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LA EDUCA(~ION y L.A -
INSTRUCCION
EN COLOMBIA

CONFEREiX'CIA DIC f\DA EN EL TEATRO


DE COLON (HOt;OT A), EL 1 H DE
NOVIEMBRE DE 1 93 1

por el profesor

RAMON ZAPATA

Veritas libera bit vos


San JUlIn C. VIIl- ;U.

BOGOTA - EIJITORL\L MIl\ERVA, S. A.


./

Id<
./') 'v '
.; / LA EDUCACION y LA INSTRUCCION
EN COLOMBIA
En ninguna época, qUlza, se ha hecho más
urgente formar una opinión pública escolar que
la actual, dada la confusión babilónico que se
advierte en quienes por cualquier titulo-bien pue-
de ser éste únicamente un entusiasmo generoso-
intervienen de distintas maneras en la marcha
del ramo educacionista.
La educación pública no debe continuar siendo
la Cenicienta de las administraciones guberna-
mentales de Colombia; hay que hacerla valer,
pero para hacerla valer es necesario que valga.
Sobre un mismo punto son, no digamos tan dis-
tintas o diversas sino tan contradictorias las opi-
niones que se emiten; tan varia y contradictoria
también la manera de estimar por unos los es·
fuerzas de otros; tan diferentes los modos como
se aprecian entre sí los que por cualquiu circuns-
tancia se hallan en el ramo educacionísta; tánta la
desorientación que ha engendrado el diletantismo.
cuando no la pedanteria, la falta de honradez o
las segundas intenciones, que se hace indispensa-
ble solicitar de los padres de familia y de los
mismos hijos, t'n nombre de Dios y de los más
caros intereses del hombre, el estudio desapasio-

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nado y concienzudo de estas cuestiones del mljo-
ramiento humano. para que al caos en que se
encuentra el ramo paria se suceda el orden. a las
tinieblas la luz de un nuevo periodo pedagógico:
sólo así podremos sustituír la multiplicidad de
pareceres y opiniones con ideas y juicios acerta-
dos. Solamente un conocimiento profundo, racio-
nalmente asociado a una voluntad firme y re-
suelta, podrá llevar a cabo obra efectiva y iras-
cendental .• Para curar un mal social el único
remedio ha de ser social-.

Bogotá. año de 1932.


posible, para el mayor número posible •. obje-
tivo a que deben tender de consuno la socie-
dad y los poderes que la gobiernan.
Consecuentes con estos postulados que con-
signó Balmes en una fórmula que resiste todas
las críticas, tenemos que aceptar lógicamente,
que la educación en sentido pedagógico, es el
más importante de los intereses humanos pues-
to que se ocupa en la conservación, eficacia y
acrecentamiento de los bienes intelectuales y
morales adquiridos, y que este aprovechamien-
to humano puede y debe estudiarse científica-
mente, para que tenga una relación intima
con los deberes y derechos de todo hombre
y mUJer.

Antigua eT!emistad
Entre nosotros es un hecho confirmado con
una ya larga y dolorosa experiencia, que el
asunto no ha tenido ]a fortuna de que el
Estado lo mire con predilección, ni en los días
de la próspera ni de la averiada fortuna. Ha
[altado un lazo de amistad entre la persona-
lidad de nuestros hombres pÚblicos y la preo-
cupación educacionista, ha faltado una relación
precisa entre la teoría de la educación y los
hechos de .la evolución orgánica y social •.
Nada, pues, más lógico dentro de esta anor-
malidad que aquel marcado desinterés. com-
parable con una enemistad nacida entre dos
seres excelentes, sólo por no haberse compren-
dido mutuamente.

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y que andan divorciadas aquella teoría y
esta realidad lo confirman a cada paso los
programas, los discursos, las leyes, los decre-
tos con los resultados negativos y a veces
hasta perjudiciales de nuestras instituciones
educacionistas, el aplazamiento indefinido de
acometer una obra en que no se fincan espe-
ranzas porque no se cree en ella.
De la misma manera que ha sido imposible
hasta el presente hallar la medicina que haya
de curar científicamente el cáncer, entre otras
razones por la fundamental de no haberse dc:s-
cubierto el bacilo que lo produce, pues las
radiaciones del radio no pasan de ser una fór-
mula empírica. en educación no ha sido dable
topar el motivo fundamental que nos explique
satisfactoriamente el por qué se ha manteni-
do, ni más ni menos que, como a la Cenicicm-
ta de la fábula. relegada a un aislamiento hu-
millante y depresivo, en una pobreza inexpli-
cable. mientras sus hermanos, los demás ramos
de la administración pública. no sólo han dis-
frutado de lo necesario para llevar decoro::¡a-
mente vida de sociedad y se ha procurado el
mejoramiento y avance de ellos en el orden
del progreso, sino que han tenido dinero para
derrochar ~mente en toda suerte de capri-
ehos y liviandades y hasta en torpezas incon-
fesables.

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Qué ofrece la educación
La educación en el extenso sentido de este
vocablo le ha ofrecido al país el desarrollo. la
protección y el enriquecimiento de la persona-
lidad humana, pues su objetivo es la prepara-
ción del hombre para la vida. Y el Estado. a
través de años y décadas, ha permanecido in-
sensible a estas promesas en potencia que mí-
ran al porvenir. ;;
No sabemos todavía por qué raro fenómeno
psicológico se consideraba entre nosotros como
heterodoxo. o descarriado en ideas-por no
decir hereje-al que se atrevía a levantar la
voz para señalar el anacronismo de nuestra
instrucción que, con algunas modificaciont~s,
sigue siendo en la generalidad. la misma que
todas las naciones sudamaricanas recibieron
como patrimonio de los tiempos coloniales.
'i, De una vez por todas, debemos declarar que
en cuanto se refiere a enseñanza primaria ofi-
ciai ha habido un mejoramiento debido a va-
rios de los mismos maestros y maestras, úni-
cos elementos capaces por hoy de trabajar en
tal sentido. Si e"la excepción no podemos ex-
tenderla más allá de unos pocos centros urba-
nos. la excepción en lo que se refiere a ense-
ñanza elemental particular es aún más restrin-
gida. Hablar de este asunto es .escabroso y ex-
puesto a contrariedades, porque lo malo del
cuento está en que son más los que pretenden
que los que realmente enseñan racionalmente.
La excepción que hemos hecho en favor de

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valiosos elementos de la primera educación
oficial y de uno que otro de la educación par-
ticular, es tanto más justa y neéesaria cuanto
que trabajan unos y otros en pésimas circuns-
tancias, sin otra esperanza que la satisfacción
de la propia conciencia y la promesa en el
galardón que el Cielo reserva a quienes ense-
ñan la verdad.

Los opositores
Hemos creído que seria de grande utilidad
para el país promover una encuesta relativa
al estudio de las causas por las cuales ha ha-
bido personas y no pocas que con múltiples es-
fuerzos se han opuesto al progreso de la edu-
cación.
A veces, se han expresado algunas: el cari·
ño a lo acostumbrado, a «las antiguas, dulces
costumbres que el amor formó.; el desconoci-
miento no sólo de los beneficios que produce
una buena educación, sino el desconocimiento
de la propia ignorancia; el temor a la pérdida
de la inocencia. como si ésta consistiera en la
ignorancia del espiritu; el temor a las malas
doctrinas, como si éstas fueran patrimonio ex-
clusivo de la inteligencia y de la voluntad dis-
ciplinadas; el ideal político que absorbe todas
las fuerzas y ha creado \lna casta de persona-
jes rapaces y egoístas, incapaces de interesar-
se por un bién general que no les produce ni.
comisiones ni otros halagos; también se ha acu..
sado la indiferencia responsable o irr~sponsa ..

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ble de muchisimos padres de familía, que no
consideran a los hijos sino como una carga,
encomendada en los primeros años al cuidado
de la servidumbre, más tarde, para salir de
ellos. a un colegio cualquiera, ojalá internados,
o si fuera posible a Europa, sin freno ni con-
trol. ¡Pero, si a tántos importa tan poco los
hijos propios, menos les importará a los gran-
des señores del gobierno los hijos ajenos!

El problema fundamental ~

Cuando han sobrevenido las crisis fiscales o


económicas, y éstas han sido frecuentes, inme-
diatamente se han dado a buscar las causas
de ellas y las han hallado, unas veces en las
bajas de las cotizaciones del café y en las bue-
nas cosechas del Brasil; otras, en las grandes
importaciones de los comerciantes; ya en los
despilfarros de los empréstitos. ora en la mala
organización rentística; en los veranos o en los
inviernos; pero no se han preocupado de la
causa de las causas. la causa matriz: nuestra
educación nacional.

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EDUCACION PRIMARIA
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Los países cif)ilizados ante el problema
El propósito de mejorar la educación públi-
ca, principiando por su base, la escuela primaria,
es obra sencilla, en dondequiera que la rique-
za pública y la del erario han corrido parejas
con la voluntad decidida por parte del Estado
de suministrar al mayor número posible de se-
res humanos la educación genuina que les (:a-
pacita para comprender la significación del pro-
greso y para contribuir a desarrollarlo.
La manera de llevar a cabo la reforma de
la escuela de primeras letras está ya experi-
mentada en otros paises que han racionalb:a-
do su educación comenzando por la formación
de los maestros, porque la escuela es el mac~s-
tro, llevada a término por educadores de pri-
mera, para reaccionar en momentos de crisis.
La regeneración del pueblo alemán la espe-
ró del instituto de Pestalozzi, dijo Fitche en
1802, y a principios del siglo pasado, despu.és
de sus fracasos, envió Alemania grupos de
maestros a estudiar en el extranjero: lo hizo el

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Japón con éxito maravilloso en 1860: como se
dijera que en Sedán habia triunfado el maes-
tro de escuela en 1870, Francia envió maes-
tros al exterior a asimilar aquello que pudie-
ra servir de armadura en la reconstrucción de
la patria; hace ya tres lustras lo viene hacien-
do España; Chile ha hecho ]0 propio .... ¿Por qué
no hemos de hacer lo nosotros? No se nos diga
que hay crisis. Con el dinero que gasta Co-
lombia en servir una legación actualmente bien
pudiera enviarse un grupo de diez o quince
maestros; esto sería más justo y patriótico que
presentar ante el mundo el espectáculo de un
pais tan ridkulo que mientras se carece de
escuelas. de industrias y de vida propia, se
crean suntuosas legaciones.

Escuela normal

Al regreso de la primera misión que Colom-


bia enviara al extranjero debía fundarse llna
escuela normal científica para la formacion de
pedagogos de conformidad con los adelantos
del siglo.
Los grandes maestros que ha tenido la hu-
manidad en todos los tiempos y en todas las
latitudes han carecido de títulos normalistas.
Pestalozzi. Froebel, la doctora Montessori, el
doctor DecrCJly son unos pocos ejemplos to-
mados al acaso, de entre los pedagogos sin
título normali<;ta. En nuestro país encontramos
también no pocos maestros de genio en igua-

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les circunstancias: Rafael María Carrasq1.lilla,
Víctor Mallarino, Luis Tomás Fallon, Martín
Restrepo Mejía, Agustín Nieto Caballero, los
Lleras (1) Y otros cuantos aducadores de lo¡ úl-
timos tiempos no tienen tal titulo, aunque han
sido maestros de notoria reputación.
Retrocediendo un poco, cuando el pai!l ca-
recíó de la ayuda de las comunidades religio-
sas-así lo sabe la nación-el factor má$ en-
tusiasta y eficaz con que contó la instrucción
pública fue el doctor Dámaso Zapata, de cara
memoria para nosotros, quien, sin titulo:>de
normalista, sacrificó tranquilidad y comodida-
des y, en cambio, arrostró los innumerubles
inconvenientes de quienes se preocupan del
bién de los prójimos, para convertirse en «el
andante caballero de la educación que rema-
taba hoy tTí una visita escolar entre dos luces
con el acta Formularia, y mañana aparecía a
ocho leguas de distancia tocando de madruga-
d~ a la puerta de otra escuela-. como ha di-
cho uno de nuestros más estimados y l~om.
prensivos pedagogos. El presbítero doctor Car-
los Cortés Lee, cuando desempeñó el carg'o de
director de instrucción pública de CUfldina-
marca, hizo colocar en alto el retrato de aquel
«caballero andante de la instrucción-, en el
despacho de la dirección del ramo, «como ob-
jeto de meditación y modelo de trabajado!' ins-
truccionista- .

