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Universidad Nacional Autónoma de México

Centro Universitario de Estudios Cinematográficos

Lenguaje Cinematográfico I

Profesor: Flavio González Mello

Alumno: Alejandro Coahuilazo Bejarano

Reseña: Concierto de música filarmónica.

Acudí al concierto de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México el

domingo 25 de marzo, con la dirección de Scott Yoo, encabezada la lista

por la novena sinfonía de Beethoven. En primer lugar haré hincapié en

las condiciones de la instalación. Los recintos musicales disponen de

una planificación especial para favorecer la acústica, y que ésta realce

los sonidos puros de los instrumentos, sin necesidad de ningún impulso

adicional. En contraste, las condiciones en las que la orquesta se

encontraba no eran las óptimas, dado el amplísimo espacio del zócalo

capitalino, el ruido constante de la ciudad, la incomodidad de los

espectadores que no alcanzaron silla, las condiciones climatológicas

que afectaban el sonido, etc. Pero es remarcable que a una forma de

arte enclaustrada se le permita un encuentro con personas más allá de

su público común, y que haya gente que se sintió atraída por el concierto

en el momento de escucharlo, sin una planificación previa, y que se le

conceda un acercamiento a nuevas formas de expresión.


El interés por la música, no sólo por la de este estilo, me ha acompañado

por algunos años, desde mi incursión en los estudios musicales cuando

iba en la secundaria. Siempre estaré seguro de que tomar una guitarra

y sentir el sonido emanar de ella me generó una sensibilidad antes

ausente, así como entender mucho de lo que pretende un músico al

componer una melodía o escribir la letra de una canción. Lamentablemente

no continué los estudios musicales por falta de tiempo, pero siempre

quedará guardado en mi formación personal el amor por los sonidos

melódicos y armónicos, como una forma más de expresión personal,

histórica y social. Por lo tanto un concierto de tal envergadura llamó

mi atención inmediatamente.

La aplicación a una película es una nueva cuestión, una problemática

que no me había formulado anteriormente, y que al leer el libro de Lumet

creo tener una pequeña chispa de entendimiento: Existe la forma “fácil”,

en donde la música se utiliza como parche en un momento carente de

emoción, o para elevar más un plano o una escena donde no se consiguió

el efecto dramático deseado. Por el otro lado, la música que vive por

sí sola, que puede existir sin depender de la película a la que está

ligada en un principio es la mejor, como aquel genial ejemplo de la

Batalla en el hielo, incluida en Alexander Nevsky, de Sergei Eisenstein,

donde imagen y sonido van de la mano, sin opacarse, sino apoyándose una

de la otra.

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