa por la mencionada
Junta, fl. 28, quien se ratificó en su posición de que no había lugar a la disminución del
porcentaje de "Deficiencias", por cuanto esa Junta consideraba que la prótesis no era funcional
ni estética fl. 28.”
“El recurso vertical, por el contrario, resultó favorable a los intereses de la entidad, fl. 30, la
Junta Nacional de Calificación de Invalidez en dictamen rendido el 19 de marzo del 2002,
determinó reducir el porcentaje total por "Deficiencias", “Discapacidad” y "Minusvaiía" al 43,21%.”

“Es de anotar que la citada valoración efectuada por la Junta Nacional que fuera aportada al
proceso carece de sustento adicional alguno, sólo se observa en él una considerable
disminución en cada uno de los ítems calificados, que generó a la postre la pérdida del
derecho que por esta vía reclama el actor.”
“La ARP Colmena procedió entonces a cancelar la indemnización al actor, fl, 31. Éste, efectivamente,
recibió la suma, aunque aclarando que la tenía como "abono o compensación a las
futuras mesadas por la Pensión de Invalidez debido a la pérdida del brazo derecho, fuente
de mis ingresos", pero una vez notificado de la decisión por parte de la Junta Nacional de
Calificación de Invalidez procedería con las acciones legales, fl. 32.”

“En efecto, la demanda fue presentada, aunque en ella se indicó que la mentada decisión
nunca le fue notificada al calificado, fl. 7.”

“Sin embargo para lo que realmente interesa al debate, y como ya se advirtió, la pretensión
inicial de esta acción es el aumento en el porcentaje de pérdida de capacidad labora del
señor Abad Ciro, deprecando para ello que se declare la ineficacia del dictamen emitido por la
Junta Nacional de Calificación.”

“Para ello se solicitó como prueba, en el libelo introductor, la designación de una "inspección
judicial a practicarse en el actor y designación de perito", con la cual se pretendía
determinar el porcentaje de pérdida de capacidad laboral del actor y sí la prótesis que se le
colocó era funcional y estética.”

“Colmena por su parte pidió como pruebas en la contestación de la demanda, una serie de
testimonios (quienes finalmente no asistieron a rendir declaración, fls, 139, 140 y 157),
documentos, historia clínica y finalmente, un dictamen pericial con médico especialista en
ortopedia, fisiatría y rehabilitación que determinara la naturaleza de la prótesis, sus
propósitos, su efecto funcional y estético y, la función de rehabilitación y readaptación que
cumple la misma en eventos como e! padecido por el demandante, fl. 61.”

“El dictamen fue decretado como prueba común por el Juzgado, fl. 100, y para su práctica, se
acudió al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, (“…”).”

“Por la respuesta recibida, la a quo resolvió designar una perito del Centro de
Acondicionamiento Físico y Rehabilitación "CECOFIR" (habida cuenta que la lista de auxiliares
de la justicia carece de los profesionales indicados en el informe técnico de Medicina Legal)
para que determinara todo lo relacionado con la prótesis, fl. 132, decisión que se notificó por
estado a las partes el 9 de septiembre del año 2005.”

“El 12 del mismo mes y año, el apoderado del actor se pronunció respecto a la prueba ordenada,
renunciando a la decretada para establecer la pérdida de capacidad laboral del actor, por cuanto
ésta había quedado establecida con el concepto rendido por el doctor José Fernando
López Herrera (a petición de la misma ARP) y con la calificación efectuada por la
Junta Regional de Calificación de Invalidez. Mostró su aceptación, eso sí, con la designación
de auxiliar idóneo para determinar la estética y funcionalidad de la prótesis, fls. 134 y 135.”

“Es de anotar en este punto que la parte demandada guardó absoluto silencio frente al tema.”

“La designada médica fisiatra rindió su experticio el 17 de noviembre del año 2005, indicando en
el mismo que "la prótesis que el paciente posee, en ningún momento sustituye
adecuadamente la función de el (sic) miembro (dominante), en cuanto a motricidad fina y
gruesa. Por lo tanto no le es útil para realizar actividades de la vida y solo le sirve como
apoyo para el miembro superior izquierdo en actividades bimanuales, estéticamente, tampoco es
adecuada comparada con el miembro superior izquierdo.”

“Se corrió traslado del dictamen a las partes, sin que ninguna de ellas emitieran
pronunciamiento alguno, fls. 145 y 146.”

“Con fundamento en las escasas pruebas practicadas la juez de primera instancia procedió a
dictar decisión de fondo, misma que ahora ocupa la atención de esta Sala.”

“La anterior sinopsis obedece a que son esas pruebas fundamento del fallo, se itera, las que
motivan varios de los puntos de inconformidad de la apoderada de la ARP Colmena.”
“En efecto, sin dejar de reconocer el procedimiento poco ortodoxo al que acudió la a quo
para determinar la pérdida de capacidad laboral del demandante, pues lo conveniente era
acudir a un organismo de similares condiciones técnicas y científicas que las que reúne la
Junta cuyo dictamen se controvierte, debe también recordar esta Sala que es una facultad del
juzgador acudir a los medios de prueba que considere pertinentes para esclarecer el litigio
(artículos 51 del C, P, T. y la S, S, y 175 del C.P.C.) y que las partes cuentan con los
mecanismos suficientes para, actuando obviamente con probidad y respeto, indicar el
trámite pertinente en cada una de las etapas a efectos de subsanar los yerros que se
presentan.”

“En el subjudice, teniendo en cuenta que uno de los principales motivos para rebajar el
porcentaje de pérdida de capacidad laboral del actor había sido la estética y funcionalidad de la
prótesis, la falladora de primera instancia acudió a un dictamen con médico fisiatra que
determinó que en realidad de verdad la utilizada por el señor Abad Ciro no es ni funcional ni
estética.”