(1) Con excepci6n de uno.

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La experiencia nos enseña, por otra parte,
que la posesión del título de normalista no
significa siempre idoneidad, como la carencia
de él no quiere decir incapacidad. El maestro
nace, no se hace. Todavía hay más: en el su-
puesto de que las escuelas normalec; hubieran
marchado en malas condiciones científicas, los
títulos podrían ser indicio de aberraciones y
deformaciones mentales. de resabíos respecto
de la verdadera educación.
Pero esto no quiere decir que no debamos
aspirar a que nuestros maestros obtengan en
lo sucesivo un titulo cierto de idoneidad.

Maestros titulados y no titulados


El personal de maestros urbanos sin título
que tenemos hoy sube a 64° '(J; el de maestras
urbanas en las mismas condiciones, asciende a
55%, Maestros rurales sin título, 93°,'0: maes-
tras rurales sin grado, 92%' El 46% de maes-
tros de escuelas nocturnas tampoco tiene títu-
lo. Totalizando, tenemos: 2.258 maestros gra-
duados; 6.682 sin graduar, o sea el 75% ca-
rente de titulo.
Estas cifras, aparte de otros motivos, nos
revelan la necesidad urgente de establecer una
escuela normal de alma colombiana y de acuer-
do en su parte científica con la época actual,
capaz por su eficacia de sacar al país del em-
pirismo que agota y lo inhabilita cada día más
y más en la empresa de preparar hombres para
la vida.

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cJnhelo insensato

El deseo de sostener hoy varias escue:las nor-


males es insensato, no sólo porque el :;osteni-
miento de estos institutos, tal como deben fun-
cionar, es necesaria:nente costoso. Hay moti·
vos muy serios: ¿c1ónde están, siquiera para
dos establecimientos de hombres o de muje-
res a la vez, los maestros de los maestros? El
profesorado tiene que ser selecto, y como tal,
hoy por hoy, es escaso, muy escaso entre nos.
otros. Ese instituto debe llenar una tarea or-
gánica, profunda, de adaptación y no de co.
pia de lo extranjero. Es trabajo cf)mplc:joy de
no poco tiempo la formación del maestro. En-
tre una escuela normal de nombre y 1lna es.
cuela normal de verdad hay un abismo: al par
que la primera desacredita y arruina el con-
cepto de educación, la segunda lo redimirá
ante propios y extraños.

Centralización de las escuelas normales

El gobierno está imposibilitado hoy pam el soso


tenimiento de las veintiocho escuelas normales
de las capitales de departamento. Y no se ~:olucio-
na esta imposibilidad con reducir a la mitad o a
diez el número de estos establecimitmtos, sino
que. antes bien, se crea una nueva dificultad.
Los escasos recursos que en ,los. presupues-
tos de muchos años se han asignado al soste-
nimiento de escuelas normales, recursos dis-
minuidos ahora hasta lo ridículo, diseminados

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sólo en diez normales. por ejemplo, no serían
suficientes, no digamos para dotarlas de los
elementos que la técnica moderna praconiza
como indispensables para esta clase de insti-
tutos, sino que serían del todo insuficientes
para proveerlas del personal docente requerido.
A la imposibilidad de encontrar con el dine-
ro de que se dispone el personal docente y
directívo que se necesita, se agregaría la en\..u-
me dificultad de escoger las ciudades en don-
de debieran funcionar estas escuela. Porque,
¿qué razones suficientes y lógicas se alegarían
en contra de Cartagena o Barranquilla para
preferir a Santa Marta; de Cúcula para esco-
ger a Bucaramanga; de MedeIlín para estable-
cer preferencias a favor de Manízales; de Po-
payán o de Cali para favorecer a Paste., y así
de las demás? Cualquiera que fuera la de:""r-
minación del ministro de educación tendría la
censura y todos los cargos del despecho de
las ciudades no favorecidas con las escuelas
normales.
En estas circunstancias, al ministro de edu-
cación no le queda otro camino práctico y rea-
lizable sino fundar una escuela normal en Bo-
gotá. con alumnos becados por los mismos de-
partamentos, siempre y cuando que el gobier-
no soberano de Colombia pudiera escoger li-
bremente el cuerpo de profesores y personal
directivo, para evitar que con profesores de
alta competencia profesional, siempre escasos
y tra~mantes. se mezclaran las desesperantes

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medianías que acarrearían descrédíto a la en·
señanza y a la educación en centros en don-
de se apreciara en su verdadero sentido la la-
bor educativa de profesores y educadores de
verdad.
Hemos omitido hahlar de la escuela normal
central de señoritas por existir ya para el efec-
to el instituto pedagógico nacional; de hecho
esot::víene a ser una escuela normal central
cuyo discipulado podría aumentarse '=on alúm-
nas eleg~as por los departamentos.

Falta cooperación
X Una de las mayores dificultades con que ha
tropezado el progreso de la educaeión es la
incomprensión del medio ambiente. en parti-
cula;---¡ quién lo creyera! -de los :;>adres de
fadiilia. -y.,
Hace algunos años-refiere el rectOr de la
Escuela Nacional de Comercio-me declaró un
eminente institutor extranjero que de un año
a otro se le había rebajado el número de alum-
nos de 370 a 70, al haber adoptado el sistema
europeo, y que, por lo mis:mo, se babía visto
obligado a volver a la antigua rutina irracional.
Conozco otros rectqres-continúa--que con
mucho gusto irían por el camino del progre-
so si no temieran quedarse con su estableci-
miento vacio; y hay profesores que con agra-
do enseñarían racionalmente, si no se 10 prohi-
bieran los directores ignorantes o pusiiimimes.
Esta falta de cooperación de los padres de

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familia, nosotros también la hemos experimen'
tado en más de tres lustras que hemos traba-
jado en el terreno de la práctica.
Esta falta de cooperación del hogar, la he-
mos encontrado denunciada en un libro que no
debe desconocer ningún maestro: cHacia la es-
cutl¡¡ del mañana-. Angelo Patri, un italiano
que ha llegado a ser director de una escuela
primaria de Nueva York, dice al respecto:
.La mayor parte de los padres tienen un
concepto libresco de la educación. Cuanto más
pobres son las gentes, más exageran el valor
de las tradiciones escolares: la escuela es un
lugar en que se aprende lo que dicen los li-
bros, y es ploeciso que el niño no pierda su
tiempo en otra cosa. El tiempo empleado en
los juegos es tiempo perdido. El tien~¡¡o dedi-
cado a la música, o a la cocina, a los re:;-tos,
a los espectáculos dramáticos, a la danza, a·
la carpintería, al modelado, es otro tanto tiem-
po perdido; son frivolidades que aunque sean
placenteras, no por ello son menos sup<.:rfluas-.
•Los padres, lo mismo que los maestros, con-
sideran la escuela como un lugar en que los
niños tienen por tarea, la de obedecer, apren-
der de memoria y recitar las lecciones- .
•Muchos padres entienden así la educación;
quieren para sus hijos la sabiduría, el conoci-
miento de los libros. Ricos y pobres desean
que sus hijos estén vaciados en el mismo mal·
de, negándoles la libertad de desarrollarse a
su manera. Y puesto que esto es lo que sue-

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ñan los padres, se hace la escuela de modo
que les satisfaga, una escuela Iibresca en que
cada clase se parece a todas las demás, en que
cada asiento se parece a los demás asientos, y
en que cada niño se parece a todos los demás
niños- .
y a los padres que asi razonan, les respon-
de Angelo Patri: .Lo importante es el niiio,
y para él debe hacerse la escuela. El pleno des·
arrollo, el completo expansionamiento de la per-
sona humana, es la verdadera razón de ser de
la escuela, y todo lo demás es accesorio-.

Educar e instruír
La tesis que votó. en la Exposición de San
Francisco (Estados Unidos), la A!lociación de
Educacié-..nNacional Americana. que cuenta con
500,000 maestros y maestras de todas clases.
primaria y superior, dice:
.Todo sistema de instrucción pública que se
limite a la información intelectual de los niños
será, ciertamente, reconocido como inadecu;ado.
tanto a las necesidades del individuo como a
las de la sociedad-o
La instrucción sin la educación-ha dicho
Royer ColIard-es un instrumento de ruina.
Es absolutamente imposible-confirma Ni-
cholas Murray Butler, presidente de la Univer-
sidad de Columbia- que sigamos confundiendo
la educación con la simple adquisición de: co·
nacimientos. En tanto que enseñar a leer y es·
cribir es solamente el principio de la instruc-

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Clan, educar es adaptar al nmo a lo que pue-
de llamarse el medio espiritual.

Faltan escuelas
Los siguientc~ datos estadísticos de origen
oficial nos ponen de relieve el marcado aban-
dono en que el Estado ha mantenido la edu-
cación del pueblo. Los datos están elaborados
teniendo en cuenta el censo escolar de 1918.
es decir. los niños de seis a catorce años que
había entonces (1.194.920). De esta cifra se ha
restado el número de matriculados, de la mis-
ma edad. en 1930 (497,147); la diferencia de
estas dos cantidades representa el número de
niños que carecen de escuela, o sea el de
6<J7.773. Si por este número calculamos la can-
tidad de escuelas que hacen falta. a razón de
cuarenta niños cada una, tendremos que el país
carece de más de 17,432 escuelas, distribuidas
asi:
Antioquia , . 2,206
A tIán tico .......................•............ 499
Bolívar . 1,458
Boyacá . 2.206
Caldas ~ . 1,070
Cauca . 803
Cundinamarca . 2,536
Huila . 625
Magdalena . 632
Nariño . 1,170
Norte de Santander . 823
Santander . 1,236

25
Tolima .............................••......... 1,232
Valle.............••............................. 572
Chocó . 249
San Andrés .....................•.......... 17
Meta . 23
Arauca . lO
Caquetá . 11
Pu tumayo .•...............•...•............
Goajira . 48

Después de elaborados estos datos, al recru-


decerse la actual situación, se decretó en An-
tioquia el cierre de más de 600 escuelas, y en
Santander, de 150. La diferencia de 12 escue-
las, al deducir del número de niños el de és-
tas, obedece a que en el cuadro se han des-
preciado fracciones.
Estas escuelas cerradas, resultado de reso-
nantes disparates y despilfarros administrati-
vos inauditos, son el epitafio de toda una épo-
ca, que debia aprovecharse como una severa
lección.
Más de catorce presidentes de la república
han pasado por el solio de Bolívar en los úl-
timos cincuenta años; más de veintisiete mi-
nistros por las salas del ministerio de educa-
ción, y de éstos y de aquéllos sólo podríamos
señalar uno que otro que intentó hacer algo
de trascendencia, y aun ese algo no tuvo con-
tinuidad y resultó infecundo.
Decirles a nuestros gobiernos que han he-
cho mal, muy mal en descuidar la educación

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del pueblo, es hablar como colombianos leales
a la patria.

Educación obligatoria ~
Según la ley orgánica de instrucción públi-
ca, -es obligación de los j;{obiernos departa-
mentales difundir en todo el territorio de su
mando la instrucción primaria, reglamentándo-
la de modo que en el menor tiempo posible y
de manera esencialmente práctica se enseñen
las nociones elementales, principalmente las que
habilitan para el ejercicio de]a ciudadanía y
preparan para el de la agricultura, la industria
fabril y el comercio>.
También es obligación de los municipios su-
ministrar local y mobiliario para el funciona-
miento de las escuelas urbanas y rurales. Los
consejos municipales apropiarán las sumas ne-
cesarias para ello>.
Asimismo, -serán de cargo del tesoro na-
cional los gastos de la instrucción primaría de
los territorios nacionales y los de catequización
de indígenas, lo mismo que la provisión de tex-
tos de enseñanza, útiles de escritorio, etc., para
las escuelas normales y primarias>.
De propÓsito hemos transcrito estas díspo-
siciones legales, él continuación de aquellos da-
tos, para que, sill <:vmentarios, se vea la ma-
nera como los gobiernos, no diremos han cum-
plido. sino han dejado de cumplir sus obliga-
ciones con el pueblo contribuyente. Por lo visto,
sí hace falta una leyes aquella por la cual se

27
haga obligatorio para los mumClplos, los de-
partamentos y la nación el cumplimiento de las
leyes de instrucción. Es a los gobiernos aludi-
dos a quienes hay que hacer obligatoria la edu-
cación.

