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Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia
conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche
y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de
gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual
habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy
seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego
del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio."
Introducción
Como ya sabemos, Pablo se encontraba encarcelado en Roma, y todo
le hacía suponer que iba a ser ejecutado en poco tiempo. Estando en
esas condiciones escribió a su amado hijo Timoteo para advertirle de
algunas cosas que estaban pasando en el presente y de cuáles iban a
ser las características de los tiempos que estaban por llegar en el
futuro. Y aunque el panorama que se cernía sobre ellos era ciertamente
sombrío, la confianza del apóstol en el cumplimiento de los propósitos
divinos seguía intacta, y por esa razón, escribió a su joven colaborador
Timoteo para exhortarle y animarle a tomar el relevo que él mismo
estaba a punto de entregar.
Pablo se dirige a Timoteo como su "amado hijo", lo que nos da una idea
precisa de la calidad de la relación que existía entre ambos. A lo largo
de toda la carta hay evidencias del calor del corazón de un padre para
con su hijo. Así pues, las exhortaciones e instrucciones que Timoteo
estaba a punto de recibir provenían de un apóstol, que en cierto
sentido, era como un padre. A esto debemos añadir también que había
muchas posibilidades de que fueran las últimas palabras que recibiera
de él. Todo esto nos da una idea del respeto y solemnidad con las que
Timoteo recibiría, leería y conservaría esta carta.
(Hch 24:14) "Pero esto te confieso, que según el Camino que ellos
llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas
que en la ley y en los profetas están escritas"
(Hch 26:6-7) "Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios
a nuestros padres soy llamado a juicio; promesa cuyo cumplimiento
esperan que han de alcanzar nuestras doce tribus, sirviendo
constantemente a Dios de día y de noche. Por esta esperanza, oh rey
Agripa, soy acusado por los judíos."
(Hch 28:20) "Así que por esta causa os he llamado para veros y
hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta
cadena."
Leyendo las otras cartas del apóstol Pablo nos damos cuenta de que
constantemente estaba dedicado a orar por otros. Iglesias e individuos
estaban en su lista de oración. Y aquí vemos que Timoteo tenía un
puesto especial en su corazón.
Parece que una de las peticiones que expresaba en sus oraciones era
el deseo de ver a Timoteo: "Deseando verte, al acordarme de tus
lágrimas, para llenarme de gozo". No sabemos cuándo fue el momento
en que Timoteo derramó las lágrimas referidas aquí y que Pablo
recuerda constantemente. Tal vez fue cuando se separaron la última
vez, quizá en su último arresto. Pero no podemos tener ninguna certeza
sobre esto. Sin embargo, vemos que Pablo oraba porque deseaba ver
a su desconsolado amigo Timoteo y así poderle consolar, algo que a su
vez llenaría también de gozo al mismo apóstol.
1. "Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está
en ti"
Como sabemos, Pablo escribió esta epístola para dar ánimo y fortalecer
a Timoteo, su hijo espiritual y amigo. Y aquí encontramos la primera
exhortación para que siga constante en el ministerio.
Tal vez podemos imaginarnos algo de las circunstancias por las que
Timoteo atravesaba y que hacían necesaria cierta palabra de ánimo.
Por un lado, la hostilidad del Imperio Romano hacia el evangelio estaba
creciendo, de tal modo que muchos cristianos estaban muriendo por
esta causa, y el mismo Pablo estaba encarcelado por esa misma razón
y esperaba que muy pronto también sería sacrificado (2 Ti 4:6). Esto
implicaba que Timoteo tendría que tomar el relevo del apóstol y asumir
nuevas responsabilidades. Sin duda, esto podría asustarle, y más si
tenemos en cuenta que algunos todavía lo veían un poco joven (1 Ti
4:12) (2 Ti 2:22), y también que su salud no era muy buena (1 Ti
5:23). Y si esto no fuera suficiente, Pablo le anuncia más adelante que
estaban por llegar "tiempos peligrosos" (2 Ti 3:1-13).