“Si la demandada Colmena Riesgos Profesionales no estaba de acuerdo con la forma como se
designó la perito o con el veredicto que ésta entregó, tuvo la oportunidad de oponerse a ellos,
indicándole a la juez otro mecanismo para la práctica de la prueba u objetando el experticio
mismo.”

“Ello empero no ocurrió, es más, desde la respuesta a la demanda, Colmena solicitó la


designación de un “perito médico especialista en Ortopedia, Fisiatría y Rehabilitación, a fin
de que dictamine sobre la naturaleza de la prótesis, sus propósitos y su efecto funcional y
estético”, fl. 61.”

“Es por eso que la decisión de tener por válido el dictamen rendido por la médico
especialista en medicina física y rehabilitación será confirmado en esta instancia por cuanto
además de considerar esta Sala que el mismo cumplió con sus objetivos (de analizar
debidamente los temas encomendados), no fue discutido por las partes.”

“Y que no se diga ahora que se desconocen “extendidas y públicas prácticas médicas y


científicas que le otorgan valor tanto estético como funcional a las prótesis", fl. 179, porque lo
que quedó demostrado en este proceso, es que la utilizada por Gildardo Abad Ciro no cumple
con ninguna de esas especificaciones.”

“Corno ya se dijo, el dictamen, que quedó en firme por la inactividad de los interesados,
determinó que la prótesis adjudicada al actor no es funcional ni estética y, en ese orden de
ideas, lo procedente era entrar a revisar en qué forma modificaba esa decisión el precitado
concepto de la Junta Nacional de Calificación de Invalidez.”

“Se sabe, porque así lo expresa el Manual Único de Calificación de Invalidez, que la prótesis
disminuye el porcentaje de deficiencia en la valoración de pérdida de capacidad laboral, de
tal suerte que cuando se utiliza este tipo de aparatos se disminuye dicho porcentaje en un 10%
si el mismo es estético, 20% si es funcional y 30% si es estético y funcional (artículo 8°).”

“Pero de la norma en mención no debe ni puede colegirse necesariamente que cualquier elemento
que se coloque a manera de reemplazo del miembro u órgano perdido deba considerarse eficaz
para los fines buscados, su tenor literal indica, precisamente, que el mismo debe ser estético,
esto es, agradable a la vista (“de bello aspecto” según el diccionario de la lengua
española) y cumplir la función para la cual fue destinado, requisitos que ni uno ni otro cumple el
adecuado al señor Abad Ciro.”

“Por ello, la juez de primera instancia procedió a efectuar la disminución de rebajar el


porcentaje, aunque debe decir esta Colegiatura que sin mucho tino, pues simplemente y
aceptando el experticio, aumentó el 30% al resultado obtenido en la Junta Nacional,
obteniendo así de la sumatoria final más del 50% exigido para considerar inválido al demandante,
fl. 173.”
“Actividad que reprocha la recurrente, en el numeral cuarto del escrito de sustentación,
expresando que la sumatoria de los valores correspondientes a deficiencias, discapacidades, y
rninusvalías arrojan un resultado inferior al 50% y por tanto no se configura la invalidez, fi. 179.”

“Para revisar el tema basta con acudir a las "instrucciones generales para los calificadores",
contenidas en el artículo 9 del Decreto 917 de 1999 que indica, en resumen, que una vez
establecido el diagnóstico definitivo de la patología se proceda a revisar el valor que dicha
normativa le otorga al mismo y posteriormente, utilizando una sencilla fórmula matemática,
se realice el cálculo correspondiente.”

“Aclarando eso sí, que con el dictamen aceptado sólo es posible modificar el item de
Deficiencias.”

“La fórmula es la siguiente:

A+ (B(50-A
100

“Donde A y B corresponden a las diferentes deficiencias, siendo A la de mayor valor y B la


de menor, combinando de esa forma los valores correspondientes a A y B, operación que se
llama suma combinada.”

“Para la pérdida de un brazo, en la proporción que tiene el actor, establecida en el capítulo 1°


Numeral 1.5. Tabla 1.85 del mismo Decreto, se ha señalado un porcentaje del 28.5%.”

“Como además se trata del brazo dominante en el actor, se incrementa la pérdida en un 20%
(Libro Primero, artículo 12, capítulo I, 1. Sistema Músculo Esquelético).”

“En las dos calificaciones efectuadas (en la Junta Regional y en la Nacional) se otorgaron 10
puntos por estrés post traumático, fls. 25 vuelto y 30 vuelto).”

“Se tienen entonces tres valores, el correspondiente a la pérdida del brazo- 28.5-, el que atañe
a que se trató del brazo dominante -20% del anterior que equivale en este caso a 5.7- y, el
que tiene que ver con el estrés post traumático que padece el actor 10.0.”

“Cuando existen más de dos valores, como en este caso que hay tres, los valores deben ser
ordenados de mayor a menor para proceder a combinarlos sucesivamente aplicando la misma
fórmula.”

“A+ (B (50-A) /100 ENTONCES 28.5 +(5.7(50-28.5)/100= 29.72

29.72 Que equivale a la amputación del miembro superior derecho (MSD), miembro dominante
a nivel del tercio distal.”

“Y LUEGO EFECTUANDO LA MISMA SUMA CON EL VALOR POR EL ESTRÉS POST


TRAUMÁTICO:

29.72 + (10 (50-29.72)/100= 31,74

TOTAL DEFICIENCIAS : 31,74

“Resulta evidente que es el mismo resultado que entregó la Junta Regional de Invalidez del
Risaralda, quien con los valores consagrados en la referida norma, se abstuvo de disminuir
el 30% al considerar que la pluricítada prótesis no cumplía con los requisitos varias veces
mencionados.”

