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28 de agosto – Día de la Reincorporación de Tacna al Perú

Cada 28 de agosto los peruanos conmemoramos con alegría la reincorporación de Tacna a nuestra
patria. Esta heróica ciudad estuvo en poder de Chile durante 49 años, esto es desde mayo de 1880
(Dictadura de Piérola) hasta agosto de 1929 (Oncenio de Leguía). El acto más importante de
celebración es la Procesión de la Bandera que se realiza por las calles de Tacna en cada aniversario.

Reseña histórica

Tacna fue tomada por el ejército chileno después de la batalla del Alto de la Alianza (27-05-1880).
El Tratado de Ancón (20-10-1883) ordenó que esta provincia, junto con Arica, quede en poder de
Chile por diez años. Al cumplirse la década debía realizarse un plebiscito que decidiera el destino de
ambas provincias.

Chile hizo todo lo posible para evitar el plebiscito y trató de "chilenizar" completamente ambas
ciudades peruanas. Miles de ariqueños y tacneños resistieron la hostilidad y abusos de los ocupantes
extranjeros durante 49 años.

Después de complejas negociaciones y alarmas de nueva guerra se firmó el 3 de junio de 1929 el


Tratado Rada Gamio- Figueroa Larraín o Tratado de Lima donde el Perú renunció a Arica, pero
recuperó Tacna. El acto de reincorporación se cumplió el miércoles 28 de agosto de 1929

30 de agosto – Día de Santa Rosa de Lima

Desde 1671, cada 30 de agosto los limeños se visten de fiesta para rendirle homenaje a la patrona
de la ciudad Santa Rosa de Lima. Isabel Flores de Oliva, nació en la antigua Ciudad del los Reyes,
Lima, el 20 de abril de 1586; recibió ese nombre en la pila bautismal en honor a su abuela. Murió
en agosto de 1617 a los treinta y un años. El proceso que condujo a la beatificación y canonización
de Rosa empezó con la información de testigos promovida en 1617-1618 por el arzobispo de Lima,
Bartolomé Lobo Guerrero. Tras un largo procedimiento, Clemente X la canonizó en 1671. Es
patrona de la Policía Nacional de la República del Perú y de las Fuerzas Armadas de América y de
las Filipinas.

“El amor es duro, pero es nuestra esencia. Eso es lo que nos eleva por
encima del resto de las otras criaturas.”
31 de agosto – Día del Gran Mariscal Ramón Castilla

Don Ramón Castilla nació en Tarapacá el 31 de agosto de 1797. Sus padres fueron don Pedro
Castilla, argentino y doña Francisca Marquesado, dama peruana. Años después, llego a ser
presidente, destacándose como un consumado estadista. Durante sus dos períodos de gobierno el
Perú alcanzo máximo esplendor. Es el más grande gobernante que ha tenido el Perú en su vida
republicana, uno de los jefes más característicos de nuestro ejército en todos los tiempos y uno de
los más grandes patriotas, reconocido como insigne Patrono del Arma de Caballería.
Evangelio

Marcos 6, 17-29

En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y
encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y
Juan le decía: "No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano". Por eso Herodes
lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo,
porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía
custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal
de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile le
gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: "Pídeme lo que quieras
y yo te lo daré". Y le juró varias veces: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".

Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?" Su madre le contestó: "La cabeza de Juan el
Bautista". Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en
una charola, la cabeza de Juan el Bautista".

El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la
joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó
en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Reflexión

Este pasaje que hemos leído, nos pone de frente a uno de los grandes problemas que tiene que
afrontar el hombre: la fidelidad.

Por un lado, tenemos a Juan el Bautista que, sin temor, se declara abiertamente en pro de la ley
de Dios y denuncia con valentía el mal proceder del rey. Por otro lado, tenemos al rey, que
prefiere matar a un inocente que retractarse, simplemente por el "qué dirán". Uno ofrece su vida
abiertamente sin importarle la misma muerte, el otro se acobarda por una posición delante de una
sociedad corrompida.

Este caso nos invita a reflexionar y a tomar partido. Ya Jesús lo había dicho: "O estás conmigo o
estás contra mi". Es decir, no podemos estar en zona neutral, pues "el que no recoge,
desparrama". Es, pues, necesario hacer una opción que nos va a conducir en nuestra vida a
reaccionar como Herodes o como Juan el Bautista.

O somos cristianos de tiempo completo y tomamos partido por la justicia, la paz y el amor; o
seremos cobardes que nos escondemos detrás de la ley, de las políticas de nuestra oficina,
gobierno o institución, para que no se vean afectados nuestros intereses.

Juan dio su vida por amor a la verdad que Dios reveló, ¿estarías tú dispuesto a hacer lo mismo?
¿Qué quieres que pida? La cabeza de Juan el Bautista

Nos encontramos ante el martirio de Juan el Bautista, el precursor de Jesús, el que también le
precedió en una muerte injusta.

Todo este episodio está presidido por la injusticia. El texto nos dice que Herodes sabía que Juan
“era un hombre honrado y santo y lo defendía”. Sin embargo, por instigación de Herodías y
porque Juan, anteponiendo, como todo verdadero profeta, la verdad a su vida, no aprobaba el
nuevo matrimonio de Herodes “lo había metido en la cárcel encadenado”. Un acto de injusticia y
abuso de poder.

Otro acto de injusticia y de claro abuso de poder es la decisión de Hedores de matar a Juan
después del baile de la hija de Herodías y su petición de la cabeza de Juan.

En el día de su martirio, tengamos presentes a tantas personas que a lo largo de la historia han
muerto y siguen muriendo de manera injusta por el abuso del poder del más fuerte. Nos consuela
profundamente saber que la última palabra no la tienen los más fuertes, sino nuestro Dios. Esa es
nuestra esperanza.

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