(1 Ti 4:14) "No descuides el don que hay en ti, que te fue dado
mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio."
El don que Timoteo había recibido fue dado mediante profecía, lo que
parece dar a entender que hubo cierta revelación especial que sirvió
para dar a conocer el don que había recibido y que implicaba un servicio
igualmente especial. Esto fue confirmado por la identificación del
presbiterio (el conjunto de ancianos de la iglesia), que impusieron sus
manos sobre Timoteo, y finalmente, el mismo apóstol hizo lo mismo.
Sabemos que los dones son dados por el Espíritu Santo y no por los
hombres (1 Co 12:7-11), así que lo más probable es que la imposición
de manos fue llevada a cabo en un acto público por el que la iglesia
reconoció mediante sus ancianos el don y la misión que Timoteo había
recibido. Y en este caso, tratándose de un don de gran importancia
para toda la Iglesia, contó también con la singular identificación del
mismo apóstol Pablo.
Por otro lado, tampoco está claro en qué consistía el don que Timoteo
había recibido. Como acabamos de decir, seguramente implicaba la
prolongación del ministerio de Pablo en la persona de Timoteo. Esto
incluía, por supuesto, dones relacionados con el pastoreo, la
evangelización y la enseñanza (1 Ti 4:13) (2 Ti 2:2) (2 Ti 4:2-5).
Por lo tanto, lo que Pablo estaba haciendo era mostrar a Timoteo los
recursos que había recibido para llevar a cabo el ministerio al que había
sido llamado. Dios nos ha capacitado con "el Espíritu Santo que mora
en nosotros" para que podamos guardar fielmente el depósito que se
nos ha entregado (2 Ti 1:14). Él conoce perfectamente nuestra
debilidad y no nos deja solos para que luchemos contra el mundo, la
carne y el diablo. No podríamos hacerlo, pero el Espíritu Santo nos
capacita para ello.
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Programación diaria
2 Timoteo 1
Como dijimos, el tema son las aflicciones del evangelio. Leamos el primer
versículo de este primer capítulo de 2 Timoteo, que inicia la
Introducción
"Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa
de la vida que es en Cristo Jesús, 2a Timoteo, amado hijo: Gracia,
misericordia y paz, de Dios Padre y de Jesucristo nuestro Señor."
Aquí el apóstol encabezó la carta diciendo Pablo, apóstol de Jesucristo por
la voluntad de Dios. Recordemos en la Primera Epístola, él dijo en la
introducción por mandato de Dios (1:1). Dijimos en esa oportunidad que
el mandato de Dios reveló la voluntad de Dios, pero que no representaba
la voluntad completa de Dios. Aquí el apóstol dijo: por la voluntad de Dios,
según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús. Ahora, ¿cómo acepta
usted una promesa? Lo hace por fe. Esa es la única forma en que puede
obtener la vida eterna. El Señor Jesucristo se la ofrece a usted como un
don, es un regalo. Usted acepta un regalo porque cree en quien se lo está
dando. Y usted recibe la vida eterna creyendo en el que la da. Hoy Él
puede ofrecerle a usted el cielo en base a su fe y confianza en Él. Cuando
usted cree en Él y sigue Su camino, entonces usted le honra. En
consecuencia, la promesa de la vida que es en Cristo Jesús deja bien en
claro que el único camino por el cual usted puede obtener la vida eterna
es Cristo. Ahora el Apóstol Pablo dijo aquí en esta segunda carta a
Timoteo en el versículo 2:
"A Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz, de Dios Padre y de
Jesucristo nuestro Señor."
Observemos que Pablo saludó a Timoteo como amado hijo, porque este
joven era un motivo de alegría para el apóstol Pablo. Y después continuó
diciendo: Gracia, misericordia y paz. Como dijimos al estudiar 1 Timoteo,
el saludo incluye la palabra misericordia, que no aparece en los saludos
de Pablo en otras cartas. Dios es misericordioso cuando no nos da lo que
merecemos, es decir, juicio y condenación. Pablo necesitaba mucha
misericordia y nosotros también la necesitamos. Menos mal que Dios es
rico en misericordia hacia nosotros.