“Y como solo se puede modificar (se itera con riesgo de fatigar) el acápite correspondiente a las
"Deficiencias", por cuanto como lo dijo la a quo, los demás no fueron rebatidos en el proceso
(ni recurridos en la alzada) y no se cuenta además con los elementos de juicio necesarios para
su variación, resulta evidente que la sumatoria final en realidad no supera el 50% de pérdida
de capacidad laboral
para reconocer la pensión de invalidez.”

“La operación es la siguiente:

DEFICIENCIAS: 31.74

DISCAPACIDADES 4.5

MINUSVALÍAS 12.25

TOTAL PORCENTAJE: 48.89 %

“Tiene razón entonces la recurrente, cuando afirma en el numeral cuarto del escrito de
sustentación que se incurrió en un evidente error en la sentencia.”

“Porque para conceder la pensión de invalidez por accidente de trabajo es necesario, al


tenor de lo dispuesto en la Ley 776 de 2002, artículo 9°, que se haya perdido por lo
menos el 50% de la capacidad laboral según el Manual de Calificación de Invalidez.”

“Y no hay duda que es esta la normativa a aplicar y no la empleada por la a quo, porque claro
quedó desde el principio de esta acción que el siniestro padecido por Gildardo Abad Ciro
ocurrió mientras cumplía sus labores como tallador en la empresa ABACO TRADE S.A.”

“En ese orden de ideas se impone revocar la decisión de conceder la pensión de invalidez
asumida en primera instancia por cuanto no cumple el actor con el principal requisito para ser
acreedor de la misma, el porcentaje de pérdida de capacidad laboral (…).”

EL RECURSO DE CASACIÓN

Fue interpuesto por el demandante, concedido por el Tribunal, admitido por la Corte y replicado.

Formula dos cargos, por la causal primera de casación.

ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende que la Corte case totalmente la sentencia impugnada y en sede de apelación,


confirme la proferida el 15 de diciembre de 2006 por la primera instancia y que la adicione en el
sentido de que la calificación dada por la Junta Nacional de Invalidez no generó efectos
jurídicos por haber sido concebida contra derecho.

PRIMER CARGO

Lo presenta así:

“La sentencia impugnada viola directamente, en la modalidad de aplicación indebida, los


artículos, 38, 41 y 250 de la Ley 100 de 1993; y por infracción directa o falta de aplicación de los
artículos 2, 4, 6, 7, 8, 9 del Decreto 917 de 1.999 y 52 de la Ley 962 de 2005, en relación con el
artículo 46 y 47 del D .L.. 1295 de 1.994, artículo 9° de la Ley 776 de 2002, 3° y 5° de la Ley
361 de 1.997, artículo 1° de la Ley 762 de 2002, y los artículos 47, 48, y 53 de la Constitución
Política.”

“DEMOSTRACIÓN DEL CARGO”

“El Tribunal, según se deduce de lo consignado en la sentencia impugnada, dio por probado,
contra derecho, que mi mandante no es inválido, estándolo formal y materialmente; valiéndose
de la aplicabilidad del dictamen de la Junta Nacional de Invalidez que rompe con los mínimos
standares de medición del cuerpo humano expuestos en el Decreto 917 de 1999, esto es, el
Manual Único para la Calificación de Invalidez, expedido el 28 de de mayo de 1999”.
“El artículo 250 de la Ley 100 de 1993 contempla la calificación del estado de invalidez
derivado del accidente de trabajo o enfermedad profesional, sujetándolo a lo dispuesto en
ese ordenamiento para la calificación de la invalidez por riesgo común, esto es, el artículo 41
ibídem.”

“El original artículo 41 de la Ley 100 de 1993, referido a la calificación del estado de la
invalidez, lo direcciona a la funcionabilidad de las Juntas Regionales de Calificación de
Invalidez, a la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, quienes rendirán los dictámenes con
base al Manual Único para la calificación de la Invalidez; cuyas decisiones deberán contemplar
los criterios técnicos de evaluación para calificar la imposibilidad que tenga el afectado para
desempeñar su trabajo por pérdida de la capacidad laboral. Hoy, tal disposición fue modificada
por el artículo 52 de la Ley 962 de 2005, ampliada a otros organismos, pero recogiendo en su
esencia lo dispuesto por los artículos 9° y 30 del Decreto 2463 de 2001. En efecto, consagra el
inciso 3ro. del artículo 52 de la Ley 962/05, lo siguiente: " El acto que declara la invalidez que
expida cualquiera de aquellas entidades, deberá contener expresamente los fundamentos de
hecho y de derecho que dieron origen a esta decisión, [...]". Ya nuestro ordenamiento jurídico
había previsto con acierto, la forma de cómo y qué debía contener los actos que califican la
pérdida de la capacidad laboral de los individuos, precisamente por la alta sensibilidad que
implica un dictamen, rechazando que sea genérico, abstracto o confuso, sin la sustentación
debida, pues de ese acto jurídico se desprende si la persona al tenor del artículo 38 de la Ley 100
de 1.993, es inválida o no, y consecuencialmente, haya lugar o no a la prestación económica.

El legislador quiso darle un alcance técnico, acorde a los lineamientos del debido proceso a los
actores de la seguridad social, en tratándose de estas manifestaciones de calificar el grado de
invalidez de las personas. No se trata de un acto insular propio del acto médico, sino que en
esa actuación permea el criterio fundamental de si el calificado es o no apto para desempeñar
su trabajo, tal como lo predica la norma del artículo 41 de la ley 100 de 1993 y su modificación,
trasgredida por la decisión del Juez Colegiado. Acorde con ello, el artículo 9° del Decreto 2463
de 2001 señaló los requisitos o fundamentos para la calificación del origen y grado de pérdida de
la capacidad laboral, exigiendo que debe contener los fundamentos de hecho y de derecho que
dan origen a la determinada pérdida de capacidad laboral. Este requisito debe armonizarse
completamente con lo predicado en los artículos 31, 32 y 35 ibídem, que exigen los
procedimientos y las formas de notificación.”

