Sei sulla pagina 1di 5

ARISTÓTELES

La filosofía occidental se asienta en la obra de los


tres grandes filósofos griegos de la Antigüedad:
Sócrates, Platón y Aristóteles. Pese a la singular
relación que los unió (Sócrates fue maestro de
Platón, quien lo fue a su vez de Aristóteles), la
orientación de su pensamiento tomó distintos
caminos, y correspondería a Aristóteles culminar los
esfuerzos de sus maestros y ejercer la influencia más
perdurable, no sólo en el terreno de la filosofía y la
teología, sino prácticamente en todas las disciplinas
científicas y humanísticas. De hecho, por el rigor de
su metodología y por la amplitud de los campos que
abarcó y sistematizó, Aristóteles puede ser
considerado el primer investigador científico en el
sentido moderno de la palabra.

Algunos ejemplos pueden dar idea de hasta qué punto Aristóteles estableció las bases
que configurarían el pensamiento europeo: las teologías cristiana y musulmana del
Medioevo asumieron su metafísica; la física y la astronomía aristotélicas se
mantuvieron vigentes hasta el siglo XVII; sus estudios zoológicos, hasta el XIX; la
lógica, hasta el siglo XX; sus apenas cincuenta páginas sobre estética se siguen
debatiendo en nuestros días.

Su incuestionada autoridad, reforzada desde la Baja Edad Media por el aristotelismo


eclesiástico, llegó incluso a frenar el desarrollo de la ciencia. De tomarse este hecho
como una acusación, habría que dirigirla no al filósofo sino a sus dogmáticos
seguidores; pero más razonable es tomarlo como ilustración de la sobrehumana
magnitud de su impronta y del abismal adelanto que representó su obra.

En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a Atenas
para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación personal se
estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas referencias que hacen el
uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad imperecedera. Lo cual, por
otra parte, resulta lógico si se tiene en cuenta que la filosofía de Aristóteles iba a
fundarse en una profunda crítica al sistema filosófico platónico.

A la muerte de Platón, acaecida en el 348, Aristóteles contaba treinta y seis años de


edad, había pasado veinte de ellos simultaneando la enseñanza con el estudio y se
encontraba en Atenas, como suele decirse, sin oficio ni beneficio. Así que no debió de
pensárselo mucho cuando supo que Hermias de Atarneo, un soldado de fortuna griego
(por más detalles, eunuco) que se habla apoderado del sector noroeste de Asia Menor,
estaba reuniendo en la ciudad de Axos a cuantos discípulos de la Academia quisieran
colaborar con él en la helenización de sus dominios. Aristóteles se instaló en Axos en
compañía de Jenócrates de Calcedonia, un colega académico, y de Teofrasto, discípulo
y futuro heredero del legado aristotélico.
PLATÓN
(Atenas, 427 - 347 a. C.) Filósofo griego. Junto con su
maestro Sócrates y su discípulo Aristóteles, Platón es la
figura central de los tres grandes pensadores en que se
asienta toda la tradición filosófica europea. Fue el
británico Alfred North Whitehead quien subrayó su
importancia afirmando que el pensamiento occidental
no es más que una serie de comentarios a pie de página
de los diálogos de Platón.

La circunstancia de que Sócrates no dejase obra escrita,


junto al hecho de que Aristóteles construyese un
sistema opuesto en muchos aspectos al de su maestro,
explican en parte la rotundidad de una afirmación que
puede parecer exagerada. En cualquier caso, es innegable que la obra de Platón,
radicalmente novedosa en su elaboración lógica y literaria, estableció una serie de
constantes y problemas que marcaron el pensamiento occidental más allá de su
influencia inmediata.

Nacido en el seno de una familia aristocrática, Platón abandonó su inicial vocación


política y sus aficiones literarias por la filosofía, atraído por Sócrates. Fue su discípulo
durante veinte años y se enfrentó abiertamente a los sofistas (Protágoras, Gorgias). Tras
la condena a muerte de Sócrates (399 a. C.), huyó de Atenas y se apartó completamente
de la vida pública; no obstante, los temas políticos ocuparon siempre un lugar central en
su pensamiento, y llegó a concebir un modelo ideal de Estado.

Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos de
Pitágoras; tras una negativa experiencia en Siracusa como asesor en la corte del rey
Dionisio I el Viejo, pasó algún tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue
rescatado y pudo regresar a Atenas. Allí fundó en el año 387 una escuela de filosofía,
situada en las afueras de la ciudad, junto al jardín dedicado al héroe Academo, de donde
procede el nombre de Academia.

