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P. ANTONIO P ACIQS, M. S. C. - l

• 1


1~

- LA~
PASION · /
1

DE LA IGLESIA /

, (TERCERA EDJCION) /

«Tinieblas y oscuridad profunda


cubrieron la tierra entera».
(Mat. 27, 45)
1

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-¡ ....

/
edito_ria 1 círculo O
P.° Fernando el Católico, 39 - Zaragoza

19 7 4
/
/

' 1

,-
DEDIO'ATORIA:

CENSURA RELIGIOSA: /

NIHIL OBSTÁT: Manuel V ázquez, msc., censor A cuantos, enamorados del Cora-
IMPRIMATUR: Jesús Lada, msc., superior prov.
zón de Cristo, desean asociarse a
El como víctimas, unidos a su Ma-
dre la Virgen, para ayudarles a re-
dimir el mundo y apresurar el a9,-
/
venimiento de su Reino.

1'

I.S.B.N. 84-85036-20-4
'\

Depósito legal: Z. 476-1974

OC:l'AVIO T l'áLBZ. t. A. " P.• CUiLLAa./ 1 1. , ZAllAOOt.\


CAPÍTULO I

, LA POTEST~D DE LAS TINIEBLAS


/
·,

, «Esta es vuestra ho!'a, y la potestad de las ti-


nieblas» (Le. 22,53). La vida, y sobre todo la pa- ~
sión de Cristo, es el espejo donde podemos contem-
plar y entender tanto la vida individua( del cristiano
/
como la coleCtiva de la 'Iglesia, haciéndonos com-
prénder la providen~ia de Dios Padre sobre todos y
cada uno de nosotros, miembros de Cristo, cuyo
J
destino es configurarnos con El para particlpar de
su gloria.
------
,« Esta es vuestra hora»: la líora de los enemi-
gos de Jesús, a qÚienes es entregado para que sa-
cien s1,1 odio sobre EL Y ese enemigo son, en con-
r
1 ' creto, las autoridades judías -de los setenta miem-
-/
bros del Sanhedrín, sólo dos simpatizaban con Jesús,
nq adhiriéndose a la sentencia de muerte cuntra él
pronunciada, 'á saber, Nicodemo y José de Arima-
~~ tea-. No era su enemigo el pueJ;>lo judío, que más
1 bien simpatizaba con El, aunque «en la hora de sus

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(

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA i'ASIÓN DE LA I GLES I A

enemigos» se dejara también ,seducir¡ y engañar por la serpiente, que lucha contra los -hijos de Dios
sus dirigentes para pedir a Pilatos su muerte. · - (Gén. 3,15). Así lo afirma expresamente Jesús:
«Vosotr-as tenéis por padre al diablo: y queréis eje-
«Y la potestad de las tinieblas »: hay un poder - cutar J ?s ' deseos de vuestro-padre, que desde el prin-
invisible que dirige e impulsa a los enemigos de
cipip fue homicida, y no mantuvo en la verdad,
Jesús: es el poder del príncipe de las tinieblas, p~­ porque la verdad no está en él: cuando habla men-
cipal actor antagonista de Cristo en la paSión reden-
tir/!, habla lo que de él es propio, po~que es menti-
tora, como lo fuera también en el pat.:aíso incitanao roso, y padre de la mentira» (Juan 8,44).
al hombre al pecado original. Judas sólo march!!_ a
entregar definitivamente a Jesús después que el de- Para Jesús, el mundo lo constituyen cuantos le
monio ha entrado en él (Juan 13,27 y 28). Les odian a El y a sus discípulos (Juan 15,18-20; 16,20;
apóstoles sólo abandonan y traicionan a Jesús des- 17,14). Pero ese , mundo tiene un príncipe que lo
pués de haber sido entregados al poder de Satanás, - rige, que gobierna y orienta toda su actividad : Sa-
que los pidiera al Padre para cribarlos como el tanás. Jesús mismo lo llama «Príncipe de este mun-
trigo (Le. 22,31 ss.). Fue el diablo mismo quien do» (Juan 12,31; 16,11; 14,30) (cf. Efesios 6,12 y
introdujo en el corazón de Judas la idea de entregar Colos. i,13). Los e~emigos de Jesús obran así guia-
a Jesús (Juan 13,2). dos, orientados e impulsados. por el poder de las
tinieblas, por el poder diabólico, como hijos o si-
Por ese poder invisible son tambien dirigidos e
informados los enemigos de Jesús: los que de tal .
,_'
miente de la serpiente que siguen sus inspiraciones.

modo resisten a la Luz, que es Cristo, que llegan -Es más, ' el \ demonio, aunque oculto e invisible ,
a concebir contra El un odio gratuito, que no se ocupa el primer plano en la pasión de Cristo, es el
satisface hasta darle ·muerte. De esos ~dice J esií.s: Adversario directo de Cristo: «Ya no hablaré mu-
«No creéis, porque no sois de mis ov~jas (Juan chas más cosas con vosotros: vien~ el Príncipe de
10,26): pertenecen, pues, al otro bando, al bando este .mundo, aunque en mí nada tiene donde asirse
del demonio, por libre elección suya, porque «ama- o por donde dominarme. Más para que conozca el
ron máS las tinieblas qué la luz, por cuanto sus mundo que amo al Padre, y _que cumplo el mandato
obras eran malas» (Juan 3,19): son la simiente de que · el Padre me ha dado» (Juan 14,30 y 31).

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ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

Por eso la · Pasión se describe como ·triunfo del 10,39) ; «Y nadie le prendió, porque todavía no había
mi~:rn_o Cristo cont.ra el demonio: «Ahora el Prin- llegado su hora» (Juan 8,20).
.cipe de este mundo será echado fuera » (Juan 12;31). Como la duración del día natural la determina
«El Príncipe de este mundo y~ está juzgado» (Juan Dios, y no el demonio, así la duración de la, vida de
16-;11). Y como victoria de Cristo contra el mundo; Jesús : «Yo debo obrar las obras del que me envió
/

simiente de Satanás : «Tened confianza: Yo vencí al mientras es de día: viene la noche, en la que nadie
mundo» (Juan 16,33). De aquí que quit:bn prescinda puede obrar; mas, mientras estoy en el mundo, luz
de la acciÓn diabólica o n~ crea en elfa, jamás en- soy del mundo » (Juan 9,45). Y a los apóstoles que
tenderá nada ni de la pasión de Cristo, ni de la p~­ /le dicen: «Los judíos querían lapidarte, y -¿tú quie-
sión de las almas o de la Iglesia. res volver allí de nuevo?», Jesús les responde: «¿Es
1 qu~ no son doce las horas del día? Si uno caminar51
«La Hora». Aparentemente viene provocada y /
durante el día, no trop!eza, porque ve la luz de este
determinada por la evolución Y' desarrollo natural mundo: . sólo si caminare de noche tropieza, porque
de las causas segundas : la malicia creciente de los no hay 'luz en él» (Juan 11,8-10).
enemigos de Jesús instigada por la acción diabólica.
De ahí q~e la hora de tinieblas se llame también
Pero el Evangelio nos advierte insistentemente la hora de Jesús, la hora de su_ redención, de su
que no es así. La hora de la pasión, del «poder de tránsito al Padre, hora escogida libremente por El:
las tinieblas», viene determinada por el Padre, y no '«Sabiendo Jesús que lléga su hora, para pasar de
sin el consentimiento de Jesús.
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" este. . . . mundo al Padre ... ». «Sabiendo que el Padre
~ puso _todas las cosas en sus manos, y que de Dios
Por ello, hasta que esa hora no llega, el poder
salió y a Dios va... » (Juan 13,1-3; cf. Juan 7,30
de las tinieblas no tiene poder sobre Jesús: «Mi
7,44-46; 8,20: nadie le prende porque «tod_avía no
tiempo :p.o ha llegado todavía... mi tiempo aún · no
ha~ía llegado su hora~ ).
se ha cumplid0» (Juan 7,6.8); «Busoob~n prender- 1 1
le, pero-nadie le echó - mano, porque aún no había El mismo Jesús afirma explícitamente que nadie
/

llegado su hora» (Juan 7,30; 7,44-46).; «Buscaban Je arrebata la vida, sino que El mismo la da espon-
prenderle, pero Jesús se evadió de sus manos » (Juan tánea y libremente para cumplir la voluntad ~el

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, LA PASIÓN DE LA I~LESIA
ANTONIO• PACIOS, M. S. C.

Padre y su _propio deseo . d~ mostrarnos· su amor: '·' formal es completamente diferente: el-demonio busca
"'-'
·«Yo doy mi vida por mis ovejas ... doy mi .vida para la aniquilación de Jesús y la destrucción de su obra
de nuevo tomarla. Nadie me la arrebata, sino que re_dentora; el Padre, la glorificación 'de Jesús, y el
Yo la doy de mi propia iniciativa; y tengo potestad tnunfo de su obra de redención. Como siempre son
los planes de Dios los que se cumplen, no los de
' '
de darla, y tengo potestad de tomarla nuevamente:
estl1 mandato recibí -de mi Padre» (Juan 10,15.17. Satanás. « ¿Por v.entura no era necesario que Cristo
18); «Con un bautismo de sangre tengo_que ser bau- paqeciera todas estas cosas, y así entrara en su
tizado, y ¡cómo me consumo hasta que se realice!» glo:ria ?» (Le. 24,26), dice el mismo Jesús a los dis-
_{ Le. 12,50); «Con 1m deseo grande h_e deseado comer ci~ulos de Emmaús. Esto debe tenerlo bien presente
esta (última) P~cua con vosotros» (Le. 22,15). Y' el cristiano para avivar su fe y su co~fianza en la
los frutos de esa entrega suya son de gloria para hora de tinieblas, ya sea ésta propia e individual
sí mismo (cf. Le. 24,26), y de salvación para los ya de la Iglesia colectiva. Cuando todo parecía ~
hombres. «Llega la hora en que el Hijo del Hombre los apóstoles perdido en la Pasión de Cristo, era
sea glorificado; pues en verdad os digo que si el cuando se gestaba la salvación del mundo y estaba
grano de trigo, al caer en tierra, no muriere, per- inminente la glorificación personal del Señor; cuan--
r manece solo; mas si muriere da mucho fruto» (Juan do el alma lo ve todo perdido es cuando· más cerca
12,23,24); «Cuando Yo fuere levantado sobre la
está su total remedio; cuando la Iglesia parece ya
tierra, atraeré todas las cosas a Mí mismo» (Juan como muerta y sepultada, más cercana está su re-
surrección, depurada de todas las imperfeccciones
12,32; cf. Juan 3,14-18, y Juan 11,49-52).
c~on q.ue el ~ranscurso del tiempo la afeara.
La hora de la potestad de las tinieblas no es-
Característica de 1a hora de tinieblas: es ia so-
capa así a la Providencia divina, antes vie~e di~­
ledad, el abandono prácticaménte total, por· parte
puesta por esta misma Providencia amorosa y re-
de los ho~bres, y, aparentemente, hasta por parte de
dentara. En ella se unen' en la prosecución de un
Dios. Gamo dice San Ignacio, la divinidad está «Como
mismo objetivo material -la pasión y muert~ de si se ocultara».·
Cristo-: la acción de Dios y la acción de Sataná.s: _
de ahí la terrible suavidad con que procede, y/ la Respecto al abandono de los hoy:¡bres, Jesús es
ineluctabilidad -con que adviene. Pero el objetivo bien explícito: «Todos os escandalizaréis de Mí en

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ANTONIO PACIOS, M, S. C, LA PASIÓN ' DE LA IGLESIA

esta :o,oc4e, porque está escrito (Zac. 13,7): Heriré Y ésa es la impresión que siente el alma, que
al Pastor (-y no se olvide que en la Profecía es ' experimenta la Iglesia en la hora de tinieblas: de-
e( mismo Dios quien lo hiere-) y se dispersarán las fección de todos, y ser arrastrados como por el ven-
ovejas» (Mt. 26,31; Me. 14,27). Respecto al abando- ' daval, en mt::dio de las más inconcebibles traiciones.
Pero ni al alma ni a la Iglesia le faltan én esa hora
no aparente de Dios, basten las palabras de Jesús:
«Dios- mío, Dios mío, ¿por qué !lle has desampa- la asistencia oculta de Dios ni la presencia consola-
rado?» (Mt. 27,46). Abando~o aparente, experimen- dora y experimental de la Virgen María, siempre
tal: la divinidad se esconde, pero no se ausenta, accesible a cuantos la invocan, y que se presenta
antes conforta a Cristo, que no está solo en su Pa- aun sin ser invocada porque nos ama como a su
. sión: «He aquí que llega la hora, y- ya llegó, en Hijo:""""Ella es la gran esperanza en la hor a del poder
que os disperséis cada uno de vosotrqs, y me de- de las tiniebl!lls, el consuelo tangible que nunca fal-
jéis solo; , pero no estoy solo, porque el Padre está tará al alma ni a la Iglesia.
conmigo» (Juan 16,32). Y el resultado, es la gloria y triunfo de Cristo;
Sólo una creatura no le falló: María, su Madre, como lo es siempre del alma que sabe esperar y
en pie junto a la Cruz, con el grupito que en torno mantener su fe, y lo es de la Iglesia, cuya asisten-
suyo logró reagrupar tra1> la primera huida de todos; cia por parte de Dios está garantizada por las pro-
por e~o es María ,la maravilla de las maravillas_; mesas de Jesús.
por -eso se ~onquistó el corazón del Padre, porque-
consoló a su Hijo, sustituyéndole, cuando el mismo
Padre, para bien de ' la Redención nuestra, hubo de
ocultar su acción y su protección.
El resultado de todo ese abandono es Ja pasivi-
dad total de Jesús, arrastrado por sus enemigos
cerno tamo insignificante por el vendaval, que hacen
en El cuanto quieren y como quieren: la Virgen no
lo evita -no éra ésa su misión-, pero lo acompaña
1
y lo conforta. ·-

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CAPÍTULO II

'LA HORA DE LAS TINIEBLAS EN LA IGLESIA

«Pues a aquellos de quienes Dios tuvo prescien-


cia, los predestinó a hacerse conformes a la muer-
te de su Hijo» (Rom. 8,29). «Coherederos somos de
Cristo, más,.si con El padecemos, para que con El
seamos glorificados» (Rom. 8,17). «No es el discí-
pulo más que el Maestro (M t. 10,24) ; (Le. 6,40) ... Si
el mundo os odia, sabed que primero me odió a
Mí... no es el siervo mayor que su señor; si a Mí
me persiguieron, también os perseguirán a voso-
tros; si guardaron mi palabm, también guardar án
la vuestra» (Juan 15,18.20).
La vida individual de cada cristiano es como una
copia de la vida de Jesús y su muerte de la de su
muerte. Y lo . mismo sucede con la colectividad de
los cristianos, la Iglesia, que, como Cuerpo de Cristo,
continúa visiblemente su vida, y manifiesta su acción.
Y -c'Omo toda la vida de Cristo, según dice la
Imitación de Cristo, «fue cruz y martirio», la vida

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ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

del cristiano lleva el signo de la cruz, la de la Igle- laque pasan los grandes místicos, y en las perse-
sia el signo de la persecución. Por eso Jesús dice: cuciones y grandes crisis .de la Iglesia universal.
«Quien no lleva su cruz, no puede ser mi discípulo» _ La diferen_cia entre el individuo y la Iglesia, re-
(Le. 14,27; cf. Mt. 10,38; Me. 8,34). Lo q~e. San side en que ésta tiene prometida la asistencia infa-
Pablo afirma de sí mismo vale de todo cnstlano, liblemente eficaz de Cristo - «las puertas del infierno
y aun de la Iglesia misma: «Cumplo en mi carne no prevalecerán contra ella»- (M t. 16,18), mientras
lo que falta a la pasión de Cristo» (Colas. 1,24_); el individuo, aunque nunca carente de la asistencia
«Estoy crucificado con Cristo en la Cruz» (Gal. 2,19) · d~vina, puede hacer fallar el resultado bu,s cado por
La economía divina de esa participación en la cruz la providencia amorosamente paternal de Dios por
de Cristo es la coparticipación en la gloria de su el mal uso de su propia libertad. Si ésta procede
resurrección: «Alegraos al comunicar los sufrimien- rectamente, según sus posibilidades concretas, el
tos de Cristo, para que os alegréis y exultéis en la resultado de cada tentación, persecución o crisis,
revelación de su gloria» (1 Petr. 4,13); «Estoy con- -. es siempre una mayor depuración espiritual, una
figurado con su muerte, para que pueda participar mayor configuración con Cristo, aunque lo que el
en su resurrección» (Filip. 3,10.11; cf. Rom. 8,29) · poder y actuación diabólicas buscaran, fuera precisa-
mente la destrucción de esa conformidad incipiente.
Esta economía amorosa divina hace que tanto
el cristiano-individuo como la Iglesia en su .c onjunto Respecto· a la Iglesia, aunque la suma de volun-
sean objeto de un modo más o menos permanente, tades infieles puedan disminuir el resultado por
más 0 menos intenso, de las asechanz3!s del poder Dios intentado, éste e logra sustancialmente siem-
de las tinieblas, del Príncipe ·de este mundo -Sata- pre. Recordemos entre esas grandes crisis: las per-
nás-, y del mundo, que es la simiente de la ser- secuciones de los primeros siglos, que llevan a la
piente: lucha permanente de las tinie~las cont:a, la implantación del cristianismo en el Imperio romano;
luz. Esa actuación de las tinieblas tiene penados la crisis de fe arriana, que· tras la larga confusión
especialmente álgidos, tanto en la vida in~vidual . aboca a una precisión tal del dogma que hizo po-
como en la vida de la Iglesia; a veces. casi llegan ._ sible en unos tiempos en que la ignorancia iba en
a agonías de muerte, como en la noche oscura por aumento, la 3!Similación de los pueblos paganos de

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LA PASIÓN DE LA IGLESIA
ANTONIO PACIOS, M . S. C.

~ebl~s, pues la muerte es consecuencia del pecado,


Europa sin que la fe se pervirtiera por esa aporta-
mduc1do por el demonio, primer homicida (Juan
ción masiva de infieles; el siglo de hierro del Pon- 8,44). Esa muerte connota el abandono de todo y
tificado, que aboca al esplendor y triunfo medieval 1
de todos, como el de ·Cristo en la Cruz; y connota
de la Iglesia; la gran crisis del Cisma de Occidente,
también la acción libre del poder de las tinieblas ;
a la que seguirá la escisión protestante, pero tam-
pero el alma no está sola: tiene a su lado a la
bién la verdadera reforma de la Iglesia en el Con-
Virgen María, como Jesús en la Cruz, y la tiene
cilio de Trento, con la floración maravillosa de santos
experimentalmente -Jesús no exige nada a sus dis-
en ella y el ingreso a la fe de innumerables pueblos,
cípulos que no se exigiera a sí mismo: si El tuvo el
que nunca la habían oído predicar. consuelo experimental de su Madre, éste no faltará
Pero la configuración definitiva del cristiano se tampoco a ningún discípulo suyo-; tiene también
logra en su muerte, y la transformación de la Igle- la asistencia oculta del Padre -como la tuvo Jesús
sia en reino universal e indiscutible de Cristo se · (Juan 16,32)-, y la presencia de Jesús, que como
logrará igualmente por su muerte y res~rrección. cabeza suya lucha con él y por él: tiene así fuerzas
Y es que Cristo entró en su gloria por la pasión suficientes y abundantes para, en medio de las . ti-
de su muerte; y no de otro modo puede suceder al nieblas, poder decir con confianza de fe plena:
cristiano ni a la Iglesia: «Vemos a Cristo, por la «Padre, en tus manos entrego mi espíritu» (Le. 23,
pasión de su muerte, coronado de gloria y de ho- 46): la fe le dice que cuanto más profunda es la
nor» (Hebr. 2,7); lo mismo sucederá a cada cris- tiniebla que le envuelve, más cerca está de la ilumi-
tiano, y aún a la Iglesia misl_!la. nación definitiva, del alborear del día eterno.
Al llegar la pasión de Cristo, todo se precipita, Jesús mismo compara esta vida al día; la muer-
todo es maravillosamente rápido: todavía resonaban te a la noche en que ya nadie puede obrar (Juan
los hosannas del Domingo de E,amos, cuando, en una 9,4,5; 11,8-10): toda industria humana, y toda acti-
noche y un día -¡qué poco comparado con toda la vidad natural es inútil en esa noche; sólo e~ eficaz
vida de Jesús!- se desarrolla todo el drama. la oscuridad de la fe, que se abandona totalmente
al aJ?Or divino y a su misericordia, dejándose por
También la muerte del cristiano es algo rápido:
completo en sus manos, como el niño se duerme en
marca el momento culminante del poder de la ti-
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ANTONIO PACIOS, M. S. C.
LA l'oi.SIÓN DE LA IGLESIA

brazos de su Padre: «Padre, én -tus manos entrego


. También la Iglesia, al igual que el discípulo- in -
mi espíritu». Pero esa noche es abreviada, y le sigue ~viduo, está sujeta a esa muerte, que no es muerte,
el día de los esplendores eternos en el seno de DiO:S smo nacer; para que se imponga triunfante en todo
a quien cdntempla. el mundo, en todos los pueblo"s e individuos, sin difi-
N o es en realidad cns1s de muerte, sino crisis cultades ya por parte del poder de las tinieblas ha-
de nacimiento perfecto, definitivo, a la vida plena biendo sido eehado fuera el Príncipe de este mundo
de hijo de Dios, partícipe ostensible y manifiesto ha de pasar por la pasión y muerte de Cristo. Lo~
de su misma vida y de su dicha. Jesús mismo lo ' días de esa pasión y de esa muerte (serán abreviados
dice: «La mujer, cuando da a luz, tiene tristeza, -nos dice el_Evangelio-, como fueron abreviados
porque viene su hora; mas luego que ha dado a luz los días de la pasión y muerte de Jesús; y renacer á
un niño, ya no se acuerda de su angustia, a causa la Iglesia sin arruga y sin mancilla, quitados ya del
del gozo, porque ha nacido un hombre para el mundo todos los males y todos los escánd~los; y en
mundo. Así vosotros ahora tenéis tristeza, mas de esa hora .no es tiempo par a la Iglesia de obrar sino
nuevo os veré, y se alegrará vuestro corazón y vues- de sufrir pasivamente, y de confiar en Dios como
tro gozo nadie os lo arrebatará» (Juan 16,21.22); lo hiciera en la pasión su divino Fundador, que en
-como la angustia del parto ' alcanza su punto cul- esa agonía la asistirá para que no desfallezca, y
minante en el parto mismo, en el momento de nacer, en la que la acompañará la siempre inconcebible-
así la angustia del líombre alcanza su punto álgido mente amante y compasiva Virgen María, madr e
en el momento de morir, del nacer a Dios; no es de la Iglesia. _
entonces tiempo de obrar, sino de dejarse hacer por Pensamos que en esa hora estamos entrando
Dios, de abandonarse totalmente a El, de reposar ahora, Y que los sucesos se desarrollarán cada vez
en El con filial confianza, sólo el que perdiere esa con más increíble rapidez, tras los hosannas del Va-
confianza y esa fe, y quisiere salvarse por sí mismo, ticano n y las magníficas esperanzas, por desgracia
nacerá irremisiblemente muerto, con lo que el Apoca- de orden harto temporal, que a muchos hizo con-
lipsis llama «muerte segunda», y el evangelio « ~uer­ cebir como lo hiciera el Domingo de Ramos aún a
te eterna». los mismos apóstoles.

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ANTONIO PACIOS, M. S. C.
LA PASIÓN DE LA JGLESI.l

1
Las razones de esta persuasión nuestra las adu-
la que .siga la resurrección, cual sucedio' en Cristo,
ciremos al hablar de los signos de los tiempos. Pu-
cuya VIda y muerte reproduce la Iglesia.
diéramos equivocarnos; aún así, los avisos que da-
remos para mantenerse fieles en esta noche no serán . ~· . Tennina~os transcribiendo la «exposición
inútiles, pues de noche se trata, y de una pasión histonca» del Misal Lefebvre ed 1954 .,
d 1 · - • · , con ocas1on
muy cercana a la muerte. Cuanto más nuestro com- e a fiesta de la Trinidad -en un t.
l , t Iempo en que
portamiento se semejare al que deberíamos tener en os ~m omas de la presente crisis aún no eran per-
esa hora, aferrados a la oscuridad de la fe, tanto ceptibles-: . «Desde las fiestas de Pentecostés en
mejor sabremos conducirnos para pasar con bien el que la. Iglesia nació, viene ésta reproduciendo ~iglo
eclipse o la muerte. tras Siglo, , la v'd I a d e e·nsto,
· cuyo cuerpo místico' ·
es. Jesus, desde el día en que nació se vi
Aquí sólo insinuaremos tres consideraciones que guido h b • o perse-
hacen sumamente probable la presencia del momen- petrab/la ~ o ~e huir a Egipto, mientras se per-
., ~rnble matanza de los inocentes. Tam-
to que describimos: 1. Paulo VI ha llamado ex- bien la ~glesia sufrió durante cuatro siglos recias
presamente a la hora presente «hora de tinieblas», persecuciOnes, teniéndose que ocultar ·en las Cata-
y si éstas, en muchos aspectos, como era inevitable, cumNbas o en el desierto. Jesús, adolescente se reti'ra
le han afectado y afectan incluso a él, su esfuerzo a azaret lli '
de . , y a pasa los años largos y floridos
al enseñar se ha centrado casi totalmente en incul- s~ VIda en el recogimiento y la oración. y la
carnos la fe como nunca se había hecho -en la hora Iglesia, desde Constantino disfrut, d
• o e una era de
de la pasión es la fe lo único de verdad eficaz. paz; , entonces surgieron por doquier catedrales y
abadias en que resonaran día , y noche las divin
2. Las crisis hasta ahora experimentadas por la alabanzas y cuy b· as
Iglesia miraban a la consecución de éxitos y difusio- li . ' os o Ispos, abades, sacerdotes y
nes parciales. Ahora, todo el mundo unido por los r~ gloses se oponen por el estudio y un celo infa-
' medios de comunicación, y en mayoritaria parte in- tigable al av~nce de la herejía y al violento empuJ·e
d e la barbane J ,
crédulo, ha llegado la hora de absorber todo ese . esus, e1 d'Ivmo . . .
miSIOnero enviado
mundo en el reino de Cristo; la hora del triunfo por ,el Pa~re a las apartadas regiones de este pla-
neta, comienza a los treinta años su vid d
total parece presuponer la crisis total, la muerte a tolad 1 I a e apos-
o; y a . g 1esia, desde el siglo XVI, debe resistir
-26-
-27-
[
.. - ~ .
~V

!
LA PASIÓN DE LA IGLESIA

il ANTONIO PACIOS, M. S. C.
'
·¡\ lo mismo confirman las . 1 .
, de Jesús; el estrecho co. trevte acwnes del Corazón
a los embates del paganismo renaciente, y desparra- n ac o mudial q · ·
11
mar por todos los nuevos mundos entonces descu- 1os modernos medi"os d e comum. ·· ue rmplican
- biertos la semilla del Evangelio de Cristo. De su es llegada la hora de la i caci~-n apuntan a que
f( fecundo seno saldrán sin cesar nuevas milicias y por más que aparezca m;pla~t~cwn de ese Reino,
el espíritu munda s leJano que nunca, dado
~ nutridas falanges de apóstoles y esforzados mi- · no que todo lo · f
1 sioneros que anuncien la Buena Nueva al mundo «sin efusión de sa · m orma. Pero si
22)' esa asimila . _ngrde no hay redención» (Hebr. 9
entero. Por fin, Jesús termina su vida con el sacri- cion el mundo t '
y la fe de Cristo h d . en ~ro para el amor
ficio del Gólgota, seguido muy pronto del triunfo ' sión tal d, la Igl ~ e Ir precedida por una pa·-
......
~ de su resurrección; y la Iglesia, lo mismo que su -~
tendrá jamás de
esia cual ·
, m la tuvo antes ni la
divina Cab(;:!za, se verá entonces vencida y clavada
en la Cruz, aunque ella ganará la victoria decisiva. de su obra rede:!~=s~spulesto, que el objeto actual
. e mas amplio -
"El Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, lo mismo concebirse Es por . que pudiera
l . 1o nnsmo claro h
que el Cuerpo humano, fue en un tiempo joven, a hora de entrar· b . 1 que a llegado
aunque al fin del mundo tendrá una apariencia de de copiar en la Igle ~Jol a po_t,estad de las tinieblas
sia a paswn y t d '
caducidad" (San AgustúÍ) ». ' · para que así partici e d , . muer e e Cristo,
tivo de su resurre: -, elTa glona y triunfo defini-
A esta descripción pudiera añadirse, por una cwn. odo ello deb .
parte, el aislamiento de la Iglesia medieval, para- para prepararnos a martiriO . : pero t e bservirnos
-,
1
11 lelo al de N azaret; por otra, el aislamiento cada mantener nuestro op t liDISmO.
· . ' am len para
vez mayor de la Iglesia a lo largo de la Edad Mo-
. ~
derna, pese a todo el movimiento misional, para- Para terminar, unas alab
trumentos huma ras acerca de los ins-
nos, srmiente de 1 .
1• lelo a la soledad cada vez mayor de Jesús en su regidos por Satanás h d a serpiente, que,
vida pública; el Concilio Vaticano U, con su intento ·
como crucif· ' an
_ e crucific ar a 1a Iglesia
.~ \
de poner a la Iglesia en contacto con el mund?, se Icaron a Cnsto.
! parece mucho a los esplendores efímeros del Domin-
¡ La tradición, al hacer al . . .
ti concreto lo ma's f antlcnsto Israelita -en
muestra que los cruc·mea
~· d'ores dea lan Iglesia
1 go de· Ramos. ' recuente de 1 t ·b
u de Dan-
e~ esa,
l ! Añadamos aún una consideración más: las pro- .
fecías anuncian el reino de Cristo en todo el mundo;
i
,¡ - 29-