“El Tribunal, pese a que los dictámenes de la Junta Regional de Calificación de Invalidez de
Risaralda (folios 25, 26 ) y la Junta Nacional (folio 30 ), buscan determinar el estado de invalidez
del mismo individuo, en cada uno de ellos hay elementos diferenciadores y consustanciales
tanto de forma como materialmente, específicamente la dada por la Junta Nacional, a la
cual el Tribunal, se reitera, equívocamente le dio toda validez, inaplicando las reglas mínimas y
pasando por alto los procedimientos fijados en los artículos 2, 4, 6, 7, 8, y 9 del Decreto 917 de
1.999 (Manual Único para la calificación ). Incurrió el A - quem en un error de derecho, por cuanto
dio por establecido, sin estarlo, que bajo la calificación dada por la Junta Nacional de
Invalidez, ésta, contrariando los preceptos sustantivos en las normas enunciadas, dio por
probado que el Sr. GILDARDO ABAD CIRO no era inválido. Porque, Honorables
Magistrados, frente a los criterios de DEFICIENCIA, DISCAPACIDAD y MINUSVALIA, si
bien es cierto el primero se relaciona con los sistemas orgánicos de la persona, en donde el
Manual establece una especie de "tarifa" que podría pensarse que no admite discusión, a
menos que haya un error en la aplicación de la correspondiente "Tabla"; no es lo mismo
respecto a los otros dos criterios, pues solamente, respecto al factor OCUPACIONAL
componente del criterio MINUSVALIA, el Operador jurídico se halla frente a un verdadero
conflicto jurídico, al determinar bajo su buen juicio y raciocinio, si la pérdida de un órgano
dominante (como es el caso) en qué medida afecta el rol ocupacional de esa persona, para
definir una calificación que a la postre es determinante de si la persona es o no inválida. La
Junta Nacional de calificación de Invalidez, contrariando sin motivación alguna las
calificaciones de la Regional de Risaralda y la conocida a folio 16, da por probado que la
minusvalía ocupacional del Actor corresponde a un 7.5%, esto es, que quien pierde una
extremidad superior dominante, y su prótesis no es funcional, ni estética, al negarle la
calificación cualitativa de "Ocupación reducida" que equivale a un 10%, significa que ese
individuo logra recuperar sus aptitudes y destrezas y por ende es competitivo. Nada más
alejado de la racionalidad de la norma, postura que acogió equívocamente el Tribunal; porque,
se reitera, el Juzgador frente a la prueba de la calificación que debe corresponder al imperativo de
la norma, no puede ir contra derecho, pues sencillamente el postulado legal cedería al criterio
"subjetivo" del calificador. Y si el Juez valora el acto de la calificación de una manera integral
como lo exige el Decreto 917 de 1999, debe ajustarse a dichos lineamientos, sin darle
validez o eficacia al dictamen proferido contra toda evidencia legal, amen de que no se siguió el
debido proceso; tanto que el afectado sólo vino a conocer la decisión de su "nuevo estado de
no inválido" a partir de la escueta comunicación de la misma ARP (folio 31).”

“Nuestra Constitución protege el estado de limitación de las personas y erige en derechos de


segunda generación los derivados de la seguridad social. Acorde con los postulados de estado
bienestar, y en reciprocidad con la comunidad internacional, Colombia suscribió Convenios
Internacionales para la protección de esas personas, entre ellos, el No. 159, aprobado por la Ley
82 de 1.988; el Protocolo de San Salvador, aprobado mediante la Ley 319 de 1.996; la Ley 361 de
1.997, fundada en los preceptos constitucionales de los artículos 13, 47, 54 y 68 y la Ley 762
de 2002 por medio de la cual aprobó el Convenio Interamericano para la eliminación de todas
las formas de discriminación contra las Personas con Discapacidad. Todo este haz normativo,
reglamentario, legal, constitucional y del ámbito internacional, no puede venirse a menos,
porque una calificación dada contra derecho hace que un inválido materialmente, no lo
sea, por la subjetividad del Calificador, que en últimas está definiendo un CONFLICTO JURÍDICO,
cuyo Juez natural es el del Trabajo y de la Seguridad Social. Tiene el acto jurídico visto a folio
30, la validez legal y la eficacia formal de definir que el Sr. CIRO, siendo inválido no lo es, y de
paso, ser nugatorio el derecho a su pensión por invalidez? Fue sustentado y motivado, para
determinar que la prótesis era funcional y estética, y por ende reducir la calificación inicial?
Hubo la sustentación argumentativa de la reducción de la calificación correspondiente a la
Minusvalía ocupacional? Fue notificado como lo ordena nuestro ordenamiento jurídico? Hay
prueba de ello en el plenario? Naturalmente que no. Porqué entonces el Tribunal avaló el
yerro jurídico de la Junta Nacional? Indudablemente hubo una aplicación indebida del derecho
que afecta la norma sustancial o sustantiva, que no puede ser afectada por el acto de la Junta
Nacional de Calificación de Invalidez.”

LA RÉPLICA.

Recuerda, aunque con alguna imprecisión en lo relativo al concepto de aplicación indebida, los
criterios técnicos que deben respetarse en el recurso extraordinario. Arguye, en síntesis, que el
censor incumplió elementales reglas técnicas que reglan el recurso extraordinario, tal como
atacar por vía directa pero aludir a errores de hecho y a pruebas del proceso y reputa la
acusación como un alegato de instancia.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

Como recurso extraordinario que es, que implica la posibilidad de extinguir trascendentes actos
jurisdiccionales como lo son las sentencias, provenientes, por lo general, de un tribunal
superior, las cuales están protegidas por presunciones de acierto y legalidad, el ejercicio de la
casación está, de un lado, restringido, pues no todas las sentencias son susceptibles del mismo
y, de otro, sometido a previsiones y requisitos legales y jurisprudenciales.