Vn verdadero estadista
Un verdadero estadista-ha dicho el actual
presidente de la república -- no piensa en la próxi-
ma elección, sino en la próxima generación. El
doctor Olaya Herrera tiene razón en lo que ha
dicho, sólo que ello demuestra únicamente una
cosa: que no ha habido en los últimos años
verdaderos estadistas en Colombia.

Vtiles escolares

Una de las miras del gobierno, según se dijo,


al suprimir la enseñanza o educación secunda-
ria fue el poder consagrar todos los esfuerzos
y proventos a la educación primaria. Para apre-
ciar la manera como éste ha cumplido (:on el
propósito ofrecido, al dato del número de es-
cuelas por fundar, agreguemos estos otre.s:
En la memoria del ministerio de hacienda al
congreso de este año, aparece que la capitación
de gravamen por razón de impuestos na(:iona-
les, apreciación hecha sobre el censo d(~ po-
blación calculada de 1928 es de $ 3.76. Veamos
ahora, cómo corresponde el Estado al pueblo,
a los trabaj&dores y contribuyentes que habi-
tan aqui, las demás ciudades, los villorrios y

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distritos rurales. soportando pacientemente to-
das las cargas de la nación.
Siendo hoy el presupuesto nacional, para la
compra de útiles de enseñansa. de $ 5.125 (ni
a peso por escuela). y dividiendo esta suma
por el número de niños matriculados en las es-
cuelas públicas, vemos que a cada alumno le
ha correspondido un centavo ($ 0.01) para diez
meses lectivos. o sea un milésimo de ael.~•. e
($ 0.001) por mes para proveer a cada niño de
útiles de enseñanza. Estos no son datos inven-
tados para poner de relieve la perfecta deses-
timación que nuestros gobiernos han hecho de
la escuela primaria; son números tomados del
mismo informe del ministro del ramo al actual
congreso. Y, ¿cuál es, en último análisis. el re-
sultado de e~te abandono de nuestra pública
educación?

Visión panorámica

Deliberadamente nos hemos propuesto pres-


cindir de consideraciones de carácter general,
al tratar de nuestra educación, evitando así uno
de nuestros mayores defectos. Por este camino,
bien hubiéramos podido advertir la i:'leficacia
no sólo de la educación en todos sus grados,
sino también de la enseñanza profesional. a la
vista del fracaso individual y colectivo, tanto
de la masa de humildes campesinos que pere-
cen y se amodorran de pobreza y miseria so-
bre un suelo ubérrimo y lleno de promesas.
como de tánto bachiller y doctor desadaptEldo,
de tánto gabinete ministerial que se remuda
como el traje dominguero, remendado con frag-
mentos del traje que sirvió para Correr las li-
vianas aventuras que condujeron a la dilapida-
ción de dineros prestados. Esta visión pallorá-
mica de los frutos de nuestra educación e ins-
trucción la descartamos de este estudio por no
ser de carácter concreto. Vamos con datos pre-
cisos, respaldados en la autoridad de pemonas
que han estudiado nuestra ignorancia en rela-
ción con la tierra, para el desarrollo de la in-
dustria agricola en armonia con la fabril y co-
mercial, ya que sin estas precauciones, f$ im-
posible realizar el plan de estandardización de
la vida en nuestro pai$.

Cómo han dirigido la educación 'X

Nuestros hombres públicos, productm; natu-


rales del medio ambiente ~e nos envuelve,
connaturalizados con nuestros jefectos, entre
los cuales no es el menos perjudicial la prepon-
derancia de la imaginación sobre el talento,
desposeidos en lo general de mentalidad posi-
tiva, matriculados por fuerza en uno de los
polos opuestos del sectarismo, han dirigido la
instrucción pública por caminos más propios
para agravar nuestros defectos. que para favo-
recer una evolución. Todas las civilizaciones
han 'comenzado en la agricultura: los caldeas,
los asirios, los egipcios, en lo antiguo; los Es-
tados Unidos, Argentina y otros pueblos prós-

30
peros, en lo moderno, son ejemplos de este
fenómeno histórico. Veremos cómo ha cumpli-
do Colombia con esta ley de evolución.
Nuestros hombres de la guerra de emar..ci·
pación política, de instintos guerrilleros, y en
gran parte sanguinarios y nómades por ra;:o-
nes históricas bien definidas, no tuvieron tiem-
po de inculcar los hábitos que necesita lIn
pueblo para su transformación; los sucesores,
en el lapso del primer siglo de vida indepen-
diente, en el que se registran sesenta y cuatro
guerras civiles, condujeron la educación del
país a través de las odas de Horacio y lil!
disputas de los filósofos, unas veces, o con
los discursos de la revolución francesa, las
obras de Victar Hugo y de Dumas y la idec··
lo~ia de los filósofos enciclopedistas del siglo
XVIII. El esfuerzo que se hizo, iniciado en
1870, y que alcanzó merecida resonancia en
el exterior, como lo prueba la exaltación qU(~
hizo de él la Revista Ilustrada, de Nueva York.
y cuya fama dio origen a la reforma educa-
cionista de Chile, según concepto de autoridad,
no solamente no fue aprovechado por la sub·
siguiente generación política, ni logró propa-
garse por todo el país, sino que ya en 1880
la política sin visión y sectaria iniciaba una
contra . reforma al movimiento educacionista
emprendido díez años antes. Era la actitud re-
gresiva de las pecadoras que se arrepienten y
lloran en cuaresma y el dia de pascua vuelven
a la mala vida.

31
Aquel movimiento, valioso por cuanto sig-
nificó la fOl mación de hábitos de estudio y
trabajo, por medio de la creación de un ma-
gisterio nacional vigoroso y resuelto al sacri-
ficio, si era preciso, en aras de un ideal edu-
cativo, se extinguió cuando le faltó la fuerza
activa, la fe y la voluntad creadora que le
dio vida.
Algunos apreciables esfuerzos se han hecho
posteriormente por la gran causa educacionis-
ta, pero han sido esfuerzos aislados, fragmen-
tarios, truncos como estatuas que llevan rotas
las cabezas, o les faltan los brazos o los pies,
oFreciéndolas siempre incompletas: estos pro-
yectos, naturalmente, no han dado los resul-
tados a que el país tiene derecho y espera
con ansiedad hace muchos años.
Observad, señoras y señores, cómo en c:l
proceso que ha precipitado al país en los abi:;-
mos de la actual bancarrota, lo que más so-
bresalen :a todo lo largo del viacrucis son
los proyectos sin fundamentos, reveladores del
desconocimiento del medio y de la técnica, o
denunciadores de una profunda mala fe.
Faltan buenas costumbres y hábitos orde-
nados de trabajo, porque falta educación inte-
gral; y ésta se echa menos porque hemos
olvidado el cultivo del hombre, la base pri-
mordial de la producción. El dinero. como las
tierras con sus minas y caidas de agua Iwn
cosas inertes, que no tienen poder por si mis-
mas, sino que valen por el espíritu que las

32
anima y explota sabiamente, por el valor que
les da el hombre, que es la medida de todo5
los valores.

La verdad de nuestra situación ;<.


Ha dicho en el senado el doctor Mariano
Ospina Pérez, que -nada ni nadie podría cam-
biar la verdad de nuestra situación, consisten-
te en que el problema máximo del país es in-
crementar en el menor tiempo posible y con
la mayor eficacia nuestra capacidad de pro-
ducción, utilizando todo nuestro capital huma-
no y nuestros recursos naturales, para pnder
atender asi al servicio y amortización de las
deudas ya contraídas, y de las demás que sea
preciso contraer tanto para salvar la situación
del momento como para impulsar el desarro-
llo futuro del país>.
Y, ¿ qué si~nifica prosperidad a base de 'ca-
pacidad de producción> y de 'utilizaciÓn de
todo nuestro capital humano., sino educación
pedagógica?
•Y sentada esta tesis incontrovertible-con-
tinúa-se hace también necesario, para alejar
toda posibilidad de error, insistir en que la
base ae nuestra prosperidad económica, inclu-
sive del desarrollo de las industrias manufac-
tureras y de la explotaciÓn de las riquezas na-
turales, es el fomento y la p;-otección de la
agricultura nacional>.
Pero no perdamos de vista que esto no pue-
de alcap.zarse por medio de leyes y decretos,

33
sino por medio de hábitos, o lo que es igual,
por medio de la educación.
Más adelante, el senador arriba citado. ano-
ta que -la producción agro pecuaria del país
vale al año $ 500,000.000., Y que me:diante
un plan de conjunto- que en el fondo, como
lo demostraremos, no es sino un plan ,~duca'
tivo e instruccionista- -es posible aumentar la
capacidad productora de nuestra agricultura
en un diez o en un veinte por ciento, o sea
en cincuenta o cien millones de pesos lLl año.
y vale bien la pena de meditar por un mo·
mento en lo que significan estas cifras, cuan-
do la consecución de un empréstíto de meros
cinco o diez millones de pesos en el exl:erior,
nos cuesta tántos esfuerzos y sacrificios y nos
hace padecer tántos anhelos, inquietudes y
expectativas' .
En seguida, seguro de la verdad de lo que
afirma, advierte: -cualquiera creería que la
afirmación que acabo de hacer no pasa de ser
una exageraciór., o un recurso parlamentario
del momento, para defender el proyecto- que
se discute, o para dar algún valor efectista a
mi discurso. pero yo voy a demostrar la, ver-
dad de mi aserto con ejemplos tan evidentes
y elementales que tengo la seguridad de que
nadie intentará siquiera rebatir los».
i, efectivamente. con claridad meridiana de-
mostró en una admirable disertación-que la
prensa periódica intituló: -nuestra ignoran-
cia. -cómo en la mayor parte de Colombia

34
se ignoran las nociones más elementales de
ganadería.

Desconocimiento de los cultivos

-La deficencia e ignorancia nuéstra en lo re-


ferente a las prácticas agrícolas y al cultivf)
de la tierra asume igualmente proporciones in-
creibles~. Unos ejemplos sencillos, que están
delante de todos, confirman estas declaracio-
nes. Y, como si esto no fuera sufic.ient~, ad-
vierte que es apenas creíble que en materia
de siembras y de defensa de los terrenos pen-
dientes, de la erosión producida por las agulls
lluvia!', estaban más adelantados los indios del
Perú antes de la conquista que lo que estamos
nosotros en la actualidad~.
-Ni siquiera en aquellos cultivos qUl: hemos
practicado durante siglos enteros y que han
constituido la base de nuestra actividad, cono-
cemos los principios más elementales~.
Más adelante, después de interesantes com-
probaciones, muestra cómo -la ignorancia en
esta materia no está circunscrita 8 nlJ.estros
agricultores, pues los obreros de las ciudades,
aun aquellos más ilustrados, ignoran en ab:m-
luto la ciencia elemental del trabajo racionnli-
zado~ .
Reconoce el inteligente senador que se ha-
ría interminable si continuara citando ejemplos
de la vida práctica, para comprobar la igrlO-
rancia ambíente que dondequiera pone el sello
de la ineficacia, y no perdona ni al parlamen-

35
to, que es «una de las corporaciones menos
eficientes del mundo, ya que en su funciona-
miento y sistema de trabajo se violan princi-
pios tan elementales como el de la división d,el
trabajo y el de la especialización>.