Y el versículo termina diciendo de Dios Padre y de Jesucristo nuestro
Señor. El énfasis aquí recae en el señorío de Jesucristo. Y continuó
diciendo el apóstol en el versículo 3 de este primer capítulo de 2 Timoteo:
"Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia
conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y
día."
Timoteo estaba en la lista de oración del apóstol Pablo. Una vez un
profesor pidió a sus alumnos de Biblia que averiguaran quienes estaban
en la lista de oración del apóstol Pablo. Los alumnos la prepararon leyendo
las cartas de Pablo y apuntando cada vez que Pablo dijo que oraba por
alguien. Y dijo en el versículo 4:
"Al acordarme de tus lágrimas, siento deseo de verte, para llenarme de
gozo"
Fue evidente el gran cariño que Pablo tenía por Timoteo, y este versículo
también nos muestra el cariño que Timoteo sentía por el apóstol. El hecho
de que Pablo hubiera sido detenido y se encontraba nuevamente en la
cárcel e incluso se estaba por enfrentar a la muerte, verdaderamente
afectó a Timoteo. Por ello Pablo recordó sus lágrimas y deseó el consuelo
de su compañía en aquellos momentos de soledad. Y añadió en el
versículo 5:
"Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó
primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en
ti también."
Pablo vino del Judaísmo, pero este joven, Timoteo, aparentemente, fue
criado en un hogar cristiano. Tanto su abuela como su madre eran
cristianas. Y seguramente tuvieron mucho que ver con la conversión de
Timoteo a Cristo. El padre de Timoteo era griego y no se sabe si había
creído en Cristo. Finalmente por hoy, leamos el versículo 6 de este
capítulo 1 de 2 Timoteo:
"Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti
por la imposición de mis manos"
Cuando el Apóstol Pablo puso sus manos sobre Timoteo, ese acto significó
que Timoteo era un compañero de Pablo, que estaba asociado a Pablo en
su ministerio; compartió con él el don de enseñanza de la Palabra de Dios.
Creo que Pablo tenía la intención de transferir a Timoteo su ministerio,
sus funciones. Este joven siempre había estado cerca de Pablo. Cuando
éste se encontraba en la cárcel de Roma, dijo de él en Filipenses 2:20,
porque no tengo a ningún otro que comparta mis sentimientos y que tan
sinceramente se interese por vosotros. Este era un hombre que podía
llevar a cabo la enseñanza y predicación de Pablo, y por ello el apóstol le
convirtió en su compañero, en su colaborador asociado. Y así
compartieron juntos el ministerio.
Ahora vemos que Pablo aconsejó diciéndole: que avives el fuego del don
de Dios que está en ti. Este hombre tenía un don y Pablo le recomendó
que lo avivara. ¿Qué le indicaría esto a usted? Me pregunto si Pablo estaría
preocupado por Timoteo allá en Éfeso. Éfeso era la sede del templo de
Diana y uno de los grandes centros de pecado del mundo Romano. Pablo
mismo había pasado 3 años en Éfeso y sabía que en aquella ciudad había
muchas atracciones y tentaciones. Me pregunto si él temía que Timoteo
pudiera ser reacio y refrenarse en enseñar todo el consejo de Dios.
Podemos ver aquí la preocupación del apóstol por aquel joven a quien
llamó "amado hijo."
Debemos concluir aquí para continuar con este capítulo en nuestro
próximo programa. Como es nuestra costumbre, le sugerimos leer el resto
de este primer capítulo de la Segunda Epístola del Apóstol Pablo a Timoteo
que estamos estudiando, para estar mejor informado sobre este mensaje
tan personal del apóstol Pablo. Esperamos continuar contando con su
compañía en nuestro próximo encuentro.