En desarrollo de tal marco, una vez más debe la Sala reiterar que la demanda de casación
debe avenirse a los requerimientos que su planteamiento y demostración exigen, acatando las
reglas legales y desarrollos jurisprudenciales fijados para su procedencia, pues un acto
procesal de esta naturaleza y categoría está sometido en su formulación a una técnica lógico-
jurídica especial y, hasta cierto punto, rigurosa, que al incumplirse conduce a que el recurso
extraordinario resulte inestimable imposibilitando el estudio de fondo de los cargos o dando al
traste con los mismos.

Ha de insistirse también en que éste medio extraordinario de impugnación no constituye una


tercera instancia y, por ende, no le otorga competencia a la Corte para juzgar el pleito con el
objeto de resolver a cuál de los litigantes le asiste la razón, puesto que la labor de la
Corporación, siempre que el recurrente sepa plantear la acusación, se restringe a enjuiciar la
sentencia con el objeto de establecer si el juez de conocimiento (en el caso de la casación per
saltum) de apelaciones, al proferirla, vulneró o no la ley sustancial de alcance nacional a la que
debía recurrir para rectamente dirimir el conflicto.

El recurso de casación propende – como se dijo - por el imperio de la ley sustancial, la cual
puede ser infringida de dos formas por los falladores (las llamadas “causales”): mediante la
violación de aquella ley (causal 1ª), o, a través del desconocimiento del principio de la no
reformatio in pejus (causal 2ª).

A su vez, la violación de la ley sustancial (o causal primera), puede darse a través de las
llamadas vías directa o vía indirecta.

En la vía directa, el fallador quebranta aquella ley mediante tres posibilidades:

La inaplica por ignorancia o rebeldía (infracción directa), la interpreta erróneamente


(interpretación errónea) o la aplica indebidamente (aplicación indebida). Doctrina y
jurisprudencia han precisado los alcances de cada una de dichas expresiones.

La violación por la vía directa implica llegar el juzgador a decisiones distanciadas de la ley
sustancial de alcance nacional por dislates exclusivamente jurídicos; lo que significa que, en
dicho nivel, el juzgador obtiene una conclusión específica mediante la aplicación, inaplicación o
interpretación de una determinada norma jurídica, quedando por fuera de su razonamiento o
discusión todo lo relativo a las pruebas del proceso o aspectos netamente fácticos.

A su turno, se violará la ley sustancial de alcance nacional, por la vía indirecta, cuando el
tribunal estime erróneamente o deje de estimar algún medio de prueba. Tal proceder lo
conducirá a cometer errores de hecho o de derecho, consistentes ambos, en tener por probado
dentro del proceso algo que realmente no lo está, o, en no tener por probado lo que realmente
sí lo está; el primero, (conocido como “de hecho”), es factible de cometerse –en la casación del
trabajo- sólo respecto de la confesión judicial, la inspección judicial o el documento auténtico y,
el segundo (llamado “de derecho”), sobre las llamadas pruebas solemnes.

No es posible construir los cargos con los cuales se acusa la sentencia mediante la
combinación de las dos vías, pues, a cada una corresponde, estrictamente y en sana lógica,
una específica presentación argumentativa.

Dentro del marco sintéticamente bosquejado ha de dirigirse o enfocarse correctamente el


ataque a la sentencia mediante el recurso de casación.

En desarrollo de lo anotado, al analizar el cargo presentado, se observa que no está llamado a


ser estimado, como lo pone de presente la réplica, ante la serie de deficiencias técnicas que,
en conjunto, generan esa consecuencia.

El alcance de la impugnación, como lo indica la demandada replicante, no es procedente, pues,


pretende que se confirme la sentencia de primera instancia totalmente (con una adición),
cuando, en dicha providencia, la a quo fue clara en manifestar que el criterio de minusvalía
resultaba inmodificable, mientras que la censura, en el recurso, busca ahora modificar el
porcentaje asignado en primera instancia cuando al respecto no hubo inconformidad alguna al
proferirse la sentencia de primer grado.

El cargo se propone por vía directa, pero parte de una premisa fáctica: que el ad quem no dio
por demostrado, estándolo formal y materialmente, que el actor sí es inválido, valiéndose de la
aplicabilidad del dictamen de la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, lo cual es un
contrasentido porque el plantear la acusación por el sendero jurídico implica ausencia de
controversia sobre medio de instrucción alguno, calidad que ostenta el mencionado experticio,
que, además, por su calidad de medio no calificado, restringe el ejercicio del recurso
extraordinario con base en el mismo, salvo que la acusación se funde y prospere sobre uno
calificado (documento auténtico, inspección judicial y confesión).

La aplicación indebida de normas sustanciales de alcance nacional implica uno de dos


conceptos: aplicar una preceptiva a un caso no gobernado por ella o, aunque sí sea regido por
la misma, otorgarle un alcance que no tiene. El recurrente no indica en qué consistió, entonces,
la aplicación indebida que le enrostra al ad quem, de las normas enlistadas en la proposición.

De otra parte, la infracción directa que pregona la censura solo es posible estimarla si se le
entiende como una consecuencia de la aplicación indebida a que previamente se alude en el
cargo, porque, de no ser así, entonces resulta inadmisible presentar un cargo dentro de otro,
dado el carácter concreto y determinado que cada denuncia debe tener; el accionante puede
formular todos los que desee, pero siempre que lo haga con la debida separación. Ahora, si fue
consecuencial a la aplicación indebida, entonces, al no acreditarse ésta queda sin piso la
aludida infracción directa.

La vía directa implica conformidad con lo que el ad quem halló probado; entonces, no es
posible, por vía directa, intentar llegar a una conclusión fáctica diferente de la que halló
acreditada aquél, cual fue, para el caso, que el demandante, conforme al porcentaje de
deficiencia que se le adjudicó, más los inmodificables rubros de discapacidad y minusvalía con
que resultó el actor en primera instancia, no satisface los requisitos para ser considerado
inválido.