~~ -28 -
/
11
LA PASIÓN DE LA IGLESIA

ANTONIO PACIOS, M. S. C.

y anticristos, no por ser "ud' . -


.- - poderosos y ya s·ab J ws, smo por ser ricos y
gran pasión suya redentora han de ser los mismos ' emos cuán d "f' ·
evangelio la salva . , d , 1 lCil es según ei
que crucificaron a Cristo, a saber, las autoridades - cwn- e estos E ·
er engendra el 11 : sa nqueza y po-
d
di orgu o, el ansia d .
judías. oses -panteísmo,__ , . e sentrrse y ser
Esto parecé indicar el mismo Cristo cuando dice a cuanto signifi ' y consecuentemente el odio
a esas mismas autoridades judías que le rechaza- . d' que o recuerde a n·
JU lo -todos los J. d' Ios. El pueblo
ban: «Yo vine en nombre de mi Padre, y no me - u 1os fuera d
nada tiene que v e esos trescientos-
er en esto. so
recibisteis; mas cuando otro viniere en su propio poder de los anti . t . n mer-a víctima del
nombre, a:'é se sí le recibiréis» (Juan 5,43), donde b cns os instrum t
uscan y lograrán l .' . en os con el que
nos parece bastante claro que contrapone su venida ' cristo. e rmperw mundial del Anti-
en nombre del Padre a la venida del Anticristo en
nombre propio, sin delegación alguna del Padre, La segund~ es .
Cristo, en. que el queb, la diferencia del tiempo de
pero al que los 'judíos no vacilarán en recibir. Es 1 . pue o bueno f d .
a mmoría influyent . ue se ucido por
la última consecuencia y como castigo de no haber e enemiga de e . t
recibido a Cristo. El Judaísmo será así el verdadero su muerte, en esa pa . , f" ns o para pedir
,. a . swn mal de l I l .
crucificador de la Iglesia, y el que, bien a pesar nunciada la converlsión del . a , g esm está
ese pueblo aunque - pueblo JUdiO; es decir
suyo, provocará con su persecución el triunfo y re- ' enganado h t '
surrección de Ella, así como la implal!tación del del reino del Anticri t b . . , as a la implantación
s o, a nra sus .
su actuación y s
Reino de Cristo en todo el mundo. '
martirio coda a cod
e convertirá eOJOS
. cuando vea
a risto, sufriendo
o con la Igles· .
Pero aquí son necesarias dos advertencias. La ose a ella. y po ~ Ia, e mcorporán-
j - primera, que cuando hablamos aquí del judaísmo d. , ' r e,o, en el triu f d 1
cion, será tan i t n o e la resurrec-
<,
no nos referimos para nada al pueblo judío, en mpor ante la .,
pueblo que entonce d cooperacwn de ese
e a ~gles1a es-
Palestina o en dispersión; sino sólo a quienes se- t , . s ver aderament l . _.. .
ara formada de judíos .
cretamente rigen esa sociedad, así como el conjun- mentas de importancia Y, rentlles. como de dos ele-
to del mup_do, por el dinero, la prensa y el poder de Cristo, por ellos parat~a. ogda, umdos por la pasión
temporal. Estos quizá no lleguen ni a trescientos, y 1c1pa a.
su número tiende a reducirse cada vez más, hasta
que se resuma en el solo Anticristo: y son malos -
-31-
-30-
/

CAPÍTULO III

1
LA C R I .B -A

«Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha pe-


dig.o ~ara cribaras como al trigo; mas Y o rogué
por ti, para que tu fe no desfallezca; y tú, una vez
convertido, confirma a tus hermanos» (Le. 22,31.32). 1
/

Al . llegar la hora del poder de las tinieblas, el


Padre dejó libre vía a Satanás para cribar a los
apóstoles ~ a todos los discípulos de Jesús ; el mis-
mo Pedro caerá -=-como el que Satanás más ansiara
cribar-, aunque vuelto prontq en sí se encargará
luego de confirmar en la fe a sus hermanos. Sólo
Juan, acompañando a María al pie de la Cruz, salió
más o menos indemne de esa criba.
Si, .como el mismo Pablo VI ha dicho, estamos
en la «hora de tinieblas y de relámpagos », ·síguese
1 que el crjl'!_tiano ha de tener presente que el Papa,
/
y bajo él los obispos y sacerdotes, y aun los sim-
ples fieles, han sido pedidos por Satanás para ser_

-33-

f
, 1

/
1

/
ANTONIO PACIOS, M. S. C.
LA PASIÓN DE ,LA . IqLESIA
J
cribados como el trigo. El tener esto presente nos ~ada. Si todo~ y siempre somos agitados de los 'd(>S
ahorrará muchos escándalps y ~icultades. :. -espb:itJs -el Espíritu de Dios y el espíritu ma- \
/

Jesús rogó para que la fe de Pedro no desfalle- lignp--, esa agitación toma en el Papa, en 1a hora '
-cie:m, encargándole a la; ·vez confirmar ~n ella a st¡.s de tinieblas, una contradistinción casi neta, . por la
hermanos. Por eso la asistencia del Espíritu ¡Santo asistencia infalible en u:rí ámbito, y por abandono
al Papa garant,iza su infalibilidad cuando enseña lo a la sugestión diabólica en el otro.
-que hemos de creer, o lo que hemos de obrar para ir
Por eso, la contradicción entre la do~trina del
al cielo.
,papa y su obra- d~ gobierno práctica, quizá más
Y esa asistencia se ha hecho tan manifiesta en de una vez exist<;!nte- ,como el insistir tan mara-
estos tiempos de crisis, que es un verdadero /mila-_ villosamente en la doc;:t_rina de fe y a la vez poner
gro patente para todo el 8Ue no 'quiera cerrar--los en puestos -destacados a quienes la minan; o defen-
ojos a la evidencia. Un Papa elegido, cerno avanz~do, der la doctrina, tradicional del matrimonio a la vez
y del que se esperaba reformara la doctrina de la que nombrar a dedo para su estudio una comisión
Iglesia, ha enseñado cual ninguno ' la doctrina tra- que en su mayoría la combatía y haber dado lugar ·
dicional -recuérdense sus · cartas sobre la Eacaris- ' - -
con sus indecisiones a que mm.;hos fieles se habi-
tía, la Virgen, el Sagrado Corazón, el Credo del tuaran a no practicarla, etc-, no puede extrañar
pueblo fiel, la Encíclica «Humanae vitae», etc.-: y a nadie que sepa la hora en que p.os encontramos;
la ha enseñado advirtiéndonos de que 'f!.O podía hacer / esa ' contradicción entra en los planes de la PrÓvi-
otra cosa. dencia <;>rdinaria de Dios para la hora -de tinieblas,
- Pero! fuera del ámbito de esa. docencia magi~s- que ha de- preparar el triunfo de su reino en el
1
' 1 7
terial ·a uténtica, ya no goza de la asistencia ~fali- muñdo, como '\
preparó su triunfo personal en los
ble del Espíritu Santo: si ha sido pedidQ por Sa- ,J cielos.
tanás para ser cribado, es natural- que la acción La criba separa el grano de los restos de paja,
del espíritu maligno en él se note acusadamente en así como la harina del salv.ado; Así esa criba hará
/ todo cuanto está fuera del ámbito del magisterio' la separación entre los que _tienen verdadera. fe y
doctrinal que propone y decl,a ra la doctrina reve- \
, quienes sólo parecen tenerla; entre los que creían,

-34- -35-
--:. ( -

ANTONIO PACIOS, M. S. C •. LA P A,SIÓN DE LA I GLE S IA

no por humildad y sumisión. de su futeligencia a Respecto a esa actitud práctica,· cuando nos . pa-
-Dios, sino por espíritu gregario' de sujeción a ,a uto- rezca desacertada y contradictoria con la enseñan-
ridades humanas, o porque a ellos les parecía, na- ,za que nos da, debemos lamentarla interiormente,
/

turalmente verdad Jo que creían, y entre los que_. y aun incluso criticarla abiertamente, cuando así se
cr~ían porque querían: someter su inteligencia a juzgue oportuno para el bien de las almas; pero sin
Dios, sin importarles las doctrinas de los hombres / amargura. ~1 sentimiento primero que ha de causar
ni aun las concepciones propias cuando se oponían en nosotros es el de compasión, que se transparente
a la palabra de Dios: Sólo esa fe es verdadera, la en oración ferviente y continua por él, sabiendo que
1
que cree a Dios de Dios con sujeción humilde y _--- es la hora en que Dios mismo le ha entregado par a
' amorosa, y sólo los que creyeren se salvarán y p~r~ ser cribado, y que no por eso Dios le ama menos,
tenecerán al reino de Cristo. . ni le asiste menos como a Pastor de toda la Iglesia:
La actitud del verdadero cristian~ ha de ser así Normalmente, esas decisiones prácticas a:eenas si
/ en estos tiempos de confusión, con relación al Papa, toc;:an directamente a fieles y a sacerdotes, que son
de sumisión hum1lde y total a cuanto éste enseñe g¡ás bien meros espectadores desolados de ellas; si
como revelado, o como aplicación práctica de la nom9ra teólogos de la Iglesia a quienes ~an la
doctrina revelada o simplemente ·como doctrina de fe, u obispos ·a veces que no la defiendan ni prote-
fe o costumbres dada en nombre de la Iglesi.a · o jan, esto .ningún daño nos hará si tenemos fe sen-
como profesada por la Iglesia, pues es el Pastor ql.J.e cilla, que se adhiera con simplicidad a lo que el Papa
Cristo nos dejó y no tenemos otro. eñseñ~, sin preocuparse de opiniones de los hombres..:.:
Los teólogos no son mis maestros; y la asistencia
Y de esa adhesión no han de apartarnos, ni
:i áoctrinal prometida al Papa nos garantíza que nin-
las opiniones interpretativamente divergentes. de los
gún daño podrán _hacer -a nuestra fe por ef aseso-
hombres -por teólogos que se profesen-, ni las
ramiento nocivo ,que a éste den.
desviaciones doctrinales de alguno o muchos obis-
pos, ni aun la conducta práctica del mismo Papa y si en algún caso la disposición práctica desa-
en el gobierno de la Iglesia (no se olvide que ni auri certada nos afectara directamente, aunque se deba
los mayores santos acertaron totalmente en todos
1
hacer lo posible para que la mude, debe en tal,lto
los puntos de ese gobierno) . obedecerse; por malo que -sea el plan de batalla

-36- -37-

\ .
J -
J
) ,,
--· - - - 1...
--
-1 \
~ / ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA ÍGLESIA

prep~rado por el general, siempre será mejor se..: ~ práctica sea muchas veces al.ín más d;sacertada que
guirlo que no el que cada oficial proceaa a· su ar- 11g¡. -del Papa ;- compadecerlos también i or-ar por ellos;
bitrio con su propia estrategia, aunque en sí sea í ,.. pe:uo resi tir con firmeza pasiva- y eficaz éuantas
mucho mejor; ""así el mismo bien común nos ha de - disposiciones se juzguen ruinos,as para la salvación
inducir a esa obediencia. de las ·almas; y obede~er con paz todas las"" demás,
~· ' p _o r mucho que nos repugnen, que Dios bendecirá
Y si _en esas disposiciones o actitudes ofenge
nuestra obediencia y humildad.
nuestros más -íntimos y n-o bles sentimientos -cosa ....
1
que sólo suele producmse cuando no rp.iran lo· ecle~ Aunar así el valor y la obediencia humilde en
_siásticot sino lo civiÍ, social y político-, procure- , la defensa de la fe y de la moral. Es la hora de
mos s_e ntir gozo de poder tener oca.'sión efe perdo- que los _fieles y ' los simples sacerdotes se preocu-
nar generosamente -algo á nuestro ' Pastor común,
1 '
pen de predicar y de cumplir personalmente; todo
y así seremos dignos de que Dios también nos per- y sólo lo que Dios nos ha mandado, desligál)donos
done. Si así lo hacemos, pas:i:remos en paz ·Y sin en lo posible hasta del ambiente temporal; cuanto
amargurás la hora de tinieblas, y en medio de ellas más puramente nos limitamos a predicar y a prac-
nos brillará la luz. ticar toda 'su enseñanza, tantas más almas conser-
varán su fe, o la recuperarán si la han perdido;
, Respecto a los obispos, Ía -asistencia de. Dios a
tantos más hallará el Señor dignos de p~rtenecer _
su magisterio sólo es infalible mientras su doctrina
- ' ' a su rein:o cuando llegue la hora de su visita y de
y enseñanza coincide con la del Papa; la asistencia
su encuentro- -y -Ao- se olvide que este encuentro
se les prometió a los apóstoles con Pedro, no e¡in
·, o, venida, no sólp es el general hacia el que la Igle-
· él, y menos frente a él. Por eso ninguna herejía_de
sia se proyecta, según el CREDO DEL PUEBLO
·obispos -y ha -ª'abido muchas a l~ largo de la his_-
'FIEL, sino también el particular de cada uno en
teria- puede hacer peligrar nuestra fe, si sólo ad-
el momento de morir, pues cual en la muerte nos
herimos a su enseñ,anza en cuanto conforme con
1
encontrare, así nos encontrará en su segunda ve-
la de la Iglesia y del Papa. " 1
nida.
Cribados también ellos, como los apóstoles en
la Pasíón, no debe extr-añarnos_ que su actuación
/

-38- -39-
• 1 /

1
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.......
----- -1
CAPÍTULO IV
1 ' ~/

EL CREPUSCULO Y LA NOCHE

' «Todavía por un poquito· tiempo tenéis luz en


vüsotroS: Caminad mientras tenéis luz, para que no
os
1
sorprendan - las tinieblas, ya que el que anda en
tiniebla:s ignora a dónde va. Mientras tenéis luz,
' creed a la _luz, para que os convirtáis en hijos de
luz» (Juan 12, 35-36).
Mientras gozamos todavía de la enseñanza del ·
Papa, las ti.ñieblas no son absolutas: estamos más
bien en la hora crepuscular de que habla Jesús en
/
El Evangelio. · La noch~ llegará cuando nos ·q uede-
mos sin Papa que nos oriente; mejor dicho, cuan-
do, surgidos antipapas con enseñanzas divergentes /
/ d~ las del vetdadero Papa, nos quedemos sin saber
/ quién es el verdadero, a1 quien hemos .de obedecer
-.,
como a Pastor, ya que todos los medios de propa-
ganria, como mundano y enemigos de Cristo,, ha-
rán por persuadirnos de la legitimidad del falso
papa. Jesús nos aclvi_erte de la -importancia de a pro- --
-41-
r; ., ''
\

1 -
'F
/

'

1 ANTONIO PACIOS, M. S. ;;. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

vechar bien la 'luz de este crepúscu7:o para prepa- mariana con el Credo del Pueblo de Dios, en el
rarnos -a pasar b·i en la noche, sin tropezar duran- que se precisa de tal 1 modo la UJ.aternidad de h '
te ella. ~gep Máría que nadie1 se j\istifica si no' es por
\ su acción, ni nadie progresa en la vida sohhma-
1.
El P.apa podrá ser el «Papa triste>>- como le llama· tura1 sin esa misma -acción, lo que implica que
/
el pueblo; triste cuando se siente obligado a seguir ningún acto meritorio podemoS hacer si no es ~por
la moción divina en el ánibito ~n que tie'ne asiste:p.- Ella y
con ~lla, n~ ningún sacramento podemos re-
cia infalible -no se olvide que hasta los mayores - cibir1si n? es de sus manos; como el niño en el seno ,
santos resistieron al E;:;píritu Santo cuando les im- ~ de su madre, así nos estamos formando nósotros
pulsaba a las alturas-; triste -también-· cuando-·se hijos de Dios en el seno, de María.
si_e nte cribado por el poder maligno,_ ya que nadie,
y menos el -papa, . puede complacerse en ser domi- ' ' Pero con ser ta12- importante, no es <¡)l progreso
nado por Satanás. Es la pasión del Papa, su mar- goctrinal lo que más nos interesa en la hora cre-
tirio, en el que se santifica y depura, como · Pedro puscular. Lo que en ella interesa sob~e todo es pre-
en la Pasión; poco importa que esQ.s sufrimientos pararse bien para pasar la noche, haciéndonos hijos
se deban, en gran parte, a su cobardía, temor e d_e la luz, para · que nuestra fe no desf-allezca en la
i.p.decisión; por temor cayó Pedro, y no por:,..eso le . hora de tinieblas.
·¡
amó JesÍts menos, no por eso contribuyó menos su - - La hora crepuscular de la Iglesia nos evidencia
caída a su santificación; las lágrimas depuran siem- cual ninguna otr-a, con el milagro patente de la asis-
pre: «bienaventurados los que lloran». Hemos d!'l tenCia divina en el aspecto doctrinal, que la ense-
pedir y esperar que un día 'de sobrepondrá a ;:;us ñ~nza dogmáticJL y moral de la Iglesia es válida
temores como Pedro, afrontando el ~artirio; su - par-a ~iempre, sin que , pueda mudarse contrac;Iicién-
triunfo luminoso en ese martirio señalará el, G~mien- dose COJ!. la anterior, 'aunque_pueda progresar homq- '
zo de nuestras tinieblas,- de nuestra noche. . géneamente dentro de la misma línea. El . que aten-
- ' diere a esto, se maravillará de la amorosa providen-
Entretanto aún podemos caminar, progresar.
:eiogreso doctrinal con . su enseñanJZa; ,base pen- cia divina, que quiere este crepúsculo para da~os
' '1 • , 1 • , 1 • - l
¡
sar tan sólo en e_!. fornudable avance de la teología '-OCasiOn a prepararnos a pasar bten la noche, y ya -
1
/

-42- -43-
1-
1- /
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---------------------
1
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1 '
Al'JTONIO PACIOS, M. S. C. ¡ LA. PASIÓN DE LA IGLESIA 1
\

nada le escandalizará de cuanto pasa. Antes bien em¡eñanza legítima d_e la Iglesia, no será pastor aun-
se· aplic-ará con simplicidad a adherir a toda doctri~ que. 1la prensa y' los medios _de, comunicación nos
1
lo
na dogÍnática y moral de-la Iglesia hasta hoy recipi- present~ ,como verdadero papa, o verdadero obispo;

da, sB:'b iéndola verdadera e inmutable. ' será,._lobo disfrazagb -de piel de oveja. Y así; en 1~
' _ noche que se acerca, nada podrá hacer vacilar nues-
Con esa adhesión humilde e inquebrantable se tra fe. · -
hará hijo de la luz; llevará dentro de sí mismo
., la '
Respecto a nuestra actitud durante la 1 noche -
luz, que ninguna tiniebla podrá ofuscar, cumplién-
misma que se acerca, Jesús nos advierte que en
dose en ella la descripción de San "Juan de la
la noche nadie puede obrar; es la hora del des- ¡f.
·cruz: «Sin otra luz ni guía, sino la que en el co-
razón ardía; aquesta me guiaba más cierto · que
caso en paz, rodeados de los bienes y comodidades ·¡
durante el día reunidos. El hijo de la luz, durante l¡
la luz del mediodía, a donde me esperaba quien
ella, se l~itará' a gozar de las verdades hasta en- 1
f
yo -bien me sabía, en parte donde 'nadie parecía»;
t_onces adquiridas y enseñadas por la Iglesia, sin 1¡
si la ~oche será de apostasía para quienes pierdan
· querer avanzar ni pr<?gresar en ellas; es la hor&, de_ 1
su fe por no haberse convertido con sencillez y ·¡
dormir y descansar en brazos del Padre celestial, -
humilcJ.ad en hijos de la luz durante el , cr.ep'tisculo,
no de obra. Por eso no hará caso de todas las no-
será de santidad extraordinaria, de tnisticis'l1l,CÍ y ) ' . vedades, reforma¡:; y progresÓs que el mundo le ofrez-
d_e martirio para c~antas hayan aprovechado ese
ca; y cuando, surjan los seudocristos y seuiloprofe-
crepúsculo para hac~rse hijos d~ la luz. tas, de cuya venida nos previno Jesús, recordando
Es_a luz interior, durante este crepúsculo encen- las palabras del Maestro, no sentirá curiosidad al-
did;a, consistente en la adhesión humilde y r-endi- guna para escucharlos, satisfecho con la riqueza in-
da a .t oda la doctrina - por la _Iglesia enseñada . a terior de su fe. L a confusión y estrépito de ideas
lo -largo de los siglos, y . por eso no su·bjetipa aun- /
'que interior, quizá no nos baste para discernir 'cuá~ '
_es el verdadero pastor. Perq si nos g.escubrirá ' los . , no turbará su sueño ni su reposo, ni aun el marti-
rio mismo, que ordinariamente le consumará en el
amor, le hará perder su paz.
'1
1

falsos; todo el que nos enseñe algo contrario , a lo


que en la hora, crepuscular hemos contemplado, como
i
'
'
-

-
- y cua'D.do el culto panteísta a la h~anidad, que
hoy vemos crecer y proliferar para satisfacción de H
l

J
.:_ 44- -45-
. '

ANTONIO PACIOS, M. S. C.

- 1
sus dj.rigentes qÚe se ·sienten diose$, culmine .en la /
1
adoración personal - del 1 Anticpsto (2 Tes. 2,4) ,: él 1

seguirá adorando a su Dios y Red~ntor Cristo 'J e- r CAPÍTULO V


/ .
sús, en ~a luminosidad de su fe interior: Y a'Unque
las 'calamidades que aflijan a -qn mundo. separado
de ' Dios .le a:fecten tamQién a él, y las stfira igual
o más que los demás, tampoco eso turbará su paz, LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
porque confía en el Séflor y Redentor, :a-1 que sabe
Dios 1de amor: «cuando s~ ·ira se e~cendiére de re-
pente, dichosos _todos cuantos en él confían» (Sal- «El milagro en el cielo conoció ...... su tiempo; la
mo 2,13). tórtola, ·la golondrina y la cigüeña observaron el
t-iempo de su venida; ma~ mi pueblo no conoció el
Es la dicha del que sabe que se acercfl- su reqen~ 1 juicio de ·Dios» (Jer. 8,7); «Sabéis de antemano el
ción definitiva, con la implantación del Reino de Cris- · ' tiempo que¡ va a hacer por el aspecto del cielo, ¿y
to al que _por su f tJ ya pertenece: «CÚando viereis / : no sabéis conocer los signos de los tie~pos ?» (Mt 16,
que todos estos signos empiezan a cumplirse, m~rad 4); «Cuando viereis que comienzan a verificarse es-
y levantad vuestras cabe2las, porque se acerca vues- tas cosas, mirad -y levantad vuestras cabezas, por-
tra redención_>> (Le. 21,28). que se acere!:.. vuestra redención. Y díjoles esta com-
i Qué herínosa y provechosa se presenta así al paracióñ: ~mirad a la hi~era y a todos los árboles:
creyente humilde esta hora crepuscular qÚe 'le pre- ' cuando líacen brotar su fruto, sabé1s . que ya:- está
/' para pata la noche en qu~ se as~ie a 1a pasión de .cerca el verano; así también, cuando veáis que su-
Cristo para participar del triunfo de su resurrec- ceden estas cosas que os he anunciado, sabed que
ción y de su gloria! '· -esta cercino el reino de Dios» (Le. 21;28-31; cf.
_, , " Me. 13,2~-30; Mt. .24,32-33). ,
1
Se ha insistido mucho en la aser_:c10n de Jesús,
de que nadie conocy el día y hora de su venida, ni
"'
aun los ángeles del cielo, sinp sólo el Padre (Mt. 24,
1 \ !
- 1

~ 47-
-46-
1 ,,
1 \

1
'-

LA PASIÓN DE LA IGLESIA
• ANTONIO PACIOS, M. S. C.

36,; cf. Act. 1,6-7), sacándose como concluSión erró- . a· cuantos no crean en El ni en sus palabras; mas 1

nea que es inútil pensar en ese día. no po?rá sorprender a los que tienen fe en El.

Pero es evidente que ~l mismo Jesús nos exhor- No preten,demos ser profetas, ni- yerdaderos ni
ta -a estar a él atentos, y a dlscernir los 'signos .que falsos, sino simples creyentes en la palabra de Je-
lo preceden y muestrap. inminente. ·Tampoco nadie sús. La fe en esa palabra nos ofrece una serie de
sabe el día y hora exactos de su muerte, pero ordi- signos que simplemente proponemos 'al lector; ellos
nariamente hay no pocas señales de su proximidad , · son luz para el creyente, ieorientan en la confu-
sión presente, y le llenan de confianza y optimismo,
que nos deben incitar a prepararnos a ella.
porque se acerca su redención.
l
1
Por otra parte, la incertidumbre del día y hora
exactos le su venida -tanto la particul~r a cada l. «Jerusalén será pisoteada por los gentiles
¡1 h3:sta que se cumpla el tiempo de las naciones»
uno en la muerte, como la colectiva al finfLl de los
(Le. 2f,24; cf. Rm. 11,25-32) .. Por primera vez
tiempos para todos-, nos debe hacer permanecer
en vigilancia, no retardando nuestra dmversión (Le. - t t as casi dos mil años, Jerusalén ha sido dejada de
.1
¡1 - dominar por los gentiles, desde hace dos años· pasó
21,34-36). Nada perderemos por considerar inmi- ~ ' de
pues, ya el tiempo de las naciones -los indicios
nente su v~nida, si esa consideración nos indujere
cuya desintegración son cada día más evidentes-
a 1~ vigilancia -que el Señor deseaba ya ~e sus '
no,s acercamos al término de las historia y a la con-
oyentes d~ entonces-, :x_a que el fin de los tiempos
sumación de los siglos ; caminamos hacia el impe- -
,¡ nos encontrará en el estado en que nuestra muer-
río mundial, bajo el signo del Anticristo, mera y
fe o fin particular nos sorpre!lda; . pero mucho nos
breve etapa de tránsito para ser sustituído por el
dañará el vivir descuidados ·por ignorar los ·signos
Reino de' Cristo,_ con la consumación de nuestra re-
de los tiempos, ·cuya consumaci6n nos sorpre~derá . , d~nción . -reino por el que preguntan los apóstoles,
entonces como un lazo. Jesús lo compara al dilu- sin que Jesús les desengañe, en Actos, 1,6.
vio: éste cogió de sorpresa a cuantos habían per-
/ · dido la fe en Dios, incapaces de ver los signos que 2. La gran escisión. A la segunda venida · de
lo anunciaban; pero no sorprendió ' a los ,que aún Cristo ha de preceder la del Anticristo, y una gr¡m
creían; así la venida de Cristo cogerá de sorpresa escisión en la Iglesia que preparará y acompañará

-48- - 49 -

- ' .1- -
, .....