Lo que cuesta la ignorancia

Asegura, sin embargo, que cen Colombia es


posible elevar sin grande esfuerzo y mediante
una organización adecuada y un plan científi·
co de experimentaciÓn, enseñanza y divulgación
agrícolas, en un veinte por ciento la produc-
ción naciona)., y este veinte por ciento _sigo
nifica para los solos productos de la agricul.
tura y de la ganadería más de cien millones
de pesos ($ 100,000,000) al año.
y en este cálculo, lo reconoce el expositor,
ha omitido factores como el empleo de abonos
y fertilizantes, la utilización de otros produc.
tos, asi como también cel aumento efectivo de
la actividad de nuestros trabajadores median-
te la campaña sanitaria en contra de la ane·
mia tropical y del paludismo>.
Cuando creímos que necesitábamos usar nues-
tros propios raciocinios para mostrar la rela-
ción lógica que existe entre la producción y la
enseñanza educativa, tuvimos la satisfacción de
que el autor de aquellos conceptos nos rele·
vara de este compromiso con las siguientes pa-
labras: -Todo esto va íntimamente ligado con
el problema de la educación primaria, que exi·
ge entre nosotros una orientad.}n más en ar-

36
manía con las necesidades de la vida, espe-
cialmente en las escuelas rurales •....• EI pro-
blema puede sintetizarse en la siguiente forma:
ciencia gratuita, transportes económicos, capi-
tal barato •.

Escuelas técnicas industriales X


Los decretos expedidos por el ejecutivo en
virtud de la autorización que le ha conferido
la ley 99 del congreso ordinario del corrientl~
año, mediante los cuales se han levantado ba-
rreras a nuestra importación, para obligarno,;;
a vivir de conformidad con nuestros propío;;
recursos por mérito de nuestra industria y tra-
bajo, han abocado de modo más franco y ca-
tegórico al pais en la necesidad de fundar es-
cuelas técnicas industriales.
Está bien que a un pueblo se le coloque .de
un golpe audaz. en medio de .la realidad. aban-
donada por una torpe negligencia de los co·
lombianos •. Tan acostumbrados hemos estado
a la farsa de programas, promesas y di¡;cursos,
a vivir y a derrochar lo prestado, como si nun-
ca hubiéramos de pagarIo, que nos sorprendl~
más lo natural y lógico que lo absurdo y men-
tiroso.
',~~.Las industrias lánguidas que hoy existen en
, el país son pobres, y son la excepción. La ma-
yor parte de ellas necesitan, y así lo comprue-
ba la experiencia, del técnico extranjero. LOi
miles de hombres y mujeres que pululan en
las calles de poblaciones y ciudades en deman-

37
da de trabajo, nada saben, para nada sirven,
o sirven para todol como ingenuamente con-
testan cuando se les pregunta por la profc:-
sión, ¡Cuántas personas, de ambos sexos, he:-
mas conocido en demanda de una escuela ,o
de una cátedra para enseñar lo que jamás
aprendieron, porque no han hallado empleo en
ninguna partel Os aseguro, señoras y señores
profesases, que una de las causas más graves
de la situación misérrima del profesorado es
esa nube de gentes que, por hacer algo, por
emprender en otro oficio o por no dejarse mc,-
rir de hambre, ofrecen enseñanza por cualquier
cosa, como si fuera venta de falsa pedrería de
judio irredento.
La imposición sabia aunque preñada de ries-
./
gos, de obligar a que el pais viva de lo pro-
pio, tiene por secuela natural la industrializa-
ción del pueblo por medio de escuelas espe-
ciales.
Cierto que los beneméritos hijos de 0011
Basca van por este camino; un tanto, aunque en
muy reducida escals. los Hermanos Cristillno~;
pero todos éstos no alcanzan a satisfacer cum-
plidamente la d~manda que se extiende a todo)
lo largo y a todo lo ancho de la repúblicSI.
Ellos también carecen de personal técnico: nI)
todo el que viste un traje talar se hace sabe-
dor o útil por virtud de la indumentaria. El
vulgo dice que «el hábito no hace al monje»,
ni al sabio tampoco.
Las escuelas técnicas industriales orientarian

38
a una gran masa de población de todas nues-
tras clases sociales.

-Cáncer social- 'A


Ese asilo de la mediocridad llamado buro-
cracia, donde tántas voluntades se han ab¡lti-
do y tánta!> capacidades han naufragado a la
infecunda e in gloriosa sombra de los presu-
puestos oficiales. se descongestionaria natural-
mente. Y no se entienda cuando se habla de
burocracia, que ésta se limita a los modestos
empleos de escribientes, archiveros y porteros.
El mayor de los males que ha sufrido este
pais es el de los presidentes. ministros, gober-
nadores, congresistas y diputados burócratas:
modificaciones de la intriga. Esta clase de ma-
gistrados en los días de la gran república, des-
pués de ejercer los altos cargos de la Ilación,
regresaban pobres a la vida privada. Hoy, si
regresan, es después de haberse resignado a
enriquecerse en aras de la patria; y respecto
a las hazañas que han llevado a cabo mejor es
no descorrer el velo quc cubre ]0 ambiguo, lo
tortuo~o, por decir lo menos.
La burocracia, distinguida con la frase de
-cáncer socia}., no es. ni podría serio, un car-
go contra los hombt'es de todas nuestras cla-
ses y conÓiciones sociales, que buscan en el
puesto público solución a sus necesidades. El
estado crl>nico de esta dolencia social es el resul-
tado lógico de una sociedad ineducada o víc-
tima de sistemas y métodos más propios para

39
desadaptar que para educar. Cada cual busca
donde puede la manera de ganar más fácil-
mente el dinero, trabajando lo menos posible.
Pero aquí casi nadie sabe trabajar en deter-
minada industria, at"te u oficio. El medio flm-
biente, los ejemplos y la influencia mediatos e
inmediatos; la intervención, deformadora de los
jóvenes cerebros, efectuada por el estudio esen-
cialmente teórico y verbalista de los primelros
años, y como resumen, la ausencia de escue-
las industriales o técnicas al alcance de todos,
han sido la espesa muralla ante la cual se han
estrellado las más justas y nobles aspiraciones.

Un gran ejemplo
En la biografía de don Rufino Cuervo. tra-
zada por don Rufino José y don Angel, ~lUs
hijos, aparece consignado el fin principal a que
aspiraba aquél en la educación de sus hij.:>s,
en un fragmento de las instrucciones que dc:jó
a su esposa al partir para Europa en 1835, y
que no resistimos al deseo de transcribirlo.
Parece dirigido a los padres de hoy y, por
ende, dedicado a la patria en esta hora de po'
sibles transformaciones:
.Si yo muriere, tú tienes el deber de ec:u-
carlos: pónlos en una pensión o casa de edu-
cación, recomendando con particularidad que
aprendan los principios de moral y de reli-
gión, la gramática castellana, la aritmética, el
dibujo lineal y una buena escritura: cuida dt:s-
pués de que APRENDAN ALQÚN ARTE U OFICIO,

40
sea cual fuere. con tal que tengan ocupaclOn
honesta con qué subsistir. No tengo la vana
pretensinn de que mis hijos ocupen puestos
elevados en la sociedad. ni tampoco quiero
que sigan por la carrera de la medicina o del
foro. como lo están haciendo casi todos nues·
tras jóvenes. LA P\T~IA ~;() f\:ECF.SITA DE MU-
CHOS MÉDICOS Y ABOOAD.JS, SINO DE CIUD.\-
DANOS LABORI()~()S QUE CULTIVEN LOS C\ M-
PO~, MEjOREN A I;-'¡DUSTf~IA y TH,\NSP(\t<1 EN
NUESTROS F:iUTOS A MEiKADOS LX rRANJUWS .

•No economices gastos ni sacrificio alguno para


educar a nuestros hijos: vende lo más precioso
que tengas, porque aun cuando no les dejes bie-
nes de fortuna. ellos tendrán siempre lo bastan-
te con la buena educación'.

Nosotros preguntamos: ¿Cuál cs el sacrifi·


cio que ha hecho la naci/m para educar a sus
hijos? ¿De los $ 25.000.0DO que hubimos de
recibir por Panamá y de los $ 300.000.000 de
empréstitos, cuántos millones se han destinado
a IR educación nacional? Esas ingentes sumas
no sólo se han despilfarrado en obras materia-
les, sino que asimismo se ha malgastado otro
capital más precioso: el capital hombre.
El dinero que acertadamente se hubiera des-
tinado a la educaci.~m del hombre sería lo úni-
co que se hu.bierd slilvajo en este naufragio
de la economía nacional, ocasionado por la
falta de capacidades, que no pueden elaborar-

41
se sino en el laboratorio de la escuela ,oacio-
nalizada.

El analfabetismo
El panorama del estado actual de nu~stra
enseñanza elemental podemos resumirlo tonlos
siguientes datos, denunciados por un ex-minis-
tro de educación en sesión de la cámara de re-
presentantes el año de 1930, para lo cual se
tomó como base la población total que ascen-
día a 7,851,000 habitantes.
Hay un total de 4.682.568 colombiano!! que
no saben leer. Es decir, el 6(JJ/o de la pobla-
ción es analfabeta.
La población menor de siete años que sabe
leer es de 26,993. La que no sabe leer I~S de
1,511,790, o sea 98.25%. Esto está indic:ando
la falta casi total de kindergarten o jardines
infantiles.
La población entre siete y catorce año:. que
sabe leer es de 667,459. La que no sabe leer
asciende a 913,986, lo que significa que la en-
señanza primaria ni siquiera abarca la mitad
de la población apta para recibirla. Es lo que
pudiéramos decir, la base del grave problema
educacionista.
De quince años en adelante hay 2,404,113
que saben leer, y 2,256,792 que no saben leer;
es decir, el 48.42°/0,
Denunciados estos datos, puso de presente
la falta de escuelas, asi: la población capacita-
da para concurrir a estos establecimientos es

42
de 1.581.445 nmos de siete a quince años de:
edad. Las estadísticas escolares sólo daban UnEL
concurrencia anual de 470,000 alumnos. Dt:
donde se deduce que nuestras escuelas sólo
son suficientes para recibir una tercera parte:
de la población que está capacitada para recibirla.

43
EDUCACION SECUNDARIA (1)
III

Privilegiados de la educación X

Si la educación primaria ha estado envuelta


en una espesa capa de indiferencia por parte de
todos los poderes, la educación secundaria no ha
estado por parte del gobierno mejor atendida.
Prueba de ello es que desde el año de 1927 fue
suprimida oficialmente y entregada a la libre es-
peculación de los particulares.

(1) Siendo miniltro de educación el doctor José Vicente


Huertas, cuando é.te suscribió el decreto en virtud del cual
quedaban abrogados 101 privilegiol olorgados a determinadol
eltablecimientos y se reconoelan todos los planteles organi¡:a-
dos en armonía con la Conotituci6n y 1•• leyes de la Repú-
blica, se suscitó una polémica en lo relativo a la libertad de
la enseñanza. No es de extrañ."e que en el curso del de-
bate 101 interesados en 'a cfuculión llegaran a conclusionel
que confinaban con los extremos.
Algunos condenaban la libertad de la ensefianza como o<:a-
lionada al abulo, el miniolerio la defendía ha.ta el extrelRO
de conliderar como monopolio la enseñanza o6cial. no 'lin
creene al milmo tiempo investido de la facultad de regla-
mentar la ensellanza privada. LOI que nOI hallábamol fu"ra
de la arena de la contienda, pero colocado. en el punto de vis-
ta de lo. intereses permanente. de la juventud, no podíamos me-
DOI de caer en la cuenta de que el abulo de la libertad era ccon-

44
Esta disposición hubimos de criticarla a raíz de
su Ildopción, por el hecho de convertir la segun-
da enseiiall7.a en antiJemocrática, contraria a la
raz()n y al espíritu de justicia social, por cuanto
quedaba reservp.da exclusivamente a los hijos de:
familias acomoda' la~. El hijo del pueblo, salvo
muy l ¡¡raE excepciones, por grande que sea su.
inteligencia y demús condiciones personales
queda pOl.aquella supresiÓn, sin poder concluír
su educación en la segunda enseñanza.