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Programación diaria
2 Timoteo 2:1-13
En este día, amigo oyente, llegamos a este hermoso capítulo 2, de la
Segunda Epístola a Timoteo. Lo hemos llamado: "Activo en el servicio".
En estos versículos encontraremos siete figuras retóricas utilizadas por el
Apóstol Pablo para describir los deberes y la actividad de un creyente, que
debieran grabarse en nuestra mente cada vez más a medida que nos
aproximamos al tiempo del fin.
Leamos entonces el versículo 1 de este segundo capítulo de 2 Timoteo,
donde se encuentra la primera figura, que es
Un hijo
"Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús."
Pablo comenzó con la primera figura retórica: Tu, pues, hijo mío. Timoteo
no era hijo de Pablo desde un punto de vista físico. Era su hijo espiritual
en el sentido en que fue bajo el ministerio de Pablo que este joven se
volvió a Cristo. Un hijo de Dios nace en la familia de Dios por medio de
su fe en Cristo. Dijo el apóstol Pedro en su primera carta, 1:23, 23pues
habéis renacido, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la
palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Timoteo pertenecía
a la familia de Dios, era un hijo de Dios. Por esta misma razón, Pablo le
dijo estas palabras a Timoteo:
Fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús. Estimado oyente, si usted
cree que puede reunir todo el valor que tenga y salir a vivir la vida
cristiana por su cuenta, se va a llevar una gran desilusión. Si usted cree
que puede seguir unas pocas reglas o recursos ingeniosos para
convertirse en una cristiano maduro, entonces ha caído en la trampa sutil
del legalismo. Pablo no dio reglas, y la Palabra de Dios no tiene reglas
para decirle al hijo de Dios como vivir la vida cristiana. Somos salvados
por gracia, y ahora hemos de vivir por la gracia de Dios y fortalecernos
en esa gracia.
Amigo oyente, nosotros tenemos un Padre Celestial. Cuando las cosas
andan mal aquí, podemos ir a Él y apelar ante Él. Y cuando fracasamos,
no tratamos de huir de Su presencia. Hemos comprobado que cuando
estamos lejos de Él, el castigo que nos impone duele más. Podríamos
compararlo con un latigazo que, al recibirlo de lejos, duele más. No
quisiéramos estar lejos, donde la punta del látigo duele más. En ese caso
nos acercamos a Él, y cuanto más cerca estamos, duele menos. Somos
hijos de nuestro Padre Celestial, Esta es, pues, una hermosa figura
retórica.
Cuando oímos a cristianos decir: "Yo no hago esto, no hago aquello y
estoy siguiendo un conjunto de reglas", inmediatamente reconocemos
que ellos conocen muy poco sobre la gracia de Dios. Están tratando de
vivir la vida cristiana por sus propias fuerzas. Recordemos que Pablo dijo:
fortalécete en a gracia que es en Cristo Jesús. Y luego en el versículo 2
dice:
"Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres
fieles que sean idóneos para enseñar también a otros."
El Apóstol Pablo estaba muy preocupado por el futuro. Él se preguntaba,
así como algunos hacen cuando se aproximan al final de su ministerio, si
otras personas vendrían a continuar con la predicación y la enseñanza de
la Palabra de Dios. Quizá nos preocupamos y acomplejamos como Elías
pensando que no hay nadie a nuestro lado que puede seguir adelante
continuando nuestra labor. Elías en su día dijo, en 1º Reyes 18:22, "Sólo
yo he quedado profeta del Señor. Pero al fin descubre que estaba
equivocado en esta apreciación. Así que Pablo estaba aconsejando a
Timoteo que transmitiera lo que él apóstol le había estado enseñando, a
hombres fieles, que sean idóneos para enseñar también a otros. Y así,
hasta el día de hoy Dios ha estado llamando a personas con dones de
enseñanza y continúa actuando aun de esa manera.