Es de recordar que, a efectos de confrontar adecuadamente, por vía del recurso extraordinario
la sentencia a impugnar, el recurrente debe identificar cuáles son los pilares fundamentales de
ella y, con base en esa determinación, definir si los presuntos yerros del juzgador fueron de tipo
jurídico o fáctico, para, de tal conclusión, encauzar la controversia acertadamente por vía
directa o indirecta y, proceder, de manera insoslayable a derribar absolutamente todas aquellas
columnas que sostienen la decisión, pues, de no hacerlo, ésta permanecerá cimentada en la(s)
no controvertida(s).

Acá, el recurrente no cumplió esa carga: el ad quem, lo primero que hizo fue dejar en claro que
el asunto a resolver en el proceso era la determinación del porcentaje real de pérdida de la
capacidad laboral del señor Gildardo Abad, para establecer a renglón seguido si le asistía o no
derecho a la pensión de invalidez. Seguidamente, si bien avaló la postura de la a quo relativa a
validar el dictamen rendido por una médico especialista en medicina física y rehabilitación,
quien determinó que la prótesis adjudicada al actor no es funcional ni estética, discrepó
radicalmente del procedimiento aritmético simple mediante el cual la juez procedió a efectuar el
aumento del porcentaje de deficiencia establecido por la Junta Nacional de Calificación de
Invalidez, y, en su lugar, procedió a aplicar el que correspondía al Manual Único de Calificación
de Invalidez. Además, señaló y reiteró que solo podía modificarse el factor deficiencia y no los
de discapacidad y minusvalía porque los mismos no habían sido rebatidos procesalmente ni
recurridos, criterios todos estos que no se controvirtieron ni derribaron en el cargo y que, por
ende, sostienen la decisión. Por el contrario, se dedicó el censor a presentar particulares
puntos de vista o racionalizaciones sobre la actuación de la Junta Nacional de Calificación de
Invalidez respecto del dictamen de la Regional, olvidando que la misión de la acusación era
derruir cada fundamento del ad quem y, que, además, a nada conduce presentar
consideraciones sobre circunstancias que no fueron sustento de la decisión del sentenciador.

La acusación imputa al colegiado error de derecho por dar por establecido, con base en la
calificación de la Junta Nacional de Calificación de Invalidez, que el actor no era inválido,
argumento inadmisible en la vía directa, ya que dicho yerro solo puede ser cometido por el
fallador respecto de una prueba solemne, y corresponde al ámbito propio de la vía indirecta y
no del sendero jurídico directo seleccionado por el recurrente.

Finalmente, la argumentación de la censura, más bien, constituye un alegato propio de


instancias, incompatible, –por tanto- con el ejercicio del recurso extraordinario de casación.

Con todo, ninguna aplicación indebida de la normatividad enlistada como infringida encuentra la
Sala con la decisión del ad quem, ya que el artículo 38 de la Ley 100 define como inválida a la
persona que hubiere perdido el 50% o más de su capacidad laboral; el 41 a la determinación de
ese estado de invalidez con base en lo dispuesto en los artículos 42 y 43 (Juntas de
Calificación Regional y Nacional) y en el Manual único de calificación expedido por el Gobierno;
y el 250 ibídem lo que hace es reenviar hacia los anteriores artículos la calificación de la
invalidez derivada de enfermedad profesional o accidente de trabajo; y, el fallador, ni le dio un
alcance diferente del que en realidad tienen tales preceptivas y las hizo actuar en un caso
gobernado por ellas, dado el reenvío antecitado, sin conceder la prestación deprecada al no
alcanzar el actor el porcentaje requerido de incapacidad laboral aún después del Tribunal haber
avalado que la prótesis a él adjudicada no era ni funcional ni estética, pero sin que al aplicar la
fórmula legal con aumento del rubro en su deficiencia laboral alcanzara a completar el 50%
requerido, dado que el resto de porcentajes en los rubros de discapacidad y minusvalía
resultaron inmodificables.

El cargo, por lo expuesto, se desestima.

SEGUNDO CARGO

Expuesto en los siguientes términos:

“La sentencia impugnada viola indirectamente la ley, en la modalidad de interpretación errónea


de los artículos 2,4,6,7,8 y 9 del Decreto 917 de 1999, los artículos 4, 31, 32, 35 del Decreto
2463 de 2001, en relación con artículos 38, 41, 250 de la Ley 100 de 1993; el artículo 46 del
D.L 1295 de 1.994 y el artículo 9° de la ley 776 de 2002.”

“DEMOSTRACIÓN DEL CARGO.”

“El Tribunal, convalidó la prueba visible a folio 30 dándole la validez legal, sin tenerla, y con esa
apreciación errónea, desconoció el derecho sustancial consagrado en los artículos 38, 41 y 250
de la ley 100 de 1993, y por ende hizo nugatorio el derecho prestacional nacido del artículo 46
del D .L.. 1295/94, y los artículos 9° y 10° de la ley 776 de 2002.”

“El Decreto 917 de 1999 [ Manual Único para la calificación de la Invalidez ], consagra el
imperativo legal de que la calificación de la invalidez debe ser INTEGRAL. Uno de los insumos o
factores que inciden notoriamente en esa valoración, lo constituye naturalmente el concepto de
capacidad laboral, entendida como el conjunto de las habilidades, destrezas, aptitudes y/o
potencialidades del orden físico, mental y social, que le permiten al individuo desempeñarse en
un trabajo habitual [ literal c) el artículo 2° del Decreto 917 de 1999].”