ANTONIO PACIOS, M. S. C.
LA PASIÓN DE LA IGLESIA

la revelación del Anticiisto, con toda .Clase .de po- Naturalmente, la humanidad abstracta no es su-
deres y signos aparentemente mila~osos, para que .jeto de nada, ni siquiera del orgullo p¡ nteísta. Los
pueqa seducir a cuaritos no estén firmes en- la fe ' verdaderos sujetos de ese orgullo son los dirigen-
(2 Tes. 2,3-11). te§..- secretos de esa humanidad que, apoyándose en
-/

El Papa ha hablado recientemente de un fermen- los demás bajo título de 3fD.Or y preocupación lai-.
to de cisma existente en la Iglesia: cisma, pues/ ya 'cos, sólo buscan su propia satisfacción, ·s u deifica-
e_xistente, aunque todavía no manifiesto. En realidad Ción; la humanidad es para ellos el complemento que
e_se fermento consiste principalmente en el antro- disimula su limitación individual. Pero ese número
pocentrismo: hasta los ~jegos pueden ver en cuán se reducirá cada día más, hasta centrarse en un
amplios círculos se quiere poner como término úl- solo individuo, el Anticristo, que, dueño del mundo
timo de h religión al hombre, desvaneciéndose el y de todos sus recursos, se hará adorar como Dios.
culto a Dips, quien, de existir, no tendría por él Ha habido muchos anticristos; pero así como to-
interés alguno. Mas si el término de la religión es dos ,los cristianos somos Cristos por nuestra partici-
1· 1
el ·h ombre, el hombre es Dios; estamos en pleno pación de la bondad y divinidad del Cristo indivi-
¡;---
panteísmo, aunque todavía larvado; panteísmo que, dual, así cuantos se oponen a Cristo han sido anti-
por el orgullo que entraña - el hombre no sólp nie- - cristos por participación del individuo Anticdsto por
ga a Dios, sino que se convierte en Dios-, es m~­ antonomasia, que resumirá en sí y qúe condensará
cho peor que el ateísmo. toda la maldad y el orgullo humano, haciéndose ado-
Mas el hombre común es demasiado limitado - /
r ar como Dios en el templo - a lo que parece, el
pa~a poder creerse Dios. Si ha habido filósofos _que t emplo de Jerusalén reconstruido.-; el panteísmo,
se lo han creído, sus teorías eran meros s_u eños en cuyo fer mento constatamos de presente, habrá al-
que se mecían, y que qien poco daño hacían a los ca?zado entonces ~u término lógico; el Anticristo,
demás. Hoy se .quiere negar !a I.iillitación del- hom- - 1' - que se hará adorar y que considerará a todos los
bre confundiendo su individualidad en la humanidad, demás hombres como mer a pryección e instrumento
; cuyo progreso carecería de límites, y que en sí mis- de su poder. 1
ma sería un Dios- evolutivo que cada vez toma más La ciencia, cada vez más de minorías y secreta,
conciencia de sí mismo. acabará estando toda a su servicio, permitiéndole

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Aj'iTONIO PACIOS, M. S. C. ( ....._ L A' PASIÓN DE L A IGLESIA

las maravillas de que hablarSan Pablo, con que se- J.esús», y la esperanza urgente de esa venida glo-
ducirá a los incautós' que no están en el secreto. riosa que _expresan esos mismos cánones "mientras
Sólo podrá salvarnos entonces , la fe sencilla y esperamos su venida gloriosa" «anunciamos tu muer-
exenta de toda 'curiosidad, en la que y~ ahora de- ·' te hasta que vuelvas». Todo muestra que la Iglesia
bemos ejercitarnos; surgirán por doqÜier muchos _ ha _avivado recien~emente como nunca la esperanza
' seud~cristos y seudoprofetas, nos dice Jesús '-y ur gente, el pensamiento vivo, de la segunda venida,
' - para que se piense en ella por ·parte de todos Jos
cuántos están surgiendo ya es bien visibl~, que .
preparan el calllÍ!lo del Anticristo; si nos dicen que fieles.
están en la plaza, no hemos de ir a verlos; si en la ' La falta de espacio nos impide extendernos 'más.
calle, ,no asomar a la ventána; .s i han entrado en J Sólo recordar emos la declaración firmada por Con-
nu~stra propia casa, no ha de hablarse con ellos. chita González, ahora menos increíble, de que la
Así lo dice Jesús, y uno se pasma del olVido de tan- Virgen le dijo que ya sólo quedaban dos papas hasta
tos que se precian de recibir y discutir en su casa • 1 la consumación de los siglos o fin de los tiempos;
con cuantos- emisarios les son enviados para arran- la profecía de San Malaquías deja aún cuatro; pero
carles la fe. como pone no sólo a los papas sino también a los
3. Indiquemos tan sólo algunos otros,-signos de antipapas, y de éstos segura:rhente habrá en la gran
(uente eclesiástica: la impresión de Pío XI en la
.,. ( escisión, no hay en realidad oposición alguna entre
Encíclica- «Miserentissimus» ; la expresión de Pío XII esta profecía tan discutida y las palabras de la Vir-
- 1
acerca de la nueva pri!_navera de la Iglesia que se ' ' gen María a Conchita de Garabandal.
/
aproxima -su interpretación nos la da el ev-ange- La conclusión es clara: estar a la espera yigi- 1

lio: «cuando viereis que· la' higuera da sú


/
brote, sa- lante y en oración, hasta que llegue _la luz del Se-
béis ql:le' _está ·próximo el verano»- ; el Credo -del , ñor, evita~do todo contacto que pueda _empañar ' 1"
Pueblo de Dios de Pablo VI, en que aparece actua- nuestra fe; dichoso el siervo a quien 1cuandQ vinie-
lizada como ·nunca la tensión de la Iglesia hacia la
/
re su Señor lo encontrara vigilando. Si en algún
venida -y reino de Cristo; la petición apocalíptica tiempo hemos de evitar el contagio del- mundo y de
que- se ha hecho rezar al pueblo cristiano e~ los - engolf.arnos en su admiración, es precisamente este
nuevos cánones, tras · la consagración «Ven, Señor en que estamos.

-52- "'.J/
-53-
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CAPÍTULO VI
/
/

1
1
EL FERMENTO

'
- 1 «-Es semejante el :r:eino de .los cielos a un poqui-
to de fermento, que, h abiéndolo tomado una mujer,
la introduce en tres medidas de harina, h3Jsta que·
~odo queda fermentado » (Mt. 13,33).

En la Escritura ~e nos habla de dos fermentos, 1

que se disputan las .almas: el fe:tmento diabólico,


y él fermento de Cristo. Corresponden a las dos si-
mientes mencionad3Js por primera vez en el Proto-
- evangelio: ·«Enemistades pondré entre ti y )a Mlijer,
r entre tu descendencia y la suya; ella quebrantará tu
cabeza, y tú morderás su calcañar» (Gn. 3,16).
Jesús nos exhorta a guardarnas del- fermento·
1
/

. dirabólico: «Guardaos>del fermento· -es decir, de la.


, · - doct:rin3,.--'- de los fariseos y de los saduceos»· (Mt . 16,
f
/ \ 6.11.12-); el fermento es la doctri:Íla errónea: (Mt.
16,12.), cuyo -origen o fomentador es• siempre el de-
manio,. padre del error y de la mentira (Juan 8,44) ;.

-55-

y
- -
-- -,

!ANTONI 9 P ÁCIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

y de esas doctrinas erróneas ha de guardarse el cris- a la humanidad ~ctual. El aviso, pues, de Cristo y
tiano si no quiere perecer, tras perder su fe. de San Pablo, exhortándonos a evitar todo contagio
con el fermento diabólico, con las doctrinas y ense-
Por poco que se dé entrada al error, la fe se di- ñanzas que Satanás difunde por medio de su des·
solverá. Por eso dice San Pablo: « ¿Ignoráis, acaso, céndencia, es de suma actualidad.
que un poquito de fermento corrompe toda la masa?»
(1 Cor. 5,6; Gál. 5,9) . De aquí que el mismo Após- ' Pero también existe el fermento de Cristo, tan-
tol nos exhorta a desprendernos del fermento viejo, to más eficaz que el del demonio cuanto la eficacia
1

es' decir, de los errores y pecados que precedieroñ de Dios supera a la de su creatura; por eso el triun- ., 1

a nuestra justificación, por medio de los cuales el fo d~ Cristo está asegurado, pese a -todas las apa- 1

1
demonio nos tenía esclavizados , ya que «el quel obra riencias momentáneamente contrarias. .
el pecado es esclavo del pecado» (Juan 8,34): «Li- ' Ese fermento es, en priiner lugar, la misma Per-
beraros del fermento viejo» (1 Cor. 5,7, ; «regoci- sona de Cristo, sustancial y realmente presente .e n
. jémonos, no en el fermento viejo, ni en el fermento toc!os los sagrarios del mundo, al que misteribsa-
de malicia, sino en los panes ácimos de sinceridad mente está transformando. Es fermento también la
y ge verdad» (1 Cor. 5,8). palabra de Jesús, su Evangelio, su· doctrina. Y es
Así, en la misma medida en que uno da entrada fermento toda alma que crée en Cristo, y, especial-
al er:¡;or y sugestión diabólica, o sólo se corrompe mente, @.antos debidamente le reciben en la Euca-
· él, sino que, como fermento que está en médio de - ristía; esa: recepción tiene el poder de transformar
la masa , humana, se · convierte en _principio de co- en Cristo, de convertir en fermento divi.ito, a cuan-
rrupción para los demás. La presencia de este fer- tos a El se acercan, por malos y corrompidos que
antes fueran. -
mento diabólico en la Iglesia de hoy ha sido adverti-
da claramente por Paulo VI, que este mismo año Los hijos de lÓs profetas habían preparado un
nos habló del fermento de cisma presente en medio '- cocido con hierbas venenosas, ignorando su verda-
de la Iglesia, y hace pocos años, en ·su discurso a la dera ·naturaleza; -mas al probarlo se dieron cuenta
asamblea de obispos italianos, del espíritu de vorá- y dijeron:' «la muerte está en la olla»; Eliseo tomó
ghle o confus~ón al que parece haber entregado Dios un poquito de hárina, la hecho en el potaje, y éste_
/
-56- -57-

l
1f
'
kNTONIO PACIOS;- M. ·s. c.' LA FASIÓN DE LA IGL ES IA ' 1

quedó ya sano para ser consumido (2 Re. 4,38-41) : meorpor en a Cristo lo hagan libremente. Por lo de-
Aunque toda olla de naturaleza humana esté en- más, el triunfo. de Cristo está asegurado, así como
venenada por el pecado original y por tantos pe- ,la implantacióñ p.e su reino al que pertenecerán todos
cados personales añadidos, cuando en · su interior se los.- hombres de buena. voluntad.
vierte la pequeña forma eucarística, queda libre de
El proceso de esa asimilación es desconcertante.
todo veneno, y transformada en el mismo Jesús-Eu-
~
Pero la misma parábola nos lo expliea, a la' vez que
caristía. qu,e ha. recibido: «El que me come a Mi vi-
nos declara la situación actual en que nos hallamos, 1
virá por mi» (Juan 6, 58) ; así, el que se une a Jesús
Eucaristía será también fermento divino en y por -· ' /
y nos liefia en ella de optimismo. l¡
Jesús Eucaristía.. ' ·, Cuando el puñadito de fermento se echa en la '1
. La eficacia de ese fermento divino. en su triple
,, m::¡.sa, ésta es masa insípida, y aquél fermento fuerte;
; -' pero a medida que s~ disuelve en la masa va perdien- 1
manifestación - Cristo Persona· en la Eucaristí,?., :;.
Cristo palabra en el Evangelio, Cristo presente ac-
' tuante en cuantas almas eucarísticamente le reci-
ben con la fe plena en El y entrega. humilde- se .
do· en su fuerza, y llega un momento en que ni el
fermento aparece ya. como tal; ni la masa está t0da-
vía fermentada, aunque sí influída: se ha hecho el
L
nos describe en la parábola: «Es semejante el reino t0do-una masa amorfa, ni fermentada ni sin fermen-
de los cielos a. un poco de fermento que, to~ándolo tar, ni fermento ni masa.
una mujer, lo mezc:ló a la masa hasta. que togá ésta. Pero cuando el ferlliento parece, así diluído, ha-
. ~·
quedó fermentada ». ' ber perdido su fuerza, sigue en toda su eficacia; es
Como la masa son las voluntades libres· -de Íos ~ntonces precisamente cuando está próxima. la hora
~

1 hombres, que rhan de integr·arse a ese reiriQ, sólo 1 •


en que toda la masa será ya fermento, y valdrá
1 '
los hombres de buena voluntad serán, asimilados; para f,ermentar a su vez otras masas. Y: si entonces
las voluntades lili>:ues· que obstinada<v or,gu,llosa.J!l;}¡en- examináramos. esa inasa amorfa-al microscopio, des'- ·
te resistan á la- asitnilaei6n, son la deséendeneia. dé cubrh:íamos por toda. ella innumerables partlculas
la serpiente, el- fern1ento diabólico, :que lu~ha éo:a aisladas qe 'fer~ento-,. actuantes en la masa amorfa
el de Cristo y le resiste·; Dios-quiere q:tie cU:anios se que las rodea; es esa difusión y aislamiento, que t

-58- 1

. ~

1
-,

1 1

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA


1

parece anegarla.s y suprimirlas, lo que éxtiende su Añ'ádase que los medios de comunicación están,
eficacia y apresyra la obra transformadora. por lo general, en manos del mundo enelnigo de
La Iglesia es el fermento de 'Cristo en este m,un-
Cristo.
do, es el reino de Dios; prolongación de Cristo, como Pero el principiO cristi·a no es Cristo mismo, El '
su Cuerpo, por ella actúa Cristo, por _ella se comu- 1
;.,l . es- el fermento presente en su Iglésia; su eficacia
nica al mundo; por ella se hac,e presente éristo per- supera a todos los fermentos contrarios diabólicos;
son~ en todos los sagrarios del mundo; en, ella y por y los meqios de difusión al expander el error, no
ella se conserva y comunica la Palabra de Dios, Cris- pueden iinpedir que a la vez se difunda Cristo mis
to J esú~ y su Evangelio; en ella se unen las almas mo y sU: palabra. Por eso ahora estamos más cerca
con Jesús Eucaristía, con fe total a su palabra y que nunca, pese a todas las apostasías, al instante
entrega sin reservas a su voluntad. en que Cristo asimilará a sí mismo -todos los pue-
Mientras la Iglesia se mantuvo aislada, conservó blos, entre los que por primera vez se halla presen-
su fuerza, como la conserva el fermento aislado. te. Por eso Pío XI (Ene. Miserentissimus) y Pío XII
-P ero en el mundo de hoy se han abierto las comu- han visto como inminente y próxiino_ el reino uni-
nicaciones, el iiÍtercambio de ideas; una idea emi- versal deJ Corazón de Jesús; y por eso, firmes en la
tida en China o en la India llega a nosotros en el fe en medio de la crisis, hemos de llenarnos de ale-
m1smo día en que se enunciO, y lo m~smo sucede gría, pregustando el cercano ~riunfo de Cristo, y la
con las enunciadas aquí p::;,r nosotros. El pensamien- hora en que todos los pueblos e individuos se some-
to católico es exigua nrinoría en1 la . humanidad; pa- teráp con gozo a su enseñanza y se entregarán a
rece como ahogado y desvahído, aunque esté en al- su amor.
gún modo presente en todas partes ·y en todos los
pueblos, así como el .de ·los demás no cristil:!-n~s ·está Como Cristo nos ha querido asociar a su obra re-
presente- en nosotros, El resultado es una aparente dentora, para ac~lerar el adveniiniento de ese 'Reino,
debilitación de la palabra de Dios, de la misma Igle~ es importantísiino que se multipliquen por todas las
sia como fermento;- y, en la huma'nidad, una masa partes las partículas de fermento puro: tales son las
amorfa que participa de principios cristianos y no almas santas, que; 1
unidas a Jesús Eucaristía,
-
tienen
cristianos en confusión. fe pl_?n a en él y del todo se le entregan para ser ins-

-60 ~ -61-

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LA PASIÓN DE' LA IGLESIA ~.
ANT~NIO PACI<OS. ' M. S. C.
1 '
t rumento de redención en sus manqs: almas vícti- ~ crece juntamente con el trigo; ínas cuando la asi- 1,

--mas, cual les-pedía Pío -XI, _que se ·ofrezcan acompa- milación de éste se haya logrado, la .cizaña será se- ,·
ñar a Cristo en su pasión redentora, sufriendo en, 1 parada -y echada al fuego; los ángeles quitarán del
~-
con y por la Igle.s ia, cumpliendo en sí lo que' falta Reino de Dios todo escáhdal~, toda mal y pecado.
- a la pasión de Cristo. · La aceleración de ese Reino, en cuanto depende
"1 .,
Y a esa lab()r se ha de dirig!r toda acción sacer- también de ·la cooP._eración humana, no depende así :

dotal que quier-a ser eficaz, transformadora del mun- ' de _los teólogos, n'i de los sabios, ni de los podero-
do: a crear y formar esas almas santas, completa- sós, ni de-. los ricos. Depende sólo de_los santos, de ¡\
mente entregad_a s a Dios, sin preocuparse poco o las almas ocultas, aisladas como partículas casi1 in-
mucho de que su obra carezca de toda espectacula- visibles de fermento puro, que se entreguen total-
ridad; enseñándoles todo y sólo lo que Jesús ense- · ' mente a Dios y a sus intereses con una consagra-
ñó, e induciéndolas a que se pongan en manos de ción plena, con la- humildad total e instrumental que
la Virgen María; ésta es la Mujer que ha de ~plicar
1
engendra la comunión eucarística en el alma ena-
el fermento a la masa de harina de trigo; única fer- morada; de las almas que se unan a la pasión de
mentable, única transfáñ n able; Ella aplicará así, Jesús Eucaristía en estado de víctima para ofrecer-
nuestra acción r edentora donde verdader amente sea se ·a sufrir cuanto El disponga para la salvación del
eficaz, si en sus manos la ponemos. mundo. Y de que esas almas ló pongan todo y a sí
Sólo en esa unión íntima y dolorosa- con Jesús,
1· mismas en m_a nos de la Virgen María, nuestra Madre,
~-
por medio de María, contribuiremos al establecimien- para que ella, que sabe cuál es la verdadera harina
to del Reino de Cristo al que llevaremos· a todas las de trigo asimilable y transformable, y cuál la de la
-, cizaña intransformable, aplique su acción y su efica-
almas de buena voluntad, transformando toda la ha-
rina de trigo legítimo, de voluntades dóciles y hu- cia a la masa de trigo, donde su acción _será eficaz.
/
mildes llamadas a ser hijos de Dios. Las almas de
mala voluntad, resistentes emp~cin.adamente a Dios
por orgullo, no son asimilables mientras no depon-
gan esa resistencia libre de su orgullo; son el fer-
ment<? diabólico, son la cizaña de_ la parábola, que
-' -- - 63-
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-62-

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1,•
---- CAPÍTULO VII
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1 '
LA PRENSA Y LOS MEDIOS DE COMUNICACION

·~
« ¿Cómo podéis creer vosotros, que recibís la glo-
i \
ria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que
viene del único Dios? » (Juan 5,44).
«Muchos de los jefes creyeron en El (en Jesús);

J
. mas por miedo a los fariseos no se declaraban, para
no ser expulsados de la Sinagoga, porque amaron
la gloria de los hombres más que la gloria de Dios»
~ (Juan 12, 43-43).
1• «Y llevóle el demonio a un monte_altísimo, y en
un abrir y cerrar de ojos le mostró todos los reinos i
del orbe de la tierra, y díjole: Todo este poderío
1• '¡.a. /
te daré, y toda la gloria de esos reinos, porque a
¡~ mí han sido entregados, y los doy a quien me place;
' ¡¡ si, pues, Tú me adorares, tuyas serán todas esas
cosas» (Le. '4,5-7, cf. Mt. 4,8-10).
i ;t
Tanto los signos ·d~ los tiempos como el estado
/

actual de mezcla y confusión de que hablamos en la

/
J-t1 -65-

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ANTqNIO PACIO&, M. S. C. LA PASIÓN DE LA ICLESIA

parábola del fermento, se aclaran todavía más si ligiosas divergentes, nos parece ser la des-acraliza-
atendemos a los medios de comunicación, principa- ción del orden religioso constituído, así como la di-
les agentes de esa mezcla, así como de las caracte- solución de la moralidad, a la que ayud'á la mayor
rísticas que reviste. libertad y falta de cohibición de to'd o aquel que se
~ - encuentra en un ambiente fuer-a de sus relaciones ·'
Entre los medios de comunicación podemos dis-
tinguir los medios de comunicación física -viajes, familiares habituales.

/
turismo-, y los medios de comunicación formal de Por eso pensamos son más dignos de atención
1
ideas y concepciones de la vida -prensa, cine, radio, · lqs medios de comunicación formal de ideas y de
televisión-, entre los que, por su eficacia, ampli- concepciones de la vida, que no conocen fronteras
tud y universalidad, parece destacar en primer tér- nacionales, regionales, ni aun continentales, para su
mino la prensa. influjo y penetración. Destaca en primer lugar la
Ta.Pto unos como otros tienden al trasvase de prensa, como más universal, siguiéndole de cerca, y
ideas y concepciones de la vida, dirigiéndose hacia completando su influjo, el cine, la radio y la televi-
una uniformidad entre los hombres que lleva, al me- sión.
nos como más aparente, un );igno total!llente mun- Todos saben que esos medios de comunicación
1
dano y temporal, acristiano y prácticamente amoral, son controlados por altas empresas financiera~, con-
cuando no anticristiano y antimoral. densadas en manos de pocos -cada vez en manos
Los I!ledios de comunicación física, especialmen- dé menos-, que, aunque defendiendo y protegien-
te tras la ef{plosión del fenómeno turístico, son les do sus intereses económicos particulares, en lo ideo-
de efecto más espectacular. Pero su eficacia dismi- lógico de ordinario se entienden fundamentaÍmente
nuye por su falta de universalidad; la mezcla s,e ve- entre sí. Esto debe bastar para poner sobre aviso
rifica en zonas limitadas, y más o menos cultural- \. al cristiano, no dejándose seducir por esos medios;
mente homogéneas; el turismo mas!vo, al menos por al cristiano que sabe que el demonio es llamado el
:tJ.oy, parece odiar las distancias excesivas, proba- «Príncipe de este mundo», y que da ,el poder y la
blemente debido al coste econóinico. Por eso su efec- gloria a quienes le adoran, según vimos en el texto
to, más que la mezcla de ideas o concepciones re- que encabeza este apartado (Le. 4,5-7).

-66- -67-
ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

_ Si es tan difícil que los ricos se salven, cual nos res judíos. Pero creemos mucho más eficaz sugerir-
lo asegura el Evangelio, es porque las riquezas los la con algunos detalles que lo harán ver a cuantos
suelen hacer servidores de Satanás; si los grandes quieran abrir los ojos. Son detalles pequeños, casi
ricos controlan generalmente los medios de comuni- sin importancia, pero no por eso menos significativos.
1 cación, es lógico pensar que quien los controla en
Hace algunos años apareció una cruz gamada en
realidad es Satanás, a quien la mayoría de esos gran-
una sinago·g a alemana, luego otra en Buenos Aires,
des ricos sirven como esclavos, y adoran.
otra en Canadá, y otra en Australia. La cosa care-
/
Dando un paso máJs, sabemos que esas empre- cía de importancia -cuántas blasfemias y obsce-
sas son internacionales; un rico determinado podrá nidades se han escrito en muros y puertas de igle-
'1
tener patria determinada -necesariamente ha naci- sias católicas, sin que la prensa se haga eco; e in-
do en un lugar, y es probable conserve algún cariño cluso, lo que es mucho más grave para la sensibili-
especial a ese lugar en que nació-, pero el capital dad religiosa, cuántas profanaciones eucarísticas, sin
de e~os grandes ricos no tiene patria: se coloca y · que ,tengan eco más allá de la prensa puramente lo-
se extiende cuanto puede por toda la faz de la tierra, cal (recordemos la reciente de Sallent, a la que sólo
con el único criterio de que tal colocación y exten- un grupo de Garabandalistas tuvo el valor de hacer
sión se considere productiva. Consecuencia lógica: desagravio)-. Pero el tratarse de judaísmo bastó
(
existe un control internacional o supranacional, de para que se orquestaraUna campaña de prensa mun-
la prensa y de los medios de comunicación. dial lamentando esos hechos, y previniendo contra el
antisemitismo, como si los judíos co'rrieran el peli-
Un último paso, y vemos que esas empresas f i-
gro de volver a .s er inmolados en masa por los na~is.
nancieras internacionales -y con ellas la prensa y
los medios de comunicación- son en su mayor parte La prensa católica de España no dudó en aso-
controlados por un pequeño grupo de judios inter- ciarse durante todo un mes a esa campaña defen-
nacionales y apátridas, que controlan la Banca y las sora de los supuestos ultrajes recibidos por el pue-
l! altas finanzas. blo judío .con la pintura de esas cuatro cruces ga-
1: J
1: madas. Durante ese mismo mes leímos en esa mis-
La legitimidad de este último paso podría de- · ma prensa católica (!) española dos noticias suma-
¡:
mostrarse a base de estadísticas tomadas de auto- mente importante pará el público católico, pero se

-68- -69~

l
-

-- -- ~- -

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

__../'

Pero recordemos todavía dos pequeños datos que f - información; segundo, por el peso del ambiente, que
1
muestran el control que de la prensa tiene esa pe- les mueve a seguir la corriente para no parecer des-
queñísima minoría de judíos apátridas: fasados, renunciando así a la verdad por «amar
, El uno es su conducta en la llamada «Guerra más la gloria de los hombres que la_gloria de Dios»
de los seis días». España, oficialmente, simpatizaba -y esto pasa, todos saben hasta qué grado, con la
con la causa árabe; no obstante, la prensa espf.L- misma prensa llamada católica.
ñola, pese a las acusaciones -de estar sin libertad Y si esa pequeña prensa progresa en un oaso
por excesivamente -controlada por el Gobierno, se concreto, y amenaza influir de verdad, siempre
volcó, casi unánimemente, en esos seis días, en favor queda el recul:lso de comprarla; y una vez comprada,
de los judíos. aunque queden los mismos directores y redactores,
El otro es el avión secuestrado el verano r>asado será para engañar al público, pero no para escribir
(1969), que se dirigía a Tel _Aviv y fue llev~do a lo que tal vez desearan, sino lo que su dueño y amo
Damasco; un secuestro más, entre muchos que lo les manda escribir, pues debe servirse al que paga,
precedieron y lo siguieron, pero un secuestro, el pri- al que le alimenta a~ uno. Ese, y no otro, es el se-
mero, en que los judíos parecían perjudicados. In- creto, de muchos casos de prensa católioa (!) di-
mediatamente amenazaron los pilotos de -Inglaterra solvente; fue católica un tiempo -y los católicos
y Franci~ con hacer huelga; tal amenaza no la hubo, la siguen creyendo tal-, pero ya no lo es, porque
ni por los secuestros precedentes, ni por otros apa- ha cambiado de dueño. -Sería fácil citar casos con-
ratosos que le siguieron, pero que no tenían que cretos, pero preferimos no hacerlo; ·el que atienda
ver con los judíos -y lo curioso es que el avión a la ideología que se le sirve podrá detectarlos por
no procedía ni de Inglaterra ni de Franci~, _por lo sí mismo.
que para los respectivos pilotos debía ser un simple , Respecto a los demás medios de comunicación,
secuestro más. sólo unas palabras. El cine, en su mayor parte,
Es verdad que puede haber peqrteña prensa in- tiene el mismo control; sobre los independientes
dependiente. Pero aun ésa es influída doblemente: manti~ne fuerte influjo indirecto -por créq.itos, por
primero por las agencias de noticias, de que se sir- propaganda de prensa, por mentalidad que crea-;
ven, y a las que tiene que servir l'ii quieren recibir quizá ello explique el que progrese cada vez más

-72- -73-
-

ANTONIO PACIOS, M •. S. C.

hacia la obscenidad y la destrucción de todos los


valores cristianos.
CAPÍTULO VIII
Algo semejante puede decirse de las television'es
de empresas privadas; por fortuna, en Europa, la
mayor parte son nacionales en exclusiva; pero todg,s
toman programas de otras fuentes, y así se conta-
~IGNO Y OBJETIVOS -DE LA PRENSA
minan, a más de la imitación inevitable.
Y DE LOS MEDIOS DE GOMUNICACION
Algo similar puede decirse de la radio; pero
como más libre, aún está más controlada por los
grandes capitales internacionales; y aún los que son l. SIGNO O CARACTERÍSTICA DE LA PRENSA Y DE LOS
directamente independientes de ese control, reciben MEDIOS DE COMUNICACIÓN.
necesariamente las noticias de la prensa y de las
agen~ias, y tienden casi de necesidad a introducir ' Dos características principales presentan la pren-
en sus programas lo que está de moda, por contrario sa y los medios de comunicación en general: la
que sea a sus pr9pias ideas, y por disolvente que 1

primera deriva de su misma naturaleza; l·a segunda


sea de los principios cristianos. se debe exclusivamente a quienes la controlan.
Mas vistos los que controlan los medios de co- La primera, inherente a su natui~aleza, es el
municación, pasemos ya a contemplar cuál es el 1
sensacionalismo: tiene que atraer la atención, hacer
signo y cuáles los objetivos que persiguen esos me- impacto; y esto se logra principalmente, no con lo
dios, especialmente la prensa. normal y trillado, sino con lo anormal, con lo que
se sale del medio habitual en que nos movemos y
Vivimos. Por ello la prensa resaltará siempre más
lo nuevo, lo raro, lo extraordinario, que lo tradicio-
nal y común.
/ /

Esta característica hace que esos medios de co-


municación t'iendan a apartarse de lo tradicional,

-74- -75-

/ .
ANTONIO PACIOS, M, S. C. LA PASIÓN· DE LA IGLESIA

y hacerlo menospreciar. Pero puede ser mantenida En contrapartida, y bien a pesar suyo, como pam
en sus justos límites por quienes la controlan, y disolver ese cristianismo tiene que tratar de él, ex-
entonces, sin rechazar lo bueno que la tradición tiende sus principios, a'unque desviadamente trata-
'1 dos, por todos los pueblos y por toda la faz de la
contenga, la prensa se convertirá en un instrumento
maravilloso del legítimo progreso y evolución cul- tierra, y con ello extiende el fermento de Cristo,
tural. poniéndolo al alcance de todas las almas de buena
/
voluntad, preparándolas así para su ingreso en el
Mas si ese control falta, o, lo que es peor, es Reino de Cristo y en el Pueblo de Dios, aunque
de signo contrario, cual sucede hoy día, los medios · cause simultáneamente la apostasía de innumerables
de comunicación, y especialmente la prensa, son el individuos que formaban ya parte de ese Reino y
instrumento demoledor por excelencia de toda tra- de ese Pueblo, pero cuya fe no e~a lo humilde y sin-
dición y aun de toda verdad heredada, tanto por el cera en
1
su sencillez cual Dios la quiere.
silencio a que se someten esos temas, como por los Demostrar ese espíritu mundano por la misma
ataques e irrisiones de que son objeto. Tal sucedió, prensa, sería eficaz, pero demasiado largo. Hay un
por ejmplo, con la prensa paraconciliar, que resal- camino más breve, y no menos eficaz para todo
taba todas las opiniones erróneas de los Padres con- creyente.
ciliares, silenciando más o menos cuanto era expo-
sión de la verdad tmdicional. Y de ahí el -espíritu Este camino es recordar quiénes controlan la
llamado «postconciliar», generado por esa misma prensa y los medios de comunicación. Siendo esos
prensa, que nada tiene que ver con los Docum~ntos controladores los grandes potentados financieros
que el Concilio pro_!llulgó. . ~ internacionales, basta recordar lo que dice el Evan-
gelio de los ricos, para saber que los intereses de
La segunda característica de la prensa y de lo~ éstos, que defiende 1á prensa, no sólo son munda-
medios de comunicación ~se debe exclusivamente a nos, sino también anticristianos por estar en opo-
quienes hoy la controlan. Esa prensa es mundana, sición clara con los principios evangélicos. Por tanto,
en ~su sentido más peyorativo de anticristiana, y prensa y medios de comunicación tenderán a des-
busca por todos los medios disolver y corromper el truir en cuanto puedan todos los principios crist~a­
cristiánismo. ' nos, - como opuestos a sus intereses temporales. Si
/

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[¡ -
1
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ANTONIO PACIOS, M. S. 'c. ., LA PASIÓN DE LA IGLESIA

alguna vez pueden parecer defenderlos, serán única- I!. ÜBJETIVOS DE LA PRENSA Y DE ' LOS MEDIOS

mente en cuanto accidentalmente puedan coincidir DE COMUNICACIÓN.

o favorecer sus propios intereses.