En ella se estudiaba y se investigaba sobre todo tipo de asuntos, dado que la filosofía
englobaba la totalidad del saber, hasta que paulatinamente fueron apareciendo (en la
propia Academia) las disciplinas especializadas que darían lugar a ramas diferenciadas
del saber, como la lógica, la ética o la física. Pervivió más de novecientos años (hasta
que Justiniano la mandó cerrar en el 529 d. C.), y en ella se educaron personajes de
importancia tan fundamental como su discípulo Aristóteles.

A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han
conservado casi completos. La mayor parte están escritos en forma dialogada; de hecho,
Platón fue el primer autor que utilizó el diálogo para exponer un pensamiento filosófico,
y tal forma constituía ya por sí misma un elemento cultural nuevo: la contraposición de
distintos puntos de vista y la caracterización psicológica de los interlocutores fueron
indicadores de una nueva cultura en la que ya no tenía cabida la expresión poética u
oracular, sino el debate para establecer un conocimiento cuya legitimación residía en el
libre intercambio de puntos de vista y no en la simple enunciación.
SÓCRATES
(Atenas, 470 a.C. - id., 399 a.C) Filósofo griego. Pese a
que no dejó ninguna obra escrita y son escasas las ideas
que pueden atribuírsele con seguridad, Sócrates es una
figura capital del pensamiento antiguo, hasta el punto de
ser llamados presocráticos los filósofos anteriores a él.
Rompiendo con las orientaciones predominantes
anteriores, su reflexión se centró en el ser humano,
particularmente en la ética, y sus ideas pasaron a los dos
grandes pilares sobre los que se asienta la historia de la
filosofía occidental: Platón, que fue discípulo directo suyo,
y Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón.

Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de


Sócrates. Fue hijo de una comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco,
emparentado con Arístides el Justo. En su juventud siguió el oficio de su padre y recibió
una buena instrucción; es posible que fuese discípulo de Anaxágoras, y también que
conociera las doctrinas de los filósofos eleáticos (Jenófanes, Parménides, Zenón) y de la
escuela de Pitágoras.

Aunque no participó directamente en la política, cumplió ejemplarmente con sus


deberes ciudadanos. Sirvió como soldado de infantería en las batallas de Samos (440),
Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422), episodios de las guerras del Peloponeso en
que dio muestras de resistencia, valentía y serenidad extraordinarias. Fue maestro y
amigo de Alcibíades, militar y político que cobraría protagonismo en la vida pública
ateniense tras la muerte de Pericles; en la batalla de Potidea, Sócrates salvó la vida a
Alcibíades, quien saldó su deuda salvando a Sócrates en la batalla de Delio.

Con los bienes que le dejó su padre al morir pudo vivir modesta y austeramente, sin
preocupaciones económicas que le impidiesen dedicarse al filosofar. Se tiene por cierto
que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio dos hijas y un
hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la actividad
del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez. En cuanto a su
apariencia, siempre se describe a Sócrates como un hombre rechoncho, con un vientre
prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo modo que se le atribuye también
un aspecto desaliñado.

La mayor parte de cuanto se sabe sobre Sócrates procede de tres contemporáneos suyos:
el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón. Jenofonte
retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y
la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto
vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras en una comedia, Las nubes (423),
donde es caricaturizado como engañoso artista del discurso y se le identifica con los
demás representantes de la sofística, surgida al calor de la consolidación de la
democracia en el siglo de Pericles. Estos dos testimonios matizan la imagen de Sócrates
ofrecida por Platón en sus Diálogos, en los que aparece como figura principal, una
imagen que no deja de ser en ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se
considera que posiblemente sea la más justa.
IMMANUEL KANT
(Königsberg, hoy Kaliningrado, actual Rusia, 1724 -
id., 1804) Filósofo alemán. Hijo de un modesto
guarnicionero, fue educado en el pietismo. En 1740
ingresó en la Universidad de Königsberg como
estudiante de teología y fue alumno de Martin
Knutzen, quien lo introdujo en la filosofía racionalista
de Leibniz y Christian Wolff, y le imbuyó así mismo
el interés por la ciencia natural, en particular, por la
mecánica de Newton.

Su existencia transcurrió prácticamente por entero en


su ciudad natal, de la que no llegó a alejarse más que
un centenar de kilómetros cuando residió por unos
meses en Arnsdorf como preceptor, actividad a la cual se dedicó para ganarse el
sustento luego de la muerte de su padre, en 1746. Tras doctorarse en la Universidad de
Königsberg a los treinta y un años, ejerció en ella la docencia y en 1770, después de
fracasar dos veces en el intento de obtener una cátedra y de haber rechazado
ofrecimientos de otras universidades, fue nombrado por último profesor ordinario de
lógica y metafísica.