“Asimismo, dicho estatuto de la invalidez o baremo, señala los requisitos y procedimientos para la
calificación de la invalidez y la fundamentación del dictamen. No se trata entonces de un
diagnóstico propio del acto médico que debe mirarse con frialdad y en solitario, como por
ejemplo, cuando el Médico le diagnostica al paciente un medicamento porque tienen fiebre o
síntomas de hepatitis. El acto de la calificación de la invalidez, va más allá, por obvias
razones. Lo mínimo es que debe sustentarse, en virtud a que como consecuencia de esa
valoración, se gana o se pierde un derecho sustancial, como es la pensión por invalidez. El
dictamen dado por la Junta Nacional, se -sustrajo a estos requerimientos estipulados en el
artículo 4° del Decreto 917/99.”

“En el último inciso del artículo 6° ibídem, se lee: " Las Juntas deben emitir el dictamen de la
invalidez el cual, en todos los casos, reflejará exactamente el contenido del acta correspondiente
a cada caso revisado por la misma y será el resultado de la deliberación de los miembros en cargados
de calificar. De igual modo, corresponde a la respectiva Junta notificar el dictamen al afiliado, quien
puede aceptarlo o apelarlo ante las instancias competentes". El dictamen de folio 30, no contiene el
acta, ni hay indicio al menos que demuestre del porqué la Junta Nacional redujo el criterio
MINUSVALIA en el factor Ocupacional, factor que fue determinante, junto con la controversia de si la
prótesis era o no estética y funcional, para concluir, contra toda evidencia, que el examinado no era
inválido, siéndolo realmente.”

“En síntesis el Manual, con base en los criterios de Deficiencia, Discapacidad y Minusvalía, establece
un método uniforme, de uso obligatorio para la determinación legal de la pérdida de la
capacidad laboral que presenta un individuo al momento de la evaluación. Ello significa que el
dictamen debe corresponder a un parámetro LEGAL, (inciso 1° del artículo 9° del Decreto 917/99) y
no a un juicio que desestime el contenido material de la norma.”
“Y aunque el Tribunal admitió que " la valoración efectuada por la Junta Nacional aportada al
proceso carece de sustento adicional alguno, sólo se observa en él una considerable
disminución en cada uno de los ítems calificados, que generó a la postre la pérdida de derecho
que por esta vía reclama el actor"; no le dio la relevancia que esa actuación significaba, y
procedió, pese a esa falencia detectada, a darle validez, contrariando los preceptos enunciados, sin
el juicio racional que uno espera, incurriendo en una errónea apreciación de la prueba.”

“El Tribunal inaplicó la normatividad enunciada, cayendo en el yerro de darle valor al dictamen de la
Junta Nacional, llegando a "mezclar y sumar" los diferentes criterios dados por la Junta Regional de
Invalidez de Risaralda y la propia Junta Nacional, haciendo divisible lo indivisible. Porque si hay
coincidencia numérica en calificar el criterio DEFICIENCIA en un 31.74, calificación reconocida por
la Junta Regional de Invalidez de Risaralda, esa coincidencia no resultó de la calificación cercenada
que hizo la Junta Nacional, la cual partió de un 23.73%; sino de la labor hermenéutica de la
Sala del Tribunal que al constatar que la prótesis era estética y funcional - como quedó
demostrado - aplicó la calificación dada por la Junta Regional de Invalidez de Risaralda y "bajo
una misma cuerda" debió sumar los criterios de DISCAPACIDAD y MINUSVALÍA que dicha
Junta reconoció; más, de una manera poco ortodoxa, prefirió mantener incólume el criterio
DEFICIENCIA de la Junta Regional y aceptar, contra toda evidencia, que las calificaciones que
hizo la Junta Nacional en los criterios DISCAPACIDAD y MINUSVALÍA son válidos. Porque,
contrario a lo dicho por el Juez Colegiado, si se examina integralmente la litis, hay
elementos de juicio para concluir que la actuación de la Junta Nacional de Invalidez, la
manera de cómo se sustrajo a los lineamientos de sustentar el dictamen y la ausencia de
prueba de su no notificación al interesado ( mi Poderdante ), dan cuenta que esa actuación de
por sí es nugatoria, y mal podría cercenar el derecho a la pensión de invalidez del Sr. GILDARDO
ABAD CIRO, otorgándole, por ejemplo, contra derecho, una calificación en el criterio Minusvalía
ocupacional de un 7.5%, cuando el manual Único prevé una calificación cualitativa de
REDUCIDA, que equivale a un 10.0% (Capítulo IV, numeral 4.4. del mencionado Manual).”

“Esa apreciación equívoca de la prueba visible a folio 30, que implica a la vez un procedimiento,
afectó la norma sustancial de la Ley 100 de 1994 (sic), que fija que quien tenga una pérdida de la
capacidad igual o mayor a un 50% se reputa inválido [como es el caso del Sr. Ciro, con una real
calificación de 55.59%} y que al tener la contingencia origen profesional, se erige el Decreto
Legislativo 1295 de 1.994 (artículos 46 y 47 ) y la Ley 776 de 2002 ( artículos 9° y 10 ), como
normas superiores violadas, en consideración a que por vía reglamentaria, a través de los
Decretos 917 de 1999 y 2463 de 2001, se habían fijado las reglas para la calificación de la
pérdida de la capacidad laboral de las personas en Colombia, circunstancias que no fueron
evaluadas por el Juez Colegiado al valorar la prueba de folio 30.”

LA RÉPLICA

Indica, en resumen, que la censura incurre en evidentes errores que desnaturalizan el alcance
de la causal invocada; que los supuestos errores enrostrados al fallador son, en realidad,
referencias al proceso de producción y elaboración del dictamen por la Junta Nacional de
Calificación de Invalidez, pero que en sus cuestionamientos no establece acusación directa y
concreta sobre los yerros fácticos que tuvo el ad quem para atender la prueba.