denaelo por .,¡ p,ivilegio, que e, olro abu,o cuando menos·,


caba la equidad. y que la reglamelllarlón ol1ci.1 de las ina·
titucion •• privadas, que e. un monopolio. era el que anate·
matizaba a la emeñanza oficial, coo5l(Jerándola monopolio.
La víctima, en nUe5lro seolir, era la juvenluci advenider •.
principalment~ la llamada por los fuero. de la democracia 11
locar al más aho nivel d,' la c\lh\l'a gelleral, de.de el mo·
mento en que l. lIam.da se~uoda eo •• ñanza se conslituía ell
monopolio d,· la indus!ria 1" ivada, dilerenciándosda al billa-
riamente de la enseñanza ~l ¡maria, como si lA única legítima
clasificación 110 fuera h cap.cidael de los individuos para el
aprendiZnje, y l. línea art¡firi?1 que divide la, enseñanza.
primera y segunrla fUI'ra IIn 1ímil~ arcifinio, las columnas J'l
Hércul •• con 'u insCli(Jción: < Non plU' ultra. para los hijol
del pueblo.
La regla cot. hlecida ,. confil maba con 1" excepción oebida "
a la mera inJi~eneia o al iavor. mediante la cooce.ión gra-
tuita de uoa beca. invoiuoánLÍose la ctluee.ción con la be-
nelicenc; a.
P •.ro es la oportunidad de aclarar que illtervioimo. en la
polémica por propia y acentirada <:oll,ie,·ión. disintiendo do!
las opiniones ~xtrema •. inclusiv." la del minist •• io. y creemo.
haber contrihuido como intérpretes de l. opinión pública .,
evitar que la. opiniones se encarnaran en ,.¡ cuerpo de la le·
gislación ej'Cutiva.
Si enlonces no fue la oportunidad de enaltecer la obr.,
.lel mini,ho doctor Huertas, lo es ahora que no e.tiÍ al
frenle del mini.tprio. El paso qlle .'{uél dio haciendo efee-

45
Absurda división '1.

Pero si aquelIa medida peca contra la demo-


cracia, contra la razón y contra el espíritu de
justicia social, peca también contra la esencia
misma de la educación que no hace distingos
reales, porque no pueden hacerse, entre la edu-
cación primaria y la secundaria, que tienen en-
trambas una misma finalidad: el desenvolvimien-
to armónico e integral de las facultades del sér
racional. Vosotros, profesores y maestros, bie~n
sabéis que la distinción que podría hacerse e~n
la enseñanza educativa deben señalarla únic;i-
mente las capacidades del educando. La distin-

tiva la libertad de enleñanza consagrada por la Conltitucibn.


el de un valor inapreciable para la vida intelectual del paíl.
Creó el estímulo de la competencia en calidad. A IU' su-
celores les corresponde extenderlo en cantidad para que re.
dunde en beneficio de lo. hijo. del pueblo no pudiente que
poseen dotes naturale. aprovechables.
No queremol que un punto dado de una dilcusión y una
crítica se at •• vie.e en el camino del reconocimiento que el
paíl debe a lal laborel del ex-ministro doctor Huerta., lal
cuales no le limitaron al establecimiento de la equidad en el
uso de la libertad de enBiianzll. Esal labores fueron muchal
y lueron concertadas por un plan con,ciente y fecundo.
Nadie creó tantos recuno. como ~I para el ramo de la
educación con el criterio del eltadi.ta de veral que le preo-
cupa de aprovechar en primer I~rmino lo exiltente para me-
iorarlo. fórmula de lenlido práctico y de inteligencia e11•••
de que .uelen carecer 101 temperamentos tropicales, inno\a.
dorel al acaso que prefieren lo fantástico y llamativo. La
universidad y no pOCOI centro. profesíoaalel le enlancharon
e introdujeron mejoras de consideración. La difu.ión de lo.
deporte. como elemento de la eduación lísica el obra IUY"
no m"nos que la fijación de la instrucción mínima de carác-
ter obligatorio.

46
Clan, pues, no se compadece con lo científico
del principio educacionista, y como lógica con-
secuencia, es anticientifica dicha división entre
educación primaria y educación secundllria,
siendo así que ésta no es otra cosa por su
finalidad que continuación de aquélla. Y si no
hay distinción real entre una y otra denomina-
ción, porque la educación es un todo indisolu-
ble, no puede una disposición de carácter po-
sitivo, es decir, ideado por el hombre, venÍl' a
contrariar una ley natural, suspendiendo el li-
bre curso de su desenvolvimiento racional con
disposiciones arbitrarias.
Pero aquella di5po~ición oficial que ha con-
trariado el principio científico de la esencia
misma de la educación, también ha lesionado
los principios republicanos. La democratizaciÓn
de la educación pública ha de consistir en ,a
igualdad de condiciones y de medios para to·
dos, a fin de que la desigualddd que determina
la vida se&.originada por la diferencia de fa-
cultades y no por prerrogativas de otra especie-.
La clase media, tratada tan inmisericordemen-
te en estos tiempos. deJla que nacen la mayo-
ría de los niños que constituyen nuestra nata-
lidad, clase pobre que no puede salir a mendi-
gar como lo han 'hecho los obreros y que, por
otra parte. carece de bienes materialell de for-
tuna, vien(~ a quedar por virtud de la supre-
sión de la segunda enseñanza oficial reducida
a la imposibilidad de coronar el más grande
ideal, quizá el único, de la mayoria de los pa-

47
dres de familia desprovistos de comodidades:
la educack·n de los hijos.
La supresión de la segunda educación está
acompañada de una circunstancia más que deja
ver a las claras su sinrazón, por cuanto signi-
fica la cortada del puente entre la educación
primaria y la enseñanza profesional, estorban-
do de tal suerte el paso, sin motivos justifica-
bles, a quienes vienen detrás. ¿No es, acaso, la
clase media, es decir, la clase pobre. de donde
han salido casi la totalidad, por no decir re·
sueltamente todos nuestros hombres de algún
relieve, ya en la política, ora en lo militar.
como en lo civil y eclesiástico?

El monopolio y l,l competencia oficiales '""

Para combatir el sofisma de que siendo la


enseñanza libre en Colombia, era necesario qut:
la segunda educación se organizara sin la com··
petencia del Estado, fue necesario que el seño,o
Delegado Apostólico corroborara que .la Igle-
sia católica entiende por enseñanza libre la en-
señanza libre de monopolio gubernamental, no::)
libre de competencia oficial, y no condena la
enseñanza oficial prim<lria, ni secundaria. ni su-
perior- o
y en concordancia de este modo de entendc:r
el asunto en cuestión, está la ley S6 de 1927.
al expresar en el artículo 9 que «solamente po-
drán conceder el título de bachiller los cole-
gios oficiales de segunda enseñanza y los esta-

48
blecimientos privados que obtengan esta facul-
tad del Ministerio de educación nacional, siem-
pre que tales establecimientos se sujeten a las
disposiciones que el mismo Ministerio dicte en
relacinn con la organizaciÓn que debe darse al
bachillerato>. Esta disposicVon legal presupone
la enseñanza secunuaria oficial.
La educaci<'mno puede erigirse en negocio de
mercader; es inconveniente, y muy grave, suge-
rir que la segunda educación puede ser una in-
dustria para ganar dinero. La otra emulación, la
competencia elevada y relativa a la calidad, es
no sólo lícita, sino conveniente y necesaria.

Escuela modelo

El año pasado. co\no miembros de la junta


Asesora creada por un Ministro de Educación
para elaborar un proyecto de ley que no satis-
fizo los anhelos del aludido funcionario, y de
seguro no habría satisfecho tampoco los anhelos
del pais, por circunstancias que no es el caso
examinar, hubimos de sugerir la idea de que ~e
fundara en la capital de la República, una escu<::-
la modelo de educación, desde el grado inferior.
hasta la conclusóin de lo que se llama entre nes-
otros «segunda enseñanza> , a manera de labora-
torio de experimentación de los métodos y sis-
temas cducativos que se llaman modernos, at.n-
que sus principios racionales se encuentran en
las escuelas de los grandes filósofos griegos.
El gcneral Pedro Nel Ospina, siendo Presl-

49
dente de la República. consultó al Presidtmte
de la Universidad de Columbia de Nueva York,
Nicholas Murray Butler-autor de .EI signifi-
cado de la educación»,-la manera de mejorar
nuestro caduco sistema educativo. Aquella emi-
nencia de la pedagogía en nuestro siglo, teni-
das en cuenta nuestras peculiares circunstlln-
cias, aconsejó entonces las escuelas modelos.
La respuesta del gran pedagogo estadounidense
debe reposar en el archivo del Ministerio de
Relaciones Exteriores. Huelga advertir que, .~n
aquellos días rumbosos, en vez de seguir este
consejo, se optó por traer una Misión Peda-
gógica del exterior a colegislar, con fraca!lo
naturalmente seguro.
El ilustrado cuerpo de profesores y mae:l-
tras que me escucha conoce muy bien las in-
calculables ventajas que hubiera ofrecido esta
medida. Los sistemas educativos contemporá-
neos, casi en su totalidad desconocidos-y, so-
bre todo, mal comprendidos entre nosotros-he-
chas las excepciones honrosas que todos co··
nocemos,-hubieran servido en su apliCAción
práctica de modelo para los maestros y pro-
fesores estudiosos. no sólo de Bogotá, sino de
otras ciudades; hubiera servido este plantel de
patrón o modelo para su difusión, en propor-
ción directa al número de maestros y profe-
sores formados allí y a la capaci:iad econó-
mica del mismo país. Por otra parte. dándose
en él una educación gratuita, haría supérfluo-
si es que no lo ha sido -el detestable estable-

50
cimiento de becas que, hasta el presente no
ha servido, en casi la totalidad de los casos,
sino para frvorecer, no a los más necesitados,
sino a los más intrigantes, a gentes pudientes,
en gran mayoría a parientes de políticos y
personajes influyentcs, con perjuicio de los in-
tereses que ha menester el Estado para d
bién común.
Excusado es decir que la idea de establecer
la escuela modelo con un personal escogido ad
hac, sin exclusivismos antipatrióticos, en el cUEll
se abarcarían los distintos grados en que hoy
suele dividirse el sido educativo, tampoco se
incorporó en el proyecto de ley que naciÓ
muerto por circunstancias que aún permanece:'l
desconocidas del público.

Frutos de la segunda educación

Una de las cosas que más han inquietado a


cuantos ven la patria del porvenir en las ge-
neraciones jóvenes, entre los cuales se hallan
algur.os padres de familia, es ver lo poco
verdaderamente útil que entre nosotros sobre,·
vive a la eflorescencia de los colegios de se..
gunda educación. Es cierto que el mál viene
de a rás, de la primera educación, pero no es
4

menos cierto que ese mál se agrava en la se ..


gunda. iCuántos fracasos hemos presenciadc
en cerca de cuatro lustras I j Cómo el buen éxi-
to en ,le; lucha por la vica es la excepción!
Entre la esperanza muerta ayer con el de-

51

3!2~ '" '-


sastre de una juventud y la que nace hoy con
el advenimiento de una nueva, vive la familill
colombiana sin cosechar el fruto anhelado.

Causas del mal

Son varios los factores que influyen en el


insuceso de nuestra segunda educación. Pres-
cindamos de los antecedentes que, como línea:;;
subterráneas, nos conducirian a cuestiones bio-
lógicas de herencia, unas veces; de viciosa for-
mación en la educación elemental y primaria,
en casi todos los casos; y limitémonos a unas
pocas observaciones que están al alcance de
todos.