La vida que llevó ha pasado a la historia como paradigma de existencia metódica y


rutinaria. Es conocida su costumbre de dar un paseo vespertino a diario, a la misma hora
y con idéntico recorrido, hasta el punto de que llegó a convertirse en una especie de
señal horaria para sus conciudadanos; se cuenta que la única excepción se produjo el día
en que la lectura de Emilio o De la educación, de Jean-Jacques Rousseau, lo absorbió
tanto como para hacerle olvidar su paseo, hecho que suscitó la alarma de sus conocidos.

En el pensamiento de Kant suele distinguirse un período inicial, denominado precrítico,


caracterizado por su apego a la metafísica racionalista de Wolff y su interés por la física
de Newton. En 1770, tras la obtención de la cátedra, se abrió un lapso de diez años de
silencio durante los que acometió la tarea de construir su nueva filosofía crítica, después
de que el contacto con el empirismo escéptico de David Hume le permitiera, según sus
propias palabras, «despertar del sueño dogmático».

En 1781 se abrió el segundo período en la obra kantiana, al aparecer finalmente la


Crítica de la razón pura, en la que trata de fundamentar el conocimiento humano y fijar
asimismo sus límites; el giro copernicano que pretendía imprimir a la filosofía consistía
en concebir el conocimiento como trascendental, es decir, estructurado a partir de una
serie de principios a priori impuestos por el sujeto que permiten ordenar la experiencia
procedente de los sentidos.

Pregunta fundamental en su Crítica es la posibilidad de establecer juicios sintéticos (es


decir, que añadan información, a diferencia de los analíticos) y a priori (con valor
universal, no contingente), cuya posiblidad para las matemáticas y la física alcanzó a
demostrar, pero no para la metafísica, pues ésta no aplica las estructuras trascendentales
a la experiencia, de modo que sus conclusiones quedan sin fundamento; así, el filósofo
puede demostrar a la vez la existencia y la no existencia de Dios, o de la libertad, con
razones válidas por igual.
GEORG WILHELM FRIEDRICH HEGEL
(Stuttgart, actual Alemania, 1770 - Berlín, 1831)
Filósofo alemán. Hegel estudió primero en el instituto de
su ciudad natal, y entre 1788 y 1793 siguió estudios de
teología en Tubinga, donde fue compañero del poeta
Hölderlin y del filósofo Schelling, gracias al cual se
incorporó en 1801 como docente a la Universidad de
Jena, que sería clausurada a la entrada de Napoléon en la
ciudad (1806).

Al tiempo que se introducía en la obra de pensadores


como Friedrich Schiller, Johann Gottfried Herder,
Gotthold Ephraim Lessing e Immanuel Kant, Hegel
compartió con sus compañeros el entusiasmo por la Revolución Francesa.

Aunque al principio se hallaba muy próximo al idealismo de Fichte y Schelling, a


medida que fue elaborando su propio sistema filosófico, ya profesor en la Universidad
de Heidelberg (1816-1818) y luego en Berlín (1818-1831), se alejó progresivamene de
ellos.

El propio Hegel calificaba el idealismo de Fichte de «subjetivo», el de Schelling de


«objetivo» y el suyo como «Absoluto» para denunciar la incapacidad de éstos para
resolver la contradicción, tarea que para él constituía el objetivo último de la filosofía:
«La supresión de la diferencia es la tarea fundamental de la filosofía».

No en vano el de Hegel es el último de los grandes sistemas concebidos en la historia de


la filosofía. La «contradicción» significa aquí el conjunto de oposiciones que había
venido determinando la historia de las ideas desde el pensamiento clásico: lo singular y
lo universal, la Naturaleza y el Espíritu, el bien y el mal, etc. La superación de la
contradicción debe llevarse a cabo a partir del pensamiento «dialéctico», cuyas fuentes
están en Heráclito y en Platón.

Si la filosofía alemana del momento se hallaba dominada por el concepto kantiano de


noúmeno, que establecía el límite más allá del cual el conocimiento no podía avanzar,
para Hegel «la filosofía tiene que dejar de ser "tendencia" al saber para ser un efectivo y
pleno "saber", para ser ciencia (Wissenschaft)». Hegel parte de la realidad como un todo
(monismo) compuesto por partes integrantes cuyo sentido sólo puede ser aprehendido
por remisión a la totalidad en la que se inscriben.

Pero, a diferencia de sus antecesores, concibe una totalidad dinámica: cada cosa llega a
ser lo que es en el seno de un continuo devenir, un proceso que es producto de la
diferencia, del carácter constitutivamente contradictorio del ser. El movimiento esencial
del ser es dialéctico, por cuanto expresa la pugna interna entre las partes para reducir su
oposición a unidad. Dado que el pensamiento debe aprehender una realidad en
movimiento, Hegel desarrolla una lógica que permite conocer el ser (el Absoluto) sin
excluir el devenir y el cambio.

Potrebbero piacerti anche