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Tanto amo Dios al mundo que entregó a su Hijo Unigénito”. Haciendo la voluntad del
Padre, Jesús ha abierto para el hombre las puertas de su misericordia. Se ha realizado lo
que el Padre pidió. “La prueba de que Dios nos ama, es que Cristo, siendo nosotros
todavía pecadores, murió por nosotros. Justificados ahora por su sangre, con cuánta más
razón seremos ahora salvos por él.
La palabra de Dios es una invitación especial para los jóvenes, para entregar en las manos
del Padre, nuestros sueños, nuestros anhelos, nuestra esperanza, y nuestros deseos de
construir un mundo cada vez mejor para amar Dios ante todas las cosas.
Te adoramos desde nuestra fe, con todo el ardor del corazón, te decimos las palabras de
Pedro: Tú sabes que te amamos. Tú eres nuestra esperanza. Danos tu espíritu para
construir una humanidad nueva, despojada de sus vicios y de sus crímenes; que borre de
su historia las páginas que han sido causa de sufrimiento.
Danos un corazón nuevo que cure las heridas que las fuerzas del mal y del pecado van
dejando en la sociedad y en el hombre. Que seamos hombres nuevos que tengamos el
ardor necesario para hacer nuevas todas las cosas. Contritos y humillados te pedimos
perdón por nuestras errores y pecados.
Desde la cruz bendita, intercede por nosotros, líbranos de todo mal, ayúdanos a curar
tantas heridas y a empezar una vida nueva. Que la paz, fruto de la justicia, brille en todos
los horizontes, y que la iglesia siga siendo un signo de reconciliación y fraternidad.