Creemos pueden reducirse a tres grandes apar-
Si el creyente tiene esto presente, habrá dado
tados: 1) La creación del Estado universal judío,
un paso gigantesco en el camino de defender y
al que se sometan todos los pueblos, bajo el yugo
proteger su fe contra todos los influjos mund~nos
del Anticristo, el Mesías por esos jefes judíos es- 1
ambientales, y especialmente contra todo el poder
perado. - 2) La disolución de los valores tradicio-
disolvente de la prensa, que amenaza diluir su fe
nales -especialmente del cristianismo-- así como
en Cristo y su Evangelio.
de la;s nacionalidades ; esto como medio necesario
Todo esto es válido ya en el supuesto, evidente para la implantación de ese Estado universal. - 3)
como vimos, de que los que controla:h la prensa son La implantación de la doctrina panteísta, plasmada
los grandes financieron internacionales, sean ellos '
en la adoración de esos dirigentes; doctrina pan-
de la religión que sea - religión que en ellos rara
- ~-
"teísta que subyace a la Cábala, que informa a esos
vez será auténtica, según nos testifica el Evangelio. di- dirigentes.
Ir
Si, como creemos y expusimos más arriba, el ' Los tres objetivos están estrechamente articu-
control está principalmente en manos de un gru- lados, representando el primero el objetivo político,
~
pito de financieros internacionales judíos .-:tue ~o 1
el segundo los medios para lograrlo, el tercero el
..
· se h an de confundir nunca con el pueblo JUdlO, VlC- ' espíritu que ha de informarlo. Y los tres envuelven
tima, como los demás, de esos poderes-, entonces e implican una lucha cont:rta el Cristianismo, única
·' 1.·
la prensa y los medios de comunicación no _sól? son fuerza que se les opone en el terreno de los prin-
generalmente anticristianos de un modo mdi1~ecto cipios, y un e sfuerzo satánico para destruirlo.
- en cuanto propugnan unos intereses matenales . '
incompatibles con lO§ principios cristianos, a los. que De esos tres objetivos, el que más importa al
por lo mismo han de combatir- , sino que será anti-
¡ creyente criStiano es indudablemente el tercero, por
cristiana de un modo directamente intencionado, por .., referirse al aspecto doctrinal; es frente a él que
el odio tradicional que esos medios han tenido Y fi
debe adoptar dísposiciones drásticas si quiere con-
,_ servar su fe.
siguen teniendo a Cristo.
\
-78 - - 79-

-
- -~
.. ¡¡¡/
1 ~ 1
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ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA


1
Diremos, no obstante, unas palabras sobre los zarse a una guerra que han de perder-. Dos gue-
dos primeros. rras más como la anterior, que se provocarán a su
debido tiempo, y todo el Próximo Oriente será is-
El Estado universal de Israel lleva todas las tra;:: ' Basta entonces que esos poderes internacio-
raelita.
zas de ~er conseguido, y- pens3:ffiOS que todos los es- nales se enfrenten a las grandes .naciones donde go-
fuerzos no bastarán para evitarlo. Bueno será, no
obstante, lograr someterse a él lo más tarde posi-
biernan, y su destrucción creará un vacío de poder :
que será fácilmente ocupado por el Israel soñado.
ble, pues ello facilitará la perseveranQia en la fe,
ya que el imperio del Anticristo será muy breve, Mas ello no nos preocupa, pues es preparación !i
pendiente de su destrucción por Cristo; si lográra- para el Reino de Cristo; como en la Pasión del Se-
mos mantener íntegra nuestra fe hasta su manifes- ñor Dios y el diablo persiguen el mismo objetivo ma-
tación, nos será mucho más fácil perseverar en ella terial, y por eso lo creemos totalmente ineluctable;
pese, a todas las persecuciones, resistiendo el breve pero distinto objetivo formal: el demonio y su des-
espacio de tres años sin cambiar nuestra mentali- l cendencia el reino del Anticristo; Dios, el reino de
1
dad ha;sta entonces arraigada; los que para enton- Cristo. Y, como siempre, será el objetivo formal di-
ces ya hayan perdido esa mentalidad de fe sencilla vino el que se logrará.
y total, lo más probable es que acaben de perder sus
últimos restos durante ese dominio.
Respecto al segundo objetivo, todos podemos con-
templar cómo se va logrando ante nuestros propios
!
ojos, dirigido por un poder invisible internacional
El actual Estado de Israel no es más que un pri-
que abarca a todos los-pueblos, afectando dolorosa-
mer paso; los que constituyen ese Estado, son sólo
mente a la misma Iglesia católica.
un instrumento, probablemente inconsciente, pues la
inmensa mayoría de los actuales israelitas no de- Mencionemos tan sólo algunos indicios: 1) La
sean más que el poder vivir en paz en su tierra re- destrucción de la personalidad humana mediante las
conquistada. Pero los planes de los dirigentes apá- drogas -que destruyen la voluntad- y l·a porno-
:1 tridas internacionales son bien distintos. Las ayu- grafía organizada que reduce al hombre a puro ani-
das a los países árabes han sido sólo de palab-ra mal. Baste citar a este propósito las palabras de
j -los mismos rusos nada han hecho por ellos, sino Vintila Horia --«Diario de Barcelona, 14 de octu-
prepa:r::arlos insuficientemente para moverlos a lan- bre de 1969, p. 4-: «Desde Estados Unidos hasta

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' '
i
'
/

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

Estocolmo y desde Inglatel"i-a hasta Munich, todo 'en todas partes. Se cumple el signo de los tiempos:
el norte de la civilización occidental está en este mo- la desaparición de las naciones - «Jerusalén será
mento bajo los efectos devastadores de la droga y pisoteada por loo gentiles hasta que se cumpla el
de su hermana la pornografía. Italia también y Pa- tiempo de las naciones»- . Desaparecido ese espí-
ris podrian ser incluídos igualmente en esta zona ritu patriótico se abre el camino fácil a la sumisión
mortífera, donde fuerzas que -desconocemos pero que a Israel que buscan sus promotores.
adivinamos, se están apoderando de la razón huma- '
na... Después de loo viajes que hice por- Europa en 3) La marea materialista, que se ha apodera-
'
estos últimos meses, puedo decir que el mundo libre do incluso de no pocos sectores oatólicos; la religión
en que vivimos... se está desmoronando rápidamen~ se reduce a procurar un paraíso terreno para todos ;
te bajo los golpes seguros que alguien le prop~na 'arrúmbado_s los objetivos e ideales espirituales, el
desde los bastidores de la droga y de la pornogra- hombre acabará sometiéndose sin resistencia a quien
fía. Es fácil ver cómo la oleada... forma parte de un le asegure el sustento, cual hacen los animales con
plan bien determinado, y cómo la gente está .cayen- los hombres.
do... desapareciendo en un pantano, que puede ser 4) La disolución de todos los valores tradicio-
llamado del vicio, del sexo, de los paraísos artificia- nales, especialmente de los cristianos; se desprecia
les, pero que es, en el fondo, el de la muerte ... Y todo lo pasado, sin distinción ni matización. Camino
resulta que es mucho más fácil dominar, destruír, excelente para preparar la aceptación de cualquier
conquistar, una 'sociedad de cerdos que una de seres
exigencia del Anticristo, que no hallará ya resisten-
humanos conscientes de su humanidad».
cia en principios sólidos y firmemente creídos. En
Destrucción de la persona por 1a droga, de la la misma Iglesia católica, vemos en cuán amplios
lzumanidad por la lujuria; el término, un material sectores predomina una especie de escepticismo, de
excelente para ser esclavizado a su debido tiempo, duda, acerca del mismo depósito de fe y de moral.
pues bastará hartarle la barriga para que esté satis-
5) La revolución subversiva, internacionalmen-
fecho, aunque finalmente le lleven al matadero.
te orquestada, y presente en todas las naciones, gran-
2) La destrucción del espíritu patriótico, deJ des y chicas, con objetivo totalmente negativo -re-
sentimiento de nacionalidad, cada día más patente chazo de todo lo constituíd()-, sin que traigan plan

-82- -83-
~-

111

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

u organización alguna positiva. El resultado será así alguna. Pero sí son sujeto esa minoría oculta que la
la anarquía final y universal. dirige, · que -verdaderamente debe sentirse Dios al
ver cómo maneja a la humanidad entera a su arbi-
Y en ese estado de anarquía, el hombre, que de-
/ trio; minoría que 1acabará reduciéndose a la sola
sea paz y orden para vivir, aceptará cualquier do-
figura del Anticristo, que odiará y perseguirá a cuan-
minio, cualquier tiranía que se le proponga, cual-
to signifique Dios, y se hará adorar como Dios en
quier sumisión y esclavitud que le libere de la anar-
el tiempo; el pan,t eísmo estará entonces consumado,
quía; es decir, aceptará como una liberación el do-
pues considerará a todos los hombres como mero
mini_? del Anticristo y- ia sujeción de todos los pue-
instrumento y expansión suya.
blos a Israel: al Israel de la cada vez más pequeña
minoría dirigente, pues por lo que respecta al pue- La vía principal para lograr el triunfo de ese
blo-ma·s a de Israel no será sino un esclavo más. objetivo, fuera de las ya indicadas en los objetivos
anteriores, es la temporalización de la religión, pues
Baste con lo indicado sobre los dos primeros ob- es esa temporalización, olvidada de los destinos eter-
jetivos. El que verdaderamente interesa al católi- nos, la que hace al hombre término último de la ac-
co, y aquel en que su acción será eficaz, es el ob-
titud religiosa, olvidándose de Dios.
jetivo _tercero, el doctrinal. A ello dedicaremos, di-
recta o indirectamente, cuanto sigue. A esa temporalización le hacen coro la filantro-
pía naturalista -que sólo puede basarse en la iden-
Aquí sólo indicaremos que el panteísmo reside tidad panteísta de los hombres-, la masificación
en poner a la humanidad como término primario de los individuos -las necesidades materiales son i_
de la religión -y cuántos católicos van cayendo prácticamente idénticas en todos-, y la animaliza-
en este lazo-; Dios desaparece así, el Dios perso- ción, que los convierta en simples y dóciles instru-
nal y transcendente, creador; y el término religio- mentos. -
so, el Dios a quien se adora, es la misma natura~
leza -todo Dios-, cuya coronación es la Humani- Es de esa temporalización de la que nunca se
dad, a la que, en definitiva, converge la adoración. precaverá bastante el cristiano. Por eso hablaremos
de la actitud política, de la social (ambas tempora-
Pero el hombre concreto es demasiado limitado les), del precepto de caridad, de la relación directa
para poder sentirse Dios; y la Humanidad es sólo del creyente con Dios, y, finalmente, del panteísmo
una abstracción, incapaz de ser sujeto de adoración que parece anegarnos sin que nos demos cuenta.
--- 1 .

-84- - -85 -

11
-
¡ '-

CAPÍTULO IX f, 1
¡,
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-!
-'
POLITICA Y SOCIOLOGIA DE CRISTO

Pensamos que la desviación religiosa fundamen-


' tal- que vicia hoy amplios sectores es la de conver-
tir, de un modo más o menos consciente, al hombre
en centro de la religión, con la cual ésta en realidad
desaparece, pues su término no puede ser otro que
Dios.
Esa desviación se plasma, principalmente, . en el
orden práctico, en u:ri erróneo concepto de encarna-
cionismo; que se manifiesta de modo agudo en dos
vertientes, fundamentalmente de orden temporal: la
política y la sociológica. El sacerdote -Y en me-
dida correspondiente, el seglar profundamente reli-
gioso~ tendría que hacer suyas y compartir las an-
sias políticas y sociales del pueblo con el · que con~
vive y del que normalmente procede; y tendría que
hacerlo precisamente en virtud de su sacerdocio y
de su religiosidad; no sería buen sacerdote, ni se-
glar verdaderamente religioso, si tal no hiciera. Y

'
-87- -

..
'
ANTONIO P ACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

si esas ansias no son verdaderamente comunes a to- r- que no creyere se condenará» (Me. 16,15.16) ; «Se
1
dos -en los asuntos e intereses de orden tempo11al me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra;
es muy difícil la coincidencia de todos-, habrá de yendo, pues, enseñad a tod8JS las gentes, bautizán-
escoger, compartir las ansias del grupo que a él en dolas én el nombre del Padre, y del Hijo, y del Es-
conciencia le parezca. píritu Santo, enseñándoles a observar todas las co-
sas que Y o os he mandado; y Yo estaré con voso-
Pensamos que es útil a este respecto considerar tros hasta la consumación del siglo » (Mt. 28,18-20);
el ejemplo de Cristo como el más orientador para / «Recibiréis la virtud del Espíritu Santo que descen-
el sacerdocio en particular, pero también para los derá sobre vosotros, y me seréis testigos en J erusa-
fieles en general; de cuyo sacerdocio tanto se habla lén, y en toda Judea y Samaria, y hasta los confines
hoy, y que también son discípulos de Cristo. de la tierra» (Act. 1,8).
Como «no es el discípulo más que el Maestro», Evidentemente, tanto más cumplirá el sacerdo-
nadie ha de pretender practicar mejor el cristianis- te su misión de embajador de Cristo, cuanto más se
mo de lo que El lo practicó, o de modo distinto al ciña a ella; tanto mejor anunciará su doctrina cuan-
que él con su palabra y su ejemplo nos enseñó. to menos divague en otras cosas. Mas si en cosas
Pero en cuanto vamos a .e xponer miramos direc- temporales, o simplemente diferentes de las que Cris-
tamente a la actitud sacerdotal de los hombres «es- to enseñó con su ejemplo y su palabra, se entrome-
cogidos de entre los hombres para ocuparse de las tiere, como al fin hombre que no ha logrado despo-
cosas que se refieren a Dios» (Hebr. 5,1). A éstos jarse totalmente de sí mismo para servir exclusiva-
se aplican primariamente -aunque no exclusiva- mente a Cristo, no podrá alegar en ello misión al-
mente-, los siguientes textos del Nuevo Testamen- guna sacerdofal.
to: «Desempeñamos la función de embajadores de Igualmente, tanto mejor testigo será cuanto más
Cristo, de modo que Dios exhorte por medio nuestro muestre a Cristo en toda su persona y acción; mas
a los hombr es» (2 Cor. 5,20) ; «Como el Padre me en cuanto se mostrare a sí mismo, no puede ale-
envió, 8JSÍ Yo os envío» (Juan 20,21); «Yendo por gar virtud alguna o 8JSistencia del Espíritu S.anto,
todo el mundo, predicad el Evangelio a toda: crea- que sólo se le ha conferido para poder testificar a
tura; el que creyere y se bautizare, será salvo; el Cristo.

-88- -89 :;._o


·,

ANTONIO PACIOS, M . S. C. LA PASIÓN DE L A IGLESIA

Pensamos que, proporcionalmente, vale esto tam- carse a las circunstancias, piensen un poquito en 1
bién del simple cristiano, también testigo anuncia- 1
las del tiempo de Jesús y compárenlas con las ac- 1

dor de Cristo como discípulo suyo: cuanto más se tales o aun con cualesquiera previsibles.
proyecte a lo eterno, y más se entregue a los intere- Y en esas circunstancias, Jesús, que, como hom-
s~s del reino de salvación de Cristo, tanto más pro-
bre y judío ciertamente era patriota, pero cuyo man-
curará copiarle e imitarle, tanto más se desinteresa- jar era chmplir la voluntad de su Padre, se· man-
rá de las cuestiones temporales. -tiene totalmente al margen: ni una sola alusión en
Parece, pues, evidente, que el sacerdote, en §.U todo el Evangelio a la opresión romana ; ni una sola _
encarnación entre los hombres, ha de imitar la en- incitación a los discípulos o al pueblo a mantener
carnación de Cristo, copiándola cuanto puéda, par- el espíritu de rebeldía. Viene a predicar el reino de
ticipando en las ansias de los hombres en la manera los cielos, el reino de Dios en las almas - «el reino
y modo en que Cristo l3!s participó, y reaccionan- ' de Dios está dentro de vosotros:>- , no un reino te-
do ante ellas como Cristo reaccionó. rreno.
En el aspecto político, la conducta de Cristo es Sólo en dos ocasiones le obligan a pronunciar-
clam e impresionante. Palestina era en su tiempo un se. La una nos la narra San Lucas; la otra los tres
hervidero de descontentos y rebeliones contra el do- Sinópticos.
minio romano; un ansia de independencia, un senti- 1
/
Según San Lucas (13,1 ss.), «Se habían presen- •,
miento de irredentismo del que apenas podemos ha-
cernos cargo, impregnaba todos los estamentos del tado a Jesús, mientras estaba hablando, algunos que
pueblo, sin que se, excepbmran los mismos ap0sto- le dieron la noticia de los Galileos, cuya sangre Pila-
1es, que esperaban df' Jesús constituyera el reino tos mezcló con sus sacrificios-». En términos de hoy,
ind~pendiente de Israel que sometiera a sí todos los se trata nada menos que de un asesinato co~etido
pueblos ( cf. Act. 1,7) ; irredentismo exasperado, por la autoridad civil, imperante de hecho, dentro
de una iglesia, y durante el sacrificio de la santa j
que acabaría, poco más de treinta años tras la re-
surrección de Jesús, por arrastrar a la rebeldía total Misa; y de un asesinato masivo. Los pelos se nos
del pueblo, causando su dispel'ISión por todo el mun- ponen de punta, y comprendemos fácilmente la in-
do. Los que hablan de que el Evangelio ha de apli- dignación de los judíos fieles ante tamaña profa-

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. ¡
_j
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•'
1 LA PASIÓN DE LA IGLESIA
ANTONIO PACIOS, M. S. C.

i.
nación, considerando la que nosotros mismos senti- rectamente este mundo, sino arreglar a las almas
ríamos. en -sus relaciones con Dios, buscando que ellas se rl.
1
conviertan, con lo que indirectamente quedarán mu-
Mas la reacción de Jesús es humanamente bien
cho más efioazmente remediados todos los males del
desconcertante. Aprovecha la noticia sólo para lle-
mundo.
var las all!las a Dios. exhortando a penitencia, no :
para conmover los ánimos contra una autoridad que La segunda ocasión en que Jesús es presionado
había incluso violado el derecho de asilo, reconocido a pronunciarse en el problema político es el cono-
en todos los pueblos de la antigüedad: «Y respon- cido episodio del censo. La respuesta de Jesús : «Dad
diendo díjoles: ¿creéis que estos Galileos fueran más pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que
pecadores que todos los demás Galileos? N o, os digo; es de Dios~ (Mt. 22,21; Me. 21,17; Le. 20,25), no
mas si no hiciereis penitencia, todos pereceréis
igualmente» (Le. 13,2.3). ' muestra tampoco animosidad alguna cont:va el po-
der dominador, antes bien inculca sumisión, aunque
Y a. continuación añade Jesús el episodio de una a la vez precisa su alcance y su limitación; cuando 1

lo que exige la autoridad civil se opone a lo que Dios ·:¡


torre en Siloé, qÚe cayendo aplasta a dieciocho per--
sonas de Jerusalén, y deduce la misma conclusión: exige y manda al alma, hay que obedecer antes a .f
hacer penitencia para no perecer. Es probable que Dios que a los hombres, aun a costa del martirio, al
este último episodio se debiera también a Pilatos, que tantas veces nos exhorta Jesús que no temamos.
reprimiendo unos rebeldes refugiados; pere no cons- Lo que en realidad a la autoridad civil se debe puede
ta, y quizá fuera desgracia natural. verlo el lector en Rom. 13,1-7, donde San Pablo lo
precisa.
1¡ : Si la reacción del sacerdote ha de ser la de Cris- 1
to, tanto ante las desgracias y calamidades natura- Puede decirse que la gran tentación de Jesús
'l les, como ante los crímenes de la autoridad política, -tentación externa, pues internas jamás las tuvo--, ¡
o simplemente de los hombres malvados, debe re- fue la de ser rey, no sólo de Israel, sino del univer-
1
•S O entero. Fue la última y definitiva tentación con
ñirse únicamente a inducir a sus oyentes a -hacer
penitencia y a abandonar el pecado, sabiendo que la que el demonio pensó lograr de El que le adorara;
fue la tentación del pueblo que se lo. pedía, y del que [
sólo éste es causa de todos los males que nos aque-
jan. Su misión, como sacerdote, no es arreglar di- hubo de esconderse varias veces para que no le pro-

~92-
-93-

'
ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

, 1

clamaran; . de los apóstoles que tenían cifvadas sus Pero tras la recepción del Espíritu Santo ~odo lo ol-
esperanzas en ocupar en ese reino temporal los pri- vidan en aras de la propagación del reino de Dios;
meros puestos. ni un solo resePtirrliP.nto aparüce en sus ec:;cr!tos y
enseñanzas contra la autoridad vigente.
Por no asentir a ella - «mi reino no es de este ,
mundo»- , Jesús se va quedando cada vez más solo, Algunos de ellos sobrevivieron a la destrucción
defraudadas las espevanzas de sus seguidores; por de Jen1salén. Lo que debió humanamente dolerles /
no asentir a ella, es traicionado por Judas; por no no es fácil comprenderlo: no eran desarraiga~os ;
asentir a ella, muere solo en la cruz; pero con, su tenían parientes, más o menos cercanos, a quienes
sorprendió la catástrofe de la guerra, y que halla- _
soledad y con su muerte redime y salva al mundot
ron en ella la muerte más cruel. Pese a ello, ni aun
También la gran tentación del sacerdote es con- en los sobrevivientes -vgr. en San Juan-, es dable
vertirse en caudillo que polarice las ansias y ambi- en~ontrar ningún resentimiento contra Roma; sólo -
ciones temporales de aquellos a quienes cuida; pero ven en el mal una decisión divina, castigo de los
no es esa su misión. Si accede a la tentación, jamás pecados de un pueblo que no quiso recibir a su Sal-
sera salvador como lo fue Cristo; si no accede, es vador, y sacan como única consecuencia la nece-
muy posible que se quede cada vez más y más solo /
sidad de convertirse y hacer penitencia.
como Jesús. Pero no ha de importarle: es con esa ¡:·
Imitaron a Jesús, que al anunciar esa-ruina, su-
soledad con la que ayudará a Jesús a salvar el mun- 1
frió y lloró ru_nargamente a la vista de Jerusalén ,
do, y, pasado el hervor de las pasiones, las almas lamentando su ceguera y sus pecados,· per o no in -
volverán a él para que las guíe hacia el cielq. crepando a sus destructores.
Los apóstoles, aprendieron, e imitaron, la con-
ducta política de Jesús. Todos ellos judíos, sentían
como judíos, y llevaban en las venas el patriotismo
propio de los judíos, y de ello nos da más de una
muestra el Evangelio. Aun cuando Jesús va a subir
a los cielos, su gran ilusión era pensar en el mÓmen-
to en que instauraría el reino de Israel (Act. 1~7).

-94- -95-
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lf- , .._ /

CAPÍTULO X
1 1

1 11

/
SOCIOLOGIA DE CRISTO

-
Las circunstancias sociológicas en tiempo de
Cristo son suficientemente conocidas. Conviene te-
, nerlas presentes para compararlas con las actuales.
Sólo así podremos conocer si la actitud de Cristo
' se debió a circunstancias transeúntes y no a cues-
tión de principio.
1 1 '
Había, en primer lugar, la esclavitud extraordi-
/hariamente numerosa, y, al menos en principio, so~ -
1
.bremanera dura: el esclavo era más cos,a que per- '1

'SOI!_a. Había una desigualdad , social extraordinaria,'


con una idea de propiedad en que la proyección so-
cial 'de los bienes contaba bien poeo --derecho de
usar y de abusar de lo que uno persevera-. Había
,, ,
casi. masiva
. 1
pob res_ los ten--
1
_u na :e_ob retena -«os
dréis siempre con vosotros», dice el mismo Jesús-.
' ' Pul~la,bá la injusticia social.
-- ' Jesús· casf no hace ni alusión a ese estado de
desorden, que no obstante conoce; no hace organi-

'
-97-
1

!
--~~~~---

-. 1-- ....-_ '


1
1./ 1 1~ •.

1
--
ANTONIO P ACI OS, M. S. C. LA P AS IÓN DE LA IGLESIA

zaciones
.........
para corregirlo, ni exhorta siquiera a que En la parábola del rico epulón, hace descripción
pública o socialmente se corrija; no excita a la re- viva de la desigualdad social más hiriente. Tampo-
beldía contra la situación social, ni a un actiVlsmo co ·a quí truena contra un orden social que permita
colectivo contra ella. esas desigualdades. Se limita a inculcarnos la san- f
¡f ' i
ción eteiJla, sobrenatural, divina; el pobre Lázaro
Sólo busca arreglar los corazones de los indivi-
muere, y es llevado al seno de Abrahán, donde es ~
duos, desprendiéndolos de lo terreno, y proyectándO-
los hacia lo transcendente; hacia loo tesoros del cie- feliz; el rico muere, y es sepultado en el infier no, i
19, haéia Dios. Si ha de venir una reforma social, do~de será eternament~ atormentado, y donde se le
ha de ser mediante la reforma previa de los cora-
1
niega hasta el insignificante refrigerio de una gota
:-'1
zones individuales: es ésta la1 que Jesús busca, a la . de agua. En definitiva, nos dice Jesús, ·el pobre Lá-_
que exhorta; lo demás se nos dará por añadidura. zaTo es el verdaderamente feliz, el rico es el desgra-
Y cuando alude a las injusticias y desigualdades so-
/ ciado sin remedio.