Ausencia de método progresivo

En nuestros establecimientos de enseñanza


secundaria no se I\eva sino por excepción «:l
método progresivo indicado por la misma ml-
turaleza del educando, que hace ascender nI
discípulo la escala del saber por peldaños. y
no en inconsciente y precipitada c·arrera, pro-
moviendo así el desenvolvimiento gradual y
armónico de las facultades humanas. La ensc:-
ñanza racional que erige al niño en elemento
activo de la educación, y no al maestro, cuyo
papel es secundario desde luego que deja de
ser expositor dogmático para dedicarse al ser-
vicio de la indole y las inclinaciones del niño;
la averiguación de los conocimientos y cap'!-

52
rddades del al umno por medio de composIcIo-
nes escritas que evitan de tal manera las enor-
mes injusticias del examen ora]; el procedi-
miento objetivo que desarrolla la atención e
induce a la investigación, al propio tiempo que
despierta la inteligencia, sistema que sustitu-
ye al meramente mnemotécnico que, desgra-
ciadamente, quién sabe hasta cuándo abunda-
rá como planta silvestre, y a cuya sombra fu-
nesta la memoria recita capitulas enteros, sill
entenderlo .• ni discernirlos la inteligencia, son
cosas toda\ ia desconocidas total o parcialmen-
te, cuando no erróneamente interpretadas en
la mayoría de nuestros planteles. Apelo, para
corroborar ]0 expuesto, no sólo al escaso y
defectuoso resultado de aquellos estudios, si-
no al testimonio sincel'o e imparciel de vues-
tras propias conciencias.
Pero hay más. En la vida de colegio suelen
presentarse, casi diariamente, cuestiones apa-
rentemente sin importancia, y que. sin embar-
go, de su acertada o desacertada resolución
depende la buena o mala marcha de la disci-
plina, la conveniente o errada dirección de los
alumnos.
¡A cuántos pel souajes, reducidos por uno u
otro motivo a la teatralidad de un papel de
directores de juventudes colegiadas, papel que
aquellos ilusoria mente pensaron ser cosa de su
naturaleza, les hemos visto desengañados res-
pecto de una vocaci¡)n a la que enderezaron lar-
go tiempo energias y esperanzas!

53
El Profesorado

No hay término de comparación entre el '~s·


tado en que se encuentra la enseñanza secun-
daria en relación con la primaria, porque al
paso que en ésta hay algún interés por sell~C-
cionar maestros, estudiar métodos y sistemas,
dar le, en fin, belígerancia a la pedagogía, en
aquélla no se ve preocupación alguna. Es no-
torio el desinterés en que han permaneci-
do los profesores de colegios de segunda en-
señanza. Esa predilección por la ciencia yarte
de la enseñanza que parece invadir a los pue-
blos mejor civilizados, no ha llegado todavía
hasta nosotros. ¿Habrá excepciones? Podéis
hacer, señoras y señores, las que queráis: nos-
otros nos referimos a un estado general muy
bien conocido por vosotros, y sabéis que no
exageramos al decir que no tenemos profe:so-
rada suficit.nte, sino en minima parte, para este
grado de la enseñanza.
Se han contentado nuestros profesores (:on
unos cuantos conocimientos, con leer uno que
otro libro, no siempre el más adecuado, quizá,
que les dé mayor cultura, pero no dan mues-
tras ni las han dado-y os hablamos con mu-
chos años que llevamos de ser testigos pre-
senciales-de entender lo que significa y vale
la preparación profesional .
•El mejor plan está llamado a fracasar de
una manera irremisible si no cuenta para su
ejecución con un profesorado idóneo, compe-

54
tente y entusiasta», ha declarado una asamblea
de catedráticos reunida el año pasado en el
clnstituto del Cardenal Cisneros. de Madrid.
Del medio ambiente desconsiderado y cruel
en que ha vivido el profesorado en nuestro
país son igualmente cómplices y encubriáores
todos los gobiernos que hemos conocido desde
que nos dimos cuenta del medio en que nos
había tocado nacer. La rutina, o sea el hábito
adquirido de hacer las cosas sin razonarlas, tie-
ne su raíz en los mismos colegios y escuelas
profesionales en donde se han graduado los
profesores que hemos tenido.
Mientras algún gobierno de estos que se !su-
ceden cada cuatro años no se preocupe de la
organización profesional de los catedrúticos de
segunda enseñanza, y mejor diríamos de su for-
macíón, no habrá eficacia en estos colegios. que
seguirán produciendo esa generación de bachi-
lleres macilentos que una vez doctorados con-
tinuarán siendo cómplices intelectuales y mate-
riales de la desorientación y ruina de una so·
ciedad que sabe gozar hasta embriagarse y
derrochar sin tasa los dineros propios y ajenos
pero no acierta a levantarse y redimirse por
caminos razonados. Porque las medidas de sal-
vamento que se han adoptado, engenirando
tánto dolor y ayuno, con perjuicio de la salud
de tántos irresponsables del desenfreno que
arruinó al país, son obra, antes que del geni:>
y de la sabiduría, de la necesidad irreductibll~.
La calidad del profesorado, si no se le me-

55
jora su situación económica, habrá de empeo-
rar, si esto es posible, no sabemos hasta
qué límite, porque no habrá entre quiénes es-
coger. Ninguna ley protege sus intereses. Cual-
quier desecupado es rival de un profesor.
Hoy. un profesor para no morir de hambre
tiene que estar recargado con muchas clases y
excesivas horas de trabajo, circunstancias que
no le permiten mantener un nivel de cultura
al tenor de todos los progresos, de las di!;ci-
plinas que le están encomendadas y de los
problemas de índole pedagógica .
•La retribución del profesorado debe :;er
bastante para permitirle atender a sus obli¡~a-
ciones familiares de una manera modesta, pE:ro
digna y decorosa. sin que imperiosas necesida-
des le fuercen a distraer su atención en acti-
vidades que no sean las puramente científicas
y docentes>.

La pallUca sectaria 1-
El mál apuntado tiene un agravante que ha
contribuido, como verduj.{o tradicional. a mar-
tirizar, por así decirlo, el estado de nuestra
educación secundaría: la política de secta, sin
ideales, que ha formado desde el tartufo que
hoy besa las manos consagradas del pastor de
las almas. para lanzarle al día sij.{uiente la S8-
Iiva del despecho y de la befa, hasta el sacrí-
lego o matoide, que niega porque los contra-
rios afirman, y que sin una coucepción clarn

56
del bién y de la verdad niega, asimismo, todo
aquello que no alcanza a abarcar su entendi-
miento inculto y limitado.
Mirad, señoras y señores, que andar en bus-
ca de mayorias y minorías políticas a eSl:as
horas del siglo XX, para integrar consiliatut'as
y consejos directivos de colegios y escuelas,
para nombrar rectores y demús superiores de
esta clase de institutos, revela no sólo el más
completo desconocimiento de los fines de la
educación, sino también mala fe, por cuanto
se abriga la esperanza de influir por este me-
dio de proceder en la educación de niños y
jóvenes inexpertos, que tienen, como los pa-
dres de familia, sin distinción de bandos polí-
ticos, un derecho al respeto individual en la
concepciÓn de asuntos políticos, f'ara juzgllr
los cuales con juicio acertado es indi~pensable
el recto cliterio y no poca ilustración. porque
si se infunden de manera despótica e irracioo
nal es seguro que contribuiremos a la forme\-
cilln de mfÍs sectarios prevenidos contra k)
que desconocen o conocen equivocadament(·.
La politica y las ciencias, dice un escritor, .fe-
meninas y rivales. no admiten ningún género
de amor r.ompartido, como las mujeres para
las cuales no hay mayor rival que ellas mis-
mas».
El institutor de verdar:! jamás intervendrá de
ot~a manera en las jóvenes inteligencias, sino
haciéndolas amar por sobre todo la verdad y,
en tal virtud, la investigación. el estudio razo-

57
nado y los grandes princIpIos de perfecciona-
miento moral y físico para asentar sobre es-
tas bases el porvenir inmediato y trascenden-
tal del hombre que se dirige hacia Dios. Esa
imparcialidad, inconcebible para el fanático inep-
to. que no comprende otra posición de espí-
ritu que la propia; incapaz de interpretar, por-
que no percibe .,la parte de verdad que se
mezcla en toda convicción síncera y el ele-
mento generoso de idealidad y de belleza mo-
ral que cabe hallar unido a las palmarias ma-
nifestaciones de la ilusión y del error •• debe
ser norma en el institutor que conduce y edu-
ca, tanto a los descendientes de espíritus equi-
librados y sensatos. como a los que vieron la
luz primera entre los fanáticos que parten el
sol en las disputas del ágora.

Los inadaptados

Cuentan que cuando el doctor Manuel Mu-


rillo Toro comprendió que se le acercaba Sil
última hora. solicitó que se llamara al enton-
ces arzobíspo de Bogotá. Ilustrísimo señor don
Vicente Arbeláez. La actitud del político toli-
mense no dejó de extrañarles a algunos de los
que le rodeaban en aquellos momentos, conoo
cedores como lo eran de sus despreocupacioo
Des religiosas. los que así se lo manifestaron al
doctor MurilIo. Este, por toda respuesta les reo
plicó que para curar el cuerpo de la dolencia
que le aquejaba había llamado a un médico;

58
para consignar disposiciones testamentarias, a
un notario; para el arreglo de estos mismos
asuntos en relación con el derecho. se había
servido de abogados, y que, lógico con este
modo de apreciar las aptitudes y conocimien.
tos de cada cual, deseaba tratar cuestiones re-
lacionadas con la religión y el alma, en lo cual
no eran versados ni el interrogado ni sus in-
terlocutores. con un especialista en la materia,
como lo era el Arzobispo.
Esta norma que revela las condiciones de
una inteligencia esclarecida en el análisis de los
hechos y en la sagacidad para contemplar lo
que otros no alcanzaban a vislumbrar, nos re-
vela en mi.nwillosa síntesis la capacidad de un
cerebro que como potente faro iluminó los
acontecimientos prósperos y adversos de me-
dio siglo de vida colombiana.
Se necesitan, ciertamente, un elevado crite-
rio y una superioridad de entendimiento nada
comunes en los que, por una u otra razón.
designan el personal que ha de dirigir y edu-
car juventudes, desde el humilde maestro o
maestra rural. hasta el puesto más elevado de
la jerarquía del ramo educacionista, para no
dar la sensación de que las escuelas, colegios
y universidades existen no para el pueblo O
para la niñez y juventud. sino para proporcio-
nar empleos a -los amigos. p!lrientes y veci-
nos de los que, por el momento estén reves-
tidos del poder de hacer nombramientos>. Es-
ta práctica antidemocrática ha venido a en-

59
frentar notoriamente, en ocasiones tan frecuen-
tes que son ya la regla general, una clase
privilegiada a la libre competencia entre los
más idóneos.
Una revista panorámica, que hoy deseamos
sea retrospectiva únicamente, confirmará nues-
tra observación. En los más altos cargos del
ramo no encontraréis sino figuras decorativas,
politicos de tránsito para la presidencia de la
República, personajes de equilibrio y de par-
ticipación, los tradicionales personajes influy.:n-
tes, amigos personales o enemigos peligro~;os
del jefe del Estado: en vano buscaréis allí al
especializado en asuntos pedagógicos. Cuando
España sacrificó al sabio Caldas, dijo por bo-
ca del Pacificador que no necesitaba de :~a-
bios; nuestros hombres de gobierno, con aque-
lla actitud, le han dicho tácitamente al p.ilís
repetidas ocasiones, que no necesita éste de
pedagogos.

La improvisación 9 la audacia
En el señalamiento de los principales moti-
vos de atraso en el ramo educacionista, nos
sentimos en el deber de llamar la atención a
la improvisación y audacias de que ha sido
víctima nuestra educación pública. El presiden-
te ilustre de la Universidad de Col~mbia, q\le
varias veces hemos citado, ha escrito en :su
libro ••El significado de'la educación., la !li-
guiente crítica, que bien pudiéramos titulada
"palabras de verdad dedicadas a Colombia":

60
.Causa consternación el atolondramiento con
que el literato, a veces el rector de una uni-
versidad y de vez en cuando hasta los más
circunspectos profesores universitarios, se lan-
zan a la discusión pública de temas de edu-
cación de los cuales no tienen conocimiento
alguno y a cuyo estudio jamás han consagra-
do media hora siquiera. La opinión suple en-
tonces a la información y los prejuicios lIsur-
pan el lugar de los principios. Periódicos po-
pulares y aetas impresas de sociedades de edu-
cación abundan en disquisiciones perfectamente
descabellEldas que llevan la firma de hombres
dignos y distinguidos a quienes ni en sueños
se les ocurriria escribir dogmáticamente sobre
un problema físico, biológico o linguistica. Por
alguna razÓn recóndita afrontan sin vacilar los
problemas de la educación, igualmente difíciles
y extraños para ellos. El efecto de esto en
las escuelas y colegi,)s es bastante malo, oe-
ro es mucho peor el que produce en el pú-
blico en general, al que se le impone asi la
adoración de dioses falsos •.