CONSIDERACIONES DE LA CORTE

Al rompe se observa la ostensible deficiencia en la conceptualización del recurso


extraordinario, puesto que no es posible predicar violación indirecta de la ley por interpretación
errónea. El quebranto de la ley sustancial de alcance nacional por vía indirecta supone
equivocación grave y trascendente del fallador, mas no sobre normas sino respecto del manejo
de los medios de prueba que oportuna y regularmente hayan ingresado al proceso; yerro que
se deriva de no estimarlos o de valorarlos erróneamente. La interpretación errónea de normas,
por el contrario, corresponde a una categoría de error en que el juez incurre al vulnerar la ley
por vía directa, sendero en que también podrá quebrantar la normatividad por infracción directa
o por aplicación indebida.

Por otra parte, si bien en la demanda se pidió declarar la ineficacia del dictamen de la Junta
Nacional de Calificación de Invalidez por no haber sido notificado al actor y por no registrarse el
número del dictamen ni la fecha de realización; además, por presentar “errores de derecho”
específicamente en cuanto al ítem de “deficiencias”, al reducirlo aquella Junta en un 30% bajo
el argumento de ser la prótesis del actor estética y funcional y, también, por ostentar supuesto
error en el factor minusvalía respecto al subfactor ocupacional, no es menos cierto que la litis
derivó hacia el discutir lo relativo al carácter estético y funcional de la prótesis, a tal punto que
el apoderado del actor renunció a la prueba relativa a la pérdida de la capacidad laboral de
aquél y mostró su aceptación con la designación de un auxiliar de la justicia que determinara la
estética y funcionalidad del adminículo (fl. 134, 135), tal como lo indicó el mismo apoderado:
“(…)el quid de la litis se centra en definir si la prótesis es o no estética y funcional, para aplicar
o no correlativamente el parágrafo tercero del artículo 8° del Decreto 917 de 1999” , fl. 134; la
juez a quo, en consecuencia, al fallar, dirimió la litis desde el punto de vista de definir si la
modificación al rubro de deficiencia, realizado por la Junta Nacional al dictamen de la Regional,
había sido o no acertado desde la óptica de ser o no funcional o estética la prótesis, respecto
de lo cual concluyó que no era lo uno ni lo otro, ante lo que procedió a aumentar en un 30% el
rubro de deficiencia del actor; y, sobre el ítem de minusvalía sentenció que no había sido
desvirtuado procesalmente; no se pronunció sobre la ineficacia derivada de la falta de
notificación del dictamen, o por no tener el número o fecha, orientación procesal ésta que no
fue objetada por las partes, ni sobre lo cual se hubiese pedido adición o complementación;
luego resulta inaceptable que en el recurso extraordinario se quiera retomar lo relativo a la
validez del dictamen, bajo la argumentación de no reunir éste los requisitos del artículo 4° del
Decreto 917 de 1999, cuando lo discutido en el proceso fue materia diferente: si la prótesis era
o no estética y funcional y la consecuencia de ello respecto del rubro de deficiencia, amén de
que lo relativo a la validez de aquélla prueba es materia de ataque por vía directa y no
indirecta.

De otro lado, se imputa al Tribunal “la interpretación errónea del dictamen”, por darle validez,
siendo que no se puede erigir el cargo, por vía indirecta, sobre un medio no calificado.

Por otra parte, si se entendiese que el actor se desplaza es por la vía directa, en el
subconcepto de interpretación errónea de la normativa enlistada, es patente que no se
suministra cuál fue la interpretación equivocada que de ella hizo el ad quem y cuál la que,
estima, debió ser la acertada. Por el contrario, a pesar de anunciar aquel submotivo, en el
desarrollo del cargo pregona inaplicación de aquellas preceptivas, lo cual constituye un
contrasentido al no poder una norma ser inaplicada y, a la vez, ser interpretada erróneamente.

De otro lado, refuta como equivocada la apreciación del dictamen de la Junta Nacional, lo cual
no es de recibo en la vía indirecta, dado el carácter de medio no calificado que ostenta aquél.

Y si fuera ciertamente la indirecta la vía seleccionada, entonces sería patente que no se


mencionan cuáles fueron los errores de hecho o de derecho en que el ad quem habría
incurrido, la trascendencia de los mismos en la decisión y la manera cómo resultaron,
entonces, vulneradas las normas enlistadas en la acusación.

Con todo, es de señalar que ninguna interpretación errónea se puede achacar al ad quem
sobre las normas del manual de calificación de invalidez enlistadas, puesto que no realizó
exégesis alguna respecto de las mismas sino que al aplicarlas activó la faceta negativa de las
mismas al no conceder la prestación deprecada.

En resumen, el cargo, al igual que el primero, constituye, más que todo, un alegato de instancia
con ropaje de recurso extraordinario.

El cargo, por lo expuesto, no es estimable.

Las costas en el recurso extraordinario, ante la réplica, serán a cargo del recurrente.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral,


administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia proferida por el Tribunal Superior de Justicia de Pereira, Sala Laboral, el 21 de
febrero de 2007, dentro del proceso ordinario laboral promovido por GILDARDO ABAD CIRO
en contra de COLMENA RIESGOS PROFESIONALES, extendido a la JUNTA NACIONAL DE
CALIFICACIÓN DE INVALIDEZ, en carácter de litisconsorte.

Costas en el recurso extraordinario, conforme a lo indicado en la parte motiva.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, PUBLÍQUESE Y DEVUÉLVASE EL EXPEDIENTE AL TRIBUNAL


DE ORIGEN.

FRANCISCO JAVIER RICAURTE GÓMEZ

ELSY DEL PILAR CUELLO CALDERÓN

GUSTAVO JOSÉ GNECCO MENDOZA

EDUARDO LÓPEZ VILLEGAS

LUÍS JAVIER OSORIO LÓPEZ

CAMILO TARQUINO GALLEGO

ISAURA VARGAS DÍAZ

MARÍA ISMENIA GARCÍA MENDOZA


Secretaria

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