, "'
ciales ~alusiones en las que muestra cuán bien las
conoce--, es sólo para deducir de ellas enseñanzas /.
,
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i.j
'
Contra la esclavitud, aunque sin nombnarla para
nada, inculca la 1 dignidad de todo hombre como hijo
espirituales de orden sobrenatural, no para directa- de Dios, y redimido con la sangre de Cristo ; er que
-'l
mente corregirlas. crea en su palabra, ya no tratará al esclavo como
Recordemos dos de esas alusiones: la del -juez a ~clavo1, aunque los tenga (cf. Job 31,13-15); el
inicuo (Le. 18,2 ss.) y la del pobre Lázarq y el rico que no crea, peor para él: Dios premiará hasta un
epulón (Le. 16,19-31). vaso de agua que se dé a un discípulo de Jesús, pero
castigará igualmente cualquier omisión ante su ne-
E xistía un juez inicuo, que no temía ·a Dios ni
cesidad o desamparo. El verdaderamente feliz será
1

a los hombres; pero una viuda insiste tanto en que


entonces el esclavo maltratado, no el amo maltra-
le haga justicia, que acaba por otorgársela p~ra
q u e le deje en paz. Jesús no aprovecha la ocasión ' tante, en quien Dios hará justicia dura - a Jesús
nunca le interesa el 'móvil de la justicia meramente
para hacer una soflama contra la injusticia de los /
humana.
jueces; simplemente se limita a enseñarnos la efi-
cacia de la oración persevera:qte, que Dios, como bu~­ A los pobres y' afligidos no los exhorta a 1a re-
no y justo, no desatenderá. beldía, ni a la violencia, ni siquiera los impulsa a

- 98 - - 99-

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ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASION DE LA IGLESIA_

· la acción, ind~vidual o colectiva, que pudiem hum'?-- ca arreglar o reformar el ambiente ni 1a -legislación
namente liberarles de sus necesidades y aflicciones. social para-q'ue por estos medios el hombre se corri-
Hace algo mucho mejor: los consuela notificándo- ja y reforme. La :ref~rma de ese ambient e y legis-
-:- les que son bienaventurados y dichosos, y a ellos, lación social ha de ser consecuencia natural indirec-
de un modo u otro, van dirigidas las ocho bienaven- ta de la reforma individual de la mayoría, no preci-
turanzas. samente medio para obtener esta reforma.
A los ricos les amenaza con la condenación eter- Así indirectamente Jesús ha hecho más que na-
na -«es más difícil que el rico se salve que el que die por la reforma justa del ambiente y legislación
un camello pase por el agujero de una aguja» (Mt. sociales; pero nunca directamente la buscó
..-- o pro-
19,24)-, recordándoles que no son propietarios, curó. Aunque es evidente que si todos los hombres
sino meros administradores de los bienes de Dios -o muchos de ellos- se ajustaran a sus divinos
-recuérdese la parábola del mayordomo- inicuo mandatos y enseñanzas, esa reforma sobrevendría
(Le. 16,1)-, de los que han de usar para bien de / como _fruto natural.
los demás, como siervos fieles que agu,a rdan la ve- ::::{ ésa es la misión del sacerdote: traba jar los
nida de su Señor 1 a quienes ha constituído sobre corazones individuales de las ovejas, que debe co- -
sus bienes par:a dar alimento a todos los domésti- nacer por su nombre, dejando lo demás a quienes
cos en el tiempo oportuno. Si así lo c~een y lo prac- llevan el orden temporal, sabiendo que s@lo así pres-
tican, bien para ellos, pues se salvarán; si así no lo, tará 1servicio eximio al mismo orden temporal. In- ,
creen y así no obran, peor para ellos, ya que se con- ducir a todos, como Jesús, al despre:n,dimiento y de-
denarán. No les amenaza con sanciones humanas;Iíi. sapego de los bienes terrenos; en la mis~ medida
siquiéra procura o induce a procurar a sus 'discípulos ' que ese desapego aumente y sea por más hombres
un orden social en que tales sanciones se den. A J e- compartido, en esa misma medida disminuirá 1a ex-
siÍs le basta con inculcar la sanción sobrenatutal y tensión de la injusticia social.
eterna. ,
El desentenderse Jesús de los asuntos tempor a-
-Busca así Jesús, en toda su enseñanza, y compor- ~ les de los hombres alcanza extremos que difícilmen-
tamiento, reformar interiormente a cada hombre, y t e sospecharíamos,
, 1
de no estar el testimonio del
reformarlos sobre cimientos- sob¿"enaturales; no bus- E~angelio.
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ANTONIO PACIOS,' M. ls. C. ·


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LA PASION DE LA IGLESIA

Un' hermano se las había arreglad9 para despo- termina con la exhortación final dirigida a - todos,
jar a 's u hermano' de la herencia paterna. Es ésta para que, desprendidos de los bienes terrenos, pon-
una injusticia que nos subleva con solo oírla. E l des- gamos nuestro -tesoro en los cielos: «No temáis, re-
pojado se acerca a Jesús y le suplica: «Maestro, di baño pequeñito, porque plugo a vuestro Padre dar os
a mi hermano que divida conmigo la herencia» el reino. Vended cuanto poseéis y dad limosna ; ha-
(Le . .12,13) . Y J esús le r espondió: «Hombre, ¿quién éeros s'a cos que no envejecen, un tesoro inadmisible
me constituyó juez o partidor entre vosotros?» No . en los cielos: donde el ladrón no llega, ni la polilla
quiere p1eterse en el asl.Ulto, ·ni siquiera para exhor- desgasta. Pues donde está vuestro tesoro, allí estar:l
tar al despojador -que es lo único que le pedía el vuestr? corazón» (Le. 12,32-34).
despojado--. Pero aprovecha la ocasión para dar
'¡Si los sacer9-otes aprovech~ramos las injusticias
~nseñanza sobrenatural para el despojado y para el
sóciales, cuya noticia nos llega, para deducir de ellas ./
despojador, así como para · todos los hombres. las enseñanzas que Jesús extrae, y para comunicar-
Esas enseñanzas constituyen una de las página.S las a los demás: Pues eso, y sólo eso, nos exige nues-
más bellas del Evangelio: «Mirad de evitar toda ava- tra misión -sacerdotal: que sintamos como Cristo,
ricia, porque la vida del hombre no depende de las reaccionemos y obremos como Cristo, y ,como él en-
cosas- que posee» (Le. 12,13-15), lo cual corrobora señemos y consolemos. No querramos hacerlo mejor
con la par ábola del rico labrador que muer e la mis- que él, inventando modos que de •S U imitación se
ma, noche en que estaba regodeándose en la segu- aparten.
ridad que le daban sus óptimas cosech~s ·(Le. 12, Se aduce a veces que el precepto de caridad obli-
16-21). Y, finalmente, la exhortación a todos de que ga al sacerdote a capitanear la acción social, e in-
no tengan solicitud por nada temporal; sino q~e pon- cluso la rebeldía contra el orden existente, único
gan su confiana en Dios, que cuida de alimentar a modo eficaz -se dice- de ayudar en determinadas
los pájaros y vestir, a los lirios, y como Padre cui- circunstancias a los demás. Pero la caridad hay que
dará del sustento y del vestido de cuantos le -bus- practicarla como Cristo l·a enseñó. Y Cristo nunca
quen, pues sabe que de eso tenemos. necesidad: «bus- enseñó, no ya a sus sacerdotes, mas ni aun a sus
1
¡- cad pr!mero el reino de Dios y su justicia, y 1o de- discípulos, la actitud de rebeldía contra el orden
más se os dará por añadidura» (Le. 14,22-31). Y social injusto existente, ni aun siquiera la acción
/ .

-102- -103-

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ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

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colectiva, organizada, dirigida a reformarlo. Preo- ni da pasos para arreglar una situación social que
cupado de la salvación del individuo, exhorta a éste permite asaltos de ladrones a los caminantes y no
a que él s'e entre~e al 'prójimo, sin_preqcuparse de, · provee el remedio de lds que hayan sido despojados;
si los demás se entregan o no; y uno se salva o se mucho menos aún intenta encender rebeldías y des-
condena por lo que él, según ' sus posibilidades in- contentos. Se limita simplemente a volcarse totalmen-
dividuales, hizo o dejo de hacer por su prójimo. '- te,1 según todos sus medios individuales, en eí reme-
dio del desgraciado que ha encontrado, sin buscar
El mismo Jesús nos propuso el modelo de cómo
siquiera para ello ayudas ajenas mientras por sí mis-
y cuál ha ae ser nuestra caridad en la parábola del
mo pueda atender la necesidad, aunque con sacri-
Samaritano. El objeto de ella es todo- hombre que
ficio.
tropecemos, que Dios ponga en nuestro camino,
mientras esté necesitado, espiritual o temporalmen- .AJsí sea nuestra caridad: volcarnos, según tQdos
te. En el caso, un hombre al que los ladrones des- nuestros medi<?s, en cada necesitado que nos salga al
pojaran, cubrieran de heridas, y dejaran al borde 'de encuentro, que topemos -y es Dios quien nos hace
lá muerte. Llega un sacerdote, lo ve, y pasa de lar- toparlo-, como si esto fuera lo más natural del
go : no quiere complicarse la vida -también_el sacer- mundo. Entonces nuestra caridad rs erá eficaz de
dote, aun enseñando bien, puede no cumplir lo qüe veras. Y, sobre todo, será ia caridad que Cristo quie-
enseña, y por ello condenarse-; pasa un levita, y re de nosotros.
obra del mismo modo. Pasa un samaritano, lo ve, y
.aunque es para él un perfecto desconocido, movido
a comp'a sión, lo atiende, lo cura como mejor puede,
lo lleva a un mesón, y encarga lo cuiden, pagando
por adelantado y prometiendo volver.
El samaritano se vuelca según todos rs us medios -.. . ._
personales para ayudar y socorrer al desgraciado;
pero no s~ preocupa de despotricar con_tra los que
antes de él han pasado por el mismo camino sin so-
correrlo, dejándole a él el mochuelo, ni los juzga;

-104- -105-
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CAPÍTULO XI
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EL AMOR AL PROJIMO

«Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la


-Ley? Díjole Jesús : «Amarás al Señor tu Dios con
todo t.u corazón; con toda tu almá, con toda tu men-
te. Este es el mayor y principal mandamiento. Mas
el segundo es semejante a éste: «Amarás a tu próji-
mo como a ti mismo». En estos dos mandamientos
se condensa toda la Ley y los profetas (Mt. 22,
36-40; cf. Me. 12,29-31; Le. 10,25-27).
Del precepto del amor al prójimo da Jesús mis-
mo en el Evangelio tres formulaciones graduales:
' 1
¡_::: 1: Amar al prójimo como a sí mismo · (Mt. 22,
,· / , 39; Me. 12,30; Le. 10,27); es la formulación del
precepto de la Ley natural, que Jesús confirma y
corrobora.
· 2., AÍnaÍ' al prójimo como a Cristo, -o mejor,
amar a Cristo mismo en el prójimo (Mt. 2!?_,40~45);
Act. 9,4-5); al tener a Cristo como objeto formal e

-107-
ANTONI O -PACIO~, M: . S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA
f.
' 1
/
intencional del mnor, estamos ya en un amor al pró- vidualidad, cual _sucede en el ·ñ:ratrimonio, según la
jimo exclusivamente cristiano. enseñanza de San Pablo: «Los varones deben amar
a, sus mujeres como a sus cuerpos; el que ama a-su
3. Amar al prójimo como Cristo; la formula,ción \ .1
esposa~ se ama a sí ~ismo ... Cada uno de vosotros
más perfe_9ta, de la que el mismo Jesús dice: «Un
l 1
- precepto nuevo os doy: que os améis unos a otros
ame ,a s9 esposa como a sí mismo (Efes. 5,28-33) ;
identidad que se expresa también en la fórmula de
como yo os he ·amado» (Juan 13,34-35; 15,12). Su 1 Jesús: «Así pues, ya no son dos, · sino una misma
/ cumplimiento es la suma perfección de la caridad carne» (M t. 19,6; cf. Efes. 5,31).
, cristiana. 1
\
El fundamento de esa identidad -que no des-
truye la individualidad-, y por lo mismo fundamen-
I. AMAR AL PRÓJIJII¡:O COMO . A Sí MISMO to también del precepto natural de la caridad es el
mismo Dios, creador de todo, que hace la unidad de
Es precepto de ley natural, de hecho conocido e
la -obra creada, compaginándola entre sí como si to-
inculcado por todas las religiones, tanto primitivas
dos fueran miembros interdependientes. de un mismo
cQ.mo evolucionadas históricas, hasta el punto ,de que
Cuerpo -aspecto que se .perfecciona en el amor cris-
en Historia de las Religionés se le llan:J.a la Regla de
tiano al converti11se ese Cuerpo en· Cuerpo místico
Oro, en ~us dos formas, negativa - «no hag~¡:¡ a
de Oristo--. La creatura sólo puede hacerse así bien
otros lo que no quiera;s que te hagan a ti»..:_, y po-
·a sí misma en ·cuanto actúa sobre las otras, hacien-
sitiva . - «haz a otros lo que quisieras que te hicie-
do el bien ' a las otrás; y haciéndolo a~í perfecciona
ran a ti»-. Y práctioamente en todas ellas se vineu-
)a obra _divina, manifiesta más a Dios, da gloria a
la este precepto a la voluntad divina, que a:;;í lo quie-
DiO§: \ .
re y exige de los hombres.
'N o hay en la creación mónadM aisladas;· las mis-
El «C<_?mo a ti mismo» evangélico se puede ~ter­
mas partículas materiales nada pueden nacer sino
pretar como comparación - «ama a ·tu · prójimo de
modo semejante a como te amas a ti ~i&mo»-, o
r obrando sobre otras, y en ese hacer u obrar se des-·
air~lla ·la perfección de su ser.
bien como identjdad -«ama a tu prójimo porque ~1 - ''
es tú. misma>>~. Es este .segundo significado el q11e ~
Y esto vale especialmente del he>mbre, cima . de
parece más probable, sin que por ellO- quite la indi- ' la creación vi~ible. Como en el ~uerpo humano, cada
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1
-108- -109-

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LA PASIÓN DE LA IGLESIA

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órgano y cada miembro sólo •Se robustece y adquie-. 1 to natural de la c-aridad. y ésta se nos hará mucho
ré salud en cuañto sirve a los demás, y . enferma en más, fácil si sabemos y sentimos que ningún bien
cuañto se guarda algo para -sí mismo o se centr>a podemos hacerno,s, si ~o es indirectamente) hacién-
en su egoísmo no queriendo .buscar desinteresada- 9-olo a los demás. Y ese amor es semejante-. (Mt. 12,
mente el bien ·de loo demás órganos y miémbros, así - 31) _a l amor de Dios, tanto porque es amar a Dios
el hombre individuo no puede aprovechars-e mida a en cuailto presente en y a las creaturns, cuanto por-
sí mismo si no es indirectamente, en cuanto busca y . que, al ser conformación libre con el orden estáb1e-
procura el bien de los demás. · cido por Di~s, es sometimiento a su voluntad divi-
-na, cumplimiento de ella.
Así ·a parece claro en la-sentencia del Juicio filial
(Mt. 25,34-46): cuantos se salvan, se salvan por el S~ uno · inpulpablemente ignora a Cristo, este
bien que han hecho a los demás; cuantos se conde- ~mor basta para salvarle: al coñformarse con el or-
nan, se condenan por no -haber hecho bien a los den por Di_os establecido en la creación y .perfeccio-
demás. Mas el que se condena pierde tanto todo nar su obra, perfecciona y hace bien, aun sin saber -
bien sobrenatural como todo bien natural, fracasan- lo, al mismo Cristo, cabeza y fin de esa creación, ya
do en todo orden como creatura. Síguese, pues, que que el misterio de la voluntad divina y su decreto
ningún bien, ni aun natural, puede el hombre alcan- . / eterno es «hacer a Cristo Cabeza de todas la,s c_Qsas,
zar, sino indirectament~, en cuanto hace bien a otros, __ tanto las que están en los cielos como las que están
en cuanto ama de verdad a los demás. en la tierra» (Efes. 1, 10).
Si a veces parece que sacamos algún bien n a- Pero hay que conocer en algún modo a Dios,
tural de nuestra actitud egoísta, es mera áparien- amar al prójimq por EL Es lo que han hecho todas
cia e ilusión, debido a la falta de perspectiva real - las religiones. Ma;s si se olvida a Dios y se prescinde
de lá presente vida. El que come un veneno sobroso, de El, o, lo que es peor, positivamente se le__pieg:_a,
parece -y así lo cree 1él-, q~e le aprovecha ; t péro el amor:., al prójimo se vuelve imposible por desapa- -
no le aprovecha para su bien 'natural, antes, por-- el _recer su ' fundamento, la interdependencia. que pro-
contrario, le-acarrea la muerte. viene de la acción creadora de Dios.
Esta interdependencia de los seres, derivada de O bien: se mantiene esa interdependencia: pero
basad~en una identJdad de los seres que ya no pro-
-
la acción creadora unitaria de Dios, es el fundamen-
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-110- -111-
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ANTONIO PACIOS, M~ S._ C. LA PAS IÓN DE LA ICLESIA

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viene de la acción creadora de Dios, y entonces se mientras..permanezca tal, es indudablemente de mala
' 1

cae en el panteísmo. En éste, es posible una apa- voluntad. _ ' _


riencia de amor; pero sólo apariencia, que esconde La necesidad de esa búsqueda sincera para sal-
:: un profundo y realisimo egoísmo: el panteísta, en varse' la establece el Credo del Pueblo de -Dios de
,, el fondo, se cree a sí mismo Dios, y a todo lo demás Paulo VI: «Creemos que la Iglesia es necesaria para
como instrumento o -medio de su propio desarrollo: _ ' salvarse... Pero el designio divino de salvación abar~
::
hará bien a los demás en cuanto crea conviene a su ca a todos los hombres; y, los que sin culpa por su
propio bien; dejará de hacerleSYbien la medida que parte ignoran el Evangelio de Cristo y su Iglesia,
a su propio bien crea no conviene; es decir, no ten- 1
pero buscan a Dios éon sinceridad y, bajo el i;-flujo
drá nunca amor, sino egoísmo. - de la gracia, se esfueran por cumplir su voluntad có-
nocida :mediante la voz de la conciencia, éstos, cuyo :'
_ El cristiano en esto no puede tener duda alguna,
y· es por lo_mismo verdaderamente maravillo~o cómo ñúmero sólo Días conoce, pueden obtener la salva-
tantos se dejan hoy engañar; verdaderamente inex- , ción».. Así, los que buscan a Dios con ,sincero cora-
plicable, si no supiéramos que el demonio está ac- zón pueden- obtener la salvación (no los demás); por
tuando para seducirles. otra parte, según el Caríon, lo encuentra el que lo
busca. Luego, quien no ha encontrado a Dios es por-
La Iglesi3: no ha ·a dmitido nunca la existencia de que no lo há buscado con sincero corazón, y no pue-
ateos de buena voluntad. Ateniéndonos tan sólo a de salval1Se, se condena por su culpa y · mala vo-
los Documentos recientes, recordemos la cuarta fór- luntad.
mula del Canon: «Y cuando por desobediencia (el
hombre) perdió tu amistad, no lo abandonaste al Esa IIJala . voluntad y consiguiente condenación,
poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste afecta tamb~én a todos aquellos que, habiendo re-
la mano a todos, para que te encuentre el que te bus- cibido suficientemente la predicación del Evang elio
ca». Así pues, todo el que busca a .Dios lo encuen- -y cuando-esta recepción haya sido sufíciente Dios
tra, es decir, acába creyendo en El. Y esa búsqueda lo- sabe--, lo rechaza:[!, y no admiten la Iglesia ins-
es absolutamente necesaria para la salvación: el que tituída por Cristo, aunque crean en Dios: «Yendo
ño lo busca se condena; y como nadie se puede con- ·por todo el-mundo, predicad el Evangelio a toda crea-
denar sino por su mala voluntad, el ateo positivo, tura; el que creyere y se bautizare, se salvará; mas

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ANTON~O · PACIOS, M. S. C. LA PAS IÓN DE LA IGLESIA


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el que no creyere se condenará) (Me. -1"6,16); «Si los hombres enemigos de Cristo y del mismo hom- 1

-Yo no hubiera venido y les hubiera hablado, no teñ-' bre. y ·1o mismo vale de quienes, no conociendo ex-
dr!an pecaqo; mas ahora no_ tienen excusa alguna de :elícíi;_amer;tte a Cristo, por no haberles sido suficien-
su l?ecado» (Juan 15,22). - -t~menfe -predicado, nos ofrezcan ámor al margen de
Respecto a la -f.alacia y engaño del amor ateo,
Di'os, al que conocerían si tuvieran buena voluntad
y .amor sincero. Por eso B.u do decir San Pablo: «El
o incluso del amor de aquellos que, confesándose
que 1ama al prójimo, cumplió la Ley» (Rom. 13,18),
cristianos, propugnan un amor filantrópicg que pres-.
porque siendo imposible el verdadero amor al pró-
cinde de Cristo como su fundamento -cual nos tiene
/ jimo sin el amoF a Dios, d.el que deriva, quien ama
ya bastante acostumbrados la Institución de C:ári-
al prójimo es porque ama a Dios, y así reúne en su
tas-, baste recordar las palabras ,de Cristo, cuan-
corazón los dos amores, en los que Jesús condensó
do se presénta a sí mismo' como buen Pa.S_tor: «El _
toda la Ley y los Profetas. , '
que no entra por la puerta en el redil de las ovejas,
sino que sube a él- por otra parte, es~ es ladrón y: 1 ~-
Es, pues, claro, según Ja f e, que el amor al pró-
salteado_!'. Mas el que entra por 1a puerta, es pastor jimo, en cuanto lo expresa el precepto natural de
de las ovejas... En verdad, en verdad os digo, que est a primera formulación, ni se da, ni se puede dar
Yo soy_la Puerta de las ovejas ... El ladrón no viene - sin Dios, tanto si uno es simplemente ateo, como si
sino para r obar, mat ar y destruir. Yo vine para que - lo que 'e s peor; por suponer aún más orgullo-
tengan vida, y la tengan más abundante» (Juan 10, es panteísta; el J}nanteísta es falso profet_~, es sal-
1.7.10) . - teador del rebaño, que disfraza su egoísmo radical
Así, el que viene a nosotros ofreciéndonos amor, con el nomb_!'e enga ñoso de amor, basado en una
pero sin pasar por Cristo, sin véríir e~ su nombre, identidad universal de la cual él se siente el centro
prescindiendo_ de El, ya sabemos -por Jesús, que es y ~~1 compendio.
f also p astor, que no busca nuestr o bien, no, nos ama,
sino que intenta nuestra destrucció~ y nuestra rui- J
na. Si uo se dejara, pese a todo, engañar, no eche
la culpa a riadie, sino a sí mismo, que ha negado fe
a las palabras de Cristo por seguir las palabras de
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' -114- 115 - -

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CAPÍTULO XII
1
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LA CARIDAD FRATERNA O AMOR CRISTIANO


1

- El amor al prójimo se convierte en amor cris-


ti¡mo o caridad cuando '-se centra, en C..risto como
,.:_ ~u objeto formal, su fuente y su modelo.
, En el Evangelio se nos dan dos fqrmulaciones
~oinpiE:mentarias. La primera es amar al prójimo
cómo a Cristo, viendo a Cristo en él; la segunda,
amar al prójimo como Cristo nos ama, dándose así
l.jÍl ~odelo-perfectísimo a nuestro amor.
-Ambas formulaciones son exclusivas del cristia-
- nismo, elevando -así inconmensurablemente el- amor
, ,_ , cristiano ·a l prójimo sobre el amor pr~crito por la
ry .' ' r 1 L"~y natural y ~onocido y recomen,dado por las de-
. • . 1,./ , ¡' más' religionoo . .
1

'
/ I. 'AMAR AL PRÓJTIVIO COMO A CRISTO
1
' -Aquí el cómo expreSa identidad: el amor al pró-
/ ."jimo es amor a Cristo. Así aparece' en la sentencia
- \
1 ~

- 117 '-
-,

LA PASIÓN DE LA IGLESIA
ANTONIO PACIOS, M. S. C.

del juicio de un _modo general: «LÓ q~e hiéisteis ~ damiento es semejante al , primero, · porque es el
uno de éstos ... a Mí me lo hicisteis ... Lo que a uno de mismo amor a Dios, amor a Cristo, manifestado 1y
11 :' 1
éstos no hicisteis ... a :M:í no me lo hicisteis»- (M t. 25,
\
plasmado en el amor a los - hombres. Por eso 1a
40.45); y se formula muchas otras veces de un virttld cristiana de la caridad es una, porque ya se
modo más particular: «Quien a vosotros oye 3: Mí ame directamente a Dios o al prójimo, su objetivo
11 : me oye; quien a vosotros desprecia,' a Mí me des- formal es único: Dios, Cristo hombre-Dios.
1

precia» (Le. 10,16) ; «Quien os recibe a vosotros, La medida -.._d eÍ amor cristiano al prójimo no es
a Mí me recibe; y el que fne recibe a Mí, recibe a ya el amor a sí mismo, sino -el amor a Cristo, que
Aquel que me envió » (Mat. 10,40) ; «El que reci- debe ser amado más que uno mismo (cf. Mt. 10,37-
biere a uno de estos pequeñuelos en mi nombre, , a 39;. Le. 14,26; 17,33; Juan 12,25). Concretamente, el
Mí me recibe» (Mt. 18,5); «En verdad, en v~rda~ cristiano deb_e hacer por su -prójimo los mismo que
os digo: ' quien recibiere al que yo enviare, me re- estaría dispuesto a hacer por Cristo en persona. El -
cibe a Mí; y quien me recibe a Mí, recibe a A que! amor natural toma así en la caridad cristiana vuelo -
que me envió» (Juan 13,20); y a Saulo, que perse- ineontenible, que, a pesar de ello, jamás alcanzará
guía a los cristianos, se le aparece Jesús en el ca- la cima debida, porque nunca amaremos a Cristo
mino de Damasco, y le dice: «Saulo, Saulo, ¿por
-( como Cristo merece, ni al prójimo COII!O lo merece
qué me persigues ... ? Y o soy Jesús, a quien tú per- Cristo.
sigues» (Act. 9,4.5). - Así, el p_recepto cristiano de caridad, igual qu-e
En el amor del precepto natural el término for- . eJ del amor a Dios, no tiene límite; nunca, mientras
mal era Dios, y aun éste con frecuencia erÍ gran > seamos viadores, lo cumpliremos perfectamente; lo
modo desvahído; el término real era ya entonces l . -
único que podemos hacer es mantener una tendencia
Cristo, según vimos; pero término implícito, por exasperada hacia su cumplimiento, sin estar jamás
·l
d~conocido de los que cumplían el . precepto del ,.J satisfechos de lo que amamos, manteniéndonos así
-a mpr. Mas ~1 cristiano toma conciencia en fe del ' sie:rp.pre en humildad, virtud típicamente cristiana;;
término real del amor al prójimo; y ese térmiño -- que a Dios sólo da gloria.
real es Cristo m1smo. Y como Cristo es Dios, el
- El fUndamento de· esta formulación del amor al
amor al prójimo es formal y verdaderamente para
prój~o sigue siendo la identidad; pero n,o la d~
~il'
el cristiano amor a Dios. Por eso' el seglindo man-
\
!
-119-
- 118 --
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ANTONIO PACIOS, ~M . S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA
-- .....

los hombres ·entre sí, sino 1a de los-- hombres con -11. AMAR AL PRÓJIMO COMO CRISTO NOS AM_a
Cristo, como miembros suyos.
Esta. formul_ación, aunque supon~ la anterior, de -
La interdependencia natural de- toda la obra - la qúe e¡;; complementaria, márca la cima y perfec~
creada ha sido elevada por Dios a una interdepen- ción \del amor de caridad fraterna.
dencia de orden sobrenatural vinculando a Cristo
como Cabeza toda la éreación (Efes. 1,9.10); por Por J].na parte, muestra el modo que ha de re-
eso el amor cristiano se extiende a todo lo creado. vestir nuestrÓ amor al prójimo, c~mo ha de cuajar
Pero alcanza su cenit én el amor a todos los hom- su expres10n concreta; por otra, me ' indica que a!,
bres, miembros reales del Cuerpo místico de Cristo, -
~
amar al pró}imo, ya no soy yo quien amo, sino que 1 1
1
ya actuales por estar incorporados por la fe, ya ..-es Cristo quien lo ama en mí y por mí -no puedo
potenciales, por estar llamados a ella, como redirdi~ \o
,...
amar como Cristo, si Cristo no pone SÜ. ~or en
dos 'por Crísto; somos hueso de sus huesa:s y ·carne >--'
:-,
T
-
mí; cual lo hace por su gracia-. Así inculca la hu-
de su carne, en expresión de San Pablo. ' mildad en el que ama,, que se siente como mero
La doctrina neotestamentaria de esta ,r ealidad instrumento de Cristo, como miemb_ro que actúa
del Cuerpo Místico de Cristo es tan patente que no , ba~o su influjo- en servicio de los demás _mi,embros,
nos _entretenemos aquí a decla11ar~a. Baste indicar con entrega plena. ·
sus consecuencias en _orden al amor al prójimo-
Como supera el amor de Cristo al ~nío, así su-
amor a Cristo. El obsequio y cuidado prodigado a
1 . -~era
esta formúlación a la anterior; si amare a
un miembro, se hace aJa persona cuyo es ése miem-
bro; y el mal o daño que se le inflija, es daño o mal 1 Cristo con mi amor siempre le amaré muy poco, y
infligido igualmente a la persona cuyo es el miem- . · muy poco amaré .a mi prójimo; @lo lograré un amor
brú. Si Cristo nos ha asumido como miembros_suyos, aigno -si lo amo con el mismo amor de Cristo si
1 '

es patente que todo cuidado q desatención 1 todo · :_ el mismo amor de C:rjsto está en rrli corazón para
amor o desamor _gue tengamos con otro, lo tenemós _, hacer-me amar co;n él, según lo afirma el Apóstol: ·
con Cristo mismo : «Lo que a uno de ~stos hicisteis, a . «La caridad de Dios se ha difundido en nuestros
Mí lo hicisteis; lo que a uno de éstos no hicis- - corazones, por el Espíritu ·santo que se nos- dio»
1

teis, a Mí no lo hicisteis». '(Rom. 5,5).