Lu falta de honradez
Es doloroso pero necesario consignar en es-
tas líneas el hecho fácil de comprobar de que
en la designación de empleados directivos del
ramo educacionista, especialmente aquellos que
deben estar en línea de trabajo concreto, co-
mo son los rectores de universidades, colegios
y escuelas de segunda educación, ha habido

61
en la mayoría de los casos absoluta falta de
honradez, tanto en quienes han elegido, como
en los que han sido nombrados: los primc~ros
por no haber escogido personas idóneas, y los
segundos por haber aceptado cargos para el
desempeño de los cuales no tenían los cono-
cimientos requeridos.
El general Rafael Uribe Uribe, en el Con-
greso de 1895, cuando censuraba COIl su pa-
labra lapidaria la actitud pasiva de algunos
representantes que llegaban siempre retarda-
dos a no hacer nada y en esta actitud dc~ja.
ban pasar los días y los meses, les incrc~pó
públicamente, de acuerdo con el Código .Pe-
nal, que «cobrar un servicio que no se p.'es-
taba o que se prestaba mal, es una estafa».
El cargo que de este apóstrofe se desprende
para quienes, con grandes y múltiples merc~ci-
mientos pero, con todo, ignorantes en la cien-
cia y el arte de educar, aceptan aquellos car-
gos de tanta responsabilidad, es gemelo del
que se sigue para los electores que no obloan
con recto criterio y exponen, como en jue:go
de suerte y azar, la suerte de la juventud y
de la niñez.

Ignorancia privativa
Si un ingeniero desconoce las leyes en vIr-
tud de las cuales debe fallar el magistrado que
administra justicia, ignora una cosa que no
tiene obligación de saber, y se llama estaig-
norancia «negativa». Pero si aquel profesional

62
desconoce el manejo del teodolito y del ta-
químetro, y carece de las nociones del cálcu-
lo, se dice que, en su calidad de ingeniero,
tiene ignorancia privativa, porque está privado
de unos conocimientos que, según sus estu-
dios y vida pl"ofesional, debiera poseer sufi-
cientemente.
Entre nosotros ha sido costumbre subordi-
nar a las necesidades políticas y reg:onales,
no menos que a las solicitudes de la Elmistad
y del compromiso, los más caros intere:;es na-
cionales.
El personaje así favorecido para el desem-
peño de un alto cargo se ve precisl1do a echar-
se en brazos dc un mentor, que puede ser en
ciertos casos cl empleado más antiguo, o un
amigo de confianza o un libro.
La prensa, como tiene que dogiar e nom-
bramiento, cuando no ticne la audL!cia de ex-
pedir un grado de idoneidad. se limitará d po-
ner de relieve .la decorosa austeridad de la
vida del nombrado., .su probidad mental in-
sospechable», .Ias excelencias de su sensibili-
dad y de su intel~cto», -su vasta cullun., -su
exquisito dón de gentes>. Pero ¿en dénde y
cuándo ha estudiado ni de lejos los graves
asuntos que echa sobre sus hombros el sujeto
nombrado? -

El entendimiento popular
No hace muchos meses, cuando se esperaba
el nombramiento del director del ramo en Cun-

63
dinamarca, vieron la luz pública, en periódicos
da esta Atenas Sudamericana, unos pequeños
artículos sin firma responsable que recorde-
mos, en que se encarecía a quien correspon-
diera, que no fuera a nombrar a personas en-
teradas en filosofía, en griego, en latín, etc.
Esta actitud anÓnima nos hizo recordar un in-
cidente carnavalesca. de los .días de la fiesta
del estudiante, que le valió a la prensa perió-
dica algunos comentarios. Se trataba de un
disfrazado de cortesano estilo Luis XV, con
empolvada peluca que caía desdeñosa sobre
los hombros, espada al cinto y un andar re-
sortado y ceremonioso, cubierto el rostro con
un antifaz de terciopelo negro, que fue con-
ducido a la policía, porque a los gritos de
cvivan los estudiantes> y cviva el carnaval-
le sustraía la cartera a un caballero de ver-
dad. Ya sin disfraz y desenmascarado resultó
en las oficinas de la policía un pobre diablo
muy conocido en aquel lugar en donde esta-
ba clasificado en la sección de antropometría.
Hace pocos dias, en uno de los últimos del
mes pasado. publicó .El Tiempo> de esta ciu-
dad, un comentario del que transcribimos es·
tos conceptos:
cEI entendimiento popular se equivoca cuan-
do en momentos de confusión como los pre-
sentes autoriza el desdén hacia los hombres
de pensamiento y reclama el culto plebeyo a
los llamados hombres cde acción>. No se ne-
cesita una perspicacia aguzada para entender

64
muy nítidamente que todas las calamidad,~s y
chabacanadas que hoy pesan sobre el destino
de la República, no son obra de los filósofos,
sino de los temperamentos dinámicos. Acdón
en exceso, desconcertada, sin itinerario y sin
lastre fue la causa de los descarrilamientos que
en lo económico y en lo político prepararon
estas horas de turbación en que v,vimos •.

La intriga
Con frecuencia hemos escuchado el concep-
to depresivo de que el ramo educacionista es
más bien una institución de beneficencia para
quienes disfrutan de los puestos, que el órga-
no para servir los intereses de la niñez y ju-
ventud.
No es fácil refutar esta idea ~eneralizadf< y
arraigada en la conciencia del pueblo; mere-
ce, sí, \Ina aclaración, y es que este género de
beneficencia se ha ejercitado más con los p'~r-
sonajes de arriba que con el personal que ha
ocupado las primeras gradas de abajo. La 1"8-
zón de esta anomalía es obvia. Muy rara "ez
se busca a la persona para el puesto. Casi
siempre-las excepciones son muy )'aras-Ias
personas buscan los puestos, directamente, o
por, medios indirectos o de ambas manCnls.
Para proveer. esta clase de empleos, que re-
quieren a más de vocaci';n profundas estudie,s,
se atiende a la lIlímina de aspirantes, al suj e-
to de viso que ha recomendado el influyente,
al candidato de un jefe de políticas, al nom-
bre que sugiere un electorero, un pariente, un
compadre, Un cómplice o consocio de nego-
cios políticos o económicos de los jefes de go-
bierno.
En cambio, los hombres de estudio son ge-
neralmente incapaces de una intriga. ¿Orgullo?
¿Desdén? Acaso, ¿temor de que el hombre
superficial vengue su deficiencia con la arro-
gancia que desoye la solicitud del hombre de
estudio? En realidad. se necesitan circunstan-
cias excepcionales para que una persona in-
trínsecamente superior intervenga en las hu-
mildes intrigas de los cargos públicos.
Ni se busca a los especialistas y hombres
de estudio para los cargos, ni éstos son obje-
to de la intriga de aquéllos: esta doble cir-
cunstancia explica suficientemente el alejamien-
to de los más capaces y competentes de los
cargos desde los cuales hubiera podido ejer-
cerse una acción orientadora y de consecuen-
cias trascendentales en favor de la formación
de los hombres que necesita este país para
promover un desenvolvimiento de capacidades
y una prosperidad positiva.
y hemos expresado uno de los motivos por
los cuales no se ha concebido, en términos ge.
nerales, que una persona pertenezca al rama.
educacionista sino por causa de una pobreza
franciscana o de una incalificable indigenciEI
intelectual.

66
Para combatir una enfermedad social, como
es el estado deplorable en que se encuentra la
educación en Colombit', el único medio eficaz
debe ser asimismo social. Es necesario que
cada colombiano, que todavía no haya perdi-
do la esperanza de tener patria próspera y
digna de los próceres qua le dieron vida po-
lítica independiente, conozca. hasta donde su:¡
capacidades se lo permitan, la caUlla fundamen··
tal de los errores e insucesos que han manteo
nido a este país-como a otros también re·
fractarios a la educación en sentido pedagó.
gico-al margen de las corriente:s de un pro-
ireso integral y normalmente evolutivo.

Confesión de parte

El decreto del gobierno nacional expedido el


7 del pasado mes de octubre, por el cual ha
reglamentado los exámenes de admisi(}Il, dis-
puso en su artículo segundo que .105 exáme-
nes versarán sobre las materias que están es·
pecialmente señaladas para cada facultad. se·
gún decreto número 1135 de 1928 y sobre aque
lIas otras materias que deben ser conocidas
por todo bachiller conforme al plan de estu-
dios acordado para la segunda en!le5anza y
tomando como norma general los programas
establecidos al efecto •.
Quienes !le apresuraron a poner el ~rito en
el cielo por esta medida sagaz y cer~era del
ministro de educación. han venido a propor-

67
cionarnos otro argumento corroborante de nues-
tra opinión de que no tenemos entre nosotros
verdadera enseñanza secundaria, ni por los pre.·
cedimientos y planes puestos en práctica ni
por otros motivos ya expresados y que están
a la vista de todo el que tenga ojos y quier a
ver. Pedirle al ministro que no hiciera efecti-
vo este articulo a los alumnos del año en cur-
so, porque, como no sabian que iba a adaptar-
se tal exigencia, los bachilleres no estaban pre-
parados. es, sencillamente, lo que en términos
jurídicos bien podríamos llamar cconfesión de
parte>. ¿Qué otra interpretación podemos dar-
le a esta actitud menesterosa, cuando se sabe
que en exámenes de cálculo han ignorado al·
gunos pretendientes a cursar estudios profesio-
nales en la facultad de ingeniería los mismos
quebrados?
La enseñanza o educación secundaria, como
muy bien lo define el ministro del ramo, ':no
tient: como único fin preparar para entrar a. la
universidad sino formar hombres aptos para
vivir en la sociedad de su época>.
Pero el bachillerato se ha convertido cen una
preparación de última hora para rendir t:xa-
men en cinco o seis materias>, olvidándose de
esta suerte del verdadero fin de la segunda
enseñanza.
Alguna vez hubimos de sostener que la ma-
yor parte de los colegios de primera y segun-
da enseñanza eran centros de cualquier ,:osa
menos de educación en el amplio sentido de

68
esta palabra. y hoy. ante lo que contempla-
mos y lo que sabemos, no podemos decir que
hayan cambiado para mejorar. Y no podía su-
ceder de otra manera, cuando a sostener este
estado de cosas ha contribuido la ignorancia y
descuido de innumerables padres de familia.
Cou razón decía un personaje muy caracteri-
zado y delirante por la educaciÓn de b juven-
tud: .Prime."o, tenemos que educar otra gene-
ración de padres para implantar el progreso
en la enseñanza'.
¿Qué reflexiones habrá sugerido al señor mi-
nistro la actitud de todos aquellos desconten-
tos con un decreto que, si se cumple, habrá
de producir un mejoramiento en la segunda
enseñanza?
Ya vemos asomar a los labios del doctor
Carrizosa, acompañada de un guiño de ojos, la
sonrisa irónica y satisfecha de quien ha acer-
tado en bien de la patria al promover por la
medida decretada un mejoramiento de nues-
tros estudios secundarios.
A los padres de familia que impunemente
cooperan B la estabilidad de una situaci<Ín co-
rruptora y profundamente perjudicial para sus
hijos, sólo puede deseárseles en beneficio pro-
pio, que se prevengan de esta sangrienta frase
de Oscar Wilde: .Nuestros hijos comienzan
por amarnos; después, nos juzgan. y terminar.
por no perdonarnos jamás •.
LA REfORMA UNIVERSITARIA
IV

La base de la universidad

El país ha tenido épocas de opulencia. en


que las arcas de los tesoros públicos hubieran
permitido acometer reformas urgentes en asun-
tos educacionistas, sin las cuales es de todo
punto imposible que mejore nuestro anquilosa-
do organismo instruccionista. Pero todos sahen
que, si algunas iniciativas se intentaron, éstas
vinieron a estrellarse contra el cúmulo de obs-
táculos que ha sido costumbre oponer a estas
enmiendas fundamentales.
Hoy, a la hora de nona, cuando al ruido i'n-
solente de las libras esterlinas ha sucedido el
lejano rumor de modestisimos y esquivos cen-
tavos, se ha presentado en la honorable cá-
mara de representantes la cuestión de la re-
forma universitaria. mejor seria decir de la
fundación de la universidad. En otros paises,
al recibir esta noticia habrán reído con razón,
como tuvieron que reír cuando. años há, se
declaró a Tunja puerto de mar.