Nosotros, como hijos de Dios deberíamos preocuparnos por los asuntos
de nuestro Padre. El Señor Jesucristo, en Su humanidad, cuando era un
niño, dijo ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario
estar? (Lucas 2:49) Bueno, yo he llegado a ser un hijo de Dios, no en la
misma manera en que el Señor Jesucristo llegó a serlo, pero he llegado a
ser un hijo de Dios a través de la fe en Cristo. Porque dice la Escritura en
Juan 1:12, Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad - o sea, les dio la autoridad, el derecho - de ser
hechos hijos de Dios. Así que los que somos hijos de Dios estamos
interesados en los negocios de nuestro Padre. Por cierto, amigo oyente,
¿está usted interesado en los negocios de Su Padre? Y el principal asunto
es la predicación de la Palabra de Dios. Pero tenemos que reconocer que
necesitamos la gracia de Dios para llevar a cabo los propósitos de Dios,
así como para cualquier aspecto de nuestras vidas como Sus hijos.
Quizás, estimado oyente, usted está desilusionado consigo mismo. En ese
caso, quiere decir que usted debe haber creído en usted mismo. No
debería haberlo hecho. Usted tiene que vivir la vida cristiana por la gracia
de Dios. Porque los creyentes caminamos por fe, y no por la vista. O
posiblemente usted está desanimado. Si lo está, significa que no cree en
la Palabra de Dios y en la forma en que Él bendice. Usted realmente pensó
que podía haber hecho las cosas a su manera, y ahora está desanimado.
O quizás usted esté diciendo: "Espero hacerlo mejor en el futuro".
Entonces, ¡usted espera obtener algo bueno de su vieja naturaleza! Y
amigo oyente, es mejor fortalecerse, buscar su fuerza en la gracia de
Dios.
Ahora, la primera figura retórica era la del hijo. El versículo 3, de este
capítulo 2, de la Segunda Epístola a Timoteo inicia la segunda de las
figuras retóricas de este capítulo:
Un buen soldado
"Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno
que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel
que lo tomó por soldado."
Un creyente es un soldado. ¿Y cómo es el hijo de Dios un soldado? El
último capítulo de la carta a los Efesios nos dice que el creyente está
luchando en una batalla espiritual y que necesita colocarse la armadura
de Dios. Pablo les dijo a los Efesios en 6:12-13, 12porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes. 13Por tanto, tomad toda
la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo y, habiendo
acabado todo, estar firmes.
No podríamos imaginarnos a un soldado que en plena batalla se dirigiera
a su superior para pedirle permiso para retirarse por un día a la ciudad
para ocuparse en algunos negocios y saludar o disfrutar de algunos
momentos de ocio con sus amigos. Lamentablemente muchísimos
cristianos están tratando de llevar a cabo su lucha de esta manera.
El resto del versículo 3 nos habla de agradar a aquel que lo tomó por
soldado. El creyente ha de establecer sus prioridades. Ha de soportar
sufrimientos, lo cual implica aguantar penalidades, como Pablo las estaba
soportando. Hay que aclarar que esto no tiene nada que ver con el asunto
de si alguien tiene que casarse o no. No se está hablando del celibato,
sino acerca de enredarse tanto en los asuntos materiales de tal manera
que uno no pueda vivir la vida cristiana.
Y así, no debemos liarnos en asuntos de esta vida hasta el punto de
convertirlos en prioridades. El hijo de Dios debe reconocer que es un
soldado. Y todos debemos reconocer que la vida cristiana no es un patio
de recreo o un campo de juegos; es un campo de batalla, Es un campo
de batalla donde se están ganando batallas, y donde también se están
perdiendo batallas. Una verdadera batalla espiritual está teniendo lugar.
Y ahora llegamos a la tercera figura retórica. Además del hijo y el soldado,
leamos el versículo 5, que nos presenta
El atleta
"Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha
legítimamente."