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ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA P.<I:SIÓN DE LA IGLESIA

1 -
El -cristiano no busca- así amar por sus propias modo del amor de Cristo, pues sólo imitándolo ser á
1'• fqerzas; busca más bien entregarse a ~ios t,o tal- - nuestro anior verdadero.
1
mente, y ponerse en sus manos como un instru- El objeto primario del amor •de Cristo es nues-
mento como miembro dócil •a su cabeza Cristo,, tra salvación: «Vine para que teng·a n vida, y la
' ~ r ,

p~ra que Cristo ame y haga el bien a los demas tengan más abundante» (Juan 10,10); y busca esa
por medio de él, a .fin de que el hombre como des- salvación por cumplir la voluntad de su Padre, por
aparezca, y ·s ea ya Dios todas las cosas en todas amor a' su Padre: «Mi manjar es hacer la voluntad
las cosas (1 Cor. 12,28), Dios «el que_obra todas las de Aquel que me ha enviado, y llevar a cumpli-
cosas en todos» (1 Cor. 12,6). , miento su obra» (Juar 4,34); «Yo hago siempre
cuanto a El le agi:-ada» (Juan 8,29). Y «ésta es la
Precisamente por ser formulación perfectísima v.oluñtád de mi Padre, que me envió: que nada pier-
del precepto de la caridad, Jesús la proclama ~-on da de lo que me dio, sino que lo resucite en el
toda solemnidad, destaca su no,v edad, y la pone último día. Esta es la voluntad de mi Pidre, que
como característica del cristiano: «Un mandato m~ enVió: que todo el que ve al Hijo, y cree .en
nuevo os doy: que os améis unos a otros como Yo 1 ¡¡;-/
El, tenga la vidÍ eterna; y yo le resucitaré en el
os he amado, para que también vosotros ds amé!s ¡ :_ 1., '
. ¡:- último día» (Juan 6,39.40). Si hemos de amar como
_mutuament~. En esto conocerán todos que sois mis Cristo nos ama, nuestra caridad ha de tener como ob-
'di~cípulos, si os amáis mutuamente» (Juan 13,34.35); jeto principal formal la salvación ajena, y ha de
«Este es mi mandamiento, que os améis unos a -,buscarla porque así la quiere Dios. .Toda caridad
otros, como Yo os he amado» (Juan 15,12); cumplir que mediata o inmediatamente no busque esa sal-
ese. mandamiento es el signo infalible de que le ama- vación, no será verdadera caridad, porque no· ~erá
mos, y de que la Trinidad habita y actúa en nosot~os como la de Cristo.
y por nosotros: «Si alguno me ama, guardará mi ' _, Objeto secundario de la caridad o amor de Cristo
Palabra ' Y-- mi Padre' le amará, ' y vendremos1 a él," Y a nosotros fue el consolarnos en las aflicciones de
estableceremos en él-ñuestra morada» (Juarr_l4,23) ·
· -.j)"

.... -
esta vida con la espel'lanza del eterno -Bienaven-
Si hemos de amar al prójim~ ·como Jesús nos ~ .......
"-' -~
turanzas-, y remediar, según su posibilidad indi-
ama, conviénenos detenernos algo en contemplar' el \ vidual humana, las necesidades con que tropezaba,'
l ;;x" -. _! -
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-122- -123-

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-· AN TONIO' P ACI OS, M: S. C. - LA PASIÓN DE LA ICLESIA ,


/

pasando haciendo el bien, prodigándose a todos, sa- ' cía a todo p~r nosotros, a su honor, a su comodi-
~ando a cuán!9s el demonio oprimía. Así nosotros dad, a su - gloria, a su misma vida. Como dice ' la
/

·hemos de consolar a los demás, pero sobr enatural- Imitación de Cristo: «Toda - la vida d~ _Cristo fue • 1

mente como lo hizo Cristo, inculcándoles la espe~ cruz y martirio» : ,s acrificio que se consuma en su
rapza de la vida eterna, predicáñdoles las bienaven- P asión, en la que carga sobre sí, y hace suyos, todos
turanzas, por más que el mlln.do de hoy se ría de nuest r os pecados, todas nuestras miserias, todas
ellas; y ayudarlos materialmente según ' nuestras po- nuestras aflicciones, todos nuestros males, para así
sibilidad indiVidual, como lo hizo el samaritano, y remediarlos.
1 '
como lo hizo el mismo Jesús dando limosna de su ¿Prpcuramos nosotros amar así como Jesús?
pobreza, y consolando a todos. ' A t!llque nunca podremos estar satisfechos de amar
Pero, s~~ vimos al hablar de la política y so- _g_omo él amó, queda en pie la invitación de su ejem-
ciología de Cristo, no es objeto de su caridad o plo; y esa invitación nos lleva a ofrecernos como
amor hacia nosotros reformar el mundo, la legis- víctimas en unión con El y para el triu.iifo de su
lación, o la situación social ambiente, · s!ño en cuan-; -r eino de amor en el rniundo; muchas ~ctimas, -total-
to busca reformar los corazonep individuales para " mente unidas a Jesús víctima, que hagan suyos los
• la vida eterna.1Por lo mismo es a esa reforma indi-
vidual para la vida eterna a la que deben dirigirse
' , - - pecados del mundo y reparen y sufran por ellos. Es
.
el único modo de imitar de verdad el amor de Cristo '
los esfuerzos de nuestro amor al prójimo, y sólo el único modo de contribuir a la implantación de
por esa vía buscaremos y lograremos Ía r eforma. del S!l reino ~e s~lvación. Víct~m~s como las peclla J
ambiente. ' deseaba P10 XII en la EnciClica sobre la Repara-
1
ción , al _Corazón de Jesús (Miserentissimus), vícti-
Yel m od o con; que se eJerce
. ~
ese amor a' e J esus - mas como las desea J.esús mismo, totalmente unidas
1 ' a los hombres es la entrega total de Cristo desde / a El y entregadas como El a la acción justiciera y
que nace hasta que muer e y resucita - «mi manjar amorosa del Padre par a completar lo que falta a
es cumplir la voluntad de mi Padre», y esa voluntad la Pasión de Cristo, y así redimir y salvar con El
es que salve_.al mundo, que no rechace a nadie _de aJ mundo.
los que el Padre le envía-: Y es l!Pa·entrega: total
que comporta el sacrificio también total, la renun-
"'
-124 - -125-
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\ CAPÍTULO XIII

EL AM:OR A DIOS , Y EL TR ATO CON E L


POR LA ORACION

«Maestro, ¿qué he de hacer para poseer la vida


eterna .. . ? .Amarils al Señor Dios tuyo con todo tu
- 1 corazón, y con toda tu a lma, y con todas tus fuer-
zas, y con toda tu mente; y. a tu prójimo como a
tí mismo» (Le. 10,25.27).
-
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento '
por antono-
masia más grande en la Ley? Replicó le Jesús :
- 1

Amarás al Señor Dios tuyo con todo tu corazón, y


con toda tu álma, y con toda tu mente. Este es el
mayor y primer mandamiento» (Mt. 22,36.37).

l
Por obra de la ~sugestión diabólica e influj o del
1 r espíritu del mundo va penetrando cada día más en
! amplios sectores de cristianos la idea anticristiana
de que no es menester amar a Dios, · siendo sufí-
ciente almar al 'prójimo, ya que Dios para nada
1: necesita de n_u estro amor. Con ello se convierte al
1 '
' /
hombre en centro
-
de
/
la religión, y Dios queda cada
1

-127-

1
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~ANTONIO PACIOS, M. S. C. • 1
} LA PASIÓN DE LA IGLESIA

(
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vez m ás olvid ado y preterido, hasta el punt o de que que ama a su padre o a. su madre más que a Mí,
en esos mismos sectores- se habla de la «muerte de no es digno de Mí; y el que ama a su hijo o a su
Dios», no todavía en el sentido de- qu-e se niegue_ su _ hija más que a Mí,' no es digno de MÍ» (Mt. 10,35-
existencia ·-también a eso se llegará-, _sino, por 37) ; «Si alguno viene a Mí, y no odia a su padre,
ahora, en el sentido de qu e se niega su presencia y a su madre, y a su esposa, y a ~sus hijos, y her~
activa en nuestra propia existencia, A Ue h abría de manos y hermanas, e incluso a su propia alma, no
discuqir al margen de EL puede ser mi discípulo» (Le. 14,26.27); «Y todo el
que abandonare casa, o hermanos, o hermanas, o
Bastaría, para destruir este error, recordar lo
padre o madre, o esposa, o hijos, o campos, por
que dijimos de que no e~iste ni puede' existir ver-
causa, mía, recibirá el céntuplo, y poseerá la vida
dadero amor al prójimo que no proceda.. del amor
eterna» (Mt. 19,_29).
tenido a Diós·. Per o dada la importancia del. t ema
para la vida cristiana, indicaremos sumari~ente ' Y no sólo exige Jesús un amor tan intenso, con-
aquí 1~ importancia y necesidad primaria del amor trapuesto al debido al prójimo, aún el más vincu-
a Dios, cual consta por el Evangeli~, los Sacramen- lado a nosotros;¡ sino que nos advierte que el cum-
tos y la Misa. 1 plimiento de sus preceptos, y en especial de su gran
precepto del amor fraterno, ha de derivar y sólo
111• En el Evangelio se nos pone como primero y -
_principal mandamiento «amarás a Dios con- ~odo tu puede derivar del amor que a Jesús mismo profese- 1

corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas,_ mos: «Si alguno me -ama, guardará mi palabra.. . el
1-
con toda tu alma» ; quien pretendiere que basta amar que' no me ama, no guarda mis palabras» (Juan 14,
al prójimo, con olvido de Dios,- f~lta al primero y 23.24); «Mandamiento nuevo os doy: que os améis
principal mahdamiento del Señor. . unos a otros como Yo os amé» (Juan 1~,34): -man-
damiento evidentemente imposible de cumplir si uno
Jesús mismo contrapone el amor al prójimo con _ no t~ne la vista fija en Jesús para conocer cómo
el amor que a El le debemos, y nos asegura que el ama El e imitar su amor.
amor directo a El debe superar a todo otro· amor:
«Vine a separar al hombre contra su padre, y ,a la Finalmente, nos asegura la imposibilidad de dar 1

hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; fruto alguno -y menos fruto de amor al prójimo--,
y los enemigos~ del hombre serán''~us familiares. El si no estamos~ directamente unidos a El: «Permane-

-128- -129-
; (

J.
---· -~ ---
ANTONIO PACIOS, M. S. C.
LA PASIÓN DE LA IGLESIA

ced en Mí y Yo en vosotros. Como el sarmiento no réntesíS toda esa parte tan importante de la reve-
puede hacer fruto de sí mismo, si no permaneciera lación, para sustituirla por sus propias opiniones per-
en la cepa, así tampoco vosotros, si no permanecie- 1-
sonales, por la necedad de su sabiduría humana. N o
¡
reis en Mí. Y o soy la cepa, vosotros los sarmientos; podemos aducir aquí ni <Siquiera una muestra de esos
quien permanece ~n Mí, y Yo en él, ése hace mucho 1 textos, que por lo demás son de todos conocidos.
fruto; porque sin Mí nada podéis hacer» (Juan 15,
Pasemos ahora a lo que es 1a vida del cristiano.
4.5). '
Esta viene informada principalmente por los sacra-
Por eso, quien se dejare engañar por la insidia ; mentos y por el sacrificio eucarístico, que es la ora-
de otros fingiendo amor sin pa.sar por El, que es la ción pública por excelencia.
puerta, son salteadores y ladrones, que no buscan
Ahora bien, todos los sacramentos mir:an direc-
más que destruir y matar (Juan 10,1.70). Por eso
tamente a Dios, a la unión con él, y sólo indirecta-
nos inculca: «Permaneced en mi amor» (Juan 15, 9).
mente, derivadamente, al prójimo.
Por eso, quien se dejare engañar por la insidia del
amor laico, muestra haber perdido ya la fe, no ser El bautismo, en virtud de la misma fo,r ma con
cristiano, aunque él se crea tal. Mas quien conserva que se administra _:_«en el nombre del Padre, y del
'1 Hijo, y del Espíritu Santo»- nos cons,a gra directa-
la fe ansiará poder verdaderamente decir con San
Pablo: «Para mí, Cristo es mi vida, y el morir (para mente a Dios, de quien nos hace hijos -Y sería ver-
r eunirme con El) verdadera ganancia» (Filip. 1,21); '
¡
daderamente monstruo el hijo que se olvidara, o cre-
«Ya no soy yo quien vivo, sino que es Cristo quien yera no era importante amar a sus padres y tratar
vive en mi» (Gal. 2,20); «Todo lo he reputado como con ellos-. La confirmación confirma y robustece los
pérdida, y lo juzgo como. basura, para ganar a Cris- efectos del bautismo. La penitencia o confesión nos
to » (Filip. 3,8). reconcilia con Dios, reintegrándonos a su amistad
cuando la hemos perdido, o robusteciéndola cuando
Recordemos también la insistencia con que en se ha debilitado. La comunión eucarística, por mu-
todo el Nuevo Testamento se nos insiste en -la ne- cho que hoy se la pondere como comunión entre her-
cesidad de la oración . ~Y de la oración continua-, manos, es ante todo y sobre todo comunión con eris-
que es trato directo con Dios. Quien sostiene bastar to, unión con Cristo, que sería una monstruosidad
con el amor laico fraterno ha de poner entre pa- si no la presidiere el amor a ese mismo Cristo; y

-130- -131-
1:
/
. "~
..

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA


1
sólo en cuanto nos' une a Cristo nos une también a es una reunión de hermanos, hijos de un mismo Pa-
los hermanos, miembros de Cristo. La ordenación dre, que se reúne precisamente para honrar a ese
sacerdotal consagra al sacerdote primariamente para Padre -no para abanicarse mutuamente--, para im-
dedicarse a las cosas que pertenecen a Dios, aunque plorar de El cuantas gracias y bienes necesitan, para
con ello sirv.a a los hombres: «Todo sacerdote to- esperarlo todo de El y confesar que todo lo han de
mado de entre los hombres, se constituye para re- recibir de El; y se sienten unidos como hijos suyos,
presentar a los hombres en las 'cosas que miran a precisamente por la presencia del Hijo natural Cris-
Dios, para que ofrezca dones y ·sacrificios por los to Jesús, por quien hacen todas sus súplicas, y de
pecados» (Hebr. 5,1), de modo que el sacerdote quien participan la filiación y la hermandad al re-
que se dé a los hombres y a sus intereses tempora- cibirle, tras haberles ganado el mismo Cristo la po-
les, olvidándose, o dando como secundario el trato sibilidad y facilidad de esa participación con su sa-
con Dios y su servicio, ni cumple con su saceDiocio / crificio.
ni hace, como sacerdote, bien l'+lguno a los hombres:
ha hecho fracasar su Órdenación sacerdotaL La ex- En primer lugar, casi toda la Misa es un colo-
tremaunción nos unge como víctimas que, unidas qmo directo con el Padre celestial, a quien se pide
a Jesús por la muerte, Jlan de glorificar al Padre 1 todo, de quien se espera todo. Nunca se pide, ni se
como Jesús le glorificó en su muerte. Y el mismo espera nada de los hombres; parece como si los hom-
matrimonio, aparentemente el más humano· de los bres · no contaran en la santa misa, si no es para
sacramentos, es, precisamente, sacramento en cuan- ser meros objetos de misericordia y de la bondad d~­
to consagra a los contrayentes para que copien la vina, o para exhortarlos brevemente, de manera ala-
unión de Cristo y 1a Iglesia en sus relaciones de amor da, a echarse en br:azos de Dioo, no en brazos de los
'
y fecundidad, copia que sería imposible de ejecutar ' hombres - «El Señor esté con vosotros. -Levante-
si no tuviera fija su mirada en el amor de Cristo mos el corazón. -Demos gracias al Señor nuestro
para imitarle. Dios. -La bendición de Dios todopoderoso, Padre,
e Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
Respecto al sacrificio eucarístico o S;mta Misa,
aunque hoy sea tan frecuente destacar casi exclu- -'-Id en paz».
sivamente su asp~cto de reunión fraternal, no es Y en las partes variables: las lectuPas son de pa-
éste el aspecto exclusivo, ni siquiera el principal: labra de Dios, para escucharla y procurar cumplir·

-132- -133-
1 '·

ANTONIO PACIO S, 1\I. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

la, no de palabras de los hombres; las oraciones son temeré ... '? Sé refugio de los pobres en la tribulación ...
todas dirigidas a Dios, por medio de su Hijo Jesu- Alumbra mis ojos ... Escucha mi voz ..._Vuélvete a mi-
Cristo -ni una sola súplica a los hombres, sino por rarnos ... Una sola cosa pedí: habitar en la casa del
los hombres-; y los diversos fragmentos de him- Señor todos los días de mi vida ... El Señor es la for-
nos -introito, gradual, ofertorio, comunión- son taleza de su pueblo... Afianza mis pasos, -para que no
siempFe un clamor del alma a Dios, nunca una orien- vacilen mis pies ... Dios dará a su pueblo unidad, va-
tación del alma hacia los demás hombres. lor y fortaleza ... Da paz, Señor, a los que en Ti es-
peran... Todos tienen los ojos puestos en T'i, Señor,
De éstos nada se espera. Casi parece que tam-
y tú los alimentas ... ». Todo se pide a Dios, todo se
poco nada se les debe; todo se debe a Dios, todo se
espera de El, y el alma no sabe si no es volverse a El.
espera de El. Ponerse a bien con Dios es lo que res-
pira toda la liturgia de la Misa, porque de estar bien El que quiera contentarse con amar al prójimo
con El se seguirá de necesidad que, por nuestra par- olvidándose de Dios, ha de renunciar a la Misa, a
te, estemos bien con los hombres, los amemos como los Sacramentos, a la comunión, a la oración, ha de
los ama el Padre, nos sacrifiquemos por ellos como mutilar el Evangelio; ha de rechazar el primero y
se sacrificó Cristo. principal mandamiento de los dos a que redujo la
Ley Jesús. Tras todas esas renuncias y apostasías,
Recorra cada uno esas partes variables de to- podrá llamarse, o podrán algunos llamarlo, cristia-
dos los domingos del año, y se maravillará de la no; pero ciertamente no lo es; y, además, ya no ama-
necedad y osadía de los que piensan que el cristiano

r
1'
puede olvidarse de Dios, bastándole amar al próji-
mo. Baste una muestra del tiempo de después de
Pentecostés: «Te amaré, Señor, fortale2la mía... Se- \
rá al prójilno.

ñor y Dios mío, en Ti he esperado, sálvame de todos


1' mis perseguidores, y líbrame... Cantaré al Señor,
bienhechor mío... A Ti, Señor, levanté mi alma; Dios
mío, en Ti confío... Esperen en Ti cuantos ~onocen
tu nombre, porque no abandonas a los que t_e bus-
can... El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién

-134- -135-
/

CAPÍTULO XIV

't
EL P ANTEISMO QUE· DESEMBOCA
EN -EL ANTICRISTO 1

«Seréis como dioses » (Gén. 3,5).


El error que inficiona a grandes sectores de ca-
tólicos hoy día es un panteísmo, no por larvado me-
nos real. Se introduce en ellos disimuladamente, bajo
el signo del amor laico filantrópico, porque de otro
modo no podría engañarles, al conservar aún la fe.
-Pero se hará cada vez más manifiesto, a medida que
esa fe se vaya destruyendo, corroyendo.
- Interesa, por lo mismo, desenmascararlo pronto,
si se quiere proteger la fe de los incautos..
La religión tiene como término último a Dios;
es la relación del hombre con Dios, de la cre~tura
racional con su Creador.
/

Si se pone como término de la religión -práctica-


mep.te exclusivo el hombre, si su verdadera y única
manifestación auténtica es el amor al hombre en sí,

1 .
-137-

-~- ... ...,..~


-
-'

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

prescindiendo de Dios, el hombre, al ser término siente, por superior al hombre, cima de la-naturale-
de la actitud religiosa, se convierte en Dios. Y ése za y verdadero objeto de adoración, como instigador
es el espectáculo cada vez más amplio al que estamos de sus desvios, ya que los ángeles no quieren ser
asistiendo. adorados, y así no le disputarán es honor.
Añádase que el olvido y la precisión de Dios lleva La tentación panteísta es muy antigua: es hala-
inexorablemente a su negación como algo innecesario gador sentirse Dios; parece que ya fue la tentación
y que estorba. Negado Di<;>s y su creación, no queda que sedujo a nuestro primer padre. Su base es el
más realidad que la natumleza, principio y honta- orgullo, que primero niega a Dios para rechazar toda
nar de todo, verdadero objeto de nuestra adoración. sujeción; pero luego se afirma Dios a sí mismo, para
Y como en la naturaleza, según vimos estrechamen- dominar, o creer dominar todo lo demás.
te vinculada e interdependiente entre sí, la cima la
ocupa el hombre, es éste el que · acaba por conside- Negada la creación, y con ella la existencia de
rarse como verdadero Dios, el término a cuyo pro- un Dios transcendente, le es fácil a ese orgullo hu-
greso y desarrollo se ordena todo cuanto existe, que mano identificar todas las cosas, para luego sentir-
en el hombre ha alcanzado la cima de sus realiza- se cabeza rectora de todas ellas.
ciones. Ese es el proceso de todo panteísmo, tanto si es
Es verdad que existen naturalezas superiores materialista, como si es idealista o espiritual. Ea el
-ángeles y demonios-; ellas parece habrían de ser primero, el hombre panteísta se siente cima y cabe-
el término de nuestra adoración. Pero como no son za de la evolución de la materia increada, como si
perceptibles por la experiencia-sensible, es fácil su- él fuera a la vez el término de toda la actividad crea-
primirlas por la negación. De ahí que observemos da y hubiera de ser en adelante su rector y dirigen-
con qué frecuencia se pone en duda primero la exis- --te. En el segundo, el hombre panteísta se siente como
. tencia de esas naturalezas -que la revelación divina ser único, que crea a su arbitrio los mundos y las
nos testifica-, y con qué facilidad se las niega des- ' cosas con sólo su pensamiento, ya que nada tiene
pués: su admisión estorbaría la adoración del hom- realida~ sino en cuanto él lo piensa, y todo se des-
bre. Y el demonio queda encantado, porque siendo - - truye con que deje de pensarlo: todo es proyecció~
él quien por odio a Dios instiga este proceSo, se de la mente del hombre.

-138- l -139-
1:
!

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

1
r
Pero el proceso psicológico panteísta tropieza con naturalmente las que escriban y hablen- son y se
sienten panteístas. Por eso podríamos decir' que el
r
una gran dificultad: la experiencia de la irreducti-
ble limitacióñ y miseria. de la creatura racional dél panteísmo, hasta hoy, ha sido inofensivo, causando :
hombre concreto. Es por ella difícil mantener la per- la ruina de quienes lo profesan, pero sin perjudicar
suasión constante de que uno es el centro, término, a los demás. Que un filósofo, o un místíco natural,
finalidad y rector de todo cuanto existe. Por eso el se sienta Dios, y crea que todo es proyección suya,
panteí~ smo ha sido siempre fenómeno de muy esca- no conmueve ni cambia la vida de los demás hom-
sas minorías. Minorías que sólo pueden llegar a esa 1· bres, que a lo sumo los compadecen, como raros o
actitud tras una severa ascesis que les desvincule en locos.
gran parte de la experiencia externa, y les haga sen- Mas el panteísmo de hoy, el que domina el mun-
tir experiencias profundas intimas, entre ellas la de do, no se basa principalmente en el ascetismo y la
la propia espiritualidad, inmortalidad e independen- concentración interior que busca el dominio de sí
cia raüical del ser humano de cuanto le rodea -in- mi_smo para sentirse Absoluto, sino principalmente
dependencia que todo cristiano sabe y conoce por su -aunque no exclusivamente-- en el an.sia de poder
fe-. Cuando se llega a esa eXperiencia, y el hombre y de dominio, en el endiosamiento, que produce la
en su orgullo rechaza la sumisión a Dios, cae de ver- posesión de las grandes riquezas. Estos, tomando
dad y con toda facilidad psicológica en el pantesísmo, los presupuestos ideológicos de sus predecesores
-especialmente de la Cábala-, no se contentan con
en creer el Absoluto, Dios. Por eso todos los misti-
sentirse en sí mismos dioses, meciéndose en sus sue-
cismos no teístas acaban cayendo en el panteísmo.
. 1', ' ')
ños: faltos de la profunda experiencia que hubieran
Pero es una ascesis difícil, y siempre de pocos; 1 de provocarles el ascettsmo y la concentración inte-
y aún son menos loo que unan a ella un orgullo total; rior, ese sentimiento no puede satisfacerles. Por ello,
y como ambas cosas se requieren para sentirse Dios, para sentirse de verdad dioses, se ven impelidos a
1 el panteísmo ha sido siempre actitud de pocos, in- adquirir el dominio despótico de todo lo creado, es-
cluso en aquellos países y religiones que pasan por - pecialmente de los amos, sustituyendo al verdadero
ser el centro del panteísmo, cual sucede con el hin- .Amo que es el Creador.
11
1
duísmo, budismo y taoísmo: el pueblo es ahí tam- Para ello hay que lograr que los hombres de-
bién · teísta; sólo minorías ínfimas -aunque sean jen de adorar a Dios. El medio es halagar al hom-

-140- :::-:141-
._
¡ - 1

ANTONIO ·PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA

bre, fomentando su orgullo, aprovechándose también protegido su fe, destruyendo u omitiendo cada vez
de sus intereses y concupiscencias. 1 más todo el patrimonio clásico y tradicional en la
enseñanza en que se había formado; quitar las últi-
Dada la limitación radical del individuo huma- mas resistencias a admitir un dominio humano des-
no, han desistido de predicar la divinización del hom- ,, - . pótico de esa minoría regente destruyendo los últi-
bre individual. Pero esas limitaciones se disimulan mos ~estos de nacionalismo -de sentimiento patrió-
en el conjunto de los hombres en la humanidad. El tico, nacional, local-, ~intiéndose sólo miembro
verdadero Dios es la Humanidad: un Dios que se amorfo de la humanidad; provocando la anarquía en
va haciendo, que va tomando conciencia de sí mismo
todas partes mediante las subversiones ' internas, a
cada vez más profunda, que está llamado a superar ' 11
fin de que, al llegar la hora debida y oportuna, re~
todas las limitaciones, a realizar tOdos los imposibles
~ . '
ciban como liberación de esa anarquía la esclavitud
gracias a los progresos de la ciencia y de la técni- a que quieren someterles.
ca; Dios que se ha ido realizando, a través del innu-
merables siglos de evolución, hasta alcanzar la cima Convertido así el hombre en animal, nada cos-
de la Humanidad actual, que es sólo como el co- 11'.i tará someterle a esa minoría rectora, e instigadora 1

mienzo de la realización que le espel'la.


-, I/ de cuanto pasa y sucede. La humanidad, cuya dig- '
nidad tanto se predica, y tanto se está conculcan-
Para hacer más halagüeña la aceptación de todo
. do, se hallará como rebaño de vacas o de ovejas en _
esto, se predica al hombre como centro de toda activi-
.
., dad; la religión es el servicio del hombre, procumr
manos de esa minoría, que la explotará a su gusto,
la dirigirá a su arbitrio, contentándose con darle el
su máxima felicidad en esta tierra, felicidad que se
alimento y el placer que suelen proporcionar a sus
1 describe y concibe como meramente material y tem-
1:1 animales los dueños de ellos.
poral; el amor de hombre es la suma de la verdade-
ra religión. Entonces, los que constituyen esa minoría se sen-
Simultáneamente, se despersonaliza al hombre, tirán verdaderos dioses, que invisiblemente dominan
procurando destruir su voluntad por medio de las la humanidad entera. Mientras ésta, a la que s~ se-
drogas; adormecer su espiritualidad por las como- . dujo con un espejismo de divina grandeza y de li-
didades materiales; animalizado mediante la sexua- . bertad y dignidad no basada en Dios, estará sumer-
lidad y pornografía; desarraigado de cuanto había gida . en la esclavitud más horrorosa que jamás se

-142- -143-
•f

¡
) .
ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA P~IÓN DE ·LA . I~LESJA

haya conocido, y en la adyección más inimaginable. con la que en tod~ los países van suprimiendo los
Entonces, aunque demasiado tarde, podrá verse cómo es~udios clásicos -imposibles de cultivar ·sin entrar
cuantos nos predican amor y filantropía al margen 1 en la doctrina cristiana tradicional-'-, así como el
de Jesús, no son más que salteadores que sólo bus- · abandono de la historia un poco remota de los tiem-
can destruir y matar. pos actuales, c-on lo que se logra desarraigar al hom-
'bre del ambiente en que su fe se desarrollara y cre-
~Así se entiende perfectamente cuanto está- pa-
ciera; la frecuencia con que se declaran todas las
sando, cuanto aflige y desconcierta a la misma Igle- religiones igualmente buenas, o, cuando no, se ad-
sia de Dios. Y no se maravilla uno de su coincidencia miran con la misma veneración que el cristianismo,
admirable ~n todos los puntos de la tierra, al saber lo cual equivale a declararlas todas subjetivas y' a
que todo va dirigido y provocado por las mismas ·negar la revelación; los errores, a veces solapados,
manos. muchas veces expresos, con que n~s atosiga la pren-
Recordemos, como muestra: el modernismo, sólo ... sa, sin que la Jerarquía, comprometida, intervenga
temporalmente reprimido por Pío X, que da como -lo más mínimo para orientar al fiel; la propaganda
relativas todas las definiciones dogmáticas, creación Iiasiva y a domicilio -Dios sabe por quién paga-
subjetiva del espíritu del hombre según su grado de da- de doctrinas disolventes del catolicismo, y la
1 evolución, siendo el hombre la fuente de la formula-
ción dogmática, no la revelación; la vacilación con
fac_ilidad con que los cristianos la reciberl en un afán
ecumenista y comprensivo que nada tiene que r er con
que se ha logrado muchos miren tanto los dogmas el verdadero ecumenismo, y que se opone a los ter-
como los principios morales, cual .s i fueran mudables minantes avisos del Señor sobre el evitar a los fal-
; -
-sos pastores y a los falsos profetas; el silenciamien-
y debieran adaptarse a las circunstancias mudables
humanas - cosa evidente, si la humanidad es Dios-; to de- todo cuanto supone propaganda del espíritu
la idea en tantos arraigada, y formulada, ya velada tradicion_a l cristiano y el jaleo masivo de cuanto se
y equívocame~te, ya de modo claro y desenfadado, opone innovadoramente al espíritu cristiano, hasta /
/
de que la Iglesia no habría alcanzado a definirse, a ' el punto de que quien aprecia conscientemente su fe
ser verdadera Iglesia, hastá después del Vaticano ll, ya sabe que no J debe leer libro alguno, ni- asistir a
negando con ello la asistencia divina a Ella prome- conferencia alguna, de los que la prensa haga pro-
, tida para siempre por el Señor; la rara uniformidad paganda, pues ya esto le basta para saber que/ Co- '

-144- -145-
/
ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA
' 1

rroen la fe, y por eso son alabados; la -machacone- Logrando-esto, viene la destrucción de la misma
ría con la que por todas partes se. nos intenta con- personalidad humana, para quebrar las últimas resis-
vencer de que los intereses y fines del cristianismo 1 tencias posibles que pudieran· opQnerse a que el hom-
son primariamente de orden temporal, silenciando bre adore como esclavo a esos auto-dioses, y a s'u
la esperanza del cielo -que se busca en' la felicidad_ inspirador el diablo. Piénsese en 1a difusión crecien-
de aquí abajo-, la oración, la mortificación de la ~ te, y ·cada vez mejor organizada, _univ~rsal, dé 1~
victoria de sí mismo, el sacrificio; la própagand.a pornografía' para convertir al hombre en animal; en
del amor laico, y el silenciamiento !}el amor a Dios, la autodestrucción de la voluntad por las drogas, des-
a que nos tienen ya habituados no pocos sectores /
r-
vinculando al hombre mediante ellas de todo ámbien-
eclesiásticos; la dedicación a la ·política -casi siero- te real que pudiera hacerle ver a donde camina; en
1
pre revolucionaria en un sentido meramente negati- las crisis internas, aparentemente injustificadas,
vo, que busca destruir lo existente, dejando a otros cuyo origen nadie sabe precisar, pero a las que coo-
el cuidado de sustituirlo-, y a la sociología, cual si 1peran tantos incautos por seguir la corriente, que
eso fuera la obligación del cristiano y el ,fin a que se buscan destruir, causar incomodidad y descontento,

ordenara el cristianismo; la seducción de mucho en- sin que nadie sepa qué es lo que positivamente ofre-
tre los' más significados de los católicos, a quienes cen como sustitución, si no es la _a narquía que hará
"' se ha persuadido de que cooperarán al reino de Cris- aceptar al hombre la renuncia total a su misma li-
to mediante la ambición de poder político y el amon- bertad con tal de obtener paz, · pan y tranquilidad,
tonamiento de riquezaJS, con lo que el demonio logra aunque sea de muerte.
pervertirlos no menos de lo que están los enemigos
vocacionales de la Iglesia, ya que .al proceder así Quien todo esto contempla, y ve cómo la huma-
apof)tatan de Cristo, de su ejemplo y de su doctri- -:-_ nidad -incluídos los mismos gobernantes de los más
/ '

na, que buscó la salvación de las al:rp.as por la re- poderoso~ Estados- son juguete de poderes ocul-

nuncia al poder temporal y a los bienes de la ,tierra, tos, no puede menos de pensar que el triunfo de esos-
enseñándonos a hacer nosotros lo mismo. Todo esto, ·/ __ -poderes está cercano -o al menos de que así ellos
y mucho más que hemos de omitir, busca desmoro- lo contemplan-; y que su alegría debe ser grande,
nar internamente la única fuerza que pudiera opo- deben sentirse dé verdad dioses, al ver cómo son
nerse eficazmente al mal: la Iglesia de Cristo. dueños cada vez roáis de todo, incluso de las volun-
/ '
1 -146- ,- -147- /
ANTOj'iiO PACIOS, M. S. C.

tades de los hombres, a los que rigen como a rebaño


de animales o como a piara de cerdos. Y seguramen-
te 6reen cercano ya el momento de abandonar su in- CAPÍTULO XV
visibilidad -adoración ocUlta no puede satisfacer-
les-, para m~strarse al mundo tal cual son, Y exi-
girle adoración.
1 '
LA ADORACION DEL ANTICRISTO
Y LA GRAN PERSECUCION

El Señor no vendrá por segunda vez -en gloria-::


hasta que $<haya sobrevivido primero la apostasía,
y· se haya luego revelado o manifestado el hombre
. del- pecado, el hijo de la perdición, el que resiste y
blasfemamente se •
levanta contra todo
1
lo que signi-
fique Dios, o adoración de Dios, de modo que hasta
-negue a sentarse en el templo de 'Dios, mostrándo-
. se a sí mismo como si fuera Dios... Entonces se re-
velará o manifestará aquel inicuo, al que el Señor
Jesús dará muerte con el aliento de su boca, y lo
destruirá con el resplandor de su venida. Y la veni-
da (de ese Inicuo) será sellada y avaladá por la ope-
racióljl de Satanás, en toda manifestación de poder,
· y con milagros y prodigios engañosbs, y en toda se-
ducCión de· iniquidad,- eficaz para cuantos perecen,
por no haber recibido en sí el amor de la verdad,
que debía hacerles salvos. Y por eso les entregará
Dios a la obra del érror, para que crean a la menti-

-148-
-- -
/
LA PASIÓN DE LA IGLESIA
ANTONIO PACIOS, l\1. S. C.

no pueda ser controlado ni por los mismos que lo


ra, y sean 'juzgados todos c~antos, en vez de creer
desencadenaron, en el Anticristo, el hombre de ini-
a la verdad, consistieron en la iniquidad» (2 Tesal.
quidad, en quien el demonio se habrá como encarna-
2,3.4.8-12). 1 \
do, pa~a _sentirse en él y por éJ adorado -sueño cuyo
1

«Sabéis que el día del Señor vendrá como ladrÓn cumplimiento tanto ansiara el demonio desde su re-
en medio de la noche; cuando hablaren de paz y se- beldía primera.
gúridad, entonces les sobrevendrá ruina repentina, Las naci0nes habrán cesado, y todo el mundo for-
cual dolor a la preñada, y no podrán escapar. Mas mará u~ solo imperio, bajo el Hombre de iniquidad,
Nosotros, hermanos, no estáis en tinieblas para que con capital en Jerusalén. Su triunfo será breve -tres
·aquel día os pueda sorprender como ladrón; pues años ,Y med~o (Apoc. 13,5), quizá menos, porque
todos vosotros sois\ hijos de la luz e hijos del día; no sus dias seran abreviados por amor de los elegidos
pertenecemos a la noche, ni a las tinieblas; por lo (Mt. 24,22)-; pero su triunfo parecerá · casi ab-
mismo, no nos durmamos· como los demás, antes es- soluto, hasta que el mismo Cristo reperitinament~ lo
temos vigilantes y sobrios... revestidos de la coraza des:ruya, a él. y a todos sus secuaces, en su segunda
de la fe y de la caridad, y del casco de la esperanza vemda, para, rmplantar su propio reino eterno, qui-
i de salvación» (1 Tes al., 4,2-7.8) . tados Y~ ~e el to~os los males y escándalos, separa-
La misión encomendada por Satanás a la mino- da_la cizana y aligado el demonio, para que no se-
ría rectora panteísta que acabamos de describir es duzca más a los, hombres. .
provocar la apostasía maJSiva que ha de preceder y , Pero en tan~o, aunque por breve tiempo, el pan-
preparar el triu~o del Anticristo. teiSmo parecera haber triunfado. El hombre será
, Mientras la provocan y desencadenan, se sienten adorado: un solo hombre, el hombre de iniquidad,
dioses. Pero la divinidad es exclusiva: ningún dios en quien Satanás habita y es adorado; todo el resto
tolera fácilmente a otros. q!J.e le hagan sombra. Por de la humanidad parecerá haberse identificado a él
eso, esos ·poderes, aliados para provoca,r la común ; c?~o miembros suyos, manifestación suya, proyec~
apostasía, se irán reduciendo cada vez más, ~a me- ' -/ cion suya, esclavos suyos.
dida que ésta ~riunfa, a un número menor. Hastá/
Pero no todos lo aceptarán, ni será completa la
que, finalmente, se concentre todo el poder, cuando
apostasía. Ya desde ahora, a medida que ésta se
la apÓstasía sea suficiente, y el desorden creado ya

-151-
:- 150-
,_ .

)
' '
ANTONIO .PACIOS, M. -s. C. LA -!ASIÓN DE LA IGLESIA
\

produce, son cada vez más los que s,e po~en en con- jaciones del, poder del mundo, se muestren insufi-
tacto con la verdad de Cristo, segun vunos al ha- cientes para apartarlos de Cristo, ni aun para dis-
1
-blar del fermento; para destruir la fe ~ Cristo, hay 1 minuir •SU eficaCia transformadora de cuanto les ro-
que hablar de él, aunque sea para diso~erlo ep los dea, se arrojará-la máscara del irenismo y de la· to-
corazones de los hombres. Y ante ese contactó, todas lerancia de que hoy tanto se blasona, y empezara la
las almas de buena voluntad, las ovejas que Dios co- persecución más dura, más cruel, más metódica, que
noce como suyas, oirán su voz, y se a~parán bajo . jamás haya padecido la Iglesia, que nunca haya ame-
- . su bandera, se entregarán a su amor. Serán los ~an­ nazado al creyente; será la verdadera pasión de la
tos de los últimos tiempos, obligados a la santidad j/
Iglesia, así como de sus miembros, para imitar la de
\ heroica por las mismas circunstancias que hacen su -, su divino Fundador, para así poder participar de su
fe tan difícil, que sólo el h eroísmo puede .salvarla. -· .. :\ triunfo; martirio silenciado, del que no podrá escri- .
y ese número irá engrosando; a medida que se b~~se nit quiz~ aun hablarse; martirio al que se añ~di­
multiplique la apostasía de quienes parecían hijos ra el oprobio de toda calumnia y , difamación que
de Dios y no lo eran, engrosará el número de quie- 1
habrá de soportar en silencio, imitando el silencio de
nes acudan, por la buena disposición radical de su Cristo en su pasión. Pero también marti:tj.o- que se-
voluntad, que amaba la verdad, aunque hasta ahora ñalará . la ruiria del imperio del mal en el mundo.
la desconociera, a convertirse en hijos de Dios. Durante esa· persecución se iniciara, y en ella se
Bien que cada día más numerosos, no lo pare- ~onsumará, no sólo la conversión de los hijos de Is-
cerán, porque estarán como aislados, sin pod~r ha- rael, que aún hayan -conservado sustanci almente la
cerse oír, ya que, ~egún vimos, todos los medios de fe tradicional de sus padres -y que no podrán so-
comunicación pública estarán cada vez má~ en manos _ portar la adoración de lá creatura que- se les quiere
del maligno. Pero su eficacia sobren-atural n? p~r imponer por la fuerza-, ~ino también la de todos
eso será menor, ni menos notable para la mmona , los hijos de Dios, que desde los confines de la tierra
dirigente la transformación que obralJ en la masa, -oirán la voz de su Pastor: «Y oirán mi voz, y se hará
que ellos ya casi creían asimilada. - - un solo rebaño y un solo pM'tOr» ; cada' martirio
,y cuando el aislamiento, la conmiseración de que nuevo es una llamada eficaz para esos hijos, que les
se les haga objeto, el -desprecio, y toda serie ' de ve- manifiesta y hace oír la voz de Dios.

.,.-- 152 ~

' r
1

ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA


1

1
y ese número, contra todo, lo que p.udiera ha- amor a l~s elegidos no se abreviarán aquellos días
cer suponer la apostasía manifiesta, será inconmen- ningún cr eyente salvaría la vida (Mt. 24,22) ; ali-
surablemente grande: doce mil de cada una de las. mento y bebida les ser¡i negado, si no aceptan el
doce tribus de Israel -número determinado por el sello del Hombre de iniquidad, si no le adoran como
indeterminado, para seguir el simbolismo de las do·ce a, Dios; la presión será tanta, que hasta los elegidos,
tribus; pero número que nos parece -demostrar que si posible fuera -;;-pero no lo es-, acabarían sucum-
tan sólo sé convertirán los israelitas que conserven biendo en su fe. Cual sucedió en la Pas_ión de Cristo,
su fe en Dios, no los que la han perdido por odiar es el desahogo de toda la rabia de Satanás contra
a la verdad: el Israel de Dios es el creyente--; Y Cristo y sus seguidores, porque sabe el poca tiempo
mía muchedumbre incalculable de todos los pueblos, que le queda, y que su derrota total es inminente.
razas y lenguas (Apoc. 6,4-10). En esa verdadera locura de furor y crueldad per-
secutorios, se consumará, por la eficacia del marti-
Esé será el fruto maravilloso de la pasión de la rio y de la sangre derramada -no olvidemos que
· Iglesia y de sus miembros: la reunión de todos los ,·:::.· -- «Sin efusión de sangre no hay redención» (Hebr. 9,
creyentes en un solo rebaño, bajo un solo pastor, 22)-, el número de los santos llamados al reino de
para participar en el reino del amor, en el.reino ~el Dios, integrándose a Cristo cuantos aman la verdad,
Corazón de Cristo; reino de verdad y de VIda, remo - unidos a El como un solo rebaño, ¡a por siempre
de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor separado de quienes a esa verdad odian y persiguen,
y _de paz; reino eterno y universal, que nuestro _Re- por haber buscado su gloria y no la de Dios.
dentor entregará a su Padre, estándole/ ya sometidas
a El pór el amor todas las creaturas (Prefacio de
Cristo Rey) .
La ·p ersecución arreciará increíblemente cuando,
desaparecidas las · naciones, el Anticristo domine ya
todo el mundo -Y dichosos los países que sean los
últimos por él -dominados, porque no podrá corrom-
per en ellos la fe de tantos, por carecer de tiempo
para pervertirlos:__, Tan terrible será, que si por

-154 - -155-
1 '

)
CAPÍTULO XVI

'

DISPOSICION DEL MARTIRIO

«No temáis a quieneS dan muerte al cuerpo, mas


no pueden\ dar muerte al alma... ¿No se venden aos
J gorriones por unos pocos céntimos? y, sin embarg&,
1
/ no cae uno de ello~ a tierra sin el permiso de vues-
tro · Padre. Todos los cabellos de vuestra cabeza es-
. tán contados; no temáis, pues, que más valéis vosO-
tros' que muchos pajarillos. Todo el que me confesa-
re; ante los hombres, lo confesaré Yo delante de mi
Padre,
. que está en los -cielos. Mas a quien
/ .
me · ne-
gare ante los hombres, también Yo le negaré ante
mi Padr€(, que está en lo~ cielos» (Mt. 10,28-33; Le.
12,5-9).
«Seréis entregados por vuestros propios padres,
y hermanos, y parientes, y amigos, y a muchos de
vosotros matarán, y a causa de mi nombre, seréis
odiados por todos, y ni un solo cabello de vuestra
cabeza perecerá. En vuestra paciencia poseeréis
' 'Vuestras almas» (Le. 21,16-19). /

-157-

¡
f
1 1

ANTONIO PACIOS, M. S. C. 1 LA PASIÓN DE LA IGLESIA

do les odió, porque no son del mundo como tampo-


Toda la propaganda y el ambiente J?Ode~no tien-
co Yo soy del mundo» (Juan 17, 14).'
de a hacer olvidar al creyente del martirio, como
si fuera cosa de tiempos pasados; el hombJ;e adulto Mientras el cristiano se mantenga como fiel dis-
de hoy sabrá c<:;'n" vivir cada vez más y mejor con los cípulo de Cristo, será odiado y perseguido por el
demás, de cualquier religión o creencia que sean; el m~ndo; la ausencia de esta persecución y de este
tiempo de las oposiciones religiosas habría pasado od10 ~~ ~emostraría más que una cosa: que no so-
para siempre, en un clima de fraternidad universal, mos cnstianos.
de libertad religiosa para todos; los martirios por Y esa persecución no viene por terquedad nues-
los que ha pasado la historia de la Iglesia serían una ~ra culpable, sino por el odio sin motivo con que el
triste página que habría de olvidarse, por ser fruto ~undo odia a Cristo (Juan 15,25). Por eso la mayor
de la inmadurez de los hombres, tanto de los cre- dw~~ del cristiano es el ser perseguido: '«Dichosos
yentes como de los no creyentes, pues no deja de su- sere1~ cua~~o os mald~jeren, y os persiguieren, y con
gerirse que la culpa de esos martirios no estuvo m~ m;nbra diJeren de vosotros todo mal, por culpa
nos en la intolerancia intransigente de los martiri-_ m1a; alegraos y regocijaos, porque vuestra recom-
zados que en la crueldad de los martirizadores. pensa es grande en los cielos, pues así persiguieron
_El cristiano está prevenido contra este ~bien­ a los profetas que fueron antes de vosotros » (Mt 5
te por la misma palabra de Cristo, si quiere es~uchar­ 11.12). . '
la y preferirla a las seducciones de los hombres: «No
es el discípulo más que el Maestro; si a mí me per-
. Por eso Jesús mismo nos ' exhorta al m~rtiri"~~
1
mas, n~ lo exige, llegado el caso, como heroísmo
siguieron, también os perseguirán a vosotros » ( Juan necesano para nuestra misma salvación (Mt. 10 28-
15,20): «Si el mundo os odia, sabed que primero 33); Y -el mismo Jesús nos previno cuán frecu~nte
me odió a Mí; si fueseis del mundo, el mundo ama- sena ese caso en la persecución de los tiempos fi-
ría lo que era suyo; mas como no sois del mundo, nales.
sino que Y o os elegí del mundo, por eso el mundo
os odia» (Juan 15,18.19) ; «En el mundo padece- . ~s, pór lo mismo, urgente, prepararse al marti-
réis apreturas; mas confiad, Yo he .vencido al mun- _no._Tanto -~1 martirio incruento del -desprecio, odio
do;-(Juan 16,33); «Yo les di tu palabra, y el mun- y perescucwn del mundo por seguir , fieles a e ns. t o,
-159-
-158-

1 . - - - --.,..,..
- ..
'r 1

\ LA PASIÓN DE LA IGLESIA
1\ ANTONIO PACIOS, M. S. C.

Lo segundo es la certeza en fe de la absoluta om-


y de las privaciones -Y aislamiento a que por esa fi-
1.: ni~otencia de Dios, que me ama como Padre, y de
delidad se nos someterá -martirio que necesari:¡¡.-
Cn.s to, que murió por mí -«todo poder me ha sido
mente- alcanza a todo verdadero disdpulo de Ct;s~o,
dado en el cielo y en la tierra»- . Aunque parezca-
pues es eY .sello que acompáña su ~~tenticidad-,
mos ser juguete del munQ.o y del demonio eso es
como al martirio sangriento, si y para cuando llega•
sólo en · apariencia: ni un solo cabello de nu:stra ca-
re, amando /de tal modo a Cristo que estemos , dis-
beza podrán arrancarnos si nuestro Padre celestiai
puestos a renunciar a la vida, a los _efectos, a todo
no se lo permite. Y amándonos como nos ama, hasta
bien, por mantenernos a El adheridos. - '
dar a su Hijo por nosotros, no permitirá nos inflijan
-Hay una disposición general -absolutamente dolor alguno sino en tanto en cuanto así convenga
1• eficaz para confortar y mantener fieles aun a los para nuestro bien y nuestra gloria, para nuestra asi-
más débiles y naturalmente medrosos-: el enrai- milación más plena con su Hijo.
zamiento de las tres virtudes teologales -hoy tan
olvidadas- mediante la práctica inintermitente de En esto son claras y terminantes las palabras
- , 1
- la oración amorosa. Mas de ella hablaremos mas de Jesús. Por eso no hemos de temer cuanto Íme-
dan hacernos; no nos harán sino lo que Dios les
.tarde.
deje hacernos, para lograr que nuestra dicha sea
HaY' otra preparación específica, aunque no in-
más plena. Dios, que conoce nuestra debilidad, o ro-
dependiente de la anterior, y de ella quisiéramos de-
bustecerá al que humildemente confíe en El, para
cir algo ahora. que no desfallezca en la tentación, o le ahorrar á
i
Lo primero, es afirmar la fe en el premio que aquellos sufrimientos o prueb3!s en que sabe desfa-
espera al mártir, al que confiesa a Jesús · ~nte los
1
llecería su debilidad. Por eso, el que cree la palabra
hombres, sa'Qiendo que <<nuestra tristeza se conv.er- de Jesús, no podrá temer nunca lo que los hombres
Úrá en gozo» (Juan 16,20), que «paJSa como som- puedan hacerle.
bra la figura de este mundo» (1 Cor. 7,31), y _que
Y ese cuidado no se extiende sólo a nuestra vida
Dios mismo no pueQ.e hacernos beneficio mayor que
e integridad física, sino también a cuanto nos es
coñformarnos con la pasión de Cristo; reputando
necesario en esta vida: alimento, vestido, para noso-.
todo -hasta la misma vida- como estiércol y basu-
ra con tal de alcanzar a Cristo (Filip. 3,8). trGs Y los seres queridos - «Sabe vuestro Padre ce-

- ]61-
-160-

•\
ANTONIO P .<I,CIOS, M. S. C.
LA PASIÓN DE LA IGLESIA

lestül.l que de todo eso tenéis necesidad; por eso no


a una vida infinitamente mejor y más plena. El mis-
os preocupéis de ello» (Le. 12,30; cf. Le. 12,22-24).
mo Jesús nos lo indica, al comparar ,s u encuentro
También se quita el temor por nuestros seres con el al_ma por la muerte con el parto y nacimiento:
más amados, el temor de dejarlos abandonados; sa- «La muJer, cuando pare, tiene tristeza, porque llegó
bemos que Dios cuida:r:á de ellos, sin que el odio del su hora; mas cuando ha dado a luz un niño, ya
múndo y de Satanás puedan impedirlo; y que si tam- _ no se acuerda de la angustia pasada, a causa del
bién a ellos les hiciere sufrir necesidad, no será por gozo, porque nació un hombre al mundo. Así vos-
impotencia, sino porque los ama, y sólo en cuanto otros ahora tenéis tristeza, pero de nuevo os veré
a la obra de ese amor convenga. Y sabemos que, al Y se alegrará vuestro corazón, y vuestro gozo nadi~
dejar así por Cristo, nuestros afectos más entraña- os lo arrebatará» (Juan 16,21.22).
bles, nos aseguramos que nos los devuelva todos en
la eternidad del cielo, inconmensurablemente mejo- Cu~nt~s han sido ~adres saben lo repentino de
rados (Mt. 19,29; Me. 10,28-31). e~e. olVIdo, por la fuerza del gozo y de la paz sobre-
~ment?. ¿Cuál no será el olvido que engendrará
El amor de Jesús, y la fe en El, no quita a quie- mstan~neam~n~e en el mártir, y en el que muere
nes le aman el dolor y el sufrimiento; pero sí les en grac~~· la mundación del gozo de Dios y su con-
quita todo temor: «No les temáis» (Mt. 10,26; 1 Ptr. templaczon ?: «No son condignos los sufrimientos de
3,14). Quien cree en Jesús, en su amor y en el de este mundo para el peso de eterna gloria que nos
su Padre, no hallará dificultad en dejal'lse totalmen- espera»,
. dice San Pablo (Rom . 818) , ·, «v ues t ra
te en manos de Dios: «Arroja en el Señor tu cuida- tnsteza se trocará en gozo», nos asegura Jesús
do, y El hara» (Salm. 54, 23). Y ese mismo amor (Juan 16,20).
,-
convierte en dicha el sufrimiento, corno lo c~tan las
bienaventuranzas enseñadas por Jesús. Mas dado el tem?r ante la muerte, pasemos, a
exponer en detalle como ésta no existe: cómo sólo
Pero especialmente, quitó Jesús a cuantos creen es nacimiento.
en El el temor abisal ' de la muerte. Enseñándonos
,) '
que para cuantos prestan fe a su palabra y le aman
no existe la muerte pese a todas las apariencias: sólo
existe nacimiento -y como nacimiento doloroso- \

-162-
-163-
· --
-------

~-~~-~~-
- ... '-

CAPÍTULO XVII

LA MUERTE ES NACIMIENTO, NO MUERTE

La experiencia sólo nos da a conocer el aspecto


materialmente negativo de la muerte: la pérdida, el
despojo, la privación. Mas la fe nos dice que la muer-
te no existe, que sólo hay nacimiento tránsito a una
vida mejor, indescriptiblemente más plena.
Jesús dice: Yo soy la resurrección y la vida; el
que cree en Mí, aunque hubiere muerto vivirá; y
tod,o el que vive -y cree en Mí, rw morirá jamás»
(Juan 11,25.26); «Si alguno guardare mi palabra,
jamás verá la muerte» (Juan 8,51).
Esa liberación de la muerte está estrechamente
vinculada a la recepción de Jesús Eucaristía: «Y o
soy el pan de vida: vuestros padres comieron el
maná en el desierto, y murieron; este es el pan
bajado del cielo, para que el que lo comiere no
mu~ra... si uno comiere de este pan, vivirá para
siempre... El que me come a mí VIVIra por mí...
No como vuestros padres, que comieron el maná,
y murieron: el que coma este pan, vivirá para siem-
pre» (Juan 6,48-50.52.58.59).
1
! '
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La única verdadera muerte para la Escritura es lagos a los del nacimiento, de adolescencia o inicia-
la llamada «muerte segunda» y «muerte eterna», ción, y de matrimonio, porque, como éstos, supone
pues sólo ella es despojo puro, privación absoluta. y entraña, no una disolución, sino una entrada en
Lo que comúnmente llamamos muerte, es simple una vida más plena, que, por serlo, exige lp. disolu-
tránsito a una vida mejor: «Quien guarda mi pa- ción total o parcial del modo de vida anterior más-
labra, y cree al que- me ha enviado ... , pasa de la imperfecto.
muerte a la vida» (Juan 5,24); «En la casa de mi Entre nacimiento y muerte es tal la semejanza '
Padre hay muchas mansiones... y Yo voy a prepa- que casi parece identidad.
raros un lugar... y cuando os lo hubiere preparado,
de nuevo vendré, y os llevaré conmigo, para que allí Al niño, en el seno de la madre, el na~imiento se
donde Yo estoy estéis también vosotros>> (Juan 14, le pr_e senta como muerte: como pérdida total del
2.3). De ahí que en el Diario de .Conchita -una de estado de vida en que se halla, de la seguridad en
las videntes de Garabandal-, aparece consignada, que se encuentra, de cuanto hasta el momento ha
·: consituido la fuente y el medio ambiente de su vida.
a una pregunta infantil suya, esta respuesta ·de \

Jesús, totalmente evangélica: «No se muere nunca». El despojo es total, y total la incertidumbre o igno-
rancia que el niño tiepe de lo que tras ese despojo,
La misma Iglesia llama nacimiento a lo que nos-
~ mediante ese despojo, le espera. Y, aunque luego
otros decimos muerte, y así conmemora el día de la
nada recuerde, biológicamente sufre tanto que los
muerte de los santos como «día del nacimiento >> de
sufrimientos de la madre nada son comparados a
fulano de tal (Martirologio). Creencia que expresa-
los suyos, llegando incluso a sentir verdadero ahogo
mente ratifica en ~l Prefacio de los fieles difuntos:
de muerte, cuando, perdida ya, o del todo insufi-
«Para tus fieles, Señor, la vida s.e muda, no es arre:
ciente, la respiración que de la madre recibía, aún
batada, y, de~hecha la casa de esta terrena morada,
no ha llegado a poseer la suya propia. Por eso nin-
se adquiere la eterna habitación en los cielos». Rec-
. guno nacería de su propia iniciativa, si la naturaleza
tamente expresan esa fe los cristianos, cuanqo dicen
no le constriñera y obligara a nacer.
del fiel que, según nuestra experiencia, ha muerto:
«Pasó a mejor vida». Si el niño fuese consciente en ese acto, evidente-
Y ésa es la creencia de casi todas las religiones, mente se sentiría morir. Y si en el seno materno
quedaran otros conscientes que lo vieran marcharse
que acompañan al muerto con ritos de tránsito, aná-

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entre tantas angustias y dolores, ninguno creería en mo que muere, mientras está en el tránsito, sólo
su nacimiento, sino en su muerte; ninguno le envi- co~templa lo que deja, sólo eso experimenta, aun-
diaría, todos le compadecerían. que crea en lo que va a _encontrar; sólo siente los
Mas para quienes en el mundo lo esperan, el niño - dolores de la muerte, no la alegría del nacimiento,
no muere, sino que nace; y todos esperan ese na- porque, hasta que éste tenga lugar, en encuentra
cimiento con alegría, aunque sepan los dolores por \_ todavía de esta parte. Por eso nadie se decidiría a
que pasa; saben que sólo si no naciere, verdadera- morir, es decir, a nacer, si la misma naturaleza no
mentEt morirá. Y el niño mismo, no más nacido, le obligara.
siente que no ha perdido vida alguna, sino qu~ la Mas a la otra parte, y desde el otro lado, la si-
ha cambiado y mejorado; dejando la oscuridad, se tuación es del todo diferente. Cuantos, habiéndonos
ha abierto a la luz; y a cambio de la reducida mo- amado, nos precedieron, esperan con alegría el ver-
rada, del pequeño recinto que era su ambiente vital, nos aparecer entre ellos. Y con más amor que nadie,
recibe como ambiente vital y campo de sus opera- nos espera nuestro Padre celestial, y nuestra Madre
ciones todo el universo visible. la Virgen, y Jesús nuestro Redentor, rodeados de
Todos nos estamos formando como hijos de Dios la gran familia de la Iglesia ya triunfante, en la que
en la oscuridad de la fe, en el seno de la Iglesia, y no faltarán nuestros padres, antepasados, hermanos,
en el seno de la Virgen, nuestra Madre, y Madre de amigos -todos tenemos muchos más afectos en la
la Iglesia, cuyos miembros conforma con la imagen vida futura que cuantos podamos dejar en ésta-.
de su Hijo Jesús. Cuando ya estamos formados según - Y cuando los que aquí quedan dicen: ha muerto;
la imagen de Cristo, se nos obligará a nacer. los que allí nos esperan se alegran de vernos naci-
dos; todos dirán con alegría: al fin ha nacido.
Ese nacimiento, mirado desde este lado, por los
que aún vivimos sumérgidos en el mundo de los sEm- Y especialmente sentirá esa alegría el que con-
tidos, que es nuestro ambiente vital, se nos presenta sideramos aquí muerto: ha cambiado de morada, de
necesariamente como muerte: no vemos más que el ambiente vital. Antes lo era el mundo y universo
despojo de todo lo presente, la privación, aunque la visible; ahora lo es para éi el mismo Dios, luz inac-
-fe nos certifique de la vida maravillosa que tras esto cesible, ante la cual son tiniebla todas las luces
nos espera; contemplamos los dolores de la separa- creadas a las que nuestros ojos son sensibles; Dios,
ción, y no vemos las alegrías del encuentro. El mis- que en su infinitud, supera en inmensidad al uni-