70
La universidad no se improvisa, como se im-
provisa un discurso o una conferencia. La uni-
versidad necesita una base sólida en las cos-
tumbres y hábitos escolares, desde la niñez
hasta el fin de la adolescencia, desde la pri-
mera enseñanza hasta la que toca a las puer-
tas de la universidad.
La universidad es una consecuencia lógica
de]a educaciÓn que llamamos pri maria y se-
cundaria racionales, como lo es el fruto en la
planta. La universidad necesita de materia pri-
ma, y ésta no es otra cosa que los hombres
preparados, no precisamente con libros, y en-
tre nosotros, aunque haya excepciones, sólo
tenemos personajes teóricos, que no investigan
ni han investigado jamás. Hombres instruidos
en nuestros colegios no están preparados, no
sirven, no pueden &ervir, a nuestro pesar y
contra nuestros mejores anhelos, para fundar
la universidad. Esta no es obra de explosiÓn.

El concordato
La actitud de unos pocos que recetan la fun-
dación de la universidad, a base de abolir el
concordato, como panacea de todas las dolen-
cias que nos aquejan. es pretender sobresalir
a tontas y a locas, sin plan, sin sistema, sin
gradación de necesidades.
La abolición de un concord~to que traduce
el sentimiento religioso de la nación ¿en qué
forma contribuye a la reforma de la universi-
dad? En nuestras facultades actuales se estu-

7\
dian libremente las cuestiones científicas, las
teorías contemporáneas sin proselitismo en fa-
vor de tales o cuales doctrinas. De sus claus-
tros han salido graduaJos individuos de opues-
tas 30ctrinas. A nadie se ha exigido protesta
de fe o de falta de fe para doctorarse; a na-
die se ha impuesto claudicación de opiniones.
El conflicto entre la religión y la ciencia no
es hoy día dogma de ninguna institución cic~n-
tífica.
El doctor Bejarano (1), con honradez de hom-
bre de ciencia, se ha expresado en este parti-
cular con claridad meridiana en plena cámara.
Precisamente lo que abunda en nuestras fa-
cultades es el estudio de las teorias, de lo me-
ramente especulativo, y lo que falta, con tal
cual excepción honrosa, es la investigación
científica. Esta es por su naturaleza individual,
y ésta requiere la educación mental, el hábito
de resolver nosotros, por sí mismos, los pro-
blemas que estudiamos y de relacionar los <:0-
nacimientos que adquirimos, es decir, una cul-
tura general armónica y omnipresente. El I~S-
piritu investigador no puede improvisarlo nin-
guna universidad. Es obra de la madurez inte-
lectual que no transmite el maestro de segun-
da enseñanza sino que la fomenta con el culo
tivo metódico.
En la investigación experimental hablan los
hechos que no ofenden a nadie, ni están ve·

(1) Jorge Bejarano.

72
dados por ninguna religión, si no es la de los
maestros obstinados en la rutina.
Aquella iniciativa de unos pocos, en momen-
tos en que nos falta una labor de cimiento,
porque no hay escuelas, es el sueño asirio de
la estatua de mdales fuertes y pies de barro.
¿Quién es el insensato que pretenda erigirla?
Cuando el dinero invadía las tesorerias de
la nación, de los departamentos y municipios,
ningún congresista, ningún diputado, ningún
concejal que sepamos, inició una reforma ni
tuvo un pensamiento de benevolencia para el
ramo paria. Y hoy, en estos días oscuros en
que han rebajado sueldos de profesores y maes-
tros, y se pretende ang0star más la misérrima
fuente que mantiene ese organismo anquilosa-
do. incoherente e inonexo de nuestra educa-
ción, se discute reforma universitaria a base
de los más estupendos descubrimientos que se
hayan escuchado en el recinto del capitolio.

Facultad de ciencias económicas

Se piensa también en la fundación de uns.


facultad de ciencias económicas. En primer lu..
gar, ya lo dijimos, no hay materia prima: es-
tudiantes. Estos los habrá cuando nuestra en-
señanza sea educativa en sentido pedagógico.
En segundo lugar, los presuntos profesores dl~
la facultad, por patriotismo debieran en esta
hora de angustia nacional, revelar públicamen-
te la fórmula para resolver los problemas eco-

73
nómicos, en vez de reservarla para sus futu-
ros discípulos, a estilo de los esotéricos. Pero
se nos ocurre que este asunto del profesora-
do tiene 110 poco que ver con lo que decia no
ha mucho en el congreso el senador García
Vásquez, que no hay entre nosotros .prolt>ta-
riada intelectua). sino .proletariado doctora l•.
En realidad, ¿qué clase de preparación un-
terior han tenido los profesores que van a (~n-
dilgar por el nuevo rumbo las e¡,señanzas? El
material y personal decorativo será nuevo, así
como los rótulos, pero los telescopios y mi-
croscopios serán de vidrios planos y los ob-
servadores improvisados.
Es este uno de los signos más; patentes de
la confusión a que hemos llegado y la mani-
festación de la impotencia de nuestros pr·:)-
hombres para la resolución de los problemas
de mayor gravedad en este momento. Se qui,~-
re entretener con castillos de luces la fanta-
sía popular para distraerla de la consideraciÓn
de las necesidades del mayor número.
Un medio económico de prevenir la formll-
ción del profesorado para una facultad de cien-
cias económicas. sería por medio del envio prc~-
vio de jóvenes inteligentes. estudiosos y mo-
rales que hayan concluído estudios en la ell-
cuela nacional de comercio, a especializarse en
varios ramos de altos estudios comerciales en
Estados Unidos y en Europa, con el compro-
miso de servirle al gobierno al regresar debi-
damente preparados.

74
Mientms tanto, el país tiene que estudiar en
el laboratorio de la adversidad que no en los
centros de enseñanza popula.", [os medios de
mejorar la situación que le aflije. y oriental·se
empíricamente a [a solvencia colectiva. Habrá
terminado su (;urso al mL,m0 tiempo que los
ecónomos prometidos para la solución de la
crisis.
Hemos terminado

La Pedagogía en la Gran Bretaña

La Pedagogía en la Gran Bretaña es el título


de un libm recientemente publicado per Enri-
que Herrera Oda, del cual hemos hecho el si-
guiente extracto relativo al asunto de que nos
ocupamos y que creemos de no poca impor.
tancia pélra un día que, plegue a Dios, no esté
muy remoto.
En Inglaterra no hay propiamente hablandc
enseñanza oficial o privada. Podría decirse qUt:
es privada y oficial a la vez: lo primero, por ..
que la organizan los particulares; lo segundo,
porque la reconoce y subvenciona el E~tado,
como lo hace también Holanda. Inglatena pa·
ga a Benedictinos, Jesuitas, Hermanos de lai>
Escuela Cristianas, a todos los que, reunida:;
ciertas condiciones, montan un centro par!! for-
mar ingleses.
El gobierno, en cambio, tiene perfecta liber-
tad-de la que hace uso-para cCI·ciorarse de
la calidad de la enselJanzn que imparte cada

75
col~gio. La manera como está organizada la
universidad da por resultado qu •.••-si en el
colegio r o se enseña, automática mente. fatal·
mente el colegio se desprestigiará>. En Livl~r-
pool, por ejemplo -y asi de los demás ceno
tros-e1 Consejo de las universidades del Nor-
te de Inglaterra se encarga. por medio de td·
bunales examinadores. de patentizar el bajo
nivel del colegio mediocre. La consecuencia de
esta denuncia no se hace esperar. porque !.as
puertas de las cinco universidades se irán ce-
rrando para ese colegio, y. en fin de cuentas,
o el colegio se cierra también. o tendrá que
reorganizar la enseñanza. -De otra manera, la
emigr'aciÓn de los alumnos a colegios mejor
montados será aterradora.
-Inglaterra. la nación mejor administrada, id
pagar a todos los profesores. se guia por los
principios fundamentales de \lna honrada ad-
ministración. El raciocinio que hace es bien
sencillo: los padres de familia, al pagar sus
contribuciones al Estado, tienen derecho a que
el mismo Estado en retorno pague la enseñan-
za de sus hijos>.
Por otra parte, el Estado al proceder de e~:-
ta manera cumple con el deber de respetar e:l
derecho del padre de famili~ a educar a sus
hijos en el centro que más le convenga .
•Ahora, si el gobierno establece. como en
España (y Colombia). esa división entre ense-
ñanza oficial y privada. el profesor oficial pa-
gado por el Estado. } el privado no, el Esta.

76
do defrauda al padre de familia que envía sus
hijos a un centro privado, ya que le obliga a
pagar dos veces por el mismo servicio: una,
al cobrar la contribución para sostener los cen-
tros oficiales; otra, al obligarle a pagar a los
profesores de sus hijos. Ni se diga que sier.:1·
pre queda el padre de familia en libertad de
llevar a sus hijos a un centro oficial, pues en
ese caso el Estado le priva del derecho de edu·
car a su hijo en el cCltro que más le con·
venga •.
•No queda, pues, más solución justa que ]a
inglesa. El Estado paga a todos. Consecuencia
de esto será que la enseñanza privada será más
económica, y, por lo tanto, asequible a las fE.-
milias más modestas •.
y no se piense que por pagar el Estado a
cada colegio determinada suma de dinero por
cada alumno, los colegios se despreocupen d.;:
la buena calidad de los alumnos en aras del
número, para obtener así un mayor auxilio ofi-
cial. .La preocupación de esta universidad-.
dicen en Célmbridge-es elegir bien los elemen·
tos nuevos que a ella se acercan-, Es frase co.
rriente: .No es tan fácil matricularse en Cam-
bridge ni en Oxford •. No basta haber dado lo;:
exámenes de fin<tl de bachillerato. La universi·
dad quiere, no sÓlo j1lvenes listos, sino tamo
bién morales; por eso se exiS{encertificados de
moralidad •. La universidad sc preocupa más ue
la calidad que del número. -Nada de admisio-
nes en tropel. Ante lodo, para entrar, ]0 ordi-

77
nario es agregarse a algún colegio universita-
rio. La agregación a los colegios elimina auto-
máticamente a los indeseables. porque los cole-
gios viven naturalmente del prestigio de los
agregados. En el momento en que se abriera
la mano para admitir medianías. el colegio ba-
jaría de nivel intelectual con la consiguiente
descalificación en los exámenes> •
•y como los colegíos. en fin de cuentas, no
son más que miembros de la universidad for-
mada con la suma de los colegios, la decaden·
cia de un colegio aff'ctaria a toda la universi-
dad y se reflejaría en las juntas del Senado
universitario o gobierno de la universidad y
en la emigración de alumnos del colegio des ..
calificado> .
La preocupación de los rectores (Heads Mas·
ters) de los colegios de las universidades de
Cambridge y Oxford. es el prestigio por la ca-
lidad de los estudiantes de aquellos estableci-
mientos aut0nomos.
-Entre los colegios hay, y no puede meno:~
de haber. una noble competencia. Son veinti·
dós los de Oxford-y diez y siete los de Cam-
bridge-y en su mayoría anteriores a la Re-
forma (protestante). Aquí no se oyen quejas
por parcialidad en los exámenes, que son ge-
neralmente escritos. ignorando los examinado-
res los nombres de sus autores. Además. ahí
quedan los pliegos archivados para contestar
a cualquier reclamación>.
Además de darse en aquellos establecimien-

78
tos una enseñanza basada en todos los adelan-
tos de la pedagogia, es de máxima importan-
cia en aquellos la seriedad y orden de los exá-
menes. Las preguntas que formula la comisión
de exámenes eno responden a las ¡eecion,?s de
un programa determinado, sino a orientacio-
nes generales que evidencian la madurez men-
tal alcanzada por el alumno>.

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