El atleta lucha. El término aquí se refiere a competir en un juego. Quiere
ganar y está haciendo tolo lo que puede para ser el ganador. Alguien ha
expresado cierta crítica al respecto, de una manera concisa: "El único
ejercicio que hacen algunos creyentes es saltar o lanzarse a sacar
conclusiones, atropellar a sus amigos, esquivar las responsabilidades, y
desafiar su suerte". En otra de sus cartas el apóstol habló de la vida
cristiana como de un circuito de carreras. En Filipenses 3:14 dijo:
14prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo
Jesús. Y en 1 Corintios 9:24-27, Pablo dijo que quería mantener su cuerpo
bajo control. El objetivo del apóstol era correr la carrera de tal manera
que el que estaba al final de la carrera -el Señor Jesús-pudiera
recompensarlo y poder decir, con las Palabras de Mateo 25:21, Bien,
siervo bueno y fiel. Un hijo de Dios ha de "luchar" en el sentido de
esforzarse. Dios quiere que él gane la carrera. Cada hijo de Dios tiene que
reconocer esta necesidad.
Aquí dice que el atleta tiene que luchar legítimamente. Es decir, que tiene
luchar cumpliendo las reglas. No hay atajos para vivir la vida cristiana.
Olvídese usted de la artificiosidad de algunos que resumen al cristianismo
a un cursillo o a algunas reglas o normas. Dios nos dio 66 libros, y cada
uno de ellos es muy importante. Se requiere una imagen compuesta y de
conjunto para mostrarnos los propósitos y la Palabra de Dios. Tenemos
que estudiar la totalidad de la Biblia. Un atleta no puede seguir un atajo
para acortar distancias y evitar una curva cerrada de una pista de
carreras. Un hijo de Dios tiene que cumplir todas las reglas y respetar la
señalización de la carrera si quiere ganar.
Y llegamos ahora a la cuarta figura retórica. Leamos el versículo 6, de
este capítulo 2, de la Segunda Epístola a Timoteo, que nos presenta
El labrador
"El labrador, para participar de los frutos, debe trabajar primero."
Aquí la cuarta descripción compara al creyente con el que cultiva el campo
y siembra la semilla de la Palabra de Dios. Se ha hablado algunas veces
de poner nuestras gavillas a los pies del Señor Jesucristo, y eso está bien.
Esperamos poner unas cuantas allí. Nos gusta mucho pensar que seremos
capaces de presentar fruto ante Él. Pero, amigo oyente, primero tiene que
haberse realizado la preparación del campo para el cultivo y la siembra
de la semilla. Y después de que el labrador haya realizado esa tarea,
entonces llegará la cosecha. Hay algunos grupos que tratan de
evangelizar a todo el mundo de diversas maneras. Nosotros creemos que
la Palabra de Dios tiene que ser sembrada, y enfatizamos que debe ser
sembrada en su totalidad, antes de que pueda recogerse una cosecha.
Luego, en los versículos 7 y 8 leemos:
"Considera lo que digo, y el Señor te dé entendimiento en todo. Acuérdate
de Jesucristo, descendiente de David, resucitado de los muertos conforme
a mi evangelio"
Aquí es significativo que Pablo interrumpa momentáneamente la
exposición del tema para decir Acuérdate de Jesucristo. Esto nos indica
que el Señor va a ocupar el trono de David. También se recalca la
afirmación de que fue resucitado de los muertos y añade conforme a mi
evangelio. Lo llamó "mi evangelio" porque él era el que predicaba el
evangelio. Luego también añadió en los versículos 9 y 10 del capítulo 2,
de la Segunda Epístola a Timoteo:
"En el cual sufro penalidades, hasta prisiones a modo de malhechor; pero
la palabra de Dios no está presa. Por tanto, todo lo soporto por amor de
los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en
Cristo Jesús con gloria eterna."
Aquí comenzó diciendo en el cual sufro penalidades. Si usted afirma
públicamente su defensa de la Palabra de Dios, podría tener problemas.
Pablo se metió en problemas, hasta el punto de ser detenido en una cárcel
como si fuera un criminal. Estuvo en esa situación por enseñar la Palabra
de Dios.
Y después afirmó pero la palabra de Dios no está presa. Aunque el apóstol
estaba encadenado, descubrió que la Palabra de Dios aun se estaba
difundiendo por el mundo Romano. Incluso con un enajenado mental en
el trono, un dictador de dictadores que encarceló a Pablo para silenciarlo,
la Palabra de Dios no estaba encadenada. Gracias a Dios, aun está
resonando en el mundo de nuestra generación. Luego en el versículo 11,
capítulo 2 de 2 Timoteo leemos:
"Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él"
Esta frase también podría traducirse: "Si hemos muerto con Él". ¿Cuándo
fue que nosotros morimos con Él? Cuando Él murió hace más de 2000
años. Cuando venimos a Cristo y le recibimos como nuestro Salvador, Su
muerte se convierte en nuestra muerte. Nos identificamos con Él y somos
resucitados con Él para que vivamos una vida nueva. Esto significa que
este mismo día Él quiere vivir Su vida a través de nosotros por medio del
poder del Espíritu Santo. Y luego en el versículo 12, capítulo 2, leemos:
"Si sufrimos, también reinaremos con él; si lo negamos, él también nos
negará"
Hay algo que destacar en la frase si sufrimos, también reinaremos con él.
Muchos creen que no todos los creyentes van a reinar con Él. Porque este
versículo reduce ese privilegio a aquellos que han sufrido por Él. Algunos
nos sentiríamos cohibidos, como en una situación embarazosa, si en el
cielo nos pusieran en un pie de igualdad con el apóstol Pablo, porque
nosotros no hemos sufrido como el sufrió. Yo estaría todo el tiempo
disculpándome por haber sido colocado junto a él. Creemos entonces que
este versículo se refiere a un grupo concreto de cristianos que realmente
han sufrido por Cristo. En el mundo Romano de los días de Pablo, hubo
muchos cristianos que fueron martirizados -unos 5 millones, de acuerdo
con el historiador Fox-porque no aceptaron negar su fe en Cristo.
Y luego continuó diciendo Pablo: si lo negamos, él también nos negará.
Como vemos, este es un lenguaje fuerte. Sin embargo, esta expresión
nos revela que Pablo creía que la fe por sí sola, si no se manifiesta con
obras está completamente muerta (Santiago 2:17). Y así podemos ver
que los apóstoles Pablo y Santiago nunca se contradijeron. Santiago
estaba hablando de las obras de la fe, y Pablo estaba diciendo que la fe
genuina produciría obras. El reformador Calvino lo expresó con las
siguientes palabras: "La fe, por sí sola, salva, pero la fe que salva, no está
sola". Y, finalmente por hoy, leamos el versículo 13 de este segundo
capítulo de la segunda carta de Pablo a Timoteo:
"Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí
mismo."
Dios no puede negarse a sí mismo. Él no puede aceptar como verdadero
a alguien que sea falso. Esa fue la razón por la que pronunció una crítica
tan mordaz a los dirigentes religiosos de su tiempo. Los llamó "hipócritas"
porque estaban fingiendo ser lo que no eran. Si Cristo aceptara a alguien
que no es genuino, verdadero, realmente se estaría negando a Sí mismo,
porque Él es verdadero. En consecuencia, estimado oyente, nosotros
deberíamos ser auténticos, verdaderos.
Nuestro tiempo ha llegado a su fin y debemos detenernos aquí por hoy.
Dios mediante continuaremos en nuestro próximo programa. Hoy hemos
considerado las primeras cuatro figuras retóricas que fueron el hijo, el
soldado, el atleta y el labrador. Por ello, le sugerimos leer los versículos
siguientes hasta el final de este capítulo 2 de la Segunda Epístola del
Apóstol Pablo a Timoteo, pues en nuestro próximo encuentro, en el que
esperamos contar con su compañía, examinaremos las 3 figuras retóricas
restantes.