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verso visible \.-mera gotita de rocío que se avapora Con relación al nacimiento, así aparece claro
al salir el sol (Sab. 11,23)- mucho más de lo que respecto al dolor de la madre en Génesis 3,16, donde
este universo supera al claustro materri.o; sentirá
1 1'
se la castiga a dar a luz los hijos con dolor; mas '• "
que ha 1salido de una cárcel, y que sólo ahora goza si ella no hubiera •s ufrido de no haber pecado, es
de la vida verdadera: ha pasado de muerte a vida, consecuente que tampoco los hijos que tuviera su-
de oscuridad a luz. Y ni siquiera lamentará la ausen- frirían al nacer; el sufrimiento no se daba en el es-
cia del cuerpo -que un día Dios le devolverá glO-' - tado de justicia original. especto a la muerte, tam-
rificad(}--, ni lo echará de menos, como el niño ña- ' poco hubiera existido sin el pecado (Gen. 2,17; 13,
cido no echa de menos la placenta que hasta entonces 19), _aunque sí hubiera existido nacimiento a la vida
le servía de medio de comunicación con su antiguo eterna y gloriosa en Dios; seriamos supervestidos
ambiente vital; así el cuerpo le servía par~ comuni- de la inmortalidad, pero sin ser despojados o expo-
came con el universo visible, su ambiente; pero no liados (2 Cor. 5,4).
lo ·necesita para comuni~arse con Dios, su nuevo Es precisaiílente ese despojo lo que constituye
ambiente. la cara o aspecto de muerte que entraña todo na-
Por eso el cristiano no ha de temer la muerte, cimiento. N o el despojo como tal -entrañado en
/ sino más bien desearla. Los dolores que pasará al todo nacimiento-, sino el despojo antes de recibir
morir son los mismos que ya soportó al nacer; y -la vida más ple!J.a que ha de sustituir lo que se
puede, incluso, alcanzar a desvelar uñ poco la trans- pi~rde: es ese antes lo que hace la pérdida angus-
formación de vida a que la muerte le conduce, mi- tiosa.
rando la transformación natural que obró su na- El despojo hubiera existido aun en el Paraíso·
cimiento cuando niño. para ir el hombre a vivir con Dios, tendría que dejar'
El dolor y sufrimiento entrañados en esos- na- la vida terrena, separarse de cuantos amaba en la
cimientos-mlferte es natural: lo lleva consigo · el tierra, y por quienes era amado, dejar el medio sen-
despojo de todo lo anterior, que presupone el paso sible de este universo en que hasta entonces des-
a una nueva vida. Pero, de hecho, son consecuencia arrolla su actividad vital. Pero se despojaría de todo
del pecado original, ya que si éste no hubiera tenido esto atraído por la contemplación y experiencia de
lugar, Dios nos los hubiera evitado de modo preter- la vida eterna en Dios, hacia el que iba, arrastrado
natural. p~r un amor que le llenaba, no forzado, como ahora,

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por la necesidad, y sin ver o experimentar hacia . .-


esperanza de lo que vamos enseguida a recibir a
dónde se dirige. Tampoco el niño sufriría al nacer cambio de nu§lstro -despojo. Pero el dolor casi se
si antes conociera y como viera la vida que le espera convierte en alegría cuando se piensa en su finalidad.
ya nacido; él mismo nacería entonces de propia Habiéndonos Cristo redimido sobreabund~temente,
iniciativa, y no forzado. reparó con creces el pecado original y todas sus
Si me- piden cien pesetas diciéndome que más consecuencias. Así los dolores de la muerte -y lo
tarde me darán mil a cambio, me cuesta despren- mismo vale de los del nacimiento--, ya no son cas-
derme de ellas, teniendo la impresión de ser timado'; tigo del pecado original, sino gr acia concedida para
pero si sacan el billete de mil y me lo enseñan, y hacernos semejantes a Cristo, que por nosotros pa- '
mano a mano me lo cambian por el de cien, no deció y mur ió: «Seremos con El glorificados, si con ~-
tendré pena alguna en desprenderme de éste. Mas El padecemos» (Rom. 8,7).
ahora nuestro despojo es sin cambio: he de dejarlo Así el cristiano sabe en su agonía y en el dolor
todo antes de recibir nada, antes de contemplar lo de su despojo, que precisamente en ella se esté
que voy a recibir, que sólo tras el despojo se me haciendo su transformación en Cristo, se le está
dará, sólo entonces lo contemplaré, aunque cierta- dando la última mano para prepararle a su glorifi-
mente en el mismo momento del despojo me conforte cación; y que esa glorificación es mucho más plena
1

la fe y la esperanza; pero no tengo experiencia y que si Adán no pecara, porque se hace por la iden-
como sabor del objeto de ellas, y así queda el dolor ¡

tificación a Cristo, por la incorporación a El como


y la agonía del despojo. miembro, con lo que participa de su glorificación,
Si esta agonía es intensa, es también breve; no siendo su gozo el mismo gozo de su Señor, su vid ~.
más despojados de Ía vida terrena, poseeremos la -- la misma vida de Cristo, que es la Vida, con la que,
vida eterna; e incluso hay elementos despojados que precisamente al morir y en el morir, se conforma:
un día se nos devolverán transformados y mejora- «El que me come a Mí, vivirá por MÍ» (Juan 6,58).
dos·; tal el cuerpo corruptible que dejamos, que
Ya entrados en la vida, el dolor pasado lo ten-
recibiremos glorioso e incorruptible el día de la
dremos por nada: «como nada son los sufrimientos
resurrección. de esta vida con r elación a la vida futura que se
Mas el dolor no es sin consuelo. Ya hemos ha- revelará en nosotros » (Rom. 8,18). Su mismo re-
blado de la fe y esperanza que lo endulzan; fe y cuerdo se desvanecerá como un sueño: «La mujer,

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l.A PASIÓN DE l.A IGLESIA
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cuando da a luz, tiene trist~a, porque llegó su hora; ) , Entonces comprenderemos que la muerte no
mas luego que ha dado a luz ya no se acuerda de ,., existe, que no ha existido nunca; que lo que ahora
su angustia a causa del gozo que recibe ~-e haber llamamos muerte es realmente nacimiento, y el na-
dado un hombre al mundo; así vosotros estáiS ahora cimiento máJs maravilloso que jamás la creatura pu-
tristes, pero de nuevo os veré, y s? alegrará vues-- ··. diera imaginar. Entonces entenderemos que lo que
tro corazón, y ya nadie arrebatara vuestro gozo» ahora llamamos muerte es un regalo y preciosisi-
(•
(Juan 16,21.22). mo don del amor divino, no una manifestación de
La madre olvida su dolor de parto; lo mismo ~ ~- su justicia. Y nuestro canto de alabanza y de gra-
el niño los de su nacimiento. Nosotros padecemos cias por el beneficio de ese nacimiento será eter-
... Ir¡; no, porque a él deberemos haber entrado en el 1· \
congoja (Juan 16,33) mientras vivimos en_ el mundo ¡:·
una vida que en realidad es muerte contmuada; Y gozo d-el Señor, en 9ue la -vida de Dios mismo es
-! nuestra vida.
esa congoja culmina en la muerte /por la que na- j f
cemos a Jesús; pero a esa congoja suced::á. una ,¡ Hasta aquí hemos hablado del nacimiento nor-
alegría tal que nos hará olvidar todo sufrrrmento ¡ 'v mal: el niño, a su debido tiempo, nace vivo, y per-
1 !~ -
anterior. fectamente conformado para el nuevo ambiente vital
en que se inserta.
La tierra parece grande a quienes vivimos en : Pero hay también nacimientos que se apartan
ella· mas para quien partiendo de ella se adentrase
en Íos espacios siderales, se empequeñecería cada
1
r: más o menos de la norma. Son principalmente tres:
el niño nace m4erto, a todos defrauda, se le llora,
vez más; primero sería una esfera,. luego .una bola,
después un simple punto resplandeciente, fmalrp.ente
nada. Así lo que en la tierra nos -sucede nos par~ce
'
¡í y se le entierra, procurando olvidarlo. El niño nace
.,. sin estar · todavía debfdamente conformado para su
importante; pero nacidos a la eternidad,. y a medida nueva vida; se le mete en una incubadora, y se le
que nos adentramos en ella, toda la VIda presen~e ' 1: cuida hasta que adquiera el debido desarrollo para
poder vivir su nueva vida. Finalmente, puede nacer
nos parecerá un instante indivisible; y lo ~u e ma.s -'
nos maravillará es que ese instante haya sido sufi- el niño, no por la acción de las fuerzas naturales
_ que a ello le constriñen, sino por la acción quirúr-
ciente para merecernos el peso de eterna glo:ia e~
gica externa de los hombres, por operación cesárea:
que nos hallemos sumergidos; todo dolor sera olVI-
sufre menos, y no está expuesto a las deformaciones
dado, anegado en el gozo de Dios.
/
que el nacimiento normal pudiera ocasionarle.
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ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASIÓN DE LA IGLESIA


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Puede un niño nacer muerto. Y puede uno tam- nadiE~ perece, donde todos están ya segures de al-
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bién en el nacimiento a la vida eterna, que llama- canzar su formación definitiva, como hijos de Dios.
mos muerte, nacer muerto. Pero no será esto sino Y sobre esas almas qu,e están en el Purgatorio se
porque uno se niegue a recibir la vida_ en el ~o­ vuelca el cariño del Padre celestia\ 'y el cariño de
mento de morir mismo de nuestro Padre celestial, la Virgen María y de los bienaventurados, igual que
que nos ofrece, de nuestro Redentor Jesús y de la los padres y hermanos se vuelcan solícitos sobre el
Virgen María. Son hábiles, infinitamente hábiles, niño que está en la incubadora. Por eso el Purga-
para logar que to'dos salgan vivos, Sólo una cosa -torio es el lugar de la esperanza, el lugar del amor,
impide ese nacimiento vivo, y es que nuestra vo- el lugar del cariño, aunque todavía lugar de ,for-
luntad se niegue a recibir de Dios la vida eterna. mación; pero de formación de un niño ya nacido,
Por eso nadie se condena porque Dios en alquel mo- · ~perfectamente nacido, que alcanzará ahí la for-
mento le fal!e, o no le ofrezca la salvación, sino ,.¡nación plena. Y nada más alcanzarla, sagado de
porque resistiéndose libremente a ese don, Dios res- esa inc17badora, e·s tará ya en los brazos de su Papá',
peta, por amor, la decisión de su libertad. y en los de su Mamá la Virgen Maria, que tanto lo
Hay otro caso más frecuente. N os formamos ITa. querido; -cuyo rostro verá, como ve el niño no
imperfectamente hijos de Dios durante la vida, por ll_lás nacer el rostro de su madre y se alegra en él.
nuestras infidelidades y resistencias, por no dejar- Finalmente, hay el caso del martirio. El naci-
, .
nos totalmente hacer por Dios. Y Dios, que tiene miento-muerte no viene aquí desencadenado por el
prisa en que nazcamos, viendo que no acabamos de proceso natural, sino por las voluntades de los hom-
formamos totalmente, apresura ese nacimiento. El bres; pero de los hombres movidos por Dios ya que
11 1
resultado entonces es que nuestro nacimiento a la ni un solo cabello nos será arrancado sin •SU permi-
vida eterna es imperfecto, como niño no totalmente l 1' -
so. Los hombres son , sólo el instrumento, Dios.. el ci-
formado aún en el seno de su madre. Y como a 1{ .~.- rujano, Y la opera,ción la hace tan bien, que el muer-
éstos se les pone en una incubadora, para que aca- ., to-nacido sufre menos que en el nacimiento-muerte
ben de formarse, así se nos pone a nosotros enton- 1:- .--
natural, y- r~cibe de Dios-la última manó; que le con-
ces en el Purgatorio, que es la incubadora de ese focina en todo a Cristo crucificado, haciéndola pasar-
nacimiento a la vida eterna. Incubadora hecha por directamente a la visión de Dios, a su nuevo ambien-
nuestro Papá. celestial, dondé nadie muere, donde -.
":"-'-.
te vital definitivo.

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1
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ANTONIO PACIOS, M. S. C.
)_
/

.-- Por eso el martirio es un gra_n don de Dios. Y,


al soportarlo, ha de apartarse la atención d~ la du-
rezk de los instrumentos, para poneria sólo en .el Capítul9 XVIII '1
amor suaví;imo del Padre; el mártir, en su morir- ,
nacer, ya está más en Dios que en este mundo, y 3JSÍ - ,-
goza más que sufre; y lo que sufre, lo sufre Cristp
en El, y así lo conforta. '
LLAMAMIENTO UNIVERSAL A LA SANTIDAD
Un diá~ono de San Cipriano temía mucho el mar-· '
tirio -que poco después efecti;vamente soportó po~
Cristo--; ·San Cipriano se le a :pareció para confor-
«Sed perf~c_tos como vuestro Padre celeste es per-
tarlo, el diácono le preguntó: « ¿sufriste mu~h? cuan-
fecto » (Mt. 5,48) ;
do ,fe cortaron la cab~za ?» Y el santo le respondió:
\:<Entonces no se sufre nada, porque se está ya más «Velad y orad para que no caigái~ en te:ntación»-
en Dios que en el cuerpo». (Mt. 26,41). '
' ' \ t

Santa Perpetua gemía de dolor al dar a luz ·en. · _, .La santidad ' es el heroísmO' en las virtudes, en _,
la cárcel; el guardián le preguntó: « ¿cómo soporta- ' 1
la caridad. Cuando el ambiente que nos rodea es fa-
rás el martirio si ahora te quejas de estos dolares? » vorable a la vida cristiana, no se requiere gran es-
Y ella respondió: «Ahora sufro yo, pero entonces 1 ' fuerzo para mantener una felicidad mediocre. Me-
tsufrirá Cristo en MÍ». Y, efectivamente, soportó· el ....-d iocridad de la que muchas veces no S?-limos hasta
martirio sin queja alguna. el momento de Iá muerte, por más que Dios nos pro-
) Como en la operación cesárea es !a .madre quien voq~e e incite con su gracia. Mas en períodos. de cri-
·carga con el dolor y sufrimientÓs qu'e habría -de te- sis como el actual, acaba no habiendo medio entre
ner el liijo, a~í en el ma~irio es Cristo- y la Virgen santidad y apost3isía: o uno se decide, con la ayu ·
- 1
·nuestra Madre quien llevan nuestra parte de dolor.. . da 'de Dios¡ al heroísmo, o bien apostata y pierde
Por eso el martirio, s-iendo la· muerte más cruel para . su fe.
quien lo mira_ desde fuera, es el nacimiento ~ás
._ Es el gran beneficio que Dios
- nos hace; muchos,
'dulce para quien lo mira desde Cristo, que conforta ~ ~

aunque débil~s y · flacos, de ningún modo quer emos


y asiste al mártir.
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/ ANTONIO PACIOS, M. S. C. :f:A , PASIÓN DE LA IGLESIA

'p erder la fe, ni apostatar; Dios nos obliga enton- Heroísmo para amar a· Dios, cuando sistemáti-
ces, ~os pone en la necesidad- de buscar la santidad, camente se le silen~ia para sustituirlo pór el hombre.
como único medio de preservar nuestra fe. Si mu- Heroísmo para ser casto ante la inu~dación de
c4os apostatan, muchos que_jamás hubieran pa.Sado , _ la propaganda pornográfica, que quiere hacernos ver
de la mediocridad llegarán al- heroísmo. Por eso San · como complemento perfectivo de la naturaleza hu-
Agustín nos . dice en su Ciudad de Dios, que la ~ana precisamente lo que Dios prohit?ió.
Iglesia tendrá, en los últimos tiempos de la persecu- _,.
ción del Anticristo, los más grandes ¡;antos de toda
su historia.
1
Cada vez más, el cristiano no tendrá otra alter-
1 Heroísmo para mantener sin vacilaciones la fe
recibida, .cuando por todas partes se suscitan dudas
· e interí)retaciones desviadas, incluso por parte de
aquellos que Dios puso- para confirmarnos /en ella.
-
nativa que ·ser hér:oe; o bien apostatar. -Por- eso es
necesario rechazar las medias tintas, las componen- - Heroísmo para mantener, la oración , y el trato
_ con Jesús Eucaristía, cuando todo nos habla de la
das, y decidirse por la santidad.
excelencia y pr!macía de la acdón temporal.
,
Heroís~q para seguir creyendo que la vida cris-
Heroísmo para no perseguir laJs riquezas ni el
tiana es vida de sacrificio, de renuncia, de despren-
poder, cuando vemos que, en nombre de Cristo y
_d imiento de los bienes y comodidades terren9s, cuati-
'bajo pretexto d~ hac~r un mayor bien, tantos cris-
do todo nos habla de tempoqilidad, ,de «Confort», y
tianos se apartan del camino que El enseñar¡:t, y bus-
de ideal de paraíso terrestre. can el .dinero, ~1 p9der y la gloriá, pretendiendo por
Heroísmo para seguir creyendo con simplicida_d medio de ellos extender el reino de Cristo.
la palabra de Dios, cuando la _ciencia ·1humana, p9r i¡ '
.' _ 1 ¡~,· Heroísmo para . mantenerse ais!ado y solo - en
tantos idolatrada, nos la desfigura hasta h?-cerla .s oleáad con Dios, que nos guía-, renunciando a- ·
irreconocible. ' 1
leer la prensa, o, al menos, a dejarse influir por ella,
Heroísmo para tener como necedad la , sabiduría -
y a las conve:r;saciones mundanas de cuantos nos ro-
• . - 1
y los avances técnicos humanosr cuando todo quie- - // d~a:n y no nos entienden, teniéndoos por raros y des-
re persuadirnos a que nos maravillemos de sus lo-
gros. '
-
-
- 'í... fasados, esqueletos vivientes, porque s~guimos adhe-
Jjpos a nuestra fe.
~ .
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ANTONIO PACIOS, M. S. C. LA PASION !lE LA IGLESIA

' ·. \.

He; oísmo para sentirse pecador, viviendo en e~- , que p~oyectarse totalmente a Dios, ' por la fe, la es-
p~ritu de comp~nción , y penitencia, en -medio .de 1 l,ln -peranza y el amor, mutridos eñ la oración 'c ontinua.
'm undo que, o ·n iega el· pecado, o al cienos no le da .
\ - -
· _ _ En esfa situación hay algo específico a los sacer -
importancia algnna ·en cuanto sea alg~ opúesto a , la 1 -"' 1
dotes, algo específico a los fieles, y algo -mejor _- 1
ordenación divina.
mu(!ho-- común a todo ellos. Comencemos por lo
' Heroísmo para aguantar ' las condenas de no pÓ- específico.
cas jerarquías, de no pocos sacerdotes, como Jesús
las aguantó en su pasión; para ser por esas jerar- lla Virgen dijo en su mensaje de Garabandal:
1 - «Muchos sacerdotes, muchos obispos y muéhos car -
quías postergados precisamente _porque son -fielJ)s a r 1

• denales - van por el camino de la p erdici(m, y con


·su fe. .. _
1
~
' ellos llevan a muchas almas». La veracidad de este
Heroísmo para reconocer la divi~idad de Jesú~ fl-Ser;to la palpamos todos. Pero estos muchos deben
11., Eucaristía, adorándolo ·de rodillas al recibirlo, cuan- ser compensados por otr os muchos . que SE( manten-
do tantos. lo reciben de pie, y tantos otros niegan gan fieles a su vocación sacerdotal.
su ' presencia -que reducen a mero simbolis~o--,
o incluso su divinidad. Y eso es lo específico del sacerdote: enseñar todo
· • (--.- y sólo lo que Cdsto enseñó (Mt. 28,?0), con fe en
Heroísmo para apreciar el sacrificio de la Misa,
. la eficacia de esa enseñanza, sin pretender probar- ,
cuando tan continuos cambiós ar bitrarios nos. la pre-
' 13;, o razo?arla, con syncillez, despreciando la ciencia
sentan como juguete del capricho humano.
' \
'humana que, al interpr etarla de un, modo meramen-
_ Heroísmo para soportar el odio, el desprecio, laS -: te racional; la destruye, desprendidos de toda pro-
calumnias del mundo, y, lo que es mucho más amar-::. ble:r;n~tica de orden temporal, sin . ansias de h allar 1

/ go, el de¡:;p;recio y ostracismo de tant?s . ~u e ,se creen -z-soluciones :p-ropia,s1 a los pr oblemas humanos, sino
aún cristianos, ·y que· creerán hacer nn favor a pios ofreciendo simplemente las soluciones de orden so-
negándonos la sal y el pan. ~
1 •
;l?renatl!_ral que Cristo nos dio, pr<:?curando formar las
' ' · almas, no para esta tierra, sino para el cielo, lleván-
Sin apoyo aquí abajo, el ·que quiere perseverar
- _¡
hasta el fin, y así · ser salvo, no tiene otro remedio dolas a Jesús, poniéndolas en contacto con El. -
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ANTONIO PACIOS, M. S. C. ' ' LA PASIÓN DE LA IGLESIA
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En manos de esos sacerdotes está' la salvación quienes anuncien_ a Cristo; pÓr lo mismo, ¡:¡, ,e sos si-.
del mundo, y la firmeza de la fe del pueblo cristiano, · lenciados ha de recurrir, a ellos escuchar, a ellos bus-
aunque los , juzguen por atrasados, J:?-O acomodados car hasta que los encuentre, por ellos dejarse diri-
á -los tiempos, desfasados e inú,tiles; ellos son las gir. Si no· los eñcuentra, es porque no los busca ni
partículas de fermento puro que transforman cuanto desea sinceramente, puesto que está escrito: «Bus-
tocan, aunque los aislen y los dejen preteridos, aun- cad, y enc-ontraréis».
que sus mismos superiores los desprecien.
_Las disposiciones comunes a fieles y sacerdotes
No 1necesitamos sacerdotes sabios, \ni ~xpertos en nos las da a conocer l ambién l~ revelación. /
los probleró.as temporales, r?ino sacerdotes sencillos, - -
En la hora de tinieblas, el enemigo_ real es el
que crean ellos en Cristo y lo den a las almas, que
,; .¡ demonio, que es quien invisible, pero eficazménte,
desprecien como necedad ante Dios toda ciencia hu- J \ .' \ mueve a todos los demás. Y contra el poder de Sa- ,
mana, contentándose con conocer a Cristo, y a Cris- .,
tanás sólo lo~ medios sob'renaturales pueden prote-
to crucifi~ado (1 Cor. 2,2; cf. 1,22). gernos, sólQ ellos nos darán la victoria en «el día
- 1
Lo específico del fiel es saber distinguir los ver- 1 1 malo» ( Cf. Efes. 6,11-18) .
.... /' 1

daderos pastores de los falsos, discriminándolos por


:- ... - \
. Por eso la situación presente nos obliga a VIVIr
sus frutos (M t. 7, 16.20), siguiendo _a aquéllos _que
_, totalmente la vida sqbrenatural, desprendiéndonos
le traen a Cristo y le conducen a Cristo, haciéndo-
-r -
de todos los recursos y triquiñuelas de la indus:
selo sentir y amar; huyendo de cuantos le predican
,. tria 9.umaná.
temporalidad hmndana. Dios no dejará a su pueblo __

sin pastores; pero hay que saber buscarlos y seguir - Especialñl.ente1 para la crisis que precede a la se-
los; y ~sobre todo, hay que evitar )a comezón de oídos, _ - gunad venida de Cristo nos inculca San Pablo las
/ que busca maestros que le enseñen cosas nuevas, tres virtudes teologales -hoy tan olvidades-: fe,
cual si el mensaje de Cristo hubiera perdido actua- - esperanza y caridad; la adhesión total a lo enseña-
lidad (2- Timot. 4,, 3). Ha de desconfiar de cuantos . do por Cristo, sin vaci~ar o dudar, sabiendo -que no
el mundo alaba y la prensa ensalza como si :t_uesen -.. P,ay otra vía de salvación que la que Cristo enseñó;
maravillas, que si predicasen a Cristo no los jalearía el gozo que pregusta las dichas que nos están -reser-
él inundo; sepa que el mundo silenciará siempre a _v,adas en el cielo, dándonos aleh-ía y optimismo en

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,- LA PASIÓN DE LA IGLESIA
ANTONIO PACIOS, M.- S. ,C.

.\
la tribulación presente; el ena~o:r:amiento- total de
1
éreciente, a darse como nunca a la 1vida de oraclOn
Dios y de su Cristo, que hará se ,desvanezca· el atrac- eontinua, _por la que alcanzará la santidad heroica.
tivo de las creaturas, que entonces reputaremos por Vida de orl!._ción - y trato con Jesús Eucaristía, / ¡

basura (1 Tesal. 5,8). , tanto en el Sagrario como en el propio corazón, en


Contra ese mismo demonio, San Pedro nos ex- donde por la comunión establece su morada: t~ato
horta a la 'fe (1 Petr. 5,8-9); a la oración (1 Petr. con El según el espíritu de la devoción al Cor~ón
4,7) ; a la cari,dad fraterna especialmente ejercitada de Jesús, que puede resumirse en esta· frase: «Sólo
entre aquellos que desean ser fieles a Dios, con lo una cosa sé, y es que me amas; sólo una cosa quie-
que evit~rán el desaliento del aislamiento, es,f orzán- ro: quiero · saber amarte ». Si asf lo hace se aislará
donos en ser instrumentos por los que Dios les mues- del mundo: sumergiéndose en Dios.
1
tre su infinito amor (1 Petr. 4,8-11); el abandono Trato con el Padre celestial, sintiéndose en f e / '
de toda solicitud y de touo., cuidado en manos , de como hijo pequeñito en sus brazos -«Si no os hi-
Dios, que cuida de nosotros (1 Petr. 6,7), con lo ' ciereis . como 'niños no entraréis en el reino de los
que evitaremos todo temor e inquietud que pudie_9 é(elos>>¡- , gozándose y al~?grándose en El, abando-
desviarnos de la sobrenaturalidad. / nándos e a El, amándole á El cuanto podamos de
1
/
Jesús parece reducir todas las disposiciones .a la presente, y de presente detestando cuanto a El le
oración vigilante y sin intermisión. En efecto, al desagrada:· en ese refugio de su seno nadie podra
acercarse~la hora de la potestad de las tiniel;!loo, se
1
:. _alcanzarnos, nadie podrá dañarnos.
limita a recomendar a sus apóstoles: «Velad y orad,_ - Trato con nuestra Madre la Virgen Maria, po-
para que no caigáis en 'tentación» (Mt. 26,41) ._ Y
I '-IJ.iéndonos también en fe en sus_brazos, y ejercitan-
es que la oración,_como trato filial con Dios, lo com- ~·· . do 'los mismos cuatr o actos de , alegría, abandono,
prende todo: fe, esperanza, caridad,- abandono en
-,_' amor y detestación de los pecados. No olvidemos
manos del Padre. que, aunque nos fallare todo, la Virgen María no nos
Por eso, ahora, aunque tanto se- predique !a ac- fallará ja~ás, como no falló a Jesús en su Pasión.
ci ón temporal y tanto se olvide y menosprecie la ora- 1

ción, el verdadero creyente se ve obligado, s ch pena - · No entramos en detalles, porque ese trato con
de apostatar, sumergido en ) a marea de impiedad- Jesús, el Padre, y la Virgen Maria lo describimos

-186 -
/ -.1 ·- 187-
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ANTONIO PACIOS, M. S. C.
1

ya en otra obra- (El Amor, lib. VI). Sólo añadire-


mos que no deben abandonarse las prácticas de ora-
ción, tradicionales, que ayudarán a esa oración con-
tinua: el rosario, las1
tres - avemarías por la noche,
1 ¡

el avemaría al dar las horas, los primeros viernes,


el viacrucis; etc.; eñ ellas se manifiesta la humildad
- 1

de nuestra pequeñez, que Dios bendecirá.


"En esa vida divina de oración, sumergidos en
Dios, sé irá formando la maravillosa corona de los-
santos que serán cimiento y columna del reino de
Cristo, como los apóstoles lo fueron de su Iglesia na- 1 N D 1 CE
ciente; y su eficacia redentora atraerá desde todos,
los puntos y direcciones de la tierra a' las almas de
buena voluntad, que oirán la voz de Cristo, y acudi-
rán a El, para formar un solo rebaño ,bajo un splo
Pastor, quien, sometidas ya a su imperio todas las
creaturas, establecerá con ellos «SU reino eterno y
universal: reino de verdad y de vida, reino de san-
tidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de ' '

paz.»

1,

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________________________
._ . '

\ 1

\ l'áginá

Capítulo l. - La potestad de las tinieblas 9


Cc/pítulo II. - La hora de las tinieblas en la Iglesia 19
Capítulo /11 . ..:::.._ La criba . . . .. . . . . . ... .. .. . .. . 33
Capítulo IV. - El crepúsculo y la noche .. . , .. . 41
- Capítulo_V. - Los signos de los tiempos 47
· Capítulo V{,_ - El fermento ... .. : ..... . 55
Capítulo VII. - La prensa y los medios de comuni-
cación ... ....... .. .. .... ... ......... ' .... .... . 65
Capítulo VIII. - Signo y objetivos de la prensa
y de los medios de comunicación 75
~ - 'Capitulo IX. ____::: Política y sociología de Cri~o 87
:-Capítu~o X. - Sociología de Cristo 97
Capítulo ' XI. - El amor al prójimo .. .. ... ... . . 107
Capítulo XII. - La caridad fraterna o amor cris- ~

tiano ... ... . .. .. . ... .. . . . ... ... ... .. . . ..... 117


Capítulo Xl'/1. - El amor de Dios y el trato con El
por la oración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 127
• Capítulo XIV. - El panteísmo que desemboca ' en
' 1 el Anticristo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 137
· Capí.tuÍo XV.. - La adoración del Anticristo y la
gra~ perse?ución ' . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 149
Capítulo XVI. - Disposición . al martirio . .. . .. 157
' / 1

Capítulo XVII. - La muerte es nacimiento, no


' . muerte ... .. ....... .... .. .... ...... .... . • 165
Capítulo XVIII. - Llamamiento universal a la san-
-tidad ... ... .. . . .. .... .. .. . .. . 179 ,
/

, 1
/ 